Describamos la foto: El primero por la izquierda con la camisa blanca es Vicente Sordo (Hermano de Maximino) y que le da el nombre actual al establecimiento, a su lado está Antonio Valimaña Lavilla; el más pequeño de todos es Manolo García Gómez, Manolín, que trabajaba allí desde los 12 años y se acaba de jubilar; desconocemos quienes son los otros integrantes de la foto que están en el centro (animamos a los lectores a ayudarnos a identificarlos así como la fecha en que fue tomada la instantánea). A la derecha, al otro lado de la barra, se encuentra Manuel Osborne Vázquez y por último, Campuzano, el camarero que está tras la barra a la derecha. (Foto: Colección V.G.L.).
Este Campuzano, llegaba al mostrador dando gritos guturales con la comanda de los clientes. Existe una anécdota entre Campuzano y dos viejas señoras que no tiene desperdicio: éstas salieron un día de la misa sabatina de las 8 de la mañana en la Prioral, ante la Virgen de los Milagros. Hacía mucho frío y acordaron ir a «Los Pepes» y tomarse unas copitas de anís. Llamaron con mucho sigilo a Campuzano y, con gran misterio, en voz muy baja para que nadie las oyera, encargaron las dos copitas. Campuzano llegó al mostrador y dijo con su gran torrente de voz: «¡¡Dos copas de Periquito para las viejas que están en el rincón».
Veamos que nos cuenta Enrique Pérez Fernández, en su libro de «Tabernas y Bares con Solera»: «Vicente es miembro de una familia tradicionalmente dedicada al mundo de la hostelería, de origen montañés, cómo no. Su padre, Francisco Sordo Rubín, trabajó y llevó en Jerez El Colmado, entre las calles Hondas y Arcos, en donde estuvo también su abuelo Mateo, y en la calle Lancería, junto a la plaza del Arenal, la Tienda del Parque. (Acuarela de Vicente Vega).
Natural de Camijanes, llegó a El Puerto de Santa María en septiembre de 1937, cuando tenía 15 años, para trabajar con su hermano Maximino, que días antes de estallar la Guerra Civil se había hecho cargo de El Resbaladero. Continuaron juntos en La Fuentecilla, y tras permanecer algún tiempo en el Bar Pavoni, se independizó y en marzo de 1950 comenzó a dirigir a Los dos Pepes, al que rebautizo como Bar Vicente. Retomaba así el local de la familia Sordo, pues José Ruiz Sordo, “el Rubio”, era primo de su padre, quien en 1926 abriría un establecimiento de vinos, café y licores con el nombre de Las Mellizas. En 1945 se lo traspasó al portuense José Sánchez Sousa, que lo llamó Los Dos Pepes (él y su hijo) y, en 1950 como hemos dicho, lo tomó Vicente Sordo.
Durante todos estos años, por el Bar Vicente han pasado y se han formado numerosos profesionales del gremio, abriendo muchos de ellos con el paso del tiempo sus propios negocios. El local mantiene el sabor de siempre, apenas modificado desde los años 20. En los veranos era habitual instalar veladores en el exterior, hacia la Plaza, como lo hacían los demás establecimientos de la calle Sierpes." La pintura que ilustra este texto es de Clara Borges).
"En nuestros días (1999), junto a Vicente trabaja su hijo, también Vicente, todo un experto en el difícil arte de “saber estar” detrás de un mostrador, Pedro Barba, Antonio Cairón, Inmaculada González (buena cocinera), Manuel Robles y Antonio Selma.» La foto está tomada desde la tienda de frutas y verduras de Genaro.
El Bar Vicente, en la actualidad: los anaqueles, cuadros y reclamos publicitarios de detrás del mostrador. Un cartel de Toros con el Niño del Matadero, otro con Paquirri; fotos de José de los Reyes, 'El Negro' y 'Carrurra', un especjo de 'Coñac' Decano, de Caballero; botellas antiguas de vinos de Osborne, un escudo del Cádiz, una foto de Curro Romero, jarras singulares, un cuadro de la vecina Casa de los Leones,...
Clientes del Bar Vicente en un día cualquiera: Vicente Sordo hijo, tras la barra; Luis Suárez Ávila, Salvador Cortés Jiménez, Francisco Navarro Mariscal, Antonio Fernández Galloso, sentado, desconocemos el nombre del señor de la derecha. Foto tomada el 14 de noviembre de 2008. (Colección J.M.M.).