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Nacimiento obra de Pedro Jesús Ramírez.

Ayúdame a terminar,
belenista, el Nacimiento
en el pequeño aposento,
que tengo junto al pinar.
Ayúdame a precisar
el sitio de cada cosa.
Ya he colocado esa Rosa
del Niño Dios en su cuna;
sobre los riscos, la luna,
y, la estrella luminosa
en el dintel del Portal.

Adentro, junto al pesebre,
una paloma, una liebre
y un corderito lechal.
Muy cerquita del umbral,
el buey y la mula; un pastor,
un rechoncho labrador
montado sobre un pollino,
y, a la vera del camino,
el primer almendro en flor.

La Virgen, como si nada,
recién salida del parto.
Una esterilla de esparto
en la pared desconchada,
junto a una ventana ajada,
que nunca ventana fue.
El bueno de San José,
que no sale de su asombro,
y, un “malage”, que no nombro
por eso que yo me sé.

Y he puesto también el río,
la casita en la colina,
los pavos y las gallinas,
la nieve, blanca de frío.
El asustado “pío-pío”
de un bando de gorriones,
el limonar con limones,
que me han dicho que es lunero,
y, el Arcángel mensajero,
alertando corazones.

Todo, o casi todo, está
colocado a mi manera,
y aquello, que no estuviera,
luego, más tarde, estará,
pues de mucho me valdrá,
según tus sanos consejos,
poner más cerca o más lejos
lo que más salte a la vista...
Eso, amigo belenista,
a tus cuidados lo dejo.

Pero dime, por favor,
artista del Nacimiento,
orfebre del sentimiento,
y alfarero del amor.
Dímelo tú, soñador,
artífice de la luz,
al íntimo contraluz
de los aires navideños:
¿En dónde pongo mis sueños?,
y , ¿dónde pongo la Cruz?

Paco del Castillo. Navidad 1995.

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Hace años me hablaron de un respetable parroquiano que, como muchos españoles,  pretendían cambiar su vida con un golpe de suerte a través de la Lotería Nacional.

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Apuntaban que era un personaje peculiar, desconfiado y gran lector de novelas del oeste de Marcial Lafuente Estefanía, que jugaba su décimo de lotería todos los sábados del año y que como cliente habitual de un bar de la calle Larga, concretamente el Bar la Perdiz,  próximo a donde desarrollaba sus tareas profesionales, acudía y solicitaba al camarero los números premiados de la lotería que por aquel entonces se retransmitía después de los diarios hablados de Radio Nacional de España de las doce de la mañana.

Compañeros y conocidos del parroquiano, clientes del bar, conociendo sus “debilidades”, maquinaron una broma. A tal efecto, se percataron, unos días antes del sorteo del número que había comprado y acordaron con el dueño “La Perdiz colocar ese número como segundo premio en la tablilla, donde cada sábado se relacionaban los premios de la lotería nacional.

Pasado el mediodía, de un sábado de julio de 1975, la radio daba cuenta de los números premiados y en el bar, no sólo estaban los allegados, sino también curiosos que en el Mercado de Abastos habían oído por medio de un vendedor de cupones lo que se había tramado en un bar céntrico, en “La Perdiz”.

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Una foto antigua de La Perdiz.  José Luís Bravo Pérez, Manuel Arniz "El Gallo", desconocido, José Sanz Bustillo, desconocido. Detalles curioso de esta foto: la cantidad de botellas de anís en la estantería. Los servilleteros, propaganda de Hijos de Jiménez Varela. El espejo con la publicidad de Fino Jardín y Brandy (en aquella época coñac) Primado de Hijos de Jiménez Varela. Los dos Cacao Varela, Blanco y Negro, y el otro creo era de Pico. Brandy Grant.

Como cualquier otro sábado, el parroquiano llegaba a La Perdiz, sin percatarse de la afluencia de público, dirigiéndose con mucho sigilo al camarero, pidiéndole la tablilla con los números premiados. Se refugio en una esquina y reservadamente saco de su cartera el número que poseía. Cuando vio que su número coincidía con el segundo premio, comenzó a dar saltos, gritando que le había tocado, para a continuación emprender una carrera hacia el lugar de trabajo, abrazándose a sus compañeros. Lo que aconteció, cuando comprobó que el segundo premio no correspondía con el décimo que poseía, es otra historia que algún día contaré.  Aquello no era boca.  Texto/ Enrique López.

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Las monjas de clausura del Espíritu Santo  elaboran en estas fechas típicos dulces navideños con cuya venta ayudan a la sostenibilidad del convento · Los pestiños de chocolate son la última creación de las religiosas.

En la imagen inferior, Sor María, a la izquierda y otras monjas en la elaboración de los dulces artesanos del Convento del Espíritu Santo.

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Tienen una vida dedicada a la oración, pero también unas manos capaces de fabricar los más exquisitos dulces navideños. Ya decía Santa Teresa que "también entre los pucheros anda el Señor" y en el caso de las comendadoras del Espíritu Santo, religiosas de clausura de la orden femenina más antigua de la ciudad, no hay duda de que la espiritualidad está muy presente en todo lo que hacen. "Lo más importante de nuestra vida es la contemplación y la oración, rezamos por el mundo", explican, pero también hay que vivir y con la elaboración y venta de dulces las religiosas han encontrado una manera de ayudar a la sostenibilidad del convento.

Aunque las hermanas elaboran dulces durante todo el año -en estos momentos hay 16 religiosas, aun que dos de ellas son ya muy mayores- es ahora en estas fechas cuando más demanda tienen sus productos, dulces típicos navideños como los pestiños el mazapán o los polvorones, aunque también hacen magdalenas o yemas, entre otras especialidades como los pestiños de chocolate, su última creación.Las religiosas del Espíritu Santo ya elaboraban dulces antiguamente no para su venta, sino como muestra de agradecimiento a sus benefactores, pero hace algunos años las religiosas pensaron que la venta de estos productos podía ser una ayuda para los gastos del convento. Así empezaron poco a poco a vender sus productos, que promocionan también cada año en citas como la exposición " ¡Qué rico Dios mío! " , que organiza la Diputación Provincial. También hoy los dulces de las monjas estarán presentes en el Mercado de Sabores de Doña Blanca, que organizan el Ayuntamiento y el Grupo de Desarrollo Rural.Aunque las religiosas no viven ni mucho menos de esta venta de dulces, los ingresos que reciben sí les sirven de ayuda para afrontar una de sus principales labores, la atención a los más necesitados que acuden cada día a las puertas del convento en busca de alimentos y también en muchas ocasiones de consuelo.

Dulces

Precisamente esta circunstancia hace que algunas personas eviten acudir al torno para la compra de dulces, para no tener que encontrarse allí con personas necesitadas, pero las hermanas lo tienen muy claro: "Nuestra misión en la vida es dar comida al pobre y palabra al necesitado. Es una misión muy hermosa", aseguran.

Las hermanas atienden el torno en horario de 9:30 a 13:00 y de 17:30 a 19:30 horas, aunque siempre están allí para todo el que las necesite. También las hermanas Concepcionistas Franciscanas, en el número 144 de la calle Larga, ofrecen sus dulces navideños de 10:30 a 14:30 y de 17:00 a 18:30 horas./Texto: Teresa Almendros. 

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La tragedia de Don Pelayo.

En mi casa, de toda la vida, ha habido una fotografía de la visita Alfonso XIII a las cuevas-cantera de El Puerto, acompañado de un personaje que siempre me llamó la atención. Era Don Pelayo Quintero Atauri.

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Joaquín Calero Cuenca (2º por la Izquierda), Eduardo Ruiz Golluri, alcalde de la Ciudad, (5º por la Izquierda), el arqueólogo Pelayo Quintero Atauri (con barbas 6º por la Izquierda), Luis Perez Pastor editor de la Revista Portuense (1º por la izquierda abajo), Federico A. Sanchez Pece, secretario del Ayuntamiento (tirado en el suelo con bastón). El de la mano en el pecho junto a Ruiz Golluri puede ser Piodela (corresponsal de la Revista Portuense) A finales de la década de los años 20 del siglo XX. /Identificación de V.G.L.

Pelayo-QuinteroEn mi casa pude leer su Compendio de la Historia de Cádiz y un Catálogo de documentos históricos gaditanos, además de tal o cual artículo sobre arqueología, turismo e historia. Para  mí que Don Pelayo era gaditano. Pero me he enterado que era de Uclés. En estos días se le está festejando en su pueblo natal. Don Pelayo estudió Derecho en Madrid, Dibujo en la Escuela de Bellas Artes y la carrera de Archivero Anticuario Bibliotecario, que después se llamaría Licenciatura en Historia. Mi ignorancia ha sido no saber que Don Pelayo, cuando llega a Cádiz, en 1904,  tenía ya una larga y nutrida trayectoria como arqueólogo e historiador. En Cádiz, es Delegado de la Junta Superior de Excavaciones y Antigüedades. Académico de la Real de Bellas Artes, Vocal de la Comisión de Monumentos, Cónsul de Colombia, etc., etc.

En 1880, de forma fortuita, se halló en Cádiz, en Punta de Vaca, el  impresionante sarcófago antropoide, masculino, que indicaba a las claras la presencia fenicia en esta zona. Don Pelayo siempre soñó con encontrar el sarcófago femenino. Porque mantenía que obras de esta importancia eran encargadas por el matrimonio para su muerte. Don Pelayo murió en 1947.

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«Quintero Atauri tuvo, en fin, un sueño, pero nunca supo que dormía sobre ese sueño.. Jamás se nos ocurre mirar la tierra que pisamos cada día de nuestra existencia, aunque la mayoría de las veces esa tierra pisoteada es el único tesoro accesible: un lugar insignificante en el universo» /Felipe Benítez Reyes.

En 1980, el 26 de septiembre, en unas obras de excavación para construir unos cimientos, se halló el sarcófago femenino. Pero no en cualquier lugar, sino precisamente donde estuvo la casa de Don Pelayo, en la calle Ruiz de Alda, debajo de donde tenía la cama, donde dormía y soñaba con su Dulcinea gaditana. Esa fue su tragedia. En 1988, en el patio del Palazo Grassi, en la Plaza de San Samuel de Venecia, ante la Dama de Cádiz, allí expuesta, en la exposición I Fenici, oí esta historia trágica de boca de Sabatino Moscati. ¿Qué habría hecho Don Pelayo para merecer esto? No parece sino que alguna flamenca de Cádiz, Rosa La Papera misma,  lo hubiera engafado cantándole aquello de “No te deseo más castigo/ que estés durmiendo con otra/ y estés soñando conmigo”.  /Texto. Luis Suárez Ávila.

 

La cantante de la copla Eva María Hierro, ha obtenido el primer premio en el Certamen de Canción Española, celebrado recientemente en localidad malagueña de Torremolinos. La artista ha participado en la V edición del programa de Canal Sur ‘Se llama Copla’.

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Durante la actuación del pasado fin de semana en Torremolinos, donde ha resultado ganadora del Certamen de Canción Española.

Eva María Hierro ha resultado también ganadora a final del verano en Málaga en el V Certamen Rio de Copla de Riogordo, y en Álora en el XI Certámen de la Copla.  Su marido, Ramón, --14 años ya juntos-- es el más eficaz colaborador y apoyo de nuestra protagonista y su familia mientras persevera en el mundo coplero; a Ramón, además le gusta la música y es integrante del coro de Carnaval mixto ‘Bollywood’.

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Eva María participó en la V edición del programa de Canal Sur 'Se llama Copla'.

A Eva María le gusta la música desde pequeña y toca la flauta contralto desde muy jovencita, lo que le ha dado soltura y conocimiento musical. Ha estudiado Magisterio y está preparando en la actualidad oposiciones para magisterio musical, mientras trabaja como administrativa en una clínica dental. No descarta ser madre. Y mientras, recorre la geografía andaluza participando en certámenes, festivales, actuaciones benéficas,... ha visitado escenarios andaluces en Córdoba, Coria del Río, Utrera, Alhaurín de la Torre, Los Palacios, Trebujena y Sanlúcar entre otros.

Una actuación memorable de nuestra paisana en Canal Sur 'Habla con los ojos'.

De viernes a viernes, desde el 13 al 20 de diciembre se puede contemplar en horario de mañana en la plaza del Castillo, en el Palacio de Araníbar, una muestra que, con el nombre genérico de ‘Toreras’ recoge el fotógrafo porteño Miguel Sánchez Ivars, de la empresa ‘Si Quiero Bodas’ (ver nótula núm. 781 en Gente del Puerto).

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Salvador Egea y Miguel Sánchez Ivars, en el Palacio de Araníbar.

Algunas de las prendas con las que posan las modelos son del sastre especialista en ropa, Salvador Egea (ver nótula núm. 1.862 en Gente del Puerto), con el estilismo en los peinados de peluquería Paranoia.

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Un momento de la inauguración, el pasado viernes 13

En la muestra se exponen 20 imágenes realizadas con diferentes técnicas, con impresiones directas sobre dibond blanco, aluminio metalizado y maderas en tamaño 50 x75 cms.

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El cartel de la Exposición 'Toreras'

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La modelo portorrealeña, Lucía.

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La modelo portuense, Cristina Bernal.

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La modelo colombiana, Yuliana.

La muestra ha creado una gran expectación, siguiendo con el estilo singular del fotógrafo, Miguel Sánchez Ivars, desmitificando conceptos y uniendo oficios propios masculinos: el costalero, el torero combinados con la belleza y sensualidad femenina, como ya alcanzara a nivel nacional con la muestra ‘Costaleras’, celebrada en 2012. (ver nótula núm. 1.138 en Gente del Puerto).

 

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ramonvelez_1960_puertosantamariaAunque un poco tarde, acogiéndome a lo que nos dice el refrán ‘más vale tarde que nunca’, quiero escribir de Ramón Vélez González, ‘Ramoncito del Barrio’ para sus contemporáneos gaditanos, bailaor profesional nacido en Cádiz el 15 de julio de 1927 y fallecido a los 86 años en El Puerto, el 17 de septiembre de este año 2013, ciudad que lo acogió con con un cariño recíproco, desde su jubilación a principio de la década de los 90 del siglo pasado. Vivía en la barriada de la Playa. /Ramón Velez, en su etapa de bailaor, en 1960, con 33 años.

Hablar con Ramón era una verdadera delicia. Tuve el placer de conversar con él en innumerables ocasiones. Hombre con numerosas vivencias flamencas, era una enciclopedia. Él mismo se tachaba de tener mala lengua, tenía el donaire de Cádiz.

En 1948 fue contratado por Manolo Caracol y Lola Flores, junto al genial Beni de Cádiz --fueron como hermanos-- recorriendo mucho mundo flamenco con penas y glorias, por teatros, festivales y salas de fiestas de aquellos años. Estaba casado con la bailaora y bailarina madrileña María de los Ángeles López ‘La Princesita’, nombre artístico en sus comienzos, posteriormente ‘La Prince’, con quien tuvo tres hijas: Rocío, Milagros,  a la que llaman 'Nena' y Marian, casada esta última con Guillermo Ramírez, músico al igual que su padre, Francisco Ramírez Tallón 'Koky' (ver nótula núm. 349 en GdP).

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De izquierda a derecha José María de la Isla, Miño Loja, Beni de Cádiz, El Pescaílla, Enrique Pantoja, Pepe Márquez Jefe de Ventas de González Byass, Ramón Vélez, Paco Fernández, coreógrafo, Joaquín Romero, cómico y Gabriel Cortés. Abajo, Pepito, sobrino de Lola Flores, Melchor de Mairena hijo, Manolito y Ricardo un desconocido amigo. Bautizo de la segunda hija del artista: Milagros.

Me contó Ramón una anécdota que paso a relatar. Cuando llegó a Madrid a finales de los años cuarenta el Beni y el propio Ramón le pidieron a Manolo Caracol un anticipo para poder comer y buscarse una pensión donde cobijarse, «Veníamos de un viaje de muchas horas sin comer y mal dormir en aquellos trenes de vapor», recordaba. Se aposentaron, dejando las maletas de cartón y entraron en un restaurante del centro de Madrid, acompañados por Pepe Jiménez 'Bigote' (ver nótula núm. 215 en GdP) vieron pasar un camarero con platos de filetes de gran tamaño y sus correspondientes patatas. Ramón se dirigió al sirviente: «--Por favor nos trae dos platos de carne y muchas papas fritas». Al finalizar el yantar, le preguntó Ramón a el Beni: «--¿Que tal has comido?», a lo que éste le respondió: «--Te voy a decir una cosa, Ramón de mi alma, yo no me muevo de Madrid, por la gloria de mis muertos», del hambre que se había quitado. También fue íntimo de Chano Lobato, sintiendo mucho la pérdida del duende del compás.

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De izquierda a derecha, Antxón, Jefe de Ventas de González Byass, Antonio González 'el Pescaílla', 'La Polac'a, Ramón Vélez, Pepe Márquez Jefe de Ventas Nacional de González Byass, Paco Aguilera guitarrista de Lola Flores, detrás: el marido de 'La Polaca' y Juan José, recitador.

La última vez que nos vimos fue en el Bar Fermesa ‘El Rincón del Arte’, situado en la esquina con Ronda de las Dunas, con Jerónimo Jimenez. Allí le entregó a su propietario, David Oliva Villar (ver nótula núm. 1.517 en Gente del Puerto) el primer traje que utilizó bailando en su presentación en Cádiz, para que quedara como recuerdo unido a la gran colección de fotos y objetos flamencos que allí se pueden contemplar.

Me tuvo informado mi compadre y amigo Luis Gatica (ver nótula núm. 112 en GdP) de la enfermedad de Ramón Vélez. La nota triste fue en el Tanatorio de El Puerto: solo estuvieron presentes su mujer, hijas, yernos y algún familiar. Es una pena que un artista de estas características, que al dejar el mundo artístico fue inspector de ventas --representante-- de las Bodegas González Byass en Madrid y Sevilla, bailaor que recorrió medio mundo actuando con los mas grandes del flamenco, se fuera sin hacer ruido.

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Ramón Vélez con 'Prince' y sus hijas Rocío, Milagros 'Nena' y Marian.

En 2001 publicó un libro autobiográfico: ‘Mi vida contada. Un bailaor flamenco de los años cuarenta’, para el que contó con la ayuda del porteño Javier Renedo Varela, en la colección ‘Calle Ancha’, patrocinio de la desaparecida Caja San Fernando.

Es ley de vida, amigo Ramón, que nos tenemos que marchar con los que no vuelven. ¡Con el miedo que le tenías tu a ese trance! Solo te digo que te lo pases bien donde estés, acuérdate de lo bueno y dale un fuerte abrazo a Benito y a Felix de Utrera, si te los encuentras, de mi parte. A tu esposa e hijas, lo siento. Se nos fue un bailaor con el sello autóctono de la escuela gaditana. /Texto: Antonio Cristo Ruiz.

rafaelalberti_lasvinas_puertosantamariaSe cumplen hoy 732 años de la fundación de El Puerto de Santa María por Alfonso X 'el Sabio' y 111 años del nacimiento del poeta universal Rafael Alberti Merello. El historiador Enrique Pérez Fernández nos hace un recorrido por las seis casas en las que vivió nuestro paisano en El Puerto antes y después del exilio. /Rafael Alberti en su casa de la calle Albarizas, en la urbanización Las Viñas.

17 de diciembre de 1902. En el Teatro Principal de la calle Luna, tras la actuación de Antonio Flores, “célebre transformista rival de Frégoli”, la compañía que dirigía el actor Manuel Correjel representó la comedia en un acto Marinos en tierra, del gaditano José Sanz Pérez (1818-1870), impresa en 1882. ¿Casualidad? Pues sí, pero parece un presagio.

El día anterior nació Rafael Alberti Merello en el número 46 de la calle del Palacio (en singular, por el de los duques de Medinaceli), entonces nombrada José Navarrete, en homenaje al militar y escritor portuense que meses antes falleció en Niza, también nacido en esta calle, esquina a Micaela Aramburu, en la que fue Aduana de los Medinaceli. 1902, año en que en Madrid murió otro escritor portuense, sainetista de éxito en su época: Javier de Burgos, al tiempo que Dionisio Pérez publicaba La Juncalera, novela que refleja en calles y personajes el ambiente de la ciudad de entonces.

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CALLE PALACIO 

El padre de Rafael, Vicente A. Sánchez-Bustamante, comerciante de vinos de la bodega familiar y después de otras, al nacer su quinto vástago tenía 40 años; María Merello Gómez, la madre, 33, y sus hermanos, Vicente 6, María 4, Agustín 2 y Milagros un año. En diciembre de 1905 nacería Josefa, ‘Pipi’.

Convivía con ellos la sirvienta Josefa Álvarez Balduino, viuda de 63 años. La familia comenzó a habitar la casa en 1900. Sus anteriores inquilinos fueron Enrique de Echávarri, recaudador de impuestos, y María de las Nieves Silva, viuda con cuatro hijos. Los padres de Rafael nacieron en inmuebles contiguos de la calle Fernán Caballero, núms.  7 y 9.

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/Rafael Alberti, en la sillita, con sus hermanos. Foto, Justino Castroverde.

El domingo 21 era bautizado en la Iglesia Mayor por el sacerdote Ricardo Luna, siendo los padrinos sus tíos Agustín Merello y Milagros Alberti. “Concluida la ceremonia fue llevado el pequeño al camarín de Nuestra Amantísima Patrona, y colocado bajo su real manto. De la iglesia se trasladaron todos los concurrentes al domicilio de los señores de Alberti, donde fueron espléndidamente obsequiados con selectos vinos, fiambres, pastas y dulces”, contaba en los ‘ecos de sociedad’ la Revista Portuense.

Casa lindera con los Alberti, a la izquierda vivía José Molleda Colosía, que con su hermano Sinforiano era propietario en La Placilla del Café Moderno (el posterior y recientemente cerrado Cafetín). En el inmueble de la derecha vivía María Teresa Martínez Colom con cuatro hermanos. Uno de ellos, José María, se trasladó con su esposa Eloísa Gobantes a fines de 1904 al inmueble que habitaran los Alberti, instalados ya en otra residencia.

En el nº54 de Palacio vivía Paquillo, aquel amigo de la primera juventud de Rafael a quien recordara en La arboleda perdida –“compañero de pecado”- y en el poema ‘Retornos de una tarde de lluvia’: “Saldría yo con Agustín, con José Ignacio / y con Paquillo, el hijo del cochero, / a buscar caracoles por las tapias / y entre los jaramagos de las tumbas, / o por la entretramada arboleda perdida / a lidiar becerrillos todavía con sustos / de alegres colegiales sorprendidos de pronto”. Fue Paquillo –fallecido a comienzos de los años 90- el hijo menor de Vicenta Simeón y José Manuel Buhigas, el cochero de José Merello –tío de Rafael- y recadero en casa de su tío-abuelo Vicente Merello Alberti, en la calle Pagador nº1.

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Calle del Palacio, nº46. 1859. Archivo Municipal.

Más arriba de Palacio --nº60-- estaba la segunda escuela a la que asistió Rafael, la de Nuestra Señora de Guadalupe, inmueble propio de las hermanas Gumersinda y Antonia García Guilloto que regentaba aquella señora de la que escribió: “…mi madre me mandó al colegio de doña Concha, de la que recuerdo más que nada su odio a las Carmelitas y demás escuelas de párvulos, por considerar esta vieja señora, muy económicamente pensando, que todos los niños del Puerto debían ser sus alumnos”.

CALLE SANTO DOMINGO

ALBERTI-7En 1904 la familia Alberti-Merello se mudó de Palacio al número 21 de la calle Santo Domingo, hoy sede de la Fundación Rafael Alberti. Casa que parcialmente describió en 1959, en La Arboleda: “Vivíamos por estos años en una de la calle Santo Domingo, con un patio de losas encarnadas y un gran naranjo en el centro. Tan alto era, que siempre le conocí podadas sus ramas superiores. Así, el toldo contra el sol del verano no sufría, al extenderse, sus desgarraduras. El pie del tronco lo abrazaban varios círculos de macetas, todas de aspidistras oscuras y jugosas. Bajo la escalera que arrancaba del patio y subía al primer piso, se agachaba la carbonera, el cuarto lóbrego de los primeros castigos y terrores. Enfrente, pero siempre cerrado, estaba el del Nacimiento, que sólo podía abrirlo unos días antes de Navidad quien guardaba durante todo el año la llave: Federico.”  /La casa de Santo Domingo, hoy Fundación Rafael Alberti.

Personajes populares como éste, arrumbador en la bodega familiar, Paca Moy, la nueva sirvienta y confidente, Pepilla la lavandera, la gitana Milagros Maya, costurera de la familia, María la cocinera o Andrés ‘el Beato’, compartieron con el joven Rafael vivencias cotidianas entre los muros de la casa de Santo Domingo, algunas revividas en sus memorias.

CALLE LUNA 40 y 52

alberti_luna40_puertosantamariaDe nuevo los Alberti cambiaron de casa, a la vez que los negocios y el dinero iban menguando, trasladándose a la calle Luna. Así, en La arboleda perdida escribe: “…he pasado por mi casa de la calle de la Luna, y he recordado el gran Teatro Principal, ya desaparecido. La parte alta del teatro, la de las buhardillas, daba a unas ventanas que caían sobre la azotea de mi casa. Desde allí se veía todo, y muchas veces, cuando niño, mis hermanos y yo subíamos a escuchar a los actores, cuyas voces nos llegaban clarísimas desde el escenario…”. El edificio, de sobrio y elegante empaque, fue derribado hacia 1970. Su fachada había sido reconstruida en 1859 por su entonces propietario, Críspulo Martínez, que también lo era del Teatro Principal. /En la imagen, la calle Luna hacia 1960. Junto al Teatro, la casa de los Merello. Foto, Rasero.

Según los padrones vecinales que consulté en el Archivo Municipal (desde 1906 sólo se han conservado por estos años los de 1911 y 1916), el inmueble, el nº40, pertenecía a Isabel Ribera López, viuda que vivía con sus hijas Cecilia y Carmen Álvarez Ribera. Otra de las hijas, María, se encuentra en el padrón de 1920 viviendo aquí con sus once hijos y su marido, Jesús Merello Gómez, tío de Rafael.  rafaelalbertimerello_ninio_puertosantamaria

En  cambio, el padrón de 1911 indica que Rafael y su familia se hallaban establecidos en la casa número 52 de Luna, indicándose al margen que para la confección del empadronamiento de 1912 constara que ya no residirían en ésta. Es de suponer que sería entonces cuando se mudaron a la casa de los Merello, la lindera al Teatro. En ella volvió a alojarse unas semanas durante la visita que giró a la ciudad en 1928. Tuve ocasión de preguntarle a Rafael sobre esta segunda casa de Luna, pero no la recordaba (la habitó unos meses cuando tenía 9 años), y por eso no la rememoró en La Arboleda.

Pero los documentos cuentan –y a ver quién le dice lo contrario a un papel oficial- que al menos durante unos meses de 1911 (recoge el padrón que la casa de Santo Domingo se encontraba ya vacía) la familia Alberti-Merello vivió en Luna 52. Hoy el inmueble se encuentra completamente reformado. Compartieron el inmueble con Pedro Urri López, viudo de 76 años, de oficio el alquiler de carros para el transporte de vino y que compartía techo con tres hijos solteros. Enfrente vivía el historiador Juan Cárdenas Burgueto, y un poco antes, aunque después en el tiempo, Hipólito Sancho.

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Luna en los años 40. En la segunda casa vivieron los Alberti en 1911. /Imagen cedida por Miguel Sánchez Lobato.

En esta calle Luna transcurrió una de las vivencias que jalonan La arboleda perdida, que evocó en junio de 1993 en el discurso que ofreció al nombrársele doctor honoris causa por la Universidad Complutense de Madrid: “Incluso recuerdo cómo Manolillo, el barbero de la calle Luna, llegó a dejarme crecer una coleta que con gran dificultad y orgullo torero llevé escondida bajo la gorra durante un tiempo”. Existiendo entonces otras dos barberías en Luna, probablemente fuera la de Manuel García Ramos, en el nº38, junto a la casa de los Merello.

CALLE NEVERÍA

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Plantas y alzado de la casa de Nevería en plano de 1841. Archivo Municipal.

Durante los últimos años de su estancia en El Puerto, la familia residió en el nº28 (hoy 34) de la calle Nevería (frente al antiguo Centro de Acogida de la Cruz Roja), inmueble que se derribó hace unos años y que sigue en alberca: “Mi padre seguía de viaje por el norte de España, y la familia, mamá con sus seis hijos y Paca Moy, nos habíamos mudado de casa y vivíamos ahora en una de la calle Nevería, calle de los helados y refrescos durante las noches de verano”. Tuvieron por vecino, en el nº30, a Pantaleón Sánchez Robledo, joven médico natural de San Vicente de la Barquera asentado en El Puerto desde 1903 y casado con la lebrijana –también de origen montañés- Anastasia Sánchez Cossío. Miembro del Partido Republicano Radical, desempeñó desde su cargo de concejal, entre 1910 y 1917, una firme y honesta labor pública. En el nº32 vivía con ocho hijos Justino Castroverde, el popular fotógrafo de la época. Más arriba, en el 44, en 1879 nació Pedro Muñoz Seca, donde entonces vivía su hermano Francisco, médico, casado con Elisa Bela y con cuatro hijos.

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Patio principal del Colegio de las Carmelitas en 1925.

De su primer colegio, el de las hermanas Carmelitas de la Caridad, radicado en esta calle, contaba Rafael: “De mi infancia en aquel colegio de monjas, recuerdo más que nada un jardín enchinado en el que había un retrete –diminuto lugar conocido por ‘el cuartito’- a donde la preciosa hermana Jacoba y la finísima hermana Visitación llevaban a los niños más chicos, volviendo ambas muchas veces a la clase rociados de pis los feos zapatos”. Se apunta en el padrón de 1911 que eran Jacoba de Alba Martínez, vallisoletana de 39 años con seis de residencia en El Puerto, y Visitación López Elgnezábal, madrileña de 30 años asentada en la ciudad hacía dos.

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La casa de Nevería poco antes de su derribo. /Foto, Fito Carreto (Diario de Cádiz).

En mayo de 1917 Vicente Alberti, María Merello y sus seis hijos marchaban definitivamente a Madrid. Al joven Rafael Alberti, entre añoranzas y recuerdos, se le abrieron nuevos caminos en la capital.

CALLE ALBARIZAS (LAS VIÑAS)

Pasaron 75 años para que el anciano Alberti volviera a tener un hogar en El Puerto. Fue en 1992, cuando el Ayuntamiento en pleno le cedió una casa en Las Viñas (construida en el 81 para que la habitara el Secretario municipal), en el solar que hasta entonces ocupó la casa del último guarda del Coto de la Isleta y Valdelagrana, Manuel Orellana.

oramaritima copiaNo le era extraño el entorno de su nueva casa, porque desde su más tierna infancia en el Coto de la Isleta vivió algunas de sus correrías infantiles, que evocó en La Arboleda, en terrenos que durante siglos fueron de los señores de El Puerto, como apuntó en el libro primero: “Aquellos bosques eran del duque de Medinaceli, como muchos palacios y casas del Puerto. ¡El duque de Medinaceli! ¡Qué misterio para nuestra imaginación en pañales!” Pinar que certeramente llamó “viejo bosque sucedido”, porque lo fue desde 1643, cuando se plantó por primera vez para fijar las arenas y evitar en lo posible la sempiterna barra del Guadalete. /Los azulejos de su casa ORA MARÍTIMA en Las Viñas.

De aquellos recuerdos suyos en el Coto me quedo –por estos días que están a punto de llegar- con éste: “Cuando se acercaba la Nochebuena, Federico, los ojos bien repicados por el jerez, acudía a casa para llevarnos a los bosques de la orilla del mar en busca del enebro, el pino y el lentisco que luego habían de arborear los montes y los valles empapelados por su fantasía. También nos acompañaba la Centella, una perrita negra, moruna, nacida el mismo día que yo en el rincón de una alberca sin agua. Aquellos bosques eran del duque de Medinaceli... 

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En primer término, el pinar del Coto de la Isleta, hoy Las Viñas. Foto, Rasero. Archivo Municipal.

Aquí pasó Rafael los últimos años de su vida, en la compañía de su esposa, María Asunción Mateo. De su vida en su última casa, hoy que se cumple el aniversario de su nacimiento, extraigo algunos fragmentos del último volumen de sus memorias: “Hoy contemplo mi mar desde un balcón de El Puerto de Santa María, en espera de poder trasladarme con María Asunción a una hermosa casa, con frondosos árboles, con seis chopos altos y prolongados como los mismos castellanos de Antonio Machado, un árbol de la pimienta igual que otro que se alzaba en el jardín de mi abuela aquí, en El Puerto, con sus ramas como tramados de encaje, pinos parasoles como los viejos del pinar de Valdelagrana, dos palmeras: una muy alta, que semeja a un cocotero, y otra más baja pero frondosa. […]

rafaelalberti_gato_puertosantamariaNuestro gato Juan Gris ya ha hecho varias visitas a su próximo hogar, acaba de pasar de nuestra terraza madrileña al íntimo y umbroso jardín de la nueva casa. […] a  nuestra casa de El Puerto queremos darle el mismo nombre que el escritor latino Avieno dio a su relato, Ora marítima, cuyas letras estoy dibujando en azules para que la maestra mano de Pepita Lena traslade a la cerámica […]

A mis 89 años vivo en esta bahía, incansablemente cantada por mí, una espléndida etapa sólo comparable a las mejores de mi vida, rodeado de auténtico afecto y de marítimo color, con esa joven araucaria recién plantada traída desde Alicante que comienza a erguirse en mi jardín, con esas ramas de álamos machadianos derramándose sobre la ventana frente a la que acostumbro a trabajar.

Ya las últimas hojas de mi Arboleda perdida están cayendo, ya van neblinándose los últimos renglones de mi vida, aunque mis ojos siguen conservando la suficiente luz para distinguir las flores que brotan en este sencillo y tembloroso jardín, gracias a una mano celestial que, siempre junto a mí, hace el diario milagro de que todo parezca estrenado. 

Todo es belleza a mi alrededor, lianas perfumadas me rodean y arrebatan de los aterradores y oscuros abismos de la vejez, de la muerte. Me voy con los ojos llenos de los acontecimientos de un siglo. Un siglo de horrores, de enfrentamientos, de dolorosísimas separaciones, de hechos que habitan en mis bosques interiores y en los que, casi a mis 94 años, aún puedo caminar sin perderme entre su frondosidad.  /Texto: Enrique Pérez Fernández.

Una joint venture, es un tipo de acuerdo, una aventura conjunta, una alianza estratégica o, llaménlo como quieran, el asesoramiento que José Luis Jiménez Alcázar, anterior regente de ‘La Solera’ (ver nótula núm. 700 en Gente del Puerto), está haciendo a Francisco Gómez Bernal, en ‘La Herrería’ junto a su madre, Isabel Real Sánchez (ver nótula núm. 116 en Gente del Puerto), en poner menús diarios a muy buen precio: 7 euros iva incluido, sin la bebida, en el señero establecimiento de la Plaza de la Herrería.

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Francisco Gómez Bernal y José L. Jiménez Alcázar, delante de 'La Herrería'.

Francis es un hostelero bastante inquieto que, constantemente, está buscando nuevas fórmulas de gestión y ofrecer nuevos productos a su clientela. Sin abandonar la base de la cocina tradicional portuense, se adentra en la nueva cocina que demanda el mercado. Ahora no cierran el comedor al medio día, para dar servicio a todo aquel rezagado que quiera disfrutar de sus menús ya sea por el horario español o el europeo.

‘La Herrería’ está recuperando aquella clientela fiel que había cosechado con sus espectaculares menús Jiménez Alcázar durante los casi cinco años que ejerció en la calle Ganado, en el pequeño salón de ‘La Solera’.

COCIDO MADRILEÑO.

Ya ha instaurado los miércoles con el Cocido Madrileño y sus tres vuelcos. Primer Vuelco: ‘Sota’. La Sopa. «Nada mejor que la sopa, que sonroja las mejillas, y entra sola calentando, de la nuez a la espinilla». Segundo Vuelco ‘Caballo’: Garbanzos y Verduras. «Los gabrieles son las joyas, de este bendito Madrid, los comemos ‘remojaos’ con vinillo del país». Tercer Vuelco ‘Rey’: Las carnes. «Las carnes engalanadas, terminan la ceremonia, es ‘pa’ chuparse los dedos y ‘pa’ rebañar la olla’. Al final ofrecen un postre casero.

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Pero es que los sábados en los menús tienen fijo el arroz negro con sepia, y el domingo la paella. Otros menús singulares tienen como protagonistas al estofado de  lentejas con chorizo y verduras, una fabada extraordinaria con compongo tratada para producir nula flatulencia, unas patatas riojanas, y combinaciones que llevan generosos lomos de merluza en sobreusa, pollo de campo al ajillos, pimientos del piquillo rellenos de bacalao, brochetas de solomillo al bacon, carrilluda ibérica estofada, frituras variadas, e incluso mariscos. Y los postres caseros. Y a 7 euros.

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Además, ahora para las navidades han creado una serie de seis menús que son toda una evocación de la antigua hostelería porteña que van desde los 16 a los 28 euros, en el que, por cierto incluyen el famoso arroz con bogavantes: Menú ‘La Antigua de Cabo’, Menú ‘El Resbaladero’, Menú ‘Los Dos Deditos’, Menú ‘Los Tres Reyes’, Menú ‘Casa Lucas’ y Menú ‘Puerto Bar’. Un recuerdo a las navidades pasadas están en la nótula núm. 1.605 en Gente del Puerto. 

mikelgilcamacho_puertosantamariaMiguel Ángel Gil Camacho --MikeL-- es un portuense nacido en San Sebastián pero que vive con nosotros desde los seis años, y ya tiene 36. Estudió Arquitectura Técnica y lleva ejerciendo esa profesión desde los 25.

El año de su nacimiento, 1977, Rafael Alberti regresaba a España y resultaba elegido diputado al Congreso por el Partido Comunista. Paco Custodio inauguraba el restaurante ‘Los Portales’, en la Ribera del Marisco. José Luis Tejada publicaba el libro de poemas ‘Prosa Española’ dedicado a la Guerra Civil. Abría la tienda de trajes de ceremonia y complementos ‘Sollero’ en la calle Larga. Nacía Indra Castillo Sancho, carpintero de ribera y tripulante de la réplica ‘Nao Victoria’. El pintor de origen porteño, José Manuel Merello, iniciaba su etapa surrealista. Fallecían el ingeniero Juan Gavala Laborde y el pintor Enrique Ochoa.

Mikel siempre ha sido una persona inquieta, que no nerviosa, definiéndose como un ‘vago inquieto’. Desde pequeño le ha gustado el mundo audiovisual y la música, siempre influenciado por su hermano mayor Toni quien, durante muchos años, ha sido una referencia fundamental para él. Desde que se diplomó, estuvo volcado en su trabajo como técnico pero, un gran cambio se produjo en un determinado momento de su vida.

En 2007 empezó a colaborar con otros portuenses de nacimiento y de adopción (Tali Carreto y Jesús y Cesar Guisado) en la organización de un festival de música independiente, el ya consolidado Monkey Week Festival, lo que le hizo tomar la decisión de creer en lo que uno sueña. Lo que le permitió ganar un concurso de anuncios de un año sin hipoteca con la promoción de la leche Pascual.

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PRODUCCIONES VARADAS.

Fundó, junto a Sergio Ceballos, la productora audiovisual  PRODUCCIONES VARADAS, con el que se ha realizado cortos de gran relevancia como el ya famoso “Hablando en plata” y los premiados ‘Cortando la Rutina’ y Pachtwork’ , entre otros. Ahora se lanza a la piscina junto a otros socios entusiastas en la organización en el I Festival de Cortos ‘Shorty Week’, a celebrar en la  tercera semana de enero de 2014. (Ver nótula núm. 1.928 en Gente del Puerto).

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Afirma: «Soy un apasionado de la creación, me identifico con la frase “Hay que crear, si no creo no existo”. Mi condición de pesado creativo hace que lance e inicie muchas ideas en Producciones Varadas; es entonces cuando Sergio me baja de la nube y me ayuda a moldearlas y desarrollarlas. Me gusta estar en todo el proceso, desde el germen hasta el montaje, siendo meticuloso siempre con el resultado. No puedo dejar de realizar otras actividades, por lo que estoy embarcado en el lanzamiento de dos juegos de mesa (rinGames y MEMM) y la creación de un nuevo grupo de música».

JUEGOS DE MESA.

Paralemente a todo ello, se ha lanzado de lleno en otro ilusionante proyecto: un nuevo sistema de juegos de mesa llamado “rinGames”: Ringames Words y Ringame Colors. El concepto de rinGames no es simplemente un juego de mesa circular en el que se ponen fichas con letras o colores y se mueven anillas para combinarlas; es mucho más que eso, que estuvo presente en la Expo Games Birmingham 2013 (Reino Unido) celebrada en mayo pasado. Más información del juego, reglas y demás en: www.ringames.es

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Los juegos ringWords y ringColors.

RinGames es un sistema de juego innovador compuesto por anillas transparentes concéntricas con movimiento circular y un base fija sólida con bandas de colores. Estos elementos crean un conjunto limitado físicamente, pero ilimitado en el momento de crear diferentes combinaciones de letras, colores, números, figuras, iconos, símbolos y un sin fin de elementos que abre un universo de posibilidades para el entretenimiento.

Se puede decir que rinGames es un nuevo estilo de juego de mesa. Un sistema en el que apenas se requiere modificación en el tablero porque cada movimiento de la anilla crea un nuevo espacio de posibilidades, haciendo que el tablero se sienta vivo cada vez que un jugador gira. Un espacio visualmente atractivo y que agudiza el ingenio, la rapidez mental y la visión espacial.

Un video de RingWord. 

Como afirma el propio Mikel: «La versión de colores no está tan pulida como la de letras, pero tiene un sistema mucho más sencillo. Consta en girar las anillas para combinar el mayor número del mismo color (que te toque en un dado) en una misma banda (con un mínimo de 3 fichas del mismo color).  Pero como aposté fuerte en la versión WORDS, la versión COLORS encajaba, por su potencial, para un desarrollo App, por lo que contacté con una empresa de jóvenes desarrolladores granadinos (Everyware Technologies) y, junto con un joven dibujante portuense (Juan Carlos Arniz), estamos creando una historia alrededor del juego».

En otra ocasión les hablaremos de su último invento lúdico: el juego de mesa ‘Memm’, nacido inicialmente como un dominó jugable en en 3D y 6 caras, pero que ha evolucionado hacia algo totalmente diferente. Se ha alzado con el sexto puesto del I Concurso de Ideas de la casa juguetera DISET.

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naipesTradicionalmente los pescadores del litoral gaditano disfrutan en sus ratos libres de un juego de cartas que es conocido con el nombre de rentoy. En la provincia de Cádiz se practican dos modalidades, la de Sanlúcar y la de Conil, donde también es llamado 'la guinea'. Las partidas normalmente se juegan por parejas y si se realizan al estilo de Sanlúcar a cada jugador se le dan tres cartas repartiéndose cinco en la forma de Conil. En ambos casos siempre se saca una carta boca arriba sobre la mesa que es la de triunfo.

Para poner un ejemplo el modelo de Sanlúcar se juega en El Puerto de Santa María y la carta de mayor valor es el dos de triunfo, que se le llama 'la malilla', a continuación las figuras y el as, siendo el tres de triunfo (el llera) la de menor valía. En el de Conil, que se juega también en Barbate, las cartas más importantes son el cuatro de bastos (el mujero), el caballo de oro (el tuerto), el tres de triunfo (la andorra), el dos de triunfo (la malilla) y después las figuras de triunfos... De cualquier forma tienen un denominador común, el farol, que es la jugada falsa hecha para engañar al contrario.

tabernalagaviota__puertosantamariaLos bares cercanos a los muelles, como 'El Corva' y 'El Arocha' en Sanlúcar; 'El Puchirichi' en Conil; 'El Paquete' en Barbate y ¡La Gaviota' en El Puerto son puntos de encuentro donde se juega al rentoy. En la actualidad este juego se ha extendido a todos los ambientes y asociaciones de la provincia de Cádiz.

Expresiones tales como “llevo hambre”, “se me ha ido el pescado por debajo del plomo”, “mete espina para sacar corvina”, “llevo dos días sin escucharlo”, “me ha dado coba”, “se ha pegado un rentoy”, “tres por cada baza y el partido boca a boca” y “mira que soy perro viejo y tú estás muy tranquilo”, entre otras, son utilizadas habitualmente por los pescadores en las partidas de rentoy.

Estas terminologías marineras son parecidas a las empleadas por los patrones de pesca a través de la radiotelefonía cuando se encuentran embarcados en alta mar y quieren desorientar a los patrones de otros barcos sobre los bancos de peces y las capturas obtenidas en la singladura.

Aparte de la jerga utilizada por todos los pescadores gaditanos, en el rentoy de Sanlúcar las parejas conocen las cartas en cada jugada por señales faciales que se hacen unos a otros. Son muecas permitidas por las reglas que hay que hacer con rapidez para que los adversarios no se percaten de las mismas.

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Barcos en el cantil del muelle porteño, en la margen derecha donde estaba la antigua Lonja, abarlovados, en una imagen de hace 25 años. /Foto: Michael Reckling.

Aunque todos los pescadores son excelentes jugadores de rentoy, me parece que el mejor de los últimos cincuenta años ha sido el recordado y querido José Alfonseca Rodríguez, nacido en Sanlúcar, patrón y armador  de la embarcación con base en El Puerto 'Rosa María Martí', que era conocido por el apodo de ‘El Triunfo’. Se le decía este apelativo cariñoso por el tic nervioso que padecía pues era idéntico a los gestos que las parejas se hacen en el juego del rentoy. De ahí que fuera casi imposible vencerle porque para todos los efectos, siempre iba cargado de triunfos. /Texto: Antonio Carbonell López.

Periodista de profesión y repostera en sus ratos libres. Amante de todo lo que le haga reír. Ha pasado por las trinchera del periodismo activo y ahora está al otro lado de la noticia. Trabaja en el Gabinete de Prensa del Ayuntamiento de El Puerto.

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No voy a engañar a nadie. No sé cocinar, no he cocinado nunca y no suelo cocinar a menudo. Almuerzo casi todos los días en casa de “mamá”, y aunque la cocina es algo que me gusta, no sé porqué nunca encuentro el momento para preparar un “potaje”. Vivo sola, no tengo hijos y, salvo en contadas ocasiones, trabajo exclusivamente en horario de mañana. Así que la pregunta es: ¿por qué? Y lo cierto es que cuando elaboro un plato, con una receta que haya encontrado en un libro o en Internet, y sale rico, me digo a mi misma: “tienes que hacer unas lentejas pero ya”. Pero ahí se queda la cosa, en un simple propósito de enmienda.

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En fin, el caso es que descubrí el maravilloso mundo de la repostería creativa y me picó el gusanillo de pasar más tiempo en la cocina. Llevo desde febrero de 2011, que hice el primer curso de cupcakes con Laura, de Antojitos Pastelería, leyendo blogs, imprimiendo recetas, probando  ingredientes nuevos, comprando herramientas y utensilios,  conociendo a gente estupenda y maravillándome con cada novedad que descubro de este alucinante mundo de los pasteles decorados.

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Y como soy colorista, en mi vestuario, en mi casa… y me gusta ponerle color a las cosas, y me encantan las cosas bonitas, tal vez sea por eso que me entusiasma tanto este tipo de repostería tan llamativa. Por eso y porque también me gusta mucho comer pasteles, demasiado diría yo.

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Aunque algunos ya me conocéis por mi página de facebook, Sweet Obsession, ahora comienzo a escribir este blog con mucha ilusión y un firme propósito: agradecer con mis publicaciones todo el cariño que he recibido durante todo este tiempo de las personas que me siguen y que me han animado a iniciar esta aventura bloguera.

tartameli1_puertosantamaria¡Ah! Soy Meli y, como veis, la repostería creativa se ha convertido en una Dulce Obsesión para mí.

 

Joaqun-Perles-02Un avión del Delta con destino al aeropuerto de Nueva York JFK tuvo que aterrizar de emergencia el pasado día 5 de noviembre por la mañana en el aeropuerto de Madrid-Barajas tras un fallo en el sistema hidráulico que le hizo tener que volver a aterrizar, momento en el que se salió de pista.

El avión Delta B767 despegaba con destino a Nueva York cuando los bomberos avisaron a la torre de control que habían oído un fuerte ruido en el aparato. La tripulación confirmó que tenían problemas por lo que se le priorizó para su aterrizaje para la pista 32L, donde al aterrizar se salió de la pista. En el vuelo iba el porteño Joaquín Perles --productor, actor y responsable de comunicación de la empresa Carbures--. Desde su casa, afirma que tardará unos días en volver a volar. Nos ofrece este relato de los hechos, desde:

«Eran las 5.30 am cuando el viajero reparte besos a oscuras a la familia y cierra la puerta de casa para coger dos aviones que lo llevarían hasta su destino.

Seis horas más tarde, un Boeing 767 de la compañía Delta despega del aeropuerto de Barajas rumbo a Nueva York. Justo cuando empieza a elevarse, un fuerte ruido se oye en la parte derecha. Como si las ruedas hubieran pisado algún objeto en la pista. A pesar de la extrañeza, la ascensión comienza con normalidad.  Cuando se alcanza la altitud aproximada de 10.000 pies, unos 3.000 metros, una pasajera  rompe a llorar con un ataque de nervios y el viajero avisa a la azafata que tiene a mano y que aún tiene puesto el cinturón de seguridad, para que la atienda. Al mirar por la ventanilla, un agujero en el fuselaje enseña las entrañas del ala derecha, y una pieza suelta desprende un líquido que no se sabe qué es.

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A la azafata se le descompone el rostro, y acude a llamar a la cabina del piloto desde su puesto. Transcurren minutos en los que la tensión va creciendo, y la información de que algo serio está ocurriendo  se extiende entre los pasajeros. La tripulación circula por los pasillos intentando tranquilizar los ánimos, mientras reparten vasos de agua. Tras unos minutos eternos de vuelo, que se reflejan en las caras de los viajeros, se escucha la voz del capitán en inglés anunciando que se va a volver al aeropuerto para aterrizar debido a un problema en los sistemas electrónicos.

Comienza el descenso paulatino, mientras el ala sigue desprendiendo líquido. “Señores pasajeros: al aterrizar, verán cómo camiones de bomberos se aproximan al avión. Estén tranquilos. No pasa nada. Todo es normal. Está todo bajo control”. Una carcajada se escapó del viajero, como preludio de otra carcajada general. Mezcla de nerviosismo y de incredulidad ante las palabras.

aterrizaje_trenEl avión enfila la pista de aterrizaje, y al tocar suelo los dos primeros segundos son suaves, para dar paso a un estremecimiento general de toda la estructura de la nave. Ni un solo centímetro quedaba sin vibrar, mientras los gritos de susto, y los músculos tensos se multiplicaban por los asientos. La pasajera que alertó de la emergencia al principio, está totalmente contorsionada en los brazos de su pareja.

3, 2, 1… El avión se detuvo al fin saliéndose de la pista y arando con su tren de aterrizaje la zona de tierra anexa. Un olor a quemado invadió el interior. “Permanezcan en sus asientos con el cinturón abrochado, por favor. Permanezcan en sus asientos.” Sonaba una voz con acento hispanoamericano por los altavoces, sin poder disimular su nerviosismo. Desde el fondo del avión, otra voz grita “¡Señor, señor! ¡Siéntese ahora mismo! Now!” Un azafato había perdido los nervios, y vociferaba a un pasajero que se había puesto de pie, como si se tratara de un marine en instrucción.

Durante casi una hora, el pasaje se mantuvo inmóvil, mientras desde las ventanillas se veían camiones antiincendios, policía nacional, guardia civil, unidades de UVI, y bomberos con su equipo al completo acercándose y trabajando sobre el motor y tren de aterrizaje accidentados.

Tras 50 minutos de espera tensa, el ambiente tenía una mezcla de alivio por estar en tierra, de angustia por no poder salir al exterior, y de miedo al tomar plena conciencia de lo que acababa de ocurrir en el aire, lo que estaba sucediendo en la pista, y peor aún, lo que podía haber pasado, y no ocurrió.

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“A continuación vamos a abrir la puerta delantera derecha por la que saldrán. Muchas gracias por su paciencia con este incidente”, decía una voz educada. “¿Incidente? ¡Abre ya la puñetera puerta de una vez!”, se escuchó. Al abrirse, los pasajeros fueron saliendo entre precipitados, y sin fuerzas; poniendo fin a dos horas de miedo e incertidumbre. Con las caras tensas atravesando un pasillo de fuerzas de seguridad y personal sanitario que bordeaba la escalerilla, los viajeros entraron en autobuses mientras no daban crédito a la visión de un Boeing 767 cruzado en medio de la pista de aterrizaje y con el tren y el ala destrozados…

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Era pasada la medianoche cuando el viajero llegó a casa tras 6 horas en coche por una oportuna huelga de trenes y un nudo en el estómago que no se disolvió en todo el tiempo. Se asomó al dormitorio de uno de sus niños para verlo dormir, y al meterse en la cama abrazó muy delicadamente a su bebé de 9 meses y su mujer que lo esperaba con ganas. El agotamiento y el bajón de adrenalina, hicieron que finalmente se durmiera sintiendo en sus carnes esa frase que se suele decir: “Uno nunca sabe lo que le espera cuando empieza el día”. Y sí. Así es.

Cuando despertó, el viajero sintió una necesidad desde las tripas de aprovechar cada  momento, el olor de las tostadas con mantequilla, el sabor de los besos de su mujer, el tacto tierno de la piel de sus niños, el calor que entraba por la ventana de la cocina. Cuando despertó, sintió la necesidad de aterrizar de emergencia, aterrizar y no perderse nada por ir en piloto automático. Cuando despertó, ya no quería volver a dormir…" /Texto: Joaquín Perles.

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balbinasanchezrosso_puertosantamariaBalbina Sánchez Rosso, nació en 1912, el año en el que se hundía el buque de pasajeros ‘Titanic’ (nótula 1.350 en GdP).  estuvo casada con Francisco Rodríguez Ceballos (nótula núm. 1.113 en Gente del Puerto), propietario que fue del Bar Casa Paco Ceballos, con quien tuvo cinco hijos:  Milagros, Francisco, Baldomero, Robertito ya fallecido, e Ignacio. Su marido, nacido el 3 de diciembre de 1912, quien nos dejó con el fin de siglo, en el 2000 contando con 88 años de edad, hoy, como Balbina --que fallecía el pasado 7 de diciembre de 2013--, hubiera tenido 101 años.

En 1912 era alcalde de El Puerto, Luis Portillo de Pineda, padre, precisamente de quien lo fuera años mas tarde, --en la década de los sesenta-- Luis Portillo Ruiz (nótula núm. 966 en Gente del Puerto). La población rondaba los 18.000 habitantes circunscribiéndose prácticamente al casco antiguo. Rafael Alberti ingresaba en el colegio de San Luis Gonzaga. Pedro Muñoz Seca publica en Madrid, en colaboración con Pedro Pérez Fernández el sainete ‘Coba Fina. El que fuera ministro de Gobernación, Valentín Galarza Morante (nótula núm. 760 en Gente del Puerto), en 1912 Capitán de Estado Mayor, se casó en Madrid con Carmen Bemón. Y Juan Gavala Laborde (nótula núm. 442 en Gente del Puerto), muy vinculado con El Puerto, se casaba con Ana Ruiz Golluri.

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En aquel 1912 Micaela Aramburu, Viuda de Moreno de Mora, la benefactora portuense que construyó un hospital para El Puerto, encabezó una colecta pública para los obreros sin trabajo. Nacían el autor del toro de Osborne, Manolo Prieto;  el imaginero y escultor José Ovando Merino. El empresario José de la Rosa Coria, ‘El Venta’ (nótula 194 en Gente del Puerto). 

Así se expresaba ayer una vecina, la colaboradora de Gente del Puerto, María Jesús Vela, al conocer su óbito: «Esta mañana recibí una mala noticia. Balbina, esposa de Paco Rodriguez Ceballos y una maravillosa vecina de la Placilla nos ha dejado. Esta valerosa mujer, siempre tuvo una palabra amable y una sonrisa sincera para con los míos. En esta preciosa Casa de los Leones, donde vivían pasé tardes deliciosas porque no había un solo vecino que no fuera encantador. Asi puedo recordar, la bondad de Maruja, Baldomero, Lolichi, Balbina, Adela. Esa misma calidez de Pilar, Maruja e Isabel su vecina de galería. La mayoría ya nos han dejado, pero estas personas tan entrañables, siempre las llevaremos en el corazón porque, definitivamente, eran buenísimas personas y parte de la gran familia de la Placilla. Mi más sentido pésame a la familia». 

El Niño Jesús dormita en Doñana. ‘Diario de Sevilla' periódico del Grupo Joly, inauguraba el 6 de diciembre su Nacimiento popular, ambientado en la cultura rociera y la ermita de la Blanca Paloma, obra del taller porteño Sucesores de Angel Martínez.

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Vicente Rodríguez, terminando la decoración del Nacimiento rociero.

En su camino por la Raya Real, los peregrinos cantan ataviados con zambombas y panderetas al Niño Jesús, dormido en su pesebre envuelto en un batón de cristianar y ante la atenta mirada de la Virgen del Rocío vestida de Pastora. Esta peculiar escena protagoniza el Nacimiento que se inauguraba en Sevilla, en la sede de Diario de Sevilla, un belén popular compuesto por imágenes del fallecido artesano de El Puerto de Santa María Ángel Martínez, cedidas por Gonzalo Madariaga, y por figuras creadas expresamente para la ocasión por el taller Sucesores de Ángel Martínez.

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"Este año 2013 hemos querido rendir un pequeño homenaje a la Hermandad del Rocío de Triana con motivo del 200 aniversario de su fundación, de ahí la idea de ambientar el nacimiento en la aldea y el entorno de Doñana", explica Vicente Rodríguez, administrador de Sucesores de Ángel Martínez, entidad creada en el año 2000 por los herederos del artesano y el propio Vicente Rodríguez, con el propósito de continuar con la labor de Martínez, que se caracteriza por la cantidad de detalles, sobre todo de la vida cotidiana.

En el belén se pueden apreciar tres planos bien diferenciados. El primero, con figuras de 24 centímetros, destacan dos tradicionales escenas navideñas: la anunciación de los pastores y la natividad, donde destaca una Virgen del Rocío con galas de Pastora. "Son piezas populares, no hebreas. No se trata de un nacimiento histórico", admite Vicente Rodríguez.

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En un segundo plano, con figuras de la talla 16, destacan la caravana de los Reyes Magos y una serie de carretas rocieras y peregrinos que, tras visitar el Misterio, se dirigen hacia la ermita - situada en un tercer plano-, que se vislumbra en la lejanía junto a las casas de la aldea y elementos naturales propio de Doñana, como el arroyo de la Rociana y pinares. "Los coheteros, tamborileros, bueyes, caballos, mulas. Todas estas figuras tienen cabida en este belén", señala el administrador de Sucesores de Ángel Martínez, cuyas figuras también pueden verse y adquirirse en la actual Feria del Belén, concretamente en el puesto de la Antigua Cerería del Salvador sevillana. "Lo difícil ha sido combinar tantos elementos anacrónicos dentro de un nacimiento popular".

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Tampoco faltan los alcornoques y un árbol pajarera, propio de Doñana, poblado de numerosas aves, como cigüeñas y garzas reales.

Para la recreación de las montañas se ha utilizado el tradicional corcho de alcornoque, mientras que la cascada situada junto a la anunciación está hecha a base de corcho barnizo, según el propio Vicente Rodríguez. Este año destaca también la instalación de cuatro ciclos de iluminación y diversos efectos especiales, "como el de una olla con agua hirviendo, niebla real y estrellas que oscilan".

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Detrás de este nacimiento hay más de un mes de trabajo exclusivo en el taller que Sucesores de Ángel Martínez tiene en El Puerto de Santa María (Cádiz), además de los 10 días necesarios para su montaje, en el que han participado cuatro personas, junto con la colaboración de la Hermandad del Rocío de Triana, que, un año más, estará presente con el fin de recaudar fondos para la financiación de sus proyectos sociales. /Texto: Cristina Díaz. Fotos: Juan Carlos Muñoz.

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mercado_capilla_concepcion_puertosantamariaCuando llega la festividad de la Inmaculada Concepción, siempre me retrotraigo a mi adolescencia. Y es que   por el año setenta y uno, un buen día, aparecieron por la tienda, unos hombres --no se bien si eran gente del mercado, o  algún delegado de Fiestas del ayuntamiento-- para anunciarles a mis padres, que se iba a realizar la Fiesta del Mercado. /A la izquierda capilla del Mercado.

Imagino, que le pedirían su colaboración, como al resto de los  comerciantes de la Placilla.. Ese primer año, estuvo muy simpático, los carniceros, disfrazaron a algunos cochinitos y pollos, y adornaron sus puestos con mucho ingenio, así como algunos pescaderos hicieron lo propio, con el pescado. Los fruteros, expusieron  la fruta  de la mejor calidad, con un  gusto y el primor  que fue encomiable. Ese año  supongo que fue más concurrida  la celebración, de  la Santa Misa,  en la Capilla de la Inmaculada, sita en la Plaza de Abastos. Lo digo, porque la novedad de la celebración,  había sido bien acogida entre el gremio, y  se veía buena disposición en que  fuera una fiesta cuanto menos simpática.

Todo marchaba positivamente, las visitas a la Plaza de Abastos fueron muy concurridas, así que para mi opinión fue un éxito. Yo tenía mucha ilusión, porque  la fiesta continuaba por la noche, en plena Placilla, traían a un Conjunto --una Banda-- y habría  por vez primera la elección de Miss Mercado. ¡Ay, que nervios por Dios!, ¿quien se presentaría?  No tenía ni idea, pues al estar todavía en el colegio, no conocía  a  la mayoría de los comerciantes de la Plaza de Abastos, solo a los más cercanos a  nuestra familia y a nuestra tienda.

dolorescairon_1971_missmercado_puertosantamariaHabían colocado un tablao, justo delante, de la Pitilla --actual tienda de lanas y flores, que tan amablemente atienden los hijos de Nena: Mari y Dani--. A la hora convenida, apareció la autoridad, y mira por donde la Placilla, empezó a llenarse de gente. Estaba  atacada, pero no de frío, sino de  tontería, porque el pavo, aunque daba sus últimos coletazos,  no terminaba de irse, ¡que le íbamos a hacer!. fin  se procedió a la elección, una de las chicas claramente no quería presentarse, su padre, poco menos que la empujaba a subir  al tablao, o eso me pareció, la pobre lo tuvo que pasar fatal. Como siempre, aparecieron algunos enteradillos guasones,  que gritaban  que a la que ganara le regalarían una lavadora o algo así. Que monos, y simpáticos  ¿verdad?  Está muy claro, que metepatas hay en todas partes, pero… dejémoslo que le vamos a hacer; estos, ya  ni pavo siquiera,  solo serrín en la sesera y un poquito de malaje. / A la izquierda, Dolores Cairón García, Miss Mercado 1971.

Por fin hicieron la elección, y la verdad es que las chicas estaban muy lindas. Aquel primer año, Mis Mercado fue Dolores Cairón García --hija de Pedro Ventura--, una dama fue la hija de Tobalo... La fiesta naturalmente seguía, con el grupo de músicos,  amenizando la noche, y dando alegría a todos cuantos allí estábamos reunidos. La fiesta terminó, con los  premiados luciendo el diploma acreditativo y  no sé, si una compensación de nuestro Ayuntamiento, pero sobre todo dejando un buen sabor de boca, y  miras de una continuidad en esta entrañable celebración.

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De izquierda a derecha, con el micrófono, Antonio Romero Castro, Jefe de Negociado de Fiestas del Ayuntamiento, Miss Simpatía, Mariana, hija de Luchi Ganaza y nieta de Tete Ganaza; Miss Mercado, Dolores Moreno Figueras –esposa de ‘Lele el Pescaero’–, Manuel García funcionario municipal padre de Manolo García Campos, Carlos ‘Carlangas’ pescadero, asoma la cabeza el concejal Juan Ponce, la siguiente Miss, de la que no conseguimos leer su distinción, es hermana de Antonio e hija de Angelito, quien tenía la frutería junto a la Carnicería Centro, en la calle Ganado y Calzados Ramírez, y Pedro Osborne Domecq. Fiesta del Mercado, el día de la Inmaculada, 8 de diciembre de 1972. /Foto: Rafa. Archivo Municipal.

El siguiente año,  todo marchaba, como las notas  de los alumnos pequeños de ahora…  Progresa, adecuadamente. Los comerciantes se afanaban para que sus puestos, tuvieran mayor calidad si cabe, y mucho  más ingenio  que el año anterior. La velada prometía ser muy agradable,  y ciertamente lo fue. Todos los comerciantes admiraban el trabajo de sus compañeros y en buena hermandad, echaban una mano si alguien se la requería.

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Unos peculiares Tip y Coll, en el mercado. Año 1974. /Foto: Rafa. Archivo Municipal.

Al respetable, debió gustarle la celebración anterior,  pues yo diría que la afluencia, superaba en mucho la  anterior. Pero, incomprensiblemente, esta fiesta se vino abajo. No hace falta ser una ‘lumbreras’ para darse cuenta, de que los comerciantes hacían un gasto considerable al exponer su género, disfrazado o no, pues al estar expuesto, durante varios días en el caso de los productos cárnicos  y de pescados, todo eran pérdidas. En el caso de la fruta, si no toda, casi toda, y naturalmente, no se podía vender por fresca.

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Uno de los puestos, una recova, preparado para la fiesta, en 1972.  /Foto: Rafa. Archivo Municipal.

Los comerciantes debieron sopesar, si el coste y  las gratificaciones, o presupuestos que nuestro Ayuntamiento, aportaba para esta celebración, les merecía la pena, y probablemente se encontraran con: su gozo en un pozo y… ahí, se terminó todo. Claro que es solo una suposición mía, y puede haber otras razones de peso. Los comerciantes,  de la Plaza de Abastos, tuvieron  durante estos días, protagonismo, exponiendo calidad en sus productos, y viviendo esta fiesta con alegría. Aunque, el centro ya no es lo que era, y faltan muchos de los que hicieron posible esta fiesta, mi agradecimiento sincero a todos, los que lo hicieron posible, por su entrega y porque por unos días mi rinconcito del alma  se vistió de mayor alegría si cabe. /Texto: María Jesús Vela Durán.

El grupo de Jóvenes Voluntarios del colegio SAFA San Luis, realizó a mediado de noviembre una etapa de la ‘Vuelta Sillista’. (El Puerto de Santa María - San José del Valle).

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Los jóvenes voluntarios de El Puerto posan en el Colegio Salesianos de San José del Valle, durante el fin de semana de la 'Vuelta Sillista'.

Durante la mañana del viernes 15 algunos de los alumnos y monitores del grupo, montaron un stand como preludio a la ‘Vuelta Sillista’ y se repartió algún material de Entreculturas entre los padres y madres de la escuela. Además se publicó en la web del centro y también en algunos medios de comunicación local.

Esta etapa de la ‘Vuelta Sillista’ por parte de Jóvenes Voluntarios se enmarca en la convivencia anual que el grupo de jóvenes del colegio SAFA San Luis de El Puerto realiza para trabajar las líneas de fuerza de la Compañía. Este año la convivencia se desarrolló en las instalaciones de los Salesianos de San José del Valle, un pueblo de la campiña de Jerez a unos 50 km de El Puerto en la que participaron 53 alumnos de 2º de ESO a 2º de bachillerato; acompañaban a los chavales 15 monitores (antiguos alumnos, algún profesor y un jesuita).

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La Silla Roja, en el Cerro de la Cruz, es usada como símbolo de los 57 millones de niños y niñas que no pueden ir al colegio.

El sábado por la mañana se tuvo una marcha al Cerro de la Cruz y se subió la silla roja a lo más alto del monte, allí arriba donde el horizonte es más amplio se realizó una pequeña oración por los niños y jóvenes que no tienen derecho a acceder a la educación y por todos los niños y niñas que están en situaciones difíciles. Durante el resto de la convivencia se disfrutaron momentos de reflexión, risas, juegos y oración.

Cuantas veces habremos dicho y escuchado esta lapidaria y popular frase: «Ya no es lo que era» refiriéndonos a temas gastronómicos,  culturales, etc. y, como no, también a nuestra querida patria chica y su contenido,  comparando  lo que conocimos, degustamos o tuvimos referencias con el momento presente.

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También es verdad que frente a este pensamiento pesimista, los que piensan lo contrario suelen echar mano del socorrido: «Cualquier tiempo pasado… fue peor», frase que precisamente en estos últimos años no puede aplicarse respecto a los inmediatamente anteriores, aunque obviamente, de forma genérica, acierta plenamente en su definición.

Para conocer nuestro pasado lejano, lo que fue y como se desenvolvió la sociedad a la que pertenecieron los habitantes de El Puerto hasta el siglo XVIII, podemos bucear en las páginas de numerosos relatos históricos que nos ilustran al respecto, incluso del primer tercio del siguiente, y ya en el siglo XX, la prensa cubre ampliamente ese campo. Nos queda, sin embargo, un espacio de poco más de medio siglo, entre 1830 y 1890, en que no existe apenas material bibliográfico al que recurrir para enterarnos de nuestras cosas, de las costumbres e incidencias de los habitantes locales, de las ‘gentes de El Puerto’.

Por lo dicho, al tropezarme un buen día con una carta sin firma, anónima, que publicaba el periódico madrileño “El Contemporáneo” en una sección similar a las cartas al director actuales, llamada correspondencia particular, fechada en El Puerto de Santa María el 26 de junio de 1861, leí su contenido con avidez y quedé maravillado del peculiar punto de vista de este paisano, al que no le hacía mucho tilín el ferrocarril.

Quiero compartir con vosotros mi pequeño descubrimiento y a tal fin reproduzco con todos sus puntos y comas, el texto del escrito:

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“Después de veinte años de ausencia he vuelto al Puerto, el pueblo donde pasamos nuestros primeros años, aquellos años que no se olvidan nunca, cuya perdida lloramos como llora una madre la perdida de su hijo, aquellos años cuyo recuerdo conservamos como conserva la memoria las facciones de una mujer amada.

He vuelto al Puerto y en qué día; el 23 de junio, esto es, la víspera del día de San Juan; el día de la alegría, el día cantado por los ciegos, el día notable en la papeleta de los toros, el día pintado en los abanicos de calañas, en una palabra, el Día de los toros del Puerto.

Ni el mismo rey Don Alonso después de ganar la batalla del Salado, vería las orillas del Guadalete con más júbilo del que sintió mi alma cuando pisé, después de tan larga ausencia, las playas de mi patria.

Pero aquella no es ya la ciudad en la que habíamos pasado los años primeros de nuestra juventud; es una ciudad extranjera, pulcra y bella como una dama inglesa, pero sin la gracia de una andaluza, sin aquella gracia cantada tantas veces en los romances. Apenas puse el pie en tierra cuando tropecé con unos caballeros muy almibarados, de continente serio y grave, que iban a los toros como si fueran a una procesión y luego vi señoras con sombreros, y mujeres del pueblo con manteletas (pañuelo sobre el escote) y crinolinas (miriñaques) ahuecadas y pomposas haciendo la caricatura de las cortesanas de la época de Madame Pompadour.

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¡Íbamos a los toros, a los toros del Puerto! Pero ¿Cómo íbamos? ¡Ay, nada quedaba de aquellos toros que yo había visto tantas veces junto a ti!

En vano buscaba sin encontrar mis ojos la graciosa mantilla blanca, las flores del tiempo recogidas en negras trenzas de hermosos cabellos, el pulido pie que sujetaba débilmente el zapato encintado, el pañuelo de blanca espuma, la toquilla grana, el gracioso calañés, la alamarada chupa y el chaleco de rico tisú. Ya no resuenan en mis oído las campanillas y los cascabeles del coche de colleras, ni del ligero calesín. Ni un requiebro, ni casi conozco quien o merezca, ni quien lo sepa decir.

¿Qué se ha hecho del antiguo Puerto, del Puerto de los toreros, de los cantaores, de los caleseros y de la gente de la mar?

¿Por qué no se dicen ya, ni se oyen frases como esta: “¡Bendita sea tu alma; Vaya Usted con Dios, puñao de Gloria, sol de los cielos celestes, pedazo de mi corazón, espumita de mi cariño, entretelas de mi garlochí; alma mía, me comía esos pies encofitaos; quien se quedara enredado en esos cabellos; Ole, que tiene por ojos dos perlas negras!”

¿Cuál es la causa de este cambio? Me preguntaba a mi mismo, y entonces escuché un ruido que me traía la contestación: era el silbido de la locomotora que llegaba hasta mí como si fuese la risa sardónica de un espíritu burlador.

Entré en la plaza de toros triste, como lo está el que ha perdido un objeto querido aunque le den, a cambio, otro que valga más.

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En verdad, yo no sé que es mejor, si esta unidad civilizadora que confunde todos los pueblos y asimila todas las razas, o el antiguo carácter distintivo y la antigua fisonomía nacional. Distraído estaba con estos pensamientos cuando la presencia de la cuadrilla me volvió en mí. Los toros fueron endebles para que el espectáculo estuviera en consonancia con la frialdad de la concurrencia. Esto no quita para que después de la corrida las calles Larga y de Luna, entoldadas y adornadas con multitud de banderas y de ramos de flores, de faroles y de arañas, lucieran como antes. El paseo del Vergel estaba también adornado y se veían allí puestos de turrones, de buñuelos y otras mil golosinas y juguetes, propios todos de una feria.

Se quemaron fuegos artificiales magníficos en la playa del muelle, inmediata al paseo, pero en medio de tanta apariencia de divertimiento se respiraba una frialdad que contrastaba grandemente con la animación de otros tiempos. A la una de la noche no se veía ya ni un alma por las calles, la ciudad se quedó en silencio. Ni una guitarra, ni un cantar, ni una serenata, ni un galán en la reja. Yo me puse a escribirte estas líneas, afligido mi corazón por el recuerdo de pasadas alegrías y oyendo el silbido de la locomotora que me volvía a parecer la risa con la que se burla el egoísmo practico de los utilitarios de los que (como a él) califican de ridículos sentimentales.”

La carta, que parece dirigirla a una tercera persona imaginaria, deja bien claro la importancia y categoría de las corridas de toros en El Puerto, dos décadas antes de que se construyera nuestro coso actual. Ese año, precisamente, se  estrenaba un reglamento de 45 artículos que regulaban el uso de la plaza y las normas a seguir por los todos los que intervenían en la lidia. La plaza estaba regentada en esa fecha por los hermanos Galarza y era alcalde de la ciudad don Luis Aldaz. /Texto Antonio Gutiérrez Ruiz.- A.C. PUERTOGUÍA

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Comienza la temporada de galeras. Ya se pueden encontrar en el mercado las ‘pintonas’ y en diciembre han aparecido también las de coral. El Bar ‘El Pescaíto’ las ofrece en una crema.

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Los hermanos Antonio y Enrique Gago, flanqueando a la cocinera del Pescaíto, Concepción Garrido, presentando una fuente de boquerones en adobo listos para freír

Las pintonas son las primeras de la temporada. Han empezado a aparecer hace un par de semanas. Se les conoce con este nombre porque empiezan a tener algo de coral, muy poco, pero ya están llenas de carne. Son las que preceden a las de “coral”, las perseguidas por los aficionados y que contienen a lo largo de todo su cuerpo una larga barra de color naranja, las huevas, con un intenso sabor. Los hermanos Gago, que regentan el bar restaurante El Pescaíto de El Puerto de Santa María, todo un especialista en este producto esperan que las primeras galeras de coral estén disponibles a mediados a diciembre: “aunque todo dependerá de las mareas y que haya temporal. Si lo hay pronto empezarán a cogerse”.

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La crema de galeras de El Pescaíto de El Puerto de Santa María.

En el establecimiento aprovechan las pintonas para hacer una crema de galeras. “Lo que hacemos es cocer las galeras y con el jugo que sueltan preparamos una crema que tiene mucho sabor a marisco. Como toque final le ponemos unos picatostes, algo de hierbabuena y un poco  de nata, para darle un toque más cremoso”. El plato se sirve a 7,50 euros y ya, al ser temporada, lo tienen todos los días. /Texto y fotos: Pepe Monforte.

Más información de ‘El Pescaíto’, en GdP, nótula núm. 585

 

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