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baldomerorodriguezsanchez_puertosantamariaBaldomero Rodríguez Sánchez, disfruta de su jubilación tras más de 50 años trabajando en el establecimiento de la familia, el Bar Casa Paco ‘Ceballos’ que continúa regentando su hermano Ignacio. “Ya he cumplido” señala de forma muy gráfica Baldomero Rodríguez Sánchez. Las cosas de los periodistas, en poco más de dos horas le hacemos que resuma su vida, que en vez de en millones de fotogramas se cuenta en los millones de pavías de merluza que han pasado, rubitas y crujientes por delante de sus ojos. La conversación se “enluce”, precisamente, con una tapita del plato que les ha dado fama, 7000 kilos han llegado a vender en un año.

Es un señor corpulento. Por su físico, podría pasar por vasco de toda la vida, igual que su hermano Ignacio, (ver nótula núm. 408 en Gente del Puerto) pero cuando hablan ya se ve que más que de Euskadi, son de Cádi. Baldomero hace balance en cuatro frases: “Ya he cumplido. Soy rico en amigos. No le debo a nadie. Hemos sobrevivido a dos crisis y le damos de comer a 12 familias en verano y cinco en invierno”. A su lado su hermano Ignacio, de 55 años, y su compañero de trabajo de toda la vida. El se queda, ahora en solitario, con la camisa blanca que “hace que a partir de esa puerta ante cualquiera que entra, estamos a su servicio, sin distinciones”

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7.000 kilos de merluzas rebozadas llegaron a vender en un año. Las populares Pavías de Casa Paco.

Nació en “La Placilla” en la Casa de Los Leones, en pleno centro y comenzó a trabajar a los 12 años, aunque no dejó el colegio. Su padre le encargó que llevara con la bicicleta el vino a los barcos. Por entonces, eran los años 60, amarraban en el muelle pesquero de El Puerto unos 180 barcos, calcula Baldomero “y le servíamos a unos cuantos”. Francisco Rodríguez Ceballos había fundado en 1946, o en 1947, no lo recuerdan bien los hermanos, una pequeña tabernita en lo que hoy se conoce como la Ribera del Marisco.

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Óleo de Adrián Ferreras, propiedad de ‘Casa Paco’ que se encuentra en su interior y que, inspirado en una fotografía de la época, recrea el actual establecimiento de hostelería, en los felices años 20 del siglo pasado. Existen datos que corroboran que ya funcionaba como Colmado en 1850, a cargo del montañés Tomás García de Mesa, establecimiento que fue pasando por diversas propiedades hasta abrir como ‘Nuevo Colmado’ en 1909 de la mano de Joaquín Faz. (Foto: Colección J.M.M.).

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Los hermanos Ignacio y Baldomero Rodríguez Sánchez han logrado convertir Casa Paco Ceballos, el bar que fundó su padre en 1946, en una referencia de la gastronomía de la provincia. En el cuadro aparece Paco Rodríguez Ceballos, el fundador del bar con su famoso gato Perico, que tenía la habilidad de beber té con leche. Su dueño siempre le dejaba el fondo del vaso para que se lo bebiera.

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Baldomero, con el popular periodista Carlos Herrera, un asiduo a El Puerto.

En el sitio paraban marineros y armadores, por un lado, y bodegueros y sus cuadrillas por otro, señala. Allí tan sólo se despachaba vino y como mucho se atrevieron a poner unas latitas de conservas con unos panes al lado para que el quería picar algo. Fuera, “El Mona”, un mariscador de la zona, vendía también ostiones. Aunque el nombre oficial de la taberna era “Casa Paco”, los conocidos la conocían como ‘el Pesebre’ porque la costumbre de los contertulios era situarse con la ‘media limeta’, unas botellas de vinos con una caña en la que entonces se despachaba la bebida, en torno a unas maderas que  había junto a la pared, a modo de contrabarra. “Como todos  se ponían de espaldas para apoyar el vidrio en las tablas, un gracioso dijo que aquello era un pesebre, porque parecíamos bichos todos mirando para el mismo sitio, como en un abrevadero”.franciscorodriguezceballos_puertosantamaria

En verdad Paco Ceballos (ver nótula 1.113 en Gente del Puerto ), no se llamaba así. Su primer apellido era Rodríguez aunque se quedó sin padre a los 3 años. Así que se le conocía por su madre que trabajaba para los Jesuitas y por eso en la ciudad le llamaban ‘el de La Ceballos’. Se metió en hostelería. Trabajó en “La Fuentecilla”, un bar del centro de El Puerto y de allí se traería uno de sus platos estrella, las pavías de merluza, una fórmula que inventó Lola, la cocinera de ese establecimiento y de la que no recuerdan el apellido. Ceballos, ya con sus hijos, en el establecimiento comienza a servir tapitas, asesorados por un cocinero local que les enseña a hacer huevos a la flamenca, los riñones al Jerez o los higaditos de pollo que serían las primeras tapas que sirvió el establecimiento junto a la merluza ‘al Achilipún’ un guiso al que pusieron este nombre en honor a Lola Flores que triunfaba por entonces en España. También fueron pioneros en poner chuletitas de cordero, algo que, por entonces, no se estilaba en El Puerto. /En la imagen de la izquierda, el padre de nuestro protagonista, Paco Rodríguez.

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Una antigua fotografía de 'Los Pesebres', con Paco Rodríguez tras el mostrador, a la izquierda podemos distinguir, a la izquierda de la fotografía a Pedro Jiménez Caballero, --cuñado de Manuel Aragón Astorga que aparece a continuación apoyado en la barra-- y padre de los Jiménez Aragón, empleado de la banca y fotógrafo coetáneo, compañero y amigo de los ilustres: Rafa, Rasero, Pantoja, Monclova. A la derecha aparece Juan Antonio García Sánchez, “Antoñito el de la Comandancia”, armador y socio de Rafael Sánchez Carbonell, de los pesqueros: “Pepe Carlos”, “José y Vicente”, “Horta Graña”, “Ballena Blanca” y “Nuevo Pepe Carlos”. 

El cocinero era Luis Román Torres, asistente personal de Carlos Cuvillo. Era un personaje singular que, además de cocinar de forma excelente, componía poesías. Baldomero señala que ya “por los años 70 Luis hacía hamburguesas de pescado. Fíjate tú, que ahora las venden como un gran invento”.

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Interesante selección de tapas que se pueden degustar en la actualidad en Casa Paco.

Las cocinas de Paco Ceballos se vuelven a revolucionar en los años 90, por culpa de las crisis económica. Baldomero señala que “aquello fue incluso peor que ahora. Aquí hemos tenido un colchón porque los años anteriores han sido muy buenos, pero entonces no”. Para resistir, el bar se hace más familiar que nunca y la esposa de Baldomero, Mercedes García Campos, Tati, se hace cargo de la cocina. Se incorporan a la carta algunos de los platos más famosos del establecimiento como los chipirones en su tinta o se afina la receta del bacalao con tomate. Tati, también es la responsable de la famosa ensaladilla de Paco Ceballos, una de esas fórmulas mágicas que resultan exquisitas a pesar de ser una mezcla únicamente de mayonesa, patatas y zanahorias, sin nada más.

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Roberto y Tati, sostienen a su hijo Roberto (ver nótula núm. 1.905 en Gente del Puerto) hoy reputado hotelero en Marbella, el primero de los tres hijos, junto con Mercedes y Baldomero, ‘Mero’ para los suyos, del matrimonio Rodríguez García.

Baldomero destaca la figura de Tati. “Los hosteleros nunca valoramos lo suficiente a nuestras mujeres. No sólo ha aportado su trabajo aquí en el bar, al igual que la mujer de Ignacio que también estuvo trabajando en la cocina con nosotros. Ella ha sido capaz de aguantar pues 50 años sin que pueda compartir conmigo una Semana Santa, 50 veranos sin acompañarla a la playa o 50 días de Nochebuena en que llegara tarde a casa”.

 balbinasanchezrosso_puertosantamariaSu madre, Balbina Sánchez Rosso en la imagen de la izquierda, (ver nótula 1.153 en Gente del Puerto),  le puso Baldomero, en honor a su abuelo materno, Baldomero Sánchez, maestro del colegio San Luis Gonzaga y que diera clases a personajes como Rafael Alberti  o Juan Ramón Jiménez. Baldomero está muy orgulloso de algunos momentos de su vida. Recuerda especialmente el día 5 de enero de 2013 cuando encarnó al rey Gaspar en la cabalgata de los Reyes Magos. También se acuerda de cuando allá por 1974 o 1975 puso en marcha, por encargo de los propietarios de Romerijo, su cervecería ‘La Guachi’, la primera que pusieron en marcha en lo que luego se convertiría en la Ribera del Marisco. Baldomero llegó a regentar también “durante tres meses” la hamburguesería 'El Tomate' pero se dió cuenta de que eso no era lo suyo y lo dejó para centrarse en el negocio familiar. Los hermanos lograron que la francesa Guía Michelín, desde el año 2004, los citara como establecimiento recomendado en El Puerto, todo un logro tratándose de un modesto bar de tapas. /Texto: Pepe Monforte.

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Baldomero, rey Gaspar de la Cabalgata de Reyes 2013, en el centro durante el acto de traspaso de Coronas a SSMM los Reyes Magos de 2014, celebrado en Puerto Sherry.

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Da cosa cerrar el paréntesis de arriba, porque es triste dar por cerrada la última página de la historia de la saga de los Adriano. Así lo es al día de hoy al encontrarse el Adriano III, después de dos años y medio de hundirse, abandonado a su suerte en el abandonado varadero del abandonado río del Olvido (al que El Puerto de Santa María le debe su propia existencia, su antiguo esplendor y que hoy es la viva imagen y el espejo de su decadencia).

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El Adriano III en el astillero de San Adrián de Cobres, en 1955. Posando, su propietaria, Socorro Sanjuán Dopico y su hijo Antonio Somorrostro, quien fuera el último Administrador, desde 2003, de Motonaves Adriano S.L. / Foto, colección Andrés Fernández Valimaña, último Gestor del vapor.

El Tercero de los Adriano fue el único que no se construyó en el astillero que Antonio Fernández ‘el Adriano’ (fallecido en 1946) tenía en la ferrolana playa de Maniños, sino al interior de otra ría gallega, la de Vigo, en el astillero (1919-1998) que los Sucesores de Francisco González García mantenían en la parroquia de San Adrián de Cobres, en el municipio pontevedrés de Vilaboa. Se construyó en 1955 a iniciativa de los hermanos José, Juan y Eduardo Fernández Sanjuán, sobrinos de ‘el Adriano’, y de inmediato llegó al Guadalete, en aquella primera travesía al mando del mecánico Francisco Artola, para sustituir en las travesías al Adriano II, que entonces se varó después de un cuarto de siglo cubriendo las travesías entre El Puerto y Cádiz.

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Una instantánea histórica: la botadura del Adriano III en San Adrián de Cobres.

LAS TRIPAS 
El Adriano III se compuso ‘a la antigua’, con madera de roble para el armazón, tablones de pino gallego de 8 cm de espesor para el casco y acacia brava de 6 cm para las cubiertas y los camarotes. Sus dimensiones, 25’25 metros de eslora, 5’76 m de manga y 2’80 m de puntal. Su peso, 117 toneladas. El costo, 2 millones de pesetas y capacidad para 200 pasajeros: 65 en la cubierta del puente y 135 en la principal (26 en popa, 44 en los bancos de popa y 65 en los de proa). En esta cubierta se instalaron dos sanitarios, dos cisternas de agua dulce y un compartimento con el guardacalor de protección del motor (220 caballos) situado debajo, en la cámara de máquinas de la cubierta baja, que se dividió en dos pañoles de popa y otro de proa, cargados con 40 toneladas de adoquines como lastre.

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Siendo los mas conocidos Pepe y Juan, su hermano Eduardo Fernández Sanjuán (1911-1987), a la derecha de la imagen, trabajó 55 años en los Adriano como marinero de proa, cobrador y durante más de 30 al frente de la empresa familiar. 

Y en la cubierta del puente, el sanctasanctórum donde Pepe ‘el del Vapor’ gobernó el nuevo barco de la saga con sus hermanos Juan y Eduardo y los demás trabajadores que con los años se fueron sucediendo.

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El Adriano III abarloado a cuatro pesqueros.

El viejo motor fue remplazado en 1991 por un diésel ‘Guascor’ de 360 caballos, que alcanzaba una velocidad punta de ocho nudos y medio. La travesía entre El Puerto y Cádiz se hacía, en condiciones climáticas normales y a la velocidad establecida a la entrada y salida de los puertos, en 35-40 minutos (cuando el motor se puso a prueba la distancia se cubrió en 20’). El arranque se efectuaba por aire comprimido, con motor auxiliar. El timón contaba con ayuda mecánica, moviéndose el engranaje mediante cadenas y varillas de acero. Los medios de seguridad de la navegación, los reglamentarios: radar de superficie, compás, emisora de radio y luces de situación.

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El vapor, reluciente, en el varadero Guadalete durante una de sus revisiones anuales. / Foto, col. Andrés Fdez. Valimaña.

Los años en que los Adriano II y III compartieron tiempo y travesías (1955-1982), lo acostumbrado  era que el III cargase con  los viajes diarios y el II se dedicara  a dar paseos turísticos a Cádiz y por la bahía, a veces con paradas en Puerto Real, Matagorda, La Carraca y la Zona Franca. En diciembre y enero, cuando el Adriano III varaba para su limpieza y mantenimiento, el II lo sustituía en las travesías diarias, en el día a día que los Adriano mantuvieron desde 1930.

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El vapor pasando por La Puntilla, aún sin espigón. / Foto, Centro Municipal de Patrimonio Histórico.

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El Adriano II el día que se botó en el astillero de Maniños.

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El Adriano II llegó a la Bahía de Cádiz en plena República, en noviembre de 1934, para compartir las travesías entre El Puerto y Cádiz con su hermano mayor, el Adriano I, que las venía cubriendo desde junio del 30 en competencia con el Punta Umbría hasta que éste se hundió en el muelle de Cádiz el 7 de octubre del 34. Aquella circunstancia precipitó la inmediata llegada del Adriano II, hasta entonces empleado en la ría de Ferrol desde que dos años antes Antonio Fernández ‘el Adriano’ lo construyera en su pequeño astillero de la playa de Maniños.

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Los Adriano I y II en el muelle del Vapor.

El segundo de la saga tenía una traza más elegante y esbelta que el primero, y más amplio, con capacidad para 400 pasajeros en sus tres alturas: cubierta, sobrecubierta y toldilla. Y lo que era más importante, ‘el Adriano’ lo construyó pensando en el calado del río y en las corrientes y vientos reinantes en la bahía gaditana y con unas líneas más marineras que el Adriano I, diseñado para navegar por la ría ferrolana.

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En el Adriano II en 1955, José Fernández Sanjuán (Pepe ‘el del Vapor’) con su padre, José Fernández Fernández, su esposa, Asunción Posada y sus hijos Asunción, Socorro, Juan, Antonio y Pepe. / Foto, GdP.

Hasta 1955 el Adriano II compartió los viajes diarios con el primero de la saga, cuando dejó de navegar y fue sustituido por el Adriano III, construido aquél año en San Adrián de Cobres, en la ría de Vigo.

juanfernandezsanjuan_v__puertosantamariaAl duplicarse el trabajo en 1934, la familia Fernández también se reforzó. Junto a José Fernández Fernández –hermano de ‘el Adriano’- cubrieron ambas travesías sus hijos José (Pepe ‘el del Vapor’), Eduardo (padre de Andrés Fdez. Valimaña, el último gestor de ‘Motonaves Adriano S.L.’), Andrés (que al poco tiempo volvió a Galicia) y Juan Fernández. Sanjuán, 18 años más joven que su hermano Pepe, que se incorporó a la empresa en 1949 y en la que permaneció hasta su jubilación (ver nótula núm. 907). Y con ellos, numerosos trabajadores que tuvieron los Adriano, como Carlos Serrano, que ejerció de patrón del segundo y marinero del tercero. /En la imagen de la izquierda, Juan Fernández Sanjuán (1927-2004).

LA VIRGEN DE LA ESCOLLERA

Probablemente lo más significado de la historia del Adriano II fue su empleo, aprovechando su prestancia y bonitas hechuras, en dar paseos turísticos diurnos y nocturnos por la bahía interior y Cádiz, a partir de los años 50, cuando lo peor de la posguerra había pasado y las cosas comenzaban a mejorar. Y antes, en los 40, el vapor acogió algunas celebraciones civiles y religiosas.

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La ofrenda floral ante el monumento a la Virgen del Carmen, 17 de agosto de 1947. A la derecha un pesquero alicantino. /Foto, Centro Municipal de Patrimonio Histórico.

Como la que recoge la foto adjunta, tomada el domingo 17 de agosto de 1947, cuando con motivo del voto Asuncionista que dos días antes juró El Puerto y tras oficiarse una misa de campaña a las diez y media de la mañana en la pérgola del Parque Calderón (la que derribó un temporal en 1964, junto al Kiosco de Murga), las autoridades civiles y de Marina se encaminaron al muelle del Vapor para embarcar en el Adriano II con el fin de depositar coronas de flores y cantar la Salve Marinera en el monumento a la Virgen del Carmen –la Virgen de la Escollera que llamaron-, donde el río y el mar confluían, inaugurado, con la presencia de las autoridades a bordo del Adriano I, el 17 de febrero del año anterior por gestión del hasta entonces Ingeniero Jefe de Obras del Puerto, Antonio Durán Tovar (1911-2012, ver nótula núm. 1295) y la mano del artista Juan José Bottaro (1896-1970, ver nótulas núms. 212 y 285).

El acto volvería a repetirse el 15 de agosto del 49, un año antes de que Pío XI declarara dogma de la Iglesia la Asunción de la Virgen. La de la Escollera se reubicaría en septiembre de 1973 en la punta del espigón de Levante.

vapores_5_6_puertosantamariaLA EXPLOSIÓN DE 1947.

Nadie podía sospechar aquella festiva jornada del 17 de agosto del 47 que al día siguiente se iba a producir en Cádiz una gran tragedia: la explosión de las 491 minas almacenadas en uno de los depósitos de la Base de Defensas Submarinas emplazada en Puntales, que causó la pérdida de numerosísimas vidas. Años después, Pepe ‘el del Vapor’ (que precisamente nació un 18 de agosto) recordó en una entrevista de prensa (Diario de Cádiz, 26-IX-1976, ver nótula núm. 1026) tan aciago día: “Aquella noche fuimos de los primeros en llegar. Estaba en El Puerto y me vine a Cádiz con el Adriano II a ponerme a disposición de la Comandancia de Marina. No fueron necesarios nuestros servicios y, de madrugada, regresamos llevándonos un pasajero, un vecino de El Puerto, al que sorprendió la explosión en Cádiz.” /En la imagen de la izquierda, la misma jornada del 17 de agosto de 1947, de popa, entonándose los acordes de la Salve Marinera. / Foto, Centro Municipal de Patrimonio Histórico.

LA CANALIZACIÓN DEL RÍO

Aquel año del 47 había comenzado mal. En enero y febrero, repetidos temporales causaron el aterramiento del canal de acceso al puerto, por lo que fue preciso dragarlo.

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El Adriano II pasando ante las obras de canalización del río. / Foto, colección Luis Serrano.

La obra se verificó en marzo del 48, al tiempo que comenzó a modificarse, en la banda de la ciudad, el muelle pesquero. Al año siguiente, marzo del 49, se presentó el ‘Plan General de Ordenación del puerto’, cuya aplicación conllevó la construcción de un muelle comercial frente a la ciudad, cuyas obras se ejecutarían en su mayor parte en 1951. Hasta entonces, las murallas de la otra banda se extendían desde el puente de San Alejandro en 200 metros, que serían ampliados, tras ganarse terrenos al río con las nuevas murallas, hasta ocupar una extensión de 540 m lineales. Y se construyeron, por el entorno del transbordador de la sal, almacenes de clasificación de materiales y productos, especialmente para vino, pues las autoridades apostaron por que los caldos de El Puerto y Jerez tuvieran aquí su primer centro exportador por vía marítima. Le cupo a la motonave Delia, alemana, el 17 de julio del 51, ser el primer barco que en el nuevo muelle cargó sus bodegas de nuestro preciado producto.

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El nuevo río que quedó con las obras de los años 40-50. / Foto, colección Luis Serrano.

Con los años, todo se fue al traste. Principalmente, por el poco calado del río, que requería repetidas obras de dragado que económicamente se hicieron insostenibles. El principal responsable de la construcción del muelle comercial y del dragado del río, que ciertamente trajo un considerable auge en el tráfico marítimo (como había sucedido a fines de los 20 y comienzos de los 30), fue Juan Machimbarrena Aguirrebengoa, quien fuera nombrado Ingeniero Jefe de Obras del Puerto en febrero del 46, en sustitución de Antonio Durán.

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El segundo de los Adriano atracado en el muelle del Vapor.

La navegación en la bahía mejoró considerablemente con las obras que mediado el siglo XX se realizaron en las entradas de los puertos de Cádiz –los espigones de Levante y de la Punta de San Felipe- y El Puerto.  “Antes –recordaba Pepe en 1976-, cuando había levante no se podía estar en el puerto de Cádiz. Muchos barcos se iban a Matagorda y los que sabían entrar se iban al Puerto. Aquí también los espigones ha sido lo mejor que se ha hecho. En El Puerto, los espigones de encauzamiento del río, el de La Puntilla (o de Poniente, de 1.324 m) y el de Valdelagrana (o de Levante, de 935 m), se inauguraron en 1970, por labor del entonces Ingeniero Jefe, José Antonio Español (1924-2004, ver nótula núm. 1892).

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Un atestado vapor rumbo a Cádiz

Tal era el panorama físico y económico de la ría del Guadalete a fines de los 40 y comienzos de los 50, cuando la bahía y España entera continuaban viviendo los años de la posguerra y los Adriano I y II seguían, día tras día, surcando la bahía.

LOS PASEOS

Travesías, realizadas en 35 o 40 minutos, que siempre seguían el mismo derrotero, describiendo un arco (desde Cádiz, poniendo proa hacia Valdelagrana y luego caer hacia la bocana del Guadalete) para evitar que los vientos de poniente y levante no molestaran y salpicaran a los pasajeros. Al respecto, Pepe ‘el del Vapor’ solía responderle a quien le preguntaba por el motivo de esta maniobra con el viejo refrán A la mujer y el viento, una cuarta a barlovento. Siendo el de levante, en tierra, un viento realmente molesto, en el mar las aguas se calman con el levante, al contrario que con el poniente.  

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Cómo ronea, cómo presume… Atracando en Cádiz, en la Puerta del Mar, como hicieron los vapores y los faluchos durante siglos, hasta que en 1993 se cambió el punto de atraque del Adriano III al muelle Alfonso XIII, junto a la Estación Marítima.

Célebres fueron los paseos que se organizaron a partir de 1955 con motivo del Trofeo Carranza al concluir agosto, cuando el Adriano II se convertía en un reclamo turístico para los foráneos  que a Cádiz venían a presenciar los partidos. El propio promotor del ‘trofeo de los trofeos’, el alcalde gaditano José León de Carranza –que vivía en El Puerto, en la plaza San Francisco- fue durante años, entre 1948 y 1969, cuando falleció, uno de los más asiduos viajeros del vapor, a quien Pepe siempre recordó con afecto. Como a Alfonso Sancho, el ex-alcalde y bodeguero portuense. O al también bodeguero Agustín Blázquez. Y al historiador gaditano Álvaro Picardo. Y a  Joaquín Vich, de quien Pepe dijo que “fue el que más malos ratos ha pasado con el problema de la barra. Él fue mi gran maestro, venía todos los días con nosotros. Era el capitán más joven que tuvo la Compañía Transmediterránea y vivía en una casa frente al muelle del Puerto que tenía un molino para el agua. A mí me consideraba como de la familia.

vapores5_12_puertosantamariaY recordaba al Padre Alegría, de quien contó –como para olvidarlo- esta simpática anécdota: “Es la primera vez que he visto a una persona que, cayendo, grite ¡auxilio! Habíamos atracado en el muelle del Puerto y cayó entre él y el barco. Le dio tiempo a gritar por el aire. Fue increíble porque, además, no le pasó nada.” /En la imagen de la izquierda, la letra del Vaporcito en el libreto original de Los hombres del Mar, 1965.

Fue entonces cuando Pepe dijo aquello de “no es gaditano del todo aquél que no se ha montado una vez en tan típico barco.” Y también sostuvo que Paco Alba, el autor del celebérrimo pasodoble del Vaporcito del Puerto, nunca navegó en el Adriano II. Y no le enmendaré yo la plana a alguien que realizó –se ha calculado- no menos de 150.000 travesías cruzando la bahía. 

EL PASODOBLE

Recordaba en la anterior entrega la que lió Perro Pachón en el Punta Umbría el año 34. Algo similar le ocurrió a Pepe. Lo contó en la citada entrevista: “…Estos viajes eran muy malos por las discusiones y las peleas y cuando un barco va tan abarrotado cualquier cosa de estas supone un disgusto muy grande. Una vez, uno de Jerez que venía borracho se tiró al agua y decía que quería llegar nadando hasta Jerez. Tuvo la suerte de que estaba la Draga cerca y ‘los ganguis’ salieron pronto a recogerlo. Pero él seguía en sus trece y tuvieron que llevarlo hasta El Puerto tendido boca abajo en la cubierta. Allí lo estaba esperando la Guardia Civil. Era Comandante de Marina don Francisco Martel y lo dejaron libre porque la madre vino llorando y todo.”

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Pepe ‘el del Vapor’ y José Rodríguez ‘el Sopa’ mientras Los hombres del mar cantan el pasodoble en el Adriano II. / Foto, Andrés Fdez. Valimaña.

altavoz50Pulsar sobre el altavoz de la izquierda para escuchar la letra del pasodoble de Los Hombres del Mar, original de Paco Alba 'El Vaporcito'. Año 1965.

Buenos tiempos fueron para el Adriano II  los de los carnavales gaditanos -las ‘Fiestas Típicas Gaditanas’ de entonces-, cuando las travesías se redoblaban y de las que nació, de la mano de Paco Alba, el inmortal pasodoble de Los hombres del mar cantado en el Carnaval de 1965 y desde entonces repetido en infinitas ocasiones como el himno de la bahía gaditana (no oficial) que es (a veces rematado con el Asturias patria querida).

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Fotograma  de La Becerrada con Juan Fernández Sanjuán haciendo de sí mismo, con un simpático 'lepanto' sobre la cabeza.

Escenas de dos películas se rodaron en el Adriano II. En 1947 (el año de la Virgen de la Escollera) La Lola se va a los Puertos, basada en la obra de los hermanos Machado (1929), ambientada en 1860 y dirigida por Juan de Orduña con un reparto encabezado por Juanita Reina. La otra cinta fue La becerrada, una comedia que dirigió José María Forqué en 1962 con guión de Jaime de Armiñán y la interpretación de Fernando Fernán Gómez, Manuel Alexandre, María José Alfonso, Rafaela Aparicio, Irene Gutiérrez Caba...

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VARADO

El Adriano II prestó su servicio hasta 1982, cincuenta años después de botarse en Maniños. Se varó entonces en la margen izquierda del río, se macizó el fondo con hormigón y se pensó en convertirlo en un restaurante, pero la idea no cuajó. Terminó, como el Adriano I, desguazado.

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El Adriano II en sus últimos tiempos, atracado en la otra banda.

Pero a la saga de los Adriano aún le quedaba muchas travesías por cubrir. En 1955 comenzaría otra etapa,  la penúltima de las que se han sucedido desde que hace dos mil años comenzaron las travesías entre El Puerto y Cádiz. (Texto: Enrique Pérez Fernández) Continuará

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Los Adriano II y III en una postal de los años 70

Más Capítulos de Enrique Pérez sobre: Los Adriano: Historia de una tradición.
Capítulo 1. Los vapores (1840-1929). Nótula 1.986

Capítulo 2. Los faluchos. Nótula 1.993.
Capítulo 3. Antonio Fernández, ‘el Adriano’. Nótula 2.007.
Capítulo 4. Adriano I (1930-1955) Punta Umbría (1929-1934). Nótula 2.021.

En la imagen siguiente, el muelle del Vapor en 1930, próximo a concluirse. A la izquierda, el Hotel Vista Alegre. /Foto: Herederos de Eduardo Ruiz Golluri (entonces alcalde de la ciudad) es copia del Centro Municipal de Patrimonio Histórico.

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En julio de 1930 se concluyó un nuevo muelle del Vapor, que sustituyó al que un año antes desbarató la explosión del Cádiz, el que en 1901 construyeron los Millán para el uso exclusivo de sus vapores de pasajeros. El nuevo se levantó a  iniciativa de la ‘Comisión Administrativa del Puerto del Guadalete’, en hormigón armado, que es el que sigue en pie junto a la plaza y fuente de las Galeras, con algunas reformas y al día de hoy sin uso. Se dio por inaugurado el 31 de julio, festividad de San Ignacio, como fue bautizado, aunque la gente lo continuó llamando muelle del Vapor, desde que en 1840 se levantó el primero en el mismo lugar.

EL PUNTA UMBRÍA.
Cuando el Adriano I llegó del Guadalquivir –de la Exposición Iberoamericana de Sevilla- otra embarcación venía cubriendo el servicio marítimo entre El Puerto y Cádiz, desde el 6 de octubre de 1929, cuando comenzó las travesías –con motivo de una novillada a celebrar en Cádiz- el yate Punta Umbría,  acabado de construir aquel año en Isla Cristina por el armador onubense Manuel Orta.

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En los primeros años 30 y en medio del río, el Punta Umbría. /Foto: Colección Francisco Mata en copia de Luis Serrano.

La iniciativa de restablecer y renovar la línea –la que sustituyó al vapor Cádiz- partió de un íntimo amigo de Orta, el armador de buques José Monís García, que entonces pasaba el verano en nuestra ciudad, en su recreo ‘Nuestra Señora de los Milagros’. El consignatario era Antonio Ruiz de Cortázar, con local enfrente, en la plaza de las Galeras esquina a Micaela Aramburu (donde estuvo el Bar la Galera y hoy La Venencia); que también ejercería como tal, al paso de unos años, del Adriano I.

El Punta Umbría tenía 21 metros de eslora, motor diésel de 120 caballos, apto para recorrer 12 millas a la hora (la ida y vuelta de El Puerto a Cádiz) y capaz para 215 pasajeros. Desde su llegada al Guadalete, su punto de atraque y embarque fue al otro extremo del Parque Calderón, en la escalinata del muelle general inmediata al puente de San Alejandro. Se decía entonces en la Revista Portuense que “podrá salir y entrar con todos los aguajes sin esperar mareas, lo que permitirá realizar los proyectos de su armador de hacer cada día cuatro viajes del Puerto de Santa María a Cádiz, y otros cuatro de regreso, a horas fijas y adecuadas para enlazar con los diversos trenes” (el mixto, el expreso y el ómnibus, y las mercancías y correspondencias, en el mensajero  y el correo).

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Detalle de la fotografía anterior, con su publicidad

Pero la falta de experiencia en la travesía, unida a condiciones climáticas adversas, le hizo pasar al Punta Umbría un mal trago a los tres días de inaugurarse la línea, el 9 de octubre del 29, cuando quedó encallado al salir del río, sin más consecuencia. Lo contó la Revista: “El vapor Punta Umbría al emprender ayer su viaje a la capital, y efecto a la intensa niebla que existe, quedó embarrancado poco antes de llegar a la barra, frente a la Puntilla. Allí permaneció hasta la marea de la tarde, en que salió por su propio impulso, dándole remolque hasta este puerto un bote del mismo vapor.

LA BUENA COMPETENCIA.
A partir del 15 de junio de 1930 el Adriano I  y el Punta Umbría compartieron el servicio durante cinco años, no pisándose en lo posible los horarios y en armonía y sana competencia, como está dado en la gente de mar  y se comprobó el 14 de agosto del 34, cuando ocurrió esto:  “Accidente marítimo.- Lo sufrió en la noche del domingo cuando hacía un viaje a la capital, el vapor Adriano que encalló abriéndosele una vía de agua cuando navegaba por las proximidades de La Puntilla. Tras ímprobos esfuerzos por el peligro que significaba acercarse al Adriano y con el auxilio de unas lanchas, fue tomando el pasaje que llevaba el Punta Umbría, quien lo condujo a Cádiz. El Adriano pudo ser sacado ayer del lugar donde embarrancó y conducido al varadero, lugar en el que le será reparada la avería sufrida.

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Horarios en la prensa de la época. La corrida la lidiaron Armillita Chico, Domingo Ortega y Victoriano de la Serna.

Movido día aquél para el Punta Umbría, porque unas horas antes ocurrió que un individuo –Perro Pachón lo llamaban, que la llevaba tan gorda que ni el agua se la quitó-, tras insolentarse con otros pasajeros, se escribió en el periódico, “optó por último por tirarse al agua cuando se encontraba dicho vapor en plena barra. Tras de originar que el barco evolucionara, al par que una lancha hasta restituirle a bordo, volvió el hombre a hacer la gracia cuando ya el Punta Umbría se encontraba frente a la fábrica de gas…” Ya en tierra fue invitado por dos guardias a visitar al sr. Juez de Instrucción.

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El Adriano I en 1933, en reposo próximo al puente de San Alejandro. Al fondo, los trabajos de la draga. /Foto: Colección Francisco Mata.

Ni al paso de dos meses, otro suceso de más calado impidió que el Punta Umbría tuviera una larga vida. Justo a los cinco años de comenzar las travesías, el 7 de octubre de 1934, la embarcación se fue a pique en el puerto de Cádiz. Pasó que una fuerte marejada de levante provocó que el patrón perdiera el gobierno al enfilar la dársena y la resaca lo hizo chocar contra la punta del muelle del Martillo. Hubo tiempo para que el remolcador de los prácticos del puerto -el Mercedes- acudiera en su auxilio y lograra atracar el barco, salvándose los nueve pasajeros y la tripulación (el patrón, un mecánico y dos marineros). Después, al ser remolcado para vararlo en lugar más protegido, se hundió. Al paso de unos días se reflotó y se puso en reparación, pero las averías que sufrió impidieron que el Punta Umbría volviera a navegar. Me suena.

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El Adriano I atracado delante del Parque Calderón, junto a unos faluchos. Detrás podemos ver el imponente edificio que existía con anterioridad a la actual sede de Romerijo.

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El desaparecido edificio donde hoy se encuentra Romerijo, y donde en las dos puertas de la derecha se encontraba el antiguo Bar ‘La Draga’. Enfrente, cruzando la calle Jesús de los Milagros, el actual Bar ‘La Herrería, ‘El Antiguo Dragón’, cuando El Puerto era más marítimo y marinero.

...continúa leyendo "2.021. LOS ADRIANO. La herencia de una tradición. 4: Adriano I (1930-1955) y Punta Umbría (1929-1934)"

Vídeo aéreo de El Puerto de Santa María, realizado por la empresa CadizMedia, formada por la gaditana María de la Orden y el porteño Alfonso Carrillo. Ha sido grabado y editado íntegramente por estos socios que ofrecen una peculiar visión de la Ciudad en movimiento, obteniendo las imágenes aéreas con un drone (vehículo aéreo no tripulado) que lleva incorporada una cámara con ojo de pez, así como otras vistas y tomas muy singulares. La banda sonora es el tema musical de Philippe Rey, titulado ‘Born to conquer’ (Nacido para conquistar).

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vapores3_1_puertosantamariaLos tres Adriano que surcaron la bahía entre El Puerto y Cádiz durante 81 años (1930-2011) para siempre irán asociados a la figura de José Fernández Sanjuán, Pepe ‘el del Vapor’. Y es de justicia, porque en su prolongadísimo día a día –-donde se conforman las pequeñas-grandes historias de la cotidianidad--  fue un ejemplo de vocación y entrega a un oficio y a una sociedad.

Pero su figura y la historia de los Adriano no puede entenderse sin la de otro personaje,  su tío Antonio Fernández, quien diseñó, financió y puso a navegar a los dos primeros Adriano. Con la intención  de recuperarlo del olvido, esbozaré en esta página la vida de este singular y brillante gallego. /En la imagen de la izquierda, Antonio Fernández diseñando ¿alguno de los Adriano?

EN LA EXPOSICIÓN IBEROAMERICANA DE SEVILLA.

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Nuestro protagonista, Antonio Fernández Fernández, al que apodaban ‘el Adriano’, el nombre de su padre, arribó a Sevilla en octubre de 1929, cuando tenía 64 años. Desde mayo venía celebrándose en la ciudad  -tras una larga espera de veinte años desde que se concibió el proyecto- la Exposición Iberoamericana, donde se dieron cita, además de las regiones españolas y las provincias andaluzas y Portugal, algunos de los países de la otra orilla para mostrar sus culturas, sus realidades, sus avances.

Antonio llegó al Guadalquivir navegando desde la ría de Ferrol en su barco Adriano I, que desde que lo construyó en 1927 cubría, sólo los veranos y con miras turísticas, la línea Ferrol-La Coruña, tripulado por su hermano José como patrón y tres hijos de éste, Eduardo, Andrés y, de maquinista, José (nuestro ‘Pepe el del Vapor’, cuando llegó a Sevilla, un joven de 20 años). En aguas gallegas, tras salir de la ría de Ferrol y cruzar mar abierto, el Adriano viraba hacia La Coruña pasando por el castillo de San Antón, la Torre de Hércules y La Marola (marejada en gallego), un islote peligroso por sus bajos al que sólo se podía acercar con buen mar. Un dicho gallego lo dice: ‘Quen pasou A Marola, pasou a mar toda’; ‘Quien pasa La Marola, pasa la mar toda’.

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Entrada a la ría de Ferrol, protegida por los castillos de San Felipe y La Palma. Al fondo, Barallobre.  

En la larga travesía a Sevilla (613 millas) acompañaron a Antonio su hermano José, su sobrino Pepe ‘el del Vapor’ y un maquinista (que al poco tiempo, de regreso a su tierra, al entrar en la ría de Ferrol naufragó y pereció ahogado).

vapores_3_4_puertosantamariaEl motivo de la venida al Guadalquivir, participar en el acontecimiento alquilando la motonave a grupos de turistas que quisieran navegar entre Sevilla y Sanlúcar; como ya lo hizo otro Adriano a partir de 1840 con sus “hermanos” los vapores Trajano y Teodosio (los nombres de los tres emperadores romanos nacidos en Hispania). /En la imagen de la izquierda, José Fernández Fernández, el primer patrón del Adriano I, en 1955, a bordo del Adriano II.

En El Puerto hacía tres meses que se fue a pique, al explotar la caldera, el vapor Cádiz cuando estaba atracado al muelle del Vapor, que también quedó destruido. Sus propietarios, los ‘Herederos de Antonio Millán’, después de haber estado a cargo de la familia la explotación de la línea El Puerto-Cádiz durante 57 años, decidieron no continuar con las travesías con otro vapor de su flota y, al paso de unos meses, renunciaron a la concesión municipal del muelle (cuya reversión se cumpliría en 1950), “en atención –le decían en una carta al alcalde- al cariño que tanto nuestro padre como nosotros hemos profesado siempre al Puerto”.

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El Adriano I en el Guadalquivir, en 1929.

En noviembre, José María Millán marchó a Sevilla y contactó con Antonio Fernández. Le contó lo de la explosión del Cádiz y su intención de no emplear otro barco en la travesía. Y le ofreció que se hiciera cargo del servicio el Adriano I  a condición de que la familia Millán siguiera siendo la consignataria de la línea, con base en El Puerto. Y Antonio Fernández, ‘el Adriano’, aceptó la propuesta. Lo que iba a ser un periplo de ida y vuelta a la ría de Ferrol cambió, porque el Adriano I  nunca más volvería a navegar en aguas gallegas. Se hizo andaluz.

EL POLIZÓN QUE TRIUNFÓ. 
Antonio Fernández había nacido en 1866 en la parroquia coruñesa de San Pedro de Eume, en el concejo de As Pontes de García Rodríguez, en un paraje envuelto por las hermosas Fragas del río Eume. Aquí, con su familia, dedicada a las labores del campo, pasó sus primeros años hasta que en 1882, al cumplir los 16 y buscando nuevos horizontes de vida y futuro, como tantos otros gallegos, decidió emigrar a tierras americanas. Marchó de polizón en un carguero a Cuba, sólo con el bagaje de su corta experiencia como aprendiz de carpintero. Pero también le acompañaba una recia personalidad, una inteligencia natural y muchas ganas de abrirse camino. Y bien que lo consiguió.

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La ciudad cubana de Cienfuegos, la Perla del Sur. Plaza de José Martí.

Se asentó en Cienfuegos, el activo puerto comercial situado a orilla de la bahía de Jagua o de Cienfuegos, en el mar de las Antillas. Comenzó a trabajar en el sector del ferrocarril, y después en el de la construcción, donde encontró su sitio y su porvenir. Pese a su escasa preparación técnica y cultural, su tesón y talento natural lo convirtieron en un apreciado contratista y constructor, alcanzando al paso de pocos años una holgada posición económica. Lo suficientemente sólida como para decidir, en 1900, cuando tenía 34 años, en una Cuba recién independizada de España, regresar, a los dieciocho años de su partida, a su Galicia natal, convertido en indiano. Motivos de salud, una frágil salud de hierro que siempre acompañó a Antonio, también le inclinó a saltar de nuevo el charco.

DE VUELTA A CASA.

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El astillero de Antonio Fernández (segundo por la izquierda) en Maniños, donde nacieron los Adriano I y II.Cuando Antonio Fernández volvió a España no se asentó en las tierras interiores de su Eume natal, sino en la margen izquierda de la ría de Ferrol, en la parroquia de Barallobre. Sus años vividos en la bahía de Cienfuegos le habían apegado más al mar que a la tierra. En Barallobre instaló, en memoria de sus primeros años de aprendiz, una carpintería, y en la inmediata playa de Maniños un pequeño astillero, donde se construyeron, en 1927 y 1932, los dos primeros Adriano. En ambos negocios y quehaceres pasó el resto de su vida, diseñando y trazando planos, incluidos los de los Adriano, porque Antonio era más que apañado y habilidoso para todo lo que se proponía.

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El Monumento al Caminante Desconocido, un “capricho” de ‘el Adriano’.

Aún hoy la huella de este gallego bajito, enjuto y todo nervio, perdura en Barallobre:  en el ‘Monumento al Caminante Desconocido’ que de su bolsillo construyó en 1934 a las afueras de la población, consistente en una biblioteca al aire libre rodeada de un jardín con los nombres de destacados personajes gallegos en el respaldo de los bancos (que en 1984, con motivo de la reurbanización del entorno, reubicaron junto a la carretera de Perlío a Maniños).

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El Cine Adriano en Barallobre, en 1960.

O en el imponente Cine Adriano que construyó en 1947. Pero la más destacada huella de Antonio en su tierra es la casa de estilo colonial que para habitarla diseñó y construyó entre 1918 y 1921, con la ayuda de sus tres hermanos: Perla del Sur la llamó, como era y es conocida Cienfuegos, la hermosa ciudad cubana que le dio todo.

vapores_3_10_puertosantamariaPERLA DEL SUR.
Esta singular construcción,  hoy más conocida como la ‘casa del Adriano’ y ‘casa de la maleta’, se levanta en la ladera de una colina que desde Barallobre domina, en una vista impresionante, la ría de Ferrol. Es una vivienda realmente peculiar, en la que Antonio Fernández dio rienda suelta a su ingenio y experiencia como constructor, resultando una casa a modo de palacete con planta de flecha biselada formada por ocho fachadas, en el que se entremezclan diversos estilos –propio del eclecticismo imperante en la época- pasados por el tamiz de ‘el Adriano’. /En la imagen de la izquierda, la Perla del Sur, la casa de ‘el Adriano’ en Barallobre.

En la siguiente foto reproducimos una imagen, de cuando aún la Perla del Sur no estaba concluida, del centenario tejo –el árbol sagrado celta- que plantó junto a la casa, en el que aparece la familia de Antonio –él en la cúspide- sobre tres plataformas de hormigón dispuestas entre la podada copa. Las cosas de ‘el Adriano’…

vapores_3_12_puertosantamariaDe tan singular arquitectura destaca el mirador que levantó sobre la terraza, dando vista a la ría y asentado sobre ocho columnas a modo de un templete circular en las que descansa una cúpula nervada (muy similar al del Palacio de Ferrer, al fondo de la foto de Cienfuegos adjunta), y rematando el conjunto, la estatua de un hombre, el propio Antonio Fernández, que simboliza el regreso del indiano, portando una gabardina bajo el brazo, a sus pies una maleta (de aquí el nombre con el que es conocida la casa), y levantando con el otro brazo un faro, que de noche emitía destellos, símbolo del éxito alcanzado y guía para quienes siguieran el camino que él emprendió en su juventud. /En la imagen de la izquierda, el cenador del centenario tejo con la familia de ‘el Adriano’

Del interior de la casa resaltaría las cinco placas de mármol que Antonio dispuso en 1925 en las paredes de una de las estancias, que recogen otras tantas reflexiones filosóficas con estos encabezamientos: LA PATRIA, LO PASADO, EL PRESENTE, EL PORVENIR y QUEDA DISPUESTO. De la lectura de los textos deduzco, junto al testimonio que me contó un familiar, que Antonio fue un hombre comprometido con su tiempo, universalista, con conciencia de clase, defensor de los derechos de los trabajadores, solidario con sus semejantes, a quienes ayudó en no pocas ocasiones, republicano cuando llegó la República, multado por las autoridades franquistas cuando llegó el Movimiento...; más allá de ideologías, diría yo que un humanista librepensador. Y muy peculiar. Su lema, también grabado en la casa, era El trabajo es mi Dios y el mundo mi tumba. Falleció en 1946, sin tiempo para haber construido el tercero de los Adriano.

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La figura de Antonio Fernández dominando la ría de Ferrol desde el mirador de su casa.

DEL GUADALQUIVIR AL GUADALETE.
Antonio nunca olvidó, por todo lo que le dio, a Cuba. Así que cuando se enteró de que iba a estar presente con un pabellón en la Exposición Iberoamericana, decidió, después de 29 años alejado de la isla, reencontrarse con ella en Sevilla y organizar el periplo turístico con miras económicas que llevaría al Adriano I al Guadalquivir y, tras el evento sevillano y el acuerdo con José María Millán, a la bahía de Cádiz, en un viaje sin retorno.

No puedo precisar cuándo llegó el Adriano I al Guadalete. Siempre se ha dicho y escrito que en el mismo año 29, pero la documentación que poseo no lo corrobora. En cualquier caso, no fue hasta el 15 de junio de 1930 cuando por primera vez comenzó a anunciarse en la Revista Portuense el nuevo servicio de pasajeros entre El Puerto y Cádiz, seis días antes de que en Sevilla concluyera la Exposición Iberoamericana.

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El Adriano I (1927-1955) en el Guadalete, frente al Parque Calderón y la Casa de Rivas (hoy Romerijo).

Vivía entonces El Puerto buenos tiempos para el tráfico de barcos en el río y la bahía. En mayo del 29 se constituyó  la ‘Comisión Administrativa del Puerto del Guadalete’, dirigida por el ingeniero Ignacio Merello Llasera (tío de Rafael Alberti). Hasta los primeros años 30 la Comisión promovió, entre otras obras, el dragado del río, la apertura de un nuevo canal en su embocadura, la construcción de un nuevo muelle del Vapor, la de un transbordador aéreo de sal para transportarla desde la salina de La Tapa a las bodegas de los barcos (desmantelado a fines de los años 60), y una fábrica de cementos Portland. Con tales acciones creció considerablemente el tráfico marítimo de mercancías, permitiendo la entrada en la ría del Guadalete de buques de hasta 1.700 toneladas. La guerra civil y los primeros años de la posguerra paralizaron las expectativas nacidas durante la dictadura de Primo de Rivera y la Segunda República.

En 1930, las condiciones estaban dispuestas para que comenzara a navegar entre El Puerto y Cádiz el Adriano I, el que construyó un singular gallego en un pequeño astillero de la ría de Ferrol. Todo un personaje. (Texto: Enrique Pérez Fernández) Continuará

Más Capítulode de  Los Adriano: Historia de una tradición.
Capítulo 1. Los vapores (1840-1929). Nótula 1.986
Capítulo 2. Los faluchos. Nótula 1.993.

 

 

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El Cádiz tras la explosión en el muelle del Vapor. Detrás, en el centro, el Hotel Vista Alegre.

Ocurrió  a las doce y cuarto de la noche del 9 de julio de 1929. Tenía que haber sido una noche más, pero el destino quiso que para el vapor Cádiz fuera la última. Estando atracado en el muelle del Vapor, su caldera explotó al quedarse sin agua. Tres embarcaciones pesqueras, además del vapor, se fueron a pique, ocasionando el estampido el repentino susto a más de medio Puerto así como graves desperfectos en los tablones y herraje del muelle y la muerte a Joaquín Cano Paz, Carichi, un popular vendedor de coquinas que en la Plaza de Abastos se buscaba la vida y que en el Cádiz acostumbraba pernoctar. Se recogieron trozos de maderas y cristales del vapor a más de 50 metros del muelle. En noviembre una grúa pontona extrajo los restos de la embarcación, costando la operación 3.000 pesetas.

El suceso lo reflejaron los Niños vestidos de corto en el Carnaval de 1930. Así decía  la copla de Joaquín Suano: “Cádiz de mis entrañas, vapor del Puerto, Dios lo tenga en la gloria al pobrecillo que se quedó muerto. Estábamos en el Parque con papá Suano, y venían los tablones, las planchas y los pasamanos. Los pasajeros que ahora se embarcan no se marean, ya no molesta el humo que echa la chimenea. Del mismo susto mamá Gatica se desmayó, se le retiró la leche y nos cría a biberón.

Más allá del funesto percance, la explosión del Cádiz conllevó el fin de un largo periodo y el comienzo de la saga de los Adriano. Después de 89 años surcando la bahía para cubrir ‘la carrera’ (como se llamaba, ya en el siglo XVIII, a la travesía entre El Puerto y Cádiz), los vapores de pasajeros dejaron de cumplir para siempre su tradicional función. Al Cádiz le tocó ser el último vapor. Todo comenzó a fines de 1840…

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El Real Fernando en dibujo de Antonio Fitz, 1819. Museo Naval de la Torre del Oro de Sevilla.

EL BETIS

El 12 de diciembre de 1840 el Ayuntamiento otorgó la primera concesión del ya denominado muelle del Vapor –en el mismo lugar que hoy- a la gaditana Sociedad de Retortillo (promovida por José María Retortillo Imbrech) para el embarque y desembarco de pasajeros y cargamentos de su vapor Betis; que llevaba tras de sí una destacada historia, pues fue, con el nombre de Real Fernando con el que fue bautizado, el primer barco de vapor abanderado en España.

Construido en Triana, en el astillero de Los Remedios, se botó el 30 de mayo de 1817 por la Compañía de Navegación del Guadalquivir  para cubrir la línea entre Sevilla, Sanlúcar y Cádiz. Su casco era de madera, achatado, de poco calado y revestido con planchas de cobre. La máquina, inglesa, impulsada por ruedas de paletas situadas en los costados le permitía navegar a 6 nudos. La chimenea se alzaba en la mitad del casco, y debajo estaba el compartimento de la maquinaria, aislado con una cámara rellena de serrín para disminuir el calor que desprendía la combustión del carbón. El flamante vapor costó 20.000 pesos.

vapores1_3_puertosantamariaAl paso de los años, el Real Fernando o el Fernandino, rebautizado como Betis, cambió las aguas del Guadalquivir por las del Guadalete. En ellas seguía en julio de 1843, cuando en él embarcó un ilustre pasajero: el español más conocido de su tiempo, el general Baldomero Espartero, que alcanzó la más alta instancia del Estado en mayo de 1841, cuando asumió la Regencia. Su gobierno, caracterizado por una decidida política progresista y un talante cesarista, le granjeó en los tres años que duró su mandato la enemistad de muchos. Sublevados al general algunos compañeros de armas (Narváez, Serrano…), comenzó la huida de Espartero hacia el sur…   /En la imagen de la izquierda el general Espartero retratado por José Casado de Alisal. Congreso de los Diputados.

La noche del 29 de julio de 1843, perseguido por una columna militar, entró, a caballo, en El Puerto, siendo aclamado por sus incondicionales en el Café Nuevo, en la calle Larga. Aquí pernoctó, en la casa de doña Manuela del Castillo (la misma en la que en octubre de 1823 se hospedó Fernando VII), y al amanecer, acompañado de sus más fieles seguidores (entre ellos, el alcalde, Francisco Nicolau), en el muelle del Vapor embarcó en el Betis para Cádiz, de donde partiría, en el navío Malabar, rumbo a su destierro en Inglaterra. Lo contó Pérez Galdós en el relato Bodas Reales (cap.V) de sus Episodios Nacionales: “Espartero llegó al Puerto de Santa María sin más ejército que su escolta, sus ayudantes y un grupo de fieles amigos […] Refugiados en el vapor Betis, firmó el Regente su protesta, último resuello de un poder expirante”.

LOS VAPORES DE LASERRA Y DEL CORRAL

vapor1_4_puertosantamariaEl Betis fue remplazado en marzo de 1844 por el Veloz, propio del vecino de Cádiz Rafael Laserra. Pero el negocio no prosperó –los altos impuestos del Ayuntamiento- y a los tres meses el vapor se fue a Sevilla. Lo sustituyeron en agosto del 45 dos vapores de Pedro del Corral, de fabricación inglesa, el Andaluz y el Infante Don Enrique. Éste llegó desde las rías gallegas, donde cubrió la línea La Coruña-Ferrol (la misma que casi un siglo después realizó el Adriano I antes de su arribo al Guadalquivir y a la bahía de Cádiz). En él embarcó, en noviembre de 1846, el autor de Los tres mosqueteros, Alejandro Dumas, de cuya travesía dejó constancia en su libro De París a Cádiz (1847). Ambos fueron sustituidos en 1848 por un tercer vapor del mismo empresario, el Nerea, que continuó haciendo las travesías durante dos años y para el que se construyó una casilla de despacho de los ‘boletines’ al lado del muelle, frente a la recién inaugurada Posada de Vista Alegre.  /En la imagen de la izquierda, Alejandro Dumas (1802-1870).

LOS AÑOS DE GONZÁLEZ DE PEREDO, 1847-1872

vapor1_5_puertosantamariaLa corta permanencia de estos primeros vapores cambió a raíz de la concesión del servicio que el Ayuntamiento le otorgó en junio de 1847 al santanderino, avecindado en Cádiz, Juan González de Peredo. Durante un cuarto de siglo, hasta 1872, sus dos vapores, el Hércules y el Relámpago prestaron la función de forma simultánea e ininterrumpida. Antes, por encontrarse en ruina, Peredo sufragó la construcción de un nuevo muelle a cambio de su uso exclusivo. Y en la calle Puerto Escondido instaló los almacenes y la fragua de su empresa, y enfrente (antes de que se ganara al río el espacio que en 1895 ocuparía el Parque Calderón) en 1854 levantó otro muelle. Este año, en agosto del 54, recaló en El Puerto otro escritor francés, Antoine de Latour, que hizo la travesía en uno de los vapores. Lo contó en su obra La Bahía de Cádiz: “...a cierta distancia de la desembocadura, se eleva el Puerto de Santa María, o, como lo denomina la gente, el Puerto. Se comunica con Cádiz mediante un servicio de vapores que hacen el trayecto varias veces al día, siguiendo el horario de las mareas. El único obstáculo que encuentran es la barra del río cuya movilidad es a veces peligrosa para las barcas pero que sólo constituye un obstáculo y retraso para los vapores. [...] El vapor, cargado de pasajeros hasta zozobrar no es suficiente para tal número de curiosos; [...] Como ya dije, del Puerto de Santa María se va a Cádiz en un vaporcito que hace la travesía en menos de una hora. Cuando el tiempo es bueno y el mar está en calma es un agradable paseo, sobre todo si algún guitarrista quiere amenizarlo con sus canciones.” /En la imagen de la izquierda, Antoine de Latour (1808-1881).

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Y proseguía contando en verso su experiencia de aquella jornada en el Hércules o el Relámpago cuando un joven ciego acompañado de una guitarra cantó algunos romances y coplas de tono picante de las que circulaban por la Baja Andalucía a mediados del XIX. Debió pagar Latour 5 reales si hizo el viaje en popa, o 3 rs. si ocupó la proa, que entonces eran los precios de los boletines.

LA FAMILIA MILLAN, 1872-1929

Recién disuelta la empresa de González de Peredo, el 28 de octubre de 1872 comenzó la que andados los años se convertiría en la etapa más prolongada -57 años continuados- de la historia de los vapores de pasajeros entre El Puerto y Cádiz, por obra del emprendedor y naviero gaditano Antonio Millán Carrasco, fundador de la ‘Línea de vapores Millán’. Primero solo y luego con sus cuatro hijos (Antonio, José María, Salvador y Federico M. Núñez, bajo la sigla comercial ‘Antonio Millán e Hijos’) conformó, desde sus oficinas de la gaditana calle Nueva esquina a San Juan de Dios, una amplia flota de vapores que empleó en distintas rutas: en la bahía, además de la indicada, de Cádiz a Puerto Real, a La Carraca y al Dique de la Trasatlántica; con destino a otros puertos andaluces: Algeciras, Gibraltar, Sanlúcar, Sevilla y Huelva; a otros puertos peninsulares por las rutas del Mediterráneo y del Cantábrico; a las plazas norteafricanas de Ceuta, Tánger, Larache, Mogador y Casablanca; y a las Canarias. Al fallecer el fundador hacia 1916, los hijos continuaron  su labor agrupados en la sociedad ‘Herederos de Antonio Millán’.

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La plaza de las Galeras desde el muelle del Vapor de Millán. La caseta a dos aguas de la derecha era un urinario público.

En 1891 se instaló en la margen izquierda del río, frente a la calle Valdés, un varadero-emparrillado para la reparación y limpieza de los vapores. Y en 1901, tras largos e infructuosos intentos siempre paralizados por la burocracia municipal, consiguió construir un nuevo muelle del Vapor (el que destrozó el Cádiz en 1929) que remplazó al viejo y destartalado que levantara Glez. Peredo en 1848.

Fue tradicional que la llegada de los vapores al Puerto se anunciara con dos pitadas, al pasar por la plaza de la Pescadería y al atracar al muelle. Y cuando partía a Cádiz, con tres sonoras pitadas, tal como lo continuaron haciendo -¿a que las oye todavía?- los Adriano.

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Que me conste, ocho fueron los vapores de la familia Millán que se emplearon en la línea Cádiz-El Puerto. No siendo posible aquí hacer una detallada historia de cada uno, me limitaré a apuntar la relación de los sucesivos vapores que se incorporaron a la travesía, no sin antes decir que en los primeros años, entre 1874 y 1879, la empresa de Antonio Millán tuvo la competencia de la llamada ‘Vapores del Puerto’, del gaditano Simplicio José Navarro –que había sido su socio-, quien puso en servicio el vapor Luisa, expresamente construido para cubrir la travesía y de la que fue patrón el portuense Andrés Montes.

DE EL PUERTO A CÁDIZ. 

El servicio entre El Puerto y Cádiz lo inauguró en octubre de 1872 el San Antonio, cubriéndolo hasta 1883. Ocupado luego en otras líneas en la bahía, continuaba activo en diciembre de 1902, cuando entró en el Guadalete remolcando una balandra cargada con maquinaria para la fábrica de cervezas de los hermanos Tosar de la calle Larga.

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Imagen propiedad del Centro Municipal de Patrimonio Histórico.

El Emilia (el nombre de la esposa de Millán) prestó la función, siendo su patrón el portuense Joaquín Gómez Roldán, entre 1883 y 1895, compartiendo los viajes a partir de 1888 con el Puerto de Santa María, que continuó hasta 1921, cuando dejó de surcar la bahía transportando pasajeros para reconvertirse en una gasolinera mercante.

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El Vapor Cádiz. /Foto: Archivo Luis Suárez Ávila.

En 1895 se incorporó a la flota el Cádiz, acaso el más emblemático de los vapores de los Millán, el del trágico fin en el verano del 29. (Un año antes sucedió en él otro suceso: al acceder al vapor su patrón, Antonio Bruzón, resbaló, se dio un golpe en el vértice de la cabeza y pereció ahogado. El cadáver se recuperó a los tres días, frente a Luja.) El Cádiz se botó en el gaditano astillero de Vea-Murguía el 6 de marzo de 1894, por iniciativa del naviero gaditano Modesto Martínez Escauriaza, pero no pasó a manos de Antonio Millán, por compra al extractor de vinos jerezano Ricardo Ivison, hasta abril del 45. Tenía 30 metros de eslora, 5 de manga y 2 de puntal, desplazando 183 toneladas con motores de 200 caballos. Fue diseñado por la empresa londinense ‘Novelli y Cía’. Al principio tenía capacidad para 210 pasajeros: 150 en dos cámaras (de primera en popa y de segunda a proa) con dobles hileras de bancos, y 60 bajo una toldilla central con bancos corridos. En 1917 fue reformado íntegramente, pasando a tener cabida para 320 (el Adriano III, con 5 metros menos de eslora, podían ocuparlo 200 pasajeros).

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 A bordo del Vapor Cádiz. /Foto: Archivo Luis Suárez Ávila.

vapores_anuncio_1903_puertosantamariaEn marzo de 1901 comenzó a navegar el Puerto Real, también construido en el astillero de Vea-Murguía y con diseño basado en el Cádiz, aunque algo menor: 27 metros de eslora, 5 de manga y 1’88 de puntal, desplazando 100 toneladas. Tenía la particularidad de que los interiores de las cámaras se decoraron con motivos árabes. Muy bonito, sí, pero sus prestaciones dejaron mucho que desear, originando frecuentes quejas de los viajeros, especialmente por su limitada y desesperante velocidad. Al año de botarse, en abril de 1902 se incorporó a la travesía el Mercedes (el nombre de una hija de Millán), hasta entonces dedicado a la línea  Algeciras-Gibraltar, que al contrario que el Puerto Real, por su comodidad y rapidez contó con el beneplácito de los viajeros. Ambos dejaron de hacer la travesía ya mediado los años 10. /En la ilustración de la izquierda, anuncio del Vapor en la Revista Portuense, año 1903.

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El vapor Cádiz. /Foto: Colección Miguel Sánchez Lobato.

En 1914 se sumó a la flota el Violeta, que no era un vapor, sino un barco con motor de explosión alimentado con gasolina, aunque, por la tradición acumulada, se le continuó llamando vapor, como continuaría ocurriendo hasta nuestros días con las motonaves de los Adriano. Aún cubría la travesía en el verano de 1926, al tiempo que las compartía con el Cádiz y, sólo en ocasiones puntuales en la década de los 10, especialmente cuando en el coso portuense se celebraban corridas de toros, con el Cristina.

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El Cádiz, el último vapor. /Colección Manuel Pacheco Albalate.

Tradicionales fueron aquellos auténticos DÍAS de toros de antaño, cuando la bahía se poblaba de todo tipo de embarcaciones para asistir a los espectáculos. En ocasiones, los vapores –por ejemplo el Infante Don Enrique en 1846- remontaban el río –ay, Guadalete- hasta el embarcadero de El Portal para recoger a los aficionados jerezanos, al igual que lo hacían con los isleños en el puente Suazo.

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A bordo del Cádiz con sombrero jipi japa. /Foto Colección Miguel Sánchez Lobato.

Larga historia la de los vapores de pasajeros entre Cádiz y El Puerto, como después fue la de los Adriano, pero no tan dilatada como la de los legendarios ‘barcos del pasaje’, la de los faluchos que cubrieron la carrera antes de los vapores. De ellos escribiré en una próxima entrega. /Texto: Enrique Pérez Fernández. 

Una joint venture, es un tipo de acuerdo, una aventura conjunta, una alianza estratégica o, llaménlo como quieran, el asesoramiento que José Luis Jiménez Alcázar, anterior regente de ‘La Solera’ (ver nótula núm. 700 en Gente del Puerto), está haciendo a Francisco Gómez Bernal, en ‘La Herrería’ junto a su madre, Isabel Real Sánchez (ver nótula núm. 116 en Gente del Puerto), en poner menús diarios a muy buen precio: 7 euros iva incluido, sin la bebida, en el señero establecimiento de la Plaza de la Herrería.

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Francisco Gómez Bernal y José L. Jiménez Alcázar, delante de 'La Herrería'.

Francis es un hostelero bastante inquieto que, constantemente, está buscando nuevas fórmulas de gestión y ofrecer nuevos productos a su clientela. Sin abandonar la base de la cocina tradicional portuense, se adentra en la nueva cocina que demanda el mercado. Ahora no cierran el comedor al medio día, para dar servicio a todo aquel rezagado que quiera disfrutar de sus menús ya sea por el horario español o el europeo.

‘La Herrería’ está recuperando aquella clientela fiel que había cosechado con sus espectaculares menús Jiménez Alcázar durante los casi cinco años que ejerció en la calle Ganado, en el pequeño salón de ‘La Solera’.

COCIDO MADRILEÑO.

Ya ha instaurado los miércoles con el Cocido Madrileño y sus tres vuelcos. Primer Vuelco: ‘Sota’. La Sopa. «Nada mejor que la sopa, que sonroja las mejillas, y entra sola calentando, de la nuez a la espinilla». Segundo Vuelco ‘Caballo’: Garbanzos y Verduras. «Los gabrieles son las joyas, de este bendito Madrid, los comemos ‘remojaos’ con vinillo del país». Tercer Vuelco ‘Rey’: Las carnes. «Las carnes engalanadas, terminan la ceremonia, es ‘pa’ chuparse los dedos y ‘pa’ rebañar la olla’. Al final ofrecen un postre casero.

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Pero es que los sábados en los menús tienen fijo el arroz negro con sepia, y el domingo la paella. Otros menús singulares tienen como protagonistas al estofado de  lentejas con chorizo y verduras, una fabada extraordinaria con compongo tratada para producir nula flatulencia, unas patatas riojanas, y combinaciones que llevan generosos lomos de merluza en sobreusa, pollo de campo al ajillos, pimientos del piquillo rellenos de bacalao, brochetas de solomillo al bacon, carrilluda ibérica estofada, frituras variadas, e incluso mariscos. Y los postres caseros. Y a 7 euros.

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Además, ahora para las navidades han creado una serie de seis menús que son toda una evocación de la antigua hostelería porteña que van desde los 16 a los 28 euros, en el que, por cierto incluyen el famoso arroz con bogavantes: Menú ‘La Antigua de Cabo’, Menú ‘El Resbaladero’, Menú ‘Los Dos Deditos’, Menú ‘Los Tres Reyes’, Menú ‘Casa Lucas’ y Menú ‘Puerto Bar’. Un recuerdo a las navidades pasadas están en la nótula núm. 1.605 en Gente del Puerto. 

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Comienza la temporada de galeras. Ya se pueden encontrar en el mercado las ‘pintonas’ y en diciembre han aparecido también las de coral. El Bar ‘El Pescaíto’ las ofrece en una crema.

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Los hermanos Antonio y Enrique Gago, flanqueando a la cocinera del Pescaíto, Concepción Garrido, presentando una fuente de boquerones en adobo listos para freír

Las pintonas son las primeras de la temporada. Han empezado a aparecer hace un par de semanas. Se les conoce con este nombre porque empiezan a tener algo de coral, muy poco, pero ya están llenas de carne. Son las que preceden a las de “coral”, las perseguidas por los aficionados y que contienen a lo largo de todo su cuerpo una larga barra de color naranja, las huevas, con un intenso sabor. Los hermanos Gago, que regentan el bar restaurante El Pescaíto de El Puerto de Santa María, todo un especialista en este producto esperan que las primeras galeras de coral estén disponibles a mediados a diciembre: “aunque todo dependerá de las mareas y que haya temporal. Si lo hay pronto empezarán a cogerse”.

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La crema de galeras de El Pescaíto de El Puerto de Santa María.

En el establecimiento aprovechan las pintonas para hacer una crema de galeras. “Lo que hacemos es cocer las galeras y con el jugo que sueltan preparamos una crema que tiene mucho sabor a marisco. Como toque final le ponemos unos picatostes, algo de hierbabuena y un poco  de nata, para darle un toque más cremoso”. El plato se sirve a 7,50 euros y ya, al ser temporada, lo tienen todos los días. /Texto y fotos: Pepe Monforte.

Más información de ‘El Pescaíto’, en GdP, nótula núm. 585

 

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Manuel Plaza Marquez se encuentra al frente de la Taberna del Puerto, la antigua taberna de ‘La Manzanilla’ situada en Puerto Escondido, 1, frente al Parque Ruiz-Calderón. Nuestro protagonista ha trabajado en la hostelería con anterioridad en los restaurantes de Los Portales y El Gaucho, entre otros. Propiedad de Taberna La Alegría, S.L., Manuel defiende la Taberna del Puerto y la trabaja como si fuera suya. Y, entre la magnífica selección de productos gastronómicos de la provincia de Cádiz, destacan los guisos que Fay Blanquer Velázquez prepara para los clientes de la parroquia: menudo, berza, ajo caliente, carne en salsa, salmorejo, ... muchos de ellos, degustaciones gratuitas. Son sabores antiguos, que aprendió en su familia, de su madre y que tiene a bien compartir con quienes se acercan a probar esos guisos de toda la vida, que muchos añoran, con tanta comida rápida y gustos importados.

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Una vista de esta taberna con solera.

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Un grupo de clientes de la marina de Colombia, haciéndose una instantánea delante del establecimiento.

Una interesante carta bilingüe que atrae a propios y visitantes: llamarle a una berza ‘cabbage’, al menudo ‘stew’, a la mojama de Barbate ‘dry-cured tuna’, a una mella canutera con pimientos ‘mackerel with pepper’ o a unas huevas aliñadas ‘roe salad’, pone e impone. Entre los embutidos ibéricos se pueden encontrar el queso payoyo, chicharrones de Chiclana, morcón y butifarras. Y de las conservas de Barbate, además de la mojama y la melva, patés de atún y mella. Las anchoas ahumadas y los boquerones en vinagre de gran formato merecen ser probados.

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Fay Blanquer, preparando un ajo caliente que se califica solo por la vista.

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Una vitrina con productos de Barbate.

En la antigua taberna de La Manzanilla siempre había vinos a granel, descansando en un altar de de botas tal y como hoy, donde se pueden comprar para la calle o beber in situ, vinos finos, olorosos, cream y moscatel y mosto de la cosecha de 2013, ya que han participado en la I Ruta del Mosto.

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El altar de botas con vinos de El Puerto y el marco del Jerez.

Este pequeño cachón de medias botas, se denomina 'altar', siguiendo el símil litúrgico al que son afectos en el Marco del Jerez con las bodegas catedrales y los vinos de sacristía, esos que son los mejores y se guardan en un sitio especial.

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La Discoteca Galaxía forma parte del imaginario paranormal reciente de la provincia de Cádiz. Allí trabajaba en 1982 Antonio López Torres “’el Gorri’, (ver nótula núm. 1.570 en GdP),  como portero del local de la noche una de las principales de la época, situada en la calle San Bartolomé. De hecho vivió un incidente desagradable en aquel trabajo, no precisamente paranormal. Antes el edificio había sido el Hostal San Nicolás, propiedad de doña Irene, al que la ciudadanía conocía por otras actividades además de la de Hostal y después de ser Discoteca Galaxia, la sede de NTV, (Nueva Televisión) mayoritariamente de contenido publicitario. En la actualidad son unos modernos apartamentos tras la impecable rehabilitación de la que fue objeto hace unos años. La discoteca, muy frecuentada por militares, había tenido una carbonería en una accesoria propiedad de José Oncala Merino (ver nótula núm. 1.159 en Gente del Puerto).

Los problemas paranormales surgen cuando el ambiente se enrarece, no por circunstancias de relaciones entre los trabajadores, sino porque había algo allí que producía malestar, negatividad… Los empleados no querían estar demasiado tiempo en el lugar solos por las malas vibraciones que captaban y por miedo a lo que no veían… “El Gorri” no subió nunca a la planta alta sin ser acompañado, afirma que “teníamos mucho miedo”. Había veces que los camareros salían corriendo a la calle, lívidos, pálidos, afirmando que escuchaban extraños ruidos a los que no encontraban explicación

antoniolopeztorres_gorri4_puertosantamariaAsí se produce otro incidente aterrador cuando un grupo de baile procedente de la capital gaditana se afanaba en sus vestimentas y preparativos para llevar a cabo una representación en la discoteca. De repente “El Gorri”, que estaba ejerciendo sus funciones de portero, escucha unos llantos y gritos, sorprendido y con miedo “cogí una ‘tranca’ y me adentré en la discoteca, me di cuenta que los sofocos procedían de la planta superior. Cuando llegué hasta el origen de los mismos la estampa era desoladora: Chicos y chicas de entre 18 y 23 años se encontraban arrinconados contra la pared, con la mirada fija en algo que no podía ver, el espectro de un hombre”. Cuando “El Gorri” hizo acto de presencia en la habitación, el fantasma atravesó literalmente el cuerpo de este lo que hizo enloquecer aún más a los jóvenes. /En la imagen de la izquierda, Antonio López Torres 'El Gorri'.

Investigando el caso de estos fenómenos extraños se descubrieron antiguos usos del viejo edificio a lo largo de su historia, pero no se han hallado ningún hecho que pueda explicar la aparición de los fenómenos.

La discoteca “Galaxia” cerró. Los actuales vecinos del inmueble que no quieren hablar de si ocurren o no sucesos extraños o paranormales en sus casas. El misterio de la discoteca “Galaxia” es más de los fenómenos paranormales que se han vivido en El Puerto de Santa María. / Texto: J.M. García Bautista.

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The Milkyway Express

El Puerto de Santa María es durante el resto del año una ciudad con escasa actividad musical (una verdadera lástima) pero cuando llega el Monkey Week se convierte de verdad en la ciudad de la música y los portuenses lo agradecen año tras año. Sin duda el mejor ejemplo es el gran ambiente que presenta la Plaza Alfonso X durante todo el festival con certificación incluida (había hasta notario presente).

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Jesús Bragado 

Esta edición, el Deezer Monkey Week 2013, repetía el esquema instaurado en el 2012: showcases desde las 12.00 de la mañana hasta las primeras horas de la noche (20 - 21 horas) en diversas salas de la ciudad para luego concentrar la actividad nocturna en la Sala Mucho Teatro con 2-3 salas más para dar diversas opciones a la gente. Cierto es que se pierde la esencia de los conciertos de noche en escenarios tan mágicos como el Monasterio de la Victoria, pero esta organización es la que más comodidad (y seguridad) ofrece de todas las combinaciones que ya se han ido probando a lo largo de las distintas ediciones.

Pistoletazo oficial al Monkey Week 2013 en la Plaza Alfonso X con el concierto de La Selva Sur, un grupo formado en Sevilla por miembros de diferentes bandas con un gran mestizaje en sus canciones. Ritmos muy bailables y gran dosis de buen rollo para la presentación de su nuevo disco Vacaciones en el infierno.

Una constante en el Monkey Week es el cambio de escenarios. Es lo que pasa cuando en 2 días se concentran más de 100 conciertos en 8 localizaciones diferentes, pero no vamos a negar que tiene su encanto. Primera visita del día a la Sala Milwaukee para ver parte del concierto de los madrileños The Parrots, una banda que todavía no tiene sello discográfico que los edite, pero que tras las buenas sensaciones mostradas en el escenario y la contundencia de sus notas no creemos que tarden el aparecerles las ofertas.

Nuevo cambio de escenario, ahora le toca el turno al Niño Perdío, un local que en el Monkey Week encuentra ese plus que el resto de año le falta, para ver a Icarus Crah, aunque debido a los retrasos en las actuaciones (una constante en el festival) nos llevamos de regalo un par de canciones de los Madrileños Sonograma, que no sonaron pero que nada mal. Tras el cambio de instrumentos, ahora sí, llega el turno de los malagueños Icarus Crash, muy contundentes y con la sensación de ser todo unos veteranos en esto de la música. "Aquí hay buena materia prima" sentenció uno de nuestros corresponsales. Dicho queda. Por si hay alguna duda de sus influencias.

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Lovely Rita 

 Nueva visita a la Sala Milwaukee para disfrutar del folk rock de Mar Merino y la producción de Paco Lamato, o lo que es lo mismo, Lovely Rita. Sin duda este showcase le venía como anillo al dedo a la Sala y la Sala al showcase, de manera que pudimos disfrutar de un buen rato de músicaNuevo cambio de escenario, en esta ocasión con destino La Cristalera, un local cuya terraza es un balcón al río Guadalete y que en el Monkey Week brilló de manera especial.Poco tiempo tuvimos para poder calibrar a Los Jaguares de la Bahía, banda que se encuadraba dentro del III concurso de bandas jóvenes, aunque el público congregado en el local daba muestras de agrado, buena señal sin duda.

Mejor escenario no podían haber elegido The Sweethearts from America, surgido de la unión de miembros de otras bandas como Diastech, Salieri, Tannhäuser o Miraflores. En El Rodeo lo que más apetecía era tomarse una copa de bourbon escuchando el sonido mezcla de country y rock de Paco Campano (alias Franck Cowbell) y los suyos. Aunque de reciente creación, su sonido fue profundo con letras basadas en la temática americana. No nos cabe duda que con el encaje del tiempo y su buen hacer irán a más.

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The Sweerthearts from America

Por fin llegó el momento de realizar la primera visita al Teatro Pedro Muñoz Seca, que este año lucía de una manera espectacular con el escenario SON Estrella Galicia ubicado en el escenario principal del teatro, y disfrutar del concierto de Josephine Foster. Su voz tan característica, la dulzura de sus melodías y la compañía sobre el escenario de Lorena Álvarez sirvieron de ingredientes principales para que Josephine cocinará un concierto rico rico y dejara encandilado a todo el público presente.

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Josephine Foster

Siguiendo en la línea de Josephine Foster pero dando un salto cualitativo en cuanto a decibelios llego The Milkyway Express con su mezcla de rock y blues. Desplegaron todos sus movimientos en el escenario con armónica incluida para presentar su segundo disco "One Day in Summer". Las ganas que tenían por agradar se notaron y eso hizo que el público se contagiara de sus ritmos rockeros.

Mientras ya se sucedían las actuaciones en el Mucho Teatro en Burladero decargaban los simiescos Pelo Mono. Grupo formado por Pedro de Dios de Guadalupe Plata (mono a la guitarra) y Antonio Pelomono de Los Fabulosos Macarrones (mono a la percusión), dieron rienda suelta a sus ritmos de rock y blues, agradando al personal encapsulado en el pequeño recinto de la sala.

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Aurora 

Lo que ocurrió en Mucho Teatro ya es otra historia. Nombres importantes y de los que mucho se ha esrito ya, como los recuperados para los escenarios Chucho, los productivos y europeizados The Posies y la nueva joya de la cantera granaína Aurora. La irrupción en la escena indie de estos chicos ha sido de lo más remarcable de este año, el potencial es indicutible pero al verlos en directo chirría la descompensación entre la madurez personal y la musical. La actitud de los componentes dificulta la credibilidad de sus canciones y el protagonismo en el directo no está bien repartido (o más bien el anti-protagonismo, que es lo que se estila en estos grupos). Por otro lado, temas como Transparente o Desaparecer y en general su disco Géminis son auténticos pelotazos, pero encasillados en aquella corriente que ya se encargaron de explorar y explotar sus antecesores musicales en la misma Granada desde el siglo pasado. Esperemos que cuando pase la vorágine que rodea a este lanzamiento tengan el tiempo y la valentía necesarios para reflexionar y decidir hacia donde quieren llevar el talento que atesoran.

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The Posies

La jornada tocaba a su fin pero mientras las actuaciones iban finalizando, las barras y escaleras de Mucho Teatro eran un perfecto retrato de ese buen rollo y caldo de cultivo entre músicos, prensa y gente de la profesión en general que genera el Monkey Week. Como muestra simpática dejamos unas microentrevistas que realizamos a alguno de los personajes allí presentes como Charlie Riverboy (The Milkyway Express), Lomas (Expertos Solynieve), Paco y Euse (Oso Leone) o Juanky Smith (Icarus Crash), por supuesto con su consentimiento, aunque no sabemos si con plenas facultades mentales... /Texto MusicZine. Fotos: Jesús Bragado.

 

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El periodista porteño de la cosecha de 1984, José Pablo García Baez (nótulas en GdP núm. 661 y 1523) y la también periodista sevillana María José Morón Gómez inician en una semana un ambicioso proyecto: ‘La Vuelta al Mundo Low Cost’, o lo que es lo mismo, viajar durante casi un año al menor coste posible conociendo mundo...   dándonos pistas de como hacerlo. Afirman estar hartos de la situación que viven los jóvenes en nuestro país. «Por eso, durante un año y a lo largo de cinco continente, hemos decidido hacer realidad un sueño y mandar todo a ‘tomar por mundo’. No se nos ocurría mejor manera de hacer que dejar lo cotidiano, colgarnos nuestras mochilas y descubrir nuevos países, culturas y ciudadano de nuestra misma Tierra».

Vídeo del proyecto la Vuelta al Mundo en Low Cost 

“Teníamos dos opciones: o quedarnos cruzados de brazos o echarle valor”, dicen casi al unísono. Sin prestación por desempleo, calcularon cuánto iban a gastarse si se quedaban en Sevilla el próximo año y se dieron cuenta en qué iban a gastarse el dinero que habían ahorrado con esfuerzo en los últimos años. Así que lo tuvieron claro: optaron por el plan B y el 11 de noviembre se van de España: “Hemos decidido hacer realidad un sueño y mandar todo a tomar por mundo”. José Pablo y María José van a darle la vuelta al planeta con un presupuesto low cost: 20 euros diarios. No hay miedo: “Estar diez meses dando la vuelta al mundo es más barato que vivir en España un año”. “Estamos seguros de que saldremos de esta, pero mientras salimos o no, la vida son dos días”, aseguran. En total se gastarán, cada uno, unos 7.000 euros en 250 días de viaje por una veintena de países.

En la web www.atomarpormundo.com irán contando sus pasos por los países que visiten y, sobre todo, añadirán información práctica que puede ser de gran utilidad para futuros viajeros por el mundo. Ponen en práctica el crowdfunding, o lo que es lo mismo: ‘Financiación Colectiva’, acto solidario de moda en los últimos años para financiar proyectos, esfuerzos o iniciativas de otras personas  u organizaciones con dinero u otros recursos. ‘A Tomar por Mundo’ necesita del apoyo de sus seguidores para continuar con la aventura, mostrar las diferentes culturas y su gente y ofrecer todo tipo de información práctica de como dar la Vuelta al Mundo en un año.

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En el mapa mundi, el recorrido previsto por estos intrépidos viajeros.

El 11 de noviembre empieza la ruta en Londres (Reino Unido), para seguir por Miami (EEUU), México, Guatemala, Honduras, Nicaragua, Costa Rica, Panamá, Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia, Argentina, Brasil, Uruguay, Chile, Los Ángeles (EEUU), Nueva Zelanda, Islas Fiji, Hong Kon y China continental, Vietnam, Laos, Camboya, Filipinas, Indonesia, Singapur, Malasia y vuelta a Londres. Y a su casa aquí en El Puerto, donde también les esperamos.

José Pablo y María José dormirán en albergues, en camas o sofás prestados -Couch Surfing- y viajarán eminentemente en autobús o incluso en caravana, que alquilarán sobre la marcha, porque su billeteRound the world tickets -Tarifa vuelta al mundo- , que les ha costado a cada uno unos 2.000 euros-, les llevará de un continente a otro: el resto es cuenta suya. 250 días. 20 euros de presupuesto diario. No hay más:“Está claro que arriesgamos, pero donde no haces nada es en el sofá de tu casa”.

 

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robertorodriguezgarcia_puertosantamariaRoberto Rodríguez García nació el 25 de octubre de 1973. Es hijo de Baldomero Rodríguez (ver nótula núm. 408 en GdP), conocido en El Puerto por sus muchos años detrás del mostrador del Bar Casa Paco y nieto del también popular Paco Rodríguez Ceballos (ver nótula núm. 1.113  en GdP) quien iniciara a la familia en la pasión por la hostelería y nieto de Balbina, ama de casa y madre de cinco hijos. Su madre es Mercedes García --conocida por su familia y amigos como “Tati”,  y nieto de Manolo García --quien, además de otros oficios, trabajaba en el Ayuntamiento) y de Mercedes Campos ama de casa, quien tuvo la dura tarea de criar a 12 hijos. Nuestro protagonista, Roberto, es el primero de tres los hermanos, junto con Mercedes y Baldomero, ‘Mero’ para los suyos, del matrimonio Rodríguez García. Cuando Roberto nació pasó sus primeros años de vida en la Barriada Caballero. Después de un intervalo de unos años en Valdelagrana se trasladaron al centro, a la calle Sol junto a la Plaza del Polvorista, donde continúan sus padres.

1973

El año del nacimiento de Roberto, 1973, era alcalde de El Puerto Fernando T. de Terry Galarza, (ver nótula núm. 749 en GdP). Bodegas Osborne adquiere las Bodegas Montecillo en La Rioja.

La Academia de Bellas Artes accedía, mediante acuerdo plenario del Ayuntamiento de febrero de 1973 a la cuarta sede de la institución, en la calle Pagador, 1 en la casa del Marqués de la Candia. Se grababan en El Puerto diferentes capítulos de la serie de TVE ‘Rito y Geografía del Cante’, colección de ‘incunables audiovisuales’ sobre el cante flamenco.

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El abuelo de Roberto, Paco Rodríguez Ceballos, en una fotografía junto con el gato que tomaba té en el bar Casa Paco. El gato había venido embarcado de Tánger y traía aquella curiosa costumbre. Desconocemos si el té era moruno o asiático.

Los Charlots, de José Luis Arniz, obtenían el primer premio provincial de comparsas en las Fiestas Típicas Gaditanas (actuales carnavales) de Cádiz. El torero José Luis Galloso encarnaó al rey Melchor en la Cabalgata de los Reyes Magos de El Puerto. Fallecía el Padre Pedro Guerrero González, S.J., el 3 de septiembre. En la misma fecha, pero de 2001, se iniciaría la Causa de Beatificación.

Pero volviendo a nuestro protagonista, las abuelas de Roberto jugaron un papel muy importante en su infancia, como para la mayoría de nosotros, y sus respectivas casas fueron lugar de visita casi a diario, así que tanto la calle Palacios como la Ribera del Río, son calles importantes de El Puerto en la vida de Roberto.

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Roberto, muy pequeño, entre sus padres, Baldomero y Tati.

Estudió en Luisa de Marillac y San Luis Gonzaga. La carrera de la cursó Turismo en la Escuela de Turismo de Jerez, aunque mucho más tarde ampliara conocimientos en la Universidad de Murcia, y realizara un Master en Sostenibilidad y Responsabilidad Social Corporativa en la Universidad de Jaime I de Castellón.

El primer contacto con el mundo turístico y laboral lo tuvo con la Oficina de Turismo de El Puerto, donde realizó prácticas en las oficinas de información y como guía turístico de la ciudad. Ya en el último curso de la carrera realizó prácticas en el departamento Comercial del Casino Bahía de Cádiz.

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El Bar Casa Paco, en los años veinte del siglo pasado.

ESCOCIA Y CANARIAS.

Al terminar la carrera en Jerez, marchó a Escocia con idea de comenzar su experiencia profesional en la industria hotelera. De allí, tras un periodo corto de estancia en El Puerto, se traslada e Alemania con la intención de perfeccionar el idioma germánico.

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El hotel Vulcano, en la tinerfeña playa de Las Américas.

Tras esta etapa, decide regresar a España, y luego de otro efímero periodo en El Puerto, parte hacia las Islas Canarias, Tenerife con el sueño --hoy conseguido-- de desarrollar su carrera en la industria hotelera.  Dos años estuvo trabajando en el Hotel Vulcano de Playas de la Américas, y de allí decidió cambiar de isla, trasladándose a Fuerteventura , para trabajar con la cadena Iberostar.

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Una nevada en el Hotel Palace de Gstaad

SUIZA.

Estando en Fuerteventura, le vuelve la idea de salir de España de nuevo, y decide  marcharse a Suiza a conocer la tan valorada hostelería suiza. Allí entra en contacto con los hotelería de lujo, al trabajar en el Hotel Palace de Gstaad.  Desde Suiza tantea hoteles de alto nivel en Marbella, con la suerte de que le ofrecen la posibilidad de trabajar en el Puente Romano, también de 5 estrellas, y el pensamiento de volver a Andalucía hace que no se lo piense mucho.

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El hotel Fuerte de Marbella.

HOTELES FUERTE.

En Marbella, cambió el Hotel Puente Romano, por los de cuatro estrellas, al ingresar a la cadena hotelera andaluza Fuerte Hoteles. Fue en esta grupo hotelero, en el que su carrera dio un cambio importante, ya que es donde obtuvo su primer puesto de responsabilidad como Jefe de Recepción, y más tarde como Director de Hotel en el Fuerte en Marbella. Mas adelante le ofrecen la responsabilidad de abrir un hotel en El Rompido (Huelva) y allí estuvo de Director hasta que decidió regresar a Marbella, para trabajar en las oficinas centrales de la cadena.

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La prestigiosa escuela de Turismo de Les Roches en Marbella.

LES ROCHES (MARBELLA).

Desde Septiembre de 2009, es profesor en la Escuela Internacional de Dirección de Hotel, Les Roches Marbella. En reputado centro da clases relacionadas con el alojamiento en hoteles, además de sostenibilidad y responsabilidad social corporativa. Desempeña, también, funciones de responsable académico de los cursos tercero y cuarto de los estudios de Grado en Dirección de Hotel.

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De pequeño, con sus padres y sus hermanos, preparados para la Feria en una desconocida y frondosa Plaza del Polvorista.

EL PUERTO EN LA DISTANCIA.

Roberto ve a El Puerto desde la distancia con añoranza. Sobre todo añoranza de los años de infancia y juventud. Ahora disfruta de El Puerto desde los ojos de un turista, porque las fechas que puede visitarlo suele ser la Semana Santa --en especial disfruta del Jueves Santo para ver a  la Humildad y Paciencia, en la que salió con sus hermanos y primos muchos años--, la Feria del Vino Fino, el verano en la Playa de Valdelagrana; aunque aún se acuerda de una caseta que tenía su abuela Mercedes, en la playa de la Puntilla, o cuando puede en el día de la Patrona. Roberto se alegra cuando ve nuevos negocios, bares, restaurantes abiertos, pero también le apena ver como esta crisis también está haciendo que muchos otros se cierren. Espera que pronto pase la recesión económica y que las calles Larga, Luna, Palacios se llenen de nuevo de comercios y alegría.

NUEVA FAMILIA.

Roberto se casó con Virginia, una navarra natural de Carcastillo, en el pueblo medieval de Olite, el 20 de Septiembre de 2002 y en la actualidad tienen dos hijas, una nacida en Marbella, Lucía, y la otra en Huelva, Leyre.

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Roberto y su mujer, Virginia, en la Feria de Primavera de 2010.

Una de las mayores aficiones de Roberto es el cine. Recuerda las dobles sesiones en el cine Macario, el cine de Verano en San Agustin,  o los ciclos de cine no comercial en el cine del Casino Bahía de Cádiz. El teatro es otra afición que disfrutó cada vez que podía con el certamen de Comedias de San Luis Gonzaga.

HIJO DE REY.

Para Roberto, un día muy especial, como para cada niño, siempre fue el día de la Cabalgata de Reyes, pero ninguno como el de este año 2013, cuando su padre tuvo el honor de representar al Rey Gaspar. Roberto tuvo oportunidad de salir en la cabalgata de pequeño con sus primos en una carroza de la Peña Flamenca Tomás ‘el Nitri’, ya que su tío Roberto (persona muy especial para él) era miembro de la peña.  Lo recuerda aún como una experiencia entrañable. Este año sus hijas Lucía y Leyre, tuvieron la oportunidad de acompañar a su abuelo Baldomero, y vivir esa experiencia como un día lo hizo su padre.

Hay una burguesía andaluza que prefiere la discreción de sus feudos de toda la vida al bullicio de las noches de Marbella para pasar el largo y ardiente verano del Sur. La costa de Cádiz se llena poco a poco de urbanizaciones privadas, defendidas por barreras y guardas que cierran el paso a las multitudes. Vista Hermosa, a escasa distancia de El Puerto de Santa María, la más antigua y de más solera, alberga todavía a un alto porcentaje de los grandes de las bodegas de Jerez de la Frontera y El Puerto.

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En la imagen, el Club 'El Buzo', en la playa de Santa Catalina.

Aunque la aristocracia de la botella, en franca decadencia, cede cada vez más el paso a nuevos profesionales de alto nivel económico, hay un sabor profundo a viejos tiempos en la costa gaditana que contrasta llamativamente con el ritmo de vida de los ayuntamientos comunistas recientemente votados en El Puerto de Santa María y Sanlúcar de Barrameda.

(Artículo publicado en el periódico El País, el 13 de agosto de 1981, hace 32 años).

«Teresa Osborne, por favor, la llaman por teléfono». Los altavoces de El Buzo, club deportivo y social de la urbanización Vistahermosa, repiten un par de veces la llamada. Luego, una muchachita rubia, delgada, cubierta con una camiseta, atraviesa la plataforma ardiente al borde justo de la piscina y desaparece por una puerta discretamente. Un grupo de invitados, que obviamente no residen en Vistahermosa, persigue con la vista a la rubia, mientras a golpe de codo confirman que efectivamente se trata de una Osborne. Con un poco de paciencia, y unos cuantos finos vivificadores, el grupo podrá tropezarse en esa terraza con la flor y nata de las familias de Jerez, Cádiz o de El Puerto de Santa María, tomando un refresco y mirando indolentes la playa de arena blanquísima. Nietas de la frondosa familia del desaparecido José María Pemán, domecqs, osbornes y terrys de piel oportunamente dorada pasan ante sus ojos con majestuosa indiferencia.

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La Casa Grande, casa club del campo de golf de Vistahermosa.

Decenas de imitadores de Bertín Osborne ensanchan sus espaldas nadando a mariposa con leve golpeteo de medallas e insignias al cuello. Como Bertín los hay que han ido arrinconando hasta dejar reducido al esqueleto de una inicial el primer apellido para llegar al codiciado Osborne tranquilamente. La playa de El Buzo no tiene tan siquiera la visión de las playas populares de El Puerto de Santa María, cercanas en kilómetros, pero escondidas en un entrante de la costa. Sólo está al fondo Cádiz, el puerto y la bahía.

Una chica de unos quince años se acerca al grupo de mirones pidiendo fuego para su cigarrillo. En torno a las muñecas lleva varias cadenas de oro con alguna insignia ultra entrelazada.

juanmelgarejoosborne_puertosantamariaPara Angel Moresco, director y residente en Vistahermosa, que ha visto poblarse de niños e infernales jovencitos motorizados estas calles privadas de la urbanización, «hoy aquí hay de todo. A pesar de que fueron Osborne los promotores de este recinto, la gente que vive hoy es, en un alto porcentaje, profesionales de alto nivel de vida, ente que viene de Madrid, de Sevilla, de Cádiz, de El Puerto y, claro, también de Jerez. Además, los Osborne que tenemos no están relacionados directamente con las bodegas». /En la imagen de la izquierda, Juan Melgarejo Osborne, presidente fundador de Vistahermosa (ver nótula núm. 890 en GdP).

Soportando el fuego líquido del mediodía. Angel Moresco, amable y eficiente, da unas vueltas a la urbanización, señalando a quienes le seguimos el peligro de los badenes que, con sus buenos centímetros de altura, pueden acabar con los amortiguadores de cualquier coche. «Es que hemos tenido, algún accidente, ya ven que hay muchos niños montando en bici o en moto, y claro, como la urbanización tiene mucho tráfico, existía siempre ese peligro, por eso pusimos los badenes». Pero ni badenes, ni rótulos de propiedad privada, ni guardas, que no desentonarían junto al oso Yogui, han podido evitar que la calle principal que baja directamente a la playa, una de las más hermosas de toda esta costa, esté tan frecuentada como la carretera que lleva a El Puerto de Santa María. Es un concepto nuevo del lujo que llega a paroxismos torremolinescos los fines de semana, cuando a las prolíficas familias propietarias de chalés o apartamentos se suman los innumerables amigos, ya se sabe, la gente es campechana aquí, en el Sur, dispuestos a disfrutar de las delicias de una aglomeración con alcurnia.

joseluiskutzmunagorri_puertosantamariaUN LITIGIO CON EL AYUNTAMIENTO.

La gente de El Puerto, en cambio, lo tiene difícil. A pesar de los esfuerzos del Ayuntamiento comunista de El Puerto de Santa María, en cuyo municipio se encuentra Vistahermosa, que ha llevado a juicio a la urbanización acusándola de apropiarse de los caminos públicos que bajaban a la playa, hoy por hoy nadie sin una invitación especial puede llegar hasta ella. El litigio se presenta sencillo, por el contrario, para José Luis Kutz Muñagorri, (ver nótula núm. 897 en GdP) el propietario del hotel Fuentebravía, que se levanta a muy pocos metros de la barrera metálica que delimita la base naval de Rota. /En la imagen de la izquierda, José Luis Kutz.

«Los dos tienen razón», señala, con un gesto conciliador de sus gruesos brazos, este navarro enamorado de Andalucía y casado con una francesa, que parece conocer todas las claves de la vida en El Puerto. «El Ayuntamiento, que, además, tiene muy buena voluntad, aunque no lo esté haciendo demasiado bien, tiene razón; Vistahermosa cegó un camino público que bajaba a la playa. Pero también la urbanización la tiene, porque las calles son particulares, y la solución para que sigan siendo de uso casi exclusivo de sus habitantes está en dejar libre el acceso a todo el mundo, pero impedirles aparcar abajo. ¡A ver quién es el guapo que es capaz de ir a esa playa si tiene que aparcar el coche dos kilómetros más arriba!».

Un helicóptero sobrevuela la playa de Fuentebravía, donde se bañan unos pocos clientes del hotel. José Luis Kutz, presidente del Centro de Iniciativas del Turismo, vocal nacional de Hospedaje, presidente de la Confederación Empresarial de Cádiz, entre otras muchas cosas, no oculta su desánimo por el descenso en picado del turismo, ni sus críticas ácidas a la actual situación política. De ideas falangistas, el director del hotel Fuentebravía considera que ha sido un gran error por parte de los empresarios europeos el poner sus industrias en manos del petróleo. «Lo que habré luchado yo con mi mujer por este motivo, que si el gas es mejor, que si el fuel, nada, que quería propanizarme hasta la cocina. Pero yo me he mantenido fiel al carbón, que, poco o mucho, por lo menos es la energía que producimos». Carbón que ha sido más fiel que aquella primitiva clientela de americanos, que llegaron a la base de Rota a montar sus Polaris a un costado del hotel. Polaris ya no hay, y americanos quedan pocos.

antonioalvarezherrera_1983_puertosantamariaEL ARRUMBADOR QUE LLEGÓ A ALCALDE.

A pesar de estar en contra de casi todo, José Luis Kutz paga religiosamente sus impuestos al nuevo ayuntamiento comunista, a cuyo frente está Antonio Alvarez Herrera (ver nótula núm. 362 en GdP), un antiguo arrumbador de las bodegas de El Puerto de Santa María. A las diez de la mañana entra un bedel delgado en el despacho de su secretaria: «Que llamen a la casa Osborne», anuncia sin más protocolo. Los Osborne otra vez. Aunque se dice que las grandes bodegas van a pique, aunque se destiñe ya el viejo esplendor de los nombres ingleses españolizados, y hasta la casa Terry ha vendido por varios millones de pesetas bodegas, caballos, todo, a una firma catalano-canadiense. /En la imagen de la izquierda, Antonio Álvarez Herrera.

A las 10.05 horas ha llegado el alcalde, con un traje de safari adaptado posiblemente a la jungla tórrida de El Puerto de Santa María, ciudad de cien palacios en ruinas, como rezan los carteles colocados por la Delegación de Cultura del nuevo Ayuntamiento en cientos de muros. Sobre la mesa de madera noble, el retrato del rey Juan Carlos se ha desplazado galantemente ante la imagen de la Virgen de los Milagros, la patrona de El Puerto. En la pared de enfrente, amorosamente enmarcado, hay un verso de Alberti, a quien el Ayuntamiento va a dedicar una casa-museo, en el que Juan Panadero saluda a los «nuevos alcaldes de Andalucía».

«Que han llamado de la casa Osborne». La joven secretaria, que ha venido de Madrid, transmite el mismo mensaje. «Contra lo que pudiera parecer, no hemos notado ninguna actitud saboteadora, ni nada parecido, por parte de la burguesía de El Puerto», aclara Antonio Alvarez. «Incluso han venido a explicarme sus planes de cerrar algunas bodegas de las que se visitan, y yo sencillamente les he dicho que toda mi vida, desde pequeño, estoy acostumbrado a este paisaje de bodegas, y que El Puerto es una ciudad turística y hay que mantener su personalidad y su belleza, y me han dicho que sí, que de acuerdo, y han salido por esta puerta tan amigos». /Texto: Lola Galán.

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En la cata se analizaron distintos cortes de un jamón ibérico de bellota de Jamones Cárdeno de Extremadura con diferentes jereces de la bodega Lustau, perteneciente al Grupo Caballero y con  vinos almacenados en El Puerto.

Una cata conjunta de jamón ibérico de bellota y jereces celebrada en la Bodeguilla del Bar Jamón confirma que se llevan mejor que San José y la Virgen. Los japoneses, que son un poquito litris pa lo que es comé, dicen que han descubierto un quinto sabor, el umami. Ni siquiera los que más saben de comé lo definen exactamente. No es ni salado, ni dulce, ni amargo, ni ácido, sino una mezcla de todo, pero en sutil. Mi madre, que es muy de resumir, diría que es como “arrejuntarlo todo y ponerle un nombre pijo”.

Los japoneses ahora mandan mucho en gastronomía. Cogieron las pavias de merluza, le pusieron agua medio congelati a la harina y ahora todos los cocineros de diseño cuando te ponen merluza rebozá, que se inventó aquí hace una jartá de años, te dicen que es una tempura…y se indignan como tú diga…lo mismo que las pavias de Paco Ceballos, pero más chiquititas y al triple de precio. No se te ocurra, evidentemente, pedirle mayonesa para ponerle por encima, porque es que el cocinero  te manda  directamente al mismisimo  “Tiriyaki”.

Pero Cádiz no se podía quedar por debajo de los nipones. Siempre les hemos tenido mucho cariño. En verdad, el cazón en amarillo se inventó aquí como homenaje a Naruhito. Por eso si ellos inventaron el quinto sabor, nosotros acabamos de inventar el sexto, un sabor que es todavía mejor que el Umami:  el “Oh Mami”.

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El lugar del descubrimiento: La Bodeguilla del Bar Jamón en el Centro Comercial Bahíamar.

El “Oh mami” se descubrió en El Puerto de Santa María el miércoles el pasado verano en el bar que tiene la Bodeguilla del Bar Jamón en el centro comercial de Bahía Mar. Fue sobre las ocho y media, de la noche, para estas cosas no se madruga. Lo sé porque estuve presente en el momento de su nacimiento. El Blog de Tubal, que dirigen dos enamorados de la gastronomía como Pilar Acuaviva y Juan Antonio Mena, habían organizado, en unión de Borja Fernández Serrano de la bodeguilla, una sugerente cata en la que se combinaban varios cortes de jamón con diferentes jereces. El jamón lo ponía Jamones Cárdeno, una empresa de Extremadura dedicada exclusivamente al ibérico puro de bellota y que es la que suministra a la bodeguilla los perniles para su famosa tosta de jamón (otro caso de sabor Oh Mami). Los vinos los puso la bodega Lustau, una firma de Jerez, de esas con doscientos años, de las que habían nacido mucho antes de que los japoneses nos colaran lo que aquí siempre le hemos dao a los que están malitos, el arró en blanco, y que ellos llaman sushi.

El ponente era el catedrático de la Universidad de Cádiz Carmelo García Barroso y su teoría a demostrar era que había un matrimonio perfecto (vamos a ver si lo aprueba Rouco Varela) entre el ibérico puro de Bellota y lo que se llaman los vinos del Marco…que no quiere decir que estén metidos siempre dentro de un cuadro.

Carmelo García Barroso sabe de jamones y de vinos. Primero los estudió en plan científico, en su composición. en sus propiedades…y en esas cosas que hacen los científicos, pero puesto a ello Carmelo ha estudiado también estos productos en el modo “pues esto me gusta más”. Así ha diseñado una cata, que  ha realizado en diversas ocasiones, en la que se analiza la relación entre el jamón y el vino.

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El catedrático Carmelo García Barroso en plena intervención acompañado "al corte" por José Manuel Hidalgo. 

Carmelo enseñó en esta sesión catedralicia sobre el pata negra que existen varias zonas porcinas en esta especie de violin que se toca a cuchillo jamonero. Así un jamón no sabe igual si se come una lonchita de la maza, más atocinada, que la babilla, donde hay más carne. Lo más apreciado es la babilla, la parte más ancha, porque ahí, cuando están colgados, es donde va a parar todo el jugo. Luego está la contramaza, la punta y ya un bocado para iniciados que se conoce como jarrete y que son unos trozos, que normalmente se comen a taquitos, que están en la parte del hueso más cercana a la pezuña.

Las palabras del catedrático se acompañaban “al corte” (como cuando un flamenco se acompaña de guitarra) con el cortador de jamón José Manuel Hidalgo que iba cortando a lonchitas el jamón entero que se comieron la treintena de asistentes al evento.

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Todo preparado para la cata maridada.

El ejercicio consistía en meterse en la boca un pedacito de jamón y un buchito de vino, dejarlos que se entiendan y luego opinar y ahí surgió el “Oh Mami”, cuando un trozo de maza, bien tocinado, se arrejuntó con un amontillado Escuadrilla de Lustao o cuando un “Puerto Fino”, un vino fino formó pareja de baile con unas rajitas de babilla. Fueron en esos momentos cuando surgió el “Oh Mami”, el sexto sabor, el del jamón acompañado de los vinos de Jerez.

Hoy habrá que subirlo ya a la wikipedia: “Oh Mami”, sexto sabor humano. Descubierto en el siglo XXI al arrejuntar en El Puerto de Santa María una lonchita de jamón y un sorbito de vino de Jerez.” Para mi gustó sólo falto una cosa para llegar al nirvana. Soy muy de acompañar el jamón con pan de viena de corteza crujientita, pero quitándole lo que es el miajón…ya ahí se hubiera llegado casi al “nirvana jamonero”, un nirvana muchísimo mejor que el que consiguen los monjes budistas. Entre el público, alguien comenta…¿y te imagina si como postre hubiera habido docena y media de langostinos de Sanlúcar?…Entonces hubieramos descubierto el séptimo sabor: El “Oh Mami… blu”. /Texto: Pepe Monforte.

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Acaba de cerrar El Cafetín, la cafetería-churrería de La Placilla, esquina a Santa María. Un clásico y centenario establecimiento hostelero de los ‘de toda la vida’ por el que han parado todas las generaciones de portuenses desde su apertura a fines del siglo XIX.

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Fotografía de enero de 2013. /Foto. J.J.Pérez

Ya estaba abierto como taberna en 1895, entonces propia de los hermanos Sinforiano y José Molleda Colosía, llegados a El Puerto desde el valle cántabro de Herrerías en 1874, cuando eran niños. Antes, un pariente, Eladio Díaz Colosía,  en su solar tuvo instalada, en las décadas de los 70 y 80, una fábrica de fideos; industria que ya se había establecido como tal, en una primera etapa, el año 1800. Acaso a ella pertenecieron las grandes vasijas que en los años 50 se descubrieron en el subsuelo (donde siguen), seguramente reutilizadas como aislantes de la humedad.

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La sucursal del Café Moderno. 1913. /Archivo Municipal.

En 1913 el negocio, ya con el nombre de Café Moderno, estaba en manos del portuense Juan Carvajal Vázquez, quien lo mantuvo abierto hasta fines de los 30. Célebres fueron su gramola, instalada en 1926 y, al año siguiente, su “aparato de radiotelefonía”.  El negocio contó con una sucursal de quita y pon montada al estilo de las casetas de feria bajoandaluzas que de cuando en cuando se instalaba en el Parque Calderón y, durante las ferias, en el paseo de la Victoria.

Concluyendo la década de los 30, probablemente tras la guerra, el Café Moderno lo tomó José López Herrera, aunque por poco tiempo, pues en 1941 pasó a ser del montañés, también del valle de Herrerías, de Camijanes, Ángel Sordo Díaz,  hermano de Maximino (que se había hecho con El Resbaladero en 1936), y de Vicente (que haría lo propio en 1950 con Los Pepes).

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Tras la barra, de izquierda a derecha, Juan Pérez (repartidor en isocarro de cerveza), Ángel Sordo y Luis Jurado (dueño del frontero bar La Liebre). Delante, Luichi Alcántara Torrent y Enrique Gago (dueño en Santa María del bar El Pescaíto). /Foto Colección A.F. G.

Quienes tengan edad para ello recordarán los seis barriles del Café Moderno-El Cafetín. A un lado, cuatro: de amontillado El Caballo (Osborne), de fino Menesteo (Osborne), de fino C (Cuvillo) y de moscatel de la bodega de Manuel Rodríguez Garrido, el de Los Caracoles de la calle Sierpes; y al otro lado los de manzanilla Argüeso y el fino Tambor de la taberna La Burra de Ramón Sordo (ver nótula núm. 489 en GdP). Muy solicitado fue también un estupendo tinto, de un tal Nicanor, de Cádiz, establecido en la calle Sacramento, que lo traía “el Tragelia” en el Vapor. Y aquellas botellas, alargadas, de casi un litro, de la cerveza Cruz Blanca (cuyo depositario en El Puerto era Ezequiel Cortínez, el de la taberna La Lucha (ver nótula 147 en GdP) de la plaza de la Pescadería), envasadas en cajas pesadísimas.

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El Cafetín en 1958. Tras el mostrador, Maximino y Ángel Sordo. Clientes, de izquierda a derecha, 'Aguilocho', Juan 'el Pirata', Antonio Guerra, Juan Villarreal, 'el Rubio', Rafael 'el de las Aguas' y Antonio 'el Gallo'. /Foto, familia de M. Sordo.

Desde 1968, cuando murió Ángel, continuó llevando el establecimiento su hijo Maximino, hasta su fallecimiento hará una década, quedando el negocio hasta su cierre en manos de su viuda. Gran tipo Maxi,  de quien guardo un gratísimo recuerdo. De las buenas gentes de La Placilla, de las que en estas páginas ha dado buena cuenta, con una sensibilidad muy de agradecer en estos tiempos que corren,  María Jesús Vela (ver nótulas 684 y 1.030 en enlace al pié de este texto).

El Cafetín se reformó en 1965, cuando perdió el cuarto reservado que tenía junto a la casapuerta de Santa María, por donde entraban las mujeres -sólo las mujeres- tras tocar un timbre, objeto de deseo de algunos traviesos chavales, los puñeteros, que sabían que el camarero, para abrir la puerta, tenía que dar un rodeo cruzando el salón interior y la cocina. Fue en 1975 cuando el establecimiento adquirió el aspecto que hemos conocido hasta su cierre.

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En la imagen, El Cafetín, tras el incendio del Teatro Principal ocurrido en 1984 (ver nótula núm. 937 en GdP). Vemos las máquinas derribando los muros del desaparecido Teatro que inauguró Críspulo Martínez. (ver nótulas núm. 311 y 319 en GdP). A la izquierda la frutería de Agustín Vela Mariscal (ver nótula núm. 326 en GdP). y, frente al puesto del Vela, la barbería de Manolo Cordones, cuyos recuerdos recrea Antonio Collantes en la nótula núm. 366, en GdP, referida a la Placilla en la década de los cincuenta del siglo pasado. /Foto: Colección A.F.G.

EL MERCADO
En una ordenanza dictada en 1835 por el gobernador civil, leemos: “Se entiende por plaza de Abastos desde las cuatro esquinas de las calles San Bartolomé y Luna hasta la del Ganado, y desde el sitio en donde se hallaba el Almotacén  en la calle del Vicario [donde se contrastaban los pesos y medidas de las mercancías] hasta las esquinas de la del Ganado.”

Un siglo antes, en 1735, los “hacendados en viñas, arboledas y cohombrales”, al estar cubiertos los sesenta puestos de pilón con los que contaba la Plaza, solicitaron al Ayuntamiento que les permitieran instalarse en la ‘plazuela de San Bartolomé’, a lo que el Cabildo –en todo tiempo atento a las peticiones de los ciudadanos- accedió.

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Calle Sierpes: Un detalle del callejero antiguo en el entorno de la Plaza de Abastos y Placilla.

No obstante de estos dos ejemplos, la existencia del Mercado Público en el entorno de la Plaza y la Placilla debe remontarse a la propia fundación de Santa María del Puerto en 1264, y probablemente antes, en la época de la andalusí Al-Qanatir. Aquí, en paralelo a Ricardo Alcón (la antigua calle del Muro), se levantaba la muralla que circundaba la población y una de sus puertas de entrada, la que comunicaba con la campiña a través de la calle del Ganado, que hasta el primer tercio del siglo XVIII fue un camino rural que transcurría junto al arroyo que llamaban de la Zangarriana, que nacía en El Caracol.

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Vista parcial de la muralla (cerca o tapia) de El Puerto en 1567, dibujada por Antón van Wyngaerden, contemplada desde la carretera de Sanlúcar.

Por él llegaban las reses al Matadero Municipal (al exterior de la muralla de Ricardo Alcón, el anterior al que se construyó en 1699, hoy sede del Imucona), y cuyas carnes abastecían a la Carnicería Pública del Rey  (donde está el Bar Vicente). Y por donde también llegaban las frutas, legumbres y hortalizas de la campiña para su venta pública, antes de que en tiempos más recientes la entrada al Palenque se hiciera por las calles San Juan y Santa María.

restaurante_alegria_puertosantamariaUn lugar en todo tiempo siempre bullicioso, de pregones y vocerío, de hortelanos y arrieros, de bueyes y borricos, de cuadras y posadas. Y de tabernas donde cerrar tratos comerciales, descansar, hablar con los paisanos y echar más de un trago.

DE TABERNAS Y BARES. 

Estaba cantado que en un espacio tan populoso y popular como La Placilla se abrieran no pocas tiendas de bebidas y comidas. Como una letanía, nombraremos algunas de las que existieron entre los últimos años 30-60:

En Ricardo Alcón, el restaurante La Alegría (ya abierto como taberna en 1899, que cerró en 1961) y el despacho de vinos Verdad, que luego fue Los Caracoles, en sus últimos años llevado por José Luis González Obregón. /En la imagen de la izquierda, publicidad de La Alegría en el Carnet de Verano de 1910. /Archivo Municipal.

En plena Placilla, Las Flores, finalmente de José Florido, que después su viuda lo convirtió en el tabernón de Encarna. La Bombilla, que luego fue el Bar Pérez, La Manzanilla y La Valdepeñera. La Liebre. Donde estuvo la oficina del Palenque, el freidor-cervecería de Genaro (Arias) que Manuel Rodríguez Ceballos convirtió en el ‘restaurant económico’ La Placilla, nombre que también llevó otra casa de comidas, de Manuel Muñoz Jaén. La Braña, de Prudencio Rábago de Celis. La Concha.

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El bar La Concha, en los bajos del Teatro Principal, en 1957.

En Santa María, frente a El Cafetín, el Bar La Riojana, de José Sánchez Sousa (el de Los Pepes, que luego fue el almacén de Leopoldo Pérez Castiñeira). El Pescaíto, de Enrique Gago. El Túnel, que también fue Las Dos Calles (por el postigo de la muralla que comunicaba Santa María con Vicario). El Caracol. Los 48. El Clavo. Y La Sacristía.

Los 22 establecimientos citados vivieron su inauguración, su apogeo más o menos mantenido en el tiempo, acaso la decadencia y su fin, como ahora El Cafetín, el viejo Café Moderno. Como la vida misma.  (Texto: Enrique Pérez Fernández)

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Caricaturas en El Cafetín, realizada por Ruiz Cuevas el 30 de diciembre de 1985. En ellas aparecen, de camareros de sala, a la izquierda Rafael Troncoso y Julio Barcia; en la Barra, de verde oscuro, hablando con éstos, el propietario  Maximino Sordo Alonso. En la cocina/churrería Juan Pauyata; y detrás del mostrador, a la derecha, Eduardo Mora y Juan Angulo, de verde claro.

Nótulas de La Placilla y su entorno en Gente del Puerto:

366. La Placilla en la década de 1950.
684. Motes en la Placilla.
1.030. La Placilla. ¡Ay, cuanto te añoro!

 

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Texto: Francisco Andrés Gallardo | Fotos: Fito Carreto.

El Tomate, qué culpa tiene El Tomate. Así, años antes de que Jorge Javier Vázquez apareciera por televisión con la filosofía tomatera de acoso y derribo al famoso, Pepe Ramón Perles Giner, de procedencia alicantina que fue pinchadiscos, almas de las fiestas, de la discoteca 'El Papagallo' del Hotel Fuentebravía, abrió en 1987 el Burguer El Tomate. | En la imagen, José Ramón interviene en el pub El Convento en un acto dedicado a la Vela en el establecimiento, con el entonces presidente de la Federación Andaluza de Vela, Ángel Ruiz,  en la cabecera presidencia del acto.

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El patio de El Convento, con el peculiar arco que le dio nombre y forma al establecimiento y desde el que partió el que sería uno de los locales de copas más afamados de la Ciudad, al que incluso acudiría S.A.R. el Príncipe Don Felipe de Borbón.

...continúa leyendo "José Ramón Perles. Pub El Convento #1.882"

espiralesdeincienso_2_puertosantamariaLuis González Campos, redactor corresponsal de El Mundo, escribía en Cádiz el 2 de febrero de 1915 --hace 98 años-- un interesante artículo sobre las posibilidades turísticas de El Puerto, que fue publicado con el título ‘Espirales de Incienso’ en la Revista Portuense, el 4 de marzo de dicho año. /Pulsando sobre la imagen, se puede leer el artículo completo.

Hoy, que se celebra en El Puerto de Santa María el Día Mundial del Turismo con más de 100 actividades y colaboraciones tanto pública como privadas, no está de mas echar la vista atrás y recordar como veía un periodista de aquella época nuestra Ciudad y su vocación turística, que se hacía para atraer el turismo tanto desde la iniciativa pública como privada, que medidas adoptaban las autoridades para atraerlo o ahuyentarlo, que propuestas, en fin presentaba la ciudadanía, tras las loas barrocas habituales en un periódico de comienzos del siglo XX.

El autor sostiene que «Del Puerto se cuidan poco las autoridades portuenses en el sentido de avalorar esta época del año confeccionando buenos programas de festejos. ¡Claro que en esta labor deben colaborar con el Municipio, la industria y el comercio y aún el vecindario!» A partir de aquí, Luis González hace una extensa exposición de ideas para mejorar la actividad turística, algunas muy curiosas como podrán comprobar: Concurso de Higiene Popular, la Fiesta de los Cántabros, Experimentos de Aviación, Precios únicos de camas para dormir una sola noche, Reducción de los billetes de ida y vuelta a Cádiz en trenes y vapor, y muchísimas otras que podrán leer, pulsando sobre la ilustración que acompaña esta nótula. A El Puerto, que ya no vive ni de la pesca ni de las bodegas, ambas en crisis permanente, solo le queda la alternativa del Turismo. Todas las acciones, pues, han de ir encaminadas a promoverlo, dinamizarlo, ordenarlo, estabilizarlo, haciendo cómodo a hosteleros, visitantes y vecinos este fenómeno económico convertido en industria, que no deja de ser un vehículo de comunicación entre los pueblos. /Texto: José María Morillo.

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