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Manuel-Lojo-Espinosa-puertosantamariaUna de las privilegiadas memorias que estaban vivas en 2004 presentó un libro sobre la historia viva de nuestra Ciudad, correspondiente a las décadas de los 50 y 60 del siglo pasado. Quizás me equivoque, pero me arriesgo a afirmar que del santuario de la libación del que se ha escrito aquel libro: “Casa Lucas”, salieron más decisiones que afectaban a la vida local –política, intelectual, artística, social, etc-  que del propio Ayuntamiento que por la fecha estaba en la Plaza de Isaac Peral a la que está regresando en estos días.

 No había circunstancia de la época que no pasara por la tertulia que allí formaban, amigos y coincidentes en las consumiciones moyatosas, en aquella especie de Casino que era la casa de bebidas situada en la calle Larga, entre Palacios y Luna, donde hoy existe un establecimiento de material de oficina: HIVA. (Ver nótula núm. 037 en Gente del Puerto). Los más antiguos recordarán aquella bodega, con sus botas en primer y último término, su mostrador donde se apuntaban las chicas y medias chicas que se jugaban al mús entre los contertulios con tiza indeleble al agua, y aquella cuerda con cestillo, que servía para enviar a casa de Tio Pé, la media botella del exquisito caldo que allí se consumía.

La privilegiada memoria del que fuera una institución local en su persona,  Manuel Lojo Espinosa, otrora concejal del Ayuntamiento de El Puerto –curiosamente de Deportes, pese a su poco deportiva figura-, director del entonces Instituto Nacional de Previsión, y no se cuantos cargos más del anterior régimen político, lo hizo posible.

casalucas_225_puertosantamariaD. Manuel, -Manolo- rescató en este libro múltiples vivencias y circunstancias de la época, para deleite de cuantos tienen aún en su mente un Puerto en el que todos se conocían, y por el que ponían una ilusión distinta a la que hoy ponemos los que lo habitamos desde la globalización, quizás porque no cumplimos con la  máxima de “Pensar en global y actuar en local”.

En la evocación a los parroquianos de Casa Lucas: Castillita, los hermanos Lara, Juan Sala, los Gil, Vélez, ..., se funden dos recuerdos que, personalmente tengo en mi poder: uno material, regalo de Cayetano Vélez, consistente en sendos cuadros de Antonio Bienvenida por el firmado, y otro de la Plaza de Toros expuestos en la zona de tertulia de la tasca. Y otro sentimental, y es el espacio que ocupa en mi memoria aquel lugar donde iba de pequeño a acompañar a mi padre, Pepe Morillo, y donde aprendí que la tolerancia y el buen humor, son muy buenos consejeros en la vida. En recuerdo a su memoria, muchas gracias D. Manuel, por aquel libro que nos legó, va a hacer ahora 10 años. /Texto: José María Morillo.

 

 

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Cuando el mago apaga la vela, la oscuridad amedrenta al rey. El oráculo, la adivinación, las justas medievales, la moneda al aire, la dirección del viento o la iluminación divina, juegos físicos o juegos mentales, el diálogo con lo oculto, la alucinación de la seta, los fantasmas y los espíritus; ¡espera, espera que le pregunto a los dioses qué debería hacer! Los juegos de mesa proceden de ese galimatías en el que la humanidad siempre se ha visto inmersa; el ajedrez no es ajeno a este origen y su aparición en Europa, en la península ibérica, en los tiempos de los reinos cristianos y musulmanes, recoge sin duda esa antorcha de los tiempos arcanos. A finales del siglo trece nos imaginamos el siguiente diálogo entre Alfonso X el Sabio (ver nótula 1000 en Gente del Puerto), fundador de El Gran Puerto de Santa María  y Moisés, uno de sus desconocidos traductores:

—Mi Rey. ¿Qué queréis? —Quiero algo que llene mis días, algo que me recuerde que hay vida más allá de las persecuciones y las guerras. —Tengo lo que me pedís. Lo he visto en Fez y en las soleadas tardes de Marrakech. Puede verse, también, bajo la luz blanca de la luna en las noches claras del desierto, a gentes embelesadas, embrujadas por la atracción fatal de su geometría, desde el Atlas hasta la misma Persia. —¿De qué me habláis, traductor? —Os hablo de un maravilloso juego que es como la vida misma, como el alma de la tierra. De un juego que simula las miserias y la astucia de la gente, que enfrenta a reyes y guerreros y estimula el seso, más allá de la ventura. De un juego que puede absorber todas las horas del día, tal es su profunda complejidad. De un juego cuya belleza es inigualable, pues la simplicidad de la simetría de su tablero y las reglas sencillas de los movimientos de sus piezas dan paso a una explosión de tácticas y sacrificios y movimientos como jamás hayáis visto. –¿Y cómo se llama este juego tan peculiar? ¿Por qué no lo conozco? ¡Habla, traductor, en nombre de tu fe hereje!

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Moisés, el traductor desconocido, suspira ante la insistencia de Alfonso; sabe que tarde o temprano, él o sus descendientes volverán a marchar a otras tierras. Los reyes cristianos ponían las guerras en la península ibérica; ellos y sus reinas y sus consejeros y sus ejércitos con sus caballos y caballeros. Y en cada castillo una torre que parecía inexpugnable dominaba el paisaje; la península era un tablero jugado a varias bandas: cristianos contra musulmanes y judíos que aún podían establecer relaciones con la corte cuando no eran perseguidos, instigados por las proclamas papales o de los reyes de turno. En medio de tan desolador paisaje, Ramon Llull, un adelantado de su tiempo, escribía sus filosofías y sus artes magnas y sentaba unas bases lejanas, pero ciertas, para la teoría de la información computacional de donde beberá la incipiente ciencia de la inteligencia artificial a mediados del siglo XX.

ramonllullEl ajedrez trajo consigo un modelo de sociedad, un modelo de conocimiento y un pasatiempo que se tornó a llamar «real» (de la realeza, por supuesto) que reflejaba una gran metáfora de la situación del momento. Lo habían dejado los árabes en la Europa meridional y lo jugaban tropas y cortesanos y reyes. Frente a los otros juegos, era paradigma de la razón, de la inteligencia y así lo entendió el rey Alfonso. En ese diálogo entre un rey que busca conocimientos de sus vasallos herejes, en medio de esas guerras que se hacían en nombre de la fe, el rey y sus traductores terminaron, hacia 1283, el Libro de los juegos, ajedrez, dados y tablas, una recopilación, podríamos decir, de actividades ociosas permitidas por la gracia divina. El libro, como muchos otros que salieron de manos de los traductores de la corte alfonsina, procedía de obras árabes hechas tiempo atrás. Los traductores transmitían la cultura y el conocimiento que traían los árabes del norte de África y más allá hacia oriente, de Persia y la India y hasta de la antigua China, a una península que se había pasado demasiado tiempo absorbida en las guerras y en las inopinadas consecuencias de la misma gracia divina que permitía algunos juegos.

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 Tomás Osborne y Guezala, paseando por la calle Fernán Caballero, cuando se presentó a diputado a Cortes y fue derrotado por el republicano Dionisio Pérez, fundador de la Revista Portuense, de acuerdo con la Ley Electoral de 1907, para diputados a Cortes y concejales.

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Al fondo a la derecha se ve la actual oficina de Osborne y Compañía, que anteriormente fue del Capitán General Francisco Uriarte y Borja (ver nótula num. 169 en GdP) y cuya portada se encuentra en el Hotel Doña María en Sevilla (ver nótula num. 1849 en GdP). Con posterioridad la casa pertenecería a los Merello y finalmente a José de la Cuesta, hasta su demolición para construir las actuales oficinas de la firma vinatera.

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Bodega de Exportación de Osborne, donde se instaló una mesa electoral para las elecciones de 1910, y no en 1907, como muy amablemente nos ha hecho llegar nuestro colaborador Bernardo Rodríguez Caparrini. Ese año era alcalde de El Puerto, Ramón Varela Campos. /Fotos: Colección V.G.L.

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En el Puerto de Santa María, hay un bar emblemático, el Bar Vicente Los Pepes, que conserva el sabor de los viejos bares del sur: un gran espacio con todas las puertas abiertas a la calle, mesas y sillas de madera, techos altos y paredes adornadas con carteles antiguos y fotos de gente del pueblo que se hizo célebre a nivel local, por el baile, por el cante, o simplemente por adornar a diario las calles del Puerto con su presencia extravagante. Hasta hace un año, cuando todas las señoras antes de entrar a la Plaza (el mercado) iban allí a tomar el cafelito con leche y un mollete de Antequera, reinaba en un rincón privilegiado de la sala el patriarca, el señor Vicente, quien en tiempos había estado presidiendo el mostrador y, ahora, en la vejez, disfrutaba en su trono de rey padre del orgullo de mirar, de ver cómo el negocio sobrevivía a pesar de los malos tiempos, y admiraba los cambios sutiles que el hijo había ido adoptando para adaptarse a una clientela que cambia, como cambia el mundo.

Hay un momento en todo negocio familiar, un momento crítico, con tintes melancólicos, en el que el hijo debe conducir al padre a su sillón de mirar la faena desde la barrera. Hay padres que se resisten porque los padres y las madres, cegados por un amor protector, tendemos a hacer compatible la creencia de que nuestros hijos son excepcionales con que al mismo tiempo son un poco inútiles y sin nuestra continua vigilancia no sabrán salir adelante. También hay padres que no saben vivir sin mandar, y menos sin mandar a sus hijos, y les resulta realmente traumático aceptar que su tiempo como patrón pasó y que sus descendientes pueden incluso superarles en las destrezas del oficio.

El día en que los padres advierten que los hijos saben más que ellos se produce una especie de destronamiento tácito, que hay quien asume o quien se rebela ante esa perspectiva. Lo que ya es un completo disparate, y yo he sido testigo en alguna ocasión de esta circunstancia, es que un padre esté tan empecinado en la idea de que solo él puede llevar el bastón de mando que aun estando enfermo sea incapaz de delegar en los suyos. Hay negocios, quién no ha visto alguno, que incluso se paralizan por enfermedad del patrón y que van perdiendo poco a poco una clientela que no acaba de entender que la empresa esté en la cabeza de una sola persona. Los negocios son así, tienen sus momentos gloriosos y sus tiempos de decadencia. Hay veces que dependen de la mera voluntad de la clientela, que considera que el negocio ya no vende un producto necesario. Pero es lógico que antes de claudicar y de echar el cierre los propietarios quieran salvarlo.

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En el caso de este peculiar negocio familiar que es la monarquía (por aquello de que el título se hereda de padres a hijos) está claro que se encuentra en un periodo de pérdida de clientes. Los hay que sin duda alguna defienden otro modelo de negocio, o de Estado; los hay que, habiendo sido fieles a eso que se dio en llamar el Juancarlismo, no entienden hoy por qué el viejo patrón no reconoce en su hijo un sustituto con más cualidades para lidiar con este complicado presente. Mientras al Príncipe se le aprecia cada vez mayor desenvoltura en su labor diplomática, al Rey se le advierten unas dificultades físicas que agrían su carácter y desconciertan al público. No sé qué asesor le habrá aconsejado al Rey que el antídoto de la impopularidad es la sobreactuación, quien sea se equivoca. O se equivoca él mismo. O se equivoca el Príncipe por no tener el Elvira-Lindovalor de tomar a su padre del brazo y llevarlo hasta ese rincón privilegiado donde todo viejo patrón observa el curso de los nuevos tiempos. Si no lo remedian pronto, perderán la cada más exigua clientela y al Príncipe solo le quedará la opción de presentarse como candidato a la presidencia de la III República, que tampoco está mal. /Texto: Elvira Lindo.

luissuarezavila_f_puertosantamariaPoco después de las nueve de la noche del miércoles, 7 de septiembre de 2001 daban comienzo los cultos anuales en honor de la Patrona, Titular de la Ciudad y Alcaldesa Honoraria Perpetua de El Puerto, la Virgen de los Milagros. Según rezaba la convocatoria tradicional, se los dedicaban su Archicofradía y Esclavitud, el Venerable Clero y el católico vecindario de esta Ciudad.

El primero de los actos fue el pregón pronunciado por el abogado portuense y colaborador de Gente del Puerto, Luis Suárez Ávila, que fue presentado por el académico de Santa Cecilia, Enrique García Máiquez, quien dijo del atípico pregonero que era un ilustrado, artista por herencia familiar, erudito en múltiples disciplinas, generoso en el tiempo que le dedica a amigos y a cuantos se le acercan; que ayuda de muchas formas a la raza gitana, y que tiene la gracia gaditana de decir las cosas en serio.

Fue un pregón intimista, histórico, y mariológico, con un toque poético que incluía varios sonetos de Luis Suárez Rodríguez, padre del pregonero, quién avisó que «--Pregonar, es proclamar algo que conviene que otros sepan», y quiso dejar bien sentada la diferencia entre la historia y la leyenda que envuelven la historia de Nuestra Señora de los Milagros, por otro nombre Santa María del Puerto.

alfonso_x_F_puertosantamariaAPARICIÓN O ENCUENTRO.

Así, Suárez se refirió a las redacciones tardías de la leyenda que dicen de Nuestra Señora se apareció a Alfonso X y le instó a conquistar la ciudad. El pregonero abogó por  la tradición más antigua. Y es que la imagen fue escondida por los cristianos que ya habitaban Alcanate, sobre 1253. Encontrada la imagen con posterioridad, entre 1255 y 1257 por los repobladores en el Pozo Santo, donde luego se construiría el Santuario Mariano que es hoy la Iglesia Mayor, se produjo una tremenda convulsión en la ciudad, -lo cuenta en la Cantiga 328 Alfonso X- que pasó a llamarse Santa María del Puerto, en lugar del pactado nombre a conservar con el alguacil moro,  de Alcanate. La aparición de la imagen cambió la vida y hasta el nombre a la puebla. Fueron tantos los prodigios, acontecimientos excepcionales, y ‘milagros’ que se trocaría el nombre de la imagen de Santa María de El Puerto a Nuestra Señora de los Milagros. Con esa doble advocación se habla de Ella en los primeros estatutos que conserva la Archicofradía de la Esclavitud, extendiéndose Suárez en los orígenes de la hermandad y sus títulos.

virgenmilagros_camarin_F_puertosantamariaLA MÁS CANTADA.

Abundó el pregonero en que  la Virgen de los Milagros ha sido la más cantada de todos los siglos, de todas las épocas, en el Cancionero Marial más importante de la Edad Media, las Cantigas, pasando por los Siglos de Oro, el de las Luces, el XIX y el XX. Y se explayó con la nómina de trovadores que fueron de la Gran Dama en los últimos siete siglos, que hasta en el British Museum se conservan epigramas latinos dedicados a Milagros. /En la imagen de la izquierda, pintura situada en el remate de la escalera de acceso al Camarín de la Patrona, en la Capilla de la Virgen de los Milagros.

Trajo a colación Suárez que “Joseph Snow, profesor de Literatura Española de la universidad de Michigan, que vino aquí, al camarín, a conocer a la Señora, cuyos milagros había estudiado tantas veces en las Cantigas, escribió que El Gran Puerto de Santa María es un exvoto de Alfonso X a la Virgen. Toda la Ciudad”. 

virgenmilagros_exvototaurino_F_puertosantamariaY es que “la Ciudad es, genitivamente, propiedad de María: El Puerto de Santa María. Sus hijos somos de su propiedad. Y ella nos mira “como a cosita propia”, que dice el verso rotundo de una siguiriya gitana.” /En la imagen de la izquierca EXVOTO que se encuentra en las escaleras de acceso al Camarín de la Virgen, único, que se conozca, referido a una cogida en una corrida de toros.

El vecino de la calle San Juan, se rebuscó, se recreó y se renovó, meditando, recitando, unos sonetos que su padre compuso a Milagros, con los que medió y terminó su brillante y nada convencional pregón: “Si para Él te escogió, negarte nada/ podría quien de sí te fue donado./ Hija, Madre y Esposa en un trazado,/ dejó la Trinidad en ti trazada.” Dejó dicho Luis Suárez.

alberti_vm_F_puertosantamariaRAFAEL ALBERTI Y MILAGROS.

Recordó el pregonero los cantores a la Virgen, entre los que destaca Rafael Alberti Merello, “que además de hacerle versos, la pintó, nostálgico de su crianza y de su pueblo, en una puerta de su casa de Punta del Este, en Uruguay: La Virgen de los Milagros, sobre una barca, en el Guadalete, bajo una guirnalda de grímpolas que van desde una a la otra banda”. /En la imagen de la izquierda, dibujo de Rafael Alberti sobre la Virgen de los Milagros.

Suarez se refirió también a que “Rafael Alberti le decía a José Ignacio Buhigas en una entrevista, que la Virgen es la destinataria del más importante cancionero del XIII, las Cantigas, y la imagen mariana española más cantada por los poetas, de todos los siglos. Y, ante la Virgen, en el camarín, añadía Rafael Alberti a José Ignacio: «Y esto debe saberse»”

Poema de Rafael Alberti dedicado a la Virgen de los Milagros; pulsando AQUÍ, se accede a un enlace con el texto del poeta y la voz de Nuria Espert.

PREGONERO A ESPALDAS DE SU MUJER.

Luis Suarez desveló que, por razón de su contrato de matrimonio con la Hermana Mayor de la Esclavitud (le afecta el impedimento de vínculo o de afinidad, que diría el Derecho Canónico), se había negado a pronunciar el pregón; y que la Junta de Gobierno de la citada hermandad fue a verle en comisión y le instaron a que no le participara su propuesta, que se hizo a espaldas de Pepita Lena. Tuvo recuerdos para el poeta José Luis Tejada: “casi como un hermano mayor que yo tuve. Poeta redondo, entroncado con los clásicos, con las vanguardias y con la poesía popular, que llamó a María de los Milagros ‘requeteinmaculada’ ”.

patrona_juanlara_F_puertosantamariaCURIOSIDADES DEL PREGÓN.

Solo cuatro miembros, de la Corporación Municipal asistían al acto: el alcalde, Hernán Díaz; el delegado de Fiestas, Fernando Gago, y los concejales populares Rafael Vallejo y Juan Ramón Castillo. ¿Para cuando una celebración civil del Día de El Puerto, conmemorando la fundación por Alfonso X, el 16 de diciembre de 1281? La expectación que produjo el anuncio del pregonero, atrajo a más fieles que de costumbre al Templo, mayoritariamente femenino: 70% frente al 30% masculino. /En la imagen de la izquierda, óleo sobre lienzo de Juan Lara Izquierdo, que se conserva en la Academia de Bellas Artes, Santa Cecilia.

Entre los asistentes, el párroco de la Prioral Diego Valle; la Hermana Mayor de la Archicofradía, Pepita Lena; el Presidente del Consejo Local de Hermandades, Gonzalo Ganaza; el otrora pregonero Francisco del Castillo; la mezzo-soprano Merche Valimaña. Como en un viaje por el tiempo, nos transportó Suarez, empezando su erudita alocución en latín, como los sermones antiguos, que luego tradujo a la lengua del común, para alivio de los asistentes. No  podía ser menos. El pregonero vestía elegante terno de color gris oscuro, con corbata de seda, y gemelos. Por tres veces se emocionó Suarez, al recordar a los ausentes: Juan Luis Bermudez, José Luis Tejada, y a su padre. /Textos: José María Morillo

Más información de Luis Suárez Ávila en GdP. Nótula núm. 128.
Más información sobre la iconografía de la Virgen de los Milagros, aquí.

El pregón de la Patrona, completo, pulsando aquí

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serafinalvarezcampanagaztelu_puertosantamariaEl Puerto de Santa María ha tenido ilustres vecinos, hijos de la Ciudad, que han destacado por diversas facetas en la historia de las letras, las artes, las ciencias o en el ejercicio de su profesión. Este es el caso de un porteño que traía en 2008  con su persona y a la Ciudad, la primera Medalla al Mérito en el Servicio a la Abogacía que se concede a un licenciado en Derecho nacido en la localidad, otorgada por el Consejo General de la Abogacía Española.

Serafín Álvarez-Campana y Gaztelu, padre de familia muy numerosa, abogado desde hace 50 años -y todavía, con sus más que suficientes años que no aparenta, ejerce con algún asunto por ahí- se licenció por la Universidad de Sevilla y empezó desde muy joven desde el bufete de su padre, cuya cartera de clientes consolidó y amplió.

Persona muy conocida y relacionada en El Puerto. Creo que lo conozco desde que tengo uso de razón. Y es que, de chico, iba con mi padre a la Academia de Bellas Artes ‘Santa Cecilia’ de la que Álvarez-Campana fue su presidente, y allí estaba Serafín, impulsando la Cabalgata de los Reyes Magos, la que a los niños nos traía más ilusión que juguetes.

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Serafín Álvarez Campana en el centro, magníficamente rodeado por un grupo de jóvenes en 1964, en el callejón de la Plaza de Toros,  durante la corrida de las Fiestas de la Hispanidad. Distinguimos, agachados a la izquierda a Luis Suárez Avila e, igualmente agachado a Fernando Gago García.

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En el desaparecido Teatro Principal, durante los Juegos Florales. Le precedía en el uso de la palabra Francisco Montero Galvache.

Había una obra de teatro en el Principal, representada por una compañía de aficionados locales, y de nuevo veía a Serafín interpretando algún personaje de ‘El Divino Impaciente’. Recuerdo que también le vi, en un abrir y cerrar de ojos de mi memoria, entre las desaparecidas botas de Casa Lucas, en animada tertulia con las fuerzas vivas de la época.

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De izquierda a derecha Serafín Álvarez-Campana, Eligio Pastor Nimo, Isabel Portillo Cía de mantilla y Eduardo Ruiz-Golluri en el Parador de Fuentebravía. Año 1964.

También fue organizador activo de los Juegos Florales que con motivo de la Fiesta de la Hispanidad, se celebraban en el Teatro; eran días de jornadas de puertas abiertas en los barcos de la Armada Española que estaban amarrados en el cantil del muelle pesquero, con desfiles y composiciones musicales interpretadas por bandas de música de la Marina de Guerra.

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Actuando como abogado sobre los terrenos y obras del Colegio de La Salle, ante  S.E.R. el Cardenal José María Bueno Monreal, a principios de la década de los sesenta del siglo pasado. /Foto: Rasero.

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En la imagen de izquierda a derecha, Eligio Pastor, Camacho, Juan Lara, Serafín Álvarez-Campana y Alfredo Bootello, durante la inauguración del Aula de Pintura ‘Juan Lara’, en la actual sede de la Academia de Bellas Artes ‘Santa Cecilia’.

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La imagen capta la entrega de la Banda de Honor del Club de los Polémicos de Bellas Artes, a Serafín Álvarez-Campana. De izquierda a derecha: Francisco Guerrero Rosso; Antonio de la Torre González; Manuel García Sánchez; Francisco Basallote Roca; Serafín Álvarez Campana Gaztelu; Manolo (se le ve un poco la cara); Angel Pantoja del Puerto; JosÈ Beltrán; Repetto; Manuel Lojo Espinosa; Juan Sánchez Romate (se le ve un poco la cara). (Foto: Pantoja).

Por lo que le he seguido, -como he seguido la trayectoria de tantos amigos de mi padre- se que ha colaborado con diversas publicaciones religiosas y pregonado, entre otros, los actos de exaltación del Rocío.

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Los concejales Serafín Álvarez-Campana, Rafael Sevilla, Miss Simpatía y Manuel Lojo, durante la Feria de 1973 en un acto de entrega de premios en la Caseta Municipal.

Siendo concejal de Parques y Jardines, en la década de los setenta del siglo pasado, con el alcalde Fernando Terry Galarza, sus compañeros de la Junta de Gobierno Local -entonces llamada Comisión Permanente- acordaron por unanimidad darle una sorpresa como reconocimiento a su labor.

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Fuente de San Serafín, en el Paseo de la Victoria. Septiembre de 1972.

Bautizaron con el santo nombre de ‘Fuente de San Serafín’ a la que se encuentra junto a la Ermita de los Caminantes, en el Paseo de la Victoria, por el eficaz trabajo de remozamiento y ajardinado que, sobre dicha fontana, se realizara bajo el mandato del concejal Álvarez Campana camarista que fue, al igual que su madre, de dicho oratorio de los Caminantes, que ha tenido desigual suerte en los últimos años.

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Homenaje recibido por nuestro protagonista en el antiguo Salón Parroquial de la Iglesia Mayor Prioral, donde se encontraban las obras de Rodríguez Losada. De izquierda a derecha, el maestro Antonio Nogués Ropero, el Primer Teniente de Alcalde, Carlos del Poyo Navas, el Arcipreste Manuel Salido Gutiérrez, el homenajeado y el médico Joaquín Muñoz Bela. 28 de abril de 1974.

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El Pregón de 1995 de la Hermandad del Olivo fue ofrecido, conjuntamente, por Juan Ignacio Varela Gilabert, Manuel Martínez Alfonso, Serafín Álvarez-Campana Gaztelu, Francisco del Castillo-Merino Tellería, Juan Durio Siloniz, Luis Suárez Ávila, Enrique Pedregal Valenzuela, Jesús Nogués Ropero, Antonio Muñoz Cuenca y Juan Villarreal Panadero.

Cada vez que escucho "Morillito" se que quien me llama es el bueno de Serafín, cuyo sentido del humor tengo acreditado desde hace muchos años y que él renueva constantemente con las nuevas generaciones que con él se relacionan ¿Verdad Silvia Díez y Juan Fernández de Mesa? Desde que le dieron la merecida distinción en la capital gaditana el Ilustre Colegio de Abogados, ya esta El Puerto en el medallero, por Derecho. /Texto: José María Morillo.

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El enfrentamiento entre los líderes socialistas locales terminó dando el poder al tránsfuga popular Hernán Díaz en el momento más  propicio de la expansión, en 1991, y la sombra del alcalde de IP ha marcado la vida municipal de estos años

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La mesa de edad para elegir al alcalde del mandato 1987-1991, presidida por los concejales de mayor y menor edad, respectivamente, Antonio Álvarez y Enrique Bartolomé, asistidos por el secretario Fernando Jiménez, el Interventor, Antonio Durán, el ordenanza Polanco y el oficial de actas, Jesús Nogués. Mayo de 1987.

Cosas de dos. Uno era el califa, el alcalde, Juan Manuel Torres;  el otro era Iznogud el visir, el que quería ser califa en lugar del califa, José Antonio Navarro, poderoso concejal que desde el área de Deportes escaló hasta la de Urbanismo, donde pocos años antes había iniciado su ascenso  en la política la jefa del PP local (entonces AP), Teófila Martínez, con el efímero acuerdo entre populares y socialistas que echó fuera de la silla de la Alcaldía al comunista Rafael Gómez Ojeda, tras la acre moción de censura de 1986. Sí, Urbanismo. Ahí estaba el quid. La piedra angular era Urbanismo. La clave de una ciudad que había acelerado el proyecto de Puerto Sherry y tenía su primer PGOU a punto de caramelo con dos infraestructuras fundamentales sobre la mesa del Ministerio de Obras Públicas: el desdoblamiento de la N-IV a su paso por El Puerto caminito de Jerez y, más ambiciosa aún, la variante a su paso por el término municipal, incluida las nuevas conexiones hacia Rota y Sanlúcar. De esta manera, por cierto,  se acababan los graves atascos estivales que emborronaban la ciudad turística de moda en la provincia de Cádiz.

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Durante una visita al Yacimiento de Doña Blanca. Arriba a la izquierda el alcalde Torres, el diputado provincial Fernando Suárez, Diego Ruiz Mata, el Viceconsejero del Cultura García Garrido y José Antonio Navarro. En la fila inferior, el ex alcalde Antonio Alvarez y Luis Fuentes, a la sazón Jefe de la Policía Municipal y persona clave en el posterior juicio que desembocó en la destitución de Hernán Díaz como alcalde.

El Puerto, contra viento y marea. Era el lema de Juan Manuel Torres, que formaba una pareja antagonista digna del tebeo con Navarro, bicefalia de un gobierno municipal integrado también por concejales  independientes tránsfugas que dejaron sus respectivos grupos. En las elecciones de mayo de 1991 el PSOE portuense, carne de enfrentamientos internos, obtuvo 5.241 papeletas que suponían una pérdida de más de 2.500 apoyos respecto a las elecciones municipales del 87, comicios que en verdad habían refrendado el pacto anti-natura entre socialistas y populares.

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Hernán Díaz dirigiéndose a sus seguidores en un acto en la sede de campaña.

La inesperada victoria de aquella noche fue para el que había sido pintoresco concejal de Vías y Obras, fugado del PP y azote populista llamado Hernán Díaz. Con el apoyo de comerciantes locales e invocando el pundonor hacia una ciudad donde siempre predominó la resignación y la apatía, Hernán creó el PU (Portuenses Unidos) que se transformó en un más pretencioso Independientes Portuenses IP. En la lista también se encontraba un joven abogado, Enrique Moresco, que en el declive de esta formación localista terminaría liderando la lista del PP local en las elecciones de 2007 con la carambola de los populares de aspirar a controlar la Diputación. Los independientes ganaron con 6.213 votos,  para 7 concejales, que cundieron como nunca. El pueblo había protestado de su desencanto hacia el dúo Torres y Navarro, que terminaron de enfrentarse en la derrota. Derrota que terminaría agravándose al pactar (ya entonces con Luis Benvenutty liderando el grupo socialista) con los independientes y darles las alas para que terminaran de volar alto. Por cierto, 24.948 votantes se quedaron en casa. El absentismo es el líder desconocido de la política portuense.

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Un Hernán Díaz victorioso, aupado por sus seguidores, tras conocer el resultado de la campaña electoral.

Díaz Cortés se encontró con todo lo que el dúo Torres-Navarro iba a explotar a partir del 90. PGOU, carreteras, inversiones. Tras alguna pataleta, apoyado por el suicidio socialista,  el nuevo alcalde transformó el bastón de mando en una varita mágica. La defensa de la patria chica justificaba todo, incluso mirar hacia otro lado con las viviendas ilegales (gran vivero de votos del 91) mientras todo crecía de una forma sobredimensionada para una ciudad de 70.000 habitantes. Polígonos industriales morrocotudos, colmenas de unifamiliares, centros comerciales duplicados, empresas privadas en un falso esplendor y empresas municipales de dudoso destino. También algún aparcamiento subterráneo con calzador, como el de la plaza Peral. Entre estómagos agradecidos y cerebros sugestionados consiguió en 1995 una victoria imperial con 16.522 votos, 16 concejales, y una oposición empequeñecida y siempre cabreada. Comenzaba la gran fiesta de IP mientras en las afueras se avivaba también la gran barbacoa de la construcción ilegal. Esos casoplones en cualquier parte, incluso en parajes de protección natural (lagunas, Pinar de Coig), contribuyeron a despoblar el casco urbano y a agudizar la burbuja inmobiliaria que en el nuevo siglo adquiriría en El Puerto tintes de catástrofe ineludible. Y para colmo, los más perjudicados de este desatino fueron los integrantes del propio tejido comercial de siempre de la ciudad: los primeros entusiastas de Hernán, al que llegaron a fabricarle medios de comunicación a su medida.

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La trasera derribada del Palacio de Vizarrón o 'Casa de las Cadenas'.

La euforia populista se transformó con los años en soberbia fatalista. Las limitaciones intelectuales del alcalde, con equipos de perfil bajo (lo más frecuente en el Polvorista a lo largo de la historia reciente) dejaron huella en la fisonomía de la ciudad, en una lenta pero progresiva decadencia que se fue agravando mientras se camuflaba con el buen momento económico del país. El derribo de parte de la Casa de las Cadenas o el estribo del puente de San Alejandro, en 2004, sólo fueron evidencias de una nefasta gestión que venía desde atrás. El punto de inflexión hacia el declive de IP, acompañando al de la propia ciudad, se produjo con la marcha del entonces número 2, el edil de Urbanismo (otra vez  el Urbanismo), Miguel León.

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En la imagen, el carnicero Juan Barrero, último presidente de Tele Puerto, entrega una placa a Hernán Díaz, en presencia de Miguel León y Juan Bocanegra.

El duelo Torres-Navarro se volvía a reproducir, ahora casi con tintes de parodia. IP perdía su mayoría en las elecciones de 1999 y el enfado en la bicefalia de IP terminó con León en el Grupo Mixto y con Pedro Alamillos, un concejal que había comenzado en el PSOE, de responsable de Urbanismo en 2001. El PGOU iba agotando su vigencia y se tardarían más de once años en alcanzar (y recibir la aprobación) de un segundo plan integral: representación de la incapacidad de unos gobiernos locales desbordados por el monstruo que se había ido erigiendo antes sus ojos.

Las elecciones de 2003 ratificaron que el invento de Hernán sólo estaba sustentado por la piel del tambor, por ese pellejo de agregados, adictos e interesados de una gestión ya más enajenada que populista. Pero en esas volvió de nuevo el PSOE a dispararse en la sien creando un pacto exigido desde el entonces presidente de Diputación, Francisco González Cabañas. IP sobrevivía fagocitando a las vértebras de la espalda socialista. Y a Hernán Díaz le llegó un final inesperado y definitivo. Y no por asuntos urbanísticos, cuando se suman las imputaciones para él y el concejal de Urbanismo en estos coletazos, Juan Carlos Rodríguez.

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Ediles de diversos periodos democráticos, posando en un acto institucional en el Monasterio de la Victoria.

Desde años atrás venía rondando la denuncia de un antiguo jefe de la Policía Local, Luis Fuentes, por la inopinada contratación de José Díaz Otero en 1995 como supervisor de la Jefatura.  Unos lamentables recursos, en línea con todo lo que había sido administración de Hernán Díaz en aquellos años, fueron insuficientes y en julio de 2006 el alcalde independiente era inhabilitado en los tribunales.  Y de nuevo aparecen por aquí Torres y Navarro. Estos chicos. Fuentes se enfrentó a Navarro en la sustitución estival de 1988 cuando era califa en lugar del califa. Navarro lo expedientó con la aprobación posterior de Torres, pese a que éste apoyaba a Fuentes. 

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Con Hernán fuera el pacto con el PSOE estaba obligado a romperse, dejando ya a los socialistas sin futuro en El Puerto durante un par de generaciones, y Fernando Gago fue el transitorio alcalde hasta las elecciones de 2007 que llevarían a la presidencia de la ciudad a cualquier candidato que pusiera el PP. Y ese candidato era Enrique Moresco, impuesto por los líderes regionales Javier Arenas y Antonio Sanz, con vistas a controlar la Diputación (sí, otra vez la dichosa Diputación), tras haber dejado al ex concejal independiente fuera del tablero y presentándolo como atracción de los votos de IP, aunque finalmente no se cristalizaron unas previsiones que sólo habían estado en la mente de Sanz o de Arenas. El Puerto siempre es más complejo, poliédrico y, eso sí, apático de lo que parece. Al final Gago fue el que terminó de dar oxígeno, en un nuevo ejercicio de transfuguismo, en esta decadencia de Hernán Díaz sin Hernán Díaz: el fantasma que late tras la silueta fantasmal del casco urbano de El Puerto, con Moresco como heredero del independiente con las siglas del PP. El impetuoso concejal andalucista, Antonio Jesús Ruiz, muleta para ese primer gobierno de Moresco, fue el que consiguió rentabilizar su gestión  y en 2011 conseguía 4 concejales que son las cuñas que aún cuadran la mesa de los populares en una administración que vuelve a traer más melancolía a una ciudad inundada de incómodas calles sin saber qué son, grafitis, bolardos y pasarelas que, por ahora, no llevan a ningún sitio.  /Texto: Francisco Andrés Gallardo.

rafaelalberti_poeta_puertosantamariaComo si en realidad existiera un Ángel de los Números que fuera contando las jornadas de luto: un año de oscuridad por cada uno de luz, más dos de propina. Cuando salió al exilio, Alberti  tenía treinta y seis años. Cuando volvió, habían pasado treinta y ocho. Casi cuatro décadas dan para mucho. Para más de treinta libros y una hija, para varias casas, para miles de cartas. Para lidiar con el desencanto. No es difícil pensar que la desilusión creciera a medida que los años transcurridos en uno y otro lado, dentro y fuera de la frontera, iban igualándose en la balanza.

Comentaba Rafael Alberti  en una antigua entrevista que, a su llegada a Buenos Aires en 1940, ni él ni María Teresa León querían comprar "ni siquiera una silla", en la confianza de que la situación que se vivía en España sería temporal. De esa aleteante creencia se pasó, al término de la contienda mundial, a considerar lo terrible. A hacer de lo provisional una certeza y a convertir en eterno el sentido de ausencia. Tal vez, en algún momento, Alberti  llegara a pensar que luchaba realmente contra una sinrazón imbatible y que algún poder extraño debía andar tras aquellos que hablaban desde lo alto y que, desde lo lejos, parecían intocables y eternos. Cuatro décadas dan para mucho. En 1941 nacería, bonaerense, Aitana Alberti . La familia permanecería en la Argentina durante veinticuatro años.

la-arboleda-perdida-rafael-alberti_MLA-F-2970565026_072012A Italia llegarían en 1963: pasarían otros catorce años hasta que el poeta pudiera pisar de nuevo suelo español, en abril del 77. Un año después del nacimiento de su hija, Alberti  publicaría en México el primer volumen de La arboleda perdida, su libro de memorias. "Si ha habido un poeta en el destierro que siempre haya recordado a España, ése he sido yo", decía. Una nostalgia que iría plasmándose en libros como Ora marítima o Retornos de lo vivo lejano. Aunque prácticamente no hay obra del portuense en la que no se refleje su necesidad de amarre, su sentimiento de pérdida. Esta herida haría de su nombre y de su imagen, ya siempre, un icono de los intelectuales represaliados.

En Sudamérica, Alberti  publicó títulos como Entre el clavel y la espada, El Adefesio, A la pintura o Noche de guerra en el Museo del Prado. Impartió numerosos recitales y conferencias, recuperó su faceta de pintor, participó en distintas exposiciones y cultivó vínculos imborrables. Visitó varias veces la URSS y algunos países de la Europa del Este. Rafael Alberti  vivía entonces, en realidad, un segundo exilio. El primero, doméstico y premonitorio, lo había experimentado durante su juventud, cuando la familia se trasladó a vivir a la capital de España -"No quería estar en Madrid, no me gustaban sus colores (…) Sentía la nostalgia de la espuma de mar", afirmaba en unas declaraciones a ABC-. Ejercía ya entonces, en su juventud, de andaluz exiliado.

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De izquierda a derecha, Rafael Alberti, María Teresa León y Pablo Neruda.

La otra expulsión, al término de la Guerra Civil, tuvo en París -en casa de Pablo Neruda y la emisora Radio París-Mondiale- su primerísima parada. El cerco alemán obligaría al matrimonio a partir poco después hacia América. "Yo quiero volver a Italia con María Teresa y mi chica. Ahí me siento bien y lleno de cosas. Aquí me muero poco a poco", escribe en una carta de 1951 desde La Gallarda, en Punta del Este. La familia no llegaría a Italia, sin embargo, hasta mucho más tarde, siendo éste un destino que los Alberti  escogieron buscando un país que estuviera cerca de España, escarmentados por las experiencias con la Policía francesa y alentados por la ascendencia italiana del escritor, que incluso recordaba a sus tíos hablando en italiano.

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En Roma, con José Agustín Goytisolo en 1964.

En Roma, en la vía Giulia y en el Trastevere, Alberti  aseguraba haber podido vivir "sin ser molestado". Su estancia en el país italiano le facilitaba, además, el contacto con sus compatriotas. En Italia, el poeta pudo recuperar la luz que había extrañado durante tanto tiempo, pero aún se dolía lo suficiente como para escribir los versos perturbadores de Roma, peligro para caminantes . El regreso y los recuerdos de lo vivo presente

alberti_avion_puertosantamariaAlberti  volvería a pisar suelo español el 27 de abril de 1977. Bajó del avión acompañado de su mujer y de su hija y no paró de repetir, en todo momento, que regresaba a España "con el puño cerrado y la mano abierta". "No quiero decir nada emotivo porque tenéis que daros cuenta de lo que siento ahora -fueron sus primeras palabras-. Estoy igual que cuando me fui o, quizás, mejor que entonces". Entre los títulos más vendidos de la III edición de la Feria del Libro de Madrid, que se celebraba por esas fechas, estaban El Libro Rojo de Mao; Dios y Estado, de Bakunin; la Obra poética de Miguel Hernández y dos obras de Alberti : El poeta en la calle y La arboleda perdida. El escritor, sin embargo, no se dejaría ver por la cita editorial madrileña y tardaría más de un mes, de hecho, en pisar la provincia gaditana: cosa que haría coincidiendo con un mitin organizado por el Partido Comunista en el Paseo de Santa Bárbara.

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Con Santiago Carrillo en un mitin del Partido Comunista.

Alberti  llegaría a El Puerto el lunes 23 de mayo, en el tren que salía desde Madrid. El viaje duraba doce horas, a las que hubo que añadir dos horas más de retraso. El periodista Agustín Merello  lo acompañó durante el trayecto. "Yo he sentido profundamente la lejanía porque, conmigo, se fueron todos los muertos de la guerra, los dolores de los que emigraron", comentaba el poeta.

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Con su sobrino, Agustín Merello, en el viaje en tren de regreso a El Puerto.

A su llegada a Sevilla, les dijo a los que esperaban: "Estoy haciendo el camino de la libertad". Había escrito la Poesía del regreso con la intención de leerla al llegar a su destino, "si es que había alguien" esperándole. Y en El Puerto había tal tumulto aguardándolo que Alberti  apenas pudo salir del tren . A la mañana siguiente, Rafael Alberti  dio un paseo por su ciudad natal, un lugar que encontró bastante fiel a las imágenes que guardaba en su memoria: "Me acostumbré tanto a rodar por el mundo que ya pensaba que no era de ninguna parte -confesaría justo después-, pero los recuerdos vividos esta mañana resultan suficientes para escribir algunos nuevos retornos, no ya de lo vivo lejano, sino de lo presente". /Texto: Pilar Vera

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Joaquín Calero Muñoz nació en Barcelona en 1920, siendo alcalde de El Puerto Manuel Calderón Paz. Hijo de Joaquín Calero Cuenca --quien fuera alcalde de la Ciudad-- (ver nótula núm. 925 en GdP) y de Luisa Muñoz del March, cuarto de cinco hermanos: Antonio, Luisa Rosa, Joaquín, María Soledad y Francisco. En el censo de 1920 la Ciudad tenía 18.839 habitantes de hecho 18.951 habitantes de derecho y 4.524 hogares. Nacía, también, el pintor Juan Lara Izquierdo el 9 de mayo.

casadelaaduana_casaflores_puertosantamariaLLEGADA A EL PUERTO.

En 1912 su padre ingresa en el Cuerpo de Aduanas, siendo destinado a diferentes poblaciones, siendo esa la circunstancia por la que Joaquín nace en Bercelona, siendo destinado a la Aduana de El Puerto en 1924 a donde se traslada con la familia, es decir que nuestro protagonista vive en esta población desde los cuatro años.

En nuestra Ciudad la familia paterna fijó su residencia en tres ubicaciones distintas; en la Plaza de la Herrería esquina con Jesús de los Milagros, la segunda, en Micaela Aramburu frente al extinto Hospital Municipal y  Capilla de los Afligidos, y la tercera, en la calle Vergel del Conde O’Reilly (en la actualidad Ribera del Marisco, donde hoy se encuentra Restaurante Flores), en cuya planta baja  estuvieron ubicadas las oficinas de Aduana. /En la imagen de la izquierda, la Casa de la Aduana, donde en la actualidad se encuentra el restaurante Casa Flores. A la izquierda el Bar Nuevo Échatepayá.

Estudió en el Colegio de las Carmellitas de El Puerto,  Colegio de A. Quero, José Luís Poullet. En Ronda, en el internado de los Salesianos fundación Moctezuma. En Madrid, academia preparatoria de oposiciones al Ministerio de Educación y Ciencia Iturriaga-Aguirre. Hizo el servicio militar en la Armada.

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Tribunal y candidatos aprobados en las oposiciones a Catedrático de Instituto de Enseñanza Media. Joaquín Calero Muñoz resultó ser uno de ellos, en el centro de pie. Los sentados son los que formaron parte del tribunal. 12 de marzo de 1975.

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Durante una visita a Osborne, nuestro protagonista en el centro de blanco, con integrantes de los Cursos de Verano. A la izquierda, Ramon Bayo Valdés (ver nótula núm. 664 en GdP).

ACTIVIDAD DOCENTE.

Fue profesor titular de Ciencias en el Instituto Laboral, hoy Santo Domingo, del que sería director en varios periodos, así como catedrático numerario cuando fue Instituto Técnico de Enseñanza Media; en el Colegio de las Hermanas Carmelitas de Física y Química; en el Instituto Padre Luís Coloma de Jerez de la Frontera. Estuvo de Profesor Agregado de Geología en el Colegio Universitario de Cádiz.  Fue uno de los fundadores del Colegio Universitario de Cádiz, en la rama de Geología, donde estuvo durante seis años, hasta convertirse en profesor agregado de la Facultad de Ciencias.

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De izquierda a derecha, Luis Caballero Noguera, cura desconocido, José María Gutiérrez Sánchez de Cos, desconocido y Joaquín Calero.

JEFE LOCAL DEL MOVIMIENTO Y DELEGADO SINDICAL.

Fue Jefe Local del Movimiento, organismo que nace tras la Guerra Civil, coincidiendo con los alcalde Miguel Castro Merello (ver nótula 1654 en GdP) y Luis Portillo Ruiz (ver nótula 966 en GdP), es decir entre los años 1958 y 1969. Fue Jefe de Sección de Protección Civil en el Gobierno Civil en Cadiz, y de allí pasó a ser Asesor Técnico de la Delegación Provincial del Trabajo en Cádiz. En la década de los 60 del siglo XX fue Delegado Comarcal del Sindicato Vertical.

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Firma de la cesión al Ministerio de Educación y Ciencia de la parcela de 2000 mt2 para la construcción de viviendas y campo de deportes para el profesorado del Instituto. De izquierda a derecha: Fernando T. de Terry Galarza (Alcalde de la Ciudad), desconocido, Joaquín Calero Muñoz, Delegado Provincial del Instituto Nacional de la Vivienda. 25.01.1973

Formó parte de la Comisión de Viviendas de Portección Oficial, organismo que se ocupaba de distribuir las viviendas entre las familias más necesitadas de El Puerto, por orden de prioridad, previo informe recibido del Comité Local de Trabajadores donde valoraban a estas familias. Una de las barriadas que él más recuerda es la de la Playa, frente al Club Náutico

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La imagen está tomada el 17 de diciembre de 1972, ante su estación de radioaficionado.

RADIOAFICIONADO.

Fue un gran radioaficionado, esa fue siempre su ocupación ociosa preferida, llegando a ser  miembro de la Red de Emergencia de Protección Civil, también amante de la electrónica, y como ya hemos señalado, en asuntos deportivos, la náutica.

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NACE EL ACTUAL CLUB NÁUTICO.

Como consecuencia de dicha afición, se reúnen un grupo de propietarios de embarcaciones de vela, entre ellos Luis Alcántara, Victor Unzueta Gabiola (ver nótula núm. 1595 en GdP), nuestro protagonista, Francisco Velarde, Miguel Merello Reynolds, quienes fondeaban en las inmediaciones del Muelle San Ignacio, con el inconveniente de que las corrientes del río y las variaciones de los vientos por la influencia de las edificaciones junto al Guadalete, que produjeron varios accidentes al ser arrastradas dichas embarcaciones hasta el Puente San Alejandro. Este fue el motivo de trasladar los fondeadores a donde actualmente se encuentra el Club Náutico, ya que en aquellas fechas no existía ninguna instalación de este tipo en el río. Al principio se instaló una caseta de playa propiedad de Miguel Merello Reynolds para alojamiento de un guarda de los barcos.

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Caseta del Club Náutico, traída del Náutico de Cádiz. 1957.

A partir de entonces se reúnen los antes citados con varios portuenses, entre los que se encontraba Miguel Duro del Moral,  aficionado también a la náutica deportiva, y forman la junta directiva nombrando a Duro presidente de la misma, Calero como tesorero, Victor Unzueta secretario y Juan Gavala Laborde (ver nótula núm. 442 en GdP) presidente honorífico, para contactar con el Club Nautico de Cádiz, y tratar de conseguir la adquisición de la instalación de fortuna  que existía en dicho club y que se iba a desmantelar para construir una caseta de obra.  Dicha instalación se trataba de una caseta de grandes dimensiones y llegaron al acuerdo de trasladarla a El Puerto, tras un pago simbólico, ya que el club gaditano se iba a deshacer de ella. Con la estimable ayuda de Enrique Letang , se trasladó dicha caseta y se instala donde actualmente se encuentra el Club Nautico, con el correspondiente permiso de Obras de Puerto --hoy Autoridad Portuaria-- a quien pertenecían dichos terrenos. La junta directiva creada para fundar el club, emite una especie de acciones, sin valor en bolsa, que colocan entre varias empresas y portuenses con idea de conseguir ayuda económica para acondicionar dicho club.

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Preparados para una Fiesta de Disfraces en el Club Nautico. De izquierda a derecha: Pilar Benjumeda Molleda; Joaquín Calero Muñoz; Sara Roncero Cardiel; Miguel Duro del Moral; María Vaca Roa.

Era un buen viajero que aprovechaba las vacaciones estivales para conocer las zonas costeras de España y Portugal, así como algunos estados de América del Norte y países de América del Sur. Como miembro de la Federación Española de Camping-Caravaning recorrió Francia, Bélgica, Holanda, Países Nórdicos, Repúblicas Bálticas, …

Contrajo matrimonio con la cañaílla Sara Roncero Cardiel el 16 de Julio de 1956, y tienen 5 hijos: Antonio, Joaquín, Eva, Sara María y Ramón, este último un reputado deportista náutico.

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Cien-a+¦os-de-socialismo-en-Andaluc+¡a_Portada(baja)Se han celebrado estos días unas jornadas conmemorativas con motivo del 125 aniversario de la Agrupación Socialista Portuense (1891-2016). En este trabajo, el Dr. en Historia Diego Caro Cancela, catedrático de  Historia Contemporánea de la UCA, nos expone en su introducción las circunstancias que se vivieron en España en los tiempos que se relatan, así como en El Puerto, donde Alfonso Fernández Notario fue el primero concejal socialista de Andalucía.

| En la imagen de la izquierda, portada del volumen 'Cien Años de Socialismo en Andalucía (1885-1985), donde se recoge los orígenes de la Agrupación Socialista Portuense.

INTRODUCCIÓN. LA NUEVA FEDERACIÓN MADRILEÑA Y LA FORMACIÓN DEL PSOE

Hay que situar los orígenes del socialismo marxista en España en la ruptura que se produce en 1872 en el seno de la Primera Internacional por las discrepancias entre las tesis de Marx y Bakunin acerca de la participación de los trabajadores en la vida política.

Si en el conjunto del movimiento obrero internacionalista las tesis marxistas se impusieron a las anarquistas, en España ocurrió todo lo contrario. Los seguidores de Marx quedaron en minoría y terminaron siendo apartados de la Federación Regional Española (F.R.E.), el organismo que representaba a la Internacional en el movimiento obrero español.  En minoría y fuera de esta federación, el primer y reducido grupo marxista asentado en la capital de España, decidía fundar una llamada Nueva Federación Madrileña y convertir al periódico La Emancipación en el portavoz de sus posiciones políticas y societarias.

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|De izquierda a derecha, Carlos Marx y Mijail Bakunin

Sin apenas recursos materiales, esta Nueva Federación Madrileña no pudo superar la ola represiva que siguió al golpe de Estado del general Pavía en los primeros días de 1874 contra el gobierno republicano y desapareció, quedando así temporalmente aparcada la idea de constituir el Partido Obrero para participar en la lucha política.  Hubo que esperar al dos de mayo de 1879 –todavía en la ilegalidad- para que en una reunión celebrada en una fonda de la calle Tetuán de Madrid, un grupo de veinticinco hombres, entre los que estaba Pablo Iglesias,  decidieran constituir el Partido Socialista Obrero Español (PSOE). Poco después aparecerían otros pequeños núcleos socialistas en Barcelona y Guadalajara, en 1885 se creaba la Agrupación de Málaga –la primera de Andalucía- y el uno de mayo de 1891 nacía la Agrupación Socialista de El Puerto de Santa María, la segunda de la provincia de Cádiz, tras la fugaz existencia de la que en 1886 apareció en Alcalá de los Gazules.

Imagen3El-Socialista_puertosantamariaLA FUNDACIÓN DE LA AGRUPACIÓN SOCIALISTA DE EL PUERTO.

Son los trabajadores del vino –viticultores, arrumbadores y toneleros- los que juegan un papel fundamental en la expansión de las ideas socialistas y ugetistas en el Marco de Jerez, una zona en la que hasta entonces la hegemonía del sindicalismo anarquista y del republicanismo había sido prácticamente total desde la revolución de 1868 y la fundación de la Primera Internacional en el año 1870. /En la imagen de la izquierda, portada del periódico 'El Socialista'.

Ya desde finales de 1887, El Socialista había mantenido contacto con algunos correligionarios de Jerez.  Sin embargo, es a partir de 1888 cuando se inician los trabajos para constituir una agrupación, coincidiendo con la estancia temporal en la ciudad del líder socialista malagueño Rafael Salinas, que aprovecha su condición de tonelero para organizar también a los trabajadores de este oficio.  Su trabajo da resultado, porque el 11 de febrero de 1890 la sociedad remite una carta al Comité Nacional de la UGT, comunicándole que se ha constituido como tal, solicitando la remisión de varios ejemplares de los estatutos del sindicato,   preparando "excursiones" de propaganda a las poblaciones cercanas de Cádiz, El Puerto de Santa María y, posteriormente, a los de Sanlúcar de Barrameda y Sevilla.

La sociedad de resistencia de los toneleros jerezanos se constituía definitivamente el 2 de marzo, no así la agrupación socialista, que tardaría todavía años.  Distinta fue la situación en El Puerto, en donde el éxito de una huelga sostenida por el gremio favorece la organización de otros oficios de la ciudad, como los carpinteros, los aserradores, los zapateros y los viticultores y la creación de la primera agrupación socialista de la comarca, el 1 de mayo de 1891.  Sin embargo, la represión gubernamental indiscriminada sobre el movimiento obrero de la provincia, tras el "asalto campesino" a Jerez de principios de 1892, provoca su desaparición hasta el año 1899, en que vuelve a resurgir con fuerza, en una nueva fase de reorganización obrera que afecta a viticultores, toneleros, zapateros y marineros.

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EL PRIMER CONCEJAL SOCIALISTA DE ANDALUCÍA.

A principios del siglo XX, El Puerto tenía una de las Agrupaciones Socialistas más estables de la región después de su refundación en 1899. Una buena prueba de lo que decimos es que todavía en 1907 mantenía El Sudor del Obrero, uno de los siete periódicos que tenía el Partido en toda España  y sus más reconocidos militantes, una y otra vez, copaban la representación obrera en la Junta Local de Reformas Sociales.

Parecía que había llegado el momento de tener representación política en el Ayuntamiento. Lo  intentaron  los socialistas portuenses en noviembre de 1903, cuando la Agrupación decidía, por primera vez, presentar cinco candidatos obreros por los diferentes distritos electorales de la población. Las “inmoralidades políticas” practicadas por los caciques monárquicos hicieron baldío el esfuerzo.

Tendrían más éxito en  las elecciones municipales convocadas para el  12 de noviembre de 1905 Esta vez los socialistas portuenses acordaban concurrir, pero no con cinco candidatos, sino con un solo nombre, el jornalero Alfonso Fernández Notario, recién elegido miembro de la Junta Local de Reformas Sociales y representante de la misma para participar en la elección de la Junta Provincial.

...continúa leyendo "1.782. LA AGRUPACIÓN SOCIALISTA PORTUENSE. 122 años de Historia."

En la imagen, Agustín Merello, con su tío Rafael Alberti Merello, el 24 de mayo de 1977, en el Talgo procedende de Madrid en el que acompañó y entrevistó al poeta Rafael Alberti en su regreso a El Puerto, tras 46 años de ausencia.

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Ponemos a disposición de los lectores de Gente del Puerto este documental de NODO. A partir del minuto 06:05 se puede ver una evocación poética y nostálgica con la voz del poeta e imágenes de la Ciudad, en la emisión del citado informativo de fecha 12 de septiembre de 1977.

PULSAR EN EL SIGUIENTE ENLACE QUE NOS LLEVA A NODO Y SELECIONAR EL REPORTAJE DE ALBERTI.

 

Con el título ‘Delante y Detrás de la Noticia’ el sábado 1 de junio se celebró un encuentro donde, bajo la organización de Salvador González Mateos, se pretendió y consiguió juntar aunque parcialmente, a aquellos que hace 30 años se encontraban a ambos lados de la noticia.

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En la imagen, vemos entre otros, de izquierda a derecha, José María Morillo, Rafael Navas director de Diario de Cádiz, Joaquín Paloma de Ecologistas en Acción, Rafael Gómez Ojeda, ex alcalde de El Puerto, Salvador González Mateos, Juan Clavero Salvador, el editor de El Boletín Eduardo Albaladejo Manzanares, con gorra el ex concejal José Antonio Castro Cortegana, los hermanos Pepe y Ángel Mendoza, Isa Lora y algunos más cuyos nombres no logramos recordar.

Unos fotografiando, escribiéndolas o filmándolas. Otros, generándolas con sus acciones o declaraciones. Esta idea, que a algunos ilusiona desde hace unos años se hizo realidad con motivo del 30 aniversario de la fundación de la Asociación Ecologista Guadalete.  Periodistas, reporteros gráficos, técnicos, abogados, dirigentes vecinales, algunos políticos de la época, artistas, colaboradores y ecologistas,  compartieron un Ajo Lebrijano , recuerdos, anecdotas, …

La convivencia se realizó en la Asociación de Vecinos ‘La Andreita’, por la Hijuela del Tío Prieto. En el local vecinal se pudo contemplar la exposición de Ecologistas en Acción "30 años y mas de ecologismo social en El Puerto".  A la hora del cafe, se emitió un video donde algunos se reconocieron con bastantes años, kilos y canas menos.

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En esta imagen vemos de amarillo en el centro a la periodista y flamante novelista Kety Castillo, junto Salvador González de rojo y sombrero, Pepe Mendoza, Clavero, a la derecha Fito Carreto, Agustín Álvarez, Soledad Duro, Eduardo Albaladejo. A la izquierda, entre otros, Rafael Navas, Morillo, la fotógrafo Toñi Flores, ... la nueva presidenta de la Asociación de la Prensa de Cádiz, Libertad Paloma se incorporó más tarde.

«No nos vale que alguno se autoexcluya», --rezaba la convocatoria-- «porque no quiera coincidir con fulanito o menganito. ¡Vamos a dejarnos de tonterías!  Aunque hayan existido diferencias ideológicas, laborales o problemas de sexo entre gente de la época, no podemos perdernos encontrarnos con fauna tan variada con la que pasaremos un rato de convivencia sana. Aquí vamos a invitar a los protagonistas de aquellas historias independientemente del bando donde se encontrase. Y aunque alguno se encuentre incluso en pleitos, por un día que se aparquen rencores y malos rollos».

A lo largo de la tarde fueron yendo y viniendo y se vieron caras de sorpresa y de alegría de gente que, a pesar de vivir en El Puerto, hacía tiempo que no se veían: ¿acaso por la configuración de la Ciudad que ha crecido en extensión --vía convenios urbanísticos y viviendas ilegales-- abandonando un centro histórico que agoniza?

Salek Baba Hassana --que ha visitado ayer El Puerto-- nació el 5 de septiembre de 1954 en Uael El Haudi (Sahara Occidental) hijo del que fuera Procurador en las Cortes Españolas durante el anterior régimen Baba Hassana, en representación de Villa Cisneros, la actual Dajla (en árabe ‘La Interior’) Era alcalde de El Puerto en 1956 Luis Caballero Noguera. Estudió bachillerato y COU con profesores españoles en Villa Cisneros, empezando la carrera de biología en Madrid, en la Universidad Complutense que interrumpe, para incorporarse al Frente Polisario y a su lucha, cuando los territorios saharauis fueron ocupados por Marruecos, y Mauritania  al ser abandonados por España a su suerte durante la enfermedad del dictador y anterior Jefe de Estado, tras la invasión marroquí durante ‘La Marcha Verde’, siendo todavía aquellos territorios colonias españolas. En 1975 era alcalde de El Puerto Fernando T. de Terry Galarza.

El Frente Polisario, a cuyo Secretariado pertenece Salek, conmemora el 20 de mayo de 2013 el 40 aniversario del inicio de la lucha por la independencia nacional en el marco de la legalidad internacional reconocida por la ONU en su resolución 1514(XV) a los países y pueblos bajo dominación colonial. /En la imagen, gráfico de El Mundo.

Entre 1977 y 1983 termina sus estudios universitarios en La Habana (Cuba) y, gracias a ello no pierde el habla española que usa con fluidez. Entre sus escritores españoles favoritos están Cervantes, Becquer y el colombiano Gabriel García Máiquez, así como Machado y Alberti, del que ha disfrutado durante su visita ayer a la Fundación que lleva el nombre del poeta de la Generación del 27.

El conflicto armado con Mauritania (de donde recuperan los terrenos ocupados) y Marruecos duró entre 1975 y 1991, año en el que se firma un acuerdo de paz. Salek regresó al finalizar su carrera a los campamentos del Sahara, como oficial del ejército de su pueblo durante la guerra de liberación contra la invasión hasta 1989.

Un campamento de la provincia de Auserd.

A partir de 1989 Salek ha ocupado diferentes cargos políticos, administrativos y ejecutivos, tanto en el gobierno como en la organización política que lo sustenta. Ha sido Secretario General de la Juventud del Frente Polisario, y en el gobierno de la República Árabe Democrática Saharaui (RASD) ha sido ministro de Desarrollo Económico, Secretario General del Gobierno, Director General de Cooperación, Ministro de Cooperación y, desde enero de 2012 es Gobernador (Wali) de una de las cuatro provincias (wilayas) entre las que se divide los territorios saharauis, la provincia de Auserd, a la que pertenece La Güera (antigua La Agüera española, que significa ‘zanja para conducir las aguas de lluvia a los campos’), ciudad con la que está hermanado El Puerto de Santa María, por acuerdo de pleno de 1993, siendo alcalde Hernán Díaz Cortés.

Durante su visita de ayer a El Puerto, con Jesús Espinar, presidente de Amal Esperanza, en la Fundación Rafael Alberti.

Casado dos veces, tiene cinco hijas y dos hijos, le gusta la música moderna saharaui y los sones latinos, y a los ya citados gustos por los escritores y poetas españoles, añade a Kais, un poeta árabe de antes de nuestra era y Áhmed Uld Abdel Qáder un poeta beduino y mauritano del siglo XX, impulsor de la arabidad en la literatura mauritana y presidente del Tribunal Supremo de su país.

Antes de ayer el Ayuntamiento de El Puerto ha renovado su compromiso con el pueblo Saharaui de La Güera, en un acto celebrado en el Salón de Plenos, con asistencia de los representantes del gobierno local y todos los grupos políticos y Salek Baba Hassana, Wali de Auserd de la República Árabe Democrática Saharaui (RASD), el representante del Frente Polisario para Andalucía, Abidín Bucharayan, junto al presidente de Amal Esperanza, Jesús Espinar Galán, recordando el 20 Aniversario del Hermanamiento entre nuestra ciudad y la ciudad de La Güera.

Durante su visita de antes de ayer al Ayuntamiento de El Puerto, con el alcalde de la Ciudad, Enrique Moresco.

AMAL ESPERANZA.
Al igual que  otros años, ya se está preparando este programa, mediante el cual vendrán en verano a la ciudad 30 niños saharauis (5 de ellos con discapacidad, que serán acogidos por Afanas) y que se pondrá en marcha desde mediados de junio a mitad de septiembre.

 Vacaciones en Paz' es uno de los programas de cooperación que mantiene Amal Esperanza en El Puerto. Desde hace 20 años, han participado en esta iniciativa 600 familias de acogida, que han recibido en sus casas en veranos a niños procedentes de los campamentos de refugiados saharauis de Tinduf, donde las condiciones de vida son muy duras. El Ayuntamiento destina también para cooperación con La Güera la mitad de la partida económica de Bienestar Social en Cooperación Internacional que se eleva a 20.000 euros al año, y que ha servido para dotar de placas solares a los campamentos de refugiados, material escolar y ahora para la creación de huertos familiares para poder cultivar productos básicos de consumo.

Salek Baba Hassana, delante de la Torre de Doña Blanca, en el yacimiento de su nombre. 

El camión que envía Amal Esperanza El Puerto dentro del convoy de ayuda humanitaria 'Caravana por la Paz' llegó a Auserd en febrero pasado, con 17.000 kilos de alimentos (2.000 de harina), material para la horticultura, semillas, plásticos de invernadero y bombas de agua para los pozos.

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Permítanme que les cuente una historia tal y como me la narró uno de los paisanos que la protagonizaron. Hace treinta y cuatro  años, en plena transición, nuestra ciudad vivía un momento esperanzador tras décadas de régimen franquista. No obstante, aún quedaba por derribar el muro que impedía la llegada de la democracia a las instituciones portuenses. Varias generaciones sentían que aquel paso que iban a dar con su participación en las primeras elecciones municipales desde la Segunda República abría un horizonte nuevo para El Puerto.

Aquellos fueron los tiempos de Esteban Caamaño Bernal. Arrumbador de la Bodega Terry, sus inquietudes sociales le llevaron a defender a los trabajadores dentro del sindicato USO. Su labor no pasó desapercibida para el partido socialista de Tierno Galván, llegando a la política de la mano del viejo profesor. En 1977 fue elegido Diputado a Cortes, siendo el único en Andalucía de la formación de Tierno. Cuando se produjo en 1978 la integración del PSP en el PSOE, Caamaño, acompañado de una veintena de militantes, se incorporó a la agrupación socialista portuense. El PSOE local estaba formado por tres grupos – “telefónicos”, los “cristianos” de Esteban Caamaño y los militantes fundacionales en torno a Francisco Lara, figura clave en la refundación del partido en El Puerto – que convivían no sin dificultades ni discrepancias internas, como ocurrió a la hora de decidir quién iba a ser el candidato a la Alcaldía.

De izquierda a derecha, Pepe Marroquín ‘el Bloque’, Antonio Álvarez Herrera, Pepe Marco y Esteban Caamaño Bernal.

Finalmente, el cabeza de cartel del PSOE fue Caamaño, reelegido diputado apenas un mes antes. Caamaño sabía que la razón de que fuera el alcaldable socialista era meramente electoral, ante la necesidad de oponer una figura popular y de cierto prestigio a Antonio Álvarez. Aunque la pugna en las urnas acabó con la derrota de Esteban Caamaño, sí consiguió frenar la escalada del PSA que un mes antes, en las elecciones generales, se había convertido en la segunda fuerza de la ciudad. Después de aquel envite, la trayectoria de Caamaño se encaminó con éxito por los senderos de la política nacional, autonómica e, incluso, europea.

En la imagen tomada el 3 de febrero de 1982 en el homenaje popular a Rafael Alberti en El Puerto, de izquierda a derecha, el diputado socialista Esteban Caamaño, el alcalde de la Ciudad, Rafael Gómez, el poeta universal, Canogar, el Consejero de Cultura de la Junta de Andalucía, Rafael Román, el director del Museo Municipal, Francisco Giles, en la inauguración de la exposición que se organizó con tal motivo.  (Foto Rafa).

De izquierda a derecha, Elias Py, desconocido, Rafael Valiente Moreno, desconocido, Esteban Caamaño Bernal, Ramón Rubial Cavia, Tina Aguinaco, Pepe Valiente, Pablo Expósito, Milagros Sanz Ganaza, desconocida, Fernando Mena, y Rogelio, ante el desamortizado Penal, donde estuviera preso Rubial.

Sirva este breve relato de su participación en un momento decisivo de El Puerto para homenajear a un portuense que se nos fue, pero que dejó el recuerdo de un hombre bueno e íntegro que dedicó los últimos años de su vida a explicar a los jóvenes, entre los que yo tuve el placer de encontrarme, aquella bella página que escribieron “nuestros constituyentes”. /Texto: Daniel Gatica Cote.

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De izquierda a derecha, una vecina, Juan Ponce Sánchez y sus sobrinas, Lola Ojeda y su hermana María. 

 Juan Ponce Sánchez tiene todo los merecimientos para ser un hombre querido y recordado. Trabajó toda su vida en la Fábrica de Harinas de Esteban Fernández Rosado, en la calle Postigo. Formó parte durante muchos años de la vida de El Puerto: árbitro, miembro de la Rondalla Portuense, concejal del Ayuntamiento en tiempos de Fernando T. de Terry Galarza de alcalde.

Casado con Isabel Martínez García, tía por parte de madre de mi marido, Francisco Alcántara y Barba, hijo de Enrique Alcántara López, durante algunos años, Comandante de la Guardia Municipal de El Puerto. Era una maravillosa persona, tío, amigo y consejero de mi marido y sus hermanos, que perdieron a su padre, siendo muy jóvenes. Ayudaba a todo el mundo, siempre con la sonrisa por delante, con afecto para todos.

 

Concejales de la Corporación Municipal el 13 de diciembre de 1975, con Fernando T. de Terry, como alcalde de la Ciudad.  De izquierda a derecha: Francisco Manzano Ortega, Juan Ponce Sánchez, Rafael Sevilla López, Cólogan Osborne, Fernando T. de Terry, Francisco J. Merello Gaztelu, Eligio Pastor Nimo, Enrique Pedregal Valenzuela, Manuel Perez Pichado, el Oficial Mayor Federico Aguirre Fernández. Debajo: Antonio Benjumeda Abreu, Manuel Lojo Espinosa, Manuel Camacho, Diego Mora, el Secretario Jaime Fernández Criado, Manuel Martínez Alfonso y el Depositario. (Foto: Archivo Municipal).

Falleció su esposa el 5 de enero de 1973, permaneciendo muchos años viudo. Aún se le recuerda con los trajes de chaqueta y la camisa negra. Volvería a unirse sentimentalmente, años después.  (Texto: Lola Ojeda y Blanco). 

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Hace unas semanas Teresa Almendros firmaba en el Diario de Cádiz un artículo titulado: “Una joya como antesala de las salinas” en el que informaba de la rehabilitación del antiguo molino de mareas situado detrás de la estación de ferrocarril y de su próxima puesta en valor. Y hace un lustro, la historiadora y documentalista Lourdes Márquez Carmona publicada enla Revista de Historia de El Puerto número 40 un extraordinario trabajo sobre este edificio industrial con el título: “El molino mareal del caño del Guadalete”, en el que desgrana su historia, características y peculiaridades, finalizando con la mención, en 1889, de su último dueño o propietario, el industrial harinero Francisco Puente.

También. dentro de dos o tres semanas se cumplirán dos años de la publicación en este mismo espacio de una interesante biografía sobre uno de los últimos alcaldes del antiguo Régimen, Luis Portillo Ruiz, que ejercería su cargo en la década de los sesenta del pasado, aunque reciente, siglo XX. (Ver nótula núm. 966 en GdP). En mi colaboración de hoy me referiré a los ascendientes del alcalde portuense y su  conexión con el recién rehabilitado molino del caño. /En la imagen de la izquierda, el que fuera alcalde de la Ciudad, Luis Portillo Ruiz.

En lo que podemos definir como el primer polígono industrial de la ciudad, -sin considerar como tal el Campo de Guía, formado este expresamente para albergar almacenes de crianza de vinos- que podríamos situarlo en la zona aledaña a la estación de ff. cc., donde ya existía el matadero municipal, limitando con la última curva, el magnífico meandro de noventa grados que realiza el Guadalete antes de enfilar su desembocadura a la bahía, se ubicaron las fábricas de litografía sobre metal de Sanguinetti, o la primera fábrica de vidrio de Meléndez y Canavese, incluso la pirotécnica “Ntra. Sra. del Carmen”.

En esa zona, reutilizando las instalaciones de un antiguo molino de agua, que se servía de un caño o brazo del río del que aún perdura su nombre: “Caño del Molino”, unos inversores granadinos instalaron a principios del s. XX una moderna fábrica de harinas, a la que denominaron con el mismo nombre con el que se conocía el anterior molino denominado de “Jesús, María y José”, reduciendo su enunciado que quedaría como “Fábrica de Harinas San José”, realizando reformas en el edificio, habilitando parte del piso superior para viviendas, instalando en los bajos las maquinarias y cilindros que, movidas por un poderoso motor, realizaban las operaciones de moliendas, utilizando el sistema de fabricación conocido como “Austro Húngaro”. La amplitud del edificio permitía tener grandes depósitos de grano, así como amplios almacenes para los productos terminados que eran conducidos en vagonetas similares a las utilizadas en minería a través de un ramal de hierro conectado directamente con la zona de carga de la estación férrea.

Una imagen actual del molino mareal,  de reciente restauración. 

La compañía propietaria se titulaba “M. Portillo y Cia.”, siglas de Mariano Portillo Pineda, su director y gerente, además de accionista mayoritario, participando asimismo en la empresa un hermano, Luis Portillo Pineda y, posiblemente, su suegro y anterior propietario, Fernando Puente. Mariano Portillo, viudo y con una hija, casó en segundas nupcias con Emilia Puente Núñez, teniendo el matrimonio dos hijos: Luis y Victoria Portillo Puente. El primero de los citados, que terminó la carrera de ingeniería eléctrica, falleció en Sevilla en 1930, en plenitud de su juventud, con 27 años de edad. En los padrones de 1911 hemos localizado a la familia censada en la hermosa casa, hoy día en rehabilitación,  de calle Luja número15, adonde se trasladaron desde la fábrica, en la que vivieron recién casados.  Su hermano Luis estaba ya casado cuando se instaló en nuestra ciudad. Su esposa, Conrada Ruiz Müller, igual que él, y los dos hijos mayores llamados Luis, el alcalde cuya biografía figura en la nótula antes indicada y Angel, ambos naturales de Granada. En El Puerto nacieron tres hijos más: Angustias, Carlos y Tomás Portillo Ruiz. Vivían en la calle Angel Urzaiz, antigua dela Plata, número 2.

Los sagaces empresarios granadinos bien pronto se integraron plenamente en la sociedad portuense y además debieron gozar, asimismo, de una buena cuota de popularidad y prestigio en parte de la ciudadanía pues tan solo una década después, en 1912, Luis Portillo Pineda ocupaba el sillón más importante del consistorio local, siendo nombrado ese año Alcalde constitucional, cargo que repetiría en otra legislatura. Bajo su mandato se firmó un polémico contrato conla Compañíade Aguas de Cádiz, para abastecer a la capital de la provincia de agua potable procedente de los manantiales municipales deLa Piedad y se realizaron diversas obras de reforma y mejoras del piso y acerado de la calle Larga, incluido aquel tramo asfaltado posiblemente como un experimento o una demostración con un conglomerado especial y novedoso , entre las calles Ganado y Luna, que mantuvo su superficie intacta y casi pulida  después de más de medio siglo  implantado. Falleció en 1926. /En la imagen de la izquierda, el alcalde Luis Portillo Pineda.

El otro hermano, Mariano Portillo se presentó en las elecciones municipales de 1919 en el cuarto distrito,  encabezando la lista de aspirantes a la alcaldía porla Coalición ElectoralConservadora. Aparte los antecedentes familiares, que ya era un punto a su favor, gozaba de las simpatías de un sector del electorado, al ser conocido además de por su actividad empresarial por su cargo en el Casino Portuense, una institución de tanto peso como pudiera serla Archicofradía, en polos opuestos, claro está, sociedad de la que era su vicepresidente. El día 1 de octubre de ese año, 1919,  ya presidió la sesión municipal de ese día como Alcalde-Presidente.

Esta es, a grandes rasgos, la semblanza de los Portillo Pineda, industriales y políticos que coparon, junto al cuñado de Mariano, Fernando Puente Núñez, diferentes puestos de nuestra municipalidad, incluido el cargo de primer edil, a lo largo y ancho del primer tercio del pasado siglo. (Texto: Antonio Gutiérrez Ruiz. A.C. Puertoguía).

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Miguel Castro Merello fue un gran amante de la cultura y de lo exótico. Pertenecía a la generación que había ganado la Guerra Civil, en la que participó como alférez provisional, estando imbuido de ese espíritu imperialista al que eran tan propensos los de su época.

Presidió durante unos años la alcaldía local (1958-1960), siendo el promotor de los Juegos Florales de la Fiesta de la Hispanidad que durante toda una década se celebraron en el desaparecido Teatro Principal, y también el mecenas gracias al cual se creó una parroquia nueva, la de Ntra. Sra. del Carmen y San Marcos, en un barrio de familias marineras, habilitando para ello una antigua Casa de Cargadores, hoy Ayuntamiento.

Aquella Casa Palacio, la de Reinoso o Reynoso, situada en uno de los costados de la plaza del Polvorista, fue restaurada y habilitada en los años sesenta de este siglo último para albergar provisionalmente la parroquia, alojando a los numerosos vecinos en ella existente, en una casa, también de gran porte y antigüedad, de calle Cielo, próxima a la parroquia de San Joaquín.

Miguel Castro estaba casado con Margara Hernández Rodríguez de los Ríos, teniendo el matrimonio nueve hijos, muchos de los cuales nacieron en la casa palacio de Oneto, en la calle Larga. De ellos, solamente dos son varones. Miguel, el mayor, y Pedro, el sexto. Las siete hijas restantes se llaman: Margara, María José, Milagros, Mercedes, Ángeles, Begoña y Cristina Castro Hernández.

A la derecha, en primer término, la Casa Palacio Oneto, en la calle Larga.

Durante una época, vivieron con la familia Castro Hernández, en la casa palacio, una tía de don Miguel, Rosario Castro Naranjo y un cuñado, hermano de su espossa, Francisco Hernández Rodríguez de los Ríos. Los Castro Hernández fueron los últimos habitantes de esta casa palacio antes de su rehabilitación y venta por apartamentos, manteniendo durante el tiempo que en ella estuvieron la imagen de señorío que caracterizaba a dicha mansión, cuidando especialmente el exorno del patio, que causaba la admiración de propios y extraños, es decir, de nosotros los portuenses, que ya lo conocíamos y de aquellos visitantes ocasionales y de paso que se asomaban a verlo desde la casapuerta.

Galería de la planta superior del Palacio de Oneto.

METALÚRGICO Y GANADERO.
Miguel Castro Merello fue empresario en los años del despegue económico, fue accionista de la industria ‘Metalúrgica Portuense’ junto con Fernando T. de Terry Galarza y ganadero de reses bravas, poseyendo hasta tres diferentes. La primera de ellas la adquirió en 1966 a Luis Miguel Dominguín, vendiéndola años después a un señor de Bornos llamado Antonio Fernández Bernal. Tenía divisa roja y blanca y, aunque su ascendencia era de ganado de una ganadería tan prestigiosa como la de Samuel Flores, la rehizo con vacas del Marqués de Villamarta y sementales de Domecq. Solamente lidió novilladas. Pastaba en la finca “Las Navas” de Algodonales. /En la imagen de la izquierda, Luis Miguel Dominguín.

Poseyó una segunda ganadería, figurando como titular su mujer, que había comprado a Francisco Rincón Cañizares. La divisa era amarilla, verde y blanca, lidiándose especialmente en festejos menores de la sierra gaditana salvo un lote de reses lidiadas en Pontevedra, en una corrida de rejones. Tres años después la vendió a José Gutiérrez Mora y Hermanos, de Sevilla. Aún tuvo un tercer hierro, en este caso anunciado con el nombre de “Castro Hernández Hermanos”, con divisa caña y verde, lidiando en Rota cuatro becerros en 1970.

Vista desde el mirador de Las Redes, residencia de verano de Miguel Castro.

LAS REDES.
Asimismo fue propietario de varias haciendas rústicas y de recreo,  destacando la magnífica finca, mirador sobre la bahía, dominando la parte central de la playa de Santa Catalina también llamada "de los curas",  lindante con la casa de ejercicios de los jesuitas, en la que  construyó una soberbia mansión, decorada con el lujo más refinado, que es actualmente la sede del Club Social de la urbanización Las Redes, con una parcela de aproximadamente 20.000 metros cuadrados..

FARÁNDULA.
Por la casa-palacio en el tiempo que la habitó esta familia desfilaron numerosos personajes. Los mejores saeteros profesionales  cantaron desde su balcón a los pasos de la hermandad de la Misericordia; toreros míticos  en la historia de la tauromaquia como han sido Antonio Ordóñez, Luis Miguel Dominguín y El Cordobés estuvieron alojados como huéspedes de don Miguel.  Incluso doña Carmen Polo, la señora del Generalísimo Franco, el Jefe de Estado, estuvo una tarde,  en la década de los años cincuenta del siglo XX, merendando con la familia, acompañada de doña Isabel Merello, en cuya casa se alojaba, mientras los maridos realizaban jornadas de caza en la finca "El Pedroso".

El cuidado patio de la casa familiar en la calle Larga.

Podríamos decir que tuvo un esplendor fugaz, pero intenso, tanto en su trayectoria social y empresarial como humana, falleciendo en la casa-palacio, donde aún permanecieron algunos años más su viuda e hijos, cerrándose con ellos un ciclo vital, y dando comienzo otro con la segregación en apartamentos de la que fue Casa Palacio de Oneto.  Tiene una barriada puesta a su nombre: Alcalde Miguel Castro Merello. (Texto: Antonio Gutiérrez Ruiz. A.C. Puertoguía).

De izquierda a derecha, agachados, Manuel Ramos Añino ‘Arena’; José Ortega ‘Pepe el Bombero’; Remigio Andújar de la Rosa, Pepe Ortega, Ramón Arana, Antonio Letrán, Fernando Guilloto y Mariano de Iberconta.

Fila del centro, de izquierda a derecha, Eduardo Brea, Hortensia Renedo Varela, Antonio Ramírez ‘Peana’, Antonio Guerrero Aldana ‘Enero’, Asunción Poullet, Miguel Baena, José Blandino concejal de Aguas que luego sería el vicepresidente fundador de APEMSA; Francisco Lara Izquierdo, quien fuera jefe del negociado de Aguas en su etapa municipal, antes de ser empresa pública.

Fila de atrás, de izquierda a derecha: Chacón (cobrador); Antonio Campos, José María Delgado, Juan José Campos Guereta-León actual director gerente de APEMSA  y Juan García. La fotografía es de mediados de la década de los ochenta del siglo pasado. /Foto: Colección Antonio Ramírez ‘Peana’.

«Existe en nuestro pueblo una herencia espiritual, pero no un patrimonio de raza. El Puerto no es la estirpe, no es la raíz o tronco de una familia. La ciudad tiene más de alambique y de molde, que de cuna. En cuanto corre por la sangre un miligramo de sal marina de la que satura el ambiente o una gota del vino sutil de estas soleras que sin embriagar adormece, El Puerto ha realizado su conquista. Un hijo de castellanos-cántabros, nacido aquí, dirá siempre que es portuense. Dirá lo mismo que el nieto del inglés o de otros extranjeros. El ambiente penetra, domina y caracteriza cuanto se le entrega.»

Quién así se expresaba, en los inicios del siglo pasado era el portuense Mariano López Muñoz, en un artículo publicado la ‘Revista Portuense’ bajo el título “Lo que Pío Baroja vio en la Ciudad” recopilado con posterioridad en su libro “Las Trovas del Guadalete. Predicaciones y Divagaciones”, editado en nuestra Ciudad en 1926 por la Tipolitografía Pérez Pastor. Que forma más lírica y más profunda, como podrán comprobar más adelante, de introducirse en la esencia del portuense.

Continúa López Muñoz: «La personalidad colectiva se forma por fusión de abolengos particulares bajo las influencias ponderadas de la luz y de las brisas. El pueblo en constante renovación representa una suma: un resultado sintético obtenido por mezcla. Esto nos explica la diversidad de matices, cuando se desasocian nuestros pensamientos individuales.  Habiendo todos cristalizado en igual forma –la naturaleza portuense- tenemos diferente composición química, procedente de asturianos, de gallegos, de sevillanos, de ingleses, de alemanes o vascos o de hombres de Castilla, que sostienen la tendencia a la disgregación.»

Lo que este portuense del siglo pasado vio en El Puerto es lo que cualquiera puede comprobar hoy, sigue vigente. Las procedencias de todavía más lejos y más variados rincones del mundo, como se comprueba en el padrón de habitantes. Las preferencias para escoger, amar y vivir El Puerto, de diversa índole. Y el que viene obligado por circunstancias, o por casualidades de la vida, acaba en un idilio de por vida con esta Ciudad. Idilio que se traduce en irregulares resultados para con este Puerto de arribada, de abrigo, de arrebatacapas, de claridad, franco y de Santa María.

Y es que se dan varias clases de portuenses (y ya se quien va a reprochar mañana lunes en el café que soy un xenófobo). Están los de nacimiento: y de éstos tenemos tres tipos: los involucrados por el engrandecimiento de su Ciudad, los que se aprovechan de ella y los que dejan que El Puerto pase por ellos porque ellos no pasan por El Puerto. Los que han venido por haber encontrado aquí su puesto de trabajo. Los que han escogido la ciudad para vivir en un acto de amor con la misma y luchan por ella mas que muchos nativos. Los que han aterrizado en El Puerto y puesto su objetivo en especular con los valores de todo tipo que aun conserva (a esos, mi vecino de la calle San Juan, Luís Suárez, los llama paracaidistas). Los que viven aquí pero igual podrían hacerlo en Beteta (Cuenca), sin preocuparse de nada más que no sea su supervivencia. Con una mijita de humor se podrían dividir a los que vienen del extranjero globalizado en dos: guiris y emigrantes. En fin.

Prosigue el intuitivo escritor hace cerca de 90 años: «Se vive en El Puerto paladeando amarguras, se sale de él con los desengaños agobiadores sobre los hombros; pero se le sigue amando, aunque los corazones destilen, gota a gota la desilusión. El Puerto, mezcla de almas individuales en el alma colectiva, no logró nunca someter los pensamientos de sus hijos a un ritmo concertado en las acciones: cada cual camina a su paso y con su opinión… o sin ninguna. ¡No sabremos nunca si los vuelos de las gaviotas representan una bella ilusión o una triste fatalidad a la entrada de la ría! El Puerto, cuyas riquezas llegan y se deshacen, como la espuma del oleaje en la playa, mientras los gatos del Resbalón (la lonja del pescado) van entrando con cautela y se llevan lo que pueden…». Otro amigo mío, ha llegado a llamar a El Puerto 'la Ciudad ingrata', pero me resisto a ello.

Amor a la Ciudad y desilusión, a partes iguales, parece que conjuga el escritor de antaño, como un dios Jano, el de las dos caras. Un certero texto del que se pueden entresacar, más allá de las figuras literarias, un cierto hartazgo de quien enamorado de la misma no terminaba de estar a gusto ante la desidia de sus paisanos. Y es que, entonces como ahora, participar en la vida de la Ciudad, implicarse en el desarrollo de la misma transforma a los residentes en vecinos. En ciudadanos. Vecinos y ciudadanos de El Puerto en la trimilenaria Bahía de Cádiz. Casi ná. (Texto: José María Morillo).

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