Han pasado seis años desde que se publicara este artículo de Antonio Carbonell en Diario de Cádiz, en mayo de 2009. No solo se han mantenido el estado de cosas, sino que ha empeorado. El último párrafo no tiene desperdicio.
Categoría: Nos dejaron
2.458. El Teatro Romea. Y de Remplus jamás se supo.
En agosto de 1919 se instaló en la plaza del Castillo un teatro de los de quita y pon, propio del industrial portuense Manuel García Rodríguez desde que lo construyó en 1909, cuando se estrenó en el paseo del Vergel con el nombre de ‘Salón-Teatro Variedades’.
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2.451. San Cristóbal, la Sierra Sagrada (3). Isla Cartare XI.
Mosaico con la representación de la batalla del Guadalete.
A comienzos del siglo VIII, la frágil estructura institucional y económica de la sociedad hispano-visigoda se iba a derrumbar ante el imparable avance del Islam desde el norte de África. Tras una primera incursión de reconocimiento, en junio de 711 un contingente militar de 10.000-12.000 beréberes al mando de Tariq cruzó el Estrecho y se dirigió al río Guadalete –el wadi Lakka de las fuentes árabes-, donde se produjo el primer y decisivo enfrentamiento entre las dos civilizaciones religiosas, que conllevó el fin de la decadente monarquía visigoda y el comienzo de una época que cambió de raíz la historia de la Península Ibérica.
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2.449. En la bodega de Edmundo Grant
En la imagen, José Grant, en el centro su tío Manolé --Manuel Pérez Layrant-- abuelo materno de José Luis Parra ‘Peli’, junto a éste Rafael Martínez Velázquez. Manolé era hermano de la esposa de Grant y de la esposa de Ciria. El séptimo por la izquierda es Antonio Bueno Ojeda. En la fila de abajo, con la botella en la mano, Vicente Alfaro Gallardo. Agradecemos a los lectores de GdP la identificación que nos ofrecen. Años 50 del siglo pasado /Fotos: Colección J.L.G.
2.442. AL COMPÁS DE ANZONINI DEL PUERTO. Libro y CD
La vida de Anzonini fue una fiesta: un cantaor y bailaor festero cuya biografía y legado reconstruye Andrés González Gómez a través de entrevistas con sus compañeros de juerga. Este singular personaje porteño, Manuel Bermudez Junquera (ver nótula núm. 524 en GdP) cantaor y bailaor, embustero profesional, viajero por medio mundo con su arte, ha sido presentado en diversas localidades sin que, en El Puerto, tengamos noticias de que vayamos a asistir a su puesta de largo, a la presentación del evento biográfico de unos de sus hijos. Ni ayuntamiento ni peñas flamencas parece que lo tengan entre sus planes.
Fue editado en 2013 por ‘El Flamenco Vive’, en Madrid, el año 2013. 384 páginas, incluye CD. Se puede encontrar pulsando aquí.
La estirpe de cantaores-bailaores festeros es un género dentro del mundo de lo jondo. Parece ser que los hubo desde que se inventó la fiesta, y hoy en día, esta faceta jonda goza de excelente salud en las voces y el baile de Luis Peña o Javier Heredia, por señalar dos ejemplos a vuela pluma. Fue un género algo secreto, porque se trata de una forma flamenca de intimidad, aunque en algunas ocasiones se asomó, y se sigue asomando, al tablao y a los festivales. Pero su espacio natural es la fiesta íntima. Fueron, son, maestros del compás y del quiebro bulearo, y sus nombres deben figurar con letras doradas en la historia de lo jondo. Fueron y son, sin ánimo de exhaustividad, Paco Valdepeñas, Ansonini del Puerto, Fernandillo de Morón, Pepito Vargas, El Mono de Jerez, El Funi, El Andorrano, El Marsellés, Enrique Pantoja, etc.
Anzonini, junto a Fernanda de Utrera al día siguiente de algunas de sus innumerables fiestas.
Uno de ellos fue Manuel Bermúdez Junquera (Jerez de la Frontera, 1917 - Sevilla, 1983), conocido artísticamente por Ansonini o Anzonini del Puerto. Andrés González Gómez indaga en esta obra en el origen de este curioso apodo, sin ofrecer una respuesta definitiva. El propio Ansonini afirmaba que era un apellido que se perdió en su árbol genealógico que tenía antecedentes italianos. Por eso González se ha ido a Italia a recabar información pero, como digo, ésta no resulta conclusiva. Lo cierto es que, como uno de los entrevistados en esta obra afirma, Ansonini era un grandísimo embustero. Maestro de la burla y la burlería.
Anzonini del Puerto en la Universidad de Washington en 1982. Estos son algunos detalles de su baile y arte tan genuinos.
La obra se articula como un recorrido biográfico y cronológico. La investigación ha ido a los archivos, aunque se basa en su mayoría en declaraciones de testigos en primera persona de la vida de Ansonini. Son cientos las entrevistas que recoge esta obra, expuestas de forma cronológica: Alfonso Queipo de Llano, Pierre Lefranc, El Monga, Ángel Camacho, Paul Shalmy, Manuel Portela, Juan del Gastor, Paco del Gastor... El libro también incluye entrevistas o testimonios históricos que González ha recabado de publicaciones periódicas o de libros como los firmados Donn Pohren. Asimismo, ha seguido el autor la huella de Ansonini en internet, hasta el punto de ofrecer más de 40 referencias electrónicas, entre ellas, Gente del Puerto.
La fiesta más grande que recuerdo, Fiestas en Málaga, Las fiestas del Casinillo, Fiestas en Seatle o Fiestas en Sevilla son sólo algunos de los títulos de capítulos de esta obra alusivos al flamenco de intimidad que practicaba Ansonini. La vida fue una fiesta para este flamenco con alma lúdica que "nunca fue viejo" al decir del guitarrista Juan del Gastor, que lo acompañó en tantas de estas reuniones nocturnas. Es cierto. Los testimonios gráficos -abundantes- que nos ofrece esta obra lo presentan más estilizado y juvenil conforme pasan los años. Hasta el punto de que muchos se asombraron cuando descubrieron la edad real del personaje el día que murió.
Ansonini, aunque nacido en Jerez, vivió en El Puerto (donde tuvo muchos años una carnicería), en Morón, Madrid y Sevilla, y pasó largas temporadas en la costa californiana, por ese vínculo enorme que tuvo con el flamenco moronense. De hecho, circula un vídeo en iternet que lo presenta como "gitano y carnicero de carne de toro". En todos estos lugares dejó huella, y de todos ellos alimentó su estilo cantaor y bailaor. También pasó en los años 60 por los tablaos de Madrid y la Costa del Sol, así como por los festivales bajo-andaluces de los primeros 70. De hecho el cantaor y bailaor no se inició profesionalmente hasta los 60.
Un sentido lúdico de la vida basado en un compás exacto pero humano, alejado de la cualidad metronómica de muchos de los intérpretes actuales. Con todo, Ansonini tiene muchos seguidores hoy y su escuela no acabará hasta que el flamenco acabe, como demuestran jóvenes intérpretes como los citados más arriba. Eso es lo que menos me interesa del libro, ese carácter de fin de una época, de "cualquier tiempo pasado fue mejor", que es fruto, más que de la intención del autor, del espíritu de la mayor parte de los entrevistados, que ya no son jóvenes, aunque sí lo eran en la época que evocan.
Diego del Gastor y Anzonini del Puerto.
El libro se acompaña, como es norma en las publicaciones de El Flamenco Vive, de un CD con 13 pistas de audio y un vídeo. Los registros sonoros nos presentan a Ansonini acompañado por Diego el del Gastor en fiestas de Morón, Rota, Málaga y Seattle, en este último caso con la guitarra de Keni el Lebrijano, en los años 60, 70 y 80, así como una grabación de Carmen Amaya en la que Ansonini le acompaña a golpes de nudillos y palillos. El repertorio nos lo presenta como cantaor eminentemente festero, obviamente: siete bulerías, dos bulerías por soleá, dos alegrías y una seguiriya. Estas grabaciones, a parte de la voz del cantaor, nos ofrecen el regalo del toque intenso, ensolerado y seguro de Diego del Gastor. La voz de Ansonini era rozada y cálida, visceral, de pura entrega flamenca. Su baile era corto, muy elegante, directo y esencial. Aunque los bailaores y cantaores festeros habitualmente son cortos de repertorio, lo característico de su estilo es que cantan y bailan a un tiempo. Por eso, aunque su repertorio se repite de una fiesta a otra, en realidad es siempre distinto, porque hablamos de un arte de inspiración. Tanto es así que en este disco podemos apreciar la creatividad de Ansonini para improvisar letras sobre la marcha. Otra cosa es la rima, claro, pero ¿a quién le importa? Lo importante es el compás, de ahí que sus bulerías incluyan, de forma abundante, cuplés y canciones populares. Hasta tal punto es original el baile de Ansonini que Mario Maya reconocía haberle cogido su molinete de brazos. También su famoso brazo caído era único.
https://www.youtube.com/watch?v=CmPlQzHbd5w&spfreload=10
Este vídeo muestra la intervención de nuestro cantaor y bailaor en la película documental Garlic is as good as ten mothers (1980) de Les Blank sobre la incidencia del ajo en la cultura española y gitana. Allí Anzonini baila y canta al tiempo que aliña y embute un chorizo. /Texto: Juan Verguillos.
2.440. LOS HOMBRES DE LA MAR EN LA FERIA. Caseta ‘La Ostrea’.
El desaparecido hostelero muy vinculado con el mundo de la mar, Juan Espinosa Palacios instaló durante años, en la década de los setenta y principio de los ochenta, la caseta de Feria ‘La Ostrea’, de la sociedad ’Ostras del Sur', tanto en la de El Puerto de Santa María, como en la de Jerez, con su compadre y amigo Carmelo (el taxista que acompañaba a Manolito Gutierrez 'el Cochino' en sus desplazamientos a Madrid, un hombre legal ya jubilosamente jubilado, --de confianza--, amigo también de Luis Fernández Chulian, también Exportador de Pescados y Mariscos) y un portugués que se llamaba José Manuel Seixas Dos Anjos; era también un tipo grande de carácter este portugués y portuense de toda la vida que nos dejó no hace muchos años. Juani se reunía con buena gente... Juan Espinosa, que nos dejó para siempre en junio de 1999 --con 57 años--, se aventuró también en la Feria del Campo de Madrid, llevando los productos de la zona. Eran famosos los concursos de apertura y presentación de ostiones, que él preparaba y conocía como nadie.
En la imagen tocado con gorra vemos al portugués José Manuel Seixas Dos Anjos, José Antonio Romero Zarazaga y Manuel Gutiérrez 'El Cochino' y su inseparable puro, en la caseta de la Ostrea. Al fondo, en la otra mesa, vemos a José Luis Gómez Bermudo, Jefe de Publicidad de Osborne.
Manuel Vázquez León en el centro de la imagen y su hijo José con sombrero de ala ancha, delante de la caseta ‘La Ostrea’ de la Sociedad ‘Ostras del Sur’. Junto al primero, Pepín Camacho Negreira, hilador de toda la vida con su cuarto de redes.
De izquierda a derecha, el que fuera concejal de Fiestas con IP Jaime Gutiérrez Perea, José Antonio Burgueño, abogado de la Asociación de Exportadores, Luis Fernández Chulian, Cuevas’, Manuel Perez Pichaco (Manolo Montero) y Juan Nimo.
De izquierda a derecha, desconocido, Juan Crespo, Diego Mora, Luis Fernández, Juan Nimo, Manolo Montero, Jaime Gutiérrez Perea y su padre Pepe Gutíerrez ‘el Chofer’.
De izquierda a derecha, Javier Rendón, d, Paco ‘Chupito’, sobrino de Cristóbal Romero, Juani ‘Jilguero’ (+) y Lechuga.
Otra numerosa reunión de hombres de la mar entre armadores, marineros y rederos. El ciudadano con la gorra y el puro que aparece a la izquierda de la imagen era patrón de pesca, conocido como Pepito Jamón, Ventura, Pepe 'el Chofer', Eloy, Gabriel sobrino de Manolito 'el Cochino', Javier Rendón, Javier Romero 'el Abuelita'. Agachados, 'Kiki' jugador que fue del Racing Club Portuense que se nos fue siendo joven y Jarilla. /Fotos: Colección AP.
2.435. LA CASA DEL FARO DEL GUADALETE. La condesa de Valdelagrana.
Frente a Bahía Mar, donde está el aparcamiento de un supermercado, en 1891 el Estado expropió a la condesa de Valdelagrana, María del Carmen Fernández de Córdoba, propietaria desde 1886 del Coto de la Isleta y Valdelagrana por herencia de su padre el XV duque de Medinaceli, una parcela donde se encontraba, ya a comienzos de la década de 1870, unas luces de enfilación del Guadalete para la orientación de los barcos que entraban en la ría (entonces aún sin murallas de canalización, que no se construyeron hasta 1951), en una casa inmediata a la carretera nacional. Fueron conocidas como las luces del Guadalete, el faro, casa del faro y casa del farista, cuyas últimas ruinas -antaño tres edificaciones de desigual tamaño- fueron demolidas en 1998. /En la imagen de la izquierda, retrato de la condesa de Valdelagrana y de Gavia, Mª del Carmen Fdez. de Córdoba y Pérez de Barradas (1865-1949).
La otra banda en 1962: la flecha marca la situación de la Casa del Faro. Enfrente, al otro lado de la carretera, la fábrica de cemento y la del guano. / Foto cedida por Miguel Sánchez Lobato.
La otra banda en 1962: la flecha marca la situación de la Casa del Faro. Enfrente, al otro lado de la carretera, la fábrica de cemento y la del guano. / Foto cedida por Miguel Sánchez Lobato.
Acerca de estos terrenos que ahora han urbanizado parcialmente en ‘la otra banda’, Mariano López Muñoz escribió en 1926 este espléndido –y aún actual- testimonio: “Fijemos nuestra atención en esa desconsoladora calva del terreno, desde el puente aquel [San Alejandro] al faro que está allá. Habrá quien crea que el espectáculo no debe interesarnos; que no debemos esforzarnos en gastar ahí dinero, entusiasmos, energías, sólo por el placer de que vengan nuestros descendientes a disfrutar lo que ahora les preparemos. [...] ¿Dónde nos sentamos en este camino que cruza la injustificable ería junto al río de los blandos rumores, frente a una Ciudad tan bella? Ni un banco, ni una fuente; seis u ocho poyos mal cuidados, hundidos y hendidos en tan largo trecho. […] Este es un paseo natural y magnífico de invierno, frente a una Ciudad meridional. Ni un grupo de árboles frondosos, ni un rústico y tranquilo acomodo para sentarse a leer. Ya sólo en la extensa explanada se encuentra un lugar amable, en torno de la Caseta del Faro, cosa de civilización y de hombres modernos; sitio que, si también no lo abandonan, pronto será oasis apacible en el camino... [...] Hasta el huertecillo del Faro llega el vocerío de los chiquillos que juegan en la plaza del Polvorista.” /En la imagen de la izquierda, Mariano López Muñoz.
En la imagen de la izquierda, el niño Rafael Alberti Merello.
Evocaré los nombres de los empleados que en el faro trabajaron y en la casa aneja vivieron. En 1870 ya estaban aquí asentados, con sus esposas e hijos, Eugenio Franco, un pontevedrés de Marín, y el jiennense Isidro Zafra. El ‘oficial de faros’ que debió conocer López Muñoz cuando escribió el texto reproducido era Manuel Pirnat, de 46 años, roteño, como su mujer María Liaño y su hija Teresita. Estuvieron aquí entre 1916 y 1927. Lugar y farero –o acaso el precedente- que Rafael Alberti conoció antes de 1917 -cuando con su familia marchó a Madrid- y plasmó en estos versos de Marinero en tierra (1925):
“¡Torrero, que voy perdido
y está apagado tu faro!
Noroeste. Nada claro
por el cielo, ¡y te has dormido!
¡Que se ha dormido el torrero
y nadie del astillero
talar su sueño ha querido!
Corre, ve, viento marero
y dile a algún marinero
que el faro no está encendido! ”
El Puerto desde ‘la otra banda’ que conoció López Muñoz. / Foto, Gaspar Veneroso.
En 1928 comenzó a trabajar en el faro el ceutí Antonio Cabezas Martos, casado con Josefa Martos, acaso su prima y tal vez hija de farero dado que nació en las melillenses islas Chafarinas. Cuando estalló la guerra civil aquí continuaban, pero tras la contienda se deshabitó. Fue, propiamente dicho, el último farero.
A fines de los 40 habitó la casa el canario Mamerto Robaina, que era patrón del barco-remolcador Guadalete, propio de la Junta del Puerto. En los años 60 vivía en la Casa del Faro, con su familia, el guarda del muelle, Francisco Torres Parra, y a comienzos de los 70, con el mismo oficio, el segoviano Luis García.
Cuando se canalizaba el Guadalete en 1951 y la Casa del Faro perdió su enclave ribereño. / Foto cedida por Luis Serrano.
El Puerto de Santa María nunca tuvo su particular Triana. Ahí sigue la orilla de ‘la otra banda’, la ‘desconsoladora calva del terreno’ que escribió el bueno de don Mariano hace 88 años, a la espera de no sé qué. Y mejor no mirar enfrente, donde sigue abandonado a su mala suerte el Adriano III en el abandonado varadero del abandonado río del Olvido, al que El Puerto le debe su propia existencia, su antiguo esplendor y que hoy sigue siendo la viva imagen y el espejo de su decadencia.
Desde luego, más de uno ha hecho méritos para que le ocurra lo que le ocurrió a uno –lo contó mi amigo Luis Suárez- con el fantasma de Clemente, el inclemente guarda de la plaza Peral. / Texto: Enrique Pérez Fernández.
Esta noche, a las 20:00 horas, inauguración de la exposición 'Flamenca' de la pintora Manuela Callealta (ver nótula núm. 1.883 en Gente del Puerto) , en el ZEC Espacio Creativo (Larga, 83). Manuela, sketcher de la bahía de Cádiz, nos muestra su visión del flamenco en acuarelas. La exposición comienza el día 1 y termina el 31 de mayo.
2.427. CASA NICANOR.
Entrañable foto de Casa Nicanor, Ultramarinos y Bazar de Loza y Cristal de finales de los años 50. En la imagen vemos a Curro, Servando, Ascensión, Marina, ... de una Placilla, de un entorno, que ya no volverá, pero que pervive aún en el recuerdo de muchos. (Ver nótula núm. 080 en GdP). / Foto: Colección Bar Vicente.
2.425. LOLA ANGUITA ORDOÑEZ. Nos deja una veterana veraneante a los 103 años.
Lola Anguita Ordóñez nació el 24 de Abril de 1911. Falleció el 12 de Abril pasado. Solo le han faltado unos días para llegar a los 104 años. Vivía en Jerez de los Caballeros (Badajoz), y veraneaba y pasaba largas temporadas en El Puerto desde los años ochenta. Su última estancia en nuestra Ciudad fue el pasado septiembre.
Hace mucho tiempo algún familiar me dio la noticia de la muerte de mi abuela. Recuerdo que sentí una extraña sensación, para mi edad, pero de mucha pena. Esta semana pasada he recordado la muerte de mi abuela. Y ahora, que ya tengo uso de razón, tengo que decir que he sentido muchísima pena.
Lola Anguita se nos ha ido a punto de cumplir 104 años. Pero era como una niña. No porque tuviera mermadas sus facultades mentales, ni mucho menos, pero parecía una niña por su bondad, por su permanente sonrisa, por su cara de agradecimiento cuando ibas a verla. Lola era una persona genial y, sobre todo buena..
Como todas las semanas, whasapeé con Miguel, su yerno sobre el resultado de futbol: el empate del Barsa, el triunfo del Madrid, el es madridista, la victoria del Betis, yo soy bético, y el triunfo, otro mas, del Jerez de los Caballeros, el equipo de su pueblo. Y Miguel me contesto: “--La jornada completa, pero estamos muy tristes, la abuela nos dejo ayer”.
Efectivamente Lola era nuestra abuela. Y de Angel y Ana Mari, de Charo y Diego, de Paco y Viti, de Manolo y Chari, de Rosalia, y de Angel y Maria Luisa, y de Vicente y Maribel. Digo nuestra porque lo era, por supuesto de Luis y Cristina. Este verano algo faltará en Valdelagrana, faltará su sonrisa, faltará su bondad, faltará su agrado, pero no faltará su cariñoso recuerdo en todos y todas. /Texto: Luis Benvenuty Morales.
2.417. ANAGRAMAS DE HIERRO (II)
Continuamos con la serie de anagramas (ver nótula anterior núm. 2.392 en Gente del Puerto) que, gentilmente, nos ofrece el investigador Antonio Gutiérrez Ruiz, señalando para casapuertas, balcones, cancelas, ojos de buey y otros espacios de la singular y hogaño depauperada, arquitectura portuense.
Uno de los más bellos y enrevesados anagramas de hierro de los existentes en los balcones locales se encuentra en el balcón central del edificio de la antigua aduana, en la calle Maestro Veneroni. Las siglas que parece contiene son RFBC que bien pudiera corresponder a Real Fábrica de algo que no puedo concretar.
Este ventanal ovalado bodeguero, bellamente exornado con hojas de parra, que se encuentra en un lateral de la zona ajardinada frente al colegio Lasalle contiene las siglas V de P que corresponden a la denominación “Viuda de Pajares” propietaria de dichas instalaciones y de los terrenos de alrededor, parte de los cuales fueron legados para construir el colegio antes mencionado.
Las iniciales que figuran en el mediopunto de esta puerta-cancela calada que tiene más de 140 años y está en un inmueble de calle Palacios, entre las esquinas de San Bartolomé y Nevería son F y M
Las letras de otro mediopunto similar al anterior, en una casa de calle Diego Niño de la familia Velarde, son JVL, correspondiendo la letra central a este apellido.
En la calle Luna, en una casa entre Jesús de los Milagros y Misericordia, también figura en el mediopunto que remata el portón de entrada las iniciales de alguno de los propietarios, en este caso JGS.
En el balconcito de la casa de calle Cielos, esquina de Espíritu Santo, en la que vivieron últimamente las hermanas Ruiz de Cortazar Tosar mantiene el tipo a pesar del abandono del inmueble otro anagrama e el que solo distingo las iniciales F de P.
También en tiempos contemporáneos continúan identificando algunos propietarios sus posesiones como ocurre con esta casa de calle Nevería, en cuya cancela puede leerse claramente “Señores de Robles” /Texto y fotos: Antonio Gutiérrez Ruiz. - A.C. Puertoguía.
Anagrama E.A.A. en la casa de la Calle Federico Rubio 56 correspondiente al famoso filántropo Don Elías Ahuja Andria, (ver nótula núm. 185 en Gente del Puerto) constructor de esta su residencia desde que volvió de américa hasta que tuvo que abandonar España debido a la Guerra Civil.
Detalle del anagrama. Posteriormente esta vivienda le fue adquirida a Elía Ahuja en Nueva York por la inmobiliaria Luis Caballero. /Agradecemos a Julián Flores Vencela, la remisión de las dos últimas fotos que acompañan el final de la nótula.
2.413. FRANCISCO PÉREZ PASTOR. Último adiós de la Revista Portuense.
Francisco Pérez Pastor nos dejaba e Madrid el miércoles 13 de enero de 1988, a primera hora de la tarde, el tiempo y el espacio dejaron de tener sentido para él, porque estaba penetrando serenamente en lo eterno y en lo ilimitado.
El Puerto de Santa María, desde hace muchos años atrás, tuvo en él una especie de embajador oficioso en la Villa y Corte. Muchos son también los portuenses que saben de su actividad receptiva , de su consejo amistoso, de su gestión eficaz, en tantas y tantas entrevistas mantenidas en su despacho de la Sociedad de Autores o en su propio domicilio de Fernando el Católico, ineludiblemente rematads con unas amigables copas de vino de su tierra.
El Puerto, siempre latente en el corazón de Paco Pérez Pastor. Una ciudad y un entorno permanentemente sentidos con él con cariños de hijo fiel y sensibilidades de fino escritor. Sin lejanías, sin nostalgias, porque sus visitas eran frecuentes y su vivencia continúa. Se añora lo que no se tiene; y él no podía añorar a El Puerto, porque El Puerto siempre estaba con él.
Desde mucho tiempo atrás. Desde su infancia asomada a los azules de la Bahía. Desde su juventud con inquietudes intelectuales, en que por tradición familiar y propia vocación periodística participara tan activamente en la publicación de esda doble hojilla diaria que se llamaba la “Revista Portuense”.
Casi medio siglo de información local, desde los penúltimos años del siglo XIX hasta el año 1939. Un periódico breve, sencillo, coridal; para una ciudad cordial, sencilla y breve, como era El Puerto de por entonces. Luis y Dionisio Pérez Gutiérrez (ver nótula núm. 812 en GdP) lo habían traído al mundo, y una nueva generación --Luis y Paco Pérez Pastor-- recogió la antorcha de la continuidad.
La fotografía tiene 108 años. En ella aparece la redacción de la Revista Portuense, sentados de izquierda a derecha: Mariano López Muñoz, andalucista y socio fundador de Racing Club Portuense; Luís Pérez Gutiérrez, propietario de la publicación; Manolo Soto, Javier Caballero, Antonio Peñasco y de pie junto a éste, el comediógrafo Pedro Muñoz Seca. /La foto es del año 1907 y pertenece a la Colección Pérez Pastor.
Cuando, por las circunstancias que el paso del tiempo trae consigo, hubo de cerrar sus puertas la Imprenta Pérez Pastor, hogar y taller de la entrañable publicación, todo un tesoro de datos, anécdotas y curiosidades locales de la vida del Puerto de Santa María, permanecía reunido en treinta o cuarenta grandes tomos alineados en una vieja estantería en las penumbras de la ya desaparecida imprenta: la colección completa única e insustituible de la Revista Portuense. Francisco Pérez Pastor tuvo el gesto noble y generoso de donarla al Ayuntamiento de su pueblo. De sus manos la recibí, para depositarlas en la Casa de la Cultura, y hoy forma parte del Archivo Municipal.
Cuando Paco se nos fue, callada, serenamente, sin la oportunidad de una despedida cuando su vida cerrada dejó atrás la triple cosecha de su familia, de su trabajo y de su amor por El Puerto, parecía como si las páginas amarillentas de la Revista Portuense nos dijeran su adiós definitivo, el adiós que Paco Pérez no nos pudo decir. /Texto: Manuel Martínez Alfonso.
2.412. ENRIQUE BARTOLOMÉ LÓPEZ-SOMOZA. Homenaje en 1991.
A finales de junio de 1991, hace 24 años, el recordado profesor e investigador, catedrático de Geografía e Historia del Instituto Laboral, Enrique Bartolomé López-Somoza (ver nótula núm. 222 en GdP), recibía un homenaje por parte de la comunidad de profesores, alumnos y ex alumnos, así como del Ayuntamiento, como reconocimiento a su larga trayectoria como docente en El Puerto de Santa María, con motivo de su jubilación, tras 39 años dedicado a la enseñanza en institutos portuenses.
El director del centro, Emilio Flor Jiménez (ver nótula núm. 1.867 en GdP) recordaba aquel día las cualidades de Enrique Bartolomé como humanista e investigador. Desarrolló dicha labor investigadora con una humildad exquisita en el Archivo Municipal. Con tal motivo se le hizo un reconocimiento público en 1984, por lo que se le entregó en febrero de 1985 la Medalla de Oro del Centenario de la Plaza de Toros, por sus trabajos en el ámbito de la historiografía local, catalogando documentos. En concreto el que fuera también profesor de historia de la UNED en Cádiz, entro otros trabajos realizó el catálogo de documentos y folletos en relación con América y libros del Fondo Antiguo de la Biblioteca Municipal, catalogación de los documentos de cuarto y seis legados de "Apéndices' correspondiente a la sección 'Papeles Antiguos' que no fueron descritos en su día por Juan Miguel Rubio de Espinosa y redacción de fichas y materiales de estos documentos dejando todo a disposición d los investigadores; resumen de la prensa que se encuentra en el mencionado archivo, titulado 'Breve reseña de la prensa portuense' de los siglos XIX y XX.
El concejal de Cultura, Juan Gómez Fernández (ver nótula núm. 954 en GdP) trajo a colación las palabras: “los pueblos que honran a sus hijos se honran a sí mismos”, poniendo de manifiesto que, con motivo de su jubilación el Ayuntamiento había publicado dos artículos de Bartolomé: “El diario del viaje del piloto mayor Diego Tomás de Andía y Varela a las costas de la Patagonia /1745-1746)” un documento científico cuya característica esencial es que se conserva íntegro, desde la organización del viaje, hasta los resultados del mismo pasando por el desarrollo, regreso y salida; y “Notas para una historia de El Puerto de Santa María en el siglo XIX (periodo 1800-1814), aunque el profesor estudió hasta el periodo del año 1923.
Bartolomé calificó el homenaje de inmerecido y desproporcionado “para quien se ha limitado a cumplir sus obligaciones, no tiene que ser exaltado porque ha cumplido y está pagado".
2.408. UN VIERNES SANTO DE RAFAEL ALBERTI
Ilustración: Mural "El ángel de Rafael Alberti", Obra de Cristian del Vitto, realizada durante el primer Encuentro de Muralistas en el pueblo de Villa del Totoral provincia de Córdoba (Argentina). Medidas 3 por 2 metros. Técnica Esgrafiado. Ubicación : en la entrada de ingreso al corralón municipal .
“Llegué a Jerez el Viernes Santo por la tarde. Me esperaban mis más queridos amigos de El Puerto de Santa María. Ansiaba llegar pronto a El Puerto para ver desfilar los pasos religiosos desde algún balcón estratégico. Yo no recordaba ninguna Semana Santa portuense. Un estupendo lugar nos lo ofreció enseguida algún conocido. Al cabo de esperar cierto tiempo, surgió al fin, encapuchada de negro, la cofradía que acompañaba al Santo Entierro, una urna con un Jesús ya difunto, con los desnudos brazos en cruz que parecían descoyuntados, y con una infinita y pálida tristeza. Luego, entre el seco redoble de los tambores y el toque de clarines, surgió la talla angustiada y maravillosa de Nuestra Señora de la Soledad, la más antigua de El Puerto, llegada de Madrid a mitad del siglo XVII, obra, creo, de un discípulo del gran escultor Juan Montañés. Un escalofrío nos recorrió al ver doblar aquella deslumbrante y afligida imagen por la calle Luna, igual que una bellísima muchacha llevada por el ritmo cadencioso de los costaleros, camino de su iglesia”.
Rafael Alberti
La arboleda perdida, 3. Quinto libro
Alianza Editorial. Madrid, 1999
2.406. ANTONIO SUCINO LORCA. Tonelero y socialista. Escritor y poeta.
Con esta nótula tratamos de sacar a la luz y dar a conocer a su pueblo, el legado literario de este poeta y escritor portuense, que fue una víctima más del tiempo que le tocó vivir, condenándolo al olvido. Esperamos que esta lectura, al menos sirva para rescatarlo de ese olvido histórico, a él y a su obra, de forma que pueda tener de ahora en adelante, un más que merecido rincón en las estanterías de la historia literaria portuense y gaditana.
A pesar del olvido al que él mismo y su obra fueron sometidos por los tiempos oscuros que los sucedieron, quizás algunos portuenses, sobre todo los de más avanzada edad, puedan aportar algún dato sobre este autor, que pudiera ayudar a sacar a la luz toda su obra literaria.
El 19 de noviembre de 2014, se cumplieron 110 años desde el estreno, en nuestro recordado Teatro Principal, de la obra de teatro en verso Nobleza… en el corazón, una de las cinco obras de mayor extensión que aún se conservan de Antonio Sucino Lorca, olvidado escritor y poeta portuense.
Conde ¿Y para qué sirves tú,
di, qué mérito es el tuyo?
Simón …
los zapato e charó
Que sus poneis tan bonito
¿los jace argún zeñorito
o un probe trabajao?
Yo les cudio su ganao,
yo sus campos jelaboro,
yo soy quien le mete el oro
en su carpeta apuñao
¡Y me llama osté inorante!
¿Y osté que sabe jacé?
Unicamente comé
lo que le ponen delante.
(Uno de los fragmentos de la conversación entre el conde y Simón, un jornalero del campo casi analfabeto, al servicio del primero, que forma parte del texto de Nobleza… en el corazón. Versos que alcanzaron gran popularidad y que, memorizados por gentes de todas las edades, formó parte de la memoria colectiva de varias generaciones, como si se tratara de un refranero).
Llegó a publicar y estrenar, que sepamos con seguridad hasta la fecha, cuatro obras más de teatro; Entre su madre y el rey…, en verso (1904), El legítimo heredero, en prosa (1929), Voz del corazón, en prosa (1929) y La recompensa, en prosa (1930). Salvo Voz del corazón, los otros cuatro libros se conservan en la Biblioteca Nacional. Además, entre 1903 y 1914, publicaba, sobre todo, pequeños artículos también en verso en la revista socialista de la época El Sudor del Obrero. Posteriormente en 1920, también colaboró con la revista de igual signo político El Obrero Portuense. La primera incursión literaria que sabemos de él, fue la letra en 1897 de una agrupación carnavalesca: Los cocineros de la época. /En la imagen de la izquierda, firma manuscrita de Antonio Sucino Lorca, al pié de la letra compuesta para la agrupación carnavalesca 'Los cocineros de la época'.
También fue autor de varios sainetes que no se llegaron a editar, pero que sí se representaron; El suplente honorario, La cruz del matrimonio, Las flores de Andalucía, La primada de un primo, Amor por amor y Las novias burladas, todos en prosa, así como el juguete cómico en tres actos El billete falso. Suya es la letra de una zarzuela titulada La gitanilla, con música del maestro Francisco Javier Caballero (ver nótula núm. 2.350 GdP), que se estrenó en el Teatro Principal de Sanlúcar de Barrameda por la compañía de Moya y Galán, en 1906.
CONCEJAL Y PRESIDENTE DE LOS TONELEROS.
Nació Antonio Sucino en 1858, según consta la inscripción de su nacimiento en el Registro Civil de El Puerto. Tonelero de profesión, autodidacta, ferviente socialista y un apasionado de la literatura. Muy comprometido políticamente, fue presidente de la sociedad de toneleros, y concejal por el Partido Socialista en 1909.
Este compromiso político, también se dejó traslucir en casi toda su obra, sobre todo en sus dos primeros libros. En Nobleza… en el corazón, sin duda su obra más popular, denuncia la miseria y precariedad del pueblo en contraste con la opulencia de las clases más pudientes y poderosas, enalteciendo el trabajo, la honradez y el amor (que será una constante en toda su obra), sobre el dinero y la cuna. Consigue hacerlo sin demasiada estridencia, casi de forma romántica, ya que el amor sorteará todas las barreras, aunque dejando en evidencia a una sociedad tan injusta como jerarquizada. El hecho de que fuera reeditada en 1924 y en 1935, veinte y treinta y un años después de su primera publicación, dice mucho de lo que caló esta obra en el pueblo, con el mérito añadido de que estaba escrita en verso (redondilla). En su segunda obra, Entre su madre y el rey…, ambientada “…en un pueblo de la región catalana.”, vaticina cuatro años antes de que ocurrieran, los sucesos de la Semana Trágica de Barcelona.
TABERNERO.
En la primera década del siglo XX, Antonio Sucino abre una taberna llamada Gurugú en la calle Pozuelo, y sobre los años veinte, otra frente al mercado de abastos, más conocida en nuestro tiempo por su siguiente propietario, Juan Rábago.
Los hechos devenidos tras la guerra civil, hicieron que a lo largo de nuestra historia reciente, Antonio Sucino Lorca haya pasado prácticamente desapercibido para la mayoría de sus paisanos. Sus libros fueron quemados, sin embargo, algunos pocos ejemplares se salvaron, escondidos en algunas casas de familiares y correligionarios, a sabiendas incluso que de haber sido encontrados, sus propietarios se arriesgaban a ser detenidos por las autoridades franquistas.
ESTUDIO DE SU OBRA.
La obra de Antonio Sucino Lorca actualmente, además de haber sido nombrada y referida por autores y estudiosos locales como veremos más adelante, también lo ha sido a nivel nacional. Concretamente se hace referencia a ella en el libro El teatro menor en España a partir del siglo XVI, editada por el Instituto Miguel de Cervantes del C.S.I.C. Todavía, algunos ejemplares de sus obras se pueden encontrar en lugares tan lejanos como la Universidad Northwestern de Chicago, la Universidad de Toronto y en la Biblioteca Pública de Nueva York, en ésta última, cohabitando con dos libros de otro paisano nuestro casi tan desconocido como él, José Navarrete y Vela-Hidalgo (ver nótula núm. 1.996 en GdP). Curiosamente, en la calle José Navarrete número 44 estuvo situado durante un tiempo el local social de la Agrupación Socialista a la que pertenecía entre otros, Antonio Sucino Lorca.
Pero, como ya hemos señalado, cuando realmente tuvo verdadero éxito este autor, fue desde principios de siglo hasta el comienzo de la Guerra Civil. Se podía leer en el Diario de Cádiz el día 28 de noviembre de 1904 la siguiente crónica: “La segunda representación del melodrama 'Nobleza… en el corazón' llevó anoche al teatro gran concurrencia. La obra de Sucino tuvo muy buena interpretación, mucho mejor que en la noche del estreno. El autor fue llamado a escena a la terminación del primer acto y al final de la obra.” En la Revista Portuense, diario católico y conservador de la época y por lo tanto poco sospechoso de vinculaciones socialistas, se publicaba el 24 de abril de 1929 lo siguiente: “Hoy jueves, despedida de la compañía con el estreno del drama en cuatro actos y en prosa, original de nuestro paisano el aplaudido autor don Antonio Sucino 'El legítimo heredero'. El estreno de esta obra ha despertado verdadero interés entre los muchos aficionados al arte escénico, lo que hace suponer que esta noche se verá el coliseo concurridísimo”. /En la imagen de la izquierda, cartel del estreno de 'Nobleza en el corazón' en el desaparecido Teatro Principal.
Murió con 82 años, el 18 de mayo de 1940. Está enterrado junto a su mujer María Aquilina Barrera y uno de sus hijos, Antonio, en el cementerio de El Puerto.
AGRADECIMIENTOS.
Queremos agradecer a Antonio Gutiérrez su ayuda, por aportarnos todos los datos de los que disponía de Antonio Sucino, que han sido muchos e importantes, por su ánimo y apoyo. A Enrique Pérez, de cuyas obras también hemos obtenido datos muy valiosos. A Javier Maldonado, por ser el primero que hizo de Antonio Sucino protagonista de una de sus ponencias: Reformismo en escena: la obra teatral de Antonio Sucino. A Ana Becerra y José Ignacio Buhigas, del archivo municipal, por su dedicación y entrega hacia cualquiera que se interesa por nuestro pasado. No sería justo dejar de mencionar a los nietos de Antonio Sucino, que en mayor o menor medida, siempre han sabido mantener en nuestra memoria el recuerdo de sus versos. /Texto: B. y J. Caraballo Sucino
2.403. FEDERICO FERRER SAHUERVAIN. Dos veces diputado por El Puerto.
Federico Ferrer Sahuervain fue diputado por el distrito de El Puerto de Santa María por dos veces en el marco de las elecciones de noviembre de 1864: la primera elección se declaró nula, pero volvió a resultar electo en una segunda elección de carácter parcial escrutada el 27 de marzo de 1865. /En la imagen de la izquierda, escena del Congreso de los Diputados en el siglo XIX.
Federico Ferrer Sahuervain (indistintamente escrito con r y con l así como con b y con v) nació en Cádiz posiblemente hacia 1825. El único dato sobre su fecha de nacimiento procede de un poder para testar que otorgó en octubre de 1865 en el que indicaba, tan sólo, que era “mayor de cuarenta años”. Hijo legítimo de Benito Ferrer y Antonia Sahuervain, desconocemos sus raíces y la profesión paterna, pero el conjunto de información disponible no deja lugar a dudas sobre la solvente posición económica de su entorno familiar. Federico se dedicó al mundo de los negocios y de la empresa y muy pronto se situó en una sólida y sobresaliente posición, dueño de una casa mercantil, Federico Ferrer, que en el momento de su muerte abarcaba múltiples negocios en Cádiz y en el resto de España y movía un ingente capital.
Ferrer quizás contó con un punto de partida y de apoyo en el ámbito familiar, aunque nada dicen al respecto los diversos documentos testamentarios. Sí cuentan que su padre le dio un adelanto de su legítima con ocasión de la celebración de su matrimonio, que tuvo lugar en Cádiz el 16 de diciembre de 1843. Se casó con María del Carmen Rabech López, también natural de la capital gaditana e integrante, como Federico, de una familia acomodada. Ella aportó al consorcio en concepto de dote 270.000 reales de vellón que se sumaron a los casi doscientos mil con los que contribuyó Federico. Con este capital inicial, a los que se añadieron más adelante otros 400.000 donados por una tía de María del Carmen, la pareja levantó una empresa de dimensiones muy considerables. Un patrimonio material al que agregaron otro, humano, aún más importante: seis hijos, Francisca, Federico, Onofre, Jaime, María del Carmen y Benito Ferrer Rabech.
La calle Aurora, donde vivió nuestro protagonista en El Puerto. A la izquierda la plaza del Polvorista, a la derecha la casa de Roque Aguado.
Federico fue, indudablemente, el alma de esa empresa, que en 1865 se ocupaba en negocios tan amplios y diversos como los que muestra esta relación: desde actividades mercantiles comunes de la zona, como la venta de vinos, y actividades bancarias también habituales en los hombres de negocios gaditanos (Federico Ferrer fue accionista del segundo Banco de Cádiz, que se creó en 1846, así como del Crédito Comercial de Cádiz, fundado en 1860), hasta otros afanes menos usuales, como diversos negocios de transportes por carretera en el marco provincial y entre Cádiz y Madrid. También obras de construcción de altos vuelos, que edificaban, por ejemplo, carreteras tanto en la provincia de Cádiz como en otros puntos dispares de la geografía nacional. Asimismo, y sólo por señalar los quehaceres más destacados, la contrata de servicios con el Estado, ya fuera la participación en el suministro a presidios, la provisión de utensilios para las tropas o la construcción de un hospital provincial.
Tal despliegue de operaciones permitió a Federico Ferrer Sahuervain acumular un patrimonio mueble e inmueble verdaderamente importante. Múltiples acciones invertidas en diferentes sociedades bancarias, billetes hipotecarios, valores nominales, títulos del tres por ciento y diferentes depósitos a los que se añadía la propiedad sobre numerosas fincas. Ochenta y una en total, divididas entre rústicas y urbanas, adquiridas muchas a particulares pero otras muchas procedentes de Bienes Nacionales, que se repartían por toda la provincia de Cádiz, la mayoría en El Puerto de Santa María y en la capital, y el resto distribuidas por Jerez, Arcos, Rota, San Fernando, Chiclana, Medina, Conil, Vejer y Algeciras.
DIPUTADO POR EL DISTRITO DE EL PUERTO.
El empresario gaditano también se interesó a partir de un momento dado por el mundo de la política. Fue en los años sesenta. Más concretamente, cuando concluyó el extenso periodo unionista liderado por O’Donnell. En octubre de 1863 concurrió por primera vez a las elecciones generales. Lo hizo como candidato a Diputado a Cortes por el distrito de El Puerto de Santa María, la población en la que residía desde bastante tiempo atrás, al menos desde principios de los años cincuenta. A pesar de su amistad con el ministro de Hacienda, Manuel Moreno López, el candidato de la Unión Liberal, Francisco Barca, le superó en número de votos y no pudo pisar el hemiciclo. Debió surgirle entonces la oportunidad de ser diputado provincial y no la rechazó. Y en las siguientes elecciones a Cortes de noviembre de 1864 volvió a presentarse por el distrito portuense, esta vez como candidato apoyado por el Gobierno, en manos del Partido Moderado. Ahora sí la relación de votos se invirtió y fue Francisco Barca el que se quedó sin poder pisar la Carrera de San Jerónimo.
El Congreso de los Diputados a finales del siglo XIX.
Sin embargo, tampoco Federico Ferrer llegó a hacerlo. Su acta electoral, sobre la que existían protestas y reclamaciones, pasó el primer trámite de admisión –el beneplácito de la Comisión de Actas- pero fue impugnada en la sesión del 19 de enero de 1865 por el diputado Posada Herrera, que denunció numerosas presiones y manipulaciones en el proceso electoral portuense y puso el dedo en la llaga sobre el propio Federico Ferrer por su condición de diputado provincial y, sobre todo, de contratista de diferentes obras y servicios públicos. Tan potente fue su discurso que, a pesar de que hubo diversas intervenciones a favor de la admisión de Ferrer, la Cámara rechazó el dictamen favorable de la Comisión por 78 votos contra 57. Una nueva votación resolvió que la comisión dictaminara de nuevo, cosa que hizo un mes después, el 21 de febrero, proponiendo que el acta se declarara nula. El dictamen, no obstante, iba acompañado de dos votos particulares, uno que sostenía que nada había cambiado para modificar la primera resolución, y otro que pedía que se ampliase la información que pudiera contribuir a validar o a anular el acta. Nuevamente se desencadenó un debate que se prolongó durante las dos sesiones siguientes y finalmente, el día 23 de febrero, se aprobó la propuesta presentada por la mayoría de la comisión. La anulación del acta dio lugar a una elección parcial que revalidó el triunfo electoral de Federico Ferrer en su tierra portuense. El 27 de marzo fue confirmado el escrutinio y el 26 de abril siguiente el Congreso pasó a la Comisión correspondiente la nueva acta de El Puerto de Santa María.
Ilustración de una sesión en las Cortes en el S. XIX.
Todo quedó ahí. El Diario de Sesiones del Congreso no registra más noticias sobre qué pasó a continuación. Y Federico Ferrer nunca tomó posesión, ni siquiera presentó su credencial. Ignoramos los motivos. Quizás el durísimo ataque de Posada Herrera le hizo reflexionar y abandonar. Aunque es más probable que fueran otras las razones: Federico Ferrer murió el mismo año 1865, el 27 de octubre, tras una enfermedad que no sabemos cuándo comenzó ni cuánto duró. Falleció en su casa de la calle Aurora, en El Puerto de Santa María. Dejaba una joven viuda y seis hijos menores de edad. A ella le hizo un encargo especial: que cuando constituyera de nuevo su casa mercantil mantuviese la denominación Federico Ferrer. /Texto: Lola Lozano Salado. Universidad de Cádiz
Fuente: Diego Caro Cancela (dir.): Diccionario Biográfico de Parlamentarios de Andalucía (1810-1869), Sevilla, Centro de Estudios Andaluces, 2010, tomo I, pp. 486-488.
2.394. RAFAEL ALBERTI. Premio Cervantes 1983.
Rafael Alberti ganaba el 14 de noviembre de 1983 el premio Miguel de Cervantes de Literatura convocado por el Ministerio de Cultura, dotado con diez millones de pesetas y fallado en Madrid por un jurado que presidió el titular de aquel departamento, el ministro Luis Solana. Alberti, autor de Marinero en tierra, obtuvo el galardón en disputa con el novelista Camilo José Cela y el narrador venezolano Arturo Uslar Pietri, que quedaron finalistas.
El rey Juan Carlos, acompañado de la reina Sofía, entrega al poeta Rafael Alberti el diploma del Premio de Literatura en lengua castellana "Miguel de Cervantes", durante un solemne acto celebrado en el Paraninfo de la Universidad de Alcalá de Henares, el 23 de abril de 1984. /Foto: Ángel Millán - Manuel Hernández de León.
En 1983 hacía ocho años que el Ministerio de Cultura convocaba este galardón, dotado con 10 millones de pesetas, el más importante de las letras españolas. Alberti compitió en las votaciones finales con Camilo José Cela y Arturo Uslar Pietri. El jurado renunció a revelar el resultado de la votación, que se resolvió, según los convocantes, "por mayoría suficiente". Con Alberti, Cela y Uslar Pietri, compitieron por el premio Guillermo Díaz-Plaja y Guillermo Francovich. Las deliberaciones del jurado estuvieron precedidas por una controversia sobre la presentación de la candidtura de Alberti, que llegó fuera de plazo, presentada por la academia colombiana de la lengua. Esta entidad se equivocó y envió, dentro del plazo, la candidatura de Borges, que ya había obtenido el premio. Posteriormente rectificó su opción y envió el nombre del poeta portuense ganador. El jurado aceptó "por consenso" la candidatura y no reclamó el dictamen jurídico en que se basó el Ministerio de Cultura para dar por buena la candidatura. El ministro de Cultura, Javier Solana, hizo pública la decisión del jurado. Señaló que "el jurado, que es soberano, ha analizado todas las circunstancias que han concurrido y, por consenso, se ha aceptado la candidatura presentada por Colornbia".
Respecto a las impugnaciones que pudieran presentar las respectivas academias de la Lengua, Javier Solana aseguró que la decisión del jurado es inapelable". El ministro aseguró que "no se ha producido ninguna transgresión de las normas del premio, porque el jurado es un órgano colegiado que, en interpretación de esas normas, puede pronunciarse legalmente sobre una circuristancia de esta clase".
Alonso Zamora Vicente, secretario de la Academia Española de la Lengua, precisó más tarde que en 1981 la Academia presentó al Cervantes la candidatura de Rafael Alberti. Zamora Vicente dijo que el fallo había sido "dificilísimo", y destacó "la seriedad" del tribunal, que "meditado y sopesado cada una de las candidaturas".
Los tres últimos seleccionados, tras las primeras votaciones, fueron Camilo José Cela, Arturo Uslar Pietri y Rafael Alberti. Luis Rosales, que figuró en el jurado como ganador de la edición 1982, dijo que la elección había sido "muy bonita y ejemplar, respetando todos los valores democráticos. Ha sido una muestra de integridad en una elección en la que cada uno ha defendido su posición".
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2.392. ANAGRAMAS DE HIERRO (I)
Esta preciosa cancela pertenece a una casa de calle Cielos esquina con Javier de Burgos (Descalzos), actualmente convertida en depósito-almacén. M del C. (Agradecemos a Paco Pérez Selma el retoque fotográfico).
La gente hidalga de siglos anteriores identificaba sus casas con blasones de las armas de su linaje que se colocaban en el dintel de entrada. En el siglo XIX, perdida ya esa costumbre, muchas personas dejaban constancia de si mismo en sus moradas e industrias, identificando de esta forma sus propiedades, incluyendo en la reja de la balconada, y en los medios puntos de puertas y cancelas el anagrama de sus iniciales en hierro forjado.
Balcón de la calle Vicario; parece que las letras que figuran en el anagrama son “M” y “S”
En nuestra ciudad hay numerosas pruebas de esta costumbre, que han supervivido mas de una centuria la mayoría de ellas, especialmente en casas particulares y en las puertas de algunas bodegas.
Nosotros aquí, sintiendo no poder tratar el tema con la profundidad que se merece, damos a conocer a modo de ejemplo algunos de estos anagramas. /Texto y fotos: Antonio Gutiérrez Ruiz. A.C. Puertoguía.
Balcón de calle San Sebastián. Nosotros interpretamos el anagrama como “ABV” que debía corresponder a las siglas del nombre y los dos apellidos del propietario del inmueble.
Medio punto de la puerta de entrada a una bodega de calle San Bartolomé (de Cuvillo) con las iniciales “JVC”, letras en este caso, caladas sobre una chapa metálica.
Medio punto de una de las varias puertas de entrada de bodegas de calle Valdés en las que figura el anagrama con las letras “P” y “H” que creemos corresponde a Pedro Hernández Carrera.
Medio punto de una casa de calle Larga que estaban restaurando cuando se hizo la foto, a la que faltaba la cancela y se ha deteriorado el anagrama, natural o intencionadamente, hasta hacerlo ilegible.
2.388. HERMANDADES DESAPARECIDAS
En la imagen de los años setenta del siglo pasado, fotografía de la desaparecida relativamente de forma reciente, Archicofradía del Santísimo Sacrramente, a la que solo tenían acceso apellidos ilustres de la Ciudad. En primer término, los presbíteros Carlos Roman Ruiloba y José María Rivas Rodríguez (ver nótula núm. 1.741 en Gente del Puerto). Foto: Laurá. Colección JMM.
Retrocediendo décadas y siglos atrás, intentaremos citar de manera informal algunas de las hermandades y cofradías religiosas que por algún tiempo existieron en nuestra localidad en épocas pasadas, de las cuales, en su gran mayoría no quedan rastro ni apenas recuerdo. Una excepción sería la Archicofradía del Santísimo Sacramento, disuelta hace relativamente poco tiempo y por supuesto, las que siendo de esa remota época a que nos referimos, han sobrevivido y, con altibajos y penurias en diversos momentos, llegado hasta nuestros días, como son: Veracruz, Soledad, Humildad, Nazareno, El Carmen y la Esclavitud de N.S.. de los Milagros.
La Dolorosa que realiza el Vía Crucis desde la parroquia de San Francisco, a su paso por delante de Bodegas Caballero. /Foto. pasionygloria.net
La Dolorosa con la que se organiza el Vía Crucis de la parroquia de San Francisco el Viernes de Dolores posiblemente fuese la imagen Titular de la desaparecida hermandad “Corona de Nuestra Madre y Señora de los Dolores” que tenía su sede en la iglesia de San Agustín y los antecedentes de la actual Adoración Nocturna bien pudiera ser la “Real Hermandad del Velado y Alumbrado del Santísimo Sacramento”, igualmente extinguida.
La gran mayoría de estas hermandades antiguas no procesionaban, aunque si conocemos que lo hacía la “Hermandad del Dulce Nombre de Jesús” que tenía su sede en el convento de la Victoria, que parece fue una asociación distinta de la “Cofradía del Santísimo Nombre de Jesús” que existía en el siglo XVI con sede en la iglesia Mayor o de la denominada “Cofradía del Nombre de Jesús” con sede en el siglo siguiente en el convento de Santo Domingo, que si parecen sean la misma. La primera citada procesionaba el Domingo de Ramos. /En la imagen de la izquierda, techo de la Capilla de la Aurora.
Sin noticia o información de que hiciesen un recorrido por las calles de la población, aunque no lo descartamos, se encuentran la “Hermandad del Cristo de las Penas”, la de “Nuestra Señora de la Aurora” con sede en dicha iglesia-capilla, la de “Nuestra Señora de la Cabeza” patrona del Gremio de Montañeses, con sede en la ermita denominada de Santa Clara y también la “Cofradía de Nuestra Señora de la Encarnación”, con sede en San Agustín. . Otro tanto ocurre con la “Hermandad de la Invención de la Santa Cruz”, origen de la Cruz de Mayo actual, que desconocemos si tiene alguna relación con el actual paso de “la escalerita” que procesiona con la Soledad. En la iglesia de Santo Domingo tenía su sede la “Hermandad del Rosario de Santo Domingo”, conocida popularmente como de “los Negritos” por ser sus hermanos gente de color, que anteriormente fuese la “Cofradía de Madre de Dios del Rosario y San Benito de Palermo” con sede en una ermita-capilla existente en la esquina de las calles Pozuelo y Pagador, en la que existe una hornacina con una pintura de esa advocación.
El Hospital de la Divina Providencia, vulgo Hospitalito.
También existieron dos hermandades de cuyas sedes tampoco tenemos referencia: “Hermandad de Nuestra Señora de Regla” y “Hermandad de Santa Rosa de Santa María” De esta última, apuntamos la posibilidad, y esto es una opinión personal sin demasiado fundamento, de que la imagen Titular se transformase en la actual Virgen de la Piedad. En varias ermitas había otras tantas hermandades y cofradías que daban nombre a las mismas. Entre otras estaban la “Hermandad de Santa Lucía”, la “Cofradía de Santa Catalina”, la “Cofradía de San Sebastián y San Roque” y la “Cofradía de Nuestra Señora de Consolación” advocación que tiene la imagen que ocupa el palio de la Veracruz y es Titular de la misma, talla nueva que no parece guarde relación con la mencionada salvo la corta distancia existente entre su sede, la parroquia de San Joaquín y el lugar donde se ubicaba la Ermita de Consolación, en el inicio de la Ribera, cuyos muros han sido puestos al descubierto recientemente en las obras previas al aparcamiento que se quiere construir en aquella zona. También figuraba en el siglo XVI, con sede en el convento de San Francisco, una “Cofradía de Santa María de Consolación” que no conocemos si se trata de la misma o de otra diferente. La “Cofradía de Nuestra Señora de la Merced” se ubicaba en la ermita de San Antón y la “Hermandad de San Antonio Abad” en el Hospitalito
En la iglesia Mayor tenían su sede la “Hermandad del Santo Patriarca San José”, “San Miguel y Ánimas Benditas”, también denominada “Cofradía de Ánimas del Purgatorio”, la “Cofradía del Santo Ángel de la Guarda” y la “Cofradía de Nuestra Señora de Gracia y San José”, fundada en 1601 según Hipólito Sancho, cuya imagen Titular bien pudiera ser la que actualmente procesiona con la hermandad de la Oración en el Huerto bajo la advocación de “Gracia y Esperanza”. En la iglesia de San Francisco tenían su sede la “Cofradía de San Antonio de Padua” y la “Cofradía de San Diego de Alcalá”, y en la iglesia de San Agustín estuvo la “Cofradía de San Nicolás de Tolentino” que se fundiría en el siglo XVII con la del Nazareno.
A esta treintena de hermandades y cofradías citadas y alguna más que se nos haya escapado habría que añadirle una veintena más de congregaciones, cofradías hospitalarias, gremiales y seculares que también se extinguieron y que no citamos para no hacer excesivamente extensa esta nótula. /Texto: Antonio Gutiérrez Ruiz. A.C. Puertoguía.
2.385. MANOLO BEJARANO. Dos anécdotas.
Manolo Bejarano era verdaderamente un personaje. Todos somos personas y algunos hay que incluso llegan a ser “personas humanas” --como dicen los cursis redundantes--, pero para llegar a la categoría de personaje es necesario, tal como dice el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, ser una “persona de distinción, calidad o representación en la vida pública”. Manolo era una persona con los requisitos mencionados y exigidos para disfrutar de tal condición, es decir, la de un personaje.
Manolo no tenía nunca prisa, pues al estar jubilado, podía permitirse el lujo de pararse y charlar con quien quisiera y el tiempo que quisiera. Una mañana me lo encontré por el centro de El Puerto. Me saluda y me pregunta, recreándose en la suerte, siempre tan torero y flamenco:
--“¡Uf, uf, uf! ¿A que no sabes lo que me ha pasado esta mañana?”. Yo le pregunté: “--Qué te ha pasado, Manolo?”. “--¡Uf, uf,uf!”, me respondió, haciéndose rogar. “--¡Pero hombre, arranca!”, le dije. “--¡Uf, uf, uf, uf!, ¿a que no sabes qué me ha pasado?”, me dijo de nuevo. “--Pues fíjate, con el día tan bueno que hace hoy, estaba yo afeitándome con la ventana del cuarto de baño abierta de par en par y cantando por Caracol... ¡¡Y fíjate lo que le dice una vecina a mi mujer!!”. “--¿Y qué le dijo a tu mujer , Manolo?”. “--Pues va y le dice: ‘¡María, baja un poquito la radio, hija!’ “
... ... ... ...
En otra ocasión, aunque sabía que pintaba sus originales cuadros con témpera, le pregunté: “--Manolo ¿qué tipo de pintura utilizas para pintar tus cuadros?”. Haciéndose el interesante hizo una pausa y me contesta: “--Mira, las pinturas que yo utilizo están hechas con una fórmula que me dio mi madre y ¡fíjate, que me han venido de la casa Titanlux, de Barcelona, a comprármela y no se la he dado!”.
Un gran personaje portuense este Manolo. ¡Manolo, te recordamos!. /Texto: J.S.A.
Más de Manolo Bejarano en Gente del Puerto.
492. El Puerto dijo sí.
795. Un artista para el pueblo.