Luis Portillo Ruiz alcalde de El Puerto entre 1960 y 1969, nace en Granada en 1897, hijo de Luis Portillo de Pineda –familia de Mariana de Pineda—y de Conrada Ruiz Müller, segundo de los seis que tuvo el matrimonio. Por cierto que el padre de nuestro protagonista fue un industrial procedente de Granada que se instaló en nuestra Ciudad en 1905, quien también fuera alcalde de El Puerto entre 1910 y 1913. Al fallecimiento de éste se descubrió en el buró que tenía el título de abogado por el Sacromonte. Fue diputado a Cortes por el Partido Liberal del Conde de Romanones. La familia Portillo tenía, primero en alquiler y luego en propiedad, el Cortijo de ‘La Negra’, una molienda y una panificadora en el casco antiguo y una fábrica de jabón.
1897
El año 1897 una comisión de ‘romanos’, figurantes en la procesión de la Hermandad de la Humildad y Paciencia, precedidos de la banda municipal desfilaría en dirección a la casa del Alcalde, donde les sería entregado el Pendón de la Ciudad que formaría parte de la procesión del Jueves Santo.
De 1897 data el óleo de grandes dimensiones, original de J. Delgado Palou ‘Aparición de la Patrona a Alfonso X’, que se encontraba en la escalera de acceso al Ayuntamiento de la Plaza de Isaac Peral y en la actualidad se encuentra expuesto en el Auditorio Municipal San Miguel y que vemos en la imagen de la izquierda.
La Compañía del Ferrocarril de El Puerto de Santa María a Sanlúcar de Barrameda, en cuyas manos estaba la concesión del ferrocarril de dicho tramo, transfirió sus derechos el 10 de febrero a la Compañía Belga de los Caminos Vecinales de Andalucía. El jesuita Juan Oliver Copons, deja de dirigir las congregaciones de San Luis Gonzaga, siendo sustituido, solo ese año, por el P. Francisco Tarín. En 1897 dejaba de ser el edificio de las Casas Consistoriales el Convento de Santo Domingo, que lo ocupó como tal hasta dicha fecha. Ese año nacen el escritor gaditano José María Pemán y el portuense Manuel García Ruíz (hijo de Manuel García Gallardo y de Encarnación Ruiz Chaparro), que emigró muy joven a Salta (Argentina). Muere el político José Luis Albareda y Sezde, quien fuera ministro, diputado y senador del Reino vitalicio.
Los padres de nuestro protagonista, Luis y Conrada, y su hermano Ángel y el propio Luis, en el centro de la imagen.
Nuestro protagonista estudió interno en el Colegio de los Jesuitas, formación que siempre tendrá presente. En 1919, ingresa en la entonces Academia General Militar de Toledo, donde saldría con el empleo de Teniente de Infantería. Con 24 años fue a la Guerra de África, también llamada Guerra del Rif o Guerra de Marruecos, en 1923, donde resultará herido en un brazo, en 1925, durante el Avance y Retirada de Xauen. Luis, convaleciente de sus heridas, sería recibido en El Puerto como un héroe por una multitud que lo aplaudía allá por donde iba./En la iamgen de la izquierda, en una imagen al salir de la Academia General Militar de Toledo.
En la imagen, recibido en las calles de El Puerto como un héroe por la multitud.
Luego, durante su carrera militar, estaría a las órdenes del General Franco, también en el Ejército de Africa –y en la Legión Española—del que decía era un buen organizador y estratega. En 1926 fallece su padre. En 1927 vivía en el número 2 de la calle de la Plata. Ese año crea en El Puerto las Juventudes Patrióticas y lo nombran correspondiente de la Real Academia Hispanoamericana de la Lengua.
En 1931, con la proclamación de la II República se da de baja en el Ejército. Luis había sido abanderado de Alfonso XIII y tenía un tío que era Intendente de Palacio, el Conde de Eibar. De hecho, Luis no juraría la bandera republicana, así que regresó a su domicilio de El Puerto dedicándose a los negocios y asuntos de la familia, siendo muy querido por los empleados. Tenía entonces 34 años.
QUEIPO DE LLANO.
El díscolo general Queipo de Llano vivió una temporada en la calle de las Cruces de nuestra Ciudad, desterrado por el gobierno monárquico, dada su condición de republicano, en la actual casa de Roberto Romero Laffite, entonces propiedad de los Pineda. Estalla la Guerra Civil y Queipo de Llano se dirigió a la Panificadora que dirigía Luis, que le interpeló al llegar: «—Portillo, vamos a salvar la República», a lo que éste le respondió: «—Mi general, lo siento, pero por la República no muevo ni un pelo. Yo soy monárquico. Ni he jurado su bandera, ni cobro de la República, ni tengo nada que ver», a lo que Queipo despectivo le espeta: «--Portillo, quédese con los panecillos». «—A sus órdenes», fue la marcial respuesta de nuestro protagonista. Pero la conversación no quedó ahí pues Queipo salió y volvió a entrar en las dependencias de la Panificadora y le interpeló de nuevo: «--Portillo, vamos a salvar a España». Y la nueva respuesta fue: «—Mi general, por España, vamos». Y lo dejó todo y se incorporó al Ejército con Queipo de Llano, reuniéndose con su pariente Juan Abreu, militar también marchando a Jerez a la casa del Marqués de Casa Arizón, para informarle de la sublevación y a Cádiz con el General Varela, al estar rotas las comunicaciones. Quedaría incorporado al Regimiento Granada Nº 6. Llama la atención que Queipo de Llano, que iba a defender a la República acabaría en el bando de los sublevados.
A partir de entonces estará tres años en diferentes destinos del Ejército. En Sevilla tendrá a sus órdenes a los militares encargados de custodiar las cárceles, a los que adiestrará con piedras, en una Estación de Tren en desuso.
Con su mujer, la porteña Gloria Cía Pino, en el Parque sevillano de María Luisa.
BODA EN SEVILLA.
Con 39 años, al principio de la Guerra Civil, se casa en 1936 en Sevilla con la porteña Gloria Cía Pinto, con la que tendrá seis hijas: Carmen, Gloria, Isabel, Mercedes, María Dolores y Beatriz, quienes les darán 15 nietos y, a día de hoy 21 bisnietos. Se establecen a vivir en Sevilla. En función de posteriores destinos, algunas de sus hijas nacerán en Sanlúcar de Barrameda siendo apadrinadas por los Infantes de Orleans y Borbón.
En cierta ocasión, preguntado por su hija Isabel, adolescente, sobre que hubiera hecho si le hubieran ordenado comandar un pelotón de fusilamiento durante la guerra, la respuesta fue clara, rotunda: «—Me hubiera negado, de ninguna manera hubiera cargado en mi conciencia con la muerte de nadie. Hubiera preferido morir, y negarse, en aquellos tiempos, traía aparejada la pena de muerte». Consideraba que el mejor libro de guerra que se había escrito era “Abajo las armas”, de Berta de Sutner.
Será al final de la contienda civil cuando consigue cobrar los emolumentos de aquellos tres años que sirvió al ejército sin recibir salario ni soldada alguno. Continuó un tiempo en Sevilla, dejando la gestión de la Panificadora a su hermano José hasta su desaparición, y será destinado a Sanlúcar de Barrameda como Comandante Militar de la Plaza.
SANLÚCAR, CÁDIZ, PONTEVEDRA, TENERIFE.
En Sanlúcar, durante la II Guerra Mundial, se construyeron bajo su mando como Comandante Militar de la plaza los bunkers que todavía permanecen en la playa: por Sanlúcar y por la desembocadura del Guadalquivir pasaban convoys del Ejército Aliado y del bando alemán. Luego, en Cádiz le coge la Explosión de 1947, ya con tres hijas en el mundo y su mujer embarazada. Vendrán otros destinos: Pontevedra, Tenerife, como Teniente Coronel Mayor donde padecerá un infarto y decide pasar a la reserva militar activa.
En el Ayuntamiento de Sanlúcar, durante una copa navideña. /Foto: Barro.
REGRESO A LA PENÍNSULA.
Luis y su familia regresan a vivir a Cádiz por espacio de un año. El General Franco selecciona a militares que fueran de su confianza para la actividad política y, a través de Camilo Alonso Vega le ofrece la alcaldía de Sanlúcar de Barrameda en 1954, donde será alcalde por espacio de cuatro años y medio. Allí, en cierta ocasión tuvo que entrar a parlamentar con el líder de los comunistas que permanecían encerrados efectuando unas reivindicaciones, con un tal ‘Santero’, e informó por escrito: «--En Sanlúcar no han leído a Marx ni Engels, en Sanlúcar lo que hay es mucha hambre y necesidad». Estamos hablando de finales de la década de los cincuenta del siglo pasado.
Vista aérea de Sanlúcar de Barrameda.
Allí, entre otras acciones, construirá la carretera de la Jara, el alcantarilado general y abastecimiento de aguas del caso antiguo, alumbrado de la Calzada y buena parte de los Barrios Alto y Bajo, repoblaciones forestales, arregló la carretera de Bonanza y creó la Cooperativa Vitivinícola Sanluqueña. Será nombrado Hijo Adoptivo en 1959.
ALCALDE DE EL PUERTO.
A principio de los sesenta, Luis Caballero Noguera le animó para que fuera alcalde de El Puerto. Le habló tanto de las excelencias de la Ciudad –pero no de los problemas—e insistió tanto que, en abril de 1960, ocuparía el sillón de primer edil con 63 años, sustituyendo a Miguel Castro Merello. Además, por disciplina militar también aceptó ser Jefe Local del Movimiento, aunque no estaba muy conforme con ostentar dicho cargo. Durante su mandato vivió en la vecina Sanlúcar, trasladándose a diario desde la vecina población en su vehículo particular cuyo chófer era un sanluqueño de apellido Hernández. Sería diputado provincial durante el mandato que se iniciaba en 1964. /De izquierda a derecha, n.n., Luciano Sánchez González, Gobernador Civil, Miguel Castro Merello, alcalde saliente y Luis Portillo, con la vara de mando, tras su toma de posesión en el salón de plenos del Palacio Municipal de la plaza de Isaac Peral. /Foto: Rasero. Archivo Municipal.
Tanto en Sanlúcar como en El Puerto, reactivó los sindicatos verticales: estaban anulados y desencantados, poniéndolos en movimiento. Le preocupaba mucho la infravivienda. En aquellos años se construyeron algunos grupos de viviendas en la Ciudad. Le preocupaba mucho el patrimonio de los portuenses, que no fuera esquilmado y que no tuvieran servidumbres innecesarias.
Ante la fachada del Castillo de San Marcos. De izquierda a derecha, Luis Portillo, José González cámara de TVE, de espaldas el Almirante Gener Cuadaro, el teniente Rafael Romero Bustillo yerno de Luis Portillo y su esposa Isabel Portillo Cía, hija de nuestro protagonista, en 1964, año en que el fue Reina de las Fiestas de la Hispanidad.
Durante su mandato vivió varias huelgas de diverso tipo y siempre se negó a que las fuerzas de seguridad entraran en El Puerto a ‘resolver’ los problemas. «--A los civiles no se les puede apuntar con armas», afirmaba abundando que «--Los problemas de El Puerto los arreglo yo, no necesito que venga nadie de fuera».
EL PENAL.
En 1961 hubo un motín en el Penal durante el cual los presos se negaban a entrar en las celdas planteando una serie de reivindicaciones. El alcalde, una vez más, se ofreció a hacer de interlocutor y fue a dialogar con los líderes de los amotinados quienes les contaron sus reivindicaciones sobre cuestiones de salubridad, hacinamiento y otras relativas a derechos humanos, consiguiendo que depusieran su actitud, tras la mediación de nuestro protagonista. Se negó a que le pusieran escolta durante el encuentro con los penados, encuentro que se prolongó durante toda la madrugada, finalizando a las 10 de la mañana y saliendo en dirección a su despacho de la Alcaldía. /En la imagen de la izquierda, el vestíbulo del antiguo Penal.
LOGROS.
La Ciudad había crecido en los últimos años de mandato de Luis Portillo. Como referencia en el acta del Cabildo Municipal de fecha 5 de febrero de 1967, se hacía un balance de lo actuado en el último trienio. El río Guadalete, conocería la mejora de su dragado y la construcción de una escollera; la finalización del Ambulatorio de la Seguridad Social ‘Virgen del Carmen’; lo avanzado de la construcción de la Piscina de la Juventud, así como la llegada de nuevos hoteles a la Ciudad. Los funcionarios municipales estarían de enhorabuena, vieron nivelados y mejorados sus haberes en un sesenta por ciento.
Luis Portillo, con los bomberos.
En Obras Públicas, se contemplaban las dos fases de la Gran Avenida de Valdelagrana, y las calles Cruces, Postigo, Santa Fé y Sol. Los alcantarillados de Valdelagrana, Crevillet, colector de la Inmaculada, nivelación de Crevillet. Locales de la Cruz Roja. Reforma del Mercado al por Mayor, Matadero Municipal, Paseo Marítimo y Carreteras de Valdelagrana.
Durante la inauguración del Colegio José Luis Poullet,, de izquierda a derecha, el presidente de Diputación, Fernando Portillo, el Gobernador Civil, Santiago Guillén, Luis Portillo Ruiz y otras fuerzas vivas de la Ciudad, el 27 de julio de 1968. /Foto: Archivo Municipal.
En Educación, se veían reducidos –por innecesarios—los Cursos de Alfabetización. Se crearon 1200 plazas en Comedores Infantiles. Se ponían de manifiesto la necesidad de mejoras en algunas escuelas antiguas y se daban por cumplidas la misión transitoria de las escuelas de emergencia. Subvención a la Escuela de Menores. Inicio de la construcción del Instituto Muñoz Seca.
Durante la bendición de las nuevas viviendas de los trabajadores de Osborne. A la izquierda, la fachada del actual Teatro Municipal. 11 de mayo de 1964. /Foto Archivo Municipal.
En Vivienda, la gran preocupación de Luis Portillo como ya se ha señalado, se pudo haber hecho más si hubiesen respondido los organismos correspondientes a nivel supramunicipal. Estaban cedidos 9.000 metros cuadrados a la Obra Sindical del Hogar para la construcción de viviendas en terrenos de Crevillet, “por un valor de cuatro o cinco millones de pesetas de la época” [sic].
Fragmenteo del acta de la sesión del Cabildo Municipal de fecha 5 de febrero de 1967. /Nuestro agradecimiento al Archivo Municipal.
El acta de la sesión recogía: «Por fin se van terminando las 118 viviendas de la Guardia Civil. Las 96 de la Renfe, las 120 por el Patronato Municipal de la Vivienda que con las 210 construidas por el organismo suman 330, aparte de las 224 ya construidas y entregadas en Crevillet, las 25 para maestros en estado muy avanzado de construcción en La Puntilla y Ventorrillo del Portazgo, las 90 de la Diputación empezadas en estos días y las 40 para los refugiados de la Plaza de Toros, es decir que durante el trienio transcurrido desde la renovación de la anterior corporación, entre construidas y casi terminadas hemos cubierto un programa de 1043 viviendas»
Durante la inauguración de una de las ampliaciones del Hotel Fuentebravía. A la derecha de Portillo, su secretario particular, el recordado Juan Martín Vélez, a su izquierda, el propietario del parador, José Luis Kutz Muñagorri.
En Turismo, El Puerto vivió una época de desarrollo y expansión turística: alojamientos como el Caballo Blanco, la reforma y ampliación del Hotel Fuenterrabía, la creación del Cangrejo Rojo –luego –Club Mediterranee--, la Avda. Eduardo y Felipe Osborne en Vistahermosa o el inicio de la urbanización Valdelagrana, fueron algunos de aquellos hitos que contaron con el respaldo del que fuera ministro de Información y Turismo, Manuel Fraga Iribarne.
Manuscrito de Luis Portillo Ruiz.
LA UNIVERSIDAD.
Intentó, sin éxito, traer algunas dependencias universitarias, entonces dependiente de la Universidad de Sevilla, a El Puerto, a la sierra de San Cristóbal. Sin embargo, los intereses de los dirigentes de la Diputación Provincial, presidida por Fernando J. Portillo Scharfhausen, aliados con una parte considerable de la corporación municipal, dejaron a El Puerto sin ese polo de desarrollo que hubiera supuesto para la Ciudad un revulsivo cultural y económico con la que sería más adelante la Universidad de Cádiz. Con el tiempo El Puerto ha vivido episodios parecidos en los que los intereses de la provincia han primado por encima de los intereses locales, con el ¿inexplicable? concurso de miembros de la corporación local. Precisamente en un Pleno de la Diputación Provincial celebrado en nuestra Ciudad el 27 de junio de 1968, se aprobaron las distintas propuestas para el desarrollo universitario de la provincia, entre las que se encontraban las de El Puerto, al amparo del Plan de Expansión Universitaria, para la concesión en la provincia de Centros de Enseñanza Superior, propiciado por el entonces Ministerio de Educación y Ciencia.
Los pozos de La Piedad. Al fondo, la Sierra de San Cristóbal. (Foto García Lázaro).
Este episodio fallido le produjo tal suerte de desencanto que aceleró su dimisión. Renunció al cargo el 16 de abril de 1969 en una reunión previa al pleno que se celebraba ese día, al no conseguir que los miembros de la Corporación Municipal ratificaran un expuesto en el que se proponía la cesión de terrenos en la Sierra para ubicación de la Ciudad Universitaria de Cádiz. El único que le apoyó fue el concejal José Puente., si bien en el acta que recoge la sesión plenaria, consta que fue rechazada 'por unanimidad'. El último pleno de la Corporación Municipal al que asiste es en enero de 1969, aunque seguirá asistiendo a las Comisiones Municipales Permanentes de forma intermitente a causa de enfermedad, al menos hasta finales de marzo y en la las de abril, figura en las actas que está ‘con licencia’.
Cuando asumió la alcaldía el Ayuntamiento tenía 10 millones de déficit y cuando la dejó, un superávit de 20 millones y todos los gastos pagados. Tiempo atrás había planteado su dimisión a Camilo Alonso Vega que no le había sido aceptada. Será sustituido por Juan Melgarejo Osborne el 25 de junio de 1969. (ver nótula núm. 890 en GdP).
Luis Portillo, recibiendo a las puertas del Ayuntamiento, con la Corporación Municipal bajo mazas y formada la Guardia de Gala, al gobernador civil de la provincia, Santiago Guillén Moreno. /foto: Archivo Municipal.
HONORES Y DISTINCIONES.
En un a modo de desagravio iba a ser propuesto para recibir el empleo de General Honorífico, a lo que se negó, harto de recibir honores y de como había finalizado su mandato. Estaba en posesión de las Medallas de Campo, Cruz de Guerra y Cruz Roja M.M. En 1926 recibió la medalla del Sufrimiento por la Patria, en 1963 la Cruz de San Hermenegildo y en 1968 la Orden de Isabel la Católica, entre otras distinciones. Fallecería en noviembre de 1978, con 81 años de edad.