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Fachada neobizantina de la catedral católica de Westmister en Londres

Al iniciarse el último lustro del siglo XIX los ingleses que profesaban la religión católica iniciaron la construcción de un soberbio templo en Londres, financiado con limosnas de los fieles, contando para ello con la aprobación, ayuda y dirección del Cardenal Herbert Vaughan, Arzobispo de Westminster. El proyecto contemplaba la construcción de una iglesia, que es la actual catedral, en estilo bizantino, “en cuanto sea posible de sólo piedras consagradas, recogidas y buscadas en los hermosos templos que profanó y destruyó la Reforma decretada en Inglaterra por Enrique VIII, para que el Sacrificio allí ofrecido sea la más completa reparación de la ofensa hecha al Altísimo por la herejía, y a la vez símbolo de la vuelta a la verdadera Iglesia católica de todos los hijos extraviados.”

Para tan ambicioso proyecto fue necesario recabar donativos de otros católicos, aparte los ingleses y galeses que pertenecían a dicho arzobispado, postulándose en España para recabar fondos con los que construir la llamada inicialmente “Capilla Española”, una capilla situada en la nave del Evangelio –la más importante de todas- dedicada al culto y adoración perpetua del Santísimo Sacramento, inspirada en la existente en la catedral de Lugo, idea bendecida por S.S. León XIII y aprobada por la Reina Regente.

Un hermano del cardenal, el presbítero Kenelm Vaughan, fundador en Londres de la Archicofradía de la Divina Expiración, fue el encargado de recorrer buena parte del suelo hispano portando una carta del Cardenal Vaughan, dirigida al Cardenal Primado, arzobispos y obispos españoles y, en general, “a todos los constituidos en autoridad y unión con la Santa Sede Apostólica”  a todas las autoridades eclesiásticas y civiles, en definitiva. En ella se solicitaba la cooperación de “la España católica para una obra de fe que tiene por objeto el honor y culto de Nuestro Señor Jesucristo en el Santísimo Sacramento.”  Y el primer lugar, después de pasar por Madrid, donde inició su postulación, fue Sevilla, patria natal del cardenal Wiseman, predecesor de Vaughan y primer arzobispo de Westminster, la ciudad en la que continuó con su campaña de recaudación de fondos, participando además en la vida social del entorno en el que se desenvolvía como por ejemplo, su padrinazgo o apadrinamiento en el bautismo, confirmación y comunión de un joven ingeniero ingles de las minas de Riotinto que abandonó la senda luterana para abrazar la ortodoxia de la iglesia romana. /En la imagen de la izquierda, Capilla del Santo Sacramento en la catedral católica de Westmister en Londres

Después de Sevilla, visitó Jerez, El Puerto de Santa María, Cádiz, Gibraltar y Málaga, abandonando Andalucía para volver a Madrid, donde tenía dos sedes o puntos de recogida de donativos y marchar a Salamanca, Valladolid, Pamplona, San Sebastián, Bilbao y Santander, pasando también por Lugo, ciudad en la que participó en el Congreso Eucarístico Nacional celebrado en aquella capital gallega en agosto de 1896.

EL CONDE DE OSBORNE.
El método de trabajo de este postulante era similar en todos los lugares: buscaba personas influyentes y afines, generalmente del mundo empresarial, que publicitaran el proyecto, exponiendo los planos en el escaparate de los principales comercios, por ejemplo, y gestionasen donativos. Personas de total confianza  a los que nombraba socios fundadores del proyecto y les encomendaba la tesorería de los fondos recaudados y su envío a Londres. En Jerez sería Pedro Domecq la persona encargada de ello, y en nuestra ciudad, Tomás Osborne Guezala. No conocemos con exactitud la cantidad recaudada a nivel local, tan solo el donativo personal del Conde de Osborne, que ascendió a 1.500 pesetas, una respetable cantidad, sin duda, en esos años finales del siglo XIX. Posiblemente, Tomás Osborne contaría al Padre Vaughan su vinculación y la de sus antepasados con la entidad portuense de la Ilustre Archicofradía del Santísimo Sacramento, la antigüedad y reputación de la misma, cuyos componentes, los Caballeros Veinticuatro, décadas atrás utilizaban el prestigio de ser miembro de ella para optar a ordenes militares que exigían hidalguía a los aspirantes. Y, damos por supuesto, que admiraría la capilla sacramental de nuestra iglesia Mayor Prioral, recientemente restaurada,  y su magnífico retablo de plata mejicana repujada, procedente de las mimas de San Luis de Potosí.

Bodega Osborne en calle La Palma que da nombre a la misma.

En julio de 1898 dio por finalizada su campaña nacional, despidiéndose el Padre Vaughan con una carta abierta que publicó el periódico “El Imparcial”.  Corrían malos tiempos para el gobierno y el pueblo español, inmerso en la sangría de vidas y hacienda que suponía la Guerra de Cuba, por lo que no es de extrañar no se cumpliese, al parecer, las previsiones recaudatorias del clérigo ingles. Parece ser que la capilla sagrario se había presupuestado en 12.000 Libras Esterlinas y los donativos recibidos, según señala el Padre Vaughan en la carta referida, sumaron 5.000 Libras en total. Hay también que señalar el hecho de que en algunos sectores de la prensa nacional, especialmente los periódicos independientes de Madrid, se había criticado esta postulación e, incluso, puesto en duda su veracidad. En relación con este tema, en el escrito de despedida, firmado en Valladolid el 19 de julio, indica el Padre Vaughan al respecto: “Sea esta mi última contestación a las malévolas interpretaciones que han dado a mi gestión eucarística diversos periódicos de Madrid y provincias, confundiéndome con ganapanes y timadores del peor cariz. Gracias a Dios, no he tenido que mendigar de nadie recursos y considero como el mejor fruto de mis trabajos el haber sufrido este género de contradicciones para que siquiera por esta vez pueda gloriarme en la Cruz de Cristo.”

El clérigo londinense partió hacia América del Sur en busca de fondos para completar el presupuesto de la capilla, aunque en esta ocasión parece apuntó más alto pues fueron las altas instancias gubernamentales de países como Argentina, Perú y Bolivia las que se implicaron en el patrocinio de la por entonces ya nombrada como “Capilla Expiatoria Hispano-Americana del Santísimo Sacramento”. Después de esta doble experiencia, en España y sus antiguas colonias, Kenelm Vaughan, que alcanzó el tratamiento de Sir, publicó una especie de diario, libro que aún hoy día puede encontrarse en algunas librerías virtuales de la red, con el título de: “Viajes en España y Sud-América” en el que se refiere brevemente, en su página 35, a la aportación portuense a esta magna obra, y expresamente a los donativos recibidos, en estos términos: “los entregados por los habitantes del Puerto de Santa María, entre los que se distinguió el Conde de Osborne, quien tuvo por grande honra unir a su título nobiliario (en realidad, debería decir Pontificio) el de Socio-Fundador.”

La catedral se abrió al público en 1903, aunque más de once décadas después aún no se ha completado su costosa decoración interior, fiel a su ideario inicial de que todo sea financiado por sufragio popular. El templo, obra del arquitecto John Francis Bentley, fue consagrada siete años después, en 1910, destacando y adquiriendo fama universal desde entonces el coro de 32 voces que intervino en dichos actos –doce cantantes profesionales y veinte voces blancas- el “Westminster Cathedral Choir Shool” al que mencionamos, además de por su prestigio, porque su primer Maestro de Música Sir Richard Runciman Terry tiene el mismo apellido que una notable saga familiar portuense.

CONEXIÓN FAMILIA OSBORNE - ARZOBISPADO DE LONDRES.
Podemos concluir indicando que la conexión de la familia Osborne con el arzobispado londinense de Westminster no nace con el donativo referido pues hemos encontrado prueba de un contacto anterior en la esquela mortuoria repartida en el sepelio de una tía del Conde Osborne, María Manuela Osborne Böhl, Viuda de Morgan, que falleció nuestra ciudad dos años antes de estos hechos. Esta impresa en Londres por la editorial católica británica mas importante de esa época: “Burns & Oates, Ld.”, designada publishers (editora) de la Santa Sede por León XIII y, en consecuencia, vinculada estrechamente con el arzobispado. En la actualidad, la firma, que continúa con el mismo nombre, es el principal sello editorial de la iglesia católica romana en Gran Bretaña. (Texto: Antonio Gutiérrez Ruiz. A.C. PUERTOGUÍA).

El investigador Antonio Gutiérrez Ruiz ha editado en estos días, a través de la Asociación Cultural ‘Puertoguía’  el cuarto volumen de la serie ‘Mansiones y Linajes de El Puerto de Santa María’, con el título ‘Los Winthuyssen’, parte 1 dedicado en esta ocasión a las familias de origen hispano-flamenco de los Winthuysen, cuyo subtítulo es: “Tres generaciones de clérigos, comerciantes y militares”.

Partiendo de tres hermanos: Roberto, Mathías y Dionisio Winthuysen Van de Mortel que contraen matrimonio con tres damas portuenses, nace y crece una saga o clan familiar de este apellido, de cuyas tres primeras generaciones, miembro a miembro, ofreciendo cumplida información en las 260 páginas de que consta este IV volumen de la serie, pensada para difundir fragmentos de la historia local y datos biográficos de los personajes que la protagonizaron, algunos de los cuales alcanzaron  notables relieves, tanto profesional como humano, dignos de ser conocidos y recordados.

Se estudian diversos personajes y ramas que fueron cargadores a indias, frailes, predicadores y picarones, militares con vocación de héroes, contadores de temporalidades, tapados, inquisidores fiscales, aventureros, políticos, … los Winthuysen van de Mortel,  Winthuyssen Gallo, Winthuyssen Porro, Winthuysen La Haya, Hernández Winthuysen, Winthuysen Cañas, Winthuiysen Ticio, Winthuysen Pineda, Winthuysen Garracín y Winthuysen Conti.

Desde Gente del Puerto, su autor, Antonio Gutiérrez «les invito a su lectura, especialmente a los que gusten de conocer temas y personajes inéditos de nuestra historia local,  agradeciéndoles el interés dispensado y la buena acogida de los volúmenes precedentes».

FRAGMENTO.
«Directa e indirectamente decenas de vecinos de la ciudad portuense estaban relacionados con el tráfico mercantil. Esta última flota llevó hasta Veracruz (Mejico) mas de dos mil arrobas de vino de El Puerto, entre ellos 62 barriles embarcados por cuenta y riesgo del clérigo Crisanto Miguel Winthuysen Ticio, el cual fallecería meses después de zarpar la flota, ese año de 1776. Esta mercancía de carácter perecedero, no se llevaba para su venta en Jalapa (Méjico) Se realizaba en el mismo Veracruz, prácticamente en la bodega del barco, encargándose los consignatarios --generalmente personas de confianza del propietario de la mercancía-- de realizar esta operación y liquidar con los administradores. Algunos de estos consignatarios eran criollos o españoles establecidos desde hacía tiempo allí, y otros naturales y vecinos del sitio de origen de la mercadería como era el caso del portuense Antonio Vicuña Goenaga. Desde hacía una década estaba en Veracruz, volviendo con cada flota para de nuevo partir con la siguiente, actuando de consignatario de muchos de estos comerciantes y exportadores de El Puerto».

Los interesados en adquirir este nuevo volumen, que mantienen el mismo precio de toda la serie: 20 Euros, pueden solicitar su envío por correo, sin gastos adicionales o entrega domiciliaria (en El Puerto) mediante e-mail a sedtel@hotmail.com o llamando a los teléfonos 956056076 y 646908273.  También está a la venta en cinco papelerías locales en que se distribuyen habitualmente: Papelera Portuense, Librería Zorba, Librería Ferla, Papelería Bollullo , Papelería y Librería Vistahermosa, Acanto, Casiopea, El Águila y El Juncal.

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Rematando las fachadas de muchas casas de El Puerto, sobre las azoteas, se encuentra en ocasiones una torre vigía o torre-mirador que, a menudo decoradas, adoptan modelos variados: terraza, sillón, garita... Estos vigías arquitectónicos oteaban el movimiento de las embarcaciones y configuraban desde el mar, la silueta de la ciudad. Un buen sitio para mirar el futuro de El Puerto en el año 2013 que comienza mañana.

Torre mirador de la casa de los O'Neale, en la confluencia de las calles Larga y Santo Domingo, propiedad de Bodegas Caballero.

Desde los orígenes de la empresa americana, la Ciudad de El Puerto de Santa María desempeñó un papel destacado que iría aumentando en intensidad hasta los siglos XVII y XVIII. A ello contribuiría en gran medida el ambiente marinero de la ciudad bajomedieval. Pero sería a lo largo de la Edad Moderna, cuando El Puerto  se prolongaría hacía el Atlántico, convirtiéndose en importante puerto exportador y mercantil de productos de la zona, y en intermediario entre el interior de la península y el continente europeo con las tierras americanas.

Torre mirador de Bodega de Mora, en la calle de Los Moros, propiedad de Bodegas Osborne.

Torre mirador de una vivienda de propiedad particular, en la calle Santa Lucía, muy cerca de la Iglesia Mayor Prioral.

Torre octogonal del antiguo colegio de los Jesuitas en El Puerto, situada en la esquina de las calles Luna y Nevería. De propiedad particular, es un lugar excepcional para colocar una cámara oscura.

El colectivo de Cargadores a Indias se hizo fuerte en el siglo XVII cuando las entonces favorables perspectivas atrajeron a esta zona a un buen número de comerciantes que hicieron de la ciudad un centro comercial y cosmopolita. Estos procedían en buena parte de la aristocracia de origen vasco-navarra y del norte peninsular, aunque no faltaron italianos, flamencos o personas procedentes de otras regiones españolas. La vasco-navarra era una aristocracia de dinero y sangre que ocupó un lugar privilegiado en la sociedad local, participando incluso en el gobierno municipal. En general todos estos comerciantes persiguieron ennoblecerse, cosa que su rápido enriquecimiento haría posible en la mayoría de los casos, uniéndose al grupo de nobles hidalgos o miembros de órdenes militares.

Torre mirador del Palacio de Villarreal y Purullena. Fundación Goytisolo y Ayuntamiento. Confluencia de las calles Cruces y Federico Rubio.

Torre mirador de vivienda particular, calle Cielos.

Torre mirador de vivienda particular, calle Cielos esquina con Javier de Burgos.

En 1.717 se produjo el traslado de la Casa de Contrataciones de Sevilla a Cádiz, ofreciéndo un nuevo protagonismo comercial a la Bahía del que El Puerto no quedaría privado. Pero a partir de los últimos años del siglo XVIII y debido, entre otras razones al decreto de libertad de comercio con las colonias (Carlos III, 1.788), nuestra ciudad se debilitó frente a Cádiz en lo que al tráfico ultramarino se refería, comenzando una decadencia comercial que se fue sustituyendo por nuevos horizontes económicos.

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“LA BAHÍA DE CÁDIZ ES UN FINISTERRE Y PUNTO DE PARTIDA”.

Hace diez años, en junio de 2002,  celebraba sesión solemne en el antiguo Monasterio de la Victoria, la Academia de Bellas Artes Santa Cecilia, en la que fue recibido como académico de número el profesor Dr. Diego Ruiz Mata, catedrático de la Universidad de Cádiz y director de los trabajos de excavaciones en el yacimiento arqueológico de Doña Blanca. Su discurso de ingreso versó sobre ‘Un territorio, el mar, el hombre, la historia, el alba de la conciencia histórica de la Bahía de Cádiz’, dedicando su discurso a Rafael Alberti, bautizado por el arqueólogo como el Homero de Occidente. /En la imagen, Ruiz Mata, el día de su discurso académico.

Empezaba entonces su alocución con los versos de Luis Cernuda, ‘Donde habita el olvido’ y en el turno de agradecimientos se refirió a la Academia que lo acogía como “memoria cultural e histórica de El Puerto –el verdadero poder perdurable- que difiere de lo circunstancial y de los que padecen y sufren un lapsus de memoria, intencionado y bien meditado”. Hizo referencia a su llegada a El Puerto en 1979 “con una ilusión que me inundaba el cuerpo y que no he perdido. En estos 22 años se han vivido días inolvidables y acontecimientos olvidables, que en verdad no se olvidan. Los restos sepultados comenzaron a explicarnos el sentido de una historia, que poco se parecía a los antiguos paradigmas.”

Hizo Ruiz Mata una brillante semblanza del Mediterráneo, pero comenzó situando a la Bahía de Cádiz entre dos mares: “La Bahía es sustancialmente mediterránea, pero su proyección es también atlántica. Es un punto cero, un finisterre y un punto de partida”, y trajo a colación los versos de Paul Valery “El mar, el mar siempre comenzando”. Y continuó: “Por el Mare Nostrum llamado así por los romanos, circularon numerosos productos, las tecnologías, los conceptos y la materialización urbana, la escritura, los primeros poemas escritos, los mitos y creencias, las ideas políticas y religiosas, también la desolación y la guerra. Por entonces era, en la visión de los hacedores de la historia, un espacio inmenso, ‘por sí solo, antes era un universo, un planeta’. […] Poco importa que a la Bahía la bañe el atlántico, pues el inicio de su conciencia histórica se sitúa en el Mediterráneo. Ahora comprendo mejor el significado del Castillo de Doña Blanca, la primera expresión histórica de este espacio. Es imposible el olvido”.

El Auditorio del Monasterio de la Victoria, durante el acto de investidura del Dr. Ruiz Mata. De izquierda a derecha, el arquitecto y restaurador Rafael Manzano Martos, quien hizo una profunda biografía del recipiendiario, Ruiz Mata, el presidente de la Academia, a la sazón Juan Gómez Fernández y el secretario Jesús Nogués Ropero.

Con los versos de la Ora Marítima de Alberti escritos en su exilio argentino, “Yo te miraba, oh Cádiz, bahía de los mitos”, se refirió el ya académico a “Occidente como un finisterre mítico y real, para los pobladores de las orillas e islas del mediterráneo de la época de Homero”, e hizo una recreación de la Bahía hace 3000 años, sobre la relación del hombre con el medio, su depredación, producción y transformación, así como su actual estado de paisaje agonizante que nada tiene que ver con el que vieron los fenicios que por aquí vinieron a integrarse con los habitantes de Tartessos.

Abundó Ruiz Mata en la evolución de la aldea a la ciudad, de la sociedad tribal al Estado, refiriéndose a los pueblos indígenas prefenicios, la fundación de Gadir y la relación de Tiro y la Bahía de Cádiz, y a los restos del Castillo de Doña Blanca, como los de la ciudad más antigua de Occidente, por donde entraron los usos, modos y costumbres que hoy están aun vigentes en Occidente. Con una vuelta al comienzo de su discurso, donde recordó a Paul Braudel y sus palabras “haber sido es una condición para ser” y la lectura de los versos “Que le contesto al mar cuando pregunte” finalizó su brillante y fuertemente ovacionada intervención. (Texto y fotos: José María Morillo).

Tal día como hoy, el 16 de diciembre de 1281, martes, Alfonso X ‘el Sabio’ rey de Castilla, concedió a la antigua aldea musulmana de al-Qanate, los privilegios de su fundación como ciudad con el nombre de El Gran Puerto de Santa María. El repartimiento de tierras entre sus pobladores se había hecho en años anteriores. Con la nueva Carta Puebla se establecieron privilegios e instituciones. Más de 40 testigos, nobles y obispos del reino y ante los notarios de Andalucía y León, rubricaron el documento. Ya vamos por 731 años… Y desde entonces a nuestros días, El Puerto ha vivido momentos de esplendor y momentos de penuria. Siempre ha salido adelante, unas veces mermado en sus fuerzas con secuelas de los malos momentos, otras fortalecido y con nuevos bríos para conquistar el futuro, que no es sino trabajar duro en el presente. En este vaivén de momentos cumbres y momentos valles, parece que nos ha tocado vivir unos tiempos de un valle prolongado del que no se saldrá si no es con la voluntad, el entusiasmo y el trabajo de todos. Nada va a venir regalado por mecenas frente a la competencia de otros municipios cercanos. Recogeremos lo que sembramos e independientemente de las ‘glorias de campanario’, que haberlas hailas. Pero es que, además, a la ya secular característica del porteño de desapegado a sus cosas se une, también que mas del cincuenta por ciento de sus habitantes no hayan nacido aquí y no sientan El Puerto como propio, sino como un solar donde simplemente viven, sin implicarse en su realidad. ¡Líbrenme los Mengues de ser tachado de localista! Tengo acreditado por escrito mi afirmación de que muchos no nacidos aquí se implican muchísimo mas que los nativos de varias generaciones. Pero esa es otra cuestión. Vaya mi recuerdo en este día para un descendiente del Rey Sabio quien, a sus 46 años el destino quiso que fuera alcalde de El Gran Puerto: Juan Melgarejo Osborne. 688 años y 18 antepasados, le unían de forma directa con el fundador de El Puerto. (Texto: José María Morillo) twitter: @JoseMariMorillo

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Según parece, el famoso escritor francés Alejandro Dumas (1802-1870) no pasó por Jerez [pero si estuvo en El Puerto de Santa María]. Así es al menos lo que se puede concluir si se lee su libro de viajes por España, De Paris a Cádiz, escrito entre 1847 y 1848. Aunque no llegó a pisar tierras jerezanas, las referencias a los vinos de la zona están presentes, no sólo en esta publicación de viajes sino en algunas de sus novelas más populares y conocidas.

De seguro que esta inspirada frase de Dumas, «Jerez, símbolo de la alegría y del espíritu español», pronunciada por él o puesta en boca de algún personaje de ficción nacidos de su imaginación recoge fielmente la percepción que tenían otros famosos paisanos suyos que disfrutaron de la magia de la Campiña y la Bahía de la provincia, como el pintor Gustave Doré y los escritores Theophile Gautier y Pierre Louys, entre otros.

En cambio, describe su paso por Sanlúcar y El Puerto de Santa María, otras dos de las poblaciones que conforman el actual Marco de vinos del Jerez, además de Cádiz, a donde le trae su itinerario desde Sevilla a través del Guadalquivir y el Guadalete.

En el grabado del siglo XIX podemos ver en el agua, el Vapor; a la izquierda la antigua Real Fábrica de Aguardientes y Licores, luego Aduana, s u lado el Resbaladero y detrás, el Castillo de San Marcos con otra configuración arquitectónica.

En los últimos capítulos del libro podemos leer: «El vino de Jerez se extiende por el mundo gastronómico desde El Puerto de Santa María. Ya conoce el famoso jerez, el jerez de los caballeros que tanto le gusta encontrar a don César Bazán junto al rey de los patés. Por eso El Puerto de Santa María es un verdadero lugar de peregrinación para los ingleses. El barquito de vapor que cada hora hace el recorrido de Santa Maria a Cádiz lleva en cada viaje, si no un cargamento completo, sí por los menos una buena muestra de gentlemen viajeros que, tras haberse detenido en Sanlúcar, quieren comparar el pajarete con el jerez».     

Pero Dumas ya conocía y apreciaba el jerez antes de probarlo en su mismo origen. Al menos así nos lo hace saber por boca de algunos de los aristocráticos personajes de su novela, El conde de Montecristo (1844): "...votre vin d'Espagne est excellent" (vuestro vino de España es excelente). Igualmente, va a estar presente en otras tres de sus obras, en las que queda patente que el jerez era muy conocido en otros períodos de la historia de Francia. (Texto: José Luis Jiménez García).

Desde 1838, este casco de bodega se encuentra en la desembocadura  del río Guadalete a la Bahía de Cádiz atlántica. Los vientos secos de Levante y húmedos de Poniente provenientes del Oeano Atlántico regulan la humedad ambiental manteniendo las condiciones óptimas para los vinos. /En la imagen, cuando era propiedad de A & A Sancho.

La estabilidad y calidad de los vinos Gutiérrez-Colosía están garantizadas por una esmerada crianza por el sistema de criaderas y soleras, siguiendo la mejor tradición de la comarca. La estructura de las bodegas es conocida en la zona como "nave de catedral". Son edificios de gran altura y numerosos arcos que exponen los vinos a la influencia del clima especial del que goza la comarca del Jerez.

Herederas de una larga tradición vitivinícola: La primera nave fue construida en 1838 y se conserva prácticamente igual que entonces. Pasó por varios propietarios hasta que a principios del siglo xx la compró José Gutiérrez Dosal, bisabuelo de la última generación de la familia Gutiérrez-Colosía.

Imagen aérea de las actuales bodegas Colosía, con el vapor al fondo.

En 1969, la familia Gutiérrez-Colosía compró las ruinas del Palacio del Conde de Cumbrehermosa -cargador de Indias-, que ya tenía una bodega, y en su lugar hicieron construir dos naves más, hoy en desuso bodeguero. Las Bodegas Gutiérrez-Colosía son las únicas que actualmente dan directamente al río Guadalete lo que le aporta la humedad perfecta para la crianza biológica de los vinos finos bajo el velo "en flor" (microorganismos que se reproducen en la superficie del vino).

Más información de Bodegas Colosía: nótula 707 en GdP, Juan Carlos Gutiérrez Colosía

Después de la publicación hace un par de meses, en este mismo espacio, de mi colaboración sobre la estancia en nuestra ciudad de la condesa de Chinchón (nótula 1527 de GdP) en la que dejé constancia de mi desconocimiento sobre el tiempo que pudo estar alojada esta noble dama, que acompañaba a su hermano, Don Luis María de Borbón, Cardenal Primado de las Españas. A raíz de ese artículo, decíamos, el inefable y gentil archivero municipal, José Ignacio Buhígas, me mostró  uno de los numerosos relicarios culturales que allí se custodian, que en el caso que nos ocupa se trata de un pequeño libreto, impreso en Cádiz, en febrero de 1809, en la imprenta de Quintana, cuyo contenido no solo confirma la presencia de la nieta de Felipe V en El Puerto meses antes de que fuera ocupado por el ejército francés sino que nos proporciona fundamentos para establecer que su estancia duró más de siete u ocho meses. /En la imagen de la izquierda, el cardenal Luis de Borbón.

El largo enunciado del folletito, que tiene un formato aproximado de 15x21 cms. y 24 páginas, reza así: “Descripción circunstanciada de las Exequias que en virtud de Real Orden el Ilustrísimo Ayuntamiento de esta Ciudad y gran Puerto de Santa María en unión y acuerdo del Ilustre y Venerable Clero de su Iglesia Mayor Prioral celebró el día 21 de enero del presente año de 1809 por el Serenísimo Señor Conde de Floridablanca.”

José Moñino y Redondo, que ese era el nombre del I conde de Floridablanca, había fallecido en Sevilla tres semanas antes, el 30 de diciembre de 1808, al poco tiempo de haber sido nombrado presidente de la Junta Central Suprema que gobernaba los reinos de España y las Indias.

El ayuntamiento, en cabildo celebrado el 9 de enero, acató gustosamente la  real orden de celebrar el funeral y exequias por tan ilustre difunto, al que se aplicaría el rango de Infante de Castilla, coordinando el acto con el Venerable clero de la Prioral “y que mediante hallarse en esta Ciudad el eminentísimo Señor Cardenal Arzobispo de Toledo y administrador del de Sevilla, su digna hermana, la Serenísima Señora Condesa de Chinchón, el Excelentísimo Señor Arzobispo de Nicea, Monseñor Nuncio Apostólico de Su Santidad y el Señor marqués de Pontejo, pariente y doliente principal del Señor presidente difunto, pasasen las diputaciones a cumplimentar y convidar a tan dignas y respetables personas, con cuya asistencia tendría la función todo el lustre y decoro que era debido y deseaban los dos respetables cuerpos” –el capitular y el del Venerable Clero- señalándose las diez horas del sábado 21 de enero para la celebración del acto.

Con ser importante, que lo es, la confirmación de la estancia de Don Luis de Borbón, cardenal de la iglesia romana, del título de Santa María de Scala, Arzobispo de la diócesis de Toledo, Primado de las Españas, administrador y dispensador perpetuo en lo espiritual y temporal de la iglesia metropolitana y patriarcal de Sevilla, visitador y reformador apostólico, Grande de España de primera clase, Caballero Gran Cruz de la real y distinguida Orden de Carlos III y de las de San Fernando y San Genaro de Nápoles, y del Consejo de Su Majestad, el objeto principal de esta colaboración es dar a conocer la excelente descripción fotográfica que se relata en esa especie de acta testifical de las exequias que es el opúsculo que comentamos, cuya redacción o autoría creo debemos atribuirla a  uno de los diputados del clero, el presbítero Tomás José de Saelices, catedrático de Filosofía en el Colegio de Nuestra Señora de la Aurora.

El impresionante mausoleo funerario que se dispuso, superaba los once metros de alto. Se colocó bajo la bóveda del crucero principal de las tres naves de la iglesia Mayor y estaba “compuesto de tres cuerpos de orden toscano, con adornos propios de su estructura, finalizando en una aguja, todo de color negro y porcelana. En el frente del segundo cuerpo que miraba al pueblo se colocó el escudo de armas del difunto, primorosamente esmaltado, sostenido por dos genios que recibían en sus manos los extremos de una orla enlazada en dicho escudo con el mote: <VIRTUTI, ET MERITO>. Bajo el escudo, en el espacio del primer cuerpo, se colocaron cuatro cojines de terciopelos color carmesí, guarnecido de galones y borlas de oro, pendientes desde el primero la banda y Gran Cruz de Carlos III, el collar de la Orden del Toisón y, en el medio, la placa de distinción de la Junta central gubernativa y, sobre ellos, la espada, bastón y sombrero. En los cuatro ángulos de la superficie de la basa se pusieron cuatro hachones y en el pavimento de la iglesia, rodeando los cuatro lados, dieciséis de la misma clase, todos con cera de grueso calibre.” /En la imagen de la izquierda, el Conde de Floridablanca.

En el plano del presbiterio se colocaron en los dos lados de evangelio y epístola dos doseles de damasco de color carmesí con guarniciones a puntas, flecos y borlas de seda de dicho color; bajo de ellos sobre tarimas alfombradas dos sillas de brazos de caoba preciosamente embutidas de varias  maderas, con remates y guarniciones doradas, asiento y espaldares de terciopelo color carmesí y escudos de la iglesia bordados de oro, plata y piedras, reclinatorios cubiertos de paños grandes de seda y cojines todo  de color morado; a los lados de dichas sillas se situaron banquillos sin respaldo con asientos de terciopelo para los asistentes y cerca de las barandas del presbiterio, inmediatos a estos, escaños con respaldos cubiertos con damasco carmesí para los familiares, y delante de la grada del altar dos cojines morados para la adoración al tabernáculo del Santísimo Sacramento.

Interior de la iglesia Mayor Prioral.

...continúa leyendo "1.574. EL CARDENAL DON LUIS DE BORBÓN. Y las exequias del Conde de Floridablanca."

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Javier Maldonado Rosso (1952) nació en El Puerto de Santa María.  Especialista en la cultura del vino del marco del Jerez-Xérès-Sherry ha sido el organizador de las Jornadas del Vino Fino y miembro del Ateneo del Vino Portuense. Este Doctor en Historia obtuvo el Premio Extraordinario en Doctorado en Filosofía y Letras por la UCA (1996-97).  Director del Centro Municipal de Patrimonio Histórico de El Puerto es, a su vez, Director de la Revista de Historia de El Puerto desde su fundación en 1988, editada por el Aula de Historia Menesteo. Además es Académico de número de la Academia de Bellas Artes Santa Cecilia de su ciudad natal. Es miembro del Grupo de Investigación de Estudios Históricos Esteban Boutelou de la Universidad de Cádiz; profesor colaborador honorario de Historia del Vino y de Historia Contemporánea de la Universidad de Cádiz y profesor del Máster de Estudios Hispánicos y del Máster en Dirección Turística de la citada Universidad.

Ha dirigido más de una docena de cursos sobre historia de la vid y el vino organizados por la Universidad de Cádiz, la Universidad Internacional Menéndez Pelayo, la Universidad de Málaga y la Universidad Internacional de Andalucía.

En la imagen, Manuel Pérez Casaux, flanqueado por los académicos Javier Maldonado Rosso y Luis Suárez Ávila, dirigiéndose al estrado para pronunciar su discurso como Académico de la de Belals Artes de El Puerto. En la presidencia, de izquierda a derecha, Joaquín Solís Muñoz-Seca, Juan Gómez Fernández a la sazón presidente de al entidad y Jesús Nogués Ropero. Octubre de 2003.

Maldonado, durante la presentación del cartel de Feria de Ángel Lara, en 2010: "Ángel Lara ha pintado un cartel que es un cuadro o un cuadro que es un cartel. "Un magnífico cartel anunciador, digno de nuestra Feria de Primavera y Fiesta del Vino Fino, que es fiesta de la amistad". Un cartel de los que se enmarcan".

A nivel internacional su participación en comités y representaciones pasa por Secretario General de la Asociación Internacional de Historia y Civilización de la Vid y el Vino (1999 - 2004) y Coordinador de la Red Internacional de Historiadores de la Vitivinicultura, habiendo coordinado varios congresos y simposios nacionales e internacionales sobre historia de la vitivinicultura..

Es autor de varios libros y de mas de cuarenta artículos sobre historia de la vid y el vino, entre los que cabe destacar:

La formación del capitalismo en el Marco del Jerez. De la vitivinicultura tradicional a la agroindustria vinatera moderna (siglos XVIII y XIX), editado en Madrid, en 1999, por Huerga y Fierro, Editores, que obtuvo el Prix en Economie & Droit concedido en París por la Office International de la Vigne et du Vin en el año 2000 y el Premio de Investigación de la Asociación Internacional de Historia y Civilización de la Vid y el Vino en al año 2000. En este estudio, el autor analiza en profundidad y extensión el proceso de transformación de la vitivinicultura tradicional a la agroindustria vinatera moderna en el Marco del Jerez-Xérès-Sherry, en el contexto de la vinatería atlántico-europea de los siglos XVIII y XIX. El autor ofrece un nuevo modelo de interpretación del proceso de cambio de la vinatería jerezana y de las características de la moderna agroindustria vinícola resultante. Interpreta el conflictivo proceso de cambio protagonizado por la oligargquía cosechera y la burguesía vinatera como uno de los máximos exponenetes de la transición en España del Antiguo Régimen al capitalismo. El estudio analiza las transformaciones técnicas (vitícolas y enológicas), económicas (productivas y comerciales) y sociales (nuevos grupos socio-profesionales), y se centra en la organización empresarial y jurídica de los capitales, así como en su procedencia y estructura. Este estudio aporta algunas innovaciones metodológicas a la historiografía económica y entra de lleno en algunos de los temas que más interés despiertan actualmente en la misma: el desarrollo industrial en España: el papel de empresarios autóctonos y extranjeros: la procedencia económica, social y geográfica de los capitale empleados; la transición del Antiguo Régimen al capitalismo, etc.

El célebre tintilla de Rota (siglos XVIII-XX), editado en Rota, en 2004 por la Fundación Alcalde Zoilo Ruiz Mateos.

Las rutas del vino en Andalucía, editado en Sevilla, en 2006, por la Fundación José-Manuel Lara y la Consejería de Agricultura y Pesca de la Junta de Andalucía. La singularidad, diversidad y calidad de sus vinos hacen que Andalucía sea considerada el paraíso de la cultura del vino. Esta ruta recoge por primera vez toda la vitivinicultura andaluza actual. Constituye un paseo provincia a provincia por todas las características y particularidades de las comarcas vitivinícolas de Andalucía: tanto por las Denominaciones de Origen como por las que cuentan con la Mención Tradicional de Vino de la Tierra. Nunca hasta ahora se había dado una visión global histórica y actual de la cultura del vino en Andalucía de forma amena y rigurosa.

Nueve bodegueros del Marco del Jerez (siglos XVIII-XX), Cádiz, coautor. Quórum Editores, 2010

Es también autor del guión y de los textos de la Ruta de las casas de viña de El Puerto. Itinerario I: Pago de Bilbaína, de próxima inauguración.

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Mercedes Agulló Cobo (Madrid, 1925) es una historiadora y filóloga española, --prima del empresario cántabro afincado en el Puerto, Santiago Cobo Cobo--, conocida por su hallazgo, publicado hace dos años, sobre la autoría del ‘Lazarillo de Tormes’ que, hasta entonces era considerado un texto anónimo. Vive en El Puerto desde hace unos años.

DIRECTORA DE LOS MUSEOS MUNICIPALES MADRILEÑOS.
Mercedes estudió en la Universidad Complutense de Madrid donde se licenció en Historia y obtuvo el doctorado en esa misma universidad con su tesis ‘La imprenta y el comercio de libros en Madrid. Siglos XVI-XVI’I. Ha sido directora de los Museos Municipales de Madrid y miembro de número del Instituto de Estudios Madrileños y dirigió distintas revistas: Villa de Madrid, Gaceta del Museo Municipal y Estudios de Prehistoria y Arqueología Madrileñas. Destaca su labor en el campo de la historiografía del libro, de la pintura, de la escultura o del teatro.

BIBLIOTECA VIRTUAL.
Recientemente la Universidad de Massachusetts Boston, ha digitalizado y presentado en Cádiz y a su alcaldesa, Teófila Martínez sobrina política de la homenajeada, su obra. La BDMAC  comprende trece volúmenes y comenzó su digitalización en agosto del 2011.  En este corto plazo más de 9,408 visitantes han entrado a la biblioteca para usar sus importante y valioso contenido.  Hay veintitrés volúmenes en digitalización para ser añadidos a la biblioteca digital próximamente.
Además hay cuarenta y seis fotografías y documentos evidenciando la formación y vida de la doctora Agulló y Cobo y su carrera como estudiante y escritora desde muy temprana edad. La colección de fotos y documentos comenzó a desarrollarse este pasado mes de julio y desde entonces ha sido visitada 1.573 veces.

Daniel Ortiz, director de la Biblioteca Virtual, le entrega un ejemplar de las digitalizaciones a Mercedes Agulló, en presencia de la alcaldesa de Cádiz y prima política de la autora. /foto: Manuel Fernández.

EL HALLAZGO DEL LAZARILLO.
En marzo de 2010 Mercedes Agulló dio a conocer en su obra ‘A vueltas con el autor del Lazarillo’ una investigación en que, partiendo del descubrimiento en unos papeles de Diego Hurtado de Mendoza de la frase «un legajo de correcciones hechas para la impresión de Lazarillo y Propaladia», postuló «una hipótesis seria sobre la autoría del Lazarillo, que fortalecida por otros hechos y circunstancias apunta sólidamente en la dirección de don Diego». La hipótesis retoma una tradicional atribución, pues en 1607, en el catálogo de escritores españoles Catalogus Clarorum Hispaniae scriptorum, que fue redactado por el flamenco Valerio Andrés Taxandro, se dice que Diego Hurtado de Mendoza «compuso [...] el libro de entretenimiento llamado Lazarillo de Tormes». Otros autores del siglo XVII, así como el Diccionario de Autoridades de la Real Academia Española (1726-1739), mencionan esta atribución, que alcanzó cierta fortuna, sobre todo en el siglo XIX.

ESCRIBE LUIS SUÁREZ.
Es una delicia que el Gran Puerto de Santa María no salga solamente en los medios por el 'Caso Tequila', por la 'Operación Toscana' o por 'El Arropiero', pongamos por caso. En este Gran Puerto se ha gestado una obra capital para desentrañar uno de los misterios más recónditos de nuestra literatura. Durante más de cinco años de paciente estudio, consulta de documentos y muchísima bibliografía, doña Mercedes Agulló Cobo, de 86 años, ilustrísima paleógrafa, en su casa de El Manantial, ha logrado dar con el autor de El Lazarillo de Tormes. Y yo creo que definitivamente. Antes, Blecua, Martín de Riquer, Francisco Rico y mi amiga Rosa Navarro Durán ensayaron sobre quién era el escondido autor de la novela. Con particular interés me leí el ensayo de Rosa Navarro que lo atribuía a Alfonso de Valdés y terminó no convenciéndome. Mi amigo el filólogo José Julio Labrador, en una ocasión, me mandó, desde su Pontevedra, un e-mail en que me decía que él había comprado una edición de París del Lazarillo, de 1827, en que en su portada reza DHM. Es cierto que don Diego Hurtado de Mendoza era uno de los candidatos, pero no el único. Se han barajado toda clase de nombres. Pero, ahora, los documentos son definitivos. Doña Mercedes Agulló ha encontrado entre los papeles de Juan López de Velasco, albacea y testamentario de don Diego Hurtado de Mendoza, la evidencia. Y todo ello lo ha volcado en un libro: A vueltas con el autor del Lazarillo, que acaba de salir, calentito, de la mano de editorial Calambur. Hace cosa de dos semanas, cuando supe la noticia, llamé a doña Mercedes para darle la enhorabuena. Yo era devoto de don Diego, por poeta. Tiene un poema, la Fábula del cangrejo, que casa muy bien con la canción erótica de los Siglos de Oro, tradicional, que todavía se canta en El Puerto por los gitanos: El cangrejo en su cueva. Don Diego es un personaje fascinante. Son de su mano una Epístola a Boscán y el poema mitológico Fábula de Hipómenes y Atalanta y, hoy, es seguro que también El Lazarillo de Tormes, gracias a la paciente y enjundiosa labor de doña Mercedes Agulló que, desde el Gran Puerto, lo ha demostrado al mundo. (Texto: Luis Suárez Ávila).

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Gentes de El Puerto, laicos y seglares, fundaron en el siglo XVI una hermandad a la que denominaron de la Misericordia, rigiendo un hospital que daría nombre a la calle donde se ubicaba. Era, conjuntamente con la hermandad de la Vera-Cruz, que ocupaba la capilla del hospital de la Sangre, en calle Palacios, la hermandad más antigua de las conocidas. En esa época, primer tercio del siglo XVI, el hospital de la Encarnación, situado cerca del primero citado, en la misma calle, donde después labrarían los Agustinos su convento, completaba la terna de establecimientos benéficos a los que acudían los enfermos pobres y la gente desvalida.

Desarrollando una amplia labor social que no solo comprendía atender a los enfermos, sino dar cobijo, sustento y  enterrar con decoro a los más necesitados, la hermandad se mantuvo, dentro de sus medios y posibilidades hasta que el Señor de la ciudad, el Duque de Medinaceli, en el año 1661 realizó con el Hospital, iglesia (la actual de las Esclavas) y solar de dicha hermandad, una fundación hospitalaria con todos sus bienes, muebles, derechos y acciones que cedió a la orden del Señor San Juan de Dios, debiendo posteriormente los hermanos de la Misericordia  trasladarse a una  ermita de  calle Larga, llamada de San Andrés, que estaba situada en lugar que hoy ocupa la Óptica Díaz, cortos de equipaje, según ellos mismo relatan: “… con aquella pobres alhajas que habían quedado a nuestra Hermandad, reducidas a un féretro, una Cruz, dos campanillas, otras tantas tazas para pedir limosna, el libro de las Constituciones, otro de asientos de hermanos y un pequeño cuaderno de sus cortas entradas de limosnas…” /Portada de la actual iglesia de Las Esclavas.

En 1668, para que no se confundiesen los hermanos con los religiosos que ocupaban el Hospital de la Misericordia, en cabildo del 1 de noviembre decidieron cambiar el nombre de la hermandad por el de Santa Caridad, definiendo en un manifiesto renovar lo básico de sus fines: “La humilde Hermandad de la Santa Caridad de Nuestro Señor Jesu-Christo de esta Ciudad y gran Puerto de Santa María, empleada heroicamente desde su origen y en cumplimiento de sus Constituciones, en el alivio y socorro de las necesidades espirituales y corporales de su prójimo.”

Un grupo de hermanos disidentes fundó una efímera hermandad llamada de los Desamparados, pretendiendo obtener la exclusividad del entierro de los ajusticiados, labor que realizaban tradicionalmente los de la Misericordia, ahora de la Santa Caridad, perdiendo aquellos el pleito que se siguió con tal motivo.

Gracias al  ordenado registro que la hermandad mantenía de sus actividades conocemos que en los primeros cien años de actividad como Hermandad de la Santa Caridad habían realizado 4.405 entierros de personas desamparadas, mitad hombres y mitad mujeres, aproximadamente, de los cuales 185 habían fallecido ahogados, 15 ejecutados, 166 de muerte violenta y el resto de muerte natural, por cuyas almas se aplicaron 37.153 Misas, lo que supone un promedio de 8 misas por individuo.

Pero lo que verdaderamente resultó ejemplar y admirable, de entre las muchas obras de caridad y de misericordia ejercida por los portuenses que eran hermanos de esta piadosa obra, fue el comportamiento seguido en la terrible epidemia de peste que asoló la ciudad en 1680. Conociendo las virtudes y abnegada entrega de los hermanos de eta cofradía, demostrada ampliamente en situaciones similares, el Gobernador de la ciudad, Diego Antonio de Viana, pide su ayuda por escrito el 9 de noviembre de 1860.  En contestación al mismo, la Hermandad “le propuso que el único medio de atajar el mal en lo posible, era apartar los apestados de los que no lo estaban, formando un hospital para ambos sexos, que se ofrecía la hermandad a tomar a su cargo, con intervención del Ilustre Ayuntamiento. Que para cercenar gastos era también medio a propósito el que nuestros hermanos, inflamados como verdaderamente lo estaban del más fervoroso celo, se dedicasen a servir voluntariamente y por amor de Dios, a los pobres enfermos”

Retablo de la antigua Hermandad de la Santa Caridad, en la capilla del antiguo Hospital de San Juan de Dios.

Una semana después se había acondicionado varios sitios en el que acoger a los apestados aún con vida, intentando su curación, especialmente de los que se denominaban “tocados”, termino que, teniendo en cuenta lo terriblemente mortal que resultaba esta epidemia, enterrándose diariamente entre 40 y 80 personas, y lo peligroso y extendido que resultaba su contagio, estos así designados eran los que habiéndose contagiado sus defensas habían aguantado el primer embate.  Para los convalecientes se habilitó otros hospitales. Los números aportados por el redactor del “Manifiesto Ingénuo” que publicó la hermandad en 1787, documento reproducido en el número 20 de la Revista de Historia de El Puerto, son sumamente reveladores, tanto de la magnitud del esfuerzo realizado, como de la grandeza de espíritu de los voluntarios seglares y de los religiosos que le acompañaron.

El equipo humano que se dispuso a atender a los contagiados lo formaron un total de 77 personas, 68 de ellas seglares, de las cuales 48 se internaron en los hospitales de curación y 10 en el de convalecientes, quedando 19 de ellas en el exterior para suministrar alimentos, hacer recados y otros servicios de intendencia.

En los hospitales de curación fueron atendidos 1.256 enfermos, de los cuales fallecieron 859. (68%)  Los 397 restantes más otros tres sospechosos de contagio pasaron al hospital de convalecientes. No conocemos el número exacto de estos 400 convalecientes que salvaron la vida, porque algunos de ellos recayeron y fueron devueltos al otro hospital pero parece que la mayor parte sobrevivió y fueron dados de alta paulatinamente hasta que, después de cuatro meses se cerró el hospital, dando por finalizada la epidemia.

El balance de los heroicos hermanos voluntarios fue el siguiente: En el interior del hospital de curación había seis franciscanos descalzos, de los que solo sobrevivieron dos. Un franciscano de la Observancia también falleció, saliendo ileso un religioso agustino y otro dominico. Había seis mujeres que sobrevivieron todas y 32 seglares, de los cuales fallecieron contagiados 9 de ellos;  en el hospital de convalecientes de los diez voluntarios fallecieron tres, dos seglares y una mujer. También hubo una fallecida  y seis seglares en el personal asistente desde el exterior a ambos hospitales. En total 24 victimas (31%) a las que tres siglos y pico después seguimos admirando por su tremenda humanidad.

Portada de la actual capilla de San Juan de Dios.

Una década después de estos hechos se inauguraban las instalaciones que fueron la base del Hospital al que llamamos de San Juan de Dios, del que solamente está en uso actualmente su iglesia capilla, que es la sede de otra hermandad, también formada por gentes de El Puerto hace poco más de medio siglo, la Hermandad de N.P. Jesús de los Afligidos y María S. del Rosario en sus Misterios Dolorosos, capilla en la que mañana viernes, a las nueve,  se una charla conferencia de libre entrada sobre la historia de la capilla y de la Hermandad de la Santa Caridad, impartida por Mercedes García Pazos, Licenciada en Historia del Arte y técnico de Patrimonio Municipal. (Texto: Antonio Gutiérrez Ruiz. A.C. Puertoguía).

Hoy visita El Puerto de Santa María el presidente de Colombia, Juan Manuel Santos Calderón, participante en la Cumbre de Jefes de Estado de Iberoamérica que se está celebrando en Cádiz, con motivo de la conmemoración del Bicentenario de las Cortes de 1812. Precisamente una nieta del portuense protagonista de la nótula de hoy María Antonia Ferrero Atalaya fue la esposa del que fuera presidente de la república de Colombia, Ramón González Valencia, entre 1909 y 1910.

Juan Atalaya y Pizano, hijo de Juan Jose Atalaya y María Dolores Pizano, naturales de Jerez y Cádiz, respectivamente, casados en Cádiz y posteriormente residenciados en El Puerto de Santa María. En nuestra Ciudad nace en 1784, bautizado en la Iglesia Mayor Prioral, donde vivirá su infancia, adolescencia y juventud. Su partida de bautismo, que transcribimos, dice como sigue:  “En la ciudad y Gran Puerto de Santa María el viernes catorce de mayo de mil setecientos ochenta y cuatro, Yo, don Diego Felipe de Vergara cura de la Iglesia Mayor Prioral de esta ciudad, bauticé a Juan Manuel José María Francisco de Paula Pedro Regaldo, hijo de don Juan de Atalaya y de doña María Dolores Pizano que dijeron ser casados en Cádiz, nació a trece de dicho mes y año, fueron sus padrinos don Manuel Tocado y doña Faustina de Cañas, a quien advertí el parentesco espiritual y su obligación y lo firmé. Diego Felipe de Vergara. (Libro 91 folio 11 vuelto)”.

EMBARCA PARA VENEZUELA.
A principios del año 1815 embarca para América y llega a Maracaibo (Venezuela) en donde se relaciona con la familia Rodríguez Butrón que tenía seguramente amistad y conocimiento de los Atalaya de Cádiz.  Nuestro protagonista contrae matrimonio en Maracaibo el 23 de octubre de 1815 con  Antonia Josefa Paula María del Carmen Rodríguez Butrón, nacida en Maracaibo el 15 de enero de 1795. y muerta cuatro días después del terremoto de Cúcuta (Colombia) el 22 de mayo de 1875.? ?Juan era un hombre emprendedor. Primero en Maracaibo y después en Cúcuta en donde se radicó en el año de 1835, siendo propietario de extensas haciendas en las vecindades de Cúcuta, entre las que sobresalía la de Aguasucia, donde se elaboraba panela. San José de Cúcuta, conocido como Cúcuta, es una ciudad colombiana perteneciente al departamento del Norte de Santander, situada al nordeste de dicho país sudamericano, en la frontera con Venezuela y a orillas del río Pamplonita.

Vista aérea del actual municipio de San José de Cúcuta.

DONACIÓN EN COLOMBIA.
Atalaya fue generoso al donar al Municipio de Cúcuta el 21 de septiembre de 1850, cuatro estancias de ganado mayor para que fueran propiedad del Cabildo. Hoy día esos terrenos constituyen el Barrio de Juan Atalaya de la ciudad de Cúcuta. Al distribuir la cuantiosa fortuna dejó ricos a sus herederos, el ilustre peninsular fue generoso y expresivo con su patria adoptiva, pues le donó, para futuros ensanches, la pintoresca sabana donde hoy se desarrolla la populosa ciudad cucuteña que con justicia lleva su nombre. También forman parte de esta donación, las tierras donde hoy se asientan los barrios de Chapinero, Barrio Nuevo, Tucunaré, Doña Ceci, Claret, Los Motilones y Comuneros. En el gesto de Atalaya se advierte unclaro fin altruista, pues él adquirió estos terrenos exclusivamente para obsequiarlos al Cabildo, para que le sirviesen de ejidos, según reza la respectiva escritura.  Los regaló al mes de haberlos adquirido.

COSTUMBRES PECULIARES.
Tenía raras costumbres: se hacía siempre la corbata de lazo sobre la quijada y luego la dejaba caer sobre el blanco cuello de la camisa; cuando en su hogar se servía la comida, los que llegaban retardados, se sentaban a la mesa, pero sólo podían comer del manjar que en ese momento se estaba comenzando a servir; tenía por todas sus siete hijas y frecuentemente les obsequiaba telas finas para que hicieran vestidos, pero exigía que para lucirlos, estrenaran todos a la vez; como su hija Adelaida era algo despaciosa para la costura y las demás hubieran terminado sus crinolinas, deseando usarlas prontamente, convenían en salir todas al salón, ataviadas con sus hermosos y amplios trajes y Adelaida por detrás de todas sacaba la cabeza, entre sus hermanas que la tapaban con amplias faldas, nuestro personaje  no reparaba el engaño filial; cuando sus hijas estaban en el salón recibiendo las visitas de los jóvenes que las pretendían, al sonar en el reloj las 10 de la noche, don Juan les decía a los pretendientes «--Son las diez, deja la calle para quien es».

Ferrocarril de Cúcuta a finales del siglo XIX. Fue la principal obra realizada después del terremoto de 1875, a causa del cual fallecería la mujer de nuestro protagonista, cuatro días después el 22 de mayo de dicho año. /Foto: Cámara de Comercio de Cúcuta.

CONCEJAL Y SÍNDICO.
Juan Atalaya, fue concejal de Cúcuta, en aquella época en que los nombrados debían reunir cualidades excepcionales de dignidad ciudadana, condiciones morales y todo un decálogo de virtudes y requisitos de ley, donde se exigía no ser deudores al fisco o la Real Hacienda y no tener causa criminal pendiente y el juramento era solemne y se le entregaban las varas o credenciales y juraban fidelidad. Fue Síndico del Hospital San Juan de Dios durante varios años, posesión a la que sirvió cívica y generosamente.

UNA DESCENDIENTE, ESPOSA DEL PRESIDENTE DE COLOMBIA.
Hijos del matrimonio Atalaya Rodríguez fueron: Antonia Josefa, María Ramona, Josefa Amelia, Juan Manuel, Petra Estefana, Adelaida, José Antonio, Carmen Francisco Antonio y Edelmira Paula. Sólo los dos últimos nacieron en Cúcuta. Los restantes son oriundos de la ciudad de Maracaibo. Todos se casaron con colombianos, excepto Adelaida, quien lo hizo en San Cristóbal con el español Domingo Martínez. Su nieta María Antonia Ferrero Atalaya fue la esposa del expresidente de la república, General Ramón González Valencia.

?Juan Atalaya falleció en Cúcuta el 15 de enero de 1860, a la edad de setenta y seis años. En uno de los llamados cuartos de “San Alejo” en la Iglesia de San Antonio de Cúcuta, una lápida de mármol de Carrara, de un metro diez centímetros de alto por noventa centímetros (1.10 x 90) con la siguiente inscripción : “JUAN ATALAYA. Nació el 13 de mayo de 1784 en el Puerto de Santa María en España. Murió el 15 de Enero de 1860. (Textos: Luis A. Medina y Carlos S. Ferrero).

Tenemos que hablar hoy de un patronazgo muy especial en el país transatlántico que tan próximo nos es, cual es el que desempeña sobre su capital, Buenos Aires, San Martín de Tours, cuya festividad se ha celebrado el día de trasantié, el 11 de noviembre. Un patronazgo que en la capital porteña se celebrará este año, como ya se hizo el pasado por primera vez, con un festejo muy especial: la recreación de los festejos que en tiempos se realizaban para honrar al santo patrono de la ciudad. En él han participado la Catedral Primada de Buenos Aires, el Museo Histórico del Cabildo y la Revolución de Mayo, la Parroquia San Martín de Tours, la Parroquia Ortodoxa San Martín de Tours, el Museo Nacional de la Historia del Traje, el Teatro Colón, la Sección Histórica de Infantería de Marina, el Real Cuerpo de Marinos, los Blandengues de Ensenada, el Tercio de Voluntarios de Cantabros Montañeses, el Escuadrón de Caballería Histórica, los Granaderos de Fernando VII y la Sociedad Victoriana Augusta, entre otros. /En la imagen, San Martín de Tours, a caballo, visto por El Greco.

Por hacer un poco de historia argentina, que en este caso es también historia española, San Martín de Tours es elegido patrón de la ciudad de Buenos Aires por los cabildantes hace 432 años, en el año 1580 por lo tanto, a los pocos días de la fundación de la ciudad. La segunda fundación en realidad, porque Buenos Aires es la ciudad dos veces fundada. La primera por Pedro de Mendoza, que lo hace en 1536 como Real de Nuestra Señora Santa María del Buen Ayre, -nombre derivado, al parecer, de la devoción de los marineros españoles a la citada advocación de la Virgen-, aunque ha de abandonarla en 1541, a causa del acoso de los nativos. Y la segunda por Juan de Garay, que la funda esta vez como Ciudad de la Trinidad, aunque otorga al puerto el nombre de Puerto de Santa María de los Buenos Aires, donde hay que encontrar razón tanto del nombre por el que la ciudad será universalmente conocida, Buenos Aires, como del toponímico que recibirán sus habitantes, los “porteños”.

Sorteo para la elección del patrón del Puerto de Santa María de los Buenos Aires.

La elección del patrón de la ciudad se realiza mediante un sistema muy especial, ya que lo es por insaculación, o extracción por sorteo de una papeleta con su nombre de un saco en el que se han incluído varias. Extraído el nombre del santo francés, el escaso cariño de los primeros porteños a nada que pudiera provenir de Francia les llevará a repetir el sorteo, cosa que harán hasta dos veces más, saliendo siempre elegido el mismo santo, lo que les obligará a  aceptar que el santo patrón debía ser, precisamente, San Martín de Tours. Cabe preguntarse por qué se introducía a San Martín en el saco de los candidatos si no se quería que el santo gabacho fuera el patrón de la ciudad. Un argentino lo explicaría diciendo que, al fin y al cabo, “aquesho estaba sheno de gashegos”, pero eso es otra cuestión. No es el único efecto prodigioso que se atribuye al sorteo, pues muchos argentinos han querido ver en él una premonición al hecho de que muchos años después, el prócer de la independencia argentina se llamara, precisamente, San Martín, José de San Martín.

 Celebración del día de San Martín de Tours hacia 1750.

San Martín de Tours no era, como vemos, argentino, pero es que ni siquiera era del país que el topónimo al que su nombre va unido parece sugerir, a saber, francés, pues nacer lo que es nacer, nace en Pannonia, en la actual Hungría, parte entonces del Imperio Romano, cosa que hace en el año 316. Hijo de un oficial del ejército romano, se enrola muy joven en la caballería imperial. Siendo soldado, se bautiza cristiano y es destinado a los ejércitos que el Imperio mantiene en territorio francés: data de entonces, concretamente del año 337 y en Amiens, el famoso episodio en el que cabalgando a lomos de su caballo, y al encontrarse con un mendigo muerto de frío, parte su capa militar en dos para compartirla con él, dándole sólo  la mitad, pues la otra mitad pertenece al ejército romano en el que sirve. En la noche siguiente, recibe la visita de Cristo vestido con la media capa para agradecerle el gesto. En el año 356, a sus cuarenta años de edad, se dirige a Poitiers, donde San Hilario lo ordena sacerdote. En 361, funda en Ligugé una comunidad monástica, y en el 371 es consagrado obispo de Tours. Su vida pastoral se caracterizará por la lucha contra las herejías del momento, primero el arrianismo, luego el priscilianismo, aunque por lo que hace a esta última, Martín abogará  ante el emperador Magno Clemente Máximo por indultar al hereje Prisciliano, español de origen, el cual, aún a pesar de las gestiones de Martín, acabará siendo decapitado, recayendo en él de este modo el dudoso honor de constituir el primer hereje cristiano ejecutado de toda la historia. La ejecución se produce en la ciudad de Tréveris, en la actual Alemania. San Martín muere en Candes (Francia) en el año 397, a los ochenta y un años de edad, que no son pocos para la época. Ese mismo año, San Sulpicio Severo escribe su biografía que contribuirá a la difusión de su culto.

Mausoleo con lo que queda de los restos de San Martín de Tours

Trasladados sus restos a Tours, su sepultura y la iglesia erigida en torno a ella sufrirá tres grandes catástrofes: la primera un fuego en el año 1230; la segunda un saqueo de los protestantes franceses en 1562; y la tercera, el ataque de los revolucionarios franceses en 1793.

Además de serlo de Buenos Aires, San Martín en santo patrón de Hungría y uno de los santos patronos de Francia; de ciudades tales como Utrecht en Holanda u Orense en España; así como de soldados, trabajadores del textil y el comercio en general. (Texto: Luis Antequera).

Durante 30 años, nuestra ciudad ha tenido como director del Museo Municipal a un arqueólogo de prestigio internacional: Francisco Giles Pacheco. Nacido en Toledo en el año 1944, donde estudia bachillerato, para trasladarse a Madrid a estudiar en las Universidades Complutense y Autónoma, Historia Antigua, Prehistoria y Arqueología.

En sus primeros años como estudiante, y posteriormente como arqueólogo, participa en varias campañas de excavaciones arqueológicas en España, recordando su salto al Mediterráneo para participar en excavaciones en Heracleópolis (Egipto) y otros lugares del norte de Africa: Sáhara Occidental y el Magreb, y además Mauritania y Sudán, entre otros países y su posterior paso por el Museo Arqueológico Provincial de Cádiz. Desde finales de los años 70 y principio de los 80 del siglo pasado, toda su labor profesional la continúa desarrollando por la provincia de Cádiz, casándose con la jerezana Ana Guzmán Sigler, profesora de Latín y Griego, que durante años hasta su jubilación ha sido Directora del Instituto Padre Luis Coloma, de Jerez, fijando su residencia en Jerez de la Frontera, hasta que en el año 1981 gana la plaza de Director del Museo Municipal de El Puerto de Santa María, trasladándose a vivir a nuestra Ciudad en 1982.

Paco Giles en el Museo Municipal de El Puerto, en 1983.

Combina la dirección del Museo con la investigación arqueológica, tanto local, como regional y nacional. No es este el foro para tratar la faceta investigadora de Paco Giles, pues necesitaríamos mucho espacio ya que es autor de más de 100 publicaciones. Algunos de estos  estudios publicados tratan sobre la arqueología de nuestra ciudad, como excavaciones, prospecciones, o materiales arqueológicos. Lo último hasta el momento que ha publicado sobre nuestra ciudad, año 2.011, y en colaboración con otros autores, es el libro “La Huella de Al-Ándalus en El Puerto de Santa María, Cádiz” (ver nótula núm. 969 en GdP).

Como siempre en el campo, enseñando y señalando, como un capitán,  a sus jóvenes seguidores, en este caso se ubican en el yacimiento Paleontológico de La Florida (hoy desaparecido), acompañados del historiador Enrique Pérez Fernández a su izquierda, y José Ignacio Delgado Poullet, Nani, en el año 1984.

De visita a Doña Blanca en el año 1986. A su izquierda los arqueólogos Hermanfrid Schubart, --el técnico municipal Juan José López Amador--, Diego Ruiz Mata, y Ángel Muñoz, entre otros.


En el yacimiento Prehistórico del Aculadero,  junto al pueblo marinero de Puerto Sherry, en año 2.008, recogiendo muestra para datación, acompañados de sus amigos los investigadores Manuel Santonja y Alfredo Pérez González.

En la imagen de la izquierda, portada del 'Cuaternario y Arqueología. Homenaje a Francisco Giles Pacheco', editado por la Diputación Provincial de Cádiz y coordinado por Esperanza Mata, donde sus amigos no solo han publicado artículos de investigación, sino que además, la gran mayoría han contado sus inolvidables experiencias vividas con el homenajeado. "Un gran maestro que ha creado escuela y un arqueólogo de campo". Esta frase y otras parecidas en las que se reconoce su talento como investigador y su valía personal.

Hace tres años se jubiló como Director del Museo, sus amigos le hicimos una despedida (como funcionario) en un acto en Las Beatillas, donde centenares de admiradores nos reunimos con el hombre que por su fantástica personalidad, lo mismo anima una excavación que una cena como esa. Allí también se terminó de fraguar un merecido libro homenaje, que con tanto esmero y esfuerzo prepararon desde la Asociación Profesional del Patrimonio Histórico-Arqueológico de Cádiz (ASPHA), “Cuaternario y Arqueología. Homenaje a Francisco Giles Pacheco”, donde participan más de 40 investigadores de toda España, especializados en estudios sobre el Cuaternario. Giles es miembro de la junta directiva de la AEQUA (Asociación Española para el Estudio del Cuaternario).

Enseñando su querida cueva del Higueral, en Arcos de la Frontera, en una reunión de AEQUA, junto a él, y a su mano derecha su hijo Francisco.

Actualmente continua con su labor investigadora, que los últimos años está cobrando especial relevancia por publicaciones como en las prestigiosas revistas, Natura o Quaternary  Science Reviews, sobre los neandertales del extremo sur europeo en la Cueva de Gorham, en Gibraltar,  donde es Codirector de un ambicioso proyecto en colaboración con el director del Museo gibraltareño Clave Finlayson. Aunque no el único, ya que está desarrollando estudios en la comunidad autónoma gallega, en el Parque Natural de Doñana, y en distintos lugares de la provincia de Cádiz, entre otros.

Recibiendo del que fuera alcalde de El Puerto, el desaparecido Fernando Gago, un recuerdo de El Puerto con motivo de su jubilación.

En boca de todos está que se trata de un arqueólogo de campo, que con su jubilación laboral, ha recobrado su mayor dedicación y vocación, en palabras suyas, la ‘arqueología dura’. Así pues no se extrañen encontrarlo dando una conferencia en cualquier pueblo o ciudad, o en mitad del monte caminando, o a lomos de un burro. Felicitaciones por todo y que continúes siendo esa gran persona como la que es.   (Texto: Gerión).

Frasquita Larrea (Cádiz 1775-El Puerto 1838), cuyos restos mortales reposan en la iglesia del Colegio de las Carmelitas.

Francisca Javiera Ruiz de Larrea y Aherán, más conocida como Frasquita Larrea, fue una gaditana que nació en 1775 y que con tan solo 21 años ya le dio el "sí quiero" a un alemán de Hamburgo, casi "rubio como la cerveza" pero sin tatuaje, con el que había mantenido un largo intercambio epistolar. (Ahora se tardaría un poco más en pasar por el altar y, sobre todo, sería impensable que una pareja joven se comunicara por carta…, y no me digáis que tengo 'guasa'). Frasquita y Juan Nicolás Böhl de Faber se casaron en Cádiz. El viaje de novios fue a Alemania, a casa de la familia de él, donde Frasquita se encontró como pez en el agua y su suegra la mar de contenta. Y no era para menos, Frasquita pertenecía a una familia culta, de comerciantes acomodados y hablaba inglés y francés con tal facilidad que traducía a Lord Byron, a Mary Wollstonecraft y a quien hiciera falta. Ella iba de luna de miel. ¡Vamos!, de viaje de placer, no a buscar trabajo. Sin embargo, el emigrante era su marido, que había recalado en Cádiz con intención de hacer fortuna porque, lo que son las cosas, aquí había más posibilidades.

Placa instalada en 1976 por el Ateneo de Cádiz en la calle Rafael de la Vesca, 6, domicilio de Frasquita Larrea en Cádiz.

Las personas que han estudiado la vida y milagros de la pareja coinciden en que el éxito de Frasquita en Alemania no agradó a Juan Nicolás. Es más, se opuso a que a la vuelta del viaje su esposa organizara una tertulia en su casa como había visto que se hacía en Alemania. Frasquita se salió con la suya. Era una mujer de armas tomar, pues tenía una personalidad fuerte y rebelde. No era humilde, ni dócil, ni obediente, ni complaciente. No lo digo yo, lo dejó por escrito su propio marido. Claro que no ser humilde, ni dócil, ni obediente, ni complaciente, puesto en boca de un marido recién separado, puede parecer más una virtud que un defecto en ella. A pesar de las diferencias de criterios y de las separaciones también tenían parcelas de sus vidas en las que coincidían, como por ejemplo la literatura: el alemán fue el introductor de las ideas románticas en España, con la colaboración de su esposa.

También coincidieron en sus cuatro hijos: Cecilia (1796), Aurora (1799), Juan Jacobo Antonio (1800) y Ángela (1803). Cecilia Böhl de Faber llegaría a ser más conocida como Fernán Caballero y merece un artículo aparte. (ver nótula núm. 573 en GdP) Ahora indicaré tan solo dos apuntes: que coincidía con su madre en su actitud rebelde y en su tendencia política conservadora, y que su obra más conocida era 'La gaviota'. /Cecilia Böhl de Faber, imagen propiedad de la Universidad de Sevilla.

EN EL PUERTO.
El matrimonio se reconcilió y después de varios traslados acabó en 1821 en El Puerto de Santa María. Aquí quería llegar. En esta ciudad pasaron prácticamente el resto de sus vidas Frasquita y Juan Nicolás. En esta ciudad encontró Aurora, la segunda hija de los Böhl de Faber y Larrea, a Tomás Osborne, con quien se casó en 1826. En esta ciudad también residió Cecilia con su esposo Antonio Arrom. En esta ciudad se guarda la historia manuscrita de la familia en formato epistolar. Importante ciudad para esta familia.

La descendencia de Tomás y Aurora fue muy amplia, pero yo me voy a detener en Rafael Osborne Fernández. (Ver nótula núm. 460 en GdP). A principios de octubre estuve charlando con él. Lo primero que me dijo fue: "Hace cincuenta años que no nos veíamos". Es cierto. Habíamos estudiado bachillerato en los Marianistas de Jerez en los primeros años de la década de los sesenta. ¡Cómo pasa el tiempo! Pero él prácticamente no ha cambiado. Lo recordaba pausado, inspirador de confianza y de una exquisita amabilidad. Y sigue igual. Los cincuenta años de paréntesis no habían entorpecido nuestra conversación que pasó de manera fluida por algunos recuerdos y nombres de nuestros años escolares y por las figuras, para él familiares, de Frasquita, Cecilia y Aurora. Mi esposa, el libro 'Fernán Caballero (Algo más que una biografía)' y numeroso material de trabajo que llenaban su despacho, fueron testigos de nuestra agradable charla.

En junio de 1962 Rafael Osborne tuvo la amabilidad de invitarnos a visitar la bodega de su familia. Éramos los alumnos de 1.º B de bachillerato de los Marianistas de Jerez acompañados por Bonifacio Andrés y el mismísimo 'Paul Anka'. Ahora, pasados los primeros días de octubre de 2012, el mismo patio que fuera escenario de las bromas y comentarios de aquellos jovencísimos estudiantes, escucha con indolencia el final de nuestra conversación y nos emplaza a vernos…, antes de que pasen otros cincuenta años. (Texto: Juan Luis Sánchez Villanueva).

En el Crucero Baleares, en la imagen inferior, de izquierda a derecha los portuenses, Diego Utrera Sánchez, José Domínguez Nieto, Manuel Arjona Cía y Tomás Cólogan Osborne (marqués de la Candia). Estos dos últimos murieron en el hundimiento de dicho barco el 6 de marzo de 1938.

El crucero Baleares fue gemelo del Canarias, que era el cabeza de clase. Conformaron la Clase Canarias. Este crucero entró en servicio aun sin terminar, en diciembre de 1936 al servicio de las tropas sublevadas de Franco, montándose su cuarta torreta de artillería en el verano de 1937. El 6 de marzo de 1938 el crucero Baleares fue hundido por la flota republicana en la batalla del Cabo Palos por torpedos procedentes del destructor Lepanto. Los destructores ingleses HMS Boreas y HMS Kempenfelt acudieron a ayudar al salvamento de los náufragos. Rescataron a 435 hombres; 786 desaparecieron.

El crucero Baleares, gemelo con el crucero Canarias.

En El Puerto de Santa María la embarcación ‘Crucero Baleares’ tiene una calle comprendida entre el Paseo de los Enamorados y la calle Aurora. Manuel Arjona Cía tiene una calle a continuación de Crucero Baleares, entre las calles Maestro Juan Pinto (colegio Luisa de Marillac) y el Pase de los Enamorados . En la localidad vasca de Ondárroa y en Palma de Mallorca se erigieron sendos monumentos a la memoria de los fallecidos.

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Ruy González de Clavijo (? - 2 de abril de 1412) nacido en Madrid, fue camarero del rey castellano Enrique III quien le encomendó la tarea de establecer una embajada con la corte de Tamerlán (actual Uzbekistán, ex república de la URSS) con la intención de crear una alianza para guerrear contra los turcos. /En la imagen, grabado idealizado de Ruy González de Clavijo.

González de Clavijo ‘el Vaginaro’ partió desde El Puerto de Santa María el 22 de mayo de 1403 en compañía del maestro teólogo Fray Alonso Páez de Santamaría –que ofició además de intérprete-, el Guarda del Rey Gómez de Salazar, Mohamad Al Qazl y el séquito correspondiente. La expedición navegó hasta Málaga, Cartagena, Formentera y Mallorca. El 18 de Julio, cerca de Strómboli, padecieron una tormenta tras la que observaron las ‘Luces de San Telmo’ en lo alto de los mástiles y que fueron consideradas de buen augurio.

Navegaron hasta Rodas y desde allí hasta Constantinopla, donde fueron recibidos con todos los honores por el Emperador Manuel II Paleólogo (1391- 1424). Después de costear por el sur el mar Negro desembarcaron en Trebisonda y cruzaron por Armenia, Persia y Turquestán (tierras que hoy son de Turquía, Iraq e Irán).

Tras su llegada a la corte de Tamerlán en septiembre de 1404, González de Clavijo presenció la partida del guerrero en su campaña contra China, pero Tamurbec (como el castellano llama al mongol) murió en febrero de 1405 antes de entrar en China, y su muerte puso fin prematuro a su viaje con la incautación de los bienes y presentes que González de Clavijo había llevado para agasajar al mongol durante las purgas posteriores a la muerte de Tamerlán; así que, en la práctica, la embajada de los castellanos fue un fracaso.

En estos días, el conocido escritor, motero y aventurero Miquel Silvestre se está planteando repetir la singladura, partiendo desde El Puerto de Santa María hasta el mítico lugar de Samarcanda.

Se detuvieron en las ciudades de Khoy y Tabriz, y pasaron por Soltania, hasta llegar a Teherán desde donde partirán hasta Dagum y Nisapur –donde falleció el Guarda Real Gómez de Salazar- cruzando la frontera de Turkmenistán y el desierto de Karakum hasta llegar a Bujara (actual Ubezkistán) , para entrar, dieciséis meses después, el 8 de septiembre de 1404, en Samarcanda, la Perla de la Gran Ruta de la Seda.

No obstante, el mismo hecho de haber llegado y vuelto es un éxito desde el punto de vista de que un reino tan periférico como Castilla tuviese presencia en un asunto tan ambicioso. El fracaso es relativo para el propósito de la misión, que era provocar una "pinza" estratégica contra los musulmanes en dos frentes alejadísimos en un momento muy delicado, en el que los turcos otomanos se hallaban en un interregno desde 1402 y los mamelucos, con presencia en Próximo Oriente, estaban sufriendo los ataques de Tamerlán, con el que se entrevistó Ibn Jaldún en 1401, en este caso en el sitio de Damasco, antes de su muerte en 1406.

Ruta de Ruy González de Clavijo, una singladura no valorada en la actualidad dadas las facilidades con las que hoy se realizan los viajes.

Decepcionado, González de Clavijo, regresaría a Castilla donde arribó en marzo de 1406. Tras su viaje González de Clavijo siguió al servicio de su rey, aunque más tarde volvió a Madrid donde murió, siendo enterrado en la iglesia de San Francisco el Grande. La casa de González de Clavijo en Madrid se ubicaba cerca de la Plaza de la Paja y con el tiempo pasaría a formar parte de la familia Vargas y actualmente todavía lleva el nombre de estos últimos.

El relato de los viajes de González de Clavijo hasta Samarcanda entre los años 1403 y 1406, escrito por el propio viajero y recogido bajo el título Embajada a Tamorlán es una de las joyas de la literatura medieval castellana, y es en muchos aspectos comparable al célebre "Libro de las Maravillas" del italiano Marco Polo escrito casi un siglo antes.

EL LIBRO: EMBAJADA A TAMORLÁN.
Embajada a Tamorlán es un libro de viajes medieval escrito en 1406 por Ruy González de Clavijo cuyo contenido es una relación completa y minuciosa de la embajada que este autor realizó, junto con el dominico Alfonso Páez de Santamaría a Samarcanda ante el rey Tamerlán por decisión diplomática del rey Enrique III de Castilla.
En 1403 el monarca Enrique III decidió enviar una embajada al poderoso emir (gobernador) turco-mongol Tamerlán el Grande, que perseguía estrechar relaciones diplomáticas con este gran conquistador para conjurar la amenaza turca, que occidente personificaba en la expansión del sultán del Imperio otomano, Bayaceto I. Al frente de esta expedición marchó Ruy González de Clavijo y un dominico experto en lenguas y culturas extranjeras, Alfonso Páez de Santamaría. El viaje se prolongó por espacio de tres años desde la salida de los embajadores. A su retorno en 1406 hubo de ser escrita la relación.

...continúa leyendo "1.543. RUY GONZÁLEZ DE CLAVIJO. De El Puerto a Samarcanda. 1403-1404."

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El primero de noviembre de 1738 no solo se celebraban en El Puerto ‘los Tosantos’ y se rendía culto a los familiares difuntos. La autoridad no tenía otra cosa que pensar, y se dedicaba a… molestar a los jornaleros --en definitiva, a los pobres-- que no podían vestir seda ni terciopelo. Podían confundirse con los nobles. ¡Faltaría más! Veamos este interesante documento que transcribimos:
POR DETENCION POR INFRACCION DE LAS REALES PRAGMATICA A SANTIAGO DE PAZO.- NOBLEZA

AUTO
«En la muy noble y leal ciudad, Gran Puerto de Santa María, en primero día del mes de Noviembre de 1738; El Sr. don Francisco de Vargas Albarracxin, caballero del Orden de Calatrava, corregidor y superintendente de rentas en ella, dijo sea dado noticia que Santiago de Pazos, vecino de esta ciudad y que ha ejercido en ella de oficio de enterrador en contravención de las Reales Pragmáticas de S.M. publicadas y mandadas observar en todos sus Reinos y señoríos, anda públicamente con un vestido de seda que llaman de terciopelo, rico ropaje que no puede usar y para proceder contra el referido como trasgresor  de Leyes Reales para que le sirva de escarmiento y para otros de ejemplo, mando que don Tomás Bandosel, Teniente Alguacil Mayor de la Ciudad para quien  (sic) comisión en forma solicite la persona del susodicho y encontrándolo con otro vestido (sic) otro de igual calidad, lo asegure y ponga preso en la cárcel pública, donde le despoje de dichos vestidos y los deposite en persona abonada; y hecho el presente escribano ponga a continuación testimonio de dicha Real Pragmática, para en vista de todo dar la providencia consecuente Y por este su auto, así lo pronuncio, mando y firmo: don Francisco de Bargas Albarracin, Firmado, Simón de Urilla, escribano mayor del Cabildo».

DILIGENCIA
«En la ciudad y Gran Puerto de Santa Maria, en el dicho día primero de noviembre del dicho año, don Tomas Jose Bandosel, teniente Alguacil Mayor por S.M. de esta Ciudad en cumplimiento de lo mandado por el auto antecedente en asistencia de mí el escribano y ministros paso a la plaza de la Carnecería de esta ciudad y bajando por la calle de Ganado se encontró en ella a Santiago de Pazos, contenido en dicho auto de que traía un vestido de casaca y calzones de terciopelo negro que llaman fondo rizo y chupa de persiana de seda celeste y blanca, forrado uno y otro en tafetán, camisa con vuelos de Olan (holanda) en los puños y espadín de plata, en cuya forma y en consecuencia de los prevenido en dicho auto por dicho teniente alguacil mayor se mando a los referidos ministros, asegurasen, como aseguraron, la persona del dicho Santiago de Pazos y con asistencia del dicho teniente alguacil mayor y de mi el escribano se puso preso en la cárcel pública con la mayor custodia y en su cuadra se le despojó de dicho vestido, casaca, chupa y calzón según y en la forma que por dicho auto se ordena y para que así conste lo pongo por diligencia que firmo».

La ropa se le entregó en depósito a Bartolomé Laganda, vecino de esta ciudad, con tienda de fruta seca en la calle Larga.

Este escandaloso proceder de las autoridades locales, amparadas en una pragmatica que regulaba el uso de ropas de seda, limitándola a determinadas clases y oficios, tuvo una rápida resolución del Concejo de S.M., que mandaba dejar libre y sin cargos al infeliz de Santiago Pazos, multando al procurador con una cantidad considerable por abuso de poder, mas o menos. Este escrito esta fecha en Madrid el 25-11-1738. Finalmente, el 2-12-1738 recobró la libertad y sus ropas, en cumplimiento de la sentencia antes mencionada. (Texto: Antonio Gutiérrez Ruiz. A.C. Puertoguía).

El 3 de marzo de 1947, una representación de la Corporación Municipal, presidida por el alcalde Ignacio Osborne Vázquez, bajo mazas y con clarineros, se desplazó a a Jerez de la Frontera, como otras corporaciones del entorno.

En la imagen podemos ver al macero Manuel Camacho Luque; Antonio de la Torre González; Francisco de Bernardo Fernández; 2 desconocidos; Pedro Salvatierra Armengol; Ignacio Osborne Vázquez (Conde de Osborne y Alcalde de la Ciudad); Manuel Gago Vélez, desconocido; y el secretario Federico Sánchez Pece, por la plaza de las Angustias. /Foto: Colección V.G.L.

El motivo no era otro que recibir los restos mortales del cuerpo del que fuera dictador en España, el capitán general jerezano Miguel Primo de Rivera y Orbaneja, quien fallecido en París, en el modesto Hotel Pont Royal el 16 de marzo de 1930, fue trasladado a su ciudad natal el 26 de marzo de 1947 a la iglesia de la Merced. La comitiva fúnebre estuvo compuesta, además por la familia del que fuera marqués de Estella y todas las representaciones civiles, militares y religiosas de la provincia, por un fuerte contingente de tropas del ejército que jalonaban las calles de la vecina población.

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