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El pasado mes de diciembre un azulejo de la Escuela Holandesa tipo ‘Delft’, que representa la Epifanía: los Tres Reyes Magos, fue la pieza del mes del Museo Municipal y que nos aproxima a la fiesta de la religión católica que se celebra el próximo día 6 d enero.

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Azulejo de barro vidriado, decoración de estarcido. Monasterio de la Victoia. 13x13x0,7 cm. S. XVII. Museo Municipal.

El azulejo es comentado por Mercedes García Pazos, del Centro Municipal de Patrimonio Histórico: “Las relaciones comerciales entre la Bahía de Cádiz y los Países Bajos y la presencia de holandeses en la zona gaditana pueden explicar la aparición, al parecer, del mayor conjunto de azulejos holandeses importados en España. Estas piezas eran fabricadas en varias ciudades holandesas reproduciendo la apreciada loza de China, aunque sería Delft, al ser sede de la Compañía Neerlandesa de las Indias Orientales, la que impondría su nombre al estilo, que se desarrolló desde mediados del siglo XVII. El Puerto llegó a fabricar loza azul sobre blanco desde finales de este siglo.

La técnica del dibujo azul (cobalto) sobre fondo blanco (estaño), en ocasiones sustituido por otro color, era el estarcido, y gracias a un esmerado proceso se obtenían piezas de gran calidad. El modelo, como el de esta pieza, sele ser una sola escena inscrita en un círculo doble, tangente al cuadrado del azulejo, con sencillos dibujos en las esquinas.

Este azulejo representa la Epifanía o la presentación de los Magos de Oriente ante Jesús, aunque no en el momento de la Adoración, pues los tres magos aparecen aislados ante un típico paisaje holandés, lo que era habitual.”

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manuelpalacios1_puertosantamariaDel matrimonio entre Miguel Palacios y Guillén, conocido y querido Maestro mayor titular de Obras que fue del Ayuntamiento de El Puerto de Santa María, y Elena de Winthuyssen y Urruela, nacía a las once y media de la noche del 12 de octubre de 1881, en el nº 14 de la calle Diego Niño, Manuel Palacios y Winthuyssen. Con tres días de edad fue bautizado por Antonio Crespo Andrade, cura de la Iglesia Mayor Prioral y fue apadrinado por Manuel Fernández Coria, capitán de navío de la armada y por la esposa de éste, Olimpia García de Polavieja y Urruela, prima de su madre. Fue el mayor de seis hermanos; le seguirían Juan José, Miguel, Antonio, Pedro Nolasco y María del Pilar.

LA ESCUELA.
En su etapa escolar, pasó por el colegio San Luís Gonzaga de El Puerto de Santa Maria, al igual que sus hermanos Juan José y Antonio. Con ocho años, pertenecía a la 4ª División de alumnos con el nº 80, nivel en el que se calificaban tres aspectos: Deberes Religiosos, Urbanidad y Conducta General; además de las notas de clase que calificaban la Doctrina Cristiana,  Conducta en Clase, Aplicación y Aprovechamiento. Las calificaciones de Manuel Palacios no salían del 1 (muy bien) o el 2 (bien), sin que apareciera en su expediente calificaciones inferiores: 3 que es mediano; 4 que es mal y 5, muy mal. También pasó por el colegio de San Cayetano, situado en el nº 81 de la calle Larga de El Puerto, que abrió sus puertas en 1874 y cuyo director y fundador fue Baldomero Ruiz Lizano. Se conserva además su expediente y un examen de ingreso en el instituto jerezano “Padre Luís Coloma”.

Unos años después, exactamente el 26 de Noviembre de 1899 y recién cumplidos los 18 años,  fallecía su abuela materna, Inés de Urruela y Barreda, en su domicilio de la calle Diego Niño a las ocho de la tarde. Esta distinguida señora, gaditana pero de origen guatemalteco, era hija de Julián de Urruela y Casares (ver nótula) y de la onubense Pastora Barreda y Ortiz de Zárate.  Tan solo tres años después, un 27 de marzo de 1902, moriría, a los 84 años, su abuelo, viudo de Inés, Juan de Winthuysen Martínez de Baños (ver nótula).

antoniamunozseca_puertosantamariaLA HERMANA DE MUÑOZ SECA.
En estos primeros años del recién estrenado siglo XX, Manuel conoció a la que se convertiría en su esposa, la señorita Antonia Muñoz Seca, hija de José Joaquín Muñoz Césari,  natural de Cádiz y de la portuense María de las Mercedes Seca Miranda. El matrimonio Muñoz Seca vivió en la calle Castelar nº 44, en la actualidad, calle  Pedro Muñoz Seca.  Antonia era la séptima de diez hermanos, éstos eran María Teresa, Ana, Francisco, Pedro, Concepción, Josefa, Milagros, Carmen y José Muñoz Seca; algunos de los cuales optaron por la vida religiosa, otros por la medicina y Pedro, tras sus estudios universitarios de filosofía y letras además de derecho, escribió teatro, su gran pasión que le llevaría a un rotundo éxito.

LA BODA.
Manuel y Antonia decidieron casarse el 12 de octubre de 1906, día de la Virgen del Pilar y cumpleaños de Manuel. Los esponsales se verificaron días antes en el domicilio de la familia de la novia coincidiendo éstos con  los de una hermana de Antonia, Concepción y su prometido Pedro Luís de Lassaletta. El sacerdote que les asistió fue don Bartolomé Carro y los testigos, los señores condes de Casa Segovia, Juan Fadrique Lassaletta, José Jácome, Arturo Marenco, Luis Bela, José María Heredia, Plácido Navas (ver nótula) y Felipe Rigozzi. Al acto se acercaron familiares y amigos de ambas familias: Los Lassaletta, los señores de Palacios, Cruzzoe, Thuillier, González y Heros, Juan de Dios Dasti, Andrés Rodríguez, don Jorge Thuillier (ver nótula), don Rafael Marenco. Los señores de Muñoz Césari celebraron el evento ofreciendo una merienda a sus familiares e invitados.

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La familia de los Muñoz Seca. Arriba, el segundo por la izquierda, el comediógrafo Pedro Muñoz Seca.

El sábado 13 de octubre de 1906 y con el encabezamiento de “UNA BODA”, se dio a conocer la noticia del enlace en “Revista Portuense”: “Ayer a las cinco de la mañana se celebró en la Iglesia del Sagrado Corazón de Jesús, la boda de la bellísima señorita Antonia Muñoz Seca, con el joven Manuel Palacios Winthuyssen, perteneciente a la Jefatura de Obras Públicas de la provincia de Huelva.

El acto tuvo carácter íntimo y a él asistieron la familia y amigos de ella. A la hora indicada llegó la comitiva a la citada Iglesia. Apadrinaron a los novios la distinguida señora doña Elena Winthuyssen de Palacios, y el ilustrado facultativo don Francisco Muñoz Seca.

La novia radiante de hermosura vestía rico traje negro y velo blanco adornando su figura interesante con los simbólicos ramos de azahar. Es unánime la admiración de cuantos la contemplan. El novio viste levita. Ambos se postran en lujosos reclinatorios, colocados frente al altar de la Virgen del Perpetuo Socorro, que ostenta nutrida iluminación.

Poco después el Capellán de las RR. MM. de la Purísima Concepción, don Bartolomé Carro da principio a la ceremonia religiosa que se efectúa ante la artística Gruta de la Virgen de Lourdes, que existe en la misma iglesia.

La escena resulta conmovedora. A un lado los novios, acompañados de sus padrinos que escuchan las religiosas palabras de la Epístola de San Pablo. Al fondo de la iglesia y sumamente conmovidos sus padres, y hermanos que no pueden contener la emoción que les producía la separación de seres tan queridos, y todos rodeado de ese ambiente de misticismo y suprema religiosidad, con que la Iglesia Católica consagra sus actos más solemnes.

Después vuelven los novios a sus reclinatorios y el mismo sacerdote, dice la Misa de velaciones. El armonium acompaña la misa con sus místicos arpegios. Al consumir reciben la comunión los desposados. Terminada la ceremonia la comitiva sale de la iglesia. Entonces cesa aquel silencio que parece dominar y los novios abrazan a sus padres, y los amigos les estrechan las manos deseándoles mil venturas y felicidades.

Pueden llamarse estos instantes, momentos supremos de la vida, en que todo habla al alma: a unos le evoca recuerdos de tiempos mejores y a otros les hace entrever dichas inacabables.

En el domicilio de los padres de la novia se verifica la ceremonia civil. Representan al juzgado, el Fiscal suplente don Ramón Varela Campos y secretario don Lorenzo González Villagrán. Firman el acta como testigos don Luis Bela Nerini, don Felipe Rigozzi, don Pedro Luis Lassaletta, don José Luis García, don José Luis y don Manuel González Agreda hijos del señor Marqués de Bonanza, y don Luis Pérez Gutiérrez. Después la alegre fiesta de familia; sirviéndose un espléndido desayuno.

Además de los señores de Muñoz Césari y Palacios Guillén asisten al acto los señores doña Concepción Muñoz Seca, de Lassaletta; doña Elisa Bela, de Muñoz Seca; doña Inés Gil, de García; doña Pastora Winthuyssen, viuda. De González, y doña Carmen Heros. Srtas. De Muñoz Seca, Iribarren, González y Palacios Winthuyssen.

Sres. De Pedro Luis Lassaletta, don Felipe Rigozzi, don Manuel y don José Luis González Agreda, don Luis Bela Nerini, don José Luis García, don Luis Pérez, don Emilio Lorite, don Guillermo Alberti y Sánchez Bustamante, y don Miguel, don Antonio y don Pedro Palacios.

Trocadas las galas de los desposados por el traje de viaje, los ya señores de Palacios (don Manuel) marcharon a la estación, acompañándoles sus hermanos políticos don Pedro Luis Lassaletta y don Felipe Rigozzi.

La despedida fue cariñosísima deseándoles mil venturas y parabienes en su nuevo estado. Los señores de Palacios (don Manuel) marcharon en el tren correo a Sevilla donde pasarán los primeros días de su luna de miel, trasladándose después a Huelva donde fijarán su residencia.”

DESTINADO A HUELVA.
Efectivamente se trasladaron a Huelva, donde Palacios llevaba un tiempo trabajando en la jefatura de Obras Públicas de esa. Vivían en el número 18 de la calle General Azcárraga. En 1907 nacía el primero de los ocho hijos que tuvieron: Manuel, seguido de Elena, María, Mercedes, Miguel, José Carlos, Javier y Jesús:

“En Huelva, donde reside, ha dado a luz felizmente una niña la señora doña Antonia Muñoz Seca, esposa de nuestro muy querido amigo don Manuel Palacios Winthuyssen. Fue bautizada el pasado Martes 8, oficiando en la ceremonia religiosa el señor cura don Pedro Román Clavero que impuso a la recién nacida los nombres de Elena, María de la Concepción y Elisa.

Fueron padrinos D. Francisco Muñoz Seca y doña Elisa Bela y Marchena, de Muñoz Seca, representados por don José Paz y Caspe y la señorita María Muñoz Seca. Terminada la ceremonia, pasaron los invitados al domicilio de los señores de Palacios, siendo obsequiados con un lunch.

Asistieron a la ceremonia las señoras Caire de Medina y Haynes de Ages, y Srtas. Mora (C. y A.), Blanco Vargas (L. y M.), y Esparducer (María Teresa). Del sexo feo recordamos a los señores Sánchez, Caspe, Barredo, Vargas (D.C.), Merello y Medina.

Los invitados salieron muy complacidos de las atenciones que para con ellos tuvieron los señores de Palacios. Reciban estos nuestra mas cordial enhorabuena por tan fausto suceso de familia.” Revista Portuense”12/12/1908

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Claustro de la Escuela de Artes y Oficios de Jerez. 

PROFESOR EN JEREZ.
En 1911, por Real Decreto de 14 de octubre de 1910  y tras años de espera, abría sus puertas la Escuela de Artes y Oficios de Jerez bajo la dirección de Nicolás Soro Álvarez. Entre el profesorado propuesto había ya algunos que pertenecieron a la recién clausurada Academia de Santo Domingo y también se encontraba Manuel Palacios que ocuparía la plaza de profesor de Dibujo Lineal.  Más tarde, en 1916, sería admitido para examinarse de unas oposiciones a la plaza de profesor de Dibujo Artístico en la Escuela de Artes e Industrias de Jerez, según la Revista General De Enseñanza y Bellas Artes.

En 1922, trabajó Palacios como ayudante interino en asignaturas como dibujo artístico, modelado y vaciado, elementos de Historia del Arte y carpintería artística. Asignaturas que formaban parte de la sección artística habiendo otra sección denominada técnica y cuyas asignaturas eran dibujo lineal, gramática y caligrafía y elementos de mecánica.

AUXILIAR DE OBRAS PÚBLICAS.
En 1912, trabajó como auxiliar de Obras Públicas y ayudante del ingeniero director de las obras del pantano de Guadalcacín, por aquel entonces, Pedro Miguel González Quijano. Este señor fue ingeniero y matemático de reconocida reputación que participó además en proyectos como en el del sifón en la junta de los ríos y en la realización del trazado de la línea férrea Jeréz-Almargen. Además fue profesor de Hidrología en la Escuela de Ingenieros de Caminos y obras Hidráulicas de Madrid y fue autor de una veintena de estudios sobre temas de Obras Públicas e Hidráulicos.

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Imagen del Pantano de Guadalcacín.

EL PANTANO DE GUADALCACÍN.
En este mismo año, en un establecimiento llamado “Casa Chivas” situado en la calle Duque de Almodóvar esquina a la de Algarve, en Jerez, se expuso un plano de Palacios que representaba el embalse del Pantano de Guadalcacín con las dos vistas principales de la presa tal como mas adelante quedaría cuando estuviera terminada. Además, añadió anotaciones muy interesantes, tales como que la presa tendría treinta y un metro de altura desde la solera del túnel de fondo a la parte superior del pretil y que su altura total hasta la coronación, treinta metros y que su capacidad total sería de ciento once millones, seiscientos cuarenta y ocho mil ciento cuarenta y cuatro metros cúbicos.

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Pantano de Guadalcacín.

...continúa leyendo "2.339. MANUEL MARÍA PALACIOS WINTHUYSSEN. Ayudante de Obras Públicas.  "

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Jaime García-Máiquez y López, nació en Murcia en 1973, de donde era su madre, la farmacéutica Carmen López Llopis (ver nótula núm. 1.144 en Gente del Puerto). Su padre es el microbiólogo, farmacéutico y humanista Enrique García Máiquez, miembro de número de la Real Academia de Farmacia y portuense ilustre (ver nótula núm. 821 en Gente del Puerto). Es el menor de cuarto hermanos, junto al escritor Enrique (ver nótula núm. 2.226 en GdP), junto a los mellizos boticarios, Nicolás y María.

...continúa leyendo "2.338. Jaime García-Máiquez. Investigador del Museo del Prado & Poeta."

Andaba el otro día por el Parque Calderón y pasé por el “servicio público” que está frente a la Herrería, uno de esos artefactos horrorosos de imposible uso para una emergencia y que parecen que de un momento a otro van a despegar, que es lo que deberían hacer.

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Los servicios que se emplazaron entre la Ribera del Río y la del Marisco, en 1974. / Foto, Rafa. Archivo Municipal.

Y me acordé de aquel otro evacuatorioque existió frente al Parque y a la Casa de la Munición (ver nótula núm. 2.301 en GdP), donde hoy está la fuente de la plaza Pedro el de los Majaras.

Se construyó en 1956. Si tiene edad para ello, seguro que lorecuerda. Entrando en los servicios de señoras, a la izquierda, dos water-closet con asientos y tapas de madera esmaltada en blanco, y a la derecha un lavabo de porcelana. Para los caballeros, al frente dos W.C. y el lavabo, y a la izquierda, en semicírculo, cinco urinarios de pared. Todo de Roca, claro. Cumplieron su higiénica función hasta 1979, y a los dos años, para mejorar la densidad del tráfico en la zona, se derribó el socorrido edificio que tantos apretones alivió.

Que tenía delante, como se ve en la foto adjunta, la figura de un guardia urbano de mentirijillas, uniformado de punta en blancocomo los de verdad (recordarán a los que se ponían en el centro de la plaza de las Galeras, en verano con sombrilla) y que distribuía a uno y otro lado de la Ribera del Río y del Marisco el paso de los automóviles y los de cargas pesadas. Eficiente servidor del orden que también tenía la virtud de que no ponía multas y no te echaba una bronca si incumplías las normas de las buenas conductas al uso.

En el 79 también se quitó el transformador anejo que se construyó al tiempo que los servicios, que al año siguiente se puso de nuevo en el Parque, junto al puente de San Alejandro, donde sigue.

Una vez despejado el solar –donde se pensó levantar un monumento al Arrumbador, que no cuajó-, se ajardinó, hasta que en 1983 se colocó el monumento dedicado al Pescador, obra de Javier Tejada Prieto (1929-2009)(ver nótulas núm. 020 y 790 en GdP)hasta que a mediados de los 90 se trasladó al paseo del río, frente al muelle del Vapor.

Y ahora que recordaba los servicios públicos que tiraron en el 79 me vuelvo a acordar de los que vi el otro día en el Parque. Y qué quieren que les diga…(continuará)./ Texto: Enrique Pérez Fernández.

tabernasybaresconsolera2_puertosantamariaMañana sábado, 20 de diciembre, en las Bodegas Mora de Osborne (calle Los Moros nº 7) y a las 12 horas, se presentará la segunda edición del libro Tabernas y bares con solera. Una historia de la hostelería en El Puerto de Santa María, obra del historiador jerezano afincado en nuestra ciudad Enrique Pérez Fernández.

La primera edición del libro salió a la luz hace quince años, en diciembre de 1999, editada por la Asociación de Hosteleros Portuenses (Hospor) que presidía Juan Franco del Valle. Presentada en el mismo marco bodeguero que lo acogerá mañana, se editaron 1.000 ejemplares, que se agotaron en 2-3 meses. /En la imagen de la izquierda, imagen de la segunda edición de Tabernas y Bares con Solera, ampliada.

Al paso de estos años, el autor ha realizado una revisión y ampliación del texto e imágenes. En su origen, el libro nació de una serie de 11 artículos que Enrique publicó en la sección dominical Puerto Escondido del Diario de Cádiz en 1994-1995.

En las 336 páginas que conforman la renovada publicación, se hace memoria de más de 500 establecimientos hosteleros que existieron entre el siglo XVIII y los años 70 del XX. Las 47 fotografías que ilustraban la primera edición han pasado en la segunda a 217, todas en blanco y negro y en su mayor parte antiguas.

tabernaybaresconsolera1_puertosantamariaEn sus 14 capítulos se hace un recorrido por las calles portuenses tras las huellas de los viejos establecimientos, desglosándose en algunos la historia de los más emblemáticos: La Burra, el Bar Vicente, el restaurante La Fuentecilla, la Tienda de Rueda… /En la imagen de la izquierda, portada de la primera edición de Tabernas y Bares con Solera.

Especial relevancia en la historia hostelera de nuestra ciudad tuvieron las ‘tiendas de montañeses’ que en elevado número se establecieron a partir de mediados del siglo XVIII, regidas por montañeses procedentes, principalmente, de los valles de Herrerías, Cabuérniga y Valdáliga. La obra se cierra con un capítulo dedicado a las ventas y ventorrillos que en los últimos siglos se apostaron en los caminos y a las afueras de la población. El autor aúna en el libro el rigor histórico con la divulgación de carácter eminentemente popular.

La edición ha corrido a cargo de la editorial portuense El Boletín que dirige Eduardo Albaladejo Manzanares. Tras la presentación se podrá adquirir el libro. Nos piden el autor y el editor que hagamos llegar su invitación a acudir al acto a todos los lectores de Gente del Puerto. Mañana, a las 12 del mediodía, es la cita.

enriqueperezfernandez__puertosantamariaDel autor ha escrito el colaborador de Gente del Puerto, Luis Suárez Ávila: “Enrique Pérez Fernández (Jerez, 1962), entrañable amigo, historiador tenaz y enjundioso, revividor de situaciones y espacios, regenerador de muchas nostalgias propias y ajenas y, pese a su juventud, autor de muchos artículos, ponencias, comunicaciones y libros que tienen el denominador común de ser imprescindibles. Cada tema que toca Enrique lo ha hallado virgen. Tiene esa virtud y esa agudeza. Que haya salido con tanto éxito de su producción sobre los bares y las tabernas, levantando un monumento a la historia pequeña industrial, comercial y consuetudinaria...”

En la imagen de la izquierda, Enrique Pérez Fernández.

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La Asociación Cultural Puertoguía ha editado un nuevo libro de la serie 'Mansiones y Linajes de El Puerto de Santa María', del que es autor, como de todos los anteriores, Antonio Gutiérrez Ruiz. Se trata del volumen VI, con el título de: 'Cuatro rosas de piedra' que, manteniendo la misma línea y estilo de los otros volúmenes, reseña la historia de la casa número 76 actual de calle Larga, casas principales de la familia Fleming, de origen irlandés, en el siglo XVIII, y primera fábrica eléctrica a fines del XIX.

Esta saga familiar de los Fleming portuenses fue fundada por John Fleming y Elena Geynan que se establecieron en El Puerto abriendo una casa de comercio en la que participarán posteriormente todos sus hijos, bajo la dirección del mayor de ellos, Domingo Fleming, fundador de un Mayorazgo familiar. Se incluyen en las 280 páginas y 61.282 palabras que componen el texto, semblanzas biográficas de todos y cada uno de los hermanos y un seguimiento de los descendientes de Antonio Fleming Geynan, que se ordenó presbítero cuando enviudó, originando dos ramas perfectamente definidas y diferenciadas, la de los Fleming alicantinos y la portuense. No es habitual conseguir ensamblar miembros contemporáneos de un mismo apellido con sus orígenes, alejado en este caso más de tres siglos, detallando todas y cada una de las generaciones que le precedieron. En este trabajo de intensa investigación, el autor lo ha conseguido, desarrollando además algunas biografías cargadas de interés humano, en algunos casos, emociones que intenta trasladar a los lectores en su relato de la historia familiar de este 'linaje', principales moradores de la 'mansión' protagonista.

 

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En un segundo capítulo relaciona y da a conocer a los que fueron propietarios de dos casas situadas en la esquina de las calles Descalzos y Diego Niño, que se fusionarán posteriormente con la casa de los Fleming, personajes de apellidos conocidos en la localidad como son los Barreda, Ruiz-Tagle, Febrés, y otros, haciendo una sinopsis de su evolución como casa habitación hasta que fue adquirida por la compañía que la transformó en una fábrica eléctrica, junto con la casa y jardines de los Fleming.

 

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Y, finalmente, en un tercer capítulo aborda el nacimiento del alumbrado eléctrico en El Puerto, una breve reseña de los comienzos y trayectoria de “Electra Peral Portuense” y de su absorción por la que fuera su competencia, la Compañía de Gas Lebón, cerrándose así el ciclo histórico de este amplio inmueble con fachadas a las calles Larga y Diego Niño y todo el lateral en calle Descalzos, en el tramo entre las dos anteriormente citadas.

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Copia de comienzos del s. XVI de la Carta-puebla que Alfonso X otorgó a nuestra ciudad. Archivo Municipal. / Foto, Centro Municipal de Patrimonio Histórico.

Hoy, 16 de diciembre de 2014, El Puerto de Santa María cumple 733 años. Tal día como hoy de 1281, Alfonso X (ver nótula núm. 1.000 en Gente del Puerto) otorgó, rubricada en Sevilla, la carta-puebla fundacional de la ciudad que hoy habitamos, su ‘partida de nacimiento’; de la que el rey en ella decía: “…el Puerto que llaman de Santa María, que solía haber nombre Alcanatín en tiempo de moros, que es entre Xerés y la ciudad de Cádis, y tiene de la una parte la Grand Mar que cerca todo el mundo y que llaman Océano, y el gran río de Guadalquivir, y de la otra el mar Mediterráneo y el río de Guadalete, que son dos aguas dulces por donde vienen grandes navíos, es lugar más conveniente que otros que nosotros sepamos ni de que oyésemos hablar para hacer noble ciudad. Toda una declaración de principios del monarca a un lugar que bien conoció y por el que sintió verdadero afecto. Fue la última carta-puebla que en vida firmó.

islacartare8_2_puertosantamariaEn el gráfico de la izquierda, localizaciones de las 13 alquerías andalusíes en el término portuense. En verde, la aldea de Al-Qanatir.

La definitiva conquista y repoblación alfonsí de las aldeas andalusíes que poblaron las tierras del actual término portuense, que fueron parte de Cádiz hasta 1272 y de las que hicimos memoria en anteriores entregas (ver nótulas 2.294 y 2.308 en Gente del Puerto), se llevó a cabo en 1264, salvo las casas y solares de Al-Qanatir, que serían repartidas en 1268 a 300 repobladores. Pero al paso de nueve años, en septiembre de 1277, la recién poblada villa de Santa María del Puerto fue atacada y asolada por huestes benimerines procedentes del norte de África, al mando de Abu Yusuf Yaqub, hijo del emir meriní.

Tras la desolación, el rey decidió en 1281 avivar en la carta-puebla una nueva repoblación y marcar las bases económicas para el desarrollo de la villa, otorgando concesiones y privilegios a quienes se asentaran en su solar –extranjeros incluidos- y eximiéndoles del pago de impuestos. También se fijó su gobierno bajo la autoridad de alcaldes de la villa y del mar y un juez, se marcó su término municipal –grosso modo el actual- y, entre otras reglas, para el correcto abastecimiento de la población se establecieron mercados los miércoles y sábados y ferias a celebrar al comienzo de la Cuaresma y en octubre.

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Alfonso X el Sabio representado en las Cantigas de Santa María, en su corte.

Otros privilegios otorgaría el monarca en marzo de 1283 –un año antes de fallecer-, con el Guadalete como principal activo del porvenir de la población:Por hacer bien y merced a los pobladores del Puerto de Santa María, y porque se pueble mejor el lugar, tengo por bien que todos los bajeles cargados que pasaren por el río de Guadalete para ir a Xerés que se descargue y el tercio, también de vianda como de madera o de otras cosas que ellos mester hubieren”; “mando a todos los marineros mercaderes que por í pasaren que descarguen y el tercio de lo que llevaren en sus bajeles, y que lo vendan y también de vianda como de las otras cosas.

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Figuración de un barco del siglo XIII en las Cantigas.

Ciertamente, en el río y por el mar le llegó al Gran Puerto de Santa María –como Alfonso X también tituló a la población- el esplendor comercial que conoció la villa durante toda la Baja Edad Media y la Edad Moderna. Pero los pilares de su desarrollo –el aceite, trigo y vino de su fértil campiña, las vías comerciales abiertas y conocidas de antiguo, los avezados marineros, pescadores y carpinteros de ribera, la imprescindible sal de sus inmensas salinas, la piedra de las canteras de San Cristóbal, el agua de los manantiales de La Piedad…- se cimentaron mucho tiempo atrás.

LA ANDALUSÍ AL-QANATIR

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Inscripciones islámicas sobre mármol de Al-Qanatir.

Fue Santa María del Puerto heredera de la alquería andalusí que ya en el siglo X, en tiempos del próspero califato de Córdoba (929-1031), se había establecido en la ribera del wadi Lakka, dependiente en su fiscalidad y administración de Saris (Jerez), la capital de la cora de Sidonia hasta la conquista castellana. A su vez, Al-Qanatir fue sucesora del Portus Gaditanus que Balbo el Menor fundó a fines del siglo I a.C. y del Portum tardorromano y bizantino (ver nótula núm. 2.000 de Gente del Puerto). Su ubicación a orilla del Guadalete y de la bahía de Cádiz, estratégico puerto de comunicación entre continentes, propició que Al-Qanatir fuera la única alquería de las trece que existieron en el término portuense que ha perdurado hasta nuestros días.

Del urbanismo de la alquería andalusí destacaremos aquí y ahora dos elementos arquitectónicos: su muralla y la mezquita, de las que a continuación haremos memoria.

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La cimentación de la muralla excavada en Ricardo Alcón en 1993. /Museo Municipal.

LA MURALLA ALMOHADE.

En 1993, el Museo Municipal excavó en linde a la calle Ricardo Alcón (hoy Centro de Salud ‘Federico Rubio’) un tramo de la cimentación de la muralla (14 m de largo por 2’5 m de anchura) que circundó Al-Qanatir, y a ella adosada al exterior una torre defensiva (4’5 m x 2’5 m). La muralla, construida en sus paramentos con piedra arenisca y ostionera y al interior de mortero de cal y arena con guijarros y fragmentos de ladrillos, ha de datarse, según informaron arqueólogos medievalistas, en algún momento del periodo en que los almohades dominaron al-Andalus durante cuatro décadas (1172-1212), coetánea a la Giralda de Sevilla.

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Dibujo de planta de la cimentación de la muralla excavada en Ricardo Alcón en 1993 y su planta en dibujo. / Museo Municipal.

Este lienzo exhumado y otros eran conocidos de antiguo. De hecho, en el Libro del Repartimiento alfonsí (1268) se mencionan –con la voz de pared y paredes- en varias partidas del reparto, mencionándose el frente de la muralla donde se excavó en éstas: Comiença otra tabla de fuera del valladar e de la cárcava, del majuelo de Pero Ganzana fasta el cabo [extremo, esquina] de las paredes.”; otra tabla “cerca la noria en los espinos, de los solares que están en las espaldas de la casa de Pero Ganzana, la carrera del pozo en medio, de parte de Xerez, en el prado, como van al pozo hasta la pared que está levantada.”; y “Copo la punta entre las dos carreras en cabo del valladar del majuelo de Pero Ganzana con el corral y el figar, que está de fuera del valladar, y con los dos de dentro de las paredes sobre sí, que son cuatro solares para cuatro moradores, para hacer casas

Esa cárcava citada era el curso de agua que documentos de comienzos de la Edad Moderna llamaban arroyo de la Zangarriana, que transcurría –y aún transcurre en el subsuelo- desde su nacimiento en la finca El Caracol del cerro de la Belleza, a cuyo pie se asienta la ciudad. Y es preciso el documento alfonsí, porque una cárcava más que un arroyo debió ser el aspecto que presentaría su cauce en tiempos de fuertes lluvias, un torrente de agua bajando por la hoy calle Ganado para desaguar, por la plaza de la Herrería, en el Guadalete. Esta vía fluvial –una frontera natural- determinó el trazado urbano –su límite norte– de las villas andalusí y cristiana, y también la del Puerto Gaditano. En 1735 se procedió a canalizar su curso bajo tierra en la obra, reformada en varias ocasiones, que llamaron Caño de la Villa.

islacartare9_8_puertosantamariaEn la imagen de la izquierda, el Caño de la Villa, antiguo curso del arroyo de la Zangarriana, cuando apareció al hacerse obras en los 60 frente a la plaza de la Herrería. / Foto, Archivo Municipal.

La presencia de la muralla medieval en Ricardo Alcón –la antigua calle del Muro y de la Tripería (por el Matadero público que aquí existió hasta 1699, con acceso desde Ganado)- se puede rastrear en el Archivo Municipal. Así, el Cabildo acordó en 1641 “reparar el muro de la calle de la Tripería” (empleándose en ello diez carretadas de cantillos, nueve de ripios, arena y ocho cahíces de cal). Y en 1698, un vecino adquirió al municipio el solar para edificar en él: “se aplican 200 reales que dio Juan Rendón, por un pedazo de sitio y muralla propio de la ciudad en la calle de la Tripería, linde de sus casas.” Lienzo de muralla que aún era visible en 1764, según anotó el historiador Anselmo Ruiz de Cortázar, y subsistía en 1880, en testimonio de Joaquín Medinilla: “todavía se conservan restos de estas murallas en la calle Jesús de los Milagros casa sin número junto al uno [frente a la plaza de la Herrería], y en la del Correo, antes Muro, en la casa donde están los graneros del señor Camacho”; inmueble éste, más abajo del tramo excavado, entre Nevería y Larga, donde ciertamente se conserva en 2’5 metros de altura el lienzo de la muralla, como muy probablemente suceda en otros inmuebles en todo el perímetro de su recorrido, enmascarados bajo la cal y los repellados de las fachadas.

Es singular la mención en el Libro del reparto en dos partidas a cruces dispuestas en las paredes de la muralla: otra tabla como van al Pozo Santo, hay calle hasta la pared, que está la cruz en el canto (en un ángulo o esquina de la muralla); “…hasta la plazuela otra, donde está una cruz en la pared”. Cruces que parecen marcar la sacralización, desde los primeros momentos de la ocupación cristiana de Al-Qanatir, de una construcción –el cerco de la villa- levantada por moros.

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Reconstrucción ideal de Santa María del Puerto a fines del siglo XIII, con el recorrido de la cerca y el arroyo de la Zangarriana (que en castellano viejo es decir de la Tristeza o, en su acepción andaluza, de la Borrachera).

...continúa leyendo "2.324. DE AL-QANATIR AL PUERTO. 733 Aniversario de la Fundación de El Gran Puerto de Santa María. Isla Cartare (VIII)."

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El puente colgante de San Alejandro en 1867, fotografiado por Jean Laurent. Biblioteca Nacional de España.

Mal acabó el año 1839 para El Puerto. El 1 de diciembre, el puente de barcas de San Alejandro, el que se construyó a iniciativa del Capitán General Alejandro O’Reilly sesenta años atrás, se desplomó y la corriente del río se lo llevó. Pero para día aciago, el de su inauguración, el 14 de febrero de 1779, cuando la aglomeración de gentes sobre el puente fue tal que provocó que las compuertas móviles cedieran y se precipitaran al río numerosas personas, falleciendo 115.

De inmediato, el Ayuntamiento comenzó a gestionar la cons­trucción de un nuevo puente en el mismo lugar, decantándose en marzo de 1840 por el proyecto de un puente colgante que tenía presentado al Gobierno de la nación el francés Jules Seguin, aunque las obras se retrasaron varios años.

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Los hermanos Jules Seguin (1796-1868) y Marc Seguin (1786-1875), artífices de los puente de San Alejandro y San Pedro.

Era Jules Seguin empresario y hermano del prestigioso ingeniero francés Marc Seguin, el inventor en 1824 de los puentes colgantes suspendidos de cables de acero y también de la caldera tubular, entregada a la industria en 1827 y aplicada a la primera locomotora de Stephenson. Su ingenio le venía de familia: era sobrino de los hermanos Montgolfier, los inventores del globo aerostático.

El nuevo puente que sustituyó al de barcas –todo un alarde técnico para la época-, se conformó con un tablero de madera (95 metros de largo por 6’40 m) suspendido de cables que pendían de cuatro cilindros de fundición y retenidos a otros tantos pozos de amarra. Para su construcción se aprovecharon las calzadas de acceso y los estribos del puente de barcas. La obra la ejecutó la empresa de Jules Seguin, previéndose sufragar su coste con la reimplantación durante treinta años de un antiguo arbitrio de carreteras, debiendo pagar el Ayuntamiento como rédito anual 12.178 reales. Luego su propiedad quedaría en manos del Estado por situarse el puente en el tránsito de una carretera nacional de primer orden.

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Litografía del puente y la Ribera de 1864, de la ‘Guía del viagero por el Ferrocarril de Sevilla a Cádiz’, de Eduardo Antón Rodríguez.

Se inauguró el 18 de enero de 1846, a partir de las dos de la tarde. El programa de actos quedó fijado con el boato propio de la época… la presencia de las autoridades, los invitados y el clero portando la Cruz Parroquial; la música de dos bandas militares, situadas a cada extremo del puente; su bendición por el Vicario y la entonación del tedeum; la salva de la Brigada de Artillería dispuesta del lado del arrecife de Puerto Real; de nuevo las músicas militares; y el puente adornado con vistosas guirnaldas y banderas para marcar tan señalado día, pues el puente era la única vía de acceso terrestre a Cádiz y a las demás poblaciones de la bahía. Cinco meses después, el 30 de junio de 1846, también según proyecto de Marcos Seguin, quedó inaugurado otro puente colgante sobre el río San Pedro (que se hundió a fines de 1880, tres años después de hacerlo el de San Alejan­dro).

SE VEÍA VENIR…

Pese a los alardes técnicos empleados, el nuevo puente de San Alejandro (si los romanos levantaran la cabeza) no tendría una larga vida: a los 31 años de construirse se vino abajo. Según refleja la documentación conservada en el Archivo Municipal, era algo que se veía venir hacía años…

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Lámina del puente en 1864.A su lado, un pequeño astillero, lugar donde entonces se permitía bañarse a las mujeres –sólo a las mujeres- de noche.  

En mayo de 1855 el alcalde portuense elevó un oficio al gobernador civil de la provincia solicitando que se verificara un reconocimiento del puente (no realizado desde su inaugura­ción), especialmente en los cables no visibles de los pozos de amarra, pues se contaba con el antecedente reciente de cuando se tuvo que descolgar el tablero del puente del San Pedro para efectuar algunas reparaciones, se comprobó que los cables de suspensión embutidos en sus muros de mampostería tenían cortados las tres cuartas partes de los hilos. A tal requerimiento, el gobernador dispuso que pasase a inspeccionarlo el Ingeniero civil de la provincia, pero éste contestó que el alcalde tenía excesivo celo e incurría en un acto de injerencia y desconfianza al ser a él a quien correspondía juzgar si era necesario o no reconocer su estado. Al mes siguiente, el Ayuntamiento reiteró al gobierno civil lo solicitado, pero no consta que se obtuviera respuesta. Días antes, un dictamen de los síndicos portuenses recordaba que por Real Orden de 25-XII-1843, mientras no concluyese la concesión del puente a la empresa constructora, ésta tenía la obligación, no cumplida, de mantenerlo en buenas condiciones, teniendo que pintar la madera y los hierros al menos una vez cada tres años, y recomponerlos o reemplazarlos cuando lo exigiese la seguridad del tránsito, al igual que los cables de suspensión y retención que se rompieran. Otros intentos para reconocer el estado de conservación del puente se repitieron con el tiempo, pero siempre en vano. En julio de 1858 ardió el tablero en su totalidad, posteriormente repuesto a costa del Estado

Pasaron los años. En noviembre de 1873, la comisión de Obras Públicas del Ayuntamiento, aun a sabiendas de que no era asunto de sus atribuciones, pasó a reconocerlo. Se encontraron las maderas del pavimento podridas, así como la mayor parte de las transversales sobre las que descansaban, no siéndoles posible comprobar las amarras por encontrarse los pozos en que se sujeta­ban cubiertos de agua; días antes, el guarda del puente vio en ellos pedazos de alambres podridos. Y así, de momento, quedaron las cosas.

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Imagen captada en mayo de 1877, mientras el puente se reparaba, poco antes de derrumbarse. / Foto, colección de Manuel Pacheco Albalate.

…Y SE CAYÓ

El 15 de mayo de 1877, de uno de los pozos de amarra se safó uno de los cables o calabrotes (cabo grueso de 9 cordones corchados de izquierda a derecha, en grupos de 3 y en sentido contrario al reunirlos) que sostenían el tablero. Como precau­ción, se cerraron los accesos al puente con vallas y se reali­zaron algunas reparaciones menores. Entonces fue cuando se captó la imagen adjunta, en la que se observa a un operario encaramado a horcajadas a uno de los calabrotes, comprobando su estado o reparándolo. No pierda el detalle de la escalera por la que subió.

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Una vez venido abajo, aún con algunos cables de acero colgando. Fotografía de J. Laurent, 1879.

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Composición del puente derribado a partir de otra instantánea de Laurent, 1879.

El 2 de octubre, al paso de un carro cargado con losas de Tarifa que conducía el portorrealeño Diego Carrera, se asti­llaron completamente dos vigas madre del pavimento, hasta que definiti­vamente, el 16 de noviembre de aquel 1877, a las cuatro y media de la tarde, cuando cruzaban el puente en dirección a Puerto Real tres carros sin carga tirados por tres mulas cada uno, se desprendieron de sus amarras los tres calabrotes que colgaban del lado izquierdo de la orilla de la otra banda; los que (en la foto) revisaba el operario. Bestias y arrieros se precipitaron al río, resultando tan sólo herido leve uno de los arrieros, Manuel Romero. Como remedio provisional, se construyó una barca de pasaje, arrendada para su explotación a Francisco Vaca, y se habilitaron en ambas orillas sendos muelles.

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El puente de hierro de San Alejandro (1884-1977) desde ‘la otra banda’. En la orilla, el espacio que ocupó el pequeño carenero que en 1906 estableció José María Ponce. (Ver nótula núm. 2.311 en Gente del Puerto).

Y al colgante le sucedió el tercer puente de San Alejandro, el de hierro, que se construyó, con diseño del ingeniero Emilio Iznardi, en 1884 y fue desmontado, salvo sus pilas, que siguen aflorando en el río, en 1977. Justo un siglo después de que se hundiera, por dejación de las autoridades competentes, el colgante. / Texto: Enrique Pérez Fernández.

El varadero de los Hermanos Pastrana que en 1954 se estableció en Pozos Dulces (ver nótula 713 de Gente del Puerto) tuvo un antecedente medio siglo antes, justo enfrente, en la otra orilla.

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Entre los puentes del Guadalete, el carenero de José María Ponce. / Foto, Centro Municipal de Patrimonio Histórico.

Fue en febrero de 1906 cuando José María Ponce Pérez presentó un proyecto a la Jefatura de Obras Públicas de la Provincia (presupuestado en 600 pesetas) con el fin de habilitar un modestísimo carenero “para la gente trabajadora” –decía en su solicitud- dedicado a la reparación de embarcaciones menores y ‘parejas’, a emplazar en la orilla limitada entre el puente de hierro de San Alejandro (1884) y el del Ferrocarril (1862), en los 37 metros existentes entre ambos y 30 m adentro a contar desde la línea de plea­mar.

La obra a ejecutar era un pequeño muelle sobre estacas de madera, una calzada de madera donde varar las embarcaciones, una palizada (defensa de estacas) para protegerlo de las aguas y una caseta de madera para taller y almacén de las herramientas. Posteriormente, según refleja la foto primera de esta nótula, se levantó otra caseta, lindera al puente, de mampostería. No sé cuándo comenzó a funcionar ni cuándo cerró el carenero, pero consta que fue en junio de 1908 cuando el Ingeniero Jefe de la provincia fijó sus tarifas.

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Imagen del 29 de agosto de 1930, primeras regatas organizadas por el recién fundado Club Náutico, junto a sus instalaciones. Al fondo, el transbordador de sal de La Tapa y a la izquierda la caseta eléctrica del Guadebro. / Foto, Autoridad Portuaria en copia del CMPH.

En su proyecto Ponce dio cuenta de su intención, aunque fue en vano, de establecer junto al carenero, al otro lado del puente de San Alejandro, una “industria del automovilismo náutico”, iniciativa que de haberse llevado a cabo hubiese sido una de las primeras creadas en España. Al paso de los años, en julio de 1930, quedaron inauguradas, en el terreno que pretendió Ponce, las primeras instalaciones del Club Náutico.

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El espacio inmediato al Náutico, junto al puente, acogió, al menos a mediados del siglo XIX, un pequeño astillero, como refleja la lámina de 1864 y consta en unos edictos de alcaldía en los que se permitía a las mujeres -no a los hombres- bañarse de noche, sólo de noche, junto al estribo del puente -el colgante- de la parte del Coto, “en el sitio de el Astillero” (1850), “donde se está construyendo el bergantín” (1854). / Texto: Enrique Pérez Fernández.

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Estos días pasados le han ‘lavado la cara’ parcialmente a la fachada de la Casa de la Munición, el singular edificio que divide la Ribera del Río de la del Marisco y que es el escaparate de entrada por Pozos Dulces al casco histórico. Pero yo, que ando frecuentemente por ahí y sabiendo que las estructuras interiores del edificio están mal, por si acaso, paso por la acera de enfrente, porque este histórico inmueble –como tantos otros- necesita más que un chapú, que sólo enmascara su lamentable estado.

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Frente a esta casa, por la Ribera del Río, nació Luis del Pino Robles, conocido como Luis 'el de los huevos' (ver nótula núm. 203 en Gente del Puerto).

La Casa de la Munición o de la Provisión se construyó en 1781 –dos años después de levantarse enfrente el puente de barcas de San Alejandro- para servir de almacén de víveres para las tropas acantonadas en la ciudad, en los cuarteles de la plaza del Polvorista y en el del Alamillo, junto a la Plaza de Toros. Para su uso exclusivo, pero se conoce que al año siguiente, en 1782 y a petición de Juan Pérez de Mena, arrendador de las rentas de los arbitrios municipales, se formó un auto contra Tomás de Goyechea, administrador de la Provisión, para “que no consienta que por el muelle al pie de la casa de la Provisión embarque o desembarque géneros de dueños particulares, pues la ciudad tiene para ello el muelle de madera y surtidas bajas [en la plaza de la Pescadería y aledaños], ya que éste es sólo para la provisión”; hecho que ocultaba, como venía siendo habitual, la ‘picaresca’ de evitar el pago de los aranceles fijados sobre los géneros y productos embarcados y desembarcados en el río.

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Se levantó el inmueble militar junto a una pequeña ensenada que la corriente del río formó de antiguo, orillada en los portales de la ribera, los que, según escribió en 1764 Anselmo J. Ruiz de Cortázar “sirven de no menor utilidad que hermosura los portales que se registran inmediatos a la orilla del río a cuyo amparo trabajan los calafates en la carena de las embarcaciones y pescadores en el aderezo de sus redes.” Lugar donde existió, frente a la calle Chanca, el humilladero conocido como Cruz de los Calafates, sufragado por el gremio de los carpinteros de ribera que de siglos atrás aquí habitaban y trabajaban.

federeicorubiogali___puertosantamariaY para el particular uso de los militares se levantó el referido muelle, de madera sobre pilotes, el que al paso de los años Federico Rubio (1827-1902) mencionó en sus Memorias recordando una travesura que de niño vivió en el río, en 1840, que a punto estuvo de costarle la vida. De su testimonio extraigo estos fragmentos: “El lugar de mi partida fue como a mitad de la distancia que media entre el puente [el de barcas] y un almacén que hay a la derecha, construido sobre pilotes, y que tiene a modo de un muellecito, que el río cubre en las crecientes y lame en las menguantes.

Cuando dueño de mí quise ganar el trecho perdido, hallábame como a dos cuerpos de edificio más allá del almacén. Tomar la orilla fangosa en el punto más próximo y seguir por ella a pie hasta el lugar de mis vestidos, era imposible; adelantar a nado, más imposible aún. […]

Lacerado cual se puede suponer, casi exhausto, llegué al punto donde, sobresaliendo el muelle del almacén, vi cortada mi carrera de caimán o de hipopótamo. Era preciso volver a convertirse en pez. Empresa vana: el cansancio extremado, el río veloz en opuesto sentido, hacíanme retroceder lo avanzado con tan penoso arrastre. Tenté a ver si agarrándome a las junturas de los cantos de la construcción podía pasar; y ¡oh, ventura!, casi a nivel de agua toqué, una magnífica hilera de estacas o defensa de pilotes que corrían por todo lo largo de la pared [estacada que se recompuso en 1854]. Ganada ya la última estaca, volví a nadar sobre la orilla; y fuese porque el estribo del puente cortase la fuerza de las aguas, fuese por haber terminado la bajamar, vi que adelantaba regularmente y sin obstáculos que vencer.”

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La fachada de la casa que da a la Ribera del Marisco, en 2012, el año del Bicentenario de las Cortes de Cádiz.

La ensenada del muelle de la Munición subsistió hasta que en 1873 comenzó a cegarse para construir una muralla de encauzamiento del río entre el puente colgante de San Alejandro y la plaza de la Herrería (138 años después de la que se levantó –en 1735- desde las Galeras a la Herrería).

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En este espacio inmediato a la Munición, cuando el río no estaba canalizado, sus aguas, durante las crecidas, golpeaban las fachadas de las viviendas situadas en primera línea. Así, en 1622, los franciscanos descalzos del convento de San Antonio de Padua, ubicado hacía dos años en la esquina de la calle Sardinería (hoy Javier de Burgos), decidieron trasladarlo de lugar (a la hoy plaza Peral), entre otros motivos y según alegaron, “por tener de la una parte el río de Guadalete que llega hasta las paredes de la dicha casa cuando crece el agua”.

Pero los trabajos de la nueva muralla comenzada en 1873 –por eso de que las cosas de palacio siempre fueron despacio y las del ayuntamiento más lento-, desde su inicio estuvieron cuajados de problemas técnicos, financieros y burocráticos, fueron paralizados en varias ocasiones y repetidamente motivaron la crispación en la ciudad, no culminándose las obras hasta fines de 1884, once años después de iniciarse.

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Con todo, el resultado dejó mucho que desear, por lo que de inmediato fue preciso acometer nuevas obras –conocidas en la época como ‘la Canalización’- que se prolongaron hasta 1895 (otros once años más), cuando el entorno del muelle y de la Casa de la Munición quedó definitivamente habilitado con la fundación del Parque Calderón. / Texto: Enrique Pérez Fernández. /Fotos: C.M.P.H.

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infantaluisafernandadeborbon_puertosantamariaHace unos días se cumplió el 166º aniversario de la visita y estancia de cuatro días de la Infanta María Luisa Fernanda a nuestra Ciudad, una pequeña efeméride de la historia local que vamos a contar para aquellos que no la conozcan. En la fecha que nos vamos referir, noviembre de 1848, hacía 16 años que, tanto sus tíos los Infantes Francisco de Paula Antonio y su esposa Luisa Carlota de Borbón como su primo y cuñado, el rey consorte Francisco de Asís habían abandonado El Puerto, tras pasar todo el verano y bañarse en el río. Ella, que en la fecha que hemos referido, 1832, tenía tan solo unos pocos meses de vida, hacía dos años que había contraído matrimonio en Madríd con Antonio María de Orleans, en una “ceremonia dúplex”, celebrada en el Salón del Trono del Palacio Real, pues se casó también su hermana, Isabel II, con su primo Francisco de Asís de Borbón y Borbón-Dos Sicilias. Vivian en el Palacio de San Telmo, en Sevilla. /En la imagen de la izquierda, la infanta Luisa Fernanda de Borbón. Óleo de Federico Madrazo. Año 1847, un año antes de su estancia en El Puerto. Museo Romántico de Madrid. Reproducción de R. Puig.

En la primavera de 1848 los Duques de Montpensier mostraron su deseo de visitar El Puerto de Santa María, dirigiéndose el jefe de su Casa a las autoridades municipales para organizar la estancia oficial en la ciudad de Dª María Luisa Fernanda de Borbón, hermana de Isabel II, Infanta de España por tanto, hija de Fernando VII y de María Luisa de Borbón Dos Sicilia, conocida como María Luisa de Nápoles, a la que acompañaría su esposo, el Duque de Montpensier. En el municipio la noticia fue bien acogida, teniendo relativamente reciente el precedente de la estancia de su hermano menor, el Infante Francisco de Paula Antonio, su esposa Luisa Carlota y varios de sus hijos, en 1832, como antes apuntamos. Y a efectos prácticos, el ayuntamiento nombró una comisión que se ocupara de organizar, además del alojamiento, la intendencia necesaria para los cuatro días que duraría la visita de los duques y sus acompañantes y un programa de actos adecuado a la categoría de los huéspedes.

casacallelarga_-PuertosantamariaLa comisión inició de inmediato sus actividades, dirigiéndose a los administradores o responsables de diversos edificios públicos para que procediesen al blanqueo y adecentamiento de sus fachadas, a la capitanía de marina solicitándoles las banderas que tuviesen en existencia en los almacenes del arsenal de Las Carraca y la de los buques que estuviesen en carena, convocando una reunión con el empresario taurino para determinar las “funciones de toros”, alertando a la banda música para que am- pliasen su repertorio y solicitando por escrito a don Francisco Javier García de Velasco ofreciese su casa de calle Larga para el hospedaje de los Infantes. /El inmueble escogido, hoy sede de  la Delegación Territorial de Hacienda, en la calle Larga.

Realmente nos ha extrañado la elección de este inmueble, la casa número 123 antiguo y 76 moderno, edifico que alberga actualmente las oficinas de la delegación de Hacienda, casa de 263 metros cuadrados de superficie y dos plantas, que en aquella época tenía 6 habitaciones y cochera en el bajo y diez habitaciones en la planta alta, considerando la gran cantidad de inmuebles existentes en esa misma calle, de mayor capacidad e instalaciones. Pero esta fue, sin duda, la primera opción que barajó la comisión, tal como consta en el escrito que remitieron a su propietario con fecha 10 de junio de 1848. La única explicación que encontramos a esta decisión es que la casa no estuviese ocupada, salvo temporadas, por la familia de este ilustre anciano que en esa fecha tenía 73 años. Era Caballero Supernumerario de la Orden de Carlos III y Maestrante de la de Ronda y tenía su residencia habitual, desde 1825 en Alcalá de los Gazules. La respuesta negativa fue inmediata, dirigiéndose entonces, con fecha 14 de junio a Juan José Zapata, residente en Arcos que tenía arrendada la casa número 4 de calle Ganado, un enorme caserón situado en donde actualmente están el colegio de Nuestra Señora de la Merced y la escuadra de la calle Doctor Muñoz Seca. A vuelta de correos el Sr. Zapata escribió negando la cesión, indicando que el inmueble no estaba desocupado y que la necesitaba para su esposa enferma.

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Arco triunfal instalado en honor de Isabel II, años mas tarde a esta visita, que bien pudo ser similar al que se levantó para la visita de la infanta Luisa Fernanda.

La comisión proponía, asimismo, saliesen a recibir a los ilustres huéspedes al termino de esta ciudad con la de Sanlúcar y “que se elevase un arco triunfal a la entrada de San Juan, con un asta y su bandera nacional y música militar colocada en dicha plaza que toque a su llegada” así como la colocación de banderas en ventanas bajas y colgaduras en los balcones por todo el trayecto, es decir, las calles San Juan, Luna y Larga, hasta el alojamiento de SS.AA. “y que se adornen los palcos de la plaza de toros y teatro sin que falten los refrescos de toda clase en uno y otro lugar” sin olvidar una iluminación especial y extraordinaria de los paseos públicos en los días que durase la estancia. Los gastos previstos se tasaron en 27.600 reales de vellón. De esta cantidad el ayuntamiento aportaría 3.000 reales, abriéndose una suscripción voluntaria entre los demás miembros de la corporación y el colectivo de comerciantes a los que especialmente les beneficiara la visita: extractores y al- macenistas de vinos, panaderos, mercaderes de ropa, etcétera…
El 18 de junio anunciaron que habían pospuesto el viaje (posiblemente por el estado de gestación de la Infanta, que debía estar de cinco meses en esa fecha) y el 2 de noviembre de ese mismo año volvieron a anunciar la visita para el 13 de ese mes. Volvió a formarse una nueva comisión, en esta ocasión mixta, formada por los munícipes Rodríguez de Guillén, Críspulo Martínez, García Valdeavellano y los comerciantes Carlos Carrera, Luis Urruela, José Antonio O’Neale y José Delgado. En vista de lo anteriormente ocurrido, el propio Sr. Alcalde Corregidor tuvo el detalle de ofrecer su casa de la plaza de la Iglesia para el hospedaje de SS.AA. El arco que habían preparado para el verano se instaló en la entrada de San Juan, se exornaron los edificios públicos, programándose funciones de teatro, se dotó de iluminación especial la plaza de la iglesia y los puentes de San Alejandro y San Pedro y se empavesaron los barcos surtos en el río. Del coto de Valdelagrana se trajeron cinco carretadas de lentisco para adorno de las plataformas y tablados instaladas en los paseos para las dos bandas de música que actuarían esos días: la del Regimiento de León y la del cuerpo de Artillería. Finalmente, para acompañar a SS.AA. y séquito en sus desplazamientos y velar por su seguridad. Desde Jerez llegaron dos compañías de Infantería y cincuenta caballos.

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El Libro del Repartimiento de El Puerto, donde se recogen los nombres y propiedades de los primeros repobladores. / Foto, Centro de Patrimonio Histórico.

El año 1264 marcó para El Puerto el fin de una época y el comienzo de la historia de la ciudad que hoy habitamos. Fue entonces cuando nuestro entorno geográfico –la bahía y las campiñas gaditanas- definitivamente pasaron a manos castellanas a raíz del sometimiento de las poblaciones hispanomusulmanas por las tropas de Alfonso X. (Este año se han cumplido 750 de aquel decisivo acontecimiento.)

Hasta la conquista alfonsí, trece eran las pequeñas aldeas o alquerías (del árabe al-qarya) que se distribuían por el actual término municipal. De la existencia de estos núcleos rurales diseminados se tiene constancia por la arqueología y por el Libro del Repartimiento, esa joya histórica que se conserva y custodia en el Archivo Municipal, en una copia de fines del siglo XIII.

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Localizaciones de las aldeas andalusíes en el término portuense. En verde, las que se rememoran en esta nótula.

En 1268 se procedió al reparto de las casas y tierras de las alquerías –incluida la recién fundada Santa María del Puerto, la sucesora de la andalusí Al-Qanatir- a repobladores procedentes de tierras castellanas, en mayor número de la cornisa Cantábrica. Recoge el Libro una interesante información para conocer algunos pormenores de las alquerías: los nombres con los que las bautizaron los castellanos, en algunos casos de origen mozárabe; la mención a inmuebles andalusíes: los palacios grandes, torres defensivas, corrales, pozos…; los caminos que enlazaban las aldeas, así como los nombres y procedencias de los repobladores cristianos y las superficies de las tierras que les entregaron para su explotación agrícola.

Cuándo se fundaron las alquerías es cuestión que se desconoce. No obstante, la presencia musulmana en tierra portuense se remonta a los primeros tiempos de su entrada en la Península. En Doña Blanca se han excavado los materiales culturales islámicos más antiguos de la provincia, incluyendo alguna moneda del siglo VIII. El enfrentamiento armado que abrió las puertas de Hispania a los musulmanes se libró en el Guadalete. Y en el entorno de Doña Blanca y la falda sur de la Sierra de San Cristóbal se estableció la primera capital de la provincia o cora (unidad territorial político-administrativa) de Siduna, entre los años 743 y 845, cuando fuerzas normandas la atacaron y desolaron. De esto viene escribiendo en los últimos años nuestro amigo Miguel Ángel Borrego, excelente arabista jerezano que está abriendo nuevos caminos de investigación sobre la verdadera realidad histórica del Islam en nuestra tierra. Pero de este importante núcleo histórico andalusí de Siduna –la cristiana Sidueña- escribiremos en otra entrega de esta serie, al tratar de la Sierra de San Cristóbal.

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Almenas del Castillo de las Ánimas en 1986, pocos antes de su desaparición. / Foto, Juan José López Amador.

En ésta y la próxima nótula toca escribir de las alquerías que se ubicaron en la campiña, probablemente fundadas a partir del siglo X, en tiempos del próspero califato de Córdoba (929-1031) y al tiempo que nació la alquería de Al-Qanatir (de la que escribiremos dentro de dos entregas). De la de Casarejos, situada en la boca del arroyo Salado de Rota, ya lo hicimos en la nótula 2.231 de Gente del Puerto. Los nombres de las restantes que se repoblaron en 1268 eran Grañina, Campix, Fontanina, Poblanina, Finojera, Bayna, Villarana, Bollullos, Machar Grasul y Machar Tamarit.

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Entrada principal y parte trasera del Castillo de las Ánimas, hacia el camino de Campín. Aunque se reconstruyó en 1857, sus estructuras originales datan de los tiempos de la alquería de Grañina. / Foto, J.J.L.A.

Los abajo firmantes, en compañía de José Ignacio Delgado ‘Nani’ y José Antonio Ruiz, en la década de los 80, con el Libro del Repartimiento y la toponimia como norte y guía y las prospecciones arqueológicas como método, localizamos sobre el terreno los enclaves que ocuparon aquellas viejas alquerías en la campiña, la mayor parte situadas próximas al curso del arroyo Salado de Rota y, en número de cinco, en el entorno de la laguna del Gallo; espacios, como ya escribimos, que fueron habitados por sucesivas poblaciones desde la Edad del Cobre (hace unos 4.500 años) y sin solución de continuidad en algunos de los asentamientos hasta comienzos de la romanización, a fines del siglo II antes de Cristo, cuando Roma comenzó a imponer otra organización del territorio con la explotación intensiva de las tierras –vino, aceite y cereales- desde las villae (antecedentes de los cortijos). Desaparecieron entonces las últimas aldeas (turdetanas), hasta que renacieron al paso de los siglos, bajo el poder del Islam.

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Fotografía aérea de Grañina y Grañinilla, con la toponimia en torno a los yacimientos y su correspondencia con los hitos mencionados en el Libro del Repartimiento.

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Según se infiere del Libro del Repartimiento y de las prospecciones arqueológicas, la alquería de Grañina debió de ser, con la inmediata de Campix, la población andalusí más importante de cuantas se distribuían por la campiña portuense; y con ellas, Al-Qanatir en la desembocadura del Guadalete y Casarejos en la del Salado.

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Detalle del recuadro de la imagen anterior del entorno de Grañinilla y la situación de las estructuras exhumadas en las excavaciones de Pocito Chico.

Era Grañina una población dividida en dos áreas separadas por un espacio exento de construcciones: la menor, que el documento llama Grañinilla, al pie de la laguna del Gallo –en las salinas, dice el documento-, de cuyos restos se exhumaron en 1998, al excavarse el yacimiento de Pocito Chico, viviendas, una fragua y silos (ver nótula 2.259 en Gente del Puerto). En uno de éstos se hallaron dos dírhams de plata del siglo X (califales) y otra interesantísima moneda (conocida y publicada por los mejores especialistas en numismática musulmana),

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un fals de bronce de la serie nafaqa acuñada probablemente en Tánger hacia los años 709-711 y seguramente traída por algún soldado que participó en la conquista de Hispania en 711. Su aparición en un contexto del siglo X ha de entenderse como un recuerdo familiar conservado durante generaciones para rememorar el tiempo en que el Islam tomó posesión de estas tierras.

En la imagen de la izquierda, moneda de los inicios del siglo VIII (fals de bronce) excavada en un silo de Pocito Chico. / Foto, J.J.L.A.

Tenía Grañinilla, refiere el Libro, dos torres defensivas a las que se adosaban algunas casas. La sal de la laguna, que aún aflora al evaporarse sus aguas, sin duda sería un importante recurso aprovechado por la comunidad andalusí que habitó estos parajes, junto a la ganadería y la agricultura (unas 628 hectáreas se repartieron en 1268).

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Estructuras antiguas del interior del Castillo de las Ánimas una vez que comenzó su demolición. / Foto, J.J.L.A.

El hábitat principal de Grañina se encontraba enfrente, en la falda y cima del actual cerro de su nombre, en el entorno de Cuadrado y –sugerentes nombres- del Castillo de las Ánimas y Medina. Al menos otras dos torres se levantaban en Grañina, probablemente no aisladas sino formando parte de un recinto protector, que fueron repartidas a dos repobladores: “Cupo a García Pérez la torre chica, que está de parte de Grannina, con esas casas que se tienen con el corral de las vacas”; “Cupo a Juan Pérez, escribano, la torre que está de suso [arriba] con el pozo que tiene con el medio corral”. Acaso este pozo y esa torre fueron los que tuvimos ocasión de conocer en el derribado --a comienzos de los años 90-- Castillo de las Ánimas. Seguramente el mismo pozo que un documento de 1603 menciona como pozo morisco. Y por supuesto, la alquería tenía una mezquita: “Cupo la mezquita que está y con las casas que se tienen cerca de sí a la veintena de Pedro García de Argomedo.

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Excavaciones arqueológicas en Pocito Chico (Grañinilla) en 1998, exhumándose estructuras de una vivienda andalusí y un gran silo. / Foto, J.J.L.A.

Sin tener certeza de ello, creemos que la cristiana Grañina podría ser la musulmana Ghaliana que mencionan algunas fuentes árabes (Ibn Abi Zar, Ibn Jaldun…) al narrar que fue saqueada por 3.000 soldados al mando de Abu Yusuf Yaqub, hijo del emir meriní, en septiembre de 1277, cuando, tras arrasar Jerez (Saris) y su alfoz, atacaron las alquerías y fortalezas de El Puerto, Sanlúcar y Rota. Fuera Grañina o no Ghaliana, lo más probable, por su ubicación entre estas poblaciones, es que fuese atacada por las huestes benimerines, ya en el año indicado o en 1285, cuando se verificó un nuevo asalto a El Puerto y Rota.

islacartare_6_10_puertosantamariaDe ser así, pocos años disfrutaron los 76 repobladores de Grañina de sus propiedades. Pero pasadas las razias meriníes les sucedieron otros…, hasta convertirse, ya a mediados del siglo XV, en un importante núcleo agrícola en manos de potentados terratenientes: a partir de 1458, de Pedro Jiménez Camacho, que heredaría su nieto Pedro Camacho Villavicencio, al que apodaban ‘el Rico’, miembros de uno de los linajes más importantes de Jerez y de los mayores hacendados de Andalucía, dueños también, entre otras propiedades rurales, del inmenso pago de Balbaina que se extiende por las campiñas de El Puerto y Jerez. A comienzos del XVIII las de Grañina eran tierras de García José Dávila Ponce de León, I Señor de Grañina, mientras que su hijo

En la imagen de la izquierda, enterramiento andalusí en fosa de Pocito Chico: arriba, estratigrafía vertical; abajo, en planta, dispuesto el difunto en posición de decúbito lateral y el rostro mirando a La Meca. / Foto, J.J.L.A.

...continúa leyendo "2.294. LAS ALDEAS ANDALUSÍES DE LA CAMPIÑA (1). Isla Cartare (VI)"

Este trabajo fue presentado en unas Jornadas en El Puerto de Santa María,  con motivo de los 25 años de las excavaciones arqueológicas en el Castillo de Doña Blanca en el año 2004, realizado por la Junta de Andalucía y dado que aún no han sido publicadas las actas, hemos decidido publicarlo, cuando se cumplen los 35 años.

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Excavaciones de 1981.

Todo gran yacimiento arqueológico del mundo, y más de una ciudad como la que esta enterrada en Doña Blanca, cuando es iniciada su excavación e investigación comienza a poseer desde nuestra visión actual dos historias paralelas. La primera, y, naturalmente, la más importante, es la referida a las personas que durante milenios la habían habitado. La segunda en la mayoría de los casos pasa inadvertida, tal vez durante siglos, hasta que por sí misma es historia. Nos referimos a las personas que han dedicado y dedican su vida a intentar saber a través de la investigación, en cualquiera de sus formas, la manera de vivir y hasta de sentir de sus antiguos moradores. Personas que a veces sin quererlo, por la implicación y el conocimiento adquirido, pasan a formar parte indisoluble del yacimiento, cargando con la exigencia y el reclamo, muchas veces injustas, no sólo de la razón y el conocimiento, sino que también nos apoderamos del pensamiento, para juzgar lo bueno, y en la mayoría de los casos lo malo hecho por los investigadores. Sin valorar que algunas de las aportaciones realizadas son de un calado histórico de tal dimensión que sobrepasan nuestros propios conocimientos y pensamientos.

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Personal de la excavación de 1981, a la izquierda de la fotografía en pie D. Emilio Barrera, y agachado D. José Bermúdez.

Este yacimiento fue conocido desde la Antigüedad, según los datos que nos ofrecen sus investigadores en distintas publicaciones. Pero, por motivos que desconocemos no se comenzó a excavar de forma sistemática hasta 1979, aunque siempre hemos sabido que A. Schulten a mediados de los cuarenta en su busca de Tartesos tropezó con él. De boca de uno de los trabajadores que tuvimos durante años en Doña Blanca, Emilio Barrera, supimos que para ver su estratigrafía A. Schulten realizó la voladura de una zona situada al sur del yacimiento siendo visible aun el corte estratigráfico, y esto nos lo contó porque él, Emilio, participó como trabajador bajo las órdenes de A. Schulten. Con el tiempo algunos investigadores pasaron por Doña Blanca, pero fue el erudito local Ciria y Vergara quien más escribiría sobre el yacimiento y sus imponentes ruinas.

siduena-3_puertosantamaria No fue hasta que D. Diego Ruiz Mata profesor entonces de la Universidad Autónoma de Madrid, visitara y conociera el yacimiento, guiado por uno de sus alumnos, nuestro amigo D. Juan Ramón Ramírez Delgado, quien iniciara en 1979 las investigaciones sistemáticas, de las que celebramos los 25 años.

En la imagen de la izquierda, entrada a una Cueva Cantera.

El motivo que hoy nos trae [a estas Jornadas] es contar algunas de nuestras experiencias y aportaciones personales vividas durante los comienzos. Así pues, es para nosotros un honor y un orgullo participar en estas Jornadas, que celebran nada más y nada menos que los 25 años de intervenciones arqueológicas en el Castillo de Doña Blanca. Y lo es porque, precisamente, es en este yacimiento donde se nos dio la oportunidad de participar por primera vez junto a un grupo de investigadores en una excavación arqueológica. Sin duda todo gracias a nuestro profesor y amigo D. Diego Ruiz Mata, que en esta primera experiencia de 1979 y en adelante, no solo nos enseñó lo que es una excavación, los materiales, o las épocas, sino que despertó en nosotros la necesidad de aprender, la sensibilidad y el respeto para valorar y comprender la importancia de la protección de nuestro Patrimonio. Suponiendo para nosotros el comienzo de esta auténtica aventura, que ya desde que dio comienzo nuestra amistad en el año de 1969 sabíamos que llegaría.

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Grabados antropomorfo en una Cueva Cantera.

El impacto socio-cultural que sobre nuestra ciudad suponía la excavación arqueológica de Doña Blanca, año tras año, crea la ilusión por salvaguardar este Patrimonio, siendo el germen de una autentica revolución institucional respecto al Patrimonio Histórico de la ciudad de El Puerto de Santa María. Todas las fuerzas políticas que componían la corporación municipal comprendieron la importancia de estos valores, comprometiéndose en buscar procesos respetuosos para su cautela y protección, creando desde ahora y en el futuro distintos centros, que, dentro del organigrama municipal, creara modelos de recuperación, conservación e investigación de nuestro Patrimonio. Nuestra colaboración en esta primera campaña en Doña Blanca, nos proporcionó poder continuar hasta la actualidad formando parte de los nuevos organigramas, ejerciendo como trabajadores municipales desde entonces.

Son muchas las anécdotas que sucedieron durante estos primeros años de campañas de excavaciones y prospecciones, y es posible que si no las contamos en este foro nunca sean parte de la historia que, sin ser archivística o arqueológica, es una parte ya de ella.

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Interior de la denominada “Cueva de la Mujer”.

En el año 1979 curiosamente el equipo de investigación se hospedó en una vivienda cuyas ventanas daban al patio de la casa de la Marquesa de La Cándia, que varios años después se convertiría en la sede del Museo Municipal. En una cajita de cartón de color gris se guardaban aquellas piezas más significativas encontradas durante la excavación. Contenía fragmentos de cerámica que por estar decorada o pertenecer a un periodo concreto tenían una singular importancia. Nosotros la llamábamos la caja del tesoro. Por supuesto que no sabíamos que esta denominación nos traería algún que otro problema, pues una mala interpretación por algunas personas, les llevó a solicitar en compañía de su letrado sus derechos sobre el cofre del tesoro que al parecer habíamos hallado. Deshacer el entuerto fue una larga conversación no exenta de humor por nuestra parte, aunque el tema fue bastante serio. Sin duda fueron muchas las personas que visitaron el yacimiento, pero para nosotros fue inolvidable la tarde que vino D. Juan de Mata Carriazo, que además quiso que su hijo le hiciera una fotografía con nosotros, que nunca llego a nuestro poder, con la cámara de gran formato que traían. Algo que llenaba de orgullo a unos eruditos locales como éramos, o somos, y que se encontraban junto a una de las personas que realmente admiraban.

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Gran galería a cielo abierto con acceso a varias Cuevas Canteras, aprovechadas como vivienda y corral.

Una vez finalizada la campaña de 1979, el profesor D. Diego Ruiz Mata, que entonces daba clases en la Universidad Autónoma de Madrid, nos autorizó para seguir trabajando. En aquel momento el centro de operaciones se encontraba situado en la Casa de la Cultura, donde de la mano del Concejal de Cultura D. Antonio Muñoz Cuenca, de D. Enrique Bartolomé y D. Ventura Lozano, comenzamos una andadura institucional totalmente ligada al trabajo en Doña Blanca.

Como hemos dicho, con la autorización de Diego comenzamos a trabajar. Se nos hicieron unos contratos de colaboradores. Nuestra actividad consistía en prospectar el entorno de Doña Blanca, y realizar labores para la Concejalía relacionados con el Patrimonio. A través de la concejalía de cultura y de la asociación Alcanatif se realizó una larga campaña pública para salvar nuestro Patrimonio. A la vez y de manera personal nosotros comenzamos una campaña para dar a conocer las lagunas endorreicas. De pronto se nos abrió un mundo que cada vez nos absorbía más. Los edificios, las áreas medioambientales, los yacimientos arqueológicos, todo era nuevo para nosotros y todo nos interesaba y queríamos proteger. Estábamos inmersos en los cambios que en poco tiempo afectarían a nuestra ciudad. Nada mas finalizar la excavación se nos convocaba en el Ayuntamiento a reuniones que tenían como fin la creación de un museo en la ciudad.

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Uno de los registros del Acueducto de la Piedad.

En el año de 1980 comenzamos a prospectar toda la Sierra San Cristóbal. La necrópolis, que sabíamos que estaba allí, se negaba a que la viésemos, pasábamos por encima y no la descubríamos. Sí localizamos los fondos de cabañas de la Edad del Cobre de la Dehesa, y una serie de tumbas romanas, junto a Doña Blanca, tras las vaquerías de Lavi. Así mismo comenzamos a ver la verdadera importancia de las cuevas, algunas de las cuales nosotros conocíamos desde niños. Pero ahora se nos mostraba como algo sorprendente, y no solo por sus dimensiones o monumentalidad, algunas cubiertas por grabados y esculturas, o el uso como viviendas que aún tenían. Todo esto era totalmente desconocido para la mayoría de los ciudadanos. A la vez que las íbamos descubriendo, intentábamos enseñárselas al público, realizando montajes de diapositivas que exponíamos, como por ejemplo “El Puerto y su Entorno”. La gente se sorprendía de la riqueza del patrimonio de su ciudad, sensibilizado de la importancia de protegerlos.

Durante estos primeros años llevamos a cabo un seguimiento de los distintos factores que alteraban las lagunas Salada, Chica y Juncosa, así como de la fauna que la habitaba o utilizaba. Durante el día o la noche prospectábamos el exterior o interior para realizar fotografías de animales o vegetación, que enseñábamos por toda la ciudad como parte del Patrimonio. Hoy por suerte estas lagunas están protegidas y declaradas como reservas integrales.

...continúa leyendo "2.280. COMO PIONEROS POR SIDUEÑA. A los 35 años de Doña Blanca."

La Escuela Bosque es una iniciativa que tiene la misión de implantar y difundir el modelo educativo de las escuelas infantiles al aire libre en España, un modelo reglado, pensado para la formación integral de niños y niñas de 3 a 6 años (segundo ciclo de Educación Infantil). Lo innovador de este modelo es que todas las actividades se desarrollan en el bosque, campo o playa. Se asienta sobre la experiencia de las escuelas infantiles al aire libre implantadas con éxito en el centro y norte de Europa, Estados Unidos y Asia.

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Plano del Hospital de San Sebastián a la izquierda, en el centro la calle Postigo y la Basílica de San Juan de Letrán a la derecha.  En el título: " Alturas del Campo de S[an] Juan y S[an] Sebastián cuyas aguas se reciben en la calle del Postigo". Remitido por su autor D. Francisco de Paula Torrejón, capellán del hospital de las galeras de San Juan de Letrán, a D. José Patiño con representación, Puerto de Santa María, 21 de febrero de 1735, y con carta de don Tomás de Idiáquez a don José Patiño, Puerto de Santa María, 29 agosto de 1735. /Con sello del Archivo General de Simancas.

La hija de Felix Rodríguez de la Fuente es hoy en España una de las promotoras de esta iniciativa que, hace 100 años se quiso impulsar en El Puerto en la plaza de San Juan de Letrán, en las ruinas de la basílica y hospital del mismo nombre calle San Juan arriba, donde luego se ubicaron las viviendas de la Marina y los pisos de funcionarios municipales. Esta es la historia que aparece en Diario de Cádiz hace 100 años y 11 días: el 20 de octubre de 2014.

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Pilón de San Juan, a la izquierda, terrenos donde se encontraba la Iglesia de San Juan de Letrán y posteriormente se edificarían los ‘Pisos de los Marinos’. /Foto: Centro Municipal de Patrimonio Histórico.

“Es de actualidad dar a conocer los orígenes y demás circunstancias del antiguo edificio de San Juan de Letrán, hoy en ruinas, con motivo de la proposición que ha presentado el Sr. Pemán, Diputado a Cortes por este distrito, pidiendo sea cedido por el Estado al Municipio de esta ciudad para crear una Escuela Bosque.”

El autor de la información, de la que no aparece firma, afirma que “el edificio en ruinas fue la primitiva parroquia del Puerto de Santa María”, explayándose en el resumen histórico y su importancia para la Armada, que del citado inmueble hace el que fuera archivero municipal Juan Cárdenas Burgueto, a finales y principios de los siglos XIX y XX.

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Calle de San Juan esquina con Santa Fé. No se había construído aún el Pilón, ya estaba derrumbada la Iglesia de San Juan de Letrán (que da nombre a la calle), empero, no se había tapiado ni replantado el solar que había ocupado dicho templo desaparecido. A la izquierda de la fotografía podemos observar uno de los pilares de la denominada ‘puerta de San Juan’ de acceso a la Ciudad. Ambos pilares aparecen en la fotografía anterior y --cosa excepcional-- todavía están en pie.

“Actualmente”, finalizaba el artículo, están convertidos el hospital y antigua basílica en un gran solar, viéndose en el centro las ruinas o vestigios de esta. El solar tiene buen perímetro para el objeto a que quiere destinarlo el Municipio, además está situado en la parte más alta de la población, lindando con el Ejido de su nombre.

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Inicio del artículo que se cita en el Diario de Cádiz del 20 de octubre de 2o14, hace 100 años y 11 días.

Tiene una superficie de cuatro mil setecientos treinta y cinco metros. El 26 de marzo de 1887 fue sacado a subasta el solar de referencia en la cantidad de pesetas 6.680,25, no concurriendo postor alguno al acto que se celebró en el Ayuntamiento de esta Ciudad, siendo alcalde Manuel Gutiérrez López”.

LA VIRGEN DE LEPANTO.
L a imagen de la Virgen María instalada en la Galera Real española, buque insignia de la Santa Liga en la Batalla de Lepanto en 1571, fue restaurada recientemente por un equipo dirigido por José María Gálvez , encontrándose expuesta en el Museo Naval de Madrid.

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La Virgen de Lepanto antes de su restauración.

La talla, conocida como Virgen del Rosario o Virgen de la Victoria fue un regalo de los aliados venecianos a don Juan de Austria, quien al finalizar su vida militar donó la imagen que le había acompañado a la Cofradía de las Galeras situada en la desaparecida iglesia de San Juan de Letrán, en El Puerto de Santa María, que estaba situada en la plaza del mismo nombre y cuyo espacio, en la actualidad, alberga unos pisos de la Armada Española. La plaza de San Juan fue conocida por haber albergado en su centro uno de los últimas fuentes públicas, el Pilón de San Juan.

En 1854 la imagen tendría un nuevo emplazamiento: la Academia de Guardias Marinas de San Fernando. En la vecina ciudad fue restaurada hace 169 años por Flores Loma, según documento encontrado en el interior de la escultura donde puede leerse 'Esta imagen es la que llevó don Juan de Austria en Lepanto. La restauró el artista Flores Loma en el mes de septiembre de 1854'.

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Fotografía aérea con la reconstrucción ideal de la costa antigua, los yacimientos con restos arqueológicos considerados Tartésicos, así como las factorías de salazón de pescado del siglo VI a. C.

Las Columnas consagradas a la divinidad marcaban el fin del mundo conocido. Más allá de las Columnas de Hércules, la oscuridad. Pero, en este lugar, donde se llegaba empujado por los vientos apeliotas, o de Levante, se unían los elementos. Los cuatro elementos conocidos en la Antigüedad: el mar, la tierra, el aire y el fuego. El Mediterráneo y el Atlántico, Europa y África.

Los griegos bautizaron al mundo conocido tras las Columnas de Hércules como Tartesos. Sin embargo, este espacio geográfico era conocido con anterioridad. El Libro de los Reyes (I.10.22; 22.49) describía en tiempos del rey Salomón los viajes a un lugar llamado Tarsis, a comienzos del primer milenio a. C. Aún hay más Tarsis mencionadas en la Biblia, como la del Libro de Isaías (23.I.6). En este texto se refleja la situación de la ciudad fenicia de Tiro en el siglo VIII a. C. y se alude a los barcos que navegaban a Tarsis. Posiblemente en Occidente.

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A la izquierda, anillo de plata encontrado en el río Guadalete que representa la figura de Hércules con su maza. Con toda probabilidad en este mismo marco se desarrolló una de sus mayores aventuras heroicas, el robo de los bueyes de Gerión. Y a la derecha, su impronta. Museo Municipal.

Los periplos realizados por los navegantes de Massalia, actual Marsella, fueron la fuente de información de Avieno, autor latino del siglo IV d. C., para quien la ciudad de Tartesos se encontraba en Cádiz. De la misma opinión fueron otros escritores romanos. Carteia, junto a San Roque, en la Bahía de Algeciras, y por extensión la región limítrofe a las Columnas de Hércules, también estuvo considerada en la Antigüedad como cuna de Tartesos.

No todos los autores clásicos se refirieron a Tartesos como una ciudad. Para el citado Avieno y para Estesícoro de Hímera se trata, asímismo, de un río. Estrabón nos habla del río Tartesos y de las islas de Cádiz, fronteras a las tierras que bañaba el río. La ciudad de Tartesos se situaría entre las dos bocas que formarían la desembocadura del río de su nombre. Este río, cargado de restos de oro, estaño y cobre, se encontraba a dos días de navegación de las Columnas, según cuenta Éforo.

Los escritos grecolatinos deben ser leídos desde el único espacio geográfico coincidente a través del tiempo: la Bahía de Cádiz. En este lugar, los fenicios de Tiro fundaron una colonia que bautizaron con el nombre de Gadir. Los griegos la llamaron Gadeira y a sus islas vecinas Eritheia. En las tierras fronteras a Eritheia y junto a las fuentes del Tartesos, nació Gerión. Este personaje mítico participa en la leyenda de Hércules, quien le da muerte en uno de sus "trabajos". En la desembocadura del Tartesos se encontraba el Arx Gerontis, como nos cuenta Avieno. Los hechos que nos relatan las leyendas griegas los sitúa Hesíodo en Eritheia, o Estesícoro en Tartesos.

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La orfebrería gaditana se distinguía por su exquisita belleza y complejidad, los diseños ofrecen características puramente orientales. La tecnología de los orfebres gaditanos es verdaderamente asombrosa.

Así, los pastos en los que Gerión tenía su ganado parecen, pues, que deben ser los situados en el Valle del Guadalquivir y tierras fronteras a Cádiz. Es aquí, en el litus Curense, o isla de Cartare (ver nótula núm. 2.217 en Gente del Puerto)  según daba nombre Plinio el Viejo, donde se encuentran los yacimientos arqueológicos más importantes en relación con los orígenes de Tartesos y de la colonización fenicia: el poblado de cabañas de Pocito Chico (ver nótula núm. 2.259 en Gente del Puerto) y la ciudad del Castillo de Doña Blanca, dos formas de vida que, desde ahora, serán interdependientes.

En otro mito se nos explica qué fue Tartesos como entidad política. Al menos para los griegos. Un primer rey, Gárgoris, fue recolector de miel. Otro, Habis, daría a su pueblo leyes, además de enseñarle a uncir bueyes al arado, y a cultivar. El longevo rey Argantonio fue comparado con los tiranos de las polis griegas por Anacreonte y Heródoto. Todo esto ha conducido a algunos arqueólogos a pensar que Tartesos, además de una ciudad fue una entidad territorial, jerarquizada y gobernada por un monarca de fuertes poderes políticos y religiosos, donde los líderes serían heroizados después de muertos.

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Collar de cuentas de cornalina del yacimiento de La Algaida en Sanlúcar de Barrameda.

Así pues, fue Tartesos una sociedad de base agropecuaria que comenzaba a comercializar sus riquezas naturales, muy especialmente los metales de Huelva. Muchas son las descripciones latinas de campos y huertas a orillas del Guadalquivir. Se citan cereales, leguminosas, hortalizas, y frutales; así como grandes rebaños de bóvidos. A pesar de ésto, si atendemos a los textos que nos hablan de Tartesos, la base fundamental de la riqueza tartésica era la extracción y beneficio de los metales, principalmente cobre, oro y plata. Esta es la causa de la continua afluencia de foráneos a las costas españolas desde la Edad de los Metales.

El mundo grecorromano elaboró todo un mito de Eldorado en la Europa de la Edad del Bronce. Pausanias nos cuenta que Mirón, tirano de Sición a mediados del siglo VI a. C., construyó un tesoro de más de trece toneladas de bronce tartésico, después de su victoria en los Juegos Olímpicos. Heródoto recuerda como los foceos se hicieron amigos del rey Argantonio, quien les ayudó con plata a financiar la construcción de las murallas de su ciudad, Focea, amenazada por los persas.

La actividad minera sería una de las razones principales para la fundación de Gadir, ciudad que hoy día podemos visitar en Cádiz y el Castillo de Doña Blanca. Los fenicios introdujeron el cobre occidental como sustituto del producido en el Sinaí. Los habitantes del suroeste de la Península Ibérica acostumbraban a comerciar con la costa atlántica, en especial el estaño de las islas Casitérides, en lo que se ha venido en llamar Bronce Atlántico, costas de Portugal, España, Francia, Inglaterra e Irlanda. El hallazgo de la ría de Huelva, un barco hundido cargado de objetos de metal, datado entre el 1138 y el 813 a. C. por radiocarbono calibrado, es buena prueba de lo que decimos.

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Los romeros porteños en peregrinación al Rocío, a su paso por Pocito Chico. En la antigüedad y en la actualidad, el caballo ha representado un papel fundamental en el control de los recursos y del territorio. A nadie escapa la singular importancia que este mítico animal tiene aún en la Andalucía Occidental y sobre todo en esta área, donde todavía se crían en libertad por las marismas.

Tartesos será el punto de inflexión entre el oriente mediterráneo y la costa atlántica, como demuestran las Estelas Decoradas del Suroeste. La ruta del norte, el estaño, es posible relacionarla con el comercio mediterráneo en un sistema económico de gran amplitud. Así, los fenicios actuaron introduciendo grandes cantidades de plata no sólo en Egipto, sino en todo Oriente, como tributo al Imperio Asirio.

Homero indicó que el comercio de las ciudades griegas estaba en manos de los fenicios. En Tartesos, los productos más antiguos griegos los introdujeron los fenicios. La plata era intercambiada por aceite, vino, objetos de arte, cerámica fina, jarros y calderos de bronce, perfumes, alabastrones egipcios, telas de lujo (púrpura), lucernas e, incluso, animales como la gallina o el asno. Pero no fueron estos los únicos intercambios que se produjeron, aquellos que afectan a la mente y el comportamiento humano, como los cultos religiosos, fueron los que realmente debieron transformar a las gentes de Tartesos.

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Reconstrucción de la Cabaña 1 del Bronce Final excavada en el yacimiento de Campillo. Dibujo del pintor Javier M. de Lucas Almeida.

La orfebrería tartésica logró una gran altura uniendo a la tradición del Bronce Atlántico los modos y técnicas traídas por los fenicios. Debieron ser regalos a reyezuelos o, como los tesoros de El Carambolo (Sevilla) y La Aliseda (Cáceres), piezas de carácter sacerdotal. El lugar de fabricación de todas estas joyas debió ser Gadir -como se constata en el Castillo de Doña Blanca-, que continuó con esta tradición, incluso en época romana.

...continúa leyendo "2.273. DESDE TARTESOS. Isla Cartare (V)"

El yacimiento del Castillo de Doña Blanca situado en El Puerto de Santa María, es bien conocido, no solo en la bibliografía especializada. Cuenta con una unidad administrativa de la Junta de Andalucía. Se trata de un yacimiento que conserva un complejo arqueológico aún no conocido, ni todo se ha descubierto. Desde principios de los años 80 del siglo pasado hasta la actualidad, se están incorporando hallazgos espectaculares, que nos están poniendo de relieve la autentica magnitud de las infraestructuras que acompañan la ciudad que esta bajo el “Tell” artificial de Doña Blanca.

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 José Ignacio Delgado Poullet (Nani), al entrar en el hipogeo del Sol y la Luna.

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Juan José López Amador en el interior, cuando aun no estaba excavada.En la actualidad se siguen haciendo importantes descubrimientos.

Junto a nuestro compañero del Centro Municipal del Patrimonio, José Ignacio Delgado Poullet, hicimos algunos hallazgos significativos a comienzos de los 80, como la Necrópolis de Las Cumbres, más de dos millones de metros cuadrados dedicados a la muerte, decenas de Túmulos, si no son centenares, del que se excavó uno entre los años 1984-85). Hipogeos de una o con varias cámaras, del que se ha excavado el llamado del Sol y la Luna, y otros tipos de tumbas.

donablanca_3_Gente del Puerto_puertosantamariaA la izquierda, dibujo aproximado de la planta del hipogeo 2, aun no excavado, enviado a Madrid, a Diego Ruiz Mata en el año 1983.

Localizamos la llamada ciudad del siglo IV, ubicada en la parte más alta de la Sierra San Cristóbal, donde se han localizado y excavado almacenes y varios lagares para el vino.

Al este de Doña Blanca encontramos el poblado de la Edad del Cobre de La Dehesa, donde también se han excavado varias cabañas. Con el tiempo se han ido incorporando un sin fin de yacimientos, como Las Cruces, Las Beatillas, etc., que por distintos motivos están vinculados por una u otra razón a la ciudad allí ubicada.

Sin duda el hallazgo de galerías para la conducción de manantiales de agua por todo el entorno y bajo el yacimiento, nos aclaran el porqué de la situación de la ciudad. Una de estas galerías excavas en la roca, y que parte bajo el yacimiento lleva el agua excedente en dirección al río Guadalete, hoy la Madre Vieja. Hay que decir que estos manantiales se han explotado hasta la actualidad por lo que estructuras de varias épocas están solapadas, y se precisa de un estudio a fondo.

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Los autores en el interior de una galería de agua bajo Doña Blanca.

Decenas de cuevas canteras rodean el yacimiento, que conserva varias murallas alguna con 6 metros de altura y 2 de grosor del siglo VIII a. C., y centenares de metros de recorrido, estas canteras surtieron no solo estas murallas, sino también las catedrales de toda la zona hasta la de Sevilla, son por si misma auténticos monumentos que guardan algunas sorpresas, aun se conserva la utilización de estas cuevas como viviendas.

donablanca_5_Gente-del-Puerto_puertosantamariaImagen de la Cueva Cantera. /Fotografía de José Ig. Delgado Poullet, Nani.

A finales del año 2.007 hemos podido descubrir la situación de varias estructuras murales enterradas y que hasta ahora se desconocían. Se trata de un área ubicada entre la Madre Vieja del Río Guadalete y la ciudad de Doña Blanca. La parte más cerca del río, son una serie de grandes muros protegidos por una especie de gran espigón, y un sinfín de muros mas pegado a la ciudad, donde están las galerías de agua.

Puede tratarse de la zona portuaria, compuesta no solo por las estructuras de los muelles, hay otras que por su dimensión y características podrían ser dársenas para reparación y construcción de barcos, almacenes o tinglados para mercancías, que podrían ser de época Fenicia, pero también deberemos tener en cuenta, que la catedral de Sevilla tenia muelles para las barcazas que trasladaban la piedra.

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Fotografía aérea tratada en relieve, donde podemos apreciar las estructuras soterradas al pie de la ciudad del Castillo de Doña Blanca.

Una vez tenemos esto presente, debemos decir que el área que parece ocupar estos restos, miles de metros cuadrados, es muy amplia, y que hasta no se lleve a cabo un proyecto de investigación no saldremos de duda, se trate o no del área portuaria de la ciudad, no cabe duda de que es un gran hallazgo.

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De nuevo desde un vuelo aéreo las estructuras soterradas

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Acceso a la explanada con cazoletas

En el año 2008 localizamos en la parte de arriba de la Sierra San Cristóbal, a la entrada de la llamada ciudad del siglo IV, una serie de trabajos sobre la piedra que nos llamaron la atención, se trata de una zona con escalones tallados en la roca que da acceso a un área de roca plana donde encontramos decenas de cazoletas, que podrían ser de la Edad de Cobre, o también podrían ser de batir metales como nos comentaron los profesores Primitiva Bueno y Rodrigo Balbín en su visita al lugar. Futuras intervenciones nos lo podrán aclarar.

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El saliente de piedra lleno de cazoletas, con una visión extraordinaria del río Guadalete.

donablanca_12_Gente-del-Puerto_puertodesantamariaFinalmente, pero solo hasta el momento, en el año 2011, unos pescadores nos avisaron que en el gran espigón Sur del río Guadalete, en su desembocadura, se encontraba una piedra con unos grabados. Efectivamente, una gran piedra que a pesar de estar fracturada, conserva más de dos metros de altura y uno treinta de anchura, esta tallada por los tres lados que conserva. En la cara posterior está cubierta toda la superficie con pequeñas cazoletas, así como la lateral que también tiene otros grabados. Pero sin duda es la cara que consideramos delantera la que presenta una serie de grabados en círculos y otra serie de trazados que parecen estar en bajorrelieve.

En la imagen de la izquierda, Menhir de la Sierra de San Cristóbal, decoración de la cara frontal.

Sabemos la fecha de la explotación de las canteras de piedra de la Sierra San Cristóbal, mediados de los años 70 del siglo pasado, y su situación, tras el Castillo de Doña Blanca. Fue cargada como muchas otras y trasladadas como relleno del espigón. Según los investigadores que estudian la pieza, entre ellos Primitiva Bueno y Rodrigo Balbín, se puede tratar de un Menhir, que estaría situado en el entorno de la importante necrópolis de hipogeos de la Edad del Cobre, que hay en la Necrópolis de Las Cumbres.

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Zona de afectación de las edificaciones ilegales.

En la actualidad un grave problema acecha esta necrópolis y todo el entorno de Doña Blanca, nos referimos a la importante ocupación del terreno que inmediatamente es parcelado y edificado en terrenos públicos, que ha dañado ya importantes canteras, y con el crecimiento tan galopante pueden afectar gravemente la necrópolis.

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En los años 80, situábamos testigos para saber si la tumba se veía afectada.

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La conservación del Hipogeo de el Sol y la Luna, estaba en serio estado de derrumbe.

Pero no solo esto está haciendo daño a la necrópolis, al ser propiedad privada, no se nos permite el paso, por lo que no sabemos hasta qué punto las que están al descubierto han sido dañadas, o se han derruido. Al principio a mitad de los años 80, que podíamos entrar, hacíamos algunos seguimientos de su conservación, por ejemplo hacíamos testigos del movimiento de la columna central del Hipogeo del Sol y la Luna, que fue excavado, y pudimos observar su pésima conservación, hace mas de 20 años que no sabemos cómo están las tumbas, las excavadas y las que, esperemos aun no lo estén. /Textos: Juan José López Amador y José Antonio Ruiz Gil.

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Plano con la reconstrucción de la Bahía y desembocadura del Guadalquivir según Juan Gavala y ubicación de Pocito Chico.

El yacimiento de Pocito Chico se encuentra junto a la Laguna del Gallo que conduce sus aguas a la Bahía de Cádiz a través del arroyo Salado (ver nótula 2.231). Ocupa una posición centrada con respecto a las desembocaduras de los ríos Guadalquivir y Guadalete, así como a los asentamientos de Mesas de Asta, Doña Blanca y las poblaciones de Jerez de la Frontera, El Puerto de Santa María, Rota, Chipiona y Sanlúcar de Barrameda, en el sentido de las agujas del reloj, con distancias intermedias entre los 8 y los 17 kilómetros.

Se trata de una pequeña depresión lagunar, rodeada de cerros de pequeña altura, donde ninguno sobrepasa los 100 m. Debido entre otras causas al modelo de arado utilizado actualmente para la siembra, hay un gran aporte de sedimentos que están colmatando velozmente la laguna. Pocito Chico es uno de los lugares habitados en torno a la paleolaguna del Gallo, actualmente inundada en época de lluvias. Otros yacimientos alrededor de la Laguna son Bulé, Venta Alta, Santos Reyes, Campín Bajo y Grañina, también siguiendo las agujas del reloj.

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Cortijo de Pocito Chico una vez adaptado para ser habitado por los participantes en las excavaciones.

En Pocito Chico se han realizado dos excavaciones de urgencia, años 1997 y 1998, y una actividad puntual de prospección en 1999. Los motivos fueron causados por las fuertes lluvias de esos años que produjeron una gran cárcava en el terreno agrícola. Esta cárcava de más de 2 metros de anchura y 3 de profundidad, afectaron varias estructuras excavadas en el suelo de época antigua.

Las facilidades dadas por la propiedad del terreno, nos proporcionó el Cortijo de Pocito Chico como centro de actividades de las excavaciones durante esos años. El cortijo se acondicionó para poder vivir en él un grupo de especialistas y estudiantes compuesto de al menos 20 personas de forma continua durante más de dos meses cada año de actuación y al menos 6 obreros especializados los 3 años.

islacartare_4_3_puertosantamariaAsí pues las actuaciones no fueron solo en el yacimiento con las excavaciones, se acondicionó el cortijo al comienzo de cada campaña, se retiraba la tierra arrastrada al cortijo, se plantaban árboles y flores, se pintaba, se arreglaban las habitaciones y la cocina ya que habitábamos estos meses allí. Se colocaron toneles de agua para duchas, se contrataba un cocinero, la luz la proporcionaba un generador, etc. Los estudiantes y especialistas participantes provenían de universidades de toda España.

En la imagen de la izquierda, perfilando la cárcava y rellenando las marmitas para el control del agua.

Al mismo tiempo que se realizaban las excavaciones, acondicionábamos la cárcava para que no destruyera más el yacimiento, las grandes marmitas producidas por la velocidad del agua se rellenaron con piedras que recogimos por todo el área, se recortaron los perfiles de la cárcava para eliminar el recorrido en zigzag que producía la velocidad y desmoronaba los estratos arqueológicos. El área excavada se protegió instalando una empalizada de grandes troncos, y los arroyuelos que conducían las aguas a la cárcava fueron encauzados.

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Empalizada hacia la cárcava que protegía la Covacha de la Edad del Cobre y el Fondo de Cabaña del Bronce Final.

Aunque en Pocito Chico están representados todos los periodos de la Historia desde la Edad del Cobre hasta el siglo XVI, en esta nótula nos centraremos en los tres más destacados desde nuestro punto de vista, que son la covacha de la Edad del Cobre, el fondo de cabaña del Bronce Final y los restos Andalusíes de la Aldea de Grañina.

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Vasos de cerámica de la Covacha de la Edad del Cobre.

El espacio ocupado por el hábitat de la Edad del Cobre, con fechas calibradas de la covacha con; carbón, 2281 años a. C. UGRA 552; conchas, 2178 años a. C. UGRA 553, supuso un importante cambio en la fisonomía del Cerro de Grañina bañada en su falda por la laguna. Sin entrar en detalles sobre la antigüedad del Campo de Silos, podemos confirmar que el lugar era conocido y frecuentado antes del asentamiento sedentario. La marga, que en abundancia está presente en todo el yacimiento, es perforada y manipulada por el hombre para su hábitat modificada hasta dar una forma similar a pequeñas cavidades naturales. La utilización de la marga está presente en todos los poblados conocidos tanto en la Bahía de Cádiz como en casi todos los yacimientos que desde el Neolítico se asientan sobre estos terrenos. Pero no será hasta ahora cuando se nos ha presentado un poblado con estas características. En este caso, el sustrato de marga no es utilizado únicamente como base para excavar silos, basureros, o las pequeñas o grandes cubetas para la instalación de una cabaña, sino que también se planifica sobre ella, se excava parte o toda la casa, además de accesos, canalizaciones etc. En definitiva, se planifica para vivir bajo el suelo, con las implicaciones sociales que esto conlleva.

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Pesas del telar y trenzadores de cerámica para la fabricación de cuerdas de la Covacha de la Edad del Cobre.

La covacha que excavamos en el año 1997 y los restos arqueológicos recuperados, nos cuentan según nuestras interpretaciones, que se trataba de una vivienda dedicada a la fabricación de tejidos, al menos así lo vemos en los vasos globulares, los cuencos, agujas de hueso, paleta de hueso con restos de almagra, etc.; también la presencia de un telar con los contrapesos de cerámica para los hilos del tejido y los tirantes del telar, y elementos para la fabricación de cuerdas.

islacartare_4_7_puertosantamariaEn la ilustración de la izquierda, reconstrucción del telar de la Covacha, expuesto en el Museo Municipal.

Los análisis polínicos y carpológicos para este periodo, nos exponen un alto porcentaje de nitrófilos que indicaría un paisaje sumamente abierto de pastizales de origen antrópico, formados casi exclusivamente por especies nitrófilas. Hay un alto porcentaje de leguminosas, esto puede estar relacionado con el establecimiento de cultivos de regadío. De hecho, el porcentaje de polen de leguminosas alcanza el 10%.
Se detecta la presencia de formaciones cabezas de serie de la vegetación territorial, caso de los alcornocales, de los encinares o taxones riparios -como en los casos del aliso, fresno, chopo, sauce y, sobre todo, olmo-, zonas dunares -con sabinas, así como pinares de pino piñonero costeros-, alcornocales, encinares y coscojales. La vegetación arbustiva se encuentra representada por jarales, torviscos, brezales, etc., como parte de formaciones forestales dunares (pinares) o bien de los alcornocales y encinares.

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Reconstrucción ideal de la Covacha de la Edad del Cobre y los silos junto a ella.

En la marisma dulce de la laguna la distribución de la vegetación se plasma en un mosaico de diferentes situaciones: pastizal ralo y diversas gramíneas, en otros casos con Senecio jacobea o rodales de juncos; pastizal con especies arbustivas; y helechal con Quercus suber. Otros taxones de ecología hidro-higrófita, exclusivos de aguas dulces, caso del cáñamo, lenteja de agua o nenúfares, no aparecen durante la expansión de la marisma salada. 9-

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Reconstrucciones del poblado de la Edad del Cobre de Pocito Chico, vista desde el cerro de Grañina.

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Reconstrucciones del poblado de la Edad del Cobre de Pocito Chico, vista desde  la laguna.

Los restos de fauna de la Covacha de la Edad del Cobre no ofrecen dudas al respecto, se sigue utilizando la caza para el abastecimiento de carne, pero es el pastoreo para la producción de lana, y otros productos, de las principales actividades junto a la crianza porcina y la agricultura. Los restos óseos suman un total de 1.560 fragmentos, de los que 697 (44,68 %) han podido ser identificados, restos de oveja y de cabra, el porcino era la cabaña más representada, bovinos, caballo, conejos, gato montés y ciervo.

En resumen, pensamos en la existencia de un grupo humano fijado en el espacio, dedicado a la agricultura y al pastoreo. La sociedad sería de tipo igualitario, con existencia de grupos familiares autárquicos, donde existiría algún tipo de jerarquía. La existencia de un trabajo especializado tanto en el tejido de la lana como en la fabricación de objetos de cerámica ha de verse más en el autoconsumo e intercambio a pequeña escala.

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Estela al pie del camino en Pocito iluminada por una Luna preciosa

...continúa leyendo "2.259. EL YACIMIENTO ARQUEOLÓGICO DE POCITO CHICO. Isla Cartare (IV)."

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En 1864 llegaron a El Puerto la Comunidad de Jesuitas fundando en 1868 el Colegio que lleva su nombre. En él, como era habitual en los últimos decenios del siglo XIX, tanto en institutos como en colegios religiosos, existió un gabinete de física, química y de historia natural.

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Antigua colección de postales promocionales del Colegio de San Luis Gonzaga. Museo de Historia Natural y Física. 

El colegio de Jesuitas en el Puerto fue especialmente rico en especies exóticas, pues El Puerto era punto de desembarco de misioneros que traían de América ejemplares de esas especies exóticas. También cuenta con una importante colección de aves, peces, corales... así como maquinarias e instrumentos de laboratorio para el Gabinete de Física de alta innovación tecnológica, traídos desde París un año después de la fundación del actual colegio en 1867.

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Una imagen de la colección en 2011.

Los conflictos de las distintas etapas de cada época: la revolución de 1868, la guerra civil... acabaron con muchas de las piezas de tan importante colección, perdiéndose hasta un 50% de las mismas, aún así es digno de ver las piezas conservadas en lo que ha sido todo un esfuerzo por rescatar una parte fundamental de la historia de nuestra ciudad ligada a la Fundación Jesuita.

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Un aspecto de la colección de mariposas, en febrero de 2011.

CONTENIDO DEL MUSEO.
Se divide en cuatro apartados. 1. Especies traídas de América. El Puerto punto de desembarco en las relaciones comerciales con América. 2.Colección de especies animales: Aves: aves tropicales, aves del entorno de Doñana, aves del entorno marismeño de nuestra ciudad. Mamíferos: mapache, coyote, leopardo... Reptiles: varano del Nilo, serpientes, lagarto ocelado... Moluscos: gasterópodos marinos y terrestres, bivalvos. Conchas marinas: 2000 piezas de procedencia de todo el mundo, algunas talladas por los indígenas primitivos. Peces: ciclóstomos, condríctios, y los ostéctios. Corales. Fósiles. Mariposas. 3. Colección de minerales. 4. Material científico de laboratorio de física y química.

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La nueva iluminación sostenible del museo que se moderniza, fruto del acuerdo alcanzado entre las Fundaciones Sevillana Endesa y la de las Escuelas Profesionales de la Sagrada Familia.

NUEVA ILUMINACIÓN SOSTENIBLE.
El Museo de Ciencias del colegio Safa San Luis se moderniza. Cuenta desde ayer viernes con una nueva iluminación que se encendía por vez primera, que responde a criterios de sostenibilidad y eficiencia energética. El proyecto lumínico se corresponde con la instalación de 148 metros lineales de elementos de tecnología led, que supondrán una demanda de potencia de 2,13 kilovatios.

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En la imagen, visita girada  en el día de ayer, tras la prueba del alumbrado. De izquierda a derecha, Juan Pablo Rodríguez, director general de la Fundación SAFA; Antonio Olmo, párroco de San Francisco; Francisco Arteaga Alarcón, director general de Endesa en Andalucía; el ex consejero de Educación de la Junta de Andalucía y presidente de la Fundación Sevillana Endesa, Antonio Pascual Acosta; María Antonia Martínez Valera, concejala de Educación; Javier Benjumea Llorente, presidente de la Fundación de las Escuelas de la SAFA y María Isabel López Guerrero, la profesora del centro que ha coordinado los trabajos de catalogación y limpieza de los fondos del museo expuestos.

Por parte del Ayuntamiento, la teniente de alcalde delegada de Educación, María Antonia Martínez Valera, ha acompañado en el acto de inauguración del nuevo sistema de iluminación a los responsables de la Fundación Sevillana Endesa y de la Fundación Escuelas Profesionales de la Sagrada Familia, así como a la profesora María Isabel López Guerrero, que ha coordinado el trabajo de catalogación y limpieza de las especies, realizado por alumnos del centro. Martínez se congratulaba que “las visitas a este museo se han incorporado como novedad al programa de la Oferta Educativa Municipal”. La colaboración entre ambas fundaciones ha sido fundamental para modernizar esta mas que centenaria colección.

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Más información del Museo de Ciencias Naturales en GdP.
Nótula 261. Museo de Ciencias Naturales.
Nótula 959. Padre Luis Conradi, S.J.

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fernandocañasgarcia_puertosantamariaEl músico percusionista Fernando Cañas García, de 39 años, con más de 20 de experiencia musical y 5 de docente --era un gran batería--, había grabado recientemente con Pepe Delgado, el otro componente del power duo, Fino Winos, su primer trabajo: Harder than a goat’s knee” (Más difícil que la rodilla de una cabra). Ha sido crítico musical y columnista en la revista Freek! Magazine y estrecho colaborador del Monkey Week Festival, a quien se le dedicará la edición del Festival este año.

Era hijo del aficionado taurino Fernando Cañas Bejarano y sobrino del novillero José Cañas 'Cañitas' (ver nótula núm. 1.838 en Gente del Puerto), ambos ya desaparecidos. Su abuelo, Fernando Cañas González, estuvo vinculado con el mundo de la mar, siendo pescador y un prestigioso mecánico motorista en barcos con base en el muelle pesquero de El Puerto. Curiosamente, tanto su padre como su abuelo, vivieron en la calle Luna, en la casa que habitó Joaquín Barba Rocafull (ver nótula núm. 217 en Gente del Puerto), quien fuera director de la Banda Municipal de Música, entre 1916 y 1949, en tres periodos diferentes.

ENTRE LA ARQUEOLOGÍA Y LA HOSTELERÍA.
Licenciado en Historia, Arqueología e Historia Antigua por la Universidad de Cádiz en 1996, se formó en la Fundación Andaluza ‘Fondo de Formación y Empleo’ (Faffe), como Técnico Medio en Prevención de Riesgos Laborales en 2010 y, previamente realizó un curso de Alemán en 2009.

De joven se buscó la vida trabajando en la hostelería para pagarse sus estudios y perfeccionar el inglés en Essex (Reino Unido) en la cadena de restauración Wimpy en 1996 y en Dublin (Irlanda) en el St. John of God Hospital, durante 1999 y 2000. Luego hizo incursiones en el mundo de la arqueología, trabajando como técnico arqueólogo en Tarragona para la Universidad Rovira i Virgili entre 2005 y 2006, y en las empresas y gabinetes de arqueología Arqueoterra, Figlina y Ánfora, entre 2007 y 2010, en Sevilla, San Fernando y Huelva.

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Hace 9 años, Manuel de Arcos, Lolo Ortega, Pepe Delgado, Manuel Márquez, Fernando Cañas y Michael Lindner, en la presentación de SESION #1 en Sevilla, en abril de 2005.

Ha sido profesor de percusión (batería) en Ferdidrumming, empresa local radicada en la calle San Bartolomé, con varios años de experiencia en la impartición de clases y cursos de batería a particulares y entidades, para todas las edades, niveles y estilos, así como en la asociación cultural Musicarte y monitor en talleres musicales de batería de los Ayuntamiento de Cádiz y El Puerto, e impartiendo talleres musicales de Cajón Flamenco, entre los años 2007 a 2013, compaginándolo con los contratos interinos de su especialidad académica: la arqueología. En la actualidad trabajaba en El Centro Inglés.

LA MÚSICA.
De pequeño, Fernando improvisaba una batería con cajas de zapatos y botes vacíos. Y desde muy joven consumía todos los discos que podía conseguir, quedando ojiplático al descubrir el primer album de Led Zeppelin y uno con grabaciones piratas de Jimmy Hendrix, en el cual casi todos los temas eran estándares de blues. Desde la guardería haría pronto migas con Pepe Delgado (ver nótula núm. 669 en GdP), su socio en el dúo musical Fino Winos. Previamente había formado parte de los grupos Filmore Jivé, Furia, tocando blues con Pepe Delgado y La Reunión de Blues, rock con Perro Peligro, soul con The Vip Soul Band ... Fue batería entre 2000 y 2002 con Sr. Chinarro: ‘La primera ópera envasada al vacío‘ y en ‘Cobre cuanto antes’. Diferentes estilos en diferentes formaciones: Latino, Gospel/Soul/Espiritual, Jazz/Blues/R&B, Rock, Pop, Heavy, Reggae...

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Pepe Delgado y Fernando Cañas, en una imagen promocional de su trabajo de inminente aparición:“Harder than a goat’s knee” (Más difícil que la rodilla de una cabra). /Foto: Pablo Bernardo.

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En en el espacio digital MySpace, hacen esta curiosa definición del grupo: “Fino Winos, (traducción literal: Borrachos / Alcohólicos de Fino, el vino de su tierra natal) es un Power Dúo formado por Pepe Delgado y Fernando Cañas para estrenar con atronadora fuerza la 1ª edición del Festival Monkey Week (2009), y entre  cuyas intenciones están las de girar mundialmente,  pervertir musicalmente a la audiencia, y romper las caderas del público mezclando el ritmo arrastrado del blues  con la energía salvaje del punk y pinceladas  armónicas del jazz a un volumen ensordecedor.

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Fernando Cañas y Pepe Delgado en el Festival de Verano gaditano Lolatown.

El formato dúo les da rienda suelta para alternar en su repertorio clásicos del blues corrompidos por la energía desbocada, como Spoonful (Howlin’ Wolf) o Sloppy Drunk (Sonny Boy Williamson I), con  temas propios igualmente demoledores que les convertirán en los próximos supermillonarios del blues punk europeo : Honky Bitch, Psycho – mother blues o We Care a Fuck about your Opinion, recogidos en sus dos demos hasta la fecha: Dirtiest (2009)  y  Wino Pride (2010)”.

Para Fernando Cañas, "lo que queríamos con Fino Winos es despojarnos de ese clasicismo bluesero y explorar su lado más crudo. Nosotros nunca tenemos suficiente si hay feeling. Fino Winos es un proyecto con el que descargamos energía a raudales utilizando el blues como lenguaje, desnudándolo y pervirtiéndolo".

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Fernando, con The Vip Soul Band, el 14 de febrero de 2014, en Babaloo.

El músico indie Goli Super Summer se refería ayer así a Fernando: “Lo conocí hace años con un grupazo que me encantaba: Fillmore Jive. Fue en un concurso de Rock en la sala La Mosca de Chiclana, eran mediados de los 90, llevaba el pelo muy corto y tenía aspecto anglosajón y una forma muy personal y peculiar de tocar la batería. Los llevé en un par de ocasiones a tocar a Jerez. Pepe Delgado, José Ramón Vaca completaban la formación a la guitarra y al bajo. Di la lata hace unos cuantos años para que se reuniesen de nuevo para dar al menos un nuevo concierto no siendo esto posible. Fiel escudero de Pepe Delgado a la batería. Fué el primer batería de Furia junto con Daniel Rejano Sentís que tocaba la guitarra. Y en Mayo de este año me invitaron a tocar con ellos en Jerez en el Speed Fest y rockanroleamos el "Aint no grave can,t hold my body down",antes y luego nos bebimos unas cuantas cervezas, lo pasamos bien. Nur Wong era su compañera al frente de Perro Peligro donde también tocó la batería.

Podría poner un video con Furia, la foto del concierto de Mayo con ellos, pero me sale poner el lado mas punk y salvaje cuando me invitaron a subir con ellos, Fino Winos, en el Freek Fest de hace dos años sin ensayar el Maggie Mcgill de los Doors… Lo siento mucho, muchísimo, por él y también sobre todo por sus amigos mas cercanos como Pepe Delgado, Dani Rejano, Marsupial Sin Causa, Tali, Jesu, Cesar…”

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Foto: Pablo Bernardo.

IN MEMORIAM.
El de ayer fue un día con uno de los peores desayunos en los ambientes musicales de El Puerto y, por mor de las redes sociales, también en el panorama de música Indie nacional. Aunque ya se sabía desde la tarde del lunes que Fernando, su cuerpo inanimado, había aparecido en el muelle del Vapor, flotando en las aguas del río Guadalete, el Río del Olvido, tan portuense... era icinerado en la tarde de ayer. In memoriam.

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