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La pobre asistencia a la corrida de toros de feria y un verano taurino de sólo cuatro festejos preocupan a la afición de El Puerto Preocupa el futuro taurino de El Puerto. La pésima asistencia a la corrida de toros de Feria de Primavera fue sintomática. Los tendidos vacíos y la plaza tocando fondo.

...continúa leyendo "2.480. La Plaza de Toros. El trasatlántico que atraca todos los veranos en la calle Valdés."

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Primera Corporación Municipal de los Ayuntamientos Democráticos en 1979. A la izquierda, Antonio Alvarez Herrera, antes de su proclamación como alcalde. El salón estaba decorado en tonos rojos, antes del triunfo de 'los rojos'. /Foto Rafa.

...continúa leyendo "2.478. Aquel Tripartito de 1979."

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Escribo esta columna escondido en la copa de un pino piñonero de las Dunas de San Antón. Cualquier precaución es poca ante el eje socialista-comunista-coquinero bolivariano que le va a robar a punta de aritmética la alcaldía al PP. El Puerto es ya una ciudad sin ley, y cuanto menos se exponga uno, mejor.

...continúa leyendo "2.471.  Coquineros bolivarianos."

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El ginecólogo afincado en El Puerto de Santa María, Diego Enciso Fernández nació en Tenerife y estudió la carrera de Medicina en Cádiz, alcanzando el doctorado en Medicina y Cirugía por la Universidad de Cádiz, versando su tesis doctoral sobre la anestesia en laparoscopia. Asistió en el año 1987 al parto de la primera ‘niña probeta’ de Cádiz. Fallecía el pasado 21 de mayo.

...continúa leyendo "2.461. Diego Enciso Fernández. Ginecólogo."

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Rodrigo González Romo, ‘Poti’, portuense, ha sido recientemente elegido ‘Caballero de Valencia 2015’, habiendo quedado semifinalista, junto a otros 24 ‘caballeros’ de otras tantas provincias para competir en el Certamen ‘Caballero de España’, junto a ‘Dama de España’.

...continúa leyendo "2.460. Rodrigo González Romo. Caballero de Valencia 2015."

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Alguien ha dicho que los perfumes son los guardianes de un tiempo pasado. Que pocas cosas tienen un alma tan humana. Ya en la Edad de Piedra, los hombres incineraban maderas aromáticas para complacer con humo (per fumun) a sus divinidades.

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Laura Mendoza y Úrsula Garay en su stand de FW (Fragances of the World), en el C.C. El Paseo.

Pero fueron los egipcios los primeros perfumistas artesanales. Cuando se abrió la tumba de Tutankamón se hallaron más de tres mil potes con fragancias. Pese a haber estado enterrados durante más de 30 siglos, aún conservan su olor. Fue el primer metrosexual de la Historia. Un auténtico Varón Dandy.

Sin hablar, sin ver, un perfume expresa ideas, lugares, estados de ánimo y, sobre todo, recuerdos. Laura Mendoza y Úrsula Garay expenden cada día en el Centro Comercial El Paseo de nuestra Ciudad frascos llenos de memoria. Más de doscientas fragancias de señora, caballero y niño, así como ambientadores para el hogar, aceites esenciales y diversos productos de cosmética. Su empresa FW (Fragances of the World) ofrece perfume a granel de marcas blancas (todos de fabricación propia) a precios hasta razonables.

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En su stand huele que enamora, como si hubieran recogido jazmines a primera hora de la mañana y los hubieran esparcido por El Paseo para, a través de su fragancia, convencernos de que un perfume bien escogido anticipa la llegada de la persona amada y demora siempre su marcha. Te tratan bien, con profesionalidad y cortesía, esas dos armas de seducción masiva que tanto valoramos cuando acudimos en ‘modo clientes’ a un comercio a comprar un regalo sin tener muy claro qué es lo que verdaderamente buscamos. Allí le adiestrarán incluso en el arte de saber perfumarse: hay que echar el perfume en aquellas zonas del cuerpo donde los latidos son más intensos.

De haber existido entonces FW (Fragances of the World), Tutankamón, ese metrosexual que se gastaba todos los meses un pico en colonias, hubiera acudido a ver a Laura y a Úrsula. Hubiera sido la envidia olfativa del Antiguo Egipto y del resto de faraones. Y se hubiera ahorrado una pasta.

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El cuarto que vemos tiene historia. Se encuentra en la calle Cadenas, --en el Palacio de Vizarrón (ver nótula núm. 1.632 en Gente del Puerto) que hogaño presenta un cierto estado de ruina y es propiedad del Banco de Santander-- en lo que fue un antiguo cuarto de redes.

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José Caílla Real, en el que fue un antiguo cuarto de redes.

La covacha, acaso antiguo almacén del Palacio (ver nótula núm. 1.945 en Gente del Puerto), la compartían José Luis Álvarez Sevilla ‘Gavina’, redero que fuera presidente del grupo de viviendas de Marineros Estrella del Mar y José González Narváez, Pepe ‘el Panadero’ del Horno de las Cañas, armador en sociedad de algún barco y avituallador de muchos pesqueros para los periodos de pesca.

Un buen día, José Caílla Real, allá por los años 70 le puso la instalación eléctrica al cuarto, pidió formar parte de la sociedad que guardaba sus enseres en dicho habitáculo --Cailla tenía equipos de sonido y algún instrumento musical-- y fue el último en conservarlo, ya como lugar etnográfico de la reciente historia de El Puerto, cuando los barcos y sus tripulaciones iban a ‘bajarse al moro’, apenas cruzando la calle y unos metros, hasta el cantil del muelle, para vivir treinta o cuarenta días en la mar.

josefamendozamunoz_puertosantamariaPepe Mendoza le escribe a las madres. Y nos permitimos traer aquí a la madre que lo parió: Josefa Mendoza Muñoz, casada con Rafael González Vázquez. Alumbró para nuestro gozo a un escritor y a un poeta: José y Ángel, y dos hermanos mas, Francisco y Rafael, que formaron un bonito entramado familiar en la calle San Sebastián, donde vivieron. El homenaje de Pepe a las madres, a su madre, a todas las madres.

Esta es la historia chiquita de unas mujeres grandes. El homenaje merecido a quienes nos enseñaron, a golpe de decencia, que no pesan los años sino los desamores, que para la ternura siempre hay tiempo, que vivir es desvivirse.

Esta es la historia chiquita de unas mujeres grandes que ya desde niñas se crecían ante los contratiempos y le echaban guindas al pavo amargo de la pobreza y de la explotación. Con una perra gorda han hecho encaje de bolillos. Con los avíos de un puchero han multiplicado los panes y los peces. Con un trozo de tela han hilvanado vestidos bellísimos que pasaron de generación en generación. Con unos cuantos principios han puesto en pie el armazón moral y ético que hoy configura lo mejor de nosotros mismos.

Esta es la historia chiquita de unas mujeres grandes que desde pequeñas fueron condenadas a faenar en el campo, a servir en casas, a trabajar en fábricas. Propietarias solo de su propia miseria, la aspereza forzada de sus vidas, lejos de amilanarlas, les hizo crecerse, inmensas, ante la adversidad. Obstinadas, siguen madrugando a sus dolores, resucitando a sus achaques, inagurando esperanzas.

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Con su compañero en la aventura de la vida y del matrimonio, Rafael González, con el que Josefa Mendoza tuvo cuatro hijos, en una imagen tomada en la Feria de Primarera en el Paseo de la Victoria.

Esta es la historia chiquita de una mujeres grandes que hoy ejercen, incansables, de esposas, de madres, de abuelas, heroínas anónimas que nos regalan sus horas, y nombran a las cosas por su nombre, y nos recuerdan que hoy es siempre todavía, y ponen un poco de cordura en este tiempo hostil propicio al odio.

Esta es la historia chiquita de unas mujeres grandes que un día conspiraron contra la dictadura del sofá y el mando a distancia, y decidieron salir a pasear unidas por las avenidas anchas y luminosas de las escuelas de adultos, de las asociaciones de vecinos, de las organizaciones populares. ¿Quién dijo que todo está perdido?

Esta es la Historia Grande de unas mujeres chiquitas. /Texto Pepe Mendoza.

Esta nótula de María Jesús Vela Durán, recoge alguna de sus vivencias y recuerdos de la Primera Comunión, así como alguna comparativa con las actuales. E igualmente imágenes de grupos, de los años cincuenta, sesenta y setenta del siglo pasado, pertenecientes a su colección.

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Grupo mixto en la fachada de la Iglesia Mayor Prioral. A la izquierda, Nati Oncala Merino, hija de Melchor, propietario de la desaparecida Carbonería Las 7 Esquinas./Foto: María Mateos.

Ya llegó mayo, y con él, aromas de azahar de los naranjos en flor, y el blancor de la pureza, en las caritas de los que por primera vez, van a recibir la sagrada forma consagrada.

Esta, clarísimo, que mucho han cambiado las cosas, desde aquel 10 de mayo del 63 hasta nuestros días. Yo no tuve ni castillo hinchable, ni viaje a Disney Paris, ni ágape en algún restaurante ni nada parecido, pero si viví con mucha intensidad mi comunión.

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Fila superior, de izquierda a derecha, Juani García Caraballo, Ana Martínez, Merche Cañas Bejarano, Milagros, Ana, Antonia Yuste Quiñones, Fila segunda, Milagros González Gómez, Teresa Gallardo, Paqui Revuelta, Inmaculada Díaz, en el centro, María del Carmen Herrera,  Requena. Primera fila. Concepción Yuste Quiñones, la autora de la nótula María Jesús Vela Durán, Nieves, Manuela, Carmen Gago Rodríguez. Los angelitos  son Ángeles Gómez Galán y Marta Cárave Ruiz.En las escalinatas del altar mayor de la hoy Basílica Menor de Ntra. Sra. de los Milagros Coronada, vulgo Iglesia Mayor Prioral. 22 de mayo de 1963.

Por no tener, no tuve ni vestido nuevo, pero anda que... ¡ no estaba guapa ni na! Permítaseme, la licencia de echarme flores, no  por vanidad, sino porque  ¿que importancia tenia?  Ninguna, el mío  estaba impecable a mis ojos, a pesar de haberle servido a mis cuatro hermanas mayores y prestado a una amiga de la familia. Un buen lavado y almidonado además del can can, hizo el milagro de que  casi pareciera que estaba estrenándolo. A mí me parecía precioso  y de verdad me sentía como una princesita, con mis guantes, mi limosnera, mi muda nueva, mi rosario, mis recordatorias y mi cadenita al cuello, como primer regalo del día; ¿que más se podía pedir?

 

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Delante de la puerta de la iglesia de Las Capuchinas. 30 de mayo de 1959.

Pues, un buen desayuno, y lo tuve,  en el que no faltaba ni Gloria. Después, visita obligada a familiares y amigos y vuelta a  casa eso sí, con la limosnera repleta.  ¡Ay! que ilusión.  Mis hermanos revoloteando a mi alrededor: “--¿Te han echado mucho dinero?”  “--A mi me echaron, tal cantidad, y el otro…” “--Ah, pues a mi más que a ti”. Normal, lo propio.

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El Colegio de la Merced, en el atrio del Convento de las Capuchinas, el 24 de mayo de 1956.

Tengo entendido, que el colegio de la Merced, que dirigía Antonio García Flores celebraba  la misa y el desayuno de los niños, en el Convento de las Capuchinas --hoy Hotel Monasterio--, me imagino que con ayuda de los padres, pero... ¿imaginan lo que debieron sentir aquellas criaturas, ante tamaña belleza?

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Otra de las cosas que han cambiado --a mi entender para bien-- son los peinados de las niñas. Aunque se siguen llevando las tiaras, hoy van  más naturales, con su melenas bien peinadas, con adornos discretos y sin velo. Me imagino, que era costumbre o  tradición peinar a las niñas con rodetes, trenzas,  e incluso con un poquitín de cardado. No solo yo, más de una compañera, tuvimos que dormir la noche anterior con esos incómodos tubos. Lo peor, fue salir a la calle con ellos, desde casa de mis abuelos, me daba una vergüenza... pero ¿como iba a protestar?  Además, para nada, porque al levantarme, la mayoría de los tubos estaban colgando. Anda que... la nochecita que había pasado, tratando de adivinar, como poner la cabeza sin pincharme, cosa harto difícil y al levantarme, ver aquel estropicio. Frustrante, muy frustrante.

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El presbítero Carlos Román Ruiloba administrando la comunión a Kika Vela en 1959.

...continúa leyendo "2.436. COMUNIONES EN EL PUERTO."

CONDESADEVALDELAGRANA_PUERTOSANTAMARIAFrente a Bahía Mar, donde está el aparcamiento de un supermercado, en 1891 el Estado expropió a la condesa de Valdelagrana, María del Carmen Fernández de Córdoba, propietaria desde 1886 del Coto de la Isleta y Valdelagrana por herencia de su padre el XV duque de Medinaceli, una parcela donde se encontraba, ya a comienzos de la década de 1870, unas luces de enfilación del Guadalete para la orientación de los barcos que entraban en la ría (entonces aún sin murallas de canalización, que no se construyeron hasta 1951), en una casa inmediata a la carretera nacional. Fueron conocidas como las luces del Guadalete, el faro, casa del faro y casa del farista, cuyas últimas ruinas -antaño tres edificaciones de desigual tamaño- fueron demolidas en 1998. /En la imagen de la izquierda, retrato de la condesa de Valdelagrana y de Gavia, Mª del Carmen Fdez. de Córdoba y Pérez de Barradas (1865-1949).

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La otra banda en 1962: la flecha marca la situación de la Casa del Faro. Enfrente, al otro lado de la carretera, la fábrica de cemento y la del guano. / Foto cedida por Miguel Sánchez Lobato.

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La otra banda en 1962: la flecha marca la situación de la Casa del Faro. Enfrente, al otro lado de la carretera, la fábrica de cemento y la del guano. / Foto cedida por Miguel Sánchez Lobato.

4Acerca de estos terrenos que ahora han urbanizado parcialmente en ‘la otra banda’, Mariano López Muñoz escribió en 1926 este espléndido –y aún actual- testimonio: “Fijemos nuestra atención en esa desconsoladora calva del terreno, desde el puente aquel [San Alejandro] al faro que está allá. Habrá quien crea que el espectáculo no debe interesarnos; que no debemos esforzarnos en gastar ahí dinero, entusiasmos, energías, sólo por el placer de que vengan nuestros descendientes a disfrutar lo que ahora les preparemos. [...] ¿Dónde nos sentamos en este camino que cruza la injustificable ería junto al río de los blandos rumores, frente a una Ciudad tan bella? Ni un banco, ni una fuente; seis u ocho poyos mal cuidados, hundidos y hendidos en tan largo trecho. […] Este es un paseo natural y magnífico de invierno, frente a una Ciudad meridional. Ni un grupo de árboles frondosos, ni un rústico y tranquilo acomodo para sentarse a leer. Ya sólo en la extensa explanada se encuentra un lugar amable, en torno de la Caseta del Faro, cosa de civilización y de hombres modernos; sitio que, si también no lo abandonan, pronto será oasis apacible en el camino... [...] Hasta el huertecillo del Faro llega el vocerío de los chiquillos que juegan en la plaza del Polvorista.” /En la imagen de la izquierda, Mariano López Muñoz.

6En la imagen de la izquierda, el niño Rafael Alberti Merello.

Evocaré los nombres de los empleados que en el faro trabajaron y en la casa aneja vivieron. En 1870 ya estaban aquí asentados, con sus esposas e hijos, Eugenio Franco, un pontevedrés de Marín, y el jiennense Isidro Zafra. El ‘oficial de faros’ que debió conocer López Muñoz cuando escribió el texto reproducido era Manuel Pirnat, de 46 años, roteño, como su mujer María Liaño y su hija Teresita. Estuvieron aquí entre 1916 y 1927. Lugar y farero –o acaso el precedente- que Rafael Alberti conoció antes de 1917 -cuando con su familia marchó a Madrid- y plasmó en estos versos de Marinero en tierra (1925):

“¡Torrero, que voy perdido
y está apagado tu faro!
Noroeste. Nada claro
por el cielo, ¡y te has dormido!
¡Que se ha dormido el torrero
y nadie del astillero
talar su sueño ha querido!
Corre, ve, viento marero
y dile a algún marinero
que el faro no está encendido!

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El Puerto desde ‘la otra banda’ que conoció López Muñoz. / Foto, Gaspar Veneroso.

En 1928 comenzó a trabajar en el faro el ceutí Antonio Cabezas Martos, casado con Josefa Martos, acaso su prima y tal vez hija de farero dado que nació en las melillenses islas Chafarinas. Cuando estalló la guerra civil aquí continuaban, pero tras la contienda se deshabitó. Fue, propiamente dicho, el último farero.

A fines de los 40 habitó la casa el canario Mamerto Robaina, que era patrón del barco-remolcador Guadalete, propio de la Junta del Puerto. En los años 60 vivía en la Casa del Faro, con su familia, el guarda del muelle, Francisco Torres Parra, y a comienzos de los 70, con el mismo oficio, el segoviano Luis García.

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Cuando se canalizaba el Guadalete en 1951 y la Casa del Faro perdió su enclave ribereño. / Foto cedida por Luis Serrano.

El Puerto de Santa María nunca tuvo su particular Triana. Ahí sigue la orilla de ‘la otra banda’, la ‘desconsoladora calva del terreno’ que escribió el bueno de don Mariano hace 88 años, a la espera de no sé qué. Y mejor no mirar enfrente, donde sigue abandonado a su mala suerte el Adriano III en el abandonado varadero del abandonado río del Olvido, al que El Puerto le debe su propia existencia, su antiguo esplendor y que hoy sigue siendo la viva imagen y el espejo de su decadencia.

Desde luego, más de uno ha hecho méritos para que le ocurra lo que le ocurrió a uno –lo contó mi amigo Luis Suárez- con el fantasma de Clemente, el inclemente guarda de la plaza Peral. / Texto: Enrique Pérez Fernández.

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Esta noche, a las 20:00 horas, inauguración de la exposición 'Flamenca' de la pintora Manuela Callealta (ver nótula núm. 1.883 en Gente del Puerto) , en el ZEC Espacio Creativo (Larga, 83). Manuela, sketcher de la bahía de Cádiz, nos muestra su visión del flamenco en acuarelas. La exposición comienza el día 1 y termina el 31 de mayo.

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Por los años 60-70  estaba claro que los niños nos adueñábamos de las calles de nuestro entorno y  principalmente de nuestra maltratada plaza de Isaac Peral. Hemos tenido una infancia tan bonita, tan alegre y tan en calma, que para sí quisieran las generaciones actuales, pues entre las tareas, las clases extra escolares, y  los deportes,  apenas les queda tiempo para divertirse y jugar. Nosotros teníamos menos libros y  hacíamos menos tareas, y no por eso fuimos peores estudiantes ni tuvimos peor educación. Nuestros maestros eran más que excelentes y se desvivían por  formarnos y educarnos en valores  fundamentales como: el respeto, la urbanidad y el civismo amen de las materias, escolares etc.

Considero que  nosotros vivíamos con menos estrés, debido al ejercicio que hacíamos al jugar y corretear como gamos. Realmente  en mi primera infancia, mis  mejores compañeros de juego  fueron mis hermanos. Los domingos, nos lo pasábamos en grande, los mayores llevaban la voz cantante, y las más ‘menúas’ --las más chicas--, sin chistar o corríamos el riesgo de que nos dejaran con dos palmos de narices y se fueran con la música a otra parte. Y eso, claro no era plan. Como el tiempo pasaba inclemente, llegó el momento de volar sola, y tener mis propios y buenos amigos. La verdad es que lo tuve fácil, pues al ser la mayoría vecinos, nos conocíamos  y nos llevábamos bien , eran lo que se decía… niños de confianza.

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Vicentín, sobre la máquina de café, junto a su padre, el desaparecido Vicente Sordo Díaz.

Uno de estos niños, era Vicentín, --Vicente Sordo-- un encanto  de crío y nada bruto. Vicentín sin duda era unos de mis buenos amigos, junto a  Manolín --hijo de Sofía-- Jeromín Castro y los hermanos  Leopoldo y Manuel --hijos de Leopoldo, el gallego--, Roberto, --hijo de Boli--, y Roberto e Ignacio Rodríguez Sánchez --de Casa Paco Ceballos-- y alguno más que mi memoria no alcanza a recordar.

Pues bien, todavía recuerdo cuantos momentos  agradables pasamos en la trastienda del Almacén de Leopoldo charlando o jugando a algún juego de mesa bajo la supervisión de Luisa la esposa de Leopoldo y viendo crecer feliz a la benjamína de la familia Luisita, como su madre, creo recordar. Luisa era tan genial como su marido. Nunca un mal gesto, por el contrario todo era agrado. ¿Quien dice que uno no se acuerda de los olores de la niñez? Esa trastienda olía  a gente buena y encantadora,  que a pesar  de que hayan  pasado los años y ya no estén entre nosotros, no tenemos que hacer ningún esfuerzo, por traerlos a la memoria, porque han dejado tanta huella, que al hacerlo nos viene una sonrisa y porque no decirlo, también mucha nostalgia.

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EL JUEGO DE LA PALMÁ.
El que no nos gustaran los  niños brutos,  evidentemente era porque  alguna vez salimos lastimadas. Algunos juegos como el de la ‘Palmá’ eran eso, un poquito brutos y los niños de alguna manera competían  en ‘dar  más fuerte’. No era cosa de lastimarnos  pero cierto era  que  arrearnos esos mamporros  en la mano,  nos la dejaba colorada como un tomate. Claro que ellos no se quejaban e incluso repetían. El que se la quedaba --era la forma de decir quién  perdía y  recibía los cates--, se colocaba de espalda a los compañeros de juegos, la palma de la mano se cruzaba abierta debajo de la axila y ahí empezaba el juego. Nos  arremolinábamos a su alrededor y uno era quien daba el cate. Lógicamente unos daba más fuerte que otros y era fácil reconocerlos,  pero no crean que  las niñas  también recibíamos aunque no como entre ellos.  Ahí se reían sí, pero la mano la llevaban calentita. Y es que al ser ya mayores jugábamos más  en grupo.  No es la primera vez que lo digo pero es cierto que  en mi primera infancia la Placilla me parecía enorme. Cabíamos todos los niños de los alrededores sin molestarnos unos a otros y sin pelearnos mucho. Que sí, que también había, enfado , pero duraba muy poco. La enfadá, bajaba a jugar, sola o con alguna amiga, pero nos miraba con carita de buena y  se esfuma el enfado, no sin antes, eso sí, hacerle la pregunta “--¿Vas a hacerlo otra vez?” ¡Que iba a decir la criatura! ...

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VICENTITO.
Pues bien, todos estos amigos, al crecer nos fuimos de alguna manera desperdigando y  cada uno siguió su camino. Con Vicentito, jamás salí, ni a dar una vuelta como se decía antes, pero los dos nos tenemos mucho aprecio. Y es que quien conoce a Tito sabe que  es un encanto. A ver, esperar un momento, que lo que estoy diciendo, no es una cursilería por quedar bien, os cuento: haciendo un símil taurino, Tito, es un torero de cante grande y salida a hombros, ¿y por qué? Fácil.  Tiene: Hondura,  con ella va el saber estar, dándole a cada uno su sitio, sin menospreciar a nadie.  Pureza , con ella va la bondad  y,  a esta  la regala, haciéndonos sentir, que es una persona sincera, cercana y cálida. Aparte, ¿y su empaque?  Torero. ¿A que tengo razón?

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Vicento Sordo Fernández, Vicente Sordo Díaz, Vicente Sordo Gómez, nieto, abuelo y padre, en una foto para el recuerdo.

Pues bien, es una alegría, saber que sigue ‘al pie del cañón’ en el mismo rincón donde empezó su padre Vicente Sordo Díaz (ver nótula núm. 2.091 en GdP), casado con Ascensión Gómez Recalde,  y que tanta historia guarda entre sus muros. Y es que sigue siendo, un lugar especial  donde poder reunirse,  y que sigue conservando el encanto  y ecos de antaño. Pareciera, que se hubiera detenido el tiempo,  y pudiéramos adivinar, las instructivas tertulias, las miradas ilusionadas, ante un nuevo proyecto de vida o de trabajo y la risa alegre de los niños al degustar, un buen tazón de  chocolate con churros. Y todo mi rinconcito del alma, para orgullo de sus padres, y de los que lo queremos bien.

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Ivan Sordo Fernández.

Por suerte cuenta con  espléndida savia  nueva  en la figura de sus hijos, frutos del matrimonio con Carmen Fernández Jiménez: Vicente, como su padre y su abuelo, e Iván. Está clarísimo que el futuro está asegurado, pues ambos dos han heredado, las virtudes de sus padres, en cuanto  a calidez, educación, saber estar  y bondad, mucha bondad. Amigo Tito,  te emulo dándome un toque en el corazón, y diciéndote: hermano, sabes el cariño que os tengo. /Texto: María Jesús Vela Durán. Fotos: Bar Vicente.

Nota de Rectificación  La dirección de Gente del Puerto tituló erróneamente la nótula dedicada a Vicente --su primer apellido--, como Sordo de la Borbolla, entendiendo que era un apellido, como otros de la Montaña compuesto, pero que éste no usaba, al igual que los Gil de Reboleño, Ruibal de Celis y otros. Queda, pues, hecha la rectificación.

En 1976, la Diputación Provincial de Cádiz gestionaba el Complejo Asistencial El Madrugador: Hospital Psiquiátrico, Centro de Educación Especial y Residencia de Ancianos, hoy en desuso. Si bien parte de las instalaciones se reconvirtieron en un Centro de Hostelería y Turismo, pendiente de inaugurar hace ya algo más de cuatro años.

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En las fotografías, tomadas el 19 de septiembre de 1976, vemos una fiesta a la usanza de la época, con reina, damas y acompañantes, con el alcalde de la Ciudad, Manuel Martínez Alfonso.

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En esta imagen, durante el ágape vemos, escoltados por las damas y acompañantes, a la izquierda a Juan Martín Vélez, secretario particular del Alcalde; el pregonero Francisco Montero Galvache, el alcalde Martínez Alfonso, el director del Hospital Psiquiátrico, Antonio López, el juez de la Ciudad, y el director administrativo del centro, Enrique García Paz. /Fotos: Archivo Municipal.

Francisco Pérez Pastor nos dejaba e Madrid el miércoles 13 de enero de 1988, a primera hora de la tarde, el tiempo y el espacio dejaron de tener sentido para él, porque estaba penetrando serenamente en lo eterno y en lo ilimitado.

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El Puerto de Santa María, desde hace muchos años atrás, tuvo en él una especie de embajador oficioso en la Villa y Corte. Muchos son también los portuenses que saben de su actividad receptiva , de su consejo amistoso, de su gestión eficaz, en tantas y tantas entrevistas mantenidas en su despacho de la Sociedad de Autores o en su propio domicilio de Fernando el Católico, ineludiblemente rematads con unas amigables copas de vino de su tierra.

El Puerto, siempre latente en el corazón de Paco Pérez Pastor. Una ciudad y un entorno permanentemente sentidos con él con cariños de hijo fiel y sensibilidades de fino escritor. Sin lejanías, sin nostalgias, porque sus visitas eran frecuentes y su vivencia continúa. Se añora lo que no se tiene; y él no podía añorar a El Puerto, porque El Puerto siempre estaba con él.

Desde mucho tiempo atrás. Desde su infancia asomada a los azules de la Bahía. Desde su juventud con inquietudes intelectuales, en que por tradición familiar y propia vocación periodística participara tan activamente en la publicación de esda doble hojilla diaria que se llamaba la “Revista Portuense”.

Casi medio siglo de información local, desde los penúltimos años del siglo XIX hasta el año 1939. Un periódico breve, sencillo, coridal; para una ciudad cordial, sencilla y breve, como era El Puerto de por entonces. Luis y Dionisio Pérez Gutiérrez (ver nótula núm. 812 en GdP) lo habían traído al mundo, y una nueva generación --Luis y Paco Pérez Pastor-- recogió la antorcha de la continuidad.

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La fotografía tiene 108 años. En ella aparece la redacción de la Revista Portuense, sentados de izquierda a derecha: Mariano López Muñoz, andalucista y socio fundador de Racing Club Portuense; Luís Pérez Gutiérrez, propietario de la publicación; Manolo Soto, Javier Caballero, Antonio Peñasco y de pie junto a éste, el comediógrafo Pedro Muñoz Seca. /La foto es del año 1907 y pertenece a la Colección Pérez Pastor.

Cuando, por las circunstancias que el paso del tiempo trae consigo, hubo de cerrar sus puertas la Imprenta Pérez Pastor, hogar y taller de la entrañable publicación, todo un tesoro de datos, anécdotas y curiosidades locales de la vida del Puerto de Santa María, permanecía reunido en treinta o cuarenta grandes tomos alineados en una vieja estantería en las penumbras de la ya desaparecida imprenta: la colección completa única e insustituible de la Revista Portuense. Francisco Pérez Pastor tuvo el gesto noble y generoso de donarla al Ayuntamiento de su pueblo. De sus manos la recibí, para depositarlas en la Casa de la Cultura, y hoy forma parte del Archivo Municipal.

Cuando Paco se nos fue, callada, serenamente, sin la oportunidad de una despedida cuando su vida cerrada dejó atrás la triple cosecha de su familia, de su trabajo y de su amor por El Puerto, parecía como si las páginas amarillentas de la Revista Portuense nos dijeran su adiós definitivo, el adiós que Paco Pérez no nos pudo decir. /Texto: Manuel Martínez Alfonso.

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En la imagen, tomada el sábado 21 de febrero de 2015 en el Bar Nuevo Juanito, aparecen, de izquierda a derecha, Rafa y Fernando Rivas Acal, Lupo y Manuel Sánchez Romate (ver nótula núm. 2.285 en GdP). Gente sabia por lo vivido, en animada tertulia en torno a una botella de Vino Fino, donde se hablaron de los temas que les sigue preocupando como ciudadanos a los que les duele de nuestra Ciudad, con el sentido del humor --que nunca falta-- que caracteriza a tan buena Gente del Puerto.

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No sé, si por tradición familiar, o simplemente por propia convicción, algunas de mis amigas y otras  jovencitas de mi época, decidieron colgar los libros y apuntarse al Corte, como eran conocidos los Talleres de Corte y Confección.

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De izquierda a derecha, fila superior, Rosario González Salas, Milagros Vaca, María Luisa, María Torres Higuera, Carmen, Juani Saura ‘la murciana’, Antonia y agachadas distinguimos a María Mateos Oncala, hija de Fermin ‘el Carbonero’, Carmen y la última por la derecha, Pilar Lacarta. /Foto: Colección Pilar Lacarta.

La mayoría ya tenía  alguna hermana mayor en estos talleres, y aunque no tengo claro que todas pensaran en ser modistas profesionales, les venía bien poder hacerse su propia ropa, su ajuar o en su defecto saber desenvolverse  el día de mañana, pues  de alguna manera  las niñas  debían saber  llevar las tareas cotidianas de las amas de casa  a la hora de enfrentarse a un casamiento y a la crianza  de sus futuros hijos.

En La Placilla, teníamos varios y  buenos Talleres por cierto.  Estaban: el de María Torres Higueras, sito en el piso superior del Restaurante de  Manuel Rodríguez  Ceballos y  el de Lolichi, sito en la casa de los Gómez de Requena, panaderos, de la calle Santa María.  Años más tarde, los de: María Amalia,  y  no sé si el de  Loli Rodríguez. Esto, en cuanto a talleres, porque era muy natural, que en casi todas las casas, hubiera alguna señora que se ganara la vida “cosiendo para la calle”, como se decía entonces.

A nosotros nos cosía mi vecina Pepa Acosta, prima de María Torres Higueras, y muy bien además, con decir, que salvo que hubiéramos dado algún “estirón” cosa natural por otra parte , y hubiera que alargar el dobladillo a última hora, cuando nos entregaba las prendas nos quedaba “como un guante”. Mi  madre y sus hermanas tuvieron mucha suerte porque mi abuela era una costurera buenísima y las enseño a todas a coser primorosamente. De hecho la mayor de las hermanas  cosió para la calle creo hasta que se casó. Mamen, una prima, fue una camisera muy procurada.

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En la playa de Fuenterrabía, distinguimos, tercera por la izquierda a Pilar Lacarta, Juani Saura, María Torres Higuera, Loli Saura y María Mateos Oncala. Agachados, solo conocemos a José Torres Higuera, ‘Chico’ y su mujer Teresa Delgado García e hijo. Delante, con el perro, José Antonio Guerrero Torres ‘Pepo’, hijo de María Torres Higuera. /Foto: Colección Pilar Lacarta.

Supongo que cada maestra tendría su librillo; así, algunas comenzaban y terminaban la jornada con el rezo del santo rosario, otras, quizás solo rezaran el Ángelus a medio día, claro que seguramente también las habría dicho , que no hicieran nada de eso. Lo que sí es cierto, que  era fácil, encontrarnos a  muchas mujeres, con el metro colgado de sus cuellos. Muchas de ellas, ya eran modistas profesionales, y gracias a esto colaboraban con su jornal  a una más desahogada situación económica.  Y qué decir de algunas pobres viudas,  pues así lograron sacar a sus hijos adelante.

burda_patronesMe sorprende  después de preguntar a mis amigas  muchos de estos talleres, solo enseñaban a coser, no a cortar.  Según  me han comentado, cuando las muchachas llegaban, la maestras  ya tenían los cortes  hechos,  pero ellas no las veían cortar; paradójicamente,  años más tarde , muchas aprendieron, en la intimidad de sus casas con la revista Burda o similares. Claro, que también podría ser que solo aprendieran a cortar, a criterio de las maestras, bien porque las viera más preparadas, o bien por propia iniciativa de las aprendizas, que no se atrevieran “con las tijeras”, o bien que prepararan a algunas para que fueran su  ayudante o  persona de confianza. Este, es el caso de mi amiga Pilar Lacarta Lagunas,  ella según sus propias palabras, salió “bien aprendida” del taller de María Torres Higueras; de hecho hasta hace poco que goza de una jubilosa jubilación, la costura orientada a vestir a las novias el día más bonito de sus vidas ha sido su profesión  y su vocación allí en su Zaragoza natal.

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Ama Rosa, la radio novela de la Cadena SER  que triunfaba en aquellos años. 

A mi vecina Pepa,  le ayudaba Carmelíta, una jovencita alegre y dicharachera  a la que nos encantaba escuchar, por su simpatía y su gracia. Ella me cuenta que veía cortar a  Pepa, y que esta le iba explicando todo cuanto hacía. Lo que sí sé, lógicamente de oídas es lo animado de las sobremesas en muchos de estos talleres; principalmente por los programas de radio de la época. Me las imagino, llorando con las desdichadas protagonistas de las radio novelas como “Ama Rosa” de Guillermo Gautier Casaseca, en la que intervenía como protagonista, la inolvidable Juana Ginzo, a través de los micrófonos de la Cadena SER; o riendo con las travesuras de Matilde, Perico y Periquin, serial radiofónico enmarcado en el estilo costumbrista que comenzó en los años 50 y duró hasta la muerte de uno de sus protagonistas, Pedro Pablo Ayuso, en 1971, estando patrocinada por Cola-Cao.

radio_pedropayusomvilarino_serEn la imagen de la izquierda, Matilde Vilariño y Pedro Pablo Ayuso, durante la emisión de 'Matilde, Perico y Periquín'.

Cuando la prenda estaba rematada, la metían en unas cajas rectangulares, con un solo asa, como si de un bolso grande se tratara. Las prendas se entregaban  bien  planchadas, y en algunos casos envueltas en papel de seda. Y…allá que iban las modistillas a entregarlas, procurando eso sí, que al colgarse del brazo la caja de entregas, éstas  ni se moviera, pues deslucirían el planchado, y desmerecerían la prenda. Más de una vez, acompañé, a mis amigas a entregarlas, y como no a relevarlas si se cansaban. La mayoría de las veces,  las clientas quedaban satisfechas. Algunas señoras, echaban mano a sus monederos, para darles  una propinilla, pero ellas se ponían muy dignas y…. no se moleste señora, nos lo tienen prohibido, pero …gracias de todos modos.

La mayoría de las niñas de mi época teníamos nuestros bastidores o marcadores, de bordar, la verdad que aunque a mí las labores me parecían algo aburridas, atendían atentamente las explicaciones, de nuestras mayores, que sabían  lo suyo. Primero que nada, había que lavarse escrupulosamente las manos, pues el lienzo, tela, era inmaculado y la labor tenía que conservar la pulcritud y  por tanto… el blanco. Cuando el lienzo, estaba bien estirado, nos pintaban el dibujo por bordar, y …. hala, con mucho mimo y sin salirse del dibujo, empezábamos, muy obedientemente,  a pasar el hilo y rellenar las florecitas de los colores que más nos gustaba . Muy pronto me di cuenta, que aquello no era lo mío, así que lo abandoné y me embarqué en la aventura de los libros, que eran más divertidos.

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Patron de letras capitulares para bordado.

Había como no, talleres de bordados, a mano y a máquina, y las aprendizas salían  como ya  he referido con sus sábanas, manteles y toallas bordadas  y claro esta de otras labores. La verdad es que me quedaba “embobada” viendo con que destreza manejaban  los Bolillos, algunas mayores entre ellas a quien considero como mi abuela --Milagros Gálvez Alonso-- .Que finura de encajes, y reitero,  qué primorosa pulcritud tenía en  todas las labores. La natural habilidad, no era más que horas de dedicación, templanza y por supuestos dotes y disfrute con lo que hacía y con el resultado. En definitiva, pareciera, que tuviera manos de “ángel”.

Hoy en día, han cambiado mucho las cosas, si encargas algún trabajo, la señora se presenta en  tu casa  y te cobra por horas hasta la terminación del encargo, algo para mí un poquito” chocante”. Sigue habiendo talleres y  lo novedoso, son los comercios que nos cosen, nunca mejor dicho  desde un roto hasta un descosido. Como quiera que sea, afortunadamente, hoy en día, hay muchas aficionadas  a las labores, de todo tipo, y desde luego lo artesanal  por su belleza, por las horas dedicadas y por su  mucho mérito,  nunca tendrán precio. /Texto: María Jesús Vela Durán.

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Pocas ciudades habrá en Andalucía y en España entera que tengan y conserven tantos patios porticados como El Puerto, siendo estos una de sus características urbanas más singulares. Sin embargo, coexisten con ellos otros patios no porticados que alegran la vista a los que los contemplan, aunque no todos están visibles.

He aquí, algunos ejemplos, que salen una vez más de la cámara del colaborador de Gente del Puerto, Antonio Gutiérrez, de la Colección Puertoguía.

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Patio de casa en la plaza del Castillo

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Patio calle Albareda

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Patio calle Cervantes.

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Patio calle Cielos.

 

Recordé en otra nótula, a propósito del excusado que está en el Parque Calderón, aquel otro que existió frente al Parque Calderón y a la calle Luja, el que cumplió su benéfico y reparador fin entre 1956 y 1977 (ver nótula 2.336 de Gente del Puerto). Y no es que uno –de momento- padezca de próstata y esté obsesionado con el asunto, pero servicios públicos como el de los urinarios también forman parte de lo cotidiano y de la historia de nuestra ciudad.

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Donde está el automóvil, el lugar que ocupó en los años 20 el urinario. Enfrente, el almacén de Obras del Puerto, ‘la Copa’ y la Fuente de las Galeras.

Por eso quería rememorar otros antiguos mingitorios del Parque. De dos que se emplazaron donde confluían el Vergel del Conde y el Parque Calderón, frente a la plaza de la Herrería, precisamente donde se encuentra el adefesio actual, sólo sé de su existencia por esta noticia que publicó la Revista Portuense el 6 de agosto de 1897, a los dos años de fundarse el Parque por obra y gracia del alcalde Severiano Ruiz Calderón: “¿No ha pasado usted sr. Alcalde para el Parque por el Vergel? Pues necesariamente habrá llegado a su olfato un olorcillo nada agradable que despiden los dos urinarios que están situados a la salida del citado paseo. Y pregunto yo, ¿no sería fácil recomendar cuidadosamente la limpieza de los citados urinarios, muy especialmente las noches de velada?

severianoruizcalderon_puertosantamariaAcaso se quitaron por la misma razón por la que se desmanteló en 1891 el que hasta entonces existió en la plaza Peral; según adujo el Ayuntamiento, “so pretexto de que estando demasiado reservado, podría servir para mucho más de aquello a que estaba destinado.” /En la imagen de lz izquierda, Severiano Ruiz Calderón. Alcalde de El Puerto en 1867. /Foto: Manolo Pico. C.M.P.H.

En 1914, cuando se reformó el Parque, se proyectó construir otros dos urinarios, a cada extremo: frente al muelle del Vapor y junto al puente de San Alejandro (además de otros en la Plaza de Abastos y la plaza Peral), pero quedaron en proyecto, como el que entonces barajó el Ayuntamiento –qué barbaridad- de demoler la Fuente de las Galeras, porque, según se hizo eco la Revista Portuense, “quedaría un muelle mucho mayor y una perspectiva encantadora que ahora queda oculta por esa enorme mole.

Pero el previsto junto a las Galeras sí terminaría por construirse. Aún no lo estaba en 1917, según se quejaba un periodista de la Revista el 19 de agosto, en estos términos: “En la playa [de La Puntilla] se han instalado dos urinarios públicos a derecha e izquierda de la Rotonda y no nos explicamos cómo no se ha pensado en algo análogo en el Parque, porque la aglomeración de público es considerable y han tomado por urinarios todas las paredes de las fincas allí situadas y el muro del Vergel, y no sólo el indecoroso espectáculo, sino al mismo tiempo el hedor tan insoportable que se percibe en las proximidades de dicho sitio.

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A la derecha, la caseta del urinario, desde el muelle del Vapor.

El caso es que las autoridades locales, siempre atentas a las demandas del pueblo al que sirven, y con el retraso que también les es acostumbrado, terminaron por obrar, en 1923 y a cargo de Obras Públicas, el urinario frontero a la Fuente de las Galeras. Que se construyó al tiempo que se levantó enfrente la caseta-almacén de efectos de Obras del Puerto (la pérgola que desde 1997 es un local de copas) y se pavimentó el inmediato muelle.

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La caseta-almacén de Obras Públicas, que se levantó al tiempo que el urinario y que hoy alberga a un bar de tragos largos.

Pero al urinario le faltaba algo, que se reclamó desde la Revista el 3 de julio de 1924: “Sería muy conveniente instalar una luz en el urinario que para el servicio público hay en el muelle, adosado al paseo del río. Esta importante mejora debida a Obras Públicas y en cuya construcción puso tanto interés el Ayudante D. Emilio Lorite, querido amigo nuestro, se completaría con la indicada reforma.” Dicho y hecho. A los tres días, el periodista, como era bien nacido, escribió lo que sigue: “MUCHAS GRACIAS.- Desde el sábado último, ha quedado instalada una lámpara eléctrica en el retrete del muelle. Muchas gracias por la solicitud y diligencia con que nuestro querido amigo D. Emilio Lorite atendió nuestra indicación.

joseluismaciascaro_gentedelpuertoAl paso de once años, el estado del urinario era el que refería el periódico el 17 de agosto de 1935: “CARTAS A LA REVISTA.- Hemos recibido una nueva carta de queja sobre el estado en que se encuentra el urinario del Parque y de su contenido copiamos que ‘bien podría la autoridad competente [el alcalde, que lo era José Luis Macías Caro] haber tenido necesidad de utilizarlo anoche que se encontraba de forma que para penetrar en él había necesidad de hacerlo en lancha. Espero que atenderán esto por el bien de la ciudad, pues son ya varios los veraneantes que he oído protestar de ello.’ Por nuestra parte confiemos que tal vez no se repetirán las quejas sobre este asunto.” /En la imagen de la izquierda, José Luis Macías Caro, alcalde de El Puerto en 1935.

Al comienzo de los 40, aunque los tiempos eran difíciles, el veterano urinario conoció tiempos de gloria que fueron menguando con los años, según contó en julio de 1948 Zutanito, Manuel Sánchez, (ver nótula núm. 329 en GdP) el espléndido e irónico cronista de las cosas de la ciudad que desde su sección Perfil de la semana del Cruzados escribió: “De la casetita aquella, de que hablé algún día, situada en el margen derecho del Parque, muy cerca de la entrada a este Paseo -¿estamos?- con grandes ojos en los parietales y gorro de clown, por más señas, va quedando bastante menos. Poco a poco desaparecen los tubos de cobre de su instalación y alguna otra cosa de su mobiliario que merezca la pena. Tuvo unos días de cuido esmeradísimo, que daba gusto verla, pero otra vez ha caído en desgracia. Y lo que es peor es que va desapareciendo todo, menos lo que debería desaparecer enseguida. ¿Seguimos comprendiendo?    

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Cerramiento del Parque para delimitar la actividad portuaria de la de ocio y paseo.

Finalmente, a los 30 años de construirse, en 1953, el excusado se derribó con motivo de que el año anterior se procedió, para el control aduanero del muelle frontero, al cerramiento del Parque y la plaza de las Galeras con una verja de hierro y mampostería (que se quitaría en 1985, excepto en el tramo del Vergel), quedando así segregados de la zona portuaria.

Y así concluyó la historia del urinario que se levantó frente al Guadalete en los felices años veinte, que a los treinta años, en 1956, fue reemplazado por el que se dispuso en la Ribera, frente a la calle Luja. Así que, si me excusan, aquí lo dejo, que de escribir de lo que he escrito, me han entrado ganas. Y menos mal que no estoy en la calle. / Texto: Enrique Pérez Fernández.

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Foto: Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico.

Según el Instituto Nacional de Estadística (INE) la población oficial de El Puerto de Santa María a 1 de enero de 2014 es de 88.700 habitantes, es decir 442 menos que el año anterior.

Es previsible que la de este nuevo año continúe bajando por descenso de la natalidad e incremento de la mortalidad por envejecimiento de la población. Además el saldo migratorio ha invertido su tendencia y muchas parejas jóvenes, con la edad a la que se tienen los hijos, se han ido a vivir a ciudades cercanas donde hay viviendas de protección oficial y a precios asequibles. Ahora son mas los extranjeros y los nacionales que se van que los que vienen. Solo se ha notado un ligero incremento de militares americanos --quizás por la llegada del contingente del llamado ‘escudo de misiles’--.

En cualquier caso, el saldo migratorio es ahora negativo. Hemos vuelto a los valores del año 2010, cuando El Puerto contaba con 88.503 habitantes. La población portuense en la última década ha sido la siguiente:
2014: 88.700. 2013: 89.142. 2012: 89.068. 2011: 88.917. 2010: 88.503.
2009: 87.696. 2008: 86.288. 2007: 85.117. 2006: 83.101. 2005: 82.306.

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Gabriel Amador Castillo delante de la sede del Grupo Jale, en la calle Larga. /Foto: Pedro Payán.

Gabriel Amador Castillo, administrador de Ergamasa, una empresa constructora que trabajaba para el grupo Jale y a la que ésta le adeudaba aproximadamente 1,2 millones de euros es el presidente de la Asociación de Acreedores del Grupo Jale (ADA-Jale) que aglutina a 1.400 acreedores. Jale, la constructora y promotora inmobiliaria que tenía su sede en la calle Larga era la cabecera, además de un grupo hotelero propietario de entre otros el Hotel Monasterio San Miguel hoy gestionado por una empresa que trabaja para una entidad bancaria, y el Hotel Duques de Medinaceli --que aún permanece cerrado a pesar de los distintos interesados por su vuelta a aperturar-- y otros ubicados en diferentes puntos de la geografía española.

ADA-Jale ha emitido un comunicado en el que explican las acciones que quieren llevar a cabo para recuperar sus derechos, entre otras "personarse en el concurso de acreedores, conocer su real  situación y tomar acción en reclamar sus derechos". La Asociación de Acreedores del Grupo Jale, manifiestas que está "harta de esperar la firma del convenio de acreedores", recordando que hace más de seis años y medio tres empresas del Grupo Jale fueron declaradas en concurso voluntario de acreedores, por lo que "más de 1.400 subcontratistas, proveedores de servicios y proveedores de materias primas pasamos a ser considerados acreedores ordinarios, lo cual significa que, aun a pesar de que hubiera activos más que suficientes para satisfacer nuestra deuda, no se podría realizar hasta que no se firme el convenio de acreedores, con gran diferencia de trato con nuestros compañeros los acreedores privilegiados, que sí pueden ir satisfaciendo sus créditos sin necesidad de la firma del convenio".

En el comunicado expresan que a pesar de que la Ley Concursal fue creada "para que a los acreedores (privilegiados, ordinarios y subordinados) se les satisfagan  sus créditos y esa gestión de intereses ajenos se encomienda a los administradores concursales", señalan que "parece ser que eso no ha sido así, pues en los casi siete años transcurridos, esa encomienda de gestionar los bienes ajenos no se ha llevado a cabo como establece la Ley Concursal".

...continúa leyendo "2.354. GABRIEL AMADOR CASTILLO. Presidente de la Asociación de Acreedores del Grupo Jale."

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