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El primer taller de “La Rinconada” estaba situado en Puerto Escondido al final a la izquierda, en un local de la casa propiedad de la Familia Valimaña. Lo fundaron Fosco Antonio Valimaña Lechuga, (n. 02,05.1944) y Francisco Marín Gallardo, (n. 31.01.1943). Antes de abrir al público  “La Rinconada”, Fosco prestó sus servicios profesionales en el Taller “Aduana” ubicado en Pozos Dulces --donde ahora hay un aparcamiento junto al estribo del antiguo Puente San Alejandro, frente al Restaurante El Cortijo-- allá por el año 1962. Marín, entre otros, estuvo en el Taller  “El Venta” ese mismo año. (La fotografía está tomada el ocho de abril de este año).

The first "La Rinconada" workshop was located in Puerto Escondido at the end on the left, in the grounds of the Valimaña family’s house, founded by Fosco Antonio Valimaña Lechuga, (b. 02.05.1944) and Francisco Marín Gallardo, (b. 31.01.1943). Before opening "La Rinconada" to the public, Fosco lent his services in about 1962 in the "Aduana" Workshop situated in Pozos Dulces, where there’s now a car park next to the abutment in the old San Alejandro Bridge, opposite the El Cortijo Restaurant. Marín, amongst others, was at the "El Venta" Workshop that same year.

El primer taller "La Rinconada", en Puerto Escondido.

En 1963 ambos fueron juntos al Servicio Militar y fueron destinados a los Polvorines de la Sierra San Cristóbal. Allí como todos los españolitos de aquellas fechas se tiraron 24 meses, es decir hasta 1965. Ese año, el nueve de julio,  Marín y Fosco, que así se les conocía, abrieron un taller de motos y los clientes fueron los que le pusieron el nombre de “La Rinconada”, pues estaba en el último rincón de la izquierda de Puerto Escondido. Durante ocho años, aproximadamente se dedicaron sólo y exclusivamente a la reparación de motos. En aquel tiempo comercializaban las marcas de la época:  “Lambretta”, ciclomotores “Honda” de 50 CC, “Bultaco”, “Derbi”, entre otras.

Fosco Valimaña Lechuga, los hermanos Rafael y Luis Hernández Venegas, y Francisco Marín Gallardo, en el primer Taller 'La Rinconada', en Puerto Escondido.

Fosco Valimaña Lechuga, José Antonio Poullet Trujillo, Francisco Tobío de la Rosa. Foto tomada en el año 1983, en el local que les tenía cedido enfrente 'el Lunita'.

Después, a principios de la década de los setenta del siglo pasado, empezaron a meterle mano a coches de amigos y posteriormente a toda clase de coches contando con tanta clientela que en 1980 compraron lo que fue tonelería de José Luis Huerta, en la Calle Cruces. El 8 de Octubre de ese año obtuvieron la licencia de apertura, firmada por el primer alcalde del actual periodo democrático, Antonio Alvarez Herrera. “La Rinconada” conocía nuevo emplazamiento, llegando a contar con hasta 12 empleados, siendo uno de los talleres particulares mas famosos de la provincia de Cádiz -y fuera de ella debido a los veraneantes que venía a nuestra Ciudad-, y ello sin ser concesionario oficial de ninguna marca de coche. Le metían mano a todo.

Una vez establecidos en Cruces se dedicaron a coleccionar motos antiguas: en aquellas fechas la gente iba al Taller a preguntarles donde se podían deshacer de ellas y Fosco y Marín las recogían. Mas adelante empezaron con la recuperación de coches antiguos, contando en la actualidad con una buena colección, digna de ser vista. Debido a su afición de coleccionismo cuantan también con unas bicicletas antiguas y entre ellas un “Hercules”, que si no  es la única es una de las pocas existentes en la actualidad. Fueron  fabricadas el la Fábrica de Automóviles y Bicicletas «Anglada» que estuvo en la Calle Cielo.

Hace seis años, en 2002 recibieron una comunicación de expropiación por parte del Ayuntamiento sobre el local ocupado por el taller, para uso de viviendas sociales que, después de mucho pleitos no se pudo evitar.  El 10 de Mayo de 2008 por jubilación de Marín y baja por incapacidad laboral de Fosco, se cerró el taller y con el, una buena parte de la historia viva de de la automoción durante los últimos 43 años en nuestra Ciudad. Otras aficiones de nuestros amigos continúan, como las colecciones de vehículos -que bien pudieran acabar en un Museo del Motor- o el Club de Vehículos Antiguos y Veteranos y sus concentraciones, rutas y exhibiciones. Esos aspectos, esas aficiones, los dejamos para otra ocasión.

Caricatura dibujada por el artista y paisano nuestro, Miguel Pantoja del Puerto. Representa a Fosco y Marín con un grupo de clientes y operarios. Año 1995. (Las fotografías de este reportaje corresponden a la Colección de Vicente González Lechuga).

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Antonio Fernández Galloso, de 83 años fue, junto con su cuñado Luis -el padre del torero-, aparcero en la creación y gestión de Destilerías Galloso hace ahora 50 años, aunque Antonio era el mas conocido y algo  así como el cerebro, el emprendedor del negocio, con quince productos en el mercado, entre destilados y vinos. Tío del torero José Luis Galloso, el sentido del humor de Antonio sigue impoluto: «una doctora me ha dicho que el alcohol se mete en los huesos, así que yo creo que voy a durar más de 100 años» afirma mientras degusta un vaso de vino en el Bar Vicente, debajo del anuncio del hombre de luengas barbas, de Centenario Terry. Genio y Figura. Supo entender los nuevos gustos que se imponía, cuando las bodegas empezaron a componer nuevos productos con suficiente graduación alcohólica, para el consumo. ¿Acaso oteaban, por entonces cual serría el horizonte de bajada, de disminución  del consumo de nuestros vinos?.

Antonio Fernández Galloso, at 83 years old was, together with his brother in law Luis, a tenant farmer during the creation and management of Destilerías Galloso (Galloso Distilleries) 50 years ago now. Antonio was the better known and you could almost say the brain of the two, the entrepreneur of the business, with fifteen products on the market: distilled products and wines. The bull fighter José Luis Galloso’s uncle, Antonio is still quick witted: “a doctor told me that alcohol seeps into your bones, so I reckon I’m going to last more than 100 years” he declares whilst tasting a glass of wine in Bar Vicente, below the advert of the man with the long beard, advertising Centenario Terry. He’s a character if ever there was one, born with a creative temperament. He knew how to interpret the new tastes that prevailed when the bodegas started to create new products with enough alcoholic content for consumption. Perhaps they were keeping an eye on the decrease or decline in consumption of wines in the future?

Antonio nació en Jerez, aunque a los cuatro años su padre -que había nacido circunstancialmente en Argentina, en Campano, pueblo de la provincia de Buenos Aires, fundado por los antepasados de Serafín Álvarez-Campana- se vino a vivir a El Puerto establecieéndose en la casa de Aguado, en la Plaza del Polvorista. Sus habitaciones se encuentran donde hoy tiene unas dependencias el Bar Playa “El Rempujo”. De su estancia allí se le quedó el sobrenombre del “Italia”, dado el trato que se traía de pequeño con un destacamento de italianos que se alojaba en el antiguo Cuartel, hoy Teatro Municipal “Muñoz Seca”, durante la Guerra Incivil. De las correrías de Antonio por aquella época no nos han llegado ecos, pero si el mote, que luego le serviría de inspiración para uno de sus licores: Licor Tredicihe (13).

Fernández Galloso tuvo que fundar la Destilería en Lebrija en 1958, porque los bodegueros de la época no daban facilidades para que se instalara más competencia en la localidad. Una vez fundada y aconsejado por sus asesores realizaría luego, como hizo, el traslado al año de su fundación a la calle Santa Fé, en un antiguo establo que hubo de acondicionar, junto a los Piensos de Manolo Martínez, frente a la casa de Perico Calvario padre. Recuerda con nostalgia que, cuando arrancaba el motor de la molienda de los granos, hacía temblar, caer y romperse las botellas, tal era el estruendo. Las cosas mejoraron y al tiempo compró una finca en el Callejón Espelete, donde se instalaron. Allí trabajó toda la familia, los primos, la madre, los tíos, el torero... hasta los amigos de los hijos de Antonio, al salir del colegio, pasaban la tarde, divirtiéndose, colocando etiquetas a las botellas.

Cerca de treinta productos salían de la factoría Galloso: Anís Dulce Galloso, Anís Dulce 'El Moreno' (no lo tenía nadie), Anís Dulce Poertuense, Triple Seco, Crema de Cacao 'San Rafael', Crema de Café, Crema de Menta, Crema de Coco, Licor Trediche (13 en italiano en referencia a su mote juvenil; era un licor de frutas), Licor de Curaçao, Brandy Jerezano, Coñac Galloso, Coñac 4-4 (entonces se estaba introduciendo el palabro Brandy), Ginebra Holandesa, Crema de Canela, Ron Galloso, Ponche, Anís Seco “El Argentinito”, en honor a su padre, Ginebra Limón, Ponche Galloso, Moscatel, y Fino y Manzanilla Galloso, en referencia a su sobrino, el diestro José Luis Galloso. Cuando salió a torear a los ruedos el torero, Antonio quitó de las etiquetas la figura del Castillo de San Marcos y la sustituyó por el diestro. (No había problemas con Caballero, propietario del Castillo de San Marcos, pues eran amigos). En la familia 'el Argentinito', el padre de Antonio había sido banderillero, de ahí la afición en la familia, aunque fue un hermano de Antonio, Francisco, dedicado a los tratos de vinos, el conocido como Paco 'El Torero'.

La popularidad de los destilados de Fernández Galloso era tal, que en los economatos de Terry y Osborne, tenían Anís Galloso. En Osborne, en el economato, junto a Anís del Mono, propiedad del Grupo. Tan bueno era, que fabricaba licores a bodegas medianas que no tenían tecnología para ello. Antonio tenía un buen olfato: era capaz de reproducir, de fabricar, cualquier licor, y no sacó más productos porque no disponía de instalaciones para ello. También tenían mucha demanda los productos a granel, ya que se ahorraban el impuesto de lujo que gravaba a las botellas, aunque no se libraban ni del impuesto de alcoholes ni del arbitrio provincial. El sistema era fácilmente comprensible: una caja contenía 12 botellas de litro, que pagaban impuesto de lujo. Una garrafa contenía  una arroba=16 litros -4 mas- que no pagaban ese impuesto. Muchos bares encargaban una botella vacía etiquetada y un par de garrafas, y así sorteaban el impuesto que encarecía el producto al consumidor final. ¡La imaginación al poder!. Años mas tarde aparecerían las botellas con tapón irrellenable... (o al menos eso se decía, que hubo quien patentó hasta una jeringa). En 1976, hace 32 años, una caja de Anís dulce Galloso de litro, con 12 botellas, costaba 1.457,05 pesetas, y la botella 121,40 pesetas. Los embalajes estaban incluidos en el precio. A granel, una arroba (16 litros) con envase de Anís dulce Galloso costaba 1.438,10 pesetas (9 euros aproximadamente), mientras que sin envase su precio era de 1.344,95 pesetas.

Las botellas utilizadas eran “de segunda mano”: usadas. ¿Se acuerdan cuando los recolectores de vidrio le cambiaban a los niños una botella por un globo como reclamo de colaboración? Pues esas botellas eran compradas por los pequeños negocios y se lavaban en el Callejón Espelete. Cuando no se podía, existía un lavadero en lo que hoy es la Sala de Exposiciones de la CAI, en la Plaza de Isaac Peral. Antonio, que había empezado a conocer el negocio en las Destilerías Morphy, propiedad de Luis Benvenuty, Morphy, se estableció por su cuenta en 1958 funcionando durante 30 años, hasta que las grandes firmas asfixiaron a este pequeño pero meritorio negocio. (Foto Colección Vicente González Lechuga).

ALGUNAS DESTILERÍAS EN EL PUERTO EN 1960
Luis Benvenuty Morphy. Anís Periquito. Calle Larga.
Juan Grant. Licores Grant. Calle San Sebastián.
Jerónimo Guerrero. Cacao Machín. Calle Federico Rubio.
Merello Pico. Anís Sota de Bastos. Cacao Pico. Calle Cielos.
Ramón Insúa. Anís Rey Negro. Calle Santa Fe.
Sordo de la Borbolla. Licores varios. Calle Yerba.
José Luis G. Obregón. Cacao Obregón. Calle Zarza.
En la actualidad solo quedan dos: Obregón y Merello/Pico.
Aparte estaban las grandes bodegas que también preparaban sus destilados.

En esta foto vemos a 'El Rubio' del Bar Liba, sirviendo un café a María Fariñas Sabariego y  a la pequeña Maria José Sánchez Fariñas. Como podemos observar es prácticamente el mismo reclamo publicitario, el viejo de las barbas que recomienda: "Siempre bebí Centenario" en el Bar El Liba, y en el Bar Vicente, donde está tomada la fotografía que ilustra el principio de este reportaje dedicado a Antonio Fernández Galloso. El personaje barbado existía, era real y no una invención como se aseguró en algún momento. Eduardo Ruiz Golluri (padre) le compraba la entonces llamada "Vanguardia Española", en la Rambla de las Flores, de Barcelona. Se le pagaron 1000 pesetas de... hace mucho tiempo por el posado, y lo pintó el jerezano José Luis Torres, afamado pintor por sus carteles publicitarios en cristal, que eran piezas únicas (Se pueden observar diferencias entre los dos carteles del barbudo, de este reportaje). También hacía proyectos de etiquetas. Para Fernando A. de Terry hizo la del Brandy '1900', que tenía una baraja de cartas, y la primera para el Gran Reseva 'Terry I', etiqueta muy historiada, por cierto. Otro conocido pintor de cristales (que pintaban del revés) era Lepe y J. del Barco, que pintó el rótulo, todavía existente, en el interior de la Farmacia Viqueira, de la calle Larga esquina con Palacios. (Foto Colección V.G.L.).

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José Joaquín Sánchez Sena, es la cara amable que asoma entre tantos y tantos productos otrora “de Ultramar” que se despachan a diario en “La Diana”, en la confluencia de las calles Palacios esquina y vuelta con San Bartolomé. El lugar ha sido reproducido profusamente en cuadros y fotografías. Y sobre todo es reconocida una placa colocada por el Ayuntamiento de 1965 como recuerdo de la residencia en el inmueble del autor de “Los Cuentos de la Alhambra”, Washington Irving, en 1868. En diciembre de 2007 “La Diana” fue distinguida por el Ayuntamiento en el Día Local del Patrimonio Histórico, reconociéndola en el apartado de “comercio tradicional”. (Foto: La Diana en 2008).

José Joaquín Sánchez Sena, is the kind face who peeks through the many former “Ultramar” products sold daily in "La Diana", at the meeting point between calles Palacios and San Bartolomé. This location has been used many times in pictures and photographs although is probably better recognised by the plaque placed by the 1965 Town Council in memory of Washington Irving, the author of Tales of the Alhambra, who lived in the property in 1868. In December 2007 "La Diana" was singled out by the Town Council on Local Historical Patrimony Day, given recognition in the “traditional business” section.

José Joaquín entró a trabajar con catorce años en el Ultramarinos que Isidro Gómez Recalde tenía en la esquina de la Calle San Juan con Vicario, frente a la Plaza de Juan Gavala (luego sería el bar Puerta del Sol, donde hoy existe una tienda de charcutería gestionada por un matrimonio: Toñi y Paco). La Diana era también propiedad de Isidro Gómez y, al enfermar uno de los dependientes, José  Cárdenas Gilbau, destinan a José Joaquín a trabajar allí como sustituto; y así, hasta el día hoy. (Foto: La Diana en 1969)

Sánchez Sena lleva prestando sus servicios es esto de los comestibles desde los catorce años y ahora tiene sesenta y seis: hagan ustedes la cuenta con los dedos... Luego, a los poco mas de veinte años de trabajar con Isidro, el local pasa a ser regentado ya por nuestro amigo José Joaquín, mediante una renta, siendo “La Diana”, en la actualidad, de su propiedad. Conozcamos algo más de los orígenes del veterano almacén: «En 1804 existía un despacho de vinos de Manuel Pacheco, negocio que perduró hasta los años en lo llevó Emilio Vázquez Gálvez, entre finales de 1880 y 1920, denominado entonces Diana. En junio de 1925 lo adquirió Antonio Camacho Caballero para convertirlo en una tienda de comestibles y bebidas que ha llegado a nuestros días conservando su nombre» (Del libro de Enrique Pérez, “Tabernas y Bares con Solera”). (Ilustración: Detalle de cuadro de La Diana, obra de Coro López-Izquierdo).

En la época de Camacho Caballero, por la Calle San Bartolomé, su propietario tenía, además, una bar, donde además de vino, servía café y chocolate, --cuyos bombones molían sus hijos--, una tienda de bicicletas y un alquiler de coches de pedales. En la Revista Portuense, en septiembre de 1933, aparece esta noticia curiosa: «En la tarde del viernes se presentó en el almacén de la calle Palacios titulado “La Diana”, propiedad de Antonio Camacho Caballero, un gitano de unos veinte años, quien con engaño logró alquilar una bicicleta, a pesar de ser totalmente desconocido para el dueño, dando el nombre de José Fernández Heredia y el domicilio de Rosa, num. 17, resultando falsos, porque ni la máquina ni el gitano han aparecido. La bicicleta seminueva, marca “Regina” núm. 22.732, está pintada de guinda mate, fileteada con manillar de carrera y un solo freno, valorándola en 120 pesetas y dando su dueño cuenta de la sustracción a la Policía de esta localidad que practica gestiones». (Ilustración: Esquina de Palacios con San Bartolomé. Cuadro de Rafael Tardío Alonso).
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WASHINGTON IRVING EN EL PUERTO

Los jóvenes románticos europeos, los universitarios americanos, empujados por deseos de aventuras, de conocer lugares exóticos, descubrieron en la España del siglo XIX un lugar privilegiado para sus viajes. Un claro exponente es el escritor estadounidense, Washington Irving (1763-1859), autor de “Cuentos de la Alhambra” (1832).   Sus vínculos diplomáticos y su amor a los libros hizo que durante una de sus estancias en Andalucía fuera invitado en El Puerto (1828) de la familia Bölh de Faber, por el padre de la escritora Fernán Caballero, emparentado con los Osborne y metidos de lleno en el negocio de la vinatería. En su diario inconcluso, cuenta las actividades que realizaba en nuestra Ciudad, a la que llegó el 24 de agosto.  Así, el joven Irving se estableció en nuestra Ciudad durante un tiempo, encontrando la paz suficiente y la inspiración para terminar algunas de sus creaciones literarias. Según reza en la placa situada en la casa de la esquina de la calle Palacios con San Bartolomé:  «Washington Irving, ilustre escritor norteamericano, autor de “Los Cuentos de la Alhambra”, vivió en esta casa en el otoño de 1828 y en ella terminó de escribir sus libros “La Conquista de Granada” y “Colón» (*). La Ciudad y su Ayuntamiento rinden este homenaje a su memoria. Octubre de 1865».

Aunque, todo hay que decirlo, el norteamericano se quedó más tiempo del previsto debido a un brote de epidemia que cortó las comunicaciones entre Cádiz y Sevilla, lo que hizo que prolongara su estancia en El Puerto hasta el 3 de noviembre, fecha en la que regresó a Sevilla, de donde provenía. Allí conoció a Cecilia Bölh de Faber (Fernán Caballero) durante la representación de una ópera, para luego visitarla en su finca sevillana, fraguándose una fuerte amistad literaria. Las andanzas de Irving por nuestro país fueron estudiadas por Charles G. Bowers en su libro, “Las aventuras españolas de Washington Irving”. A la vuelta a Estados unidos, el escritor se convirtió en un entusiasta promotor de nuestros vinos, de los vinos de Osborne. Entre su correspondencia figura una carta por la que solicita se le envíe el vino de El Puerto “el mejor Brown Sherry [...] desearía que fuese un vino del cual yo pudiera enorgullecerme. Me propongo, con un poco de este vino, conseguirles muchos pedidos de Boston”.

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(*) Puede tratarse de la “Historia de la Vida y Viajes de Cristóbal Colón, escrita en inglés por el caballero Washington Irving y traducida al castellano por Don José García de Villalta”. Madrid. Diciembre de 1833. Imprenta de D. José Palacios, calle del Factor.

Mª Carmen Fernández Sánchez

Maricarmen es una hija de El Puerto, de familia de portuenses conocidos por todos. Si, además, nos remontamos a sus abuelos e incluso bisabuelos, como vamos a hacer, enseguida localizamos sus ancestros. Pero antes hablemos de esta joven emprendedora, Diplomada en Educación Física y también en Fisioterapia,  10 años al frente de un Centro de Fisioterapia situado en una de las vías con nombre más bonito de El Puerto:  la avenida de la Libertad, donde se encuentra Fisiobahía. Nótese que el sufijo bahía aclara la vocación abierta de la ciudadana Maricarmen. Por sus expertas manos han pasado muchos dolientes de El Puerto que allí han sido resanados, restaurados, con técnicas expertas y, sobre todo, con la alegría, el optimismo y el trato familiar que dispensa Maricarmen y su equipo. Pero además ha realizado cursos de Acupuntura para Fisioterapeutas, Osteopatía Básica o Fisioterapia ante la Salud y la Práctica Deportiva.

Maricarmen has strong connections to El Puerto since she’s from a family of portuenses known by the whole town. If we go back to her grandparents and even great grandparents, as we shall do, we can immediately find her ancestors. But first let’s talk about this young entrepreneur who has a Diploma in Physical Education and also in Physiotherapy. She’s been in charge of a Physiotherapy Centre for 10 years which is located in a street with one of the nicest names in El Puerto:  la avenida de la Libertad (Avenue of Liberty), where “Fisiobahía” (Physiobay) has it’s offices. Note that the suffix bahía (bay) demonstrates Maricarmen’s clear interest in treating local patients from the area. Many sufferers of aches and pains from El Puerto have been treated by her expert hands and have been healed, restored to health, with expert techniques and, above all, with the joy, optimism and familiarity with which Maricarmen and her team treat their patients. She has also taken courses on Acupuncture for Physiotherapists, Basic Osteopathy and Physiotherapy in relation to Health and Sports.

Los apellidos de Maricarmen son muy conocidos y si me apuran, hasta corrientes por repetidos: Fernández y Sánchez. Pero ahí va la información que rápidamente hará que esos apellidos se distingan al comprobar de quienes proceden.  Por su familia paterna: hija de Eloy Fernández Lobo, conocido empresario de la Ciudad; nieta de Eloy Fernández Moro, que tuvo un almacén de Ultramarinos en la calle Vicario esquina con Sierpes, al lado del mercado de Abastos; y sobrina nieta de Manuel Fernández Moro, último alcalde de El Puerto durante la Segunda República. Por su familia materna: hija de Rosa Sánchez Matabuena, conocidísima familia de El Puerto de toda la vida, de la calle Cielos; nieta de Francisco Sánchez Pérez, funcionario municipal; y bisnieta de Quico Sánchez Pérez, aquel fotógrafo  de principios del siglo pasado, contemporáneo de otro pionero de la fotografía local: Justino Castroverde. En esta ocasión vamos a hablar de la rama paterna, que de la materna, con otros primos o sobrinos, otros personajes, tendremos ocasión de volver a esta publicación electrónica.

El abuelo, Eloy Fernánez Moro, había nacido en 1906 en el municipio onubense de Cumbres Mayores. Era marchante, viajante o representante de Ultramarinos y se acabó estableciendo en El Puerto con su padre y hermanos, abriendo una tienda, un almacén de ultramarinos que, fíjense que curioso,  no era gestionado ni por gallegos ni por montañeses, estando situado en Vicario esquina con Sierpes, como ya hemos dicho. Otros hermanos del abuelo Eloy fueron Concha, Miguel, Máximo y Ramona, abriendo estos dos últimos, también, su propio Ultramarinos en la esquina de la Calle Santa Clara esquina con Zarza. Recuerda Maricarmen los andares ágiles de su abuelo, su aspecto que prácticamente no cambió desde que ella tuvo uso de razón, el naranjo de su casa, lo imaginativo y constante que era. Probablemente esa imaginación fue la que sus hijos heredaron, Eloy y Manuel, ya que ambos estudiaron sus respectivas carreras mientras colaboraban -trabajaban- en el negocio familiar de Ultramarinos, siendo ambos personas de ingenio. (El abuelo, Eloy Fernánez Moro, en una foto con Maricarmen tomada en 1974, con 68 años).

En la imagen, la tienda de Ultramarinos del abuelo de Maricarmen, que se fue transformando lentamente, pasando a convivir dos negocios, el de alimentación y el de la electrónica y la radioafición, ya dirigido por su tío Manolo. En la foto aparece el abuelo Eloy, poco antes de su fallecimiento con 95 años en la tienda, tal y como está en la actualidad: es un comercio de productos de electrónica de consumo, radioafición, reparaciones, antenas, etc.,  dirigido tanto al gran público como al especializado, llamada Selenio Radio, gestionado por Manuel Fernández Lobo.

EL ÚLTIMO ALCALDE DE LA II REPÚBLICA.
Manuel Fernández Moro, fue el último alcalde que dirigió los destinos El Puerto -durante apenas cuatro meses- al final de la Segunda República. En los convulsos meses previos a la rebelión militar del 18 de julio de 1936 que daría paso a la Guerra Incivil, El Puerto había conocido tres alcaldes pertenecientes a la coalición de izquierdas del Frente Popular: Francisco Veneroni Arcos (21 Febrero-18 Marzo 1936) -ya que Francisco Cossi Ochoa había declinado serlo-; le sucedió José Blandino Mitges (18 Marzo-24 Abril 1936) y por último Manuel Fernández Moro (24 Abril-18 Julio 1936), siendo detenido en su despacho de la Casa Consistorial en la Plaza de Isaac Peral y conducido a prisión, donde “desaparecería” sin dejar rastro.
Manuel Fernández Moro era militante de Izquierda Republicana, el partido liderado por el presidente de la República, Azaña. Manuel, desapareció durante la tercera semana de agosto de 1936 -había estado preso en el Penal- custodiado tanto él como otros militantes y simpatizantes republicanos por funcionarios de prisiones y un destacamento del ejército con la misión de vigilar a los presos políticos. De ahí lo extraño de estas desapariciones. El investigador Jesús Núñez ha estudiado la historia de otro portuense  que fue alcalde de la Ciudad durante dos periodos, y cuyo final también se desconoce: «Francisco Cossi Ochoa 1898-1936. El último presidente de la Diputación de Cádiz en la II República. Una muerte sin esclarecer». En dicho libro se afirma que en los primeros meses de la Guerra Incivil era usual que una siniestra camioneta, bautizada como La Viuda Negra, conducida por milicianos facciosos se llevara presos de la cárcel. Sus cuerpos eran luego encontrados en los alrededores de la Plaza de Toros. Nunca apareció el de Manuel Fernández Moro. (La ilustración, carboncillo de Manuel Romero Brú, situado en la Galería de la Planta Noble de la Casa-Palacio Municipal).

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Amparo Gómez Recalde

El padre de Amparo Gómez Recalde -y de Isidro, Servando, Nicanor, Curro, Pepe, Antonio, Lalo, ...- Nicanor Gómez Soto empezó a llevar el almacén o ultramarinos conocido como Casa Nicanor, hacia 1915 en la confluencia de las calles Ricardo Alcón y San Bartolomé (hoy Placilla); anteriormente había llegado como chicuco a El Puerto y estuvo trabajando en un almacén en la confluencia de la calle Cielos esquina con Espíritu Santo, del que se hizo cargo mas tarde, en 1920.

Amparo Gómez Recalde’s father, who is also Isidro, Servando, Nicanor, Curro, Pepe, Antonio, and Lalo’s father, Nicanor Gómez Soto, started to manage the corner shop known as Casa Nicanor where calles Ricardo Alcón and San Bartolomé meet (today called Placilla); before this he had come to El Puerto as a youngster and worked in a corner shop where calle Cielos and calle Espíritu Santo meet, which he came to run in 1920.

Fue en ese año cuando el padre de Amparo abrió un Bazar de loza, cristal y otros objetos de adornos y regalos junto a la tienda de la Placilla, por la calle Ricardo Alcón, establecimiento que permanece abierto y gestionado directamente por Amparo, ya que la zona de Ultramarinos ha quedado como exposición del Bazar de Nicanor. La tienda de comestibles, al fallecer el padre de Amparo en 1962, la llevó su hijo Servando hasta su jubilación en1994 en la que deja de prestar sus servicios como tienda de comestibles y, como ya hemos dicho, pasa a ser exposición del Bazar. El Bazar había sido gestionado por Lalo y Amparo; Amparo viajó a Venezuela donde vivió unos años y a la vuelta se hizo cargo de la tienda.

La foto de arriba es del año 1948. Los hijos de Nicanor Gómez Soto pasaron todos por la tienda, pero luego cada uno se fue independizando y creando sus propios negocios, salvo Servando que continuó al frente de Casa Nicanor. Isidro explotó durante muchos años Ultramarinos La Diana, en la confluencia de San Bartolomé y Palacios, hasta que cedió su explotación a José Joaquín Sánchez Sena que hoy continúa al frente del negocio; también regentó Isidro el almacén Puerta del Sol, en la calle Vicario, esquina con San Juan y Plaza Juan Gavala y el novedoso Mesón del Montañés, donde los noctámbulos podían conseguir recenar una fabada. Nicanor, en Pozuelo con Cañas, tuvo una tienda de comestibles con trastienda de bebidas, de nombre Los Caballos, nombre que tendría luego su establecimiento con el mismo nombre en la calle Aurora, esquina a Pozuelo, frente a la Casa de las Rejas Verdes.

En la calle Larga Curro, debajo de lo que fue el antiguo Convento de Las Salesas,  abrió una novedad en la época, un supermercado de la cadena Spar; Pepe regentó Ultramarinos Las Palomas, en la calle Federico Rubio y Larga que cerró en junio de 1998 (en 1961 abrió al lado una confitería), siendo también establecimiento de bebidas; y Antonio el novedoso igualmente Supermercado Crevillet, en la calle Tórtola y Ultramarinos La Montaña en Palacios esquina con Larga. Curiosamente este establecimiento lo arrendó luego a su cuñado Luis, otro “jándalo” que vino en viaje a novios a El Puerto, de profesión carpintero, y que no volvió a la montaña pues aquí se quedó hace cuarenta años mas o menos, hasta su jubilación. Curro y este Luis estaban casados con las hermanas Purón, montañesas también. Tristemente no queda ninguno de estos ultramarinos abiertos, salvo La Diana, de la que hablaremos en otra ocasión. El almacén de Nicanor, como ha sido conocida durante el siglo pasado, fue tienda de montañés con anterioridad a sus actuales propietarios, pues en 1771 se hallaba una tienda de comestibles y tabernón propiedad del cántabro Francisco Díaz. En 1804 estuvo llevada por Francisco Rubín de Celis. No nos han facilitado datos del siglo y pico que pasó entre esa fecha y la adquisición por parte del padre de Amparo.  Si consta que durante unos cuantos años a principios de la década de los treinta del siglo pasado, la tienda de comestibles pasó a regentarla, provisionalmente, Juan Andrade, con el nombre de Ultramarinos Número 8. La fotografía a color muestra el almacén tal y como se ecuentra en la actualidad. (Fotografía tomada el 15 de octubre de 2008).


El gaditano Venancio González afirmaba que el chicuco «a los dos años ascendía a “dependiente”, a los dos siguientes, al puesto de “segundo”, y pasados otros dos, más o menos, a “encargado”. Luego, ya curtido en el oficio, su “padrino” le buscaba un establecimiento para regentarlo en calidad de arrendatario». La fotografía es de 1948.

La imagen muestra la tienda de Ultramarinos de calle Cielos esquina con Espíritu Santo en 1989, poco antes de su cierre. A ella vino de chicuco Nicanor Gómez Soto y de la que se hizo cargo allá por 1920. Luego pasaría, en la década de los cuarenta del siglo pasado a manos de Manuel Gatica, quien la tuvo abierto con una tienda de bebidas separada por una mampara, tal y como que se puede apreciar en la foto, hasta finales de la década de los ochenta del siglo pasado. (Foto José Ignacio Delgado Poullet. Centro Municipal de Patrimonio Histórico).

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Manolo Carrillo

Manuel Carrillo Lucero, hombre polifacético donde los haya, nació en la calle  Palacios, 33, el 14 de abril de 1925, cinco años justos antes de que se proclamara en España la II República. En su vida ha hecho de todo, desde empleado de la desaparecida, Compañía Sevillana de Electricidad, pintor de brocha gorda con su hermano Juan Luis, vendedor de saneamientos Arcas, que tuvo junto al Bar La Perdiz,  donde hoy está la tienda de fotografías Cinephot. Ha sido apoderado Taurino; estuvo algunos meses con la troupe del Circo Europa que vino a El Puerto por 1946. Taquillero de la Sala de Fiestas 'El Oasis'.  Presentador de Variedades y desde hace casi 40 años, vendedor de prensa.

Manuel Carrillo Lucero, a multitalented man if ever there was one, was born in no. 33, calle Palacios, on the 14th of April 1925, five years before the second Spanish Republic was proclaimed. He’s done a bit of everything during his lifetime, from working for the now non-existent, Compañía Sevillana de Electricidad (Seville Electricity Company), to painting and decorating with his brother Juan Luis; he also had a shop selling Arcas bathroom fittings, which was next to the La Perdiz Bar, where the Cinephot photo shop is today. He has been a Bull Fighting agent; he worked for a few months in the Europa Circus troupe who came to El Puerto in 1946; he was box office clerk at 'El Oasis' Disco; Variety Show Presenter and he’s now been selling newspapers for almost 40 years.

En el mundillo de los toros ha sido muy conocido y organizó el Homenaje a Manuel del Pino “Niño de El Matadero” y fue apoderado de su sobrino Francisco Paradela del Pino, quien fue matarife y  también ordenanza del Ayuntamiento, hasta su jubilación. Estaba tan relacionado que hasta asistió a la boda del ganador del Tour de Francia de 1959, Federico Martín Bahamontes. Organizó un sinfín de Espectáculos de Variedades -Varietés- y festivales cantantes noveles durante las décadas de 1950-1960 del siglo pasado. ¡Que contemporáneo de Manolo no se acuerda de nuestro ex-paisano Luis Aranda, entre otros, por aquellas fechas en el Cine Macario o en el Teatro Principal! Fue presentador de múltiples saraos tanto municipales como privados, actuando como humorista en varios de los espectáculos que él mismo organizaba. Es una gran persona, tanto como el mejor.

Cuando se urbanizan los alrededores del antiguo Campo de Futbol del Racing (conocido como el Campo de Eduardo Dato), a finales de la década de los sesenta del siglo pasado, instala un kiosco (no sabemos si con permiso o sin él) para vender chucherías y prensa. Posteriormente cuando se construye los pisos de Zafer (conocidos como los pisos verdes) en los terrenos del campo de futbol él se compra un local a medias con otro señor y cuando en tiempo de alcalde Rafael Gómez Ojeda se reurbaniza la Avenida de La Constitución (antiguamente Avda. de La Legión), le obligan a quitar el kiosco y ni corto ni perezoso metió literalmente dicho armatoste dentro del local que había adquirido y que se encontraba sin ninguna obra: en bruto. En la instantánea podemos observar la fábrica de botellas VIPA (Vidrieras Palma), el solar donde actualmente se encuentra la Comisaría de Policía Nacional y el Campo de Fútbol. (Foto Colección Vicente González Lechuga).

Actualmente Manolo ejerce su servicio de prensa en una mesa que le cede la familia de José Basteiro Pereira-fallecido hace un par de años- en el Bar de La Ponderosa, frente por frente a donde ha pasado los últimos casi 40 años de vida profesional,  donde sigue tomando el pulso a la calle, donde comentando las noticias que vienen en 'sus' periódicos, donde ha sido y es cómplice de muchos clientes, donde continúa siendo amigo de sus amigos.  Una de las multiples anécdotas que se cuenta el la Zona de la Avenida de la Constitución, donde vende actualmente la prensa es que, si vas a comprarle algo has de llevar el dinero exacto pues siempre decía “yo no tengo cambio”.  Sin embargo si cualquier negocio de la  zona le pedía cambio se iba por todo los alrededores buscando cambio para los demás. En la fotografía, Manolo Carrillo, siempre con su inseparable pajarita, presentando un Espectáculo de Varietés. La dedicatoria dice: "Lo mismo que tu... pero mucho más" y esta fechada el 1 de enero de 1954. Según hemos podido obserevar en otras fotografías del album de nuestro artista, el parecido con el torero Manolete es bastante razonable, algo que le hará 'vestirse de luces' en algún momento de su carrera como showman, como veremos más adelante.

La portada del programa que reproducimos aqui, escondía en su interior, en su "Primera Parte, la presentación del Cuadro Artístico con espectáculo de Variedades, según el orden siguiente: Palmeras Portuenses (Miguel Leveque y su Orquesta). Teresita (Ángel Zamacola), Bolero Mallorquín (Vera y sus muchachos). Tres Veces Guapa (Juan José García). Recital a Guitarra. (Manolo Otero). En el País de la Ilusión (Xavier). Canto Regional (Mariano Hernando). El Tercer Hombrer (Trío Juventud). Unos segundos de humor (Manolito -el propio Manolo Carrillo-). Pepe Mairena (Miguel Leveque y su Orquesta). Madre Hermosa (Paco Navarro). Canto a la Mujer Cordobesa (José Morilló León). Marcha Militar de Shubert (Agustín Moreno). Cantando por el Mundo (Otero, Celdrán, Ortega). Glosa a la Soleá (Luis Callealta). El Sitio de Zaragoza (Vera y sus muchachos). Chistes rápidos (Teodorito). Sombras del Nublo. (Manolo Torrent). Fantasía. (Julio Rodríguez. Malvaloca. (Manolo Celdrán). Humor Español (Hermanos Pepes). Presentado por Manolo Carrillo. En la Segunda Parte, Representación por el Cuadro de Actores del gracioso sainete titulado 'El Número Ciento'. La Dirección se reservaba el derecho a alterar el programa si lo creía conveniente y además, dado el carácter benéfico de ese espectáculo, quedaban suprimidos los pases de favor".

Escenario de una fiesta organizada por el Ayuntamiento de El Puerto de Santa María en la Barrida de la Playa, frente al Real Club Náutico, presentada por Manolo Carrillo; a su izquierda se encuentra Gaztelu, con el cigarrillo en la mano Millán Alegre Gimeno, padre del actual concejal de Cultura y Fiestas y Merello. Podemos ver en el adorno del escenario un cartel de toros de la presentación en Andalucía del gran maestro matador de toros Luis Miguel Dominguín,  de fecha del 31 de Julio de 1960, día de esta fiesta. (Foto: Archivo Municipal).

En la foto de grupo asistimos al Homenaje ofrecido a Manuel del Pino, 'Niño del Matadero', organizado por nuestro amigo Manolo Carrillo. De pie, de izquierda a derecha Manuel Carrillo Lucero; Vicente Prego,  un galllego afincado en El Puerto, consignatario de buques; Manuel Almagro Guilloto,  de profesión mecánico, que tenía su taller de cerrajería mecánica en la Calle San Sebastián, donde después vivió e hizo allí su museo taurino; posteriormente se instaló en un local de la casa que compró junto a Casa Paco, en la Ribera del Marisco (en aquellas fechas Vergel del Conde) y posteriormente mudó dicho taller a la calle Recta, donde actualmente existen varios pubs: a continuación Miguel del Pino Suárez, en esa fecha Matador de toros. Sentados y de izquierda derecha: Antonio Rosales, Don Puyazo; Manuel del Pino Suárez, la señora de Vicente Prego y el hijo de Miguel del Pino. (Foto Colección Antonio Almagro Buhigas). En la fotografía  pequeña, Manolo Carrillo vestido de torero: 'El Niño de la Prensa', donde el parecido con Adrian Brody -el actor que ha representado a Manolete en una película- es notable. (Foto Colección V.G.L.)

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Beatriz y Ana coinciden en cuatro aspectos, por citar solo cuatro, que las hace reencontrarse en la vida. Primero: ambas trabajan en el sector de la peluquería. Segundo: Ambas lo hacen desde sus correspondientes 17 años. Tercero: ambas trabajan en la actualidad en el mismo Salón. Cuarta: ambas son madre e hija, respectivamente. Beatríz Doval de la Rosa, la empresaria e hija de Ana de la Rosa Márquez, la empleada y madre.

Beatriz and Ana have four things in common (to mention just a few) which make their lives so similar. Firstly, both work in the hairdressing trade; secondly, both have been working in this industry since they were 17; thirdly, both currently work in the same salon and fourthly, they are both mother and daughter, respectively. Beatríz Doval de la Rosa, the employer and daughter of Ana de la Rosa Márquez, the worker and mother.

Beatríz es portuense desde los 11 años -otra portuense más que se incorpora a la Ciudad en esa edad clave-. Llega a El Puerto por el destino profesional de su padre. Empieza con 17 años a trabajar en la peluquería que su madre -Ana- instala en la Base de Rota y, años más tarde se saca el título que la capacita para ejercer la profesión, al tiempo que trabaja con Antonio Muñoz en la Peluquería Stylos. Más tarde trabaja en la Peluquería Paula y desde hace dos años adquiere dicho Salón pasando a ser empresaria con 31 años. En la actualidad cuenta con tres empleadas más: su madre, una hermana y su cuñada, Milagros Cortés Espinosa que ofrece el complemento de Esteticién, capacitada como está por su título de Técnico Superior en Esteticién. En el mismo salón ofrece servicios de ceera, uñas, tratamientos corporales y faciales, masajes, baños, permanente de pestañas, tinte de cejas y pestañas, peluquería de pubis,... (¡me estoy imaginando a alguien teñido integral de amarillo pollo!). Beatríz se considera una persona ultramoderna e innovadora en el mundo de la peluquería y por tanto, también puede reproducir a los clásicos. Su clientela, mujeres y hombres, de todas las edades. Aunque Beatríz, nos confiesa que tiene debilidad por arreglar  en su Salón algún día, y no pierde la esperanza, al cantante Bunbury, del que es fan y asiste a todos los conciertos que puede. Ana, la madre, nacida en Olvera -de donde es el ex ministros campeón Javier Arenas- vivió en Sevilla y se vino a El Puerto por amor, siguiendo los pasos del destino profesional de su marido. Ha dirigidos tres peluquerías, la primera con 17 años. Hoy trabaja para su hija, aunque como dicen allí: «todas somos iguales», todas son oficialas.

No voy a desvelar aquí como lo hacen, porque a lo mejor sienten curiosidad y van a ver que tal es este equipo de estéticas, femenino y familiar, que trabaja en el Pasaje que va entre las calles Arión y Retornos, calles que desembocan en la Avda. Rafael Alberti, y cuyos nombres están inspirados en el universal poeta del 27. ¿Imaginan ustedes que peinado o tratamiento le hubieran aplicado en vida, a la pulida, álgida, renacentista, blanca y cauda [*] melena del nonagenario poeta portuense, en su Arboleda Perdida?
[*] cauda. (Del lat. cauda, cola). 1. f. Falda o cola de la capa magna o consistorial.

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Harsh Sharma, portuense de la India.

Según un estudio de la Universidad de Manchester, una escuela poco conocida de eruditos situada en el sureste de India descubrió, cientos de años antes que Newton, uno de los principios modernos de las matemáticas. Que los Indios son unos matemáticos excelentes es algo sabido, pero que también lo son en informática es algo que Occidente está empezando a valorar. Ese es el caso de Harsh Sharma, un informático que ha establecido su empresa en El Puerto de Santa María. Casado con una portuense a la que conoció en Londres, trabajaba quince días en la capital del Reino Unido y la otra mitad del mes, en nuestra Ciudad.

According to a study carried out by the University of Manchester, a little known school of scholars located in south-east India discovered one of the modern principles of mathematics, hundreds of years before Newton,. We already know that Indians are excellent mathematicians, but the West is only just beginning to realise that they are also excellent computer technicians. This is Harsh Sharma’s case, a computer technician who founded a business in El Puerto de Santa María. Married to a portuense he met in London, he used to work half the month in the English capital and the other half in our town.

Harto de viajar, Harhs se ha instalado definitivamente en este corazón de la Bahía de Cádiz y ya tiene alizanzas comerciales de su empresa -Fairhall Solutions, Soluciones Informáticas- con importantes organizaciones empresariales a nivel mundial: Microsoft, Tucows, Kimaldi o Contrexx, entre otros.  Harsh que en indio significa “feliz” y en inglés “duro” es una aleatoria combinación de significados, que bien pudieran definir el soporte de su empresa: un hombre feliz con una firmeza impresionante que ha apostado por nuestra Ciudad, por la vía del corazón, para aportar desde el cerebro de sus conocimientos, a engrandecerla.
Lo afirma la Comisión Europea: «Desde su independencia, India utilizó la investigación como el motor de su desarrollo, con impresionantes resultados en ciertos sectores de la tecnología de punta. India cuenta con excelentes universidades pero sin salida para sus científicos... La fuga de cerebros en India, cada dia mayor, inunda los Estados Unidos y, más recientemente, Europa. Y a la inversa, numerosas multinacionales se sienten atraídas por la India a causa de sus recursos intelectuales, su mano de obra motivada y sus salarios competitivos. Empresas como Monsanto, General Electric, Intel, Microsoft, IBM, Siemens, Dupont, etc. instalaron en India sus centros investigación y desarrollo hace algunos años. Tanto es así que los investigadores indios no vacilan en considerar su país como el futuro "centro mundial de la investigación y el desarrollo". Bienvenido Mr. Sharma.

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Corrían los años 60 y 70 del siglo pasado. Por entonces El Puerto no era todavía segunda residencia de casi nadie y la especulación de los ladrillos no había alcanzado su paroxismo en nuestra Ciudad. Un hombre del Puerto hizo por los portuenses mucha más cosas que tantos y tantos políticos que han pasado por la Casa Consistorial, desde su puesto de empleado público: proporcionarles una vivienda digna cuando la Constitución que hoy nos lo ‘asegura’, todavía no estaba promulgada.

Con un apariencia espartana y humilde, pero con mucha constancia. Eso ocurría cuando El Puerto empezaba a expandirse y sus habitantes parecían escapados de lo antiguo: del casco histórico; cuando se abandonaban los partiditos y las casas de vecinos; cuando los cuartos de baños y las cocinas dejaban de ser compartidos; cuando se desertaba de las Casas Palacios compartimentadas en ‘soluciones habitacionales’; cuando la ilusión de toda pareja que se iba a casar se podía hacer realidad a un precio razonable; o cuando muchas familias numerosas ‘juntaban’  para comprar un piso de Rebollo...

Un piso del entonces Patronato Municipal de la Vivienda “Nuestra Señora de los Milagros” que, por inexplicables ajustes de cuentas de la transición desapareció para siempre, para dejar ese espacio en manos de los cuatreros que han venido haciendo imposible que un portuense normal pueda tener una casa –normal- a un precio razonable. Algo que se pudo haber solucionado durante el largísimo mandato de los independientes en la Ciudad y que, como muestra, solo ha dejado 54 viviendas, en diverso régimen, en los últimos 4 años, frente a las miles que construyó el extinto Patronato. Este que escribe no entiende de promociones inmobiliarias, ni de compraventas, ni de urbanizaciones, ni de desarrollo urbano, pero si sabe que una vez, durante muchos años, esto fue posible en El Puerto de la mano de la voluntad política y de la constancia de un señor con el que nuestra Ciudad estaba en deuda: D. Manuel Rebollo Laynez.

¿Podrá el título de Hijo Predilecto de la Ciudad, entregado el pasado abril  recompensar tanta entrega y tanto acierto Parafraseando a otro alcalde que fue de El Puerto, Fernando T. de Ferry: ‘hay que oir del viejo el consejo’ y buscar como repoblar el centro con nuevas viviendas en el Gran Puerto y dar cumplida respuesta al mandato constitucional de la vivienda. D. Manuel seguro que, como emérito, hubiera estado encantado de compartir sus conocimientos que, por otro lado, no son ningún secreto. Ahora que D. Manuel nos ha dejado  solo queda que la Plaza Manuel Rebollo, situada entre las Urbanizaciones El Ancla y el Naranjal, sea rotulada e inaugurada en presencia de su familia y sus amigos, para el recuerdo de a cuantos hiciera tanto bien y para que sus hijos y nietos puedan sentarse en la Plaza y recrearse en “lo bueno que era el abuelo”.
La fotografía está tomada en abril de este año en “Un Alto en el Camino”, pocos días antes de recibir el título de Hijo Predilecto de la Ciudad de El Puerto de Santa María.

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