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Con mis amigos Tomás Galiana (Chico) y Antonio Suárez (Groucho). Yo soy Harpo Mendoza. La foto es de Paco Crespo y está tomada en la Plaza de El Polvorista, cuando todavía era de albero. Es el carnaval de 1981. Fue el año de Los Gibraltareños, de los Majaras; de Mi Ribera del Río, de José Luis Arníz; y de Nueva Raza, de Luis Galán. A Tomás le tocó el hermano Marx más difícil de representar. Y lo bordó.

...continúa leyendo "2.726. Los Hermanos Marx de El Puerto. Carnaval 1981."

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Hace 34 años, después de más de 40, regresaba el Carnaval a El Puerto de Santa María. Muchas vicisitudes ha experimentado desde entonces la Fiesta, con irregulares apoyos tanto del Ayuntamiento, los copleros o la propia ciudadanía, algo muy de nuestra Ciudad. Aquel 1982 fue el pregonero Manuel Camacho Francés ‘el Chusco’ y la Coquinera Mayor María Antonia García Gil. Aquel año no actuaron Los Majaras en El Puerto, per si lo hicieron en el Gran Teatro Falla. El Primer Premio de Chirigotas del Concurso Local fue para ‘Hace un puñao años’. Recordamos el saludo del alcalde a la ciudadanía, Rafael Gómez Ojeda (ver nótula núm. 488 en Gente del Puerto), en el programa oficial de la Fiesta.

"Después de cuarenta y muchos años de ausencia, de nuevo, Carnaval en El Puerto. Damos así cumplimiento al deseo de una gran mayoría de Portuenses que quieren vivir y disfrutar su carnaval, aquí en el Puerto, donde hubo desde siempre una gran afición a la fiesta más popular, lo cual sería imposible sin la participación del pueblo.

...continúa leyendo "2.725. Rafael Gómez Ojeda. El alcalde que recuperó el Carnaval en 1982."

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Diego Caraballo Blanco nació el 26 de julio de 1943 en la orilla norte de la Bahía de Cádiz, en El Puerto de Santa María, “un enclave extraordinario, que quizás me sirvió un buen día para sumergirme por completo y para siempre en el mar de coplas que es el Carnaval de Cádiz, al que me dediqué siempre en cuerpo, alma y mente, y habiéndose convertido, cosa que admito, en mi locura y delirio”. /Foto: 11500.

...continúa leyendo "2.715. Diego Caraballo Blanco. Autor de Carnaval."

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Juanito Conejero Fleming y Juan Luis Pérez Soto, vuelven, tras una año en barbecho, al Carnaval con su Romancero. ‘Aunque ya tenemos canas, vuelven Enrique y Ana’ es su nueva creación, recordando a aquel mítico dúo de los años 1977 a 1983, formado por la niña de ocho años Ana Anguita y el entonces veinteañero Enrique del Pozo. La versión portuense de Enrique y Ana, muy medida y madurada, pretende arrancar un ramillete de sonrisas entre los aficionados al Carnaval. /Foto: Asociación de Autores y Directores del Carnaval Portuense.

...continúa leyendo "2.704. Juanito Conejero y Juan Luis Perez. Romanceros de Carnaval."

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No he querido expresarme antes por respeto a la familia y sobre todo a la que considero “mirmana” Patricia Muñoz, pero ahora que han pasado unos días, cumplo con mi deber moral de “contar” a mi manera la importancia de la existencia en mi vida de mi maestro, Antonio Muñoz Cuenca “Muñoli” y lo hago desde el recuerdo, la admiración, el cariño y el sentimiento.

...continúa leyendo "2.690. Antonio Muñoz Cuenca. El maestro, visto por Luis Galán."

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Hoy evocaremos tres actividades festivas que se celebraron en el Guadalete con el vínculo de que sólo se celebraron en una ocasión, en 1849, 1850 y 1940. Afortunadamente, la ‘corrida de ánsares’ –una bestialidad innecesaria-, por decisión de nuestros convecinos se cortó de cuajo. Presenciar un combate naval simulado desde el Vergel del Conde debió ser una curiosa experiencia digna de que hubiera arraigado, al igual que las fallas marítimas que organizó, en tiempos muy difíciles, la colonia pesquera alicantina asentada en El Puerto. /En la imagen, pesqueros, junto al muelle del vapor, en 1945.

...continúa leyendo "2.523. Corrida de ánsares, naumaquia y fallas marítimas. El Guadalete festivo (3)"

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Era uno de esos alumnos grandullones que a fuerza de repetir curso acababa siendo más alto que los propios maestros. Un clásico de los pasillos del colegio: ideal para hacer recados a medio claustro de profesores y para ayudar al conserje en asuntos de peso (de cargar peso, más bien). Aparecía en las listas como José María García Flores, le gustaba cantar y quería que lo llamasen Josermari.

josemariagarciaflores_nino_puertosantamariaEntonando el pasodoble de una comparsa infantil con la que compitió en Teatro Falla lo recuerdo yo, en el recreo del Poullet, a principios de los ochenta, relatando a algunos admirados curiosos, con profusión de detalles, la emoción de acudir a las tablas del Falla, nada menos, y de vivir la magia de los camerinos y de volver, casi de madrugada, al Puerto, muy cansado, con la voz quebrada, pero también con el gusto en la boca de los artistas de verdad. Enseguida se convirtió en el promotor de esas agrupaciones que, organizadas por los propios estudiantes, actúan en las fechas señaladas, imitando a las comparsas grandes, y pudo vivir así entre los compañeros el brillo de la popularidad que no le dieron sus sobresalientes imposibles. Hoy lo habría visto un orientador; entonces era suficiente con que no hiciese mucho ruido en los pupitres últimos del aula. Se acuerda de Los colegiales y de Marcelino, pan y vino, de los aplausos y las felicitaciones. /En la imagen de la izquierda, Josemari, en sus años de escolar.

 

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Posando con el tipo de su primera agrupación: Fantasía andaluza.

Y no olvida a sus maestros de entonces, con las manos largas para lo peor, pero también para lo más noble. Y lo mejor para él fue seguir camino académico hacia la Formación Profesional, que entonces tenía aquí su versión pública en el Instituto Santo Domingo, donde era posible iniciar estudios de enseñanzas medias sin haber obtenido del Graduado Escolar y donde se matriculó para aprender electrónica.

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Con sus buenos amigos Antonio Martín y Luis Galán, y el jugador internacional de fútbol, Joaquín.

Me contó todo eso sobre una tumbona azul, que previamente había barrido con esmero de orfebre, y bajo una hilera de sombrajos que alquilaba el pasado verano junto nuevo veterano chiringuito de La Concha, el de Vicente Esquerdo. Hablaba y trabajaba al mismo tiempo. El ayer suyo y el ahora de una familia que acaba de llegar, pregunta precios, hace cálculos, vuelve a preguntar… Terminado el trámite volvía el vendedor de sombra a la tumbona de antes. Del pasado de su adolescencia al presente del hombre de 46 años que es hoy y que se pasó julio y agosto hablándole de tú a tú al sol de la playa del Buzo. Montón de horas de calor en el tajo para alguien que ha estado en muchos tajos y que de lo único que se arrepiente de verdad es de no haber estudiado en su momento. Aunque no le van las lamentaciones, y hace bien, porque sabe que tarde no es jamás; por eso cursa estudios en un ciclo formativo de Soldadura y ha regresado a los libros que un día le dieron la espalda. ¿Quién ha dicho miedo?

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De izquierda a derecha, Luis Galán, Antonio Burgos, Antonio Martín y Josemari García Flores.

Así que íbamos por Santo Domingo y por el Carnaval. Aunque antes me ha contado que sus primeros años transcurrieron en la barriada del Polvorista, donde los libros de historia local relatan hubo un cuartel, y que a lo mejor por eso fue un polvorilla con diez hermanos que una vez se metió en un ensayo carnavalesco y de ahí no salió hasta hace unos cinco años, cuando formó parte de la comparsa Cuento chino. Y en esos treinta años desde 1980, que se dice pronto, fue integrante de un buen puñado de agrupaciones que ya forman parte de la leyenda de esta ciudad, como Vamos al grano, Marinero en tierra, Jamón de la mar o la vieja Trova. Ecos de su voz de tenor correoso e incombustible están en esas viejas cintas de casete que muchos nostálgicos hacen sonar todavía.

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Trayectoria en el mundo del Carnaval.

Aunque en esas tres décadas hubo un paréntesis para el Servicio Militar y para aprender a buscarse la vida. Cruzó el Mediterráneo antes de que lo llamaran a filas y el deber patriótico lo cumplió en la Legión, donde lució galones y donde pudo haberse quedado por insistencia de sus superiores, quienes vieron en él a un perfecto profesional, a un más que fiel novio de la muerte. Dice que aquello le cambió la vida, y que aprendió valores en unos años en los que muchos de sus amigos del barrio acabaron con las venas rotas y la mirada de los muertos. También dice que, acabado su período marcial, se fue hasta Madrid para intentar ser policía nacional, pero que no podía perder demasiado tiempo preparando oposiciones cuando en El Puerto lo esperaba una vida que llenar de trabajo y responsabilidades.

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La comparsa con el tipo de Rafael Alberti, junto a su autor, Luis Galán. Los Majaras premiados en el escenario del Teatro Falla, en el que estuvo integrado Josemari.

Por eso fue primero pintor, y luego tocó todos los palos de la construcción hasta convertirse en empresario en los años efervescentes del ladrillo. En ese mundo, como en todos en los que ha residido, conoció lo mejor y lo peor, sumó amigos y soportó enemigos; fue alguien y fue nadie. Aunque nunca se ha sentido más importante que cuando conoció a Sofía, de quien habla temblándole la voz y brillándole las pupilas. Esa y la otra Sofía, la pequeña que cada vez lo es menos, son, confirma rotundo, lo mejor que le ha pasado en la vida. Y ser portuense, eso también. Lo lleva a gala y lucha por lo suyo, que es lo nuestro, de hecho forma parte de El Vaporcito, un colectivo que trata de que el viejo Adriano, hundido por la desidia y por esa estulticia política tan de aquí, sobreviva al menos varado en un punto llamativo de la ciudad.

 

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Compartiendo escenario junto al amor de su vida, tras recibir un reconocimiento de la Peña Corribolo.

Todo eso, y muchas más cosas que no cabrían aquí, me contó hace meses, mientras iba y venía, resudando, y dando cambio de monedas que rechinaban entre el murmullo del oleaje y la marejada de las conversaciones. Y mientras aseaba hamacas, y orientaba sombrajos tratando de engañar la luz impenitente y excesiva para una clientela acalorada, que hablaba al vendedor de sombra con el respeto que se gana a pulso la gente respetable. Y que lo llamaban como una vez me pidió que lo hiciera yo, allá por los últimos años setenta, en medio de un patio de colegio que olía a bocadillo de manteca y a brisa de estero. Así, como ya siempre le he llamado desde entonces: Josemari. /Texto: Ángel Mendoza

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Trayectoria en la Asociación de Autores y Directores del Carnaval Portuense

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Da cosa cerrar el paréntesis de arriba, porque es triste dar por cerrada la última página de la historia de la saga de los Adriano. Así lo es al día de hoy al encontrarse el Adriano III, después de dos años y medio de hundirse, abandonado a su suerte en el abandonado varadero del abandonado río del Olvido (al que El Puerto de Santa María le debe su propia existencia, su antiguo esplendor y que hoy es la viva imagen y el espejo de su decadencia).

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El Adriano III en el astillero de San Adrián de Cobres, en 1955. Posando, su propietaria, Socorro Sanjuán Dopico y su hijo Antonio Somorrostro, quien fuera el último Administrador, desde 2003, de Motonaves Adriano S.L. / Foto, colección Andrés Fernández Valimaña, último Gestor del vapor.

El Tercero de los Adriano fue el único que no se construyó en el astillero que Antonio Fernández ‘el Adriano’ (fallecido en 1946) tenía en la ferrolana playa de Maniños, sino al interior de otra ría gallega, la de Vigo, en el astillero (1919-1998) que los Sucesores de Francisco González García mantenían en la parroquia de San Adrián de Cobres, en el municipio pontevedrés de Vilaboa. Se construyó en 1955 a iniciativa de los hermanos José, Juan y Eduardo Fernández Sanjuán, sobrinos de ‘el Adriano’, y de inmediato llegó al Guadalete, en aquella primera travesía al mando del mecánico Francisco Artola, para sustituir en las travesías al Adriano II, que entonces se varó después de un cuarto de siglo cubriendo las travesías entre El Puerto y Cádiz.

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Una instantánea histórica: la botadura del Adriano III en San Adrián de Cobres.

LAS TRIPAS 
El Adriano III se compuso ‘a la antigua’, con madera de roble para el armazón, tablones de pino gallego de 8 cm de espesor para el casco y acacia brava de 6 cm para las cubiertas y los camarotes. Sus dimensiones, 25’25 metros de eslora, 5’76 m de manga y 2’80 m de puntal. Su peso, 117 toneladas. El costo, 2 millones de pesetas y capacidad para 200 pasajeros: 65 en la cubierta del puente y 135 en la principal (26 en popa, 44 en los bancos de popa y 65 en los de proa). En esta cubierta se instalaron dos sanitarios, dos cisternas de agua dulce y un compartimento con el guardacalor de protección del motor (220 caballos) situado debajo, en la cámara de máquinas de la cubierta baja, que se dividió en dos pañoles de popa y otro de proa, cargados con 40 toneladas de adoquines como lastre.

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Siendo los mas conocidos Pepe y Juan, su hermano Eduardo Fernández Sanjuán (1911-1987), a la derecha de la imagen, trabajó 55 años en los Adriano como marinero de proa, cobrador y durante más de 30 al frente de la empresa familiar. 

Y en la cubierta del puente, el sanctasanctórum donde Pepe ‘el del Vapor’ gobernó el nuevo barco de la saga con sus hermanos Juan y Eduardo y los demás trabajadores que con los años se fueron sucediendo.

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El Adriano III abarloado a cuatro pesqueros.

El viejo motor fue remplazado en 1991 por un diésel ‘Guascor’ de 360 caballos, que alcanzaba una velocidad punta de ocho nudos y medio. La travesía entre El Puerto y Cádiz se hacía, en condiciones climáticas normales y a la velocidad establecida a la entrada y salida de los puertos, en 35-40 minutos (cuando el motor se puso a prueba la distancia se cubrió en 20’). El arranque se efectuaba por aire comprimido, con motor auxiliar. El timón contaba con ayuda mecánica, moviéndose el engranaje mediante cadenas y varillas de acero. Los medios de seguridad de la navegación, los reglamentarios: radar de superficie, compás, emisora de radio y luces de situación.

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El vapor, reluciente, en el varadero Guadalete durante una de sus revisiones anuales. / Foto, col. Andrés Fdez. Valimaña.

Los años en que los Adriano II y III compartieron tiempo y travesías (1955-1982), lo acostumbrado  era que el III cargase con  los viajes diarios y el II se dedicara  a dar paseos turísticos a Cádiz y por la bahía, a veces con paradas en Puerto Real, Matagorda, La Carraca y la Zona Franca. En diciembre y enero, cuando el Adriano III varaba para su limpieza y mantenimiento, el II lo sustituía en las travesías diarias, en el día a día que los Adriano mantuvieron desde 1930.

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El vapor pasando por La Puntilla, aún sin espigón. / Foto, Centro Municipal de Patrimonio Histórico.

...continúa leyendo "2.042. LOS ADRIANO. La herencia de una tradición. Y 6: Adriano III (1955-2011)"

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Todavía está en la memoria de muchos portuenses vivos, el recuerdo de aquellos trabajadores, muchos de ellos que se buscaban un sobresueldo como porteros o acomodadores en el Teatro Principal, propiedad de la empresa Nuchera, hasta que aquel fatídico día de marzo de 1984, el fuego acabó con sus tablas. Trabajaron para todo tipo de públicos, con espectáculos de teatro, variedades  y cine, y hacían de niñeros en la función infantil de las cuatro de la tarde con las películas dominicales.

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Delante del ambigú del Teatro, que regentaban Rafael (Falu) e Isabel Vélez Rodríguez. De izquierda a derecha, Robles, que además de portero era el conserje del Teatro junto a su esposa Remedios; Garrucho; Guelfo, toda una institución, Marbella quien fue también portero del equipo del Racing y Manuel Enriquez. El ambigú como hemos dicho lo atendía Falu la zona de butacas, palcos y plateas. Paraíso y General lo atendía Isabel, a quienes los domingos ayudaban sus cuñadas Etelvina Varela y Charo, la mujer de Falu y madre de Mari Cheli y Rafael..

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De izquierda a derecha, el policía local Cárdenas, Chano, Manuel Cruz Llamas, "Manolito"; Manuel Gutiérrez García; Manuel Gatica Ramírez, conocido por el "Gordo Gatica", alma mater del fútbol base en esta ciudad durante muchos años fallecido hace algo mas de cinco; guardia desconocido;  Francisco Gatica Ramírez y Antonio Marente Altamirano, fallecido un par de años después de ser tomada la fotografía. En el centro de la imagen,  agachado, Diego Ortega Valenzuela, bombero. Carnaval 1983.

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En la tercera Fotografía,  del Café Bar  ‘La Concha’, propiedad de Prudencio Rábago de Celis, que aparece en la instantánea a la izquierda junto al camarero encargado del bar. 10 de diciembre de 1957. /Fotos: Colección V.G.L.

Manolín Galvez, carnavalero gaditano, antiguo director de las chirigotas de Noly, destaca últimamente por sus composiciones para la calle. Aquí le tenemos interpretando el célebre cuplé de los hombres de la mar, dedicado al Vapor de El Puerto, con música de villancicos.

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martaperegrinaorellana_puertosantamariaLa porteña Marta Peregrina Orellana, candidata a los Premios Goya en su 28 edición, como mejor actriz revelación por la película ‘Alegrías de Cádiz’, esperado regreso al cine de Gonzalo García-Pelayo, tras 30 años después de su última cinta ‘Rocío y José’. La película se proyectó el pasado viernes en una de las salas de Multicines Bahía Mar, después de pasar por el Festival de Cine de Venecia y el gaditano Alcances. Esta noche se proyecta en Madrid en el cine Berlanga. También se proyectará en París y en San Francisco (EEUU).

Marta es la menor de cuatro hermanos; nació el 3 de julio de 1984. Su madre enviudó muy pronto --con 33 años-- cuando sus hermanos tenían respectivamente 10, 7, 5 años y ella 15 meses. Los sacó a todos adelante,  limpiando. Fue una historia de amor muy bonita: su madre era enfermera y su padre el enfermo y así se conocieron, argumento mas que suficiente para escribir el argumento de una película.

Estudió Comercio en SAFA-San Luis. Con 27 hizo la prueba de acceso a la universidad por Artes y Humanidades --además con muy buena nota--. Actualmente se forma como estudiante del Ciclo de Vitivinicultura en el IES Santo Domingo. Fue socorrista con 18 años en las playas de El Puerto durante dos veranos. Luego estuvo por siete años trabajando como decoradora de interiores en Anaquel Muebles.

alegriasdecadiz_pelicula_cartelTrabajó mas adelante como animadora turística en Rota, en el Hotel Elba en Costa Ballena, donde lleva dos temporadas que compagina actualmente haciendo espectáculos con Francis Alcántara (animación de eventos en general).

La cuñada de Marta, la también actriz Esther Pumar (ver nótula núm. 125 en Gente del Puerto) fue quien la informó del casting que se estaba celebrando en Cádiz para la película ‘Alegrías de Cádiz’, en el que buscaban actrices amateur, que representasen, con naturalidad, a la mujer gaditana. «Jamas he estudiado interpretación», afirma «en ningún momento he dejado de ser yo en la película. La experiencia ha sido maravillosa y me siento orgullosa de haber podido trabajar con Gonzalo García-Pelayo". Su hermana Ana es actriz y vive en Madrid desde hace 14 años, donde estudió en la Escuela de Interpretación de Juan Carlos Coraza.

«Marta llegó, se sentó, y comenzó a hablar. Y lo importante no fue lo que nos contó, sino cómo nos lo contó. Era un remolino de gestos, de mareas, un rumor de plumas frescas… y no hubiera sido necesaria tal sobredosis de belleza, pues Marta Peregrina Orellana, traía sin saberlo, aquello que tan ansiadamente buscábamos, el mar de Cádiz en sus ojos… Os presentamos al espíritu de Cádiz en su más bella expresión». Gonzalo García-Pelayo

‘Alegrías de Cádiz’: Una historia, algo de sexo y mucho de Cádiz. ¿Qué importa una mujer o la mujer? Carnaval, fiesta de la carne y la sabiduría milenaria de la ciudad más antigua de Occidente con una protagonista femenina que intenta dar en cuatro encarnaciones lo más representativo de la mujer gaditana. La película de Gonzalo García Pelayo es candidata a 15 Goyas.

La canción que suena es ‘Pepa’, del cantautor sevillano Fernando Arduán, quien también aparece como actor en la película.

"Las alegrías son un palo del flamenco puramente gaditano. Su origen data del siglo XIX y recogen perfectamente el alma de la ciudad y sus alrededores portuarios: su carácter es eminentemente festero y se esfuerzan en animar a bailar a todos aquellos que las escuchan". Ricardo Adalia.

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En febrero de 1933 ocurrió en El Puerto un hecho singular; por no habitual, extraordinario: entre el fango del dragado del río vaciado entonces en la banda del Coto se hallaron numerosas monedas de oro. Y claro…, se lió. La noticia corrió por toda la ciudad, y aquello se puso de bote en bote.

8 de febrero de 1933, el gentío rebuscando monedas de oro en la otra banda. /Foto: Justino Castroverde.

Lo contó la Revista Portuense el día 8: “Es estos días motivo de gran animación el lugar donde se vierten los fangos extraídos por la draga en sus trabajos en nuestra ría. Siendo varias las personas que han hallado allí monedas antiguas de diversos metales, la afluencia de los buscadores ha sido tal, que se interesó por los encargados de la draga la concurrencia a aquel lugar de fuerzas de la guardia civil, que actuó ayer en tal sentido.” Al día siguiente se añadió que “a juzgar por la fantasía popular, no son ya docenas ni centenares, sino miles las monedas y otros objetos de oro hallados en aquel lugar. Se cuenta de multitud de monedas encontradas así como de que algunas han sido vendidas a muy buenos precios. Lo que sí hay de cierto en el caso, es que aquello ofrece un aspecto muy pintoresco, siendo numerosos los grupos de criaturas de todas las edades y sexos que actúan activamente en el fango, esperanzados en hallar alguno de los codiciados discos”.

Como era acostumbrado, los depósitos de la draga se volcaron en el entorno del Huerto Jarilla (venta La Palmera), el Campo del Cuvillo y la Casa del Faro (demolida en 1998), en una orilla aún no canalizada –se construirían en 1951- con murallas. Y fue usual que al modo de los viejos chamarileros, algunos portuenses se buscaran la vida llenando sacos con cáscaras de ostiones y otros moluscos que vendían en la fábrica del guano que a comienzos de los últimos años 50 se abrió enfrente, donde está Bahía Mar. (Alguien me contó que un popular portuense –omitiré el nombre- tomó el hábito de entrar en la fábrica cargando el correspondiente saco de ostiones del Cerro Jarilla, y tras pesarse y pagársele por kilo lo vaciado, se iba, volvía para colarse sigilosamente al almacén, llenaba el saco, volvía a salir y al ratito entraba con el mismo saco de ostiones. Pura picaresca.) /En la imagen, dobla nazarí de Muhammad XII (Boabdil), emitida en 1482-83. Museo Arqueológico Nacional.

Tras el hallazgo de las monedas, de inmediato, la autoridad competente –la Subdelegación Marítima- fijó un edicto instando, como estaba prevenido, a que las monedas se depositaran en su sede, recompensándose en metálico a sus descubridores. Sólo nos consta que se entregaron 16 monedas en cinco entregas. Pero las monedas exhumadas fueron muchas más.

En aquel febrero del 33, El Puerto atravesaba una profunda crisis económica y social, de pura subsistencia para las clases populares. Se vivían tiempos –no sólo en El Puerto- conflictivos, tensos, de manifestaciones callejeras y conatos de violencia. (No hacía un mes que el levantamiento anarquista en Casas Viejas había sido criminalmente reprimido.) A cuenta de las monedas, hasta alguna puñalada se cruzó entre dos gitanos de la calle Lechería, Cabete Chico y Jeromo (a quienes, no obstante, a los pocos días, reconciliados, cogieron robando gallinas).

En éstas andaba la ciudad cuando la draga Guadarrama y la fortuna volcaron en la orilla de ‘la otra banda’ un tesorillo de monedas de oro, probablemente procedente del cofre de un barco hundido en la secular barra del Guadalete en los primeros años del siglo XVI.

Portada de Diario de Cádiz, dedicada al suceso.

LAS MONEDAS.

Ciertamente, el conjunto monetario encontrado fue un hallazgo importante, de calado, siendo aún hoy un referente de la numismática nacional. Nunca se sabrá cuántas monedas aparecieron. Hipólito Sancho las cifró en unas quinientas. Muchas fueron compradas por un portuense (silenciaré también su nombre) de acomodada posición, al que algunos pícaros pretendieron dar gato por liebre ofreciéndole objetos metálicos que tenían en sus casas, más viejos que antiguos.

Numerosas piezas pasaron por las manos de coleccionistas y cambistas de Cádiz y Madrid. Algunas se subastaron en Amsterdam. Otras se depositaron en el Museo de Cádiz, en la Real Academia de la Historia y en el Museo Arqueológico Nacional. Un conservador de éste, Felipe Mateu y Llopis –uno de los más reconocidos numismáticos de la época-, pudo examinar en torno a un centenar y publicar un estudio sobre ellas (que hace años localizamos en una librería de viejo, en Madrid).

...continúa leyendo "1.727. AQUELLOS DUCADOS ANTIGUOS. Los ‘Duros Antiguos’ de El Puerto."

Si yo nací
en un pobre pesebre,
hoy miro al Vaticano y en nada se parece.
Si, si yo nací
sin lujos ni riquezas,
en qué te has convertido
yo pregunto a mi Iglesia.

Yo jamás le dije a Pedro,
al confiarle la primera piedra,
que gastara en oro para el templo
la limosna de tantas ofrendas.

Yo no pedí ni mármol ni escultores
para levantar mi casa aquí en la tierra
y me sobran cuadros y pintores
si no acaba el hambre y la miseria.

Que mal que me expliqué,
que llevas dos mil años
solo acumulando dinero y poder.

La Iglesia que yo quiero
no es un gran monumento,
está en los misioneros
y en los comedores para los hambrientos.

La iglesia que yo quiero
no está en los cardenales,
está en todos los curas
que le dan ayuda a tantos inmigrantes.

Yo soy, yo soy el del pesebre
y a los mercaderes los eché del templo.
Si a la tierra yo volviera un día,
arrasaría... ¡con el Vaticano entero!

La comparsa "Los Majaras" participó en los Carnavales 2012 con una serie de coplas bajo el nombre "Llámame Jesús". Las letras son de Antonio Rivas y la música de Pepe Martínez.

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Antonio López Torres nació en 1954. El apodo de 'el Gorri' le fue puesto por su padre porque, de niño, era muy pequeño "como un gorrión", de ahí lo de 'el Gorri'. Está casado con Rosario García de Quirós y tienen una hija de 28 años.

El matrimonio regenta un bar en el número 85 de la calle Cruces, 'Peña Cultural, Deportiva y Recreativa Amigos del Gorri', en el que se respira un extraordinario ambiente siendo el lugar muy concurrido y donde, una copa de vino y una tapa cuesta cincuenta céntimos de euro, algo insólito para los tiempos que corren. Los sábados y domingos acuden parroquianos que hacen sus pinitos con el cante flamenco al que es muy aficionado nuestro protagonista.

MAS DE 20 TRABAJOS.
'El Gorri' es un trabajador incansable que ha desempeñado numerosos puestos de trabajo, entre ellos vendedor de plato en la Placilla, camarero en el desaparecido Bar Caza y Pesca en el Parque Calderón, en el almacén de Güelfo en la calle Nevería, en la obra de cimentación del Hotel Puertobahía colocando pilotes, como repartidor de las cervezas Cruzcampo, mariscador nocturno, vendimiador, descargando camiones en la desparecida fábrica de botellas, haciendo cajas de cartón, chatarrero, varios años de albañil, fontanero, escayolista, etc.

Foto del Trofeo de Dominó de la Peña del Bar Triana, en 1982. De izquierda a derecha, primera fila: Rosendo, carnicero; Fali Gómez, Giménez de La Pastora, con un ejemplar en la mano de Diario de Cádiz; Pedro Galván, de la tienda de decoración de la calle Larga, GALSA; Hugo Rodríguez Cortés, de la Peña el Troncho; Domingo Asenjo, el de los platos; Francisco Javier Paullata Estévez, arrendatario del Bar Triana desde 1981, Araujo y Manuel Cordero. Segunda fila: Manuel Paullata Serrano, padre de Francisco Javier; Remigio, el carpintero; Francisco Sánchez Valenzuela, conocido como Pacuchi, el cristalero; Antonio García Real, José María Martínez Govantes, Pepón Arjona, el Gorri, Miguel Gómez; José García Gil, conocido como Pepe el redero,  Vicente, a quien cariñosamente, apodábamos como ‘La vieja’, se llamaba Vicente Martínez Sánchez, Pepe Amorós y Antonio, el peluquero. Agachado, Antonio Camacho Francés, Antoñete, hermano de “el Chusco”. Falta en la foto, Fernando, el Sietededos, un escayolista que, a efectos de maquetación, no cabe en la imagen que se publica. (Foto: Rafa. Colección Antonio Collantes Ramos).

HERIDO DE BALA.
Y entre tanto trabajo hizo sendos Cursos, uno del  PPO, en el Instituto Santo Domingo, de soldador. Y culturismo  en el Gimnasio de Escalante, donde ejerció como ayudante de monitores. Dado su desarrollo físico y gran musculatura, fue contratado como portero vigilante de la desaparecida Discoteca Galaxia, en la calle San Bartolomé; allí sufriría un grave accidente en el ejercicio de sus funciones, recibiendo un disparo en el bazo al intentar quitar una pistola a una persona que amenazaba a la clientela. Estuvo, como es lógico, un tiempo dado de baja por primera vez en su vida.

De izquierda a derecha, 'el Gorri', Modesto Barragán, pregonero del Carnaval 2010, y Manuel Torres 'el Cabo', en la sede de la Peña La Mezquita  de la calle Postigo, cuando la gestionaba en el año 2009.

DE LA MEZQUITA A EL GORRI.
Llevó el bar de la Peña 'La Mezquita' durante 14 años, y desde hace un par de años regenta el bar de la Peña que lleva su nombre, como se ha dicho, en el número 85 de la calle Cruces y a unos precios mas que populares. "Aquel pequeño gorrión que decía su padre, se ha convertido hoy en un ave del paraíso que acoge bajo sus alas a todo el que llega en busca de protección. (Texto: Enrique Pedregal Valenzuela)

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La Peña El Tirolés nació de un grupo de amigos a mediado de los 50 del siglo pasado, los cuales se  reunían en la Plaza Peral, Parque Calderón,  playa de la Puntilla, etc. Se organizaban partidos de futbol en el Coto, hoy tiro de Pichón, campo de la Gimnástica, etc. Luego surgieron los guateques con el famoso pick up, en los domicilios de algunos de sus integrantes: Vicario 20, Vicario 1, Javier de Burgos 21, Caldevilla 8, Larga 8, Conejitos 5 y San Bartolomé (junto a los garajes de Lores) y en ocasiones, en los jardines del Cortijo (en el Paseo de la Victoria, donde hoy se ubica parte del Instituto Muñoz Seca), pues un amigo les dejaba la llave para entrar durante la semana.

En la plaza de Isaac Peral, junto al monumento a Muñoz Seca, de pie, de izquierda a derecha, Juan González, Jaime Gutiérrez Perea, Juan López, Rogelio Galán, Juan Monge; debajo, Ángel Mena, Pepe Cabrea, Lolo Albert y Adriano.

El nombre de ‘Tirolés’ surgió de la moda de este sombrero, que todos llevaban. A raíz del éxito de estos guateques se fueron incorporando nuevos amigos y amigas. Organizaban excursiones a los manantiales de la Piedad, playa de Fuenterrabía, las rutas de la sierra de San Cristóbal, etc., en los camiones de  José  Alemán. La comida, cordero en salsa y tortilla, la llevaba Juanita Saura, madre de Jesús y de Antonio Alemán.

En la fotografía de estudio, Pepe Crespo, Miguel Roselló, Juan M. Murga, Juan Monge, Antonio Alemán, Pepe Alejo; debajo, Lolo Albert, Jaime Gutiérrez Perea, Juan A. Murga, y Polo Jiménez.

Organizaban bailes de fin de año en casa de Mena,  se elegía a la Reina de la Peña todos los años y había bailes de disfraces en Carnavales. En el año 1967 la Peña instaló una caseta en la Feria, cerca de la playa de la Puntilla, en las inmediaciones del Polideportivo, donde en la actualidad  emplaza el mercadillo de los martes.

Como suele pasar siempre en estos casos, con el tiempo se produjo la diáspora, por motivos de trabajo, muchos tuvieron que salir fuera de El Puerto. La mayoría, ya casados, se dedicaron a su familia y trabajo, y el contacto se fue perdiendo, pero el germen y espíritu de la Peña se mantuvo intacto, a través de conversaciones telefónicas y reuniones esporádicas de sus miembros.

En julio de 1989 se decidió celebrar el 30 aniversario, en el caserón propiedad de Antonio y Jesús Alemán, en la explanada junto al Monasterio de la Victoria. Asistieron todos los componentes con sus esposas e hijos. El aniversario fue un rotundo éxito y de nuevo se eligió a la nueva Reina y un “Míster Tirolés”.

Reunión 2012. Fila superior, de izquierda a derecha: Antonio Alemán Saura, Jaime Gutiérrez Perea, José Alejo Mulero, Jesús Alemán Saura, José A. Martin-Murga, Juan González Garcia, Vicente Gutiérrez de la Rosa, María del Carmen Obregón, Antonio Almagro Buhigas, Leopoldo Jiménez Ruiz, Juan Martín-Murga Velasco, Angel Mena Alonso, Loli, esposa de Juan López, Pepi , viuda de Manuel Serrano y Juan López Durán.
Fila del centro, de izquierda a derecha. Milagros, esposa de A. Alemán, Tere, esposa de José Alejo, Maribel, esposa de José A. Martin Murga, Cristina, esposa de Antonio Almagro, Rosa, esposa de Jaime Gutiérrez, Mari Zaragoza, esposa de Juan Monge,  Paquita Raposo, esposa de Juan González, Loli Miranda, esposa de Angel Mena, y Mercedes, viuda de Pepe Cabrera.
Fila inferior, de izquierda a derecha: Mari Cordero, Maria Fabra, Mari Carmen, esposa de Lolo Albert, Lolo Albert Alonso, Juanita, esposa de Jesús Alemán,
Tenti Roselló, Juan Monge Reinado y desconocida.

De izquierda a derecha,  Vicente Gutiérrez de la Rosa, Juan Monge Reinado, José Alejo Mulero, Antonio Almagro Buhigas y Manuel Albert Alonso.

En las reuniones y bailes que habitualmente ha venido manteniendo actualmente en la sede de la Peña, Vicario 20, se acordó celebrar el 52 aniversario de ésta, en el mismo lugar del 30 aniversario, el día 22 de septiembre de 2012, asistiendo todos los componentes. También fue todo un éxito, habiendo un especial recuerdo para los amigos de la Peña ya fallecidos.

Miss y Mister Tirolés 2012: Cristina Fernández Viña --mujer de Antonio Almagro-- y Antonio Alemán Saura.

Por supuesto, se eligió una nueva Reina y nuevo Míster Tirolés, y se acordó celebrar un nuevo encuentro en la próxima primavera. (Texto: J.G.P.)

Hubo un tiempo en El Puerto que las relaciones humanas se practicaban más fuera de las casas que en las mismas, desde los niños en edad de jugar a los adultos,  había necesidad de estar cerca unos de otros, puede ser que la amistad nos produzca deleite y relacionarnos con los demás nos dá seguridad y  calor humano;  tal vez porque la cultura del momento fuese esa, o porque los medios de comunicación no estaban aún tan difundidos, me refiero concretamente al fenómeno de  la televisión. /A la izquierda el desaparecido Teatro Principal, punto importante de reunión dentro del entorno de calle Luna, en la esquina con San Bartolomé terminaba el paseo por calle Luna. (Foto: Rasero. Colección de Vicente González Lechuga)

Existían lugares más o menos emblemáticos o conocidos, podían ser un casino, una plaza, la calle, la playa, una asociación, un bar, un cine, un teatro,  etc.; estos lugares los podíamos definir como puntos de encuentro. El Punto de encuentro, podía ser algún sitio donde la gente se reunía por cualquier causa, podía ser que hubiera  mucha o  poca gente, dependía de nuestro momento anímico de estar más o menos acompañado;  gente para saludar, platicar, discutir de fútbol, política, ensalzar o criticar al que fuese, hablar de la próxima corrida de toros o el partido de fútbol del Portuense. Había necesidad de verse con los demás, casi nos rozábamos unos con otros en determinados momentos, el punto de encuentro podía ser considerado  un lugar en el que te sentías protegido, un sitio para descansar, vernos rodeado de gentes nos hacía sentirnos seguro, reconfortado, casi feliz; no hay cosa más desagradable que la soledad no deseada.


Antiguo depósito de agua de la Plaza de las Galeras, Punto de Encuentro, lugar que los vecinos del barrio alto denominaban “Allá abajo”. (Fotografía Colección de Vicente González Lechuga)

Me hacía mucha gracia, escuchar en el barrio alto, allá por los años cincuenta del siglo pasado a los muchachotes de más o menos veinte años decir: «--¿Dónde vas?», «--Voy allá abajo». “Allá abajo”, era considerado en el barrio alto en ir desde donde estuvo el Cine Macario hacia el río, más o menos por la plaza de las Galeras, en ese lugar estuvo instalado un depósito de aguas en forma de copa, este depósito tenía en su base una serie de escalones que hacían de él un lugar para el descanso y la contemplación del paisaje de algunos ciudadanos de entonces. Probablemente por los motivos que desconozco, o tal vez por la reordenación del lugar, el Ayuntamiento estimó necesario demoler aquel emblemático Punto de Encuentro. Tal fue el desencanto de muchos portuenses, que la comparsa ‘Los Cuasimodos’ en 1961, dirigidas por el inolvidable Manuel Camacho Francés “El Chusco”, compuso un cuplé lleno de ironía y gracia para denunciar el enfado que produjo en parte de los ciudadanos la demolición del depósito de agua de las Galeras, Punto de Encuentro en aquellos años; espero acertar en la letra, decía así: «Catorce taladradoras/ y setecientas espiochas/ gastaron los albañiles/ en tirar del Parque/ la famosa copa./ Debían de haberla dejado/ en honor a su memoria/ o jugarla en un partido/ entre el Racing y el Vitoria/ lo que más gracia me hizo/ eran dos que había al lado/ que con lágrimas en los ojos/ decían desconsolados/ ¡ Ay mi copa del Parque!/ porque te habrán tirado/ cuando todos los veranos/ le dabas sombra a los parados”.

Calle Larga lugar que paseábamos los portuenses, a la derecha se ve la plaza de Isaac Peral, ahí terminaba el paseo por esta calle.  (Fotografía Colección de Vicente González Lechuga)

Había también un Punto de Encuentro, que era el paseo que los portuenses en aquellas fechas utilizábamos a partir de la festividad de la Virgen de los Milagros, que era el tramo en calle Luna desde San Bartolomé a Larga y calle Larga desde el tramo de Palacios a Plaza de Isaac Peral. Era curioso nuestro comportamiento cuando paseábamos, no había costumbre de pasar de los límites establecidos, es decir que llegabas a aquel entorno buscando a tus amigos o amigas y los encontraba seguro. Era raro ver circulación de vehículos por estas calles en estas horas, si pasaba  decíamos que era alguien de fuera de El Puerto que se había despistado. Este paseo que se utilizaba a partir de la festividad de la Patrona hasta más o menos el Corpus estaba bastante concurrido desde las siete de la tarde hasta las diez y media ó once de la noche, el reloj de Joyería Díaz estaba de guardián permanente para recordarnos la hora de recogida;  había bastantes bares, comercios, pastelerías y sobre todo el aliciente del Teatro Principal. Habría que destacar como lugares de encuentro dentro de este entorno, el Bar Central, Casa Lucas y el Puerto Bar entre otros. Recuerdo el eslogan del Bar Cádiz: “Menudo a la andaluza todos los días en el trece de Nevería“. Había un trozo de la calle Ganado, subiendo desde Larga, que también podía ser considerando paseo, hasta la esquina con Nevería, en ese lugar se encontraba el Restaurante Antigua de Cabo, El Hotel Loreto, la tienda de fotografía de Pantoja que estaba abierta los domingos por la tarde el Bar La Solera, la secretaría del Racing Club Portuense que casi siempre estaba abierta, el Bar Pontevedra y el freidor de pescado de la Familia Villar.

Calle Larga, detrás del coche se vé el restaurante La Fuentecilla (hoy Bankia) paseo de los portuenses en los años cincuenta del siglo pasado. (Fotografía Colección de Vicente González Lechuga)

En  el verano, el paseo se trasladaba al Parque Calderón, este sitio se consideraba el Punto de Encuentro en el verano. El Parque como lo denominábamos era distinto a como está ahora, entonces  el paseo era más amplio y diáfano pero no por que tuviera más superficie sino porque ahora parece más agobiado que antes, prácticamente estaban  los mismos bares y quizás algún quiosco más, menos atracciones de tiovivos, había un lugar para la banda de música que amenizaba las noches  con pasodobles y romanzas de zarzuela, los bancos de mampostería con hierro forjado y las fuente de la ranita y jardines: el paseo del Parque llegaba hasta el comienzo del puente de San Alejandro.


Parque Calderón, Punto de Encuentro en el verano, comprueben ustedes que parece más claro y diáfano. (Fotografía Colección de Vicente González Lechuga)

Poco a poco, los medios de comunicación se hicieron dueños de la voluntad de la mayoría de los ciudadanos, se popularizó le televisión y la gente que sábados y domingos empleaba la calle como un gran salón social, empezó a poco a poco dejar las calles semidesiertas,  se instalaron  cómodamente en sus casas para ver programas y programas dirigidos exclusivamente para  que el ciudadano, viva para consumir y hacernos sedentarios.

¿Qué les parece a ustedes esta esquina para para iniciar un nuevo Punto de Encuentro? Fijénse en esos paisanos como buscan apoyo para descansar sus piernas de la artrosis que le han ocasionado algún kilo de más. (Fotografía de Vicente González Lechuga)

El Punto de Encuentro, actualmente se ha fabricado para que las gentes vayan a él, están ubicados generalmente en los centros comerciales, no nombraré ninguno. El centro comercial está pensado como un gran edificio funcional, que  la tienda principal es un hipermercado y a su alrededor calles que se puede pasear por ellas, con cantidad de tiendas de artículos de consumo, además incluyen lugares de ocio, esparcimiento y diversión, como cines, bares y restaurantes. Estos Puntos de Encuentros son lugares que tienen exclusivamente un fin comercial y económico. Pero los Puntos de Encuentro situados dentro del casco antiguo de nuestra ciudad en otros tiempos, también tenían una actividad comercial lógica; pero además poseían  una connotación sociológica, pues era un espacio de intercambio  de opiniones y pareceres, que además cumplían ampliamente con los mismos requisitos de las antiguas plazas del pueblo, Punto de Encuentro, lugar de manifestación de intereses de los ciudadanos entre sí. /Texto: Francisco Bollullo Estepa.

2

José María Núñez Buhigas nace en 1956 en la calle Cielos de El Puerto, hijo de los también porteños Antonio y Juana. En 1956 era Alcalde de la Ciudad Luis Caballero Noguera. Precisamente la Bodega Luis Caballero rifaba entre los consumidores, clientes y camareros de toda España 102 vespas, en el ‘II Gran Sorteo del Coñac Decano’ celebrado ante Notario en Madrid, en marzo de 1956.

Se inauguraba el Restaurante Venta Millán. Se creaba el Poblado de Doña Blanca, con cuyos terrenos se compensa a los agricultores propietarios de los terrenos donde se construye la Base Naval de Rota, con el proyecto denominado ‘Plan de Transformación de las Marismas del Guadalete’, que comprendía 5.500 hectáreas, disgregadas en la actualidad entre  el Polígono de Las Salinas de El Puerto, el Poblado de Doña Blanca y el futuro Polígono Industrial Las Aletas (Puerto Real). A la vez, empieza a funcionar el aeropuerto de la base naval hispano estadounidense. /En la imagen de la izquierda, José María con su madre, en la Feria de la Victoria.

Con varios amigos, en el Parque Calderón. /Foto: Cuellar.

Un joven José María en un tablao de Cádiz, antes de la actuación.

En la edición de 1956 del Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua, al igual que en 1884, aparece la palabra ‘porteño’ definida como ‘Natural del Puerto de Santa María. La palabra ‘portuense’ no hace ninguna referencia a nuestra Ciudad. En 1899 se añadió a ‘porteño’ la condicion de Bonaerense. En la Capilla de la casa palacio de los Marqueses de Arco Hermoso (calle Durango) se celebraba en octubre la boda entre Lupe Romero Laffite, hija de los marqueses y el gaditano Antonio Grosso Burham, bendecida por el obispo de Córdoba, fray Albino Menéndez Reigada. Nacía también Francisco Aguilar Sánchez, autor de carnaval,  ex presidente de la Asociación de Autores y Directores de Carnaval de El Puerto.

De izquierda a derecha, José Luis Arniz, José María Núñez, Joe Rígoli y Manolo Albaiceta, en Madrid. 'Yo sigo...'

José María estudiará en el colegio del Asilo de Huérfanas, en La Merced y en San Joaquín. Funcionario de carrera del Ayuntamiento desde 1990 hasta nuestros días, prestó antes sus servicios profesionales como aprendiz en Vidrieras Palma (VIPA) es decir la fábrica de botellas que había frente a la Casa de la Cultura y como escayolista y en un taller mecánico. Está casado y tiene dos hijos. Entre sus aficiones se encuentra la pesca.

José María con Alonso Núñez ‘Rancapino’ y su hermano, el gran guitarrista profesinal, Antonio Núñez.

Desde muy pequeño empezó su afición al cante, en el Coro del Colegio del Asilo de Huérfanas, siendo el solista principal. Con tan solo nueve años actuará por vez primera en el mundo del Carnaval, saliendo con la comparsa ‘Los Cicerones’ y con 17 años marchará a Madrid donde grabará su primer disco con José Luis Arniz y su compañero Manolo Albaiceta (ver nótula núm. 1.410 en GdP) en la discográfica Columbia. Luego vendrán las actuaciones en los tablaos de la época en la capital: Los Canasteros, El Corral de la Morería, … donde conocerá a su gran amigo Alonso Núñez ‘Rancapino’

Con el desaparecido humorista Paco Gandía.

En el portaaviones ‘Dédalo’ prestará sus servicios a la patria, siendo el vocalista en el Cuartel de Instrucción de la orquesta de San Fernando. Luego vendrá el Carnaval de nuevo, saliendo en agrupaciones tales como ‘Arrabaleros’ de su gran amigo Antonio Martín, con la Antología de José Luis Arniz, y con la Peña Los Majaras en ‘Los Simios’, ‘De El Puerto a Cai’, ‘Leche y Picón’, ‘Gibraltareños’, ‘Gigantes’, … hasta 1985 abandonando la interpretación en el Carnaval.

Con la Comparsa 'Arrabaleros' de Antonio Martín.

Durante 10 años se dedicará a las Sevillanas, como profesional, junto a sus compañeros, Luis Gatica Rivas (ver nótula núm. 114 en GdP), Francisco Gómez Ortega 'Pacoli', (ver nótula núm.1.067 en GdP), Manolo Albaiceta y Javier Benítez, con los grupos Alborea y Bordao.

Grupo 'Arbolea'. De izquierda a derecha, Manolo Albaiceta, José María Núñez, Luis Gatica y Pacoli.

En la actualidad compone algunos temas musicales junto a su sobrino, el gran guitarrista Jesús Núñez hijo de otro gran virtuoso de la sonanta, Antonio Núñez.

3

“Tenía el don del ritmo en sus “nudillos de caoba”
y en “su caja comparsista”.
Cada vez que utilizaba el uno o el otro,
invitaba a cantar, a acompañarle,
pues era una llamada al espíritu,
al canto popular del pasodoble, el cuplé o el tanguillo.”
Antonio Muñoz Cuenca

EN EL PARQUE.
La primera vez que vi a Rafael fue aquel caluroso verano de 1962, sentado en un banco del parque Calderón junto a mi hermana Mari --quien más adelante sería su mujer y madre de sus tres hijos--, yo tenía ocho años y ellos diecisiete. Era un muchacho muy guapo. Alto, rubio, de hombros anchos y espalda recta; se notaba a la legua que hacía gimnasia, sobre todo por los bíceps, que reventaban bajo la camisa de popellin, siempre un poco desabrochada. Lucía una mata de pelo importante, peinada hacia atrás con un toque de brillantina, a excepción del arremolinado tupé, que le cubría la frente sin llegar a ocultar sus bonitos ojos verdes. La impresión que me dio fue la de un muchacho atrevido, jovial, con un palique sin limitaciones alimentado por su inmensa fantasía.

RAPHAEL.
Desde el principio me dijo que le encantaba la música, que se sabía muchas canciones y que si quería escuchar alguna; le dije que sí, naturalmente, y en cuanto que empezó a cantar me di cuenta de que era Raphael, el muchacho que había ganado el Festival de la Canción de Benidorm, ni más ni menos. Él me siguió el rollo, divertido, haciéndose pasar por el cantante, pero luego, reconoció abiertamente que todo había sido una broma y que ni siquiera le conocía. Tardó bien poco en ser un miembro más de nuestra numerosa familia; mis padres le acogieron como a un hijo, nosotros como a un hermano.

LA CLASE DE DIBUJO.
Recuerdo que cuando estudiaba 2º de bachiller en el colegio de las Carmelitas no se me daba bien el dibujo artístico; me volvía loca intentando plasmar sobre el papel aquellos obligatorios perfiles griegos. Entonces mi cuñado cogía el lápiz de carboncillo con mucha agilidad y, sobre la lámina que yo había emborronado, aparecía nítido el rostro del David de Miguel Ángel. Aquel curso de 1967 conseguí un 9 de nota media en esta asignatura.

LLEGADA A EL PUERTO.
Rafael, nacido en Almería en marzo de 1945, llegó al Puerto en los albores de 1950 en compañía de sus padres y su hermano mayor, cursando sus estudios en el colegio de los Jesuitas hasta entrar en la adolescencia. /Rafael, con sus amigos, en la playa de la Puntilla.

El Puerto de aquella época era un lugar paradisíaco para el espíritu libre de la juventud. Partiendo de la calle Valdés salía un caminito estrecho cuajado de aromos y chumberas, que serpenteaba hasta las dunas --el Camino de los Enamorados--, allí, a la orilla de la playa, Rafael se distraía haciendo piruetas imposibles con sus amigos y emulando las posturas de Steve Reeves, uno de sus actores favoritos.

ENTRE LA MILI Y LA DECORACIÓN.
En 1965 cumplió sus deberes con la Patria -como se decía entonces- y durante 18 meses realizó el servicio militar en el cuartel de Infantería de Marina de San Fernando, ejerciendo de cabo gastador.

De profesión pintor-decorador, trabajó durante años en un taller de la calle Nevería, especializándose en el difícil arte de la imitación de puertas de caoba, llegando a impartir clases de pintura para jóvenes desempleados en la sede del Matadero Municipal. /En la imagen de la izquierda, durante el servicio militar en San Fernando.

AFICIONES.
Además de leer libros de ciencia ficción -”Platillos volantes, aquí y ahora” de Frank Edwards, o “El enviado” de J.J. Benítez-, tenía otro importante hobby al que dedicaba su tiempo libre: construir barcos de madera de diferentes estilos, entre ellos barcos de pesca y galeones antiguos; el más impresionante, la reproducción en miniatura del buque escuela de la Armada Española Juan Sebastián Elcano. Sin embargo, como ya he comentado anteriormente, su gran pasión era cantar.

Comparsa 'Los Romeo'. Año 1969.

EL CARNAVAL: 1969.
Su primera actuación en el Carnaval de Cádiz fue con la comparsa “Los Romeos”, bajo la dirección de José Luis Arniz, ganadora del segundo premio provincial en 1969.

Comparsa 'Los Séneca'. Año 1970.

Luego vinieron los primeros premios provinciales con las comparsas “Los Sénecas” en 1970, letra de Diego Caraballo, música de José Luis Arniz (durante la actuación de la comparsa el Gran Teatro Falla se venía abajo, entre oles y aplausos, y es que su manera de tocar la caja era totalmente innovadora.

Las filigranas que hacía con los palillos en el borde metálico de la caja, ponían el vello de punta). /En la imagen de la izquierda el LP de 'Los Hindúes', todo un éxito de ventas.

“Los Hindúes” en 1971, letra y dirección de Manuel Ariza González y música de José Luis Arniz (esta comparsa fue una verdadera revolución en su época, se grabó un Long Play que se vendió como rosquillas) y “Los Charlots” en 1973 con letra de Angel Garcia López, música de José Luis Arniz y dirección de Manuel Gómez, pasando por delante de “Los mariachis” y “Los fenicios”. Aquello fue un acontecimiento musical en el mundo del Carnaval y musical, saliéndoles numerosas actuaciones fuera de nuestra Ciudad.

Comparsa 'Los Charlots'. Año 1973.

...continúa leyendo "1.456. RAFAEL MONJE. ‘El Caja’."

8

Manolo Albaiceta Revuelta nace el 23 de septiembre de 1950 en el número 8 de la calle Diego Niño, tercero los tres hermanos del matrimonio formado por Antonio --trabajador de Bodegas Terry-- y Carmen. Estudió en el Colegio de La Merced, La Salle y SAFA. Ha sido considerado uno de los mejores contraltos de la Historia del Carnaval del cambio de siglo, casi siempre con ‘Los Majaras’. Este año 2012 abandona el Carnaval de forma activa como componente de la agrupación.

1950
El año del nacimiento de Manolo, 1950, era alcalde de la Ciudad, Eduardo Ciria Pérez.  La población de hecho era de 28.300 habitantes, la de derecho 28.368 con un número de 5.595 de hogares censados. El poeta José Luis Tejada refunda junto a otros escritores la revista gaditana de poesía ‘Platero’. Rafael Tardío expone en el Círculo de Labradores de El Puerto. El anterior Jefe de Estado, el dictador Francisco Franco visitaba El Puerto. Nacía María del Carmen Asensio, nadadora profesional y el ganador de los pesos pluma de boxeo amateur en 1972, Paco García Serrano.

Manolo Albaiceta, con sus padres y hermanos, en una foto en la playa de 1957.

VARIADO MUNDO DEL TRABAJO.
Manolo, tuvo muchos empleos a la largo de su juventud: empezando a trabajar en el desaparecido ‘Tejidos Ciudad de El Puerto’, en la calle Ganado, casi esquina con Nevería, en la desaparecida Conservas Sur (ver nótula núm. 333 en GdP) en bodegas Caballero y bodegas Terry, en los oficios de escayolista y electricista, en General Motor, en Ojelosa, y en las delegaciones de Danone y Matutano como autoventa,  como promotor en los comienzos de LANSYS con Juan Vaca (ver nótula núm. 1155) y, por último trabajando por espacio de 25 años como agente fiscal, en el Ayuntamiento, jubilándose el pasado año 2010.

Manolo, a la derecha, cantando con Los Majara, delante del Bar Triana, el pasodoble original de Diego Caraballo 'Un cuatro de diciembre', de la comparasa 'Raza Mora' y que interpretan anualmente en dicha fecha.

Está casado con Pepi Viñas Segura y tienen dos hijos: Daniel y María Belén y dos nietos: Daniel y Pablo.

LA MÚSICA.
Nuestro protagonista imitaba muy bien la voz de ‘Joselito’ y formó parte del coro de la iglesia de San Joaquín, --era el párroco José María Rivas Rodríguez-- con la hija del maestro Dueñas (ver nótula núm. 199 en GdP) algunos hijos del sacristán y otros chavales del barrio. Prestaría sus servicios como monaguillo en la Parroquia de San Joaquín, con Manolo Malpartida mientras estudiaba en el Colegio de ‘La Merced’.

Manolo Albaiceta, durante su úlitma actuación con 'Los Majara' en 'Llámame Jesús'.

Pero pronto vendría la afición por el mundo del Carnaval. Se iba de pequeño detrás de las agrupaciones para escucharlas cantar. Y, con 14 años, en 1965, empezará con la agrupación ‘Los Vampiros’, donde iba de cajilla y voz alta que fue Segundo Premio Provincial en el Concurso de Agrupaciones de las entonces ‘Fiestas Típicas Gaditanas’. Ensayaban en un local de la calle Misericordia --donde estuvo el Taller ‘el Venta’ y hoy existe una pizzería) y en un cuarto de redes en la zona de La Pescadería, donde se iluminaban con velas al no haber luz eléctrica.

Con Paco Díaz el 'Pelahigo' y Albaiceta formaron un duo con las voces de contralto y octavilla. En la imagen, ambos posando en el monumetno a la Inmaculada, en la Plaza de la Iglesia, caracterizados para la comparsa 'Cantares' en 1979.

La voz de Manolo siempre ha destacado: tenor, contralto y octavilla. Sería con esta última con la que triunfaría a partir de ‘Los Vampiros’ --inspirado en el desaparecido Paco Alba y en Alfonso Marín de ‘Los Quasimodos’). Más adelante formaría un tándem perfecto con ‘el Pelahigo’ y el propio Manolo con las voces de contralto y octvailla, respectivamente.

De izquierda a derecha, Javier Nuñez, José Luis Arniz, Antonio Martín y Manolo Albaiceta.

...continúa leyendo "1.410. MANUEL ALBAICETA REVUELTA. Toda una vida musical."

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