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Con la formación del Grupo Caballero recientemente, la firma dejó de tener el carácter de empresa familiar que mantuvo durante ocho décadas, desde que en 1932 Luis Caballero Noguera, adquiriese las bodegas de Cuesta y Burdon hasta hace bien poco, en 2008, su hijo Luis Caballero Florido, (se llama igual que su abuelo paterno) pasó a ocupar un cargo honorífico, la presidencia de honor de la compañía, dejando en otras manos la dirección de la misma.

 

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Ilustraciones de la Revista 'La Esfera'. Nótese en la de la izquierda, el tamaño minúsculo de las copas, incluso más pequeñas que las de anís. /Colección A.C. Puertoguía.

Este apellido, Caballero, se une a los de Tosar, Urruela, Quijano, Sancho, Jiménez Varela, Jiménez Dávila, Cuvillo, Terry y algunos más que se quedarán en el tintero, familias portuenses que, en diversas épocas y durante varias generaciones, regentaron negocios de vinícolas y gozaron de un estatus social y económico relevante.
Cuando se instala en El Puerto Luis Caballero su familia, residente en Chipiona, donde su padre fue alcalde, como él lo sería de nuestra ciudad, tenía una rancia y antigua tradición, así como experiencia de muchos años en negocios bodegueros, siendo la firma “A. Caballero y Sobrinos” una importante expresa exportadora a los países latinoamericanos, en cuyas revistas y semanarios de las primeras décadas del pasado siglo se pueden localizar anuncios publicitarios de sus productos, de un “Jerez Oloroso” o moscateles “delicioso vino, especial para postres” que se vendían a 11 $ la caja de doce botellas.

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Cucharillas publicitarias que llevan impresas el nombre de la bodega.

Sin embargo, el objeto de esta nótula, a la que hemos puesto el breve prólogo explicativo que antecede es el de dar a conocer las ilustraciones y dibujos con los que publicitaba “A. Caballero y Sobrinos” su COÑAC CABALLERO (“Caballero, que coñac”, como se utilizaría posteriormente en las cuñas de radio) etiquetado en Jerez. /Texto e ilustraciones: Antonio Gutiérrez Ruiz.  A.C. Puertoguía.

En la instantánea de Rafa, podemos observar al entonces alcalde de la Ciudad, Manuel Martínez Alfonso (ver nótula núm. 1.051 en GdP) y al ingeniero director de la Junta de Obras de El Puerto --hoy Autoridad Portuaria-- José Antonio Español Caparrós (ver nótula núm. 1.892 en GdP), en el puente de mando del buque de carga que inauguraba el transporte de mercancías entre el muelle comercial de El Puerto de Santa María, en la Otra Banda, y una ciudad italiana cuyo nombre no conseguimos averiguar. /Foto: Archivo Municipal.

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Esta preciosa cancela pertenece a una casa de calle Cielos esquina con Javier de Burgos (Descalzos), actualmente convertida en depósito-almacén. M del C. (Agradecemos a Paco Pérez Selma el retoque fotográfico).

La gente hidalga de siglos anteriores identificaba sus casas con blasones de las armas de su linaje que se colocaban en el dintel de entrada. En el siglo XIX, perdida ya esa costumbre, muchas personas dejaban constancia de si mismo en sus moradas e industrias, identificando de esta forma sus propiedades, incluyendo en la reja de la balconada, y en los medios puntos de puertas y cancelas el anagrama de sus iniciales en hierro forjado.

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Balcón de la calle Vicario; parece que las letras que figuran en el anagrama son “M” y “S”

En nuestra ciudad hay numerosas pruebas de esta costumbre, que han supervivido mas de una centuria la mayoría de ellas, especialmente en casas particulares y en las puertas de algunas bodegas.

Nosotros aquí, sintiendo no poder tratar el tema con la profundidad que se merece, damos a conocer a modo de ejemplo algunos de estos anagramas. /Texto y fotos: Antonio Gutiérrez Ruiz. A.C. Puertoguía.

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Balcón de calle San Sebastián. Nosotros interpretamos el anagrama como “ABV” que debía corresponder a las siglas del nombre y los dos apellidos del propietario del inmueble.

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Medio punto de la puerta de entrada a una bodega de calle San Bartolomé (de Cuvillo) con las iniciales “JVC”, letras en este caso, caladas sobre una chapa metálica.

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Medio punto de una de las varias puertas de entrada de bodegas de calle Valdés en las que figura el anagrama con las letras “P” y “H” que creemos corresponde a Pedro Hernández Carrera.

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Medio punto de una casa de calle Larga que estaban restaurando cuando se hizo la foto, a la que faltaba la cancela y se ha deteriorado el anagrama, natural o intencionadamente, hasta hacerlo ilegible.

 

 

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Procesión de la Hermandad del Santo Entierro y Ntra. Sra. de la Soledad. Año 1906

En la segunda década del siglo XIX, pasada la invasión francesa, la Hermandad de Nuestra Señora de la Soledad, con sede en el convento franciscano de la Victoria y una vez recuperada las imágenes de sus titulares que estuvieron resguardadas en el convento de San Agustín para evitar su posible profanación por las tropas francesas que ocuparon parte de las instalaciones conventuales, procesionaba cada viernes santo desde su capilla hasta la plaza pública existente frente a la iglesia Mayor Prioral, transitando detrás de la imagen de un crucificado de larga melena de pelo natural que tenía su capilla, ermita o calvario al borde del camino real, muy cerca del propio convento de la Victoria, entre éste y el comienzo de la población.

Una vez en la plaza, el crucificado, cuya denominación era la de “Cristo del Calvario” se instalaba sobre una especie de montículo artificial preparado al efecto, quedando solidamente plantado para que pudiera sostener dos tramos de escaleras por las que ascendían los frailes quienes, tras desclavar ambas manos, recogían sendos brazos (que eran articulados) sobre los costados, al tiempo que un tercero, desclavaba los pies y con la ayuda de otros monjes, pasando unos lienzos por debajo de las axilas procedían al descendimiento de la imagen de la cruz donde estaba originalmente, depositándolo en la urna que hacía las veces de sepulcro, mientras María, dolorosa en soledad, asistía a la ceremonia desde sus andas.

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Monasterio de la Victoria.

Como es fácil de imaginar, cada viernes santo la plaza de la iglesia, que era al mismo tiempo la plaza mayor de la ciudad puesto que en ella estaba también el ayuntamiento, se llenaba a rebosar y serian también numerosas las personas que acompañasen al cortejo procesional desde la Victoria hasta la plaza de la iglesia, con el titular en la cruz y, posteriormente, el retorno, con el cristo yacente. Hay quien apunta que esta escenificación, que anteriormente a estas fechas se celebraba en el calvario de olivar de la Victoria, tenía lugar en la mañana del viernes santo. Sea como fuese, parece que en este periodo que citamos era la única manifestación pública, aparte los Santos Oficios, que se celebraba en nuestra ciudad durante la semana santa, descendimiento que duró hasta 1835, fecha e la que marcharon los Mínimos del convento, pues aunque existía otra hermandad y con igual sede, la Humildad, restaurada en 1817, todo apunta a que durante este periodo mencionado y hasta muchos años después no realizó la misma estación de penitencia.

lasoledad_aaa_puertosantamariaTampoco hemos encontrado documentación que certifique la salida pública durante la siguiente década de esta hermandad, limitándose sus actividades a los cultos acostumbrados en época de cuaresma y la primera referencia que tenemos del reinicio de su desfile, es del año 1844, fecha en la que los jesuitas ocuparon parte de las instalaciones monacales y regentaron un hospicio allí instaurado, organizando ese año la procesión para la que solicitan permiso municipal (legajo 1020 de Fiestas de Archivo Histórico Municipal) indicando que saldría el Viernes Santo a las cuatro de la tarde de la “capilla de la iglesia del Hospicio” (Monasterio de la Victoria) haciendo estación en la iglesia Mayor y en este caso, posiblemente, lo haría solamente la Soledad y en los años siguientes se incorporaría la imagen del Cristo yacente, reconstituida nuevamente como hermandad, pues la solicitud de permiso de 1847 la realiza la “Hermandad de Nuestra Madre y Señora de la Soledad y Santo Sepulcro de Nuestro Señor Jesucristo”.

Mediado el siglo, sobre 1852, se construyó una capilla anexa a a iglesia, conectada desde el interior a la que denominaron iglesia de Santa Isabel que debía albergar a los titulares de la hermandad. Parece que dicha iglesia nunca se terminó totalmente pues nunca llegó a cubrirse y, con el paso de los años el ayuntamiento decidió derribarla pues servia de refugio a maleantes y gente de mal vivir.

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Debió salir en procesión la hermandad de la Soledad de forma regular en los años que siguieron, años en los que coincidía en los desfiles de la semana de Pasión con la hermandad de la Humildad y el Vía Crucis del Señor de los Afligidos, hasta 1860 y después, según parece, no volvió a realizar estación de penitencia hasta 1866, fecha en la que salió en procesión a las 16,30 horas del viernes santo, permaneciendo los dos años siguientes en su iglesia, 1867 y 1868, año éste último en el que, al ser desalojados los jesuitas tras la revolución y por efecto de la desamortización, las imágenes titulares pasaron al domicilio particular del mayordomo de la hermandad, que las custodió hasta que, diluidos en buena parte los aires anticlericales imperantes anteriormente, en 1875 se trasladaron dichos titulares a la capilla del Rosario, en la nave de la Patrona, de la iglesia Mayor, actual Basílica menor, quedando desde entonces allí establecida esta hermandad, que es la efeméride que celebro y comento en ésta colaboración.

Años después el primitivo “Cristo del Calvario” será remodelado y adaptado de forma definitiva a su función, pero esa incidencia será objeto de una próxima nótula. /Texto: Antonio Gutiérrez Ruiz. A. C. Puertoguía.

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5trofeociudaddelpuerto_puertosantamariaEl V Trofeo Ciudad de El Puerto había iniciado su andadura en 1971, con el patrocinio del Ayuntamiento y la organización del desaparecido Racing Club Portuense, siendo uno de los torneos de verano más destacados entre los que se disputaban en España. Se celebraban en el estadio José del Cuvillo. Esta edición se celebró durante las noches del 13, 14 y 15 de agosto de 1976. Reinaba un gran ambiente de optimismo deportivo, tanto en El Puerto como en las ciudades del entorno que participaban con su primer equipo en la quinta edición del Trofeo: Cádiz, Jerez y San Fernando. En el primer encuentro, Cádiz-Portuense, resultaron ganadores los visitantes con una clara victoria de 4-1.

Debajo en la imagen de Rafa, entrega del Trofeo Catavino de Plata, por el alcalde de la Ciudad, Manuel Martínez Alfonso y el presidente del R.C. Portuense, Francisco Ferrer, al que acompañan directivos como Gandulla, Martínez de Murga o Felipe Bononato. Vemos con casco en el campo a los policías municipales que conducían las primeras motocicletas con las que patrulló el cuerpo local, de la marca ‘Sangla’:Torres Higuera y Murga.

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La fotografía es de Rafa, Rafael Pérez González (ver nótula núm. 1.781 en Gente del Puerto). /Colección Archivo Municipal.

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En la imagen de los años setenta del siglo pasado, fotografía de la desaparecida relativamente de forma reciente, Archicofradía del Santísimo Sacrramente, a la que solo tenían acceso apellidos ilustres de la Ciudad. En primer término, los presbíteros Carlos Roman Ruiloba y José María Rivas Rodríguez (ver nótula núm. 1.741 en Gente del Puerto). Foto: Laurá. Colección JMM.

Retrocediendo décadas y siglos atrás, intentaremos citar de manera informal algunas de las hermandades y cofradías religiosas que por algún tiempo existieron en nuestra localidad en épocas pasadas, de las cuales, en su gran mayoría no quedan rastro ni apenas recuerdo. Una excepción sería la Archicofradía del Santísimo Sacramento, disuelta hace relativamente poco tiempo y por supuesto, las que siendo de esa remota época a que nos referimos, han sobrevivido y, con altibajos y penurias en diversos momentos, llegado hasta nuestros días, como son: Veracruz, Soledad, Humildad, Nazareno, El Carmen y la Esclavitud de N.S.. de los Milagros.

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La Dolorosa que realiza el Vía Crucis desde la parroquia de San Francisco, a su paso por delante de Bodegas Caballero. /Foto. pasionygloria.net

La Dolorosa con la que se organiza el Vía Crucis de la parroquia de San Francisco el Viernes de Dolores posiblemente fuese la imagen Titular de la desaparecida hermandad “Corona de Nuestra Madre y Señora de los Dolores” que tenía su sede en la iglesia de San Agustín y los antecedentes de la actual Adoración Nocturna bien pudiera ser la “Real Hermandad del Velado y Alumbrado del Santísimo Sacramento”, igualmente extinguida.

capilla-de-nuestra-senora-del-rosario-de-la-aurora_7765143La gran mayoría de estas hermandades antiguas no procesionaban, aunque si conocemos que lo hacía la “Hermandad del Dulce Nombre de Jesús” que tenía su sede en el convento de la Victoria, que parece fue una asociación distinta de la “Cofradía del Santísimo Nombre de Jesús” que existía en el siglo XVI con sede en la iglesia Mayor o de la denominada “Cofradía del Nombre de Jesús” con sede en el siglo siguiente en el convento de Santo Domingo, que si parecen sean la misma. La primera citada procesionaba el Domingo de Ramos. /En la imagen de la izquierda, techo de la Capilla de la Aurora.

Sin noticia o información de que hiciesen un recorrido por las calles de la población, aunque no lo descartamos, se encuentran la “Hermandad del Cristo de las Penas”, la de “Nuestra Señora de la Aurora” con sede en dicha iglesia-capilla, la de “Nuestra Señora de la Cabeza” patrona del Gremio de Montañeses, con sede en la ermita denominada de Santa Clara y también la “Cofradía de Nuestra Señora de la Encarnación”, con sede en San Agustín. . Otro tanto ocurre con la “Hermandad de la Invención de la Santa Cruz”, origen de la Cruz de Mayo actual, que desconocemos si tiene alguna relación con el actual paso de “la escalerita” que procesiona con la Soledad. En la iglesia de Santo Domingo tenía su sede la “Hermandad del Rosario de Santo Domingo”, conocida popularmente como de “los Negritos” por ser sus hermanos gente de color, que anteriormente fuese la “Cofradía de Madre de Dios del Rosario y San Benito de Palermo” con sede en una ermita-capilla existente en la esquina de las calles Pozuelo y Pagador, en la que existe una hornacina con una pintura de esa advocación.

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El Hospital de la Divina Providencia, vulgo Hospitalito.

También existieron dos hermandades de cuyas sedes tampoco tenemos referencia: “Hermandad de Nuestra Señora de Regla” y “Hermandad de Santa Rosa de Santa María” De esta última, apuntamos la posibilidad, y esto es una opinión personal sin demasiado fundamento, de que la imagen Titular se transformase en la actual Virgen de la Piedad. En varias ermitas había otras tantas hermandades y cofradías que daban nombre a las mismas. Entre otras estaban la “Hermandad de Santa Lucía”, la “Cofradía de Santa Catalina”, la “Cofradía de San Sebastián y San Roque” y la “Cofradía de Nuestra Señora de Consolación” advocación que tiene la imagen que ocupa el palio de la Veracruz y es Titular de la misma, talla nueva que no parece guarde relación con la mencionada salvo la corta distancia existente entre su sede, la parroquia de San Joaquín y el lugar donde se ubicaba la Ermita de Consolación, en el inicio de la Ribera, cuyos muros han sido puestos al descubierto recientemente en las obras previas al aparcamiento que se quiere construir en aquella zona. También figuraba en el siglo XVI, con sede en el convento de San Francisco, una “Cofradía de Santa María de Consolación” que no conocemos si se trata de la misma o de otra diferente. La “Cofradía de Nuestra Señora de la Merced” se ubicaba en la ermita de San Antón y la “Hermandad de San Antonio Abad” en el Hospitalito

sanagustinb_puertosantamariaEn la iglesia Mayor tenían su sede la “Hermandad del Santo Patriarca San José”, “San Miguel y Ánimas Benditas”, también denominada “Cofradía de Ánimas del Purgatorio”, la “Cofradía del Santo Ángel de la Guarda” y la “Cofradía de Nuestra Señora de Gracia y San José”, fundada en 1601 según Hipólito Sancho, cuya imagen Titular bien pudiera ser la que actualmente procesiona con la hermandad de la Oración en el Huerto bajo la advocación de “Gracia y Esperanza”. En la iglesia de San Francisco tenían su sede la “Cofradía de San Antonio de Padua” y la “Cofradía de San Diego de Alcalá”, y en la iglesia de San Agustín estuvo la “Cofradía de San Nicolás de Tolentino” que se fundiría en el siglo XVII con la del Nazareno.

A esta treintena de hermandades y cofradías citadas y alguna más que se nos haya escapado habría que añadirle una veintena más de congregaciones, cofradías hospitalarias, gremiales y seculares que también se extinguieron y que no citamos para no hacer excesivamente extensa esta nótula. /Texto: Antonio Gutiérrez Ruiz. A.C. Puertoguía.

Tal día como ayer, hace 236 años, un nutrido grupo de personas de ambos sexos, niños, jóvenes, adultos y ancianos de todas las clases sociales se dieron cita esa mañana, curiosos y expectantes, concentrándose sobre la plataforma central –dos compuertas abatibles de madera- para presenciar de cerca el acto y ser los primeros en cruzar a la otra orilla, el día de la inauguración oficial de un puente de barcas sobre el río Guadalete que conectaba el camino real con el arrecife de Puerto Real y permitía el acceso por tierra a San Fernando y Cádiz.

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El puente de barcas que se hundió, ya restaurado. "Vista del Puerto de Santa María", óleo sobre lienzo, 70 x 95 cm, 1781-1785 (propiedad del Museo del Prado, en depósito en el Museo Naval de Madrid) [P1151]. Autor: Sánchez, Mariano Ramón (Valencia, 1740-1822).

No pudo siquiera iniciarse la ceremonia religiosa de inauguración porque, fatalmente, se precipitaron a las aguas del rio junto con clérigos, autoridades civiles y militares, invitados y los numerosos curiosos que, imprudentemente al parecer, ocupaban la tablazón del puente, rindiéndola. En el maremágnum consiguiente, considerando los pesados vestidos de la época y el escaso, por no decir nulo, conocimiento de natación de la mayoría de los accidentados, estando a 50 metros de la orilla, solo pudieron ser salvados aquellos que tuvieron la suerte de encontrar un asidero y esperar el rescate desde los botes que, una vez repuesto del susto inicial, bogaron hacia allí.

cuzparroquialcristalderoca_puertosantamariaAlgunos otros, muy pocos, agarraron las pértigas y los cabos que se le pudieran lanzar desde el tramo que se mantuvo firme del propio puente. Tal vez el largo varal de la cruz parroquial, rematado por un artístico relicario o “Lignum crucis” de plata, al que habrían podido asirse con cierta comodidad los accidentados más cercanos, sirviera para salvar a algunos de ellos. /En la imagen de la izquierda, la Cruz Parroquial, de cristal de roca, que se cita en el texto

El balance de víctimas reconocidas, es decir, los cuerpos recuperados y enterrados al día siguiente, fue de 102 personas, sin que tengamos conocimiento de los que hoy en día calificaríamos como desaparecidos. Esta cifra indicada resulta de la suma de las actas de funerales celebrados en la iglesia Mayor al siguiente día de la catástrofe. Según el archivero Cárdenas, autor de una reseña histórica inserta en una Guía Comercial publicada en 1902 “las victimas ascendieron a la aterradora suma de 413, según información hecha algún tiempo después del suceso… aunque la Gaceta de Madrid publicó una lista de 115 víctimas a raíz de la catástrofe” No cabe duda de que el número exacto de víctimas resulta imposible de determinar, pues serian numerosas las personas arrastradas por la corriente, cuyos restos, como los de otros muchos náufragos, serian arrojados a las playas del litoral.

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"El Puerto desde la Otra Banda", con la imagen del posterior puente colgante sobre el Guadalete. Litografía utilizada como cubierta del libro de Santiago Montoto 'El Puerto de Santa María en la liberación de Fernando VII'. 1959. Edición Limitada de 500 ejemplares.

La gran mayoría de las víctimas, concretamente 66 de ellas, según nuestros cálculos fueron enterradas en una fosa común habilitada al efecto en el patio del Postigo de la iglesia Mayor Prioral, que era un lugar empleado para enterramientos de menor solemnidad. El cronista y archivero Cárdenas Burguetto, antes mencionado, indica en su “Reseña Histórica” la existencia de una lápida en el que denomina “patio de los Naranjos” con la siguiente inscripción: “AQUÍ YACEN CIENTO ONCE PERSONAS DE LAS QUE SE AHOGARON EN EL PUENTE DE SAN ALEJANDRO EL DIA 14 DE FEBRERO DE 1779. Existe otra creencia que apunta lo fueron bajo las gradas del atrio de la Puerta del Sol de dicho templo. No podemos descartar que, considerando el elevado número de inhumaciones, se utilizaran ambos espacios. Una veintena de este centenar de victimas contrastadas y a las que se les celebró funerales, recibieron sepultura en el interior del recinto sagrado, generalmente hermanos de diversas cofradías y hermandades que contemplaban esta oferta en sus reglas y estatutos. Así nueve de ellos se enterraron en el cañón de la capilla de San José, ocho en el cañón de la capilla de los Milagros, entre los cuales figuraban Nicolás Cañas Trujillo y su hija María Dolores y dos en el cañón de la capilla del Niño Jesús. Mención aparte merece el vigésimo enterramiento, bajo solado, pues debía tratarse de un personaje notable: Dionisio Capaz Reyes, Promotor Fiscal de la Real Justicia, Defensor de las Temporalidades y Procurador de número de la Audiencia local. Tenía 54 años. Era hijo de Andrés Federico Capaz y María de los Reyes Cruzado. Estaba casado con Flor Ochaita y su único hijo, Dionisio Capaz Ochaita se había licenciado en Derecho por la Universidad de Sevilla recientemente.

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"Embarque de Botas". Óleo de Juan Lara Izquierdo. Propiedad de Bodegas Osborne y Cía., depositado en la Casa del vino del Consejo Regulador de la Denominación de Origen Jerez-Xérès-Sherry, de Jerez.

El resto repartieron sus sepulturas por capillas y conventos: Tres, en la iglesia de la Caridad, actual capilla del antiguo Hospital, dos en la capilla de la hermandad de Santa Rosalía, que estaba en el monasterio de la Victoria, otros dos en la iglesia de San Juan de Dios, actual iglesia de las MM. Esclavas, dos más en la iglesia ya desaparecida de los franciscanos Descalzos, en la actual Plaza de Isaac Peral que fueron Nicolasa Gandulfo y Domingo de la Barrera. Este último tenía viñas, casas y bodega, en la que almacenaba doscientas botas de aguardiente catalán para exportar a las Indias muy cerca de dicho convento, en la calle Larga. Era soltero y había nacido en Écija, y en las iglesias de las Capuchinas Antonio Orlando. Vivía cerca de este convento, en una casa de calle Larga, entre Caldevilla y Chanca. Era navegante en la Carrera del comercio de Indias, tenía 49 años y estaba casado con Josefa Ordoño y padre de seis hijos, con edades comprendidas entre 5 y 18 años. El, tenía 49 años. En San Agustín se enterró Gregorio Felices de Molina, Capitán de Milicias y Regidor Perpetuo. Estaba casado con Gertrudis de Ceballos Fernández de Castro. Tenía 53 años y dejó cinco huérfanos. Vivía en el Muelle. Y otros tantos se enterraron en San Francisco, Santo Domingo, Concepción, la capilla de la Virgen de Candelaria, situada en la nave del Evangelio de la iglesia Mayor, así como un enterramiento que se indica “sepultura” sin especificar el lugar donde se encontraba,

Cerramos esta reseña del que creemos ha sido el mayor accidente con victimas de la historia local, indicando que la totalidad de las autoridades de poblaciones vecinas que fueron invitadas a la “reinauguración” del puente, una vez reparadas y repuestas las compuertas que fallaron, meses después, rehusaron su asistencia con diversas excusas, algo totalmente comprensible, aunque no fuesen supersticiosos. /Texto: Antonio Gutiérrez Ruiz - A.C. Puertoguía.

Años mas tarde, el 1 de de diciembre de 1839, el puente colgante San Alejandro, se hundió. Ver nótula núm. 2.322 en GdP.

 

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No sé, si por tradición familiar, o simplemente por propia convicción, algunas de mis amigas y otras  jovencitas de mi época, decidieron colgar los libros y apuntarse al Corte, como eran conocidos los Talleres de Corte y Confección.

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De izquierda a derecha, fila superior, Rosario González Salas, Milagros Vaca, María Luisa, María Torres Higuera, Carmen, Juani Saura ‘la murciana’, Antonia y agachadas distinguimos a María Mateos Oncala, hija de Fermin ‘el Carbonero’, Carmen y la última por la derecha, Pilar Lacarta. /Foto: Colección Pilar Lacarta.

La mayoría ya tenía  alguna hermana mayor en estos talleres, y aunque no tengo claro que todas pensaran en ser modistas profesionales, les venía bien poder hacerse su propia ropa, su ajuar o en su defecto saber desenvolverse  el día de mañana, pues  de alguna manera  las niñas  debían saber  llevar las tareas cotidianas de las amas de casa  a la hora de enfrentarse a un casamiento y a la crianza  de sus futuros hijos.

En La Placilla, teníamos varios y  buenos Talleres por cierto.  Estaban: el de María Torres Higueras, sito en el piso superior del Restaurante de  Manuel Rodríguez  Ceballos y  el de Lolichi, sito en la casa de los Gómez de Requena, panaderos, de la calle Santa María.  Años más tarde, los de: María Amalia,  y  no sé si el de  Loli Rodríguez. Esto, en cuanto a talleres, porque era muy natural, que en casi todas las casas, hubiera alguna señora que se ganara la vida “cosiendo para la calle”, como se decía entonces.

A nosotros nos cosía mi vecina Pepa Acosta, prima de María Torres Higueras, y muy bien además, con decir, que salvo que hubiéramos dado algún “estirón” cosa natural por otra parte , y hubiera que alargar el dobladillo a última hora, cuando nos entregaba las prendas nos quedaba “como un guante”. Mi  madre y sus hermanas tuvieron mucha suerte porque mi abuela era una costurera buenísima y las enseño a todas a coser primorosamente. De hecho la mayor de las hermanas  cosió para la calle creo hasta que se casó. Mamen, una prima, fue una camisera muy procurada.

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En la playa de Fuenterrabía, distinguimos, tercera por la izquierda a Pilar Lacarta, Juani Saura, María Torres Higuera, Loli Saura y María Mateos Oncala. Agachados, solo conocemos a José Torres Higuera, ‘Chico’ y su mujer Teresa Delgado García e hijo. Delante, con el perro, José Antonio Guerrero Torres ‘Pepo’, hijo de María Torres Higuera. /Foto: Colección Pilar Lacarta.

Supongo que cada maestra tendría su librillo; así, algunas comenzaban y terminaban la jornada con el rezo del santo rosario, otras, quizás solo rezaran el Ángelus a medio día, claro que seguramente también las habría dicho , que no hicieran nada de eso. Lo que sí es cierto, que  era fácil, encontrarnos a  muchas mujeres, con el metro colgado de sus cuellos. Muchas de ellas, ya eran modistas profesionales, y gracias a esto colaboraban con su jornal  a una más desahogada situación económica.  Y qué decir de algunas pobres viudas,  pues así lograron sacar a sus hijos adelante.

burda_patronesMe sorprende  después de preguntar a mis amigas  muchos de estos talleres, solo enseñaban a coser, no a cortar.  Según  me han comentado, cuando las muchachas llegaban, la maestras  ya tenían los cortes  hechos,  pero ellas no las veían cortar; paradójicamente,  años más tarde , muchas aprendieron, en la intimidad de sus casas con la revista Burda o similares. Claro, que también podría ser que solo aprendieran a cortar, a criterio de las maestras, bien porque las viera más preparadas, o bien por propia iniciativa de las aprendizas, que no se atrevieran “con las tijeras”, o bien que prepararan a algunas para que fueran su  ayudante o  persona de confianza. Este, es el caso de mi amiga Pilar Lacarta Lagunas,  ella según sus propias palabras, salió “bien aprendida” del taller de María Torres Higueras; de hecho hasta hace poco que goza de una jubilosa jubilación, la costura orientada a vestir a las novias el día más bonito de sus vidas ha sido su profesión  y su vocación allí en su Zaragoza natal.

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Ama Rosa, la radio novela de la Cadena SER  que triunfaba en aquellos años. 

A mi vecina Pepa,  le ayudaba Carmelíta, una jovencita alegre y dicharachera  a la que nos encantaba escuchar, por su simpatía y su gracia. Ella me cuenta que veía cortar a  Pepa, y que esta le iba explicando todo cuanto hacía. Lo que sí sé, lógicamente de oídas es lo animado de las sobremesas en muchos de estos talleres; principalmente por los programas de radio de la época. Me las imagino, llorando con las desdichadas protagonistas de las radio novelas como “Ama Rosa” de Guillermo Gautier Casaseca, en la que intervenía como protagonista, la inolvidable Juana Ginzo, a través de los micrófonos de la Cadena SER; o riendo con las travesuras de Matilde, Perico y Periquin, serial radiofónico enmarcado en el estilo costumbrista que comenzó en los años 50 y duró hasta la muerte de uno de sus protagonistas, Pedro Pablo Ayuso, en 1971, estando patrocinada por Cola-Cao.

radio_pedropayusomvilarino_serEn la imagen de la izquierda, Matilde Vilariño y Pedro Pablo Ayuso, durante la emisión de 'Matilde, Perico y Periquín'.

Cuando la prenda estaba rematada, la metían en unas cajas rectangulares, con un solo asa, como si de un bolso grande se tratara. Las prendas se entregaban  bien  planchadas, y en algunos casos envueltas en papel de seda. Y…allá que iban las modistillas a entregarlas, procurando eso sí, que al colgarse del brazo la caja de entregas, éstas  ni se moviera, pues deslucirían el planchado, y desmerecerían la prenda. Más de una vez, acompañé, a mis amigas a entregarlas, y como no a relevarlas si se cansaban. La mayoría de las veces,  las clientas quedaban satisfechas. Algunas señoras, echaban mano a sus monederos, para darles  una propinilla, pero ellas se ponían muy dignas y…. no se moleste señora, nos lo tienen prohibido, pero …gracias de todos modos.

La mayoría de las niñas de mi época teníamos nuestros bastidores o marcadores, de bordar, la verdad que aunque a mí las labores me parecían algo aburridas, atendían atentamente las explicaciones, de nuestras mayores, que sabían  lo suyo. Primero que nada, había que lavarse escrupulosamente las manos, pues el lienzo, tela, era inmaculado y la labor tenía que conservar la pulcritud y  por tanto… el blanco. Cuando el lienzo, estaba bien estirado, nos pintaban el dibujo por bordar, y …. hala, con mucho mimo y sin salirse del dibujo, empezábamos, muy obedientemente,  a pasar el hilo y rellenar las florecitas de los colores que más nos gustaba . Muy pronto me di cuenta, que aquello no era lo mío, así que lo abandoné y me embarqué en la aventura de los libros, que eran más divertidos.

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Patron de letras capitulares para bordado.

Había como no, talleres de bordados, a mano y a máquina, y las aprendizas salían  como ya  he referido con sus sábanas, manteles y toallas bordadas  y claro esta de otras labores. La verdad es que me quedaba “embobada” viendo con que destreza manejaban  los Bolillos, algunas mayores entre ellas a quien considero como mi abuela --Milagros Gálvez Alonso-- .Que finura de encajes, y reitero,  qué primorosa pulcritud tenía en  todas las labores. La natural habilidad, no era más que horas de dedicación, templanza y por supuestos dotes y disfrute con lo que hacía y con el resultado. En definitiva, pareciera, que tuviera manos de “ángel”.

Hoy en día, han cambiado mucho las cosas, si encargas algún trabajo, la señora se presenta en  tu casa  y te cobra por horas hasta la terminación del encargo, algo para mí un poquito” chocante”. Sigue habiendo talleres y  lo novedoso, son los comercios que nos cosen, nunca mejor dicho  desde un roto hasta un descosido. Como quiera que sea, afortunadamente, hoy en día, hay muchas aficionadas  a las labores, de todo tipo, y desde luego lo artesanal  por su belleza, por las horas dedicadas y por su  mucho mérito,  nunca tendrán precio. /Texto: María Jesús Vela Durán.

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Fragmento de óleo sobre lienzo de Isaac Peral y Caballero.

En una antigua guía turística de El Puerto de principios del siglo XX que se conserva en mi casa, pero que no tengo a mano, aparece una foto del famoso sumergible y de “La Carraca”. En la “Guía del buen comer español” de Dionisio Pérez (Post-Thebussem) editada en 1929 por el Patronato Nacional de Turismo --que conservo-- en su página 89 se puede leer :

guiadelbuencomerespanol_2_puertosantamaria"En 1891 ofrecióse a Isaac Peral un banquete en el barrio de Guía, del Puerto de Santa María, en el que figuraron veintiún platos, todos de pescados y mariscos y todos preparados al estilo de los marineros , que son los habitantes de aquella barriada”. No se dice en el libro de Dionisio Pérez si el banquete fue en homenaje a Isaac Peral y su tripulación por el éxito de las pruebas de inmersión de su famoso sumergible en aguas de la Bahía de Cádiz.

En su nótula núm. 351 Javier Maldonado Rosso hace mención del banquete que se celebró en el desaparecido Hotel Vista Alegre (desapareció el hotel y ya de paso, más tarde, también el elegante edificio del XIX que lo albergaba) para festejar la inauguración del alumbrado eléctrico portuense en el que estuvo implicado como principal promotor el famoso inventor cartagenero. El citado hotel estaba en el Vergel del Conde O’Reilly, al lado del río, por tanto en el barrio marinero.

Se trata de dos banquetes en su honor pero por motivos diferentes. Si en 1894, desvinculado de la Armada, es cuando comienza su actividad empresarial en el nuevo sector de la producción y suministro de energía eléctrica en El Puerto, parece que el banquete de 1891 citado por Dionisio Pérez en su libro, debería ser en homenaje a la botadura del sumergible el 8 del 8 de 1888 y las exitosas pruebas posteriores, como así se dice en el pié de la foto del submarino que aparece en esta nótula 351 que comento.

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Pruebas oficiales del Submarino Peral verificadas en la Bahía de Cádiz el año 1890. Pulsar sobre la imagen para ampliar.

El Puerto fue acogedor y agradecido con el marino inventor y empresario, reconociendo su talento y valía y honrándole --que yo sepa-- por lo menos con los dos banquetes que se citan, y la dedicación de la plaza del Ayuntamiento donde se encontraba la Eléctrica Peral o fábrica de la luz portuense.

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Electra Peral Portuense, en la calle Larga, esquina y vuelta con Descalzos o la plaza que lleva el nombre del ilustre marino y empresario, con fachada también en Diego Niño. La imagen es del 9 de agosto de 1914.

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Recibo de 30 pesetas expedido por Electra Peral Portuense a nombre de Antonio Valimaña el 25 de mayo de 1938, por consumo de electricidad en el Cine Orpheo, en la calle Puerto Escondido.

Todavía los antiguos siguen llamando a la fábrica de luz “Eléctrica Peral”, aunque después haya sido “Sevillana de Electricidad”, y hoy sea “Endesa”.

pedromercaderizubia_puertosantamariaPedro de Mercader i Zufía, Almirante de la Armada, bisabuelo de mi mujer, y tatarabuelo de mis hijos (portuenses como yo) , nació en Barcelona en 1857 y murió en la misma ciudad en 1928. Descendiente directo de Wifredo el Velloso (Guifré el Pilós ). Falleció antes de heredar el título de Conde de Belloch que pasó directamente su hijo. Hermano, a su vez, del Vizconde de Belloch. Familia, por tanto, de rancio abolengo catalán además de ilustres marinos. Su hija, Joaquina Mercader y Bofill, casó con el también conocido marino Juan Antonio Suanzes y Fernandez, Marqués de Suanzes, abuelos de mi mujer y, por tanto, bisabuelos de mis hijos. /En la imagen de la izquierda, Pedro de Mercader y Zubía.

Pedro de Mercader i Zufía fue uno de los Tenientes de Navío que con su compañero y jefe del proyecto, Isaac Peral, y otros marinos realizaron la primera inmersión del famoso sumergible en aguas de la Bahía de Cádiz. Cuenta la familia, no sé si exagerando un poco, que encaneció prematuramente como consecuencia de las emociones originadas por las pruebas y sucesivas inmersiones en las que participó mi lejano pariente político.

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El Submarino Peral estrenó en 2013 sala en el Museo Naval de Cartagena (Murcia), donde se investigará cómo detener la oxidación interior del casco

Siendo Almirante del Arsenal de la Carraca, en San Fernando, salvó dicho sumergible del desguace y hasta hace poco se ha podido admirar en el puerto de Cartagena. Después de su restauración se le ha buscado un lugar más a cubierto en el Museo Naval de Cartagena. /Texto: J.S.A.

La desmemoria, una tragedia española: Caza de rojos. Un relato urbano de la clandestinidad comunista (Espejo de Tinta), es el libro de de José Luis Losa que recoge los desencuentros entre miembros del Partido Comunista durante la Guerra Civil. Y en concreto, entre los poetas Rafael Alberti y Miguel Hernández.

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Podría haber titulado esta crónica como “una tragedia de sangre y mierda”, expresión que usa su autor frecuentemente a lo largo de las 510 densas y apasionantes páginas de su libro. Pero sería injusto. Porque la verdadera protagonista moral de esta historia aparece, aunque tarde, en su penúltimo capítulo titulado : “La memoria miente”, ratificado por la frase de Leonardo Sciascia: “Todos mentían, incluso la memoria”. Pues con el paso del tiempo, “todo proceso de exfoliación de la memoria pasa por el delicado trabajo de ir erosionando las capas que la invención, la mitomanía, las construcciones autoprotectoras, han ido dejando como un sedimento de apariencia mineral, opaca; las capas que ocultan la verdad. Las verdades de cada cual.”

cazaderojos_puertosantamariaLlama sin embargo la atención, entre todas, una anécdota extraordinariamente trágica —al menos para mí— por lo desconocida y por lo relevante de sus protagonistas: Rafael Alberti (De quien Bergamín llegó a decir: “Mandamos al exilio a un joven poeta y nos devuelven a una puta vieja”, pág. 22) y Miguel Hernández, abandonado a su suerte en Monóvar en los últimos días de la guerra cuando Alberti y María Teresa León podrían haberlo persuadido para embarcar en el último avión que salía hacia Orán, quizá en el mismo en que voló Pasionaria… No resisto contarla, por su interés, con las mismas palabras de José Luis Losa (págs. 174-175) :

“Y ahora Federico Sánchez escucha a Paco Romero Marín la narración de lo que sucedió aquel día en el campo de aviación de Monóvar. Aquellos aviones franceses que iban recogiendo de manera selectiva a un pasaje privilegiado entre una militancia que superaba las posibilidades de evacuación. Mientras Miguel Hernández ha conseguido llegar a Alicante y vaga en medio de la gente, ya en Monóvar, en ese campo del cual, en efecto, como atendiendo a lo premonitorio de su poema, va a volar Pasionaria, dejando atrás, abajo, sin futuro, a unos hombres para los cuales las únicas instrucciones de un partido que no ha preparado ningún plan de resistencia ante la inminente derrota serán tan vehementes como suicidas: ??--¡Ahora, todos a las sierras! ??Y es verdad, como dice Hernández:

Crecen los héroes llenos de palmeras.
Y mueren saludándote pilotos y soldados.

Mientras Pasionaria se aleja...

Versos aterradores por visionarios los de Miguel Hernández, que entonces se mueve aturdido en ese sálvese quién pueda de Monóvar. Es entonces --cuenta ahora Paco Romero Marín--, que allí estaba, y que de allí pudo volar, en el último Dragón --encañonando a un piloto remiso a poner rumbo a África--, cuando Hernández se encuentra con Rafael Alberti y María Teresa León.

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Palacio de Zabalburu, confiscado a los Marqueses de Heredia-Spínola, sede de la Alizanza de Intelectuales Antifascistas, que presidía Rafael Alberti, en Madrid.

Es Alberti el que lo ve. Hace más de dos años que no se hablan, desde la bronca pelea en la sede de la Alianza de Intelectuales Antifascistas que presidía Alberti, en Madrid, en el palacio de los Heredia Spínola, en el primer año de la guerra.

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Llegaba cada día Miguel Hernández del frente, donde participaba activamente, animaba a las tropas y llegó a ser comisario político con El Campesino. Y se encontraba con el ambiente de francachela de aquel oasis de neoseñoritismo de mono azul y alpargatas, en cuyas mesas corría el vino y se tomaban las más peregrinas decisiones sobre suertes ajenas. Un día, indignado por el contraste entre la situación dantesca que viven los soldados en el frente y lo que ve en el palacio de los Heredia Spínola, aún con los restos de una buena comida en la mesa, se acerca al encerado que preside la sala, todavía Miguel Hernández con el uniforme transpirando el sudor del frente y escribe: ??--Aquí hay mucho hijo de puta y mucha puta. ??A la vista de que la única mujer presente en la sala era María Teresa León, ésta arremete contra Hernández y le asesta un puñetazo de inusitada contundencia, que le voltea y le rompe un diente. Habían dejado de hablarse; era el otoño de 1936. /En la imagen de la izquierda, María Teresa León.

Ahora, en Monóvar, Alberti, que ha visto acrecentarse su poder durante la guerra, intenta congraciarse con el poeta de Orihuela:?? --Tú ya sabes cómo son las mujeres, Miguel. Pero si tú quieres, te puedes venir con nosotros. Arreglo las cosas para que se te haga un hueco en el avión y te vienes con nosotros a Argelia. ??Miguel Hernández contestó secamente: ??--Yo me vuelvo a mi pueblo.

ELMONOAZUL-MADRIDEn la imagen de la izquierda, portada de 'El Mono Azul' una de las publicaciones de la Alianza de Intelectuales Antifascistas.

De esa historia será testigo Irene Falcón. Ella va a compartir con Alberti y María Teresa, y a quedarse aún un día más, una vez que la pareja haya volado rumbo a Orán, una hermosa casa cercana al helipuerto, en donde toman té ruso con unos dulces... mientras en los alrededores, en Elda, en Monóvar, cunde el pánico. Irene Falcón se lo contará todo a Romero Marín con cierta ingenuidad. ??Alberti va a sellar ese encuentro suyo con Miguel Hernández con la llave del silencio. Tiene la percepción de que, en la medida en que hubiese suturado la herida de esa enemistad, podría haber evitado la muerte de Miguel Hernández. Va a contar la historia, tiempo después, y tergiversada, a algunos amigos, pero en el caso de que Alberti escriba unas memorias, y de que a éstas le dé por llamarlas La arboleda perdida, se apresurará a falsear la verdad abiertamente cuando afirme que "la última vez que vi a Miguel fue en Madrid, cuando después de intentar convencerle de que se refugiase en la Embajada de Chile, escuché de Hernández que se iría andando a su pueblo. ??--Tú lo que deseas es que te maten, Miguel. Es al único sitio donde no puedes ir. ??Y se habrían fundido en un abrazo”. /Texto y selección: Miguel Veyrat.

En la imagen en la Velada de la Victoria, el otrora conocido practicante Felipe Lamadrid Muñoz (ver nótula núm. 2.022 en GdP), su esposa, Nena y su hijo Pedro Pablo con cinco años y su nieta Blanca, de 3, primogénita de su hija mayor May, que pasó a residir en Sevilla tras su boda con Juan Bonald Gálvez.

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Esta fotografía trae un recuerdo amargo. La niña de tres años, Blanca, Licenciada en Historia, fallecería en 1993 a la edad de 28 años, en un accidente de tráfico protegiendo con su cuerpo a su hija Salomé, que contaba con tan solo 2 años y no sufrió daño alguno. Hoy día, la hija de Blanca Bonald Lamadrid, Salomé es Psicóloga y vive en Sevilla junto a sus abuelos que la criaron, aunque ella los llama padres. En la actualidad, las cenizas de Blanca descansan en esta Ciudad junto a su abuelo Felipe y su bisabuela, María Muñoz (ver nótula núm. 1.094 en GdP), la maestra que diera clases en el Hospitalito. “--Mi padre siempre nos tenía que comprar algo..., im globo, un gorrito, o lo que fuera...”, recuerda su hijo Pedro Pablo que aparece en la foto.

 

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rafaelelgitano_puertosantamariaRafael Delgado Sánchez, apodado artísticamente “Rafael El Gitano”, nació en El Puerto de Santa María el 2 de abril de 1927 y se marchó con los que no vuelven el 3 de mayo de 2000, a los setenta y tres años de edad, en la Ciudad en la que por primera vez vio la luz. Pertenecía a una familia muy conocida en El Puerto cuyos patriarcas eran Juan Delgado Rodríguez y Carlota Sánchez Serrano, apodada “La Estraperlista”.

El estraperlo se convirtió en una actividad bastante generalizada en los años de la posguerra. Mujeres con cargas familiares y viudas se dedicaban a esta ocupación, con los riegos de ser multadas, procesadas, e incluso encarceladas, pero había que sacar a los hijos adelante en aquellos años de decadencias y miserias, después de una guerra en la que perdieron los más débiles e indefensos. Siento una gran admiración por estas mujeres luchadoras, que en contra los temporales que les presenta la vida, sortean los momentos adversos que les toca vivir.

Fueron seis hermanos, de los que conocí a Ginés, futbolista del Victoria y creo que también de El Portuense. Por cierto, fue un buen defensa. Sus hermanos Pedro y Juan, conocidos también como “Perico” y “Chuliqui”, respectivamente, trabajaron en la otra banda como portuarios, ambos bailaban, siendo Juan el más conocido. José era otro de los hermanos varones que trabajaba en una calería. Sus hermanas se llamaban Encarna y Carmeluchi. Vivieron en una de las dos casonas grandes de la plaza del Polvorista.

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En la imagen, Carlota Sánchez Serrano y Ginés Delgado Sánchez, madre y hermano de nuestro protagonista.

Hoy en día aún existen muchos aficionados al flamenco que conocieron a Rafael, porque he tenido el placer de hablar con todos ellos, buscando información sobre su baile y sus actuaciones. Voy a mencionar a algunos muy conocidos: Luis Gatica, Manolo Suárez (El bailaor), Paco Duque, Salvador Cortés, Julio Flores, Paco Navarro y Luis Suárez, entre otros. Todos residen en nuestra ciudad y el de menos edad pasa de los setenta años.

Rafael fue un estupendo bailaor, su academia fue la calle, así como los bares, ventas y ventorrillos de los alrededores de su ciudad. Yo no he tenido el placer de verlo bailar, pero sí he tenido muchos amigos del cante y del baile que le vieron y le conocieron. Manolo Suárez decía que bailaba por fiesta muy bien, tenia un portentoso movimiento de manos y brazos y que actuó con muchos bailaores de su época nacidos en El Puerto, como fueron: Manolo Ansonini, Fernando Gatica, Manolo Barrera o El Soldao, cuyo nombre era Manuel Rodríguez Barrera, y Palomito. Todos ellos contaban con el sello del baile autóctono del Puerto.

RAFAELELGITANO-JOVEN_PUERTOSANTAMARIAMi compadre Luis Gatica, me comentó que lo vio en tomas de dichos, bautizos y quedó prendado de su arte y del de su hermano Perico, que también bailaba. Joaquín Albaiceta, guitarrista que estuvo en algunas fiestas con él, nos habla del movimiento de brazos de estos dos artistas del El Puerto: de Rafael El Gitano y de Manolo Ansonini. (Ver nótula núm. 524 en Gente del Puerto). /En la imagen de la izquierda, un joven Rafael.

El Chato de la Isla, nombre de José Llerena Ramos, amigo entrañable, conoció a Rafael y estuvo con él en muchas reuniones flamencas, actuando en la Venta Mari (Bar de Jerez), Venta de Vargas de San Fernando y Teatro Principal de Puerto Real, en los años cincuenta.

Al Beni de Cádiz, nombre de Benito Rodríguez Rey, le gustaba mucho el baile de Rafael y siempre que tenía algunas fiestas o juergas flamencas privadas le llamaba. Actuó con él en el Cine Macario del El Puerto, Teatro de San Fernando, Teatro Principal de Chiclana y en la feria en Sevilla, en diversas ocasiones. El Beni de Cádiz, presentó a Rafael El Gitano a Lola Flores en una fiesta privada con dueños de bodegas jerezanas y esta gran artista y los presentes quedaron prendados del arte de nuestro paisano. Cuenta la familia que Lola cuando lo vio dijo: “Ese gitano tan guapo ¿quién es?”. A ese niño me lo llevo yo”. Con La Faraona actuó Rafael, en varias ocasiones.

El portuense Antonio Orellana García, era un gran aficionado al cante y al baile flamenco. Este industrial se dedicaba al transporte y tenía una calería, como le llamábamos en aquellos tiempos, donde se vendía todo tipo de materiales para la construcción. Este almacén daba a dos calles: Cruces y Gatona. Orellana tuvo el capricho de montar una fiesta o juerga, con artistas de la talla, de La Paquera de Jerez, nombre de Francisca Méndez Garrido, El Chato de la Isla, El Beni de Cádiz, Chano Lobato, nombre de Juan Sarabia Ramírez, Rafael El Gitano, Eliseo del Puerto, nombre de José Almendro Vías, El Príncipe Gitano, Pepa La Macaca y los guitarrista: El Niño de los Rizos, nombre Eugenio Salas Domínguez y Roberto Iglesias, nombre de Roberto Iglesias Rodríguez.

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Rafael 'el Gitano', con unos amigos, el segundo por la derecha.

Lo que daría yo por ver de nuevo a estos artistas gaditanos, que para mi marcaron una época del cante y del baile flamenco. José Breíta estuvo presente en esta fiesta y nos dejó su información. Esto pudo ocurrir en los años cincuenta.

Luis Suarez, me contó una simpática anécdota de nuestro paisano Antonio Orellana. En una Semana Santa en El Puerto, de los años sesenta, contrató a un cantaor jerezano apodado El Berza, nombre de Antonio Acevedo Flores, para que le cantara varias saetas al Cristo de la Piedad y a la Virgen de la Misericordia, de la Hermandad apodada por el pueblo con la denominación, de los Cerillitos, que pasaba todos los años por la puerta de su domicilio en la calle Conejitos. El cantaor en aquel tiempo se estaba arreglando la boca y se presentó desdentado, cuando le vio Orellana le apunto: “Antonio como te presentas con la boca en este estado”. Éste le respondió- “Don Antonio, usted me ha contratado para cantar, no para romper piñones con los dientes”.

También lo vio bailar este inolvidable amigo y artista de la danza flamenca, que fue Ramón Vélez, “amigo-hermano” del Beni de Cádiz, y me apuntó: “Tenía un movimiento de brazos y una estética en escena muy flamenca”. A finales de los años cuarenta, actuó en el elenco del Teatro Chino de Manolita Chen, en el cuadro de baile flamenco.

RAFAELELGITANO__FAMILIA_PUERTOSANTAMARIAEn el Cine Macario en los años cincuenta participó en un concurso de baile, con bailaores del Puerto y provincia, entre ellos, Los Hermanos Suárez, ganando el primer premio Manolo Suárez y el segundo para Rafael El Gitano. En el Teatro Principal de El Puerto, participó en muchos espectáculos, según viejos aficionados portuenses.
Luis Botello, jefe de la Estación de Ferrocarril de El Puerto, gran aficionado al cante y al baile flamenco que vivía cerca de la Peña Corribolo, invitaba a Rafael a numerosas fiestas. Botello era muy amigo de Lola Flores y de Manolo Caracol a los que recibía en su casa muy a menudo. Asimismo, otros grandes aficionados al flamenco como el torero Paco Camino o el que fuera alcalde de Cádiz, José León de Carranza lo llamaban para que animara sus reuniones festivas. /En la imagen de la izquierda, Rafael 'el Gitano', con su mujer y alguno de sus hijos, en la Feria de Ganado.

Rafael, estuvo relacionado estrechamente con Enrique Castellón Vargas, “El Príncipe Gitano”, y con Josefa Martin-Bejarano Lanzarote, “La Macaca”. Actuaron en muchas salas de fiestas, cabarés, teatros del Campo de Gibraltar y provincia de Cádiz de los años cincuenta. Rafael podría haber vivido de su arte, según comentarios de aficionados y artistas del flamenco que le conocieron bien.

Hay una anécdota de El Príncipe Gitano, de Pepa La Macaca (ver nótula núm.1.455 en Gente del Puerto) y Rafael El Gitano, que nos dejó el amigo Joselito Mora, gran aficionado portuense y socio fundador de la Tertulia Flamenca de Tomas El Nitri, que ya no se encuentra entre nosotros. Éste me dijo que los tres se encontraban tomando copas en un establecimiento muy de moda en aquellos años en El Puerto, llamado Bar Central, situado en la esquina de calle Larga con Luna, hoy banco Popular de Andalucía. En este establecimiento no se podía cantar ni bailar, pero viendo la calidad de estos tres artistas, ese día quitaron el cuadrito de “Prohibido El Cante”, por orden del cántabro Maximino, dueño de esta firma y del restaurante “El Resbaladero”, que en aquel tiempo estaba clasificado como de los mejores de la provincia de Cádiz.

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Rafael 'el Gitano', en su kiosko.

Yo he tenido la suerte de estar metido en fiesta con El Chato de la Isla y “El Príncipe Gitano y les puedo decir que Enrique, cantaba y bailaba por fiesta extraordinariamente, hoy en día no se encuentra en un buen estado de salud, por los achaques de los ochenta y tres años de edad que tiene a sus espaldas y lo que ha vivido este gran artista, gran amante de nuestro pueblo, actuando por medio mundo.
Como siempre, quiero agradecer a los aficionados flamencos del El Puerto su información, y a su nieta Carmen Salguero, la aportación de datos familiares y fotos, y a mi buena amiga Ana Becerra por su colaboración y por aguantar mi pesadez, ¡gracias Ana¡ /Texto: Antonio Cristo Ruiz.

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Luis Francisco de la Cerda, IX duque de Medinaceli. Detalle de óleo pintado por Jacob-Ferdinand Voet, Museo del Prado (Madrid), pintando probablemente con motivo de su nombramiento como Comandante de Galeras en Nápoles, donde fue Virrey y Capita´n General.

Luis Francisco de la Cerda y Aragón, IX Duque de Medinaceli, señor de El Puerto, nació en nuestra Ciudad, El Puerto de Santa María, el 2 de agosto de 1660. Era el primer hijo varón de Juan Francisco de la Cerda Enríquez de Ribera y de Catalina Antonia de Aragón Folc de Cardona y Córdoba. Heredó de su padre los títulos de duque de Medinaceli, de Alcalá de los Gazules, marqués de Cogolludo, de Tarifa y de Alcalá de la Alameda. Heredó de su madre los de duque de Segorbe, de Cardona, de Lerma, marqués de Denia, de Comares, de Pallars y conde de Prades. De ambos, el de Grande de España, convirtiéndose en uno de los aristócratas más importantes de la España de finales del siglo XVII y comienzos del XVIII.

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Planta y alzado de la Ciudad de Nápoles en 1698 de donde llegó a ser Virrey.

Durante el reinado de del rey Carlos II fue embajador ante la Santa Sede --siendo papa Inocencio XII--. Fue nombrado en 1684 comandante de Galeras  de Nápoles, llegando a ser virrey y Capitan General de dicha ciudad italiana y desde 1699 miembro del Consejo de Estado.

EscudoMedinaceli__PUERTOSANTAMARIATras las nupcias celebradas con María de las Nieves Téllez-Girón y y de Sandoval en 1732, hija del duque de Osuna, Gaspar Téllez-Girón, tuvieron dos hijos, Catalina y Luis, que fallecieron antes de llegar a la mayoría de edad, por lo que sus títulos nobiliarios pasaron a su sobrino Nicolás Fernández de Córdoba, hijo de su hermana Feliche. /En la imagen de la izquierda, escudo de la Casa de Medinaceli, señorío entre otros de El Puerto de Santa María.

Al morir sin herederos de Carlos II y el comienzo de la Guerra de Sucesión fue nombrado Primer Ministro por el rey Felipe V. Opuesto a la creciente influencia francesa en la corte española, en 1710 desveló a los ingleses los planes secretos para concertar una tregua entre las Provincias Unidas y Francia, por lo que fue encarcelado en el alcázar de Segovia y posteriormente trasladado al castillo de Pamplona donde murió al año siguiente, el 26 de enero de 1711.

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El periodista e historiador Francisco Andrés Gallardo no estuvo allí. Pero en una especie de ‘viaje al pasado’ nos cuenta en un a modo de crónica periodística, como se recibió en El Puerto la noticia en aquella Ciudad de Señorío, en 1479.

Por los servicios prestados a la Corona durante la guerra civil castellana, la reina Isabel eleva a duque a Luis de la Cerda, señor de Medinaceli y, por dicha cédula real, conde de El Puerto de Santa María.

Toledo, 31 de octubre de 1479.

Los Reyes Católicos acaban de conceder mediante una cédula real la elevación del rango nobiliario de Luis de la Cerda, que a partir de ahora ostentará el título de duque de Medinaceli y, por tanto, como señor de El Puerto de Santa María, pasa a ser conde de esta localidad andaluza. La reina castellana ha querido recompensar de forma especial los servicios prestados por este noble tanto en las guerras civiles que asolaron el reino, con la pugna de Isabel frente a Juana La Beltraneja, como la defensa y conquistas de los castellanos frente a las huestes del reino de Granada

Desde el entorno de Luis de la Cerda se asegura que habrá una respuesta agradecida por el noble, pese a que no mantiene una buena relación diplomática con los monarcas, como tampoco con buena parte de la nobleza del reino. De la Cerda, pese a sus amplias posesiones, prefiere centrar sus desvelos en la emprendedora localidad de El Puerto, convertida ahora en dignidad de condado, más que formar parte del círculo de la corte castellana. El señor portuense es el sexto heredero Luis de España y Leonor de Guzmán, fundadores de lo que se conoce como casa de la Cerda o de Medinaceli y que sumieron el señorío de El Puerto en 1306.

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Michelle Jenner y Rodolfo Sancho, los actores que han encarnado a los Reyes Católicos en la serie de televisión ‘Isabel’.

“Acatando que vos, conde de Medinaceli, desciende vuestro linaje de las casas de Castilla y Francia, es digna y justa cosa que la condición vuestra mereciesen según vuestros servicios”, resume la exposición de motivos de la cédula, reservándose las distinciones también para los herederos que sucediesen al nuevo duque en un futuro.

Mientras la localidad portuense vive con efervescencia el comercio marítimo con las localidades atlánticas y la costa africana, se están preparando tropas para intervenir en los dominios musulma- nes en la Península.
Luis de la Cerda, con la nueva dignidad ducal, deberá presumiblemente aportar mayor número de personal y material para las expediciones militares que están planeando los asesores de la reina Isabel.

/Texto: Francisco A. Gallardo.

Recordé en otra nótula, a propósito del excusado que está en el Parque Calderón, aquel otro que existió frente al Parque Calderón y a la calle Luja, el que cumplió su benéfico y reparador fin entre 1956 y 1977 (ver nótula 2.336 de Gente del Puerto). Y no es que uno –de momento- padezca de próstata y esté obsesionado con el asunto, pero servicios públicos como el de los urinarios también forman parte de lo cotidiano y de la historia de nuestra ciudad.

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Donde está el automóvil, el lugar que ocupó en los años 20 el urinario. Enfrente, el almacén de Obras del Puerto, ‘la Copa’ y la Fuente de las Galeras.

Por eso quería rememorar otros antiguos mingitorios del Parque. De dos que se emplazaron donde confluían el Vergel del Conde y el Parque Calderón, frente a la plaza de la Herrería, precisamente donde se encuentra el adefesio actual, sólo sé de su existencia por esta noticia que publicó la Revista Portuense el 6 de agosto de 1897, a los dos años de fundarse el Parque por obra y gracia del alcalde Severiano Ruiz Calderón: “¿No ha pasado usted sr. Alcalde para el Parque por el Vergel? Pues necesariamente habrá llegado a su olfato un olorcillo nada agradable que despiden los dos urinarios que están situados a la salida del citado paseo. Y pregunto yo, ¿no sería fácil recomendar cuidadosamente la limpieza de los citados urinarios, muy especialmente las noches de velada?

severianoruizcalderon_puertosantamariaAcaso se quitaron por la misma razón por la que se desmanteló en 1891 el que hasta entonces existió en la plaza Peral; según adujo el Ayuntamiento, “so pretexto de que estando demasiado reservado, podría servir para mucho más de aquello a que estaba destinado.” /En la imagen de lz izquierda, Severiano Ruiz Calderón. Alcalde de El Puerto en 1867. /Foto: Manolo Pico. C.M.P.H.

En 1914, cuando se reformó el Parque, se proyectó construir otros dos urinarios, a cada extremo: frente al muelle del Vapor y junto al puente de San Alejandro (además de otros en la Plaza de Abastos y la plaza Peral), pero quedaron en proyecto, como el que entonces barajó el Ayuntamiento –qué barbaridad- de demoler la Fuente de las Galeras, porque, según se hizo eco la Revista Portuense, “quedaría un muelle mucho mayor y una perspectiva encantadora que ahora queda oculta por esa enorme mole.

Pero el previsto junto a las Galeras sí terminaría por construirse. Aún no lo estaba en 1917, según se quejaba un periodista de la Revista el 19 de agosto, en estos términos: “En la playa [de La Puntilla] se han instalado dos urinarios públicos a derecha e izquierda de la Rotonda y no nos explicamos cómo no se ha pensado en algo análogo en el Parque, porque la aglomeración de público es considerable y han tomado por urinarios todas las paredes de las fincas allí situadas y el muro del Vergel, y no sólo el indecoroso espectáculo, sino al mismo tiempo el hedor tan insoportable que se percibe en las proximidades de dicho sitio.

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A la derecha, la caseta del urinario, desde el muelle del Vapor.

El caso es que las autoridades locales, siempre atentas a las demandas del pueblo al que sirven, y con el retraso que también les es acostumbrado, terminaron por obrar, en 1923 y a cargo de Obras Públicas, el urinario frontero a la Fuente de las Galeras. Que se construyó al tiempo que se levantó enfrente la caseta-almacén de efectos de Obras del Puerto (la pérgola que desde 1997 es un local de copas) y se pavimentó el inmediato muelle.

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La caseta-almacén de Obras Públicas, que se levantó al tiempo que el urinario y que hoy alberga a un bar de tragos largos.

Pero al urinario le faltaba algo, que se reclamó desde la Revista el 3 de julio de 1924: “Sería muy conveniente instalar una luz en el urinario que para el servicio público hay en el muelle, adosado al paseo del río. Esta importante mejora debida a Obras Públicas y en cuya construcción puso tanto interés el Ayudante D. Emilio Lorite, querido amigo nuestro, se completaría con la indicada reforma.” Dicho y hecho. A los tres días, el periodista, como era bien nacido, escribió lo que sigue: “MUCHAS GRACIAS.- Desde el sábado último, ha quedado instalada una lámpara eléctrica en el retrete del muelle. Muchas gracias por la solicitud y diligencia con que nuestro querido amigo D. Emilio Lorite atendió nuestra indicación.

joseluismaciascaro_gentedelpuertoAl paso de once años, el estado del urinario era el que refería el periódico el 17 de agosto de 1935: “CARTAS A LA REVISTA.- Hemos recibido una nueva carta de queja sobre el estado en que se encuentra el urinario del Parque y de su contenido copiamos que ‘bien podría la autoridad competente [el alcalde, que lo era José Luis Macías Caro] haber tenido necesidad de utilizarlo anoche que se encontraba de forma que para penetrar en él había necesidad de hacerlo en lancha. Espero que atenderán esto por el bien de la ciudad, pues son ya varios los veraneantes que he oído protestar de ello.’ Por nuestra parte confiemos que tal vez no se repetirán las quejas sobre este asunto.” /En la imagen de la izquierda, José Luis Macías Caro, alcalde de El Puerto en 1935.

Al comienzo de los 40, aunque los tiempos eran difíciles, el veterano urinario conoció tiempos de gloria que fueron menguando con los años, según contó en julio de 1948 Zutanito, Manuel Sánchez, (ver nótula núm. 329 en GdP) el espléndido e irónico cronista de las cosas de la ciudad que desde su sección Perfil de la semana del Cruzados escribió: “De la casetita aquella, de que hablé algún día, situada en el margen derecho del Parque, muy cerca de la entrada a este Paseo -¿estamos?- con grandes ojos en los parietales y gorro de clown, por más señas, va quedando bastante menos. Poco a poco desaparecen los tubos de cobre de su instalación y alguna otra cosa de su mobiliario que merezca la pena. Tuvo unos días de cuido esmeradísimo, que daba gusto verla, pero otra vez ha caído en desgracia. Y lo que es peor es que va desapareciendo todo, menos lo que debería desaparecer enseguida. ¿Seguimos comprendiendo?    

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Cerramiento del Parque para delimitar la actividad portuaria de la de ocio y paseo.

Finalmente, a los 30 años de construirse, en 1953, el excusado se derribó con motivo de que el año anterior se procedió, para el control aduanero del muelle frontero, al cerramiento del Parque y la plaza de las Galeras con una verja de hierro y mampostería (que se quitaría en 1985, excepto en el tramo del Vergel), quedando así segregados de la zona portuaria.

Y así concluyó la historia del urinario que se levantó frente al Guadalete en los felices años veinte, que a los treinta años, en 1956, fue reemplazado por el que se dispuso en la Ribera, frente a la calle Luja. Así que, si me excusan, aquí lo dejo, que de escribir de lo que he escrito, me han entrado ganas. Y menos mal que no estoy en la calle. / Texto: Enrique Pérez Fernández.

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En aquellos veranos de los primeros 70, cada tarde jugábamos la final de un Mundial, cada día teníamos un partido del siglo. Nosotros le llamábamos “echar un desafío”. Que los de la barriada de La Playa quieren un desafío. Que ha venido uno de Fermesa pidiendo un desafío. Que el portero del 18 de Julio dice que el desafío del  sábado hay que repetirlo, que el gol de desempate fue alta. Aquellos sí que eran desafíos y no los de Jesús Calleja.

Nuestro equipo se concentraba cada mañana en la plazoleta de la barriada Francisco Dueñas, los pisos del Sindicato para los porteños, el Distrito 21 para la policía. Un parque temático de la pobreza en el que los chutes más peligrosos no eran los que iban a los cristales de las ventanas sino directamente a la vena de la generación anterior a la nuestra. Teníamos un estadio compartido con el resto de equipos de Crevillet (de la plaza de toros a La Puntilla todo era Crevillet), el campo Arana, un agujero a los pies de las Dunas de San Antón camuflado entre pinos piñoneros, retamas y lentiscos. Nuestra camiseta era celeste, como la del Celta de Vigo. Las compramos en Tejidos López y las sufragamos con una rifa clandestina, pues todavía no se estilaba lo de los sponsors y esas cosas. Había libertad de modelos y colores para pantalones y calcetines. La mayoría calzábamos unas Tórtolas indestructibles, las Adidas F-50 de la época, cuyo único problema es que sudaban más que nosotros y por la noche cantaban más que Casillas.

Los trofeos eran Caseras, aquellas Caseras de cristal con un tapón de porcelana que se te tatuaba en el dedo cuando las abrías. A veces saco una del frigorífico y doy a escondidas un par de tragos a morro. Me sucede lo mismo que le sucedía a Proust con su magdalena. El sabor dulce y la quemazón helada en la garganta me devuelven a aquellos días de abrazos puros a pie de campo tras cada victoria y de berrinches largos después de la derrota en el camino de vuelta a casa.

En aquellos desafíos en los veranos de los primeros 70 en el campo Arana, entre amigos sudorosos barnizados por la arena y por el crepúsculo a la caída de la tarde, sitúo yo el último paraíso perdido de mi infancia. La policía iba de gris y nosotros de celeste. /Texto: Pepe Mendoza.

En la imagen inferior, redacción de la Revista Portuense en 1907. Primero a la izquierda, Mariano López Muñoz. Marcado con la flecha, el maestro Caballero. A la derecha, Pedro Muñoz Seca. Los acompañan Luis Pérez Gutiérrez, propietario del periódico, y los redactores Manuel Soto y Antonio Peñasco. / Foto, Colección Pérez Pastor.

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Comparto con el director de Gente del Puerto el afecto por dos portuenses que vivieron entre los siglos XIX y XX. Fueron amigos, compañeros en la Revista Portuense y algunas veces colaboradores en las ramas artísticas que dominaban: la escritura y la música. Al final de sus días vivieron tiempos difíciles. Uno, Mariano López Muñoz (1869-1941, ver nótula 1.636 de GdP), el escritor y periodista que tras la guerra civil fue depurado torticeramente por las autoridades franquistas por partida doble: por su condición de andalucista involucrado en el movimiento regionalista que lideró Blas Infante y por ser homosexual.

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Aquello le destrozó la vida y precipitó la muerte de un hombre bueno, noble y defensor –eso sí, con espíritu crítico y revitalizador- de todo lo que concernía a nuestra ciudad y su gente.

Y el otro portuense, a quien adornaron las mismas virtudes –hay apellidos que retratan a su portador-, el ‘maestro Caballero’, como era conocido por todos Francisco Javier Caballero Maldoqui, que fue, junto al maestro en el género chico y la opereta española Rafael Taboada y Mantilla (1837-1914), el músico y compositor portuense de mayor calado; de cuya vida y obra, a petición de mi amigo José María Morillo, hilaré una semblanza con la información que hace años investigué en el Archivo Municipal y la ayuda del almeriense Francisco Cuenca Benet (1872-1943), como López Muñoz, andalucista, que en 1927 editó en La Habana su Galería de músicos andaluces contemporáneos, donde apuntó el recorrido musical de nuestro paisano.

SU FORMACIÓN 

franciscojaviercaballero_puertosantamariaFue Caballero un portuense de devoción, que no de nacimiento, porque nació enfrente, en Cádiz, en 1853, de donde a los pocos años se trasladó con su familia a nuestra ciudad, en la que pasó la mayor parte de su vida. Poseedor de innatas condiciones musicales, las primeras nociones de solfeo las recibió de los profesores Honorato Bisbal y Francisco Boussiller, directores que fueron de la Banda Municipal, respectivamente, en 1861 y de 1862 a 1874. /En la imagen de la izquierda, Francisco Javier Caballero (1853-1933). / Foto, Academia de Bellas Artes Santa Cecilia; Francisco Mata.

Este año del 74 marchó a Sevilla para concluir el bachillerato y dedicarse por completo al estudio del violín. En la capital hispalense, al decir de Cuenca, “dirigido por el notable profesor Mariano Taberner, pronto hizo grandes progresos en su carrera musical, entrando a formar parte de la orquesta del teatro de San Fernando como primer violín durante varias temporadas de ópera; pero necesitando su intuición artística una esfera más amplia para su desenvolvimiento se trasladó a Madrid en 1877, integrando la orquesta de los Conciertos del Retiro que dirigía el maestro francés Olivier Métra y cursando violín, armonía y composición en el Conservatorio Nacional, bajo la dirección del insigne Monasterio.

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El Teatro San Fernando de Sevilla, escenario de los primeros éxitos de Caballero, en 1908.

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Olivier Métra (1830-1889) y Jesús de Monasterio (1836-1903), maestros de Caballero.

Una grave dolencia le obligó a regresar a tierra portuense (lo que, tal vez, le cortó una larga trayectoria de éxitos en los mejores escenarios). En El Puerto fundaría, en la década de los 80, la Sociedad Coral, que ofreció, en palabras de Cuenca, “numerosos y brillantes conciertos vocales e instrumentales”. Como profesor de instrumentos de arco, durante 25 años ejerció de catedrático en las academias de música de San Fernando, Sanlúcar y El Puerto, siendo uno de los fundadores, en 1900, de ésta, la Academia de Bellas Artes Santa Cecilia.

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Sede de la Academia Sta. Cecilia en 1901, calle Larga nº61. Sentado a la izquierda el maestro Caballero. En el centro, el presidente, Adolfo Barra. A la derecha, el profesor de piano José Luis Benítez./ Foto, Academia de Sta. Cecilia.

Su magisterio en academias y conservatorios lo compatibilizó con la enseñanza particular. Así se anunciaba en la Revista Portuense en 1893: “Fco. Javier Caballero.- Director de orquesta y profesor de instrumentos de arco del Conservatorio de Música de Cádiz y San Fernando, da lecciones de solfeo, piano, canto, violín, violoncello y contrabajo a precios convencionales. Enseñanza especial de violín para niñas y señoritas. Los avisos pueden dirigirse a su domicilio Larga 32 y a la redacción de este periódico Larga 116.

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El equipo directivo y técnico de la Academia en 1911. Caballero, primero a la derecha. / Foto, Academia de Sta. Cecilia.

En los últimos años del XIX fue director de la Orquesta –que no Banda- Municipal portuense, también conocida como la Orquesta de Caballero, compuesta de seis instrumentos. Con ella dirigió la música de varias compañías de zarzuela por los teatros de la provincia y ofreció, entre otros lugares y en no pocas ocasiones, conciertos en el Parque Calderón. Lo habitual por estos años fue que la Banda Municipal que dirigía Domingo Veneroni y la Orquesta de Caballero se alternaran en las mismas veladas y, en otras ocasiones e indistintamente, una ofreciera los conciertos en el Parque y la otra en la plaza Peral.

maestrocaballero_9_puertosantamariaEn sustitución de la Orquesta de Caballero, en julio de 1912 se constituyó la Sociedad Orquesta Maqueda, que fundó, presidió y dirigió Caballero y tuvo como vocal a Veneroni. El nombre se lo puso en homenaje al músico granadino Antonio Maqueda, quien durante muchos años ejerció de maestro de capilla de la catedral de Cádiz. /En la imagen de la izquierda, Antonio Maqueda Castillo (1811-1905).

Como compositor, Caballero cultivó el teatro musical, obras de concierto –muchas de marcado carácter popular- y música religiosa, “habiéndose significado en todos estos géneros –escribió Cuenca- por su inspiración lozana y técnica irreprochable”. Estas fueron sus principales composiciones:

ZARZUELAS
-Ojeada al Puerto, con libreto del portuense Manuel del Río García (ver nótula 1.206 de GdP) fue estrenada el 25 de febrero de 1895 en el portuense Teatro Principal
-No hay enemigo chico o el taller de un sombrerero en un día de fiesta solemne, sainete lírico también escrito por Del Río, estrenado, sin éxito, el 18 de julio de 1898 en el Teatro del Vergel (de quita y pon, instalado en el tramo de las Galeras a la Herrería).
-El apropósito lírico El repatriado, con letra de Mariano López Muñoz expresamente escrito para ser representado, como así fue en el Teatro Principal en 1900, por el joven (19 años) Pedro Muñoz Seca, que por entonces daba los primeros pasos como autor teatral, actor y cantante.

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El desaparecido Teatro Principal de la calle Luna hacia 1903.

-La gitanilla, letra del también portuense Antonio Sucino Lorca (el de Nobleza… en el corazón, su obra más conocida), puesta en escena en el Teatro Principal en 1909.
-Bailén, con letra (ojú) de José Millán Astray. Estrenada el 24 de septiembre de 1910 en el Teatro de las Cortes de San Fernando.
-Ya llegó mi tío, letra de Mariano López Muñoz.
-El ascenso, letra del portuense Rafael Benvenuty Morphy.
-El libro del forro verde, letra del propio Caballero.

OBRAS DE CONCIERTO
-El vinillo de mi tierra, ‘coro de actualidad’. Con letra de un joven Caballero, se interpretó en el Vergel en 1880.

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El Vergel del Conde, en una reproducción de un plano de El Puerto.

-Morisma, parodia del capricho Moraima de Gaspar Espinosa de los Monteros, para orquesta.
-Esperanza, melodía para violín y piano.
-Un sueño, melodía para violín y piano.
-Nubes de verano, tanda de valses para orquesta.
-Nos entretendremos, vals característico para orquesta.

maestroaballero-12_puertosantamariaComienzo de la partitura del Himno de El Puerto de Fco. J. Caballero. / Archivo Municipal.

-Himno al Puerto, pasodoble para banda y orquesta, con letra de Caballero. Se estrenó en el Parque Calderón el 25 de julio de 1897. Arreglado para piano, copias de la partitura las puso a la venta en la redacción de la Revista Portuense, a 2’50 pesetas. Remodeló la composición en octubre de 1927. Las dos estrofas iniciales decían: “A esta ciudad de claro cielo, / de alegres casas, con aire y sol, / donde la virgen de los Milagros en un castillo se apareció; / en estas notas y melodías, / hoy sus grandezas he de cantar / con el cariño que a su Patrona / tienen los hijos de esta ciudad. / Los atractivos que tiene El Puerto, / como su Parque de Calderón / y su paseo de la Victoria, / el más famoso de la región; / su áurea playa de la Puntilla / de suaves brisas, tranquilo mar; / sus arboledas y sus viñedos / tienen por orla cerros de sal.

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Partitura de Vía libre (1921). / Archivo Municipal.

maestrocaballero_14_puertosantamaria-Vía libre, galop (música de danza húngara de movimiento muy rápido) característico para piano. Escrito en abril de 1901 y dedicado a Federico Laviña, diputado a Cortes por El Puerto, la partitura la entregó para su arreglo al Director de la Banda municipal, Veneroni, expresando su deseo de que se conservase en el Archivo. /En la imagen de la izquierda, el ingeniero de montes y político liberal Federico Laviña y Laviña (1852-1932). / Foto, web geneall.net.

-Puerto Alegre, pasodoble para banda y orquesta. Caballero entregó la partitura en agosto de 1912 al Director de la Banda de Álava para que figurara en su repertorio. En la Revista Portuense del 14 de agosto de 1925 apareció esta simpática noticia: “Hace unos días, estimados convecinos que tienen instaladas estaciones receptoras de radiotelefonía, tuvieron ocasión de escuchar una onda emitida por una estación vasca, de cuya audición formaba parte la interpretación del bonito y aplaudido pasodoble Puerto Alegre, original de nuestro querido amigo y colaborador don Francisco Javier Caballero.
-¡Viva Rota!, pasodoble-himno para banda y orquesta compuesto en 1922.
-Manolito (el torero Niño del Matadero), pasodoble que lo interpretó en el Parque Calderón el Cuarteto Portuense (los sres. Rodríguez Carribero -director-, Jarque, Nieto y Troncoso) en junio de 1928.

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Manuel del Pino, Niño del Matadero (1911-1964).

-Diversos coros para voces y orquesta compuestos para ser interpretados por la Sociedad Coral.
-Quejas de amor, barcarola.
-Dime que sí, vals.

COMPOSICIONES RELIGIOSAS
-Ave María, para tenor y orquesta: “obra magistral y delicadísima”, al decir de Francisco Cuenca. Compuesta antes de 1913, sigue interpretándose en la Prioral los 8 de septiembre, festividad de la Patrona.
-Himno de la Coronación de la virgen de los Milagros, para gran orquesta, con letra del autor. Compuesto en 1916 con motivo de las fiestas que celebraron tal acontecimiento.

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Portada del Himno de la Coronación (1916). / Archivo Municipal.

-Gozos a la Virgen de los Milagros, para orquesta.

-Cantiga 328 de Alfonso X, para orquesta. Estrenada el 8 de septiembre de 1929 y dedicada al historiador Hipólito Sancho, quien le facilitó el texto.

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El historiador Hipólito Sancho (1893-1964) en su casa de la calle Luna.

-Dos Himnos a Santa Cecilia, para coro y orquesta.
-colección de motetes al Santísimo Sacramento y varias letanías.

EL ESCRITOR Y GESTOR
Además de músico y compositor, Francisco Javier Caballero también tuvo una decidida vocación como articulista y poeta, que dejó impresa en las letras de sus composiciones. Desde la fundación de la Revista Portuense en 1890, durante 28 años escribió de forma continuada en sus páginas, habitualmente con el seudónimo Ventura. Al respecto, Manuel Martínez Alfonso dejó escrito: “Colaborador asiduo de la Revista, versificaba en ella casi a diario, con esa facilidad que tenía para el verso –si no para la poesía- y con ese ingenio, malicia y buen humor que ponía en sus escritos.” También fundó un periódico, La Crónica del Puerto, en 1888, que a los dos años se convirtió en edición del diario madrileño La Correspondencia de España.

Caballero colaboró durante muchos años para el Ayuntamiento, en el negociado de Fiestas. A principios de siglo, entre otras tareas, era el encargado de contratar a las compañías de teatro y zarzuela que algunos veranos actuaban en el paseo del Vergel, ejerciendo ya a principios de los años 20 de Jefe del Negociado de Fiestas.

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Alzados y planta del ‘Salón-Teatro Variedades’ que en 1909 se instaló en el paseo del Vergel. / Archivo Municipal.

Ya jubilado, en julio de 1927 Manuel Rubín de Celis escribió en la Revista Portuense este sentido retrato del anciano Caballero: “SIC TRANSIT.- Con paso lento, incierto y algo temblón, vemos pasar por nuestras calles, a un ancianito agobiado por el peso de sus años [74], de sus achaques, y más que nada, por los sinsabores, las desilusiones, los desengaños, las negruras de la soledad y el olvido. ¡Triste cortejo que acibara casi siempre a la honradez! Todavía, a pesar de su lento andar, se nota en su persona como recuerdos de vagas cadencias, como ecos de una armonía lejana, casi ya imperceptible. Si os fijáis en su semblante, sin que este ancianito se dé cuenta de nuestra inquisitoria, observaréis que su fisonomía está algún tanto como empañada por angustiosa melancolía. Es, que el ancianito, tras los sufrimientos morales que entristecen su alma, ahora, en el crepúsculo de su vida se encuentra muy enfermo, y se ve también enferma a la digna compañera de su existencia. […] Siempre veréis a este buen ancianito, sin salir de su paso lento e incierto, paseando por este Puerto de sus amores, sus alegres y tristes recuerdos de su bondadoso corazón, no queriendo, mientras un hálito de vida le acompañe, dejar de recorrer sus calles, jardines y paseos, frecuentar sus casinos, sociedades y amistades, y sobre todo, visitar a la Virgen de los Milagros.

Melancólica y triste semblanza del ocaso del músico portuense que se agravó con el tiempo. A la altura de 1930, tres años antes de fallecer, su situación económica no debía ser nada boyante, según se infiere de este irónico y críptico anuncio que publicó la propia Revista Portuense en septiembre de 1930:

AVISO AL PÚBLICO INTELIGENTE.- Cede un piano con cuerdas cruzadas, con clavijero de hierro, en 1.250 pesetas, dadas a tiempo, sin intereses vencidos, dádivas ni documentos.
Dará noticias e informes el vendedor del piano.
-¿Quién?
-D. Javier Caballero.

Hoy, la memoria del ‘maestro Caballero’ ha quedado en la calle a él dedicada (frente al Resbaladero) y, sobre todo, en el Ave María que cada 8 de septiembre resuena en la Prioral. / Texto: Enrique Pérez Fernández.

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Ayer se recibía en la Iglesia Mayor Prioral la noticia desde el Vaticano que comunicaba que el primer templo local, --que ya era Santuario Diocesano desde septiembre de 2013--, será erigido Basílica, el próximo 25 de enero, festividad de la conversión del apóstol Pablo. A las 12 del mediodía, en una ceremonia eucarística presidida por el Obispo de Asidonia-Jerez, José Mazuelos, se leerá el decreto de la Santa Sede que le concede el título. A partir de entonces, el templo podrá lucir en el altar mayor dos signos de la dignidad papal y la unión con el Vaticano: el conopeo o ubráculum -es una pieza histórica de la indumentaria e insignias papales, usada en principio para proveer de sombra al Romano Pontífice. También conocido como pabellón-- y una campana de metal de pequeñas dimensiones, montada en un campanario portátil sobre un báculo, de nombre tintinábulo.

El colaborador de Gente del Puerto, Luis Suárez Ávila elaboró una reseña histórica sobre la Prioral, que fue adjuntada entre los documentos que se presentaron a Roma, y que reproducimos para nuestros lectores.

BREVE RESEÑA HISTÓRICA DE LA SANTA Y CONSAGRADA IGLESIA MAYOR PRIORAL DE NUESTRA SEÑORA DE LOS MILAGROS CORONADA, SANTUARIO MARIANO DIOCESANO EN EL PUERTO DE SANTA MARÍA. 

I. La imagen de “Santa María del Puerto, por otro nombre Nuestra Señora de los Milagros” y su devoción.

En torno a la imagen mariana de Santa María del Puerto, se inició una fuerte corriente devocional ininterrumpida desde los años 1260 hasta la actualidad.

alfonso_x_puertosantamaria2Alfonso X El Sabio al hacerse con Alcanate y sus alquerías, mediante pactos con el alguacil moro, colocó en la antigua mezquita, que convirtió en Santuario fortificado, una imagen de Nuestra Señora sedente, con el Niño en los brazos. Los primeros repobladores de la alquería, comenzaron a aclamar este nombre, Santa María del Puerto, contra los pactos que el Rey había hecho con al alguacil moro y, al final, pese a las penas impuestas a los que tal nombre pronunciaran, se terminó, lo dice la Cantiga 368, con que Santa María, milagrosamente, dilucidó el pleito de otro modo y pudo llamarse la nueva población Santa María del Puerto y luego El Gran Puerto de Santa María como se lee en la Carta Puebla de 1281. /En la imagen de la izquierda, “Aparición de la Virgen a Alfonso X” Cuadro de grandes dimensiones que se exhibe en el Auditorio Municipal San Miguel. Anteriormente se encontraba situado en la escalera del antiguo Ayuntamiento de Plaza de Peral, para donde fue originalmente concebido. Ha sido restaurado por los técnicos de Museo Municipal, Javier de Lucas y Juan José López Amador. /Foto Servicio Municipal de Restauración del Excmo. Ayuntamiento).

En loor a la imagen milagrosa, el Rey Sabio compuso 24 Cantigas, todo un cancionero propio, que relata los avatares de la construcción del santuario fortificado y los hechos milagrosos que en él se estaban produciendo.

Las noticias que corren sobre la fama de este Santuario, hace que se fomente la asociación de fieles devotos, al principio llamados “freires de Nuestra Señora” en las Cantigas, y, luego, es objeto de muchos legados en testamentos del siglo XIV, que dejan mandas para la cera o para el mantenimiento del culto de Nuestra Señora, a los hermanos de Santa María del Puerto.

La imagen, de una vara castellana de altura, con el rostro resplandeciente, moreno, como la vio Don Juan de Ledesma y relata en su manuscrito de la Biblioteca Colombina, sufrió una primera modificación en el siglo XIV. Su rostro y sus manos fueron encarnadas en negro, porque habían aparecido unos iconos marianos bizantinos en los que, por la desnaturalización de sus barnices, parecía oscura su tez. Se corrieron las voces de que eran el verdadero retrato de la Virgen, hecho por San Lucas, al que se atribuye la fama de haber sido pintor. Esta corriente afectó a muchas imágenes españolas –a veintiocho--, y otras muchas europeas. La Iglesia zanjó la cuestión con el hermoso versículo del Cantar de los Cantares: Nigra sum sed formosa.

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Fachada de la Puerta del Sol de la Prioral. En el segundo cuerpo, aparece entre dos hornacinas con figuras, la patrona de la Ciudad.

El aspecto de la imagen en 1572, es el que aparece en el intradós de la Puerta del Sol de la Prioral, ya vestida de telas y, de mayor altura, con corona real cerrada y con el Niño Jesús añadido. A sus pies, la luna. En efecto, por esas fechas y dado el mal estado en que se encuentra la imagen, por el ataque de insectos xilófagos, se corta y sus restos se emparedan siguiendo la costumbre de la época. Al busto de la primitiva, se le añade un trozo de imagen de origen desconocido, para darle la altura que actualmente tiene y, en 1691, los Duques de Medinaceli le regalan una coraza y traje de plata con que recubren todo el cuerpo de la imagen, a la que se añaden brazos articulados de plata con manos de escultura y un Niño Jesús nuevo. A esta imagen, enmarcada la cara con un rostrillo, se le viste con sayas de mangas de ángel y mantos de telas bordadas y brocateles. A sus pies se coloca una media luna de plata del siglo XVII y, en la cabeza, corona real cerrada.

El movimiento asociativo devocional en torno a esta sagrada imagen parte del propio siglo XIII y, en 1602, existen unos estatutos de la Esclavitud de Nuestra Señora de los Milagros que citan otros de un siglo antes. Así, la Esclavitud de Nuestra Señora, junto con otras Asociaciones piadosas, como el Rosario de Señoras, la Hermandad de la Virgen de la Lumbre, la Asociación Sabatina y otras menores, se convierten, por Breve de Benedicto XIV, en la Archicofradía y Esclavitud de Nuestra Señora de los Milagros que subsiste hasta nuestros días.

virgenmilagros_litografiasxix-puertosantamaria2La imagen es, desde 1260, titular de la Ciudad y Gran Puerto de Santa María y, luego, su Patrona y Protectora. Fue nombrada Alcaldesa Honoraria Perpetua de la Ciudad y, en su escudo, desde el siglo XIV, campea su efigie sobre un castillo que está sobre las aguas, en recuerdo de la leyenda de su aparición al Rey Alfonso X sobre las almenas del Castillo, llamado hoy de San Marcos, que el propio Rey Sabio convirtió en Santuario fortificado de Nuestra Señora. /En la imagen de la izquierda, litografía que tuvo mucha circulación en el siglo XIX.

Los primeros Estatutos conservados de su Archicofradía, entonces Hermandad, hablan de "Santa María del Puerto, por otro nombre Nuestra Señora de los Milagros". Y es que, por su intercesión, se obraron tantos prodigios que su fama la hizo ser "la de más devoción, milagros y una de las de más antigüedad de toda España", dice un documento de 1602. Desde los pequeños y cotidianos desarreglos: la pérdida del azor, por el Infante don Manuel; la falta de madera o de piedra para proseguir la construcción del Santuario fortificado de Santa María; la curación del caballo del escribano del Rey; hasta el hallazgo de la salud por tantas gentes que acudían a ponerse a sus pies; el propio Alfonso X experimentó el poder de Santa María del Puerto en sí mismo: sus piernas hinchadísimas, que no le cabían en las calzas, quedaron curadas tan pronto como invocó el nombre de esta Señora y vino a postrarse ante ella. Todo, lo grande y lo pequeño, fue solucionado por Santa María do Porto que mereció tener todo un Cancionero propio en las veinticuatro Cantigas que el Rey Sabio le dedica. Un gran número de poetas de los Siglos de Oro, del barroco, del neoclasicismo, del romanticismo y de las vanguardias han cantado las glorias de Nuestra Señora de los Milagros y sus cultos anuales son convocados, en el día de su Natividad y en su octava, por su “Archicofradía y Esclavitud, por el Venerable Clero, el Cabildo de la Ciudad y el católico vecindario”. Desde tiempo inmemorial el camarín de Nuestra Señora está cuajado de exvotos de plata y pictóricos en recuerdo de sus gracias y milagros.

alfonsox_castillos_leones_puertosantamaria2La devoción de las personas de la realeza por esta imagen de Nuestra Señora va desde el propio Rey Alfonso X, el Infante don Juan Manuel, hasta el Príncipe Manuel Filiberto de Saboya que fue su devoto esclavo y Patrono de su capilla, y fueron miembros de la Archicofradía y Esclavitud los reyes Felipe V e Isabel de Farnesio y los infantes don Fernando y don Carlos, que luego serían Fernando VI y Carlos III que en los años 1729 y 1730 asistieron a su procesión y a la solemne octava de la Santísima Virgen.

La Archicofradía y Esclavitud tiene cartas de hermandad con la Compañía de Jesús, con los Dominicos, con los Mínimos, con las Concepcionistas Franciscanas, con las Capuchinas, con las Comendadoras del Espíritu Santo, y tiene numerosos breves y bulas papales con gracias e indulgencias, además de las concedidas por muchos Arzobispos y Obispos.

Un hito en la devoción de Nuestra Señora fue su coronación canónica el 8 de septiembre de 1916, por Breve de S.S. Benedicto XV, coronación que efectuó el Cardenal Enrique Almaraz y Santos, Arzobispo de Sevilla a cuya Archidiócesis perteneció El Puerto desde su reconquista hasta 1980. Fue la primera imagen mariana coronada en la provincia de Cádiz.

Así pues, la imagen de Nuestra Señora de los Milagros que se encontraba al culto en el Santuario fortificado de Santa María de El Puerto, única parroquia que existía en la Ciudad, fue trasladada al nuevo templo que se comenzó a construir, extramuros, en el lugar llamado el Pozo Santo, ante el crecimiento de la población y la pequeñez de la primitiva parroquia. Sobre el traslado de la imagen, en el siglo anterior, a principios del XV, al nuevo templo y otros extremos trata el vicario Martín de Radona en su famoso Informe de 1561 dirigido al Provisor del Arzobispado de Sevilla.

II. La construcción del nuevo templo Prioral de Santa María del Puerto, vulgo del Pozo Santo. El priorato, concesión de Sancho IV. Capillas y patronos.

En un lugar, extramuros de la villa del Gran Puerto de Santa María, denominado el Pozo Santo, referente en todo el Libro del Repartimiento, se acordó construir la nueva iglesia. Era el Pozo Santo el sitio donde, según la leyenda, estuvo escondida en tiempos de los moros, la imagen de Nuestra Señora con todo su ajuar desde 1253 hasta 1260. Allí, al parecer, fue encontrada después de inspeccionar, en la reconquista de la ciudad, todos los pozos. En la actualidad ese pozo medieval se conserva y está situado en el empedrado exterior de la Prioral.

...continúa leyendo "2.347. IGLESIA MAYOR PRIORAL. El Vaticano la erigirá Basílica el 25 de enero."

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caduycanavese_1885_puertosantamariaAl objeto de atender las peticiones de las bodegas se instalaron en la Ciudad una serie de fábricas de vidrios, botellas y tarros durante la segunda parte del siglo XIX y bien avanzado el XX, dado que el término municipal portuense posee abundantes terrenos en sílice, lo que propició el asentamiento de estas industrias auxiliares de la vinatería, que surtieron de dicho mineral a las fábricas instaladas en Jerez, aunque dichas arenas también se obtenían en el término municipal de Arcos de la Frontera. /En la imagen de la izquierda, timbre de cartas de la Fábrica de Vidrios Cadú y Canavesse, en 1885.

La fábrica de vidrios local más antigua que hemos localizado se llamaba "La Ceres" y parece que estuvo funcionando entre 1852 y 1855. desconociendo donde estaba ubicada. Tenía el depósito de sus fabricados en la calle Cielos 90, antiguo.

En el año 1870 encontramos la fábrica "La Portuense", ubicada en calle de la Rosa 26 moderno, y su propietario fue E. Gameo. En esa misma fecha existía en Vergel 12 una "Fábrica de Cristales, Muselina y Baubé" de la que era propietario Miguel Martinez.

En 1876 encontramos referencias de una fábrica de vidrios huecos (botellas)  llamada "La Vinatera" dirigida por Emilio Boureoud. Indicándose como domicilio la calle Cobos 12, cuya localización desconocemos.

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Publicidad de la fábrica de vidrios de Cadú y Canavese.

En 1880, el año de la inauguración de la Plaza de Toros, se instala la fábrica de botellas y tubos “Nª Sª de los Milagros" de Luis Cadú, con domicilio en calle de la Rosa 14, (véase albarán fechado en 1884), que realizaba botellas de las denominadas ‘bordalesas’ e ‘inglesas’ y vidrios. Es posible que este empresario se asociara con Canavesse y esa empresa se mantuvo hasta 1893, fecha en la que estaba en liquidación.

En 1893 existen nada menos que tres fábricas en El Puerto: "L. Arana y Cía.", "José Iglesias" y "Cadú y Canavese" que se disolvió ese mismo año. Sebastian Canavesse, el socio de Luis Cadú, abrió con capital de Ruiz y Rodriguez Hermanos una fábrica en Jerez llamada "La Constancia Industrial" en la calle Circo, cerca de la Plaza de Toros de la vecina población, que duró poco tiempo (1895-1899) y después, en el mismo sitio en sociedad con Andrés Bocuze una fábrica de botellas, de fabricación francesa con el nombre de "La Jerezana" de la que debió apartase en 1900 o 1901 al fusionarse esta con una compañía belga.

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Albarán de la Fábrica de Botellas de Todas Clases 'La Constancia Industrial', en Jerez de la Frontera. 

Y, finalmente, en Septiembre de 1901 en la sesión municipal del 26 de ese mes se aprobó una solicitud para establecer una fábrica de botellas en el edificio del antiguo hospicio, que lindaba con el edificio del Monasterio de la Victoria, ya convertido en Prisión General, de acuerdo con el informe favorable del Maestro Mayor.

La solicitud fue hecha por Bernardo Canavese, un hermano, hijo o padre --desconocemos el parentesco-- de Sebastian Canavese, este emprendedor de los vidrios, que será el responsable técnico de esta nueva fábrica, bautizada como "La Victoria" que tenía un horno que le permitía fabricar entre 2.500 y 3.000 botellas blancas ya que las negras, inicialmente, no las fabricaban). La sociedad se constituyó con el nombre de "Melendez y Canavese", figurando como gerente Miguel Melendez Polo, que era junto con su hermano Joaquín, socio capitalista de dicha compañía. En 1902 estaba en plena actividad y tenia proyectos de ampliarse.

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La Fábrica de Botellas "Vidrieras Palma" que provenía de las Islas Balerares y de ahí su nombre, estuvo situada frente a la Casa de la Cultura, hasta el el tercer tercio del siglo XX, cuyo solar hoy lo ocupa un conjunto de viviendas unifamiliares, de puertas azules. En la imagen, cuando aún no estaba construida la Casa de la Cultura y viviendas adyacentes, y su lugar  lo ocupaba el campo de fútbol 'Eduardo Dato', del Racing Club Portuense.

La inestabilidad de estas industrias, bastante peligrosas por cierto --en 1924 se produjo una explosión en Milán, en la fábrica de fósforos Canavese, con más de 25 víctimas mortales-- tienen su origen en la dependencia de los "caprichos" de los vinateros que solían proveerse en Alemania de sus botellas; aquellas que no lograban mantener un buen equilibrio en la dualidad calidad/precio estaban abocadas a desaparecer.

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Flotador de cristal para las redes realizado en “Vidrierías del Guadalete”. En una cara tiene el sello de “VG” --en la foto-- y en el lado opuesto del flotador se puede leer “PUERTO STA MARIA ESPAÑA”

Otras dos vidrieras bien mediado el siglo XX fueron “Vidrierías del Guadalete, S.A.” y “Vidrieras Palma, S.A.” (VIPA). La primera fue absorbida por la sociedad francesa “Saint-Gobain” en 1945 --los franceses había ejercido el monopolio de la fabricación de botellas durante mucho tiempo en el Marco del Jerez--, mientras que “Vidrieras Palma. S.A." eran transferida de las Islas Baleares a El Puerto de Santa María y, a su vez absorbidos por Vidrierías Españolas, S.A. (VICASA) en el último tercio del siglo XX.

 

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