| Texto: J.M. Morillo-León.
Dicen que uno nunca olvida sus raíces y la niñez. El actor Paco Martínez Tous es el ejemplo perfecto. Nació en Sevilla, pero su corazón late al ritmo de dos ciudades: la hispalense y El Puerto de Santa María. Su padre, Antonio Martínez Sánchez, fue un portuense criado entre los soportales cercanos al desaparecido puente viejo. Por cosas de la vida y del trabajo, la familia se instaló en Sevilla, pero aquel portuensismo se coló en el ADN de Paco, como una herencia imborrable. Tanto es así que, desde hace sesenta veranos, Tous no falla a su cita con El Puerto. Es como ese amigo de toda la vida al que siempre vuelves, porque sabes que te espera con los brazos abiertos.
--Antes de zambullirnos en sus recuerdos portuenses, lanzamos una pregunta que le haría David Broncano ¿Qué es mejor, los aplausos o la nómina?
--Te voy a ser sincero: la nómina no está mal, pero el aplauso está mejor, responde con una sonrisa y ese tono tan humano que lo hace inconfundible.
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--Con el eco de los aplausos resonando en el ambiente, nos sumergimos en su memoria. ¿Cuáles son sus primeros recuerdos de El Puerto?
--Todos los veranos los he pasado en El Puerto, desde pequeño, en la plaza del Polvorista, donde vivía mi familia portuense. Donde yo paraba y vivía era una casa de trabajadores de bodegas Osborne, con fachada a la plaza y entrando por la calle Venencia. Quién lo iba a decir, mi habitación daba al antiguo cuartel de artillería, lo que ahora es el Teatro Municipal Pedro Muñoz Seca. En la plaza había una primera fuente de luces de colores con la que flipábamos los niños.
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--¿Qué papel jugaba el mar en su infancia?
Mis recuerdos de entonces se retrotraen a la playa de La Puntilla, mucha playa, donde la familia tenía una caseta. Eran unos veranos larguísimos. Y los paseítos por la orilla –no existía Puerto Sherry-- hasta llegar a la base naval de Rota andando. Luego vendría la adolescencia y juventud, donde El Puerto se convirtió en la base de partida: eran Los Caños y El Palmar, por la costa atlántica gaditana, mi paradero. Luego regresé a esta bendita Ciudad.
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--Imaginación nunca le faltó a Paco Tous ¿Había alguna fantasía recurrente en aquellos veranos interminables?
De chico yo soñaba con vivir en el Vapor Adriano III. Yo pensaba que en la parte de abajo había una vivienda y tenía una habitación. Se me pasó muchas veces por la cabeza, de pequeño, que yo era su único habitante, y que el barco estaba equipado como una casa: comedor, cocina…
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--Esa fascinación infantil se mantiene viva y conecta con una nostalgia que Paco comparte con muchos portuenses. ¿tiene otras instantáneas mentales del Vapor?
--Yo llegué a conocer el Adriano II, que estaba atracado en la Otra Banda, frente al muelle del Vapor. Lo vi surcar el Guadalete y la bahía de Cádiz durante un Trofeo Carranza, e incluso en algún Carnaval gaditano, que entonces se llamaban Fiestas Típicas Gaditanas.
--Pero el tiempo y los sucesos sobrevenidos sobre la embarcación son implacables ¿Cómo vive Paco el deterioro de este icono de El Puerto, en extinción?
--El vapor no debe terminar así, como está ahora. Tenemos que hacer algo. Es como una agonía muy fea: una muerte indigna. Estamos viendo cómo se pudre, sus tablas descarnadas. Desde ya me sumo a que el buque insignia de El Puerto no muera mal, ante la vista de todos. Si hay alguna historia en pro del vapor, me apunto: Yo me ato al Vapor, afirma.
--¿Qué es lo que más le gusta de su trabajo como actor?
--Soy cómico. Prefiero que me llamen payaso, que es lo que soy. Y caricato. Y que me digan títere o titiritero. Esta es la profesión más bella del mundo.
--Defínase en pocas palabras
--Intento ser un buen hombre.