
| Texto: Verbigracia García L.
Durante décadas, captar imágenes de las procesiones por las calles de El Puerto era tarea reservada a unos pocos profesionales: Justino Castroverde, Kiko Sánchez, Rasero, Rafa, Fariñas, Amador… o a fotógrafos más contemporáneos, Fito Carreto, Agustín Álvarez, Andrés Mora, José Antonio Tejero... y las televisiones Tele Puerto o Antena Bahía.
Hasta bien entrados los años 2000, la presencia de cámaras de vídeo de gran formato y equipos fotográficos aparatosos era una estampa habitual en las esquinas estratégicas de cualquier recorrido cofrade. Operadores con trípodes, mochilas repletas de accesorios y luces auxiliares eran los únicos capaces de registrar con calidad los momentos más solemnes de la Semana Santa. Este modelo comenzó a transformarse de forma acelerada a partir de 2010, coincidiendo con la popularización de los smartphones con cámaras cada vez más avanzadas y el abaratamiento de las cámaras digitales compactas y réflex.
Hoy, la imagen cofrade se ha democratizado por completo. Cualquier devoto o espectador ocasional puede capturar un instante cargado de emoción con un simple gesto desde su móvil. Las redes sociales han hecho el resto: lo que antes requería edición y emisión por televisión local, hoy se comparte en tiempo real con miles de personas. Esta revolución tecnológica ha multiplicado las miradas sobre la Semana Santa, generando un archivo colectivo y espontáneo, plural en enfoques y sensibilidades. El fotógrafo del momento ya no lleva acreditación ni equipo pesado: está en cualquier acera, y su cámara cabe en el bolsillo.