| Texto: José María Morillo.
Hay artistas que juegan sobre seguro, que siguen la fórmula probada para garantizarse un hueco en las listas. Y luego está el portuense Pinto "Wahin", que en Calaíto hasta los huesos demuestra que lo suyo es más que un sonido: es una declaración de intenciones.
Con este nuevo single, el artista se sumerge en la encrucijada entre el flamenco y los ritmos urbanos, un terreno peligroso donde muchos pierden el norte. Pero Pinto lo recorre con soltura, equilibrando la tradición con la modernidad sin que suene forzado ni impostado. Aquí hay verdad, hay compás y hay una producción que, sin alejarse del mainstream, respeta la raíz.
Un latido flamenco con alma callejera
Desde el primer acorde, Calaíto hasta los huesos deja claro su espíritu: una rumba con cuerpo y alma que no se conforma con sonar en la sombra. La guitarra flamenca, omnipresente pero nunca invasiva, marca el pulso de una melodía que respira sentimiento. Pinto "Wahin" canta con la naturalidad de quien no necesita impostar emoción, y eso se nota en cada fraseo.
Pero lo que realmente da vida a la canción es su base rítmica. Es ahí donde se encuentra la chispa urbana, esa cadencia que empuja el tema hacia adelante y lo aleja del flamenco más ortodoxo. No es reguetón, no es pop aflamencado: es un híbrido que bebe de ambos mundos sin perder su esencia.
El equilibrio entre la tradición y la reinvención
Pinto "Wahin" lleva años demostrando que la versatilidad no está reñida con la identidad. Su trayectoria es un ir y venir entre géneros, siempre con un pie en la música comercial y otro en las raíces. Y en Calaíto hasta los huesos reafirma su capacidad para conectar con distintos públicos sin perder autenticidad.
La industria musical actual está saturada de experimentos fallidos donde la fusión se convierte en confusión. Aquí, sin embargo, todo encaja con naturalidad. No hay pretensiones de reinventar el flamenco, pero tampoco de estancarse en la nostalgia. Es un tema que suena a 2025 sin olvidar de dónde viene.
Pinto "Wahin" sigue su camino sin miedo, y con Calaíto hasta los huesos deja claro que la música es, ante todo, una cuestión de sentimiento. Y de eso, el portuense va sobrado.