| Texto: J.M. Morillo-León.
Esteban García Raull (1890-1936), natural de El Puerto de Santa María, fue un visionario de los juguetes artesanales y un maestro en el arte de la madera. En el número 72 de la calle Cruces, en la esquina con Durango (actual sede de la Hermandad del Olivo), estableció su Fábrica de Juguetes de vida efímera. Este taller, operativo al menos entre 1933 y 1936, se convirtió en un refugio para la creatividad cuyo destino eran los niños porteños.
García Raull no solo era un fabricante; era un artesano apasionado, cuya producción abarcaba desde juguetes de habilidad hasta pupitres, carritos, patinetes y caballitos de madera. Entre sus creaciones destacaban también mecedoras en forma de gatos, cocinas en miniatura y siluetas humanas. Cada pieza, numerada en un catálogo meticuloso del que no nos ha llegado ninguna copia, reflejaba su habilidad para transformar la madera en sueños infantiles.
Además de su faceta como fabricante, Esteban fue docente en la más que centenaria Academia de Bellas Artes Santa Cecilia. En 1912, la Revista Portuense lo menciona como autor del diálogo teatral Bartolillo, representado durante una velada organizada por la academia. Este reconocimiento subraya su vínculo con el mundo artístico y cultural de la Ciudad.
Nacido el 5 de diciembre de 1890, Esteban fue bautizado pocos días después en la Prioral. Era hijo de José Luis García Ruiz, secretario del Ayuntamiento entre 1894 y 1923 –al menos coinciden los apellidos—, y de Encarnación Raull Ceballos, natural de Marmolejo (Jaén). En agosto de 1924, a los 33 años, contrajo matrimonio con la porteña Milagros Ruiz y Ruiz, de 27 años.
Milagros Ruiz era hija de Agapito Ruiz y Ruiz, natural de Laguna de Cameros (Logroño), el farmacéutico que, en 1916, tras las obras de reforma del Hospital Municipal a cargo de Micaela Aramburu, puso en marcha la Farmacia Municipal, que comenzó a funcionar de manera estable bajo su dirección. Agapito Ruiz era el farmacéutico responsable del Gabinete Químico Municipal.
Lamentablemente, la vida de este creador de ilusiones infantiles se truncó prematuramente el 10 de agosto de 1936, a los 45 años, debido a causas naturales certificada por el doctor Francisco Muñoz Seca. Con su fallecimiento, su fábrica cesó la producción, pero su legado vive en los recuerdos de aquellos –ya longevos-- que jugaron con sus mágicas creaciones.
Esteban García Raull no solo fabricó juguetes; moldeó sueños, dejando una huella imborrable en la historia de la infancia de El Puerto de Santa María y en la imaginación de una corta generación de niños. Después vendría la Guerra Civil.
| Con nuestro agradecimiento eterno a Ana Becerra Fabra