Turrones de plancton, de torta de anís y de limón marroquí
| Texto: J.M. Morillo-León.
La tradición del turrón navideño, ese dulce omnipresente en nuestras mesas, ha dado un giro inesperado gracias a la creatividad del chef portuense Ángel León, quien ha desafiado las fronteras de la gastronomía con sus innovadoras propuestas. Como parte de la línea Sinergia de Torrons Vicens Artesanos, (Agramunt-Lérida), el Chef del Mar, junto a otros de renombre como Albert Adrià, Jordi Roca y Quique Dacosta, ha transformado este dulce clásico en una experiencia de alta cocina.
Entre sus creaciones, destaca el turrón de plancton, un hito en el mundo gastronómico al ser el primero que incorpora este ingrediente marino en su elaboración. El plancton, conocido por su intensidad y profundidad de sabor, se fusiona en una trufa que, envuelta en caramelo y chocolate, evoca el misterio y la riqueza del océano. Cada bocado es un viaje sensorial al mundo submarino, donde lo salino y lo dulce se entrelazan con exquisita precisión.
Otra de sus apuestas es el turrón de torta de anís, un homenaje a la tradición andaluza de las tortas de aceite, León tiene un postre que recuerda a las tortas de Inés Rosales. En esta ocasión, un praliné de almendra se combina con trozos crujientes de torta de aceite y anís, logrando un equilibrio entre la dulzura y el toque aromático que despierta los recuerdos de antaño. Es una reinterpretación elegante y nostálgica de los sabores del sur.
Por último, León nos transporta a los sabores del Magreb con el turrón de limón marroquí. Inspirado en la gastronomía andalusí, utiliza limón confitado en salmuera, cuya fermentación aporta una complejidad cítrica y salina. Este turrón se completa con una garnache de caramelo, praliné de almendras y ras el hanut, un conjunto de especias marroquíes que añaden profundidad y exotismo a esta creación única.
Ángel León no solo innova, sino que logra mantener viva la esencia cultural en cada una de sus propuestas. Sus turrones son una invitación a explorar nuevos territorios culinarios sin perder de vista nuestras raíces, convirtiendo el turrón navideño en una obra de arte que trasciende el tiempo y el lugar.