| Texto: Juan Cano e Irene Quirante
Adela Ferrer tenía 42 años y era una profesional brillante. Trabajaba como 'project manager' (responsable de proyectos) en el área de informática de una consultora asentada en el Parque Tecnológico (PTA) en Málaga. Llevaba ocho años en la empresa, donde era muy apreciada y querida por sus jefes y sus compañeros.
Natural de El Puerto de Santa María, llevaba aproximadamente 15 años viviendo en la urbanización de Benalmádena donde el pasado martes 3 de diciembre murió tras ser apuñalada presuntamente por uno de sus hermanos, un padre de familia que se ganaba la vida como abogado en Madrid y que el martes se desplazó a Málaga «en busca de un gato egipcio».
Pese a lo raro que le resultó el viaje, la víctima le ofreció quedarse a dormir en su casa. Era tarde, no tenía dónde ir y a la mañana siguiente podía salir a buscar el gato egipcio. Hasta donde se conoce de la investigación, no está claro qué desencadenó, de madrugada, una discusión que los vecinos creyeron de pareja. Los policías de la comisaría de Torremolinos-Benalmádena que acudieron a la vivienda pensaron que atendían un servicio de violencia de género. Un vecino les indicó la dirección en la que había huido el sospechoso, al que empezaron a perseguir sin saber muy bien qué había hecho. Del asesinato se enterarían después.
En el piso encontraron el cuerpo sin vida de Adela. Su cadáver estaba en el dormitorio, donde a todas luces se produjo la agresión mortal. El escenario era atroz. La mujer presentaba numerosas heridas de arma blanca, muchas de ellas en la espalda.
El supuesto fratricida, de 38 años, fue arrestado sobre las seis de la madrugada del martes tras una intensa persecución policial. Los investigadores instruyeron un atestado con las evidencias del caso que fue entregado en el Juzgado de Instrucción número 4 de Torremolinos, en funciones de guardia. El juez lo envió a prisión por asesinato y ordenó que lo ingresaran en un centro penitenciario con unidad de psiquiatría y/o salud mental. Incluso arrestado seguía hablando del gato egipcio.
Una persona de muchísimos talentos
Adela vivía sola, aunque solía recibir con frecuencia visitas de amigos. En el vecindario coinciden en que era una mujer discreta, afable y educada, que demostraba amabilidad con los residentes con los que se cruzaba. Al parecer, llevaba un tiempo teletrabajando en casa.
Según sus vecinos y conocidos, Adela era «muy deportista» -atletismo y bicicleta de montaña, entre otros- y había estado realizando entrenamiento funcional con un monitor personal. De hecho, participaba en competiciones, lo que demuestra su buena forma física. «Era top en todo lo que hacía, una persona de muchísimos talentos. Si estabas mal, ella te sacaba de la oscuridad». Las frases corresponden a varias amigas de Adela Ferrer.
Los amigos han venido a despedirla desde Málaga
«La mejor manera de explicarte lo que significaba para sus amigos es que este fin de semana vamos más de veinte personas de Málaga a Cádiz para asistir a su funeral. Cada uno tenía sus planes para el puente, pero los han abandonado para despedirse de ella», expresa una de sus mejores amigas, que la define así: «Era una mujer super activa, deportista nivel dios. Hacía bici, corría por el monte y ganaba campeonatos. Tenía muchísimos títulos. Había sido judoka y boy scout (Grupo San Francisco de El Puerto) de joven».
Nacida en El Puerto de Santa María, Adela recaló en Málaga para estudiar y acabó haciendo su vida en la provincia. Sacó la carrera de ingeniería informática --en la universidad hizo algunos de sus mejores amigos-- y en 2012 cursó el máster de Alta Dirección de Empresas de Esesa, donde fue «la número uno», según una de sus compañeras de estudios, que destaca sus cualidades «extraordinarias».
Responsable de Proyectos
Adela se convirtió en 'project manager' (responsable de proyectos) porque tenía «ideas superbuenas» para liderar equipos con creatividad. No dudaba en cambiar de empleo si le atraía el reto. La última empresa para la que trabajó tenía su sede principal en Inglaterra, por lo que ella desempeñaba su labor en remoto, desde casa. «Era la mejor en todo lo que hacía», coinciden varias de sus amigas, consternadas por el desenlace.
A Adela le encantaba viajar --«el mundo se le quedaba pequeño», afirma una de ellas--, la comida y, sobre todo, la actividad física. Destacó en todos los que practicó, tanto que las redes sociales de varias federaciones deportivas se han hecho eco de su pérdida. Desde muy pequeña ganó hasta campeonatos nacionales de judo, por lo que sabía defenderse. «La han atacado por la espalda. Si va de frente, no le hace nada, no hubiera podido con ella», concluye una de sus amigas.
| Fuente: Diario Sur