| Texto: Juan Cano e Irene Quirante
Adela Ferrer tenía 42 años y era una profesional brillante. Trabajaba como 'project manager' (responsable de proyectos) en el área de informática de una consultora asentada en el Parque Tecnológico (PTA) en Málaga. Llevaba ocho años en la empresa, donde era muy apreciada y querida por sus jefes y sus compañeros.
Natural de El Puerto de Santa María, llevaba aproximadamente 15 años viviendo en la urbanización de Benalmádena donde el pasado martes 3 de diciembre murió tras ser apuñalada presuntamente por uno de sus hermanos, un padre de familia que se ganaba la vida como abogado en Madrid y que el martes se desplazó a Málaga «en busca de un gato egipcio».
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