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Juan Rincón y Manolo Morillo escriben sendos obituarios sobre Francisco M. Fernández Lores, Franki, quien nos dejó el pasado lunes 25 de noviembre..

| Texto: Manolo Morillo.
A mi compañero y amigo Franki. Francisco Manuel Fernández Lores, Franki, no solo para los amigos sino para todo aquél que se le acercara con motivo de su actividad laboral relacionada con la educación, o por el simple hecho de tratarlo más cercanamente. Nos conocimos con la edad necesaria para consolidar una amistad de por vida como así ha sido. Entre las aulas y las canchas de baloncesto del colegio La Salle fuimos creciendo junto a Nicolás Jiménez, Luis Miguel Rosso, Antonio Villar, Paco Llamas, Andrés Daza, Manolín Borrás y tantos y tantos otros compañeros que en estos momentos estamos en duelo por su irremediable marcha después de que esa cruel enfermedad que tanto detestamos, se ha cobrado infamemente la vida de nuestro amigo y compañero.

Y cuando la vida se le ha teñido de otoño, no le ha dado tan siquiera la oportunidad para disfrutar de su jubilación tan bien ganada, después de tantos años trajinando actividades para todos los centros escolares de El Puerto a través de la Concejalía de Educación. Vivió como nadie la Oferta Educativa Municipal, y vivió como siempre su firme apuesta por la Muestra de Teatro Escolar que, junto a sus compañeros de laboro peleó hasta que los iletrados de siempre aprovecharon la pandemia para acabar con estas cosas que rentan tan poco.

Para bien o para mal a Franki se le veía venir de frente. Amigo de sus amigos, y siempre de cara con quienes no compartía afinidades por los motivos que fuesen. Él era uno de los artífices que lograba reunirnos en torno a una buena mesa, a principios de cada junio de cada año, para recordar nuestras aventuras colegiales, y para mantener viva la llama de la amistad que nos unía desde pequeños.

Hoy, querido amigo, te decimos adiós con el alma encogida y el corazón roto, sabiendo que donde hayas ido a parar, ya mismo estarás organizando con los compañeros que se fueron antes que tú alguna quedada para ir abriendo boca. Sabes que no nos vamos a olvidar tan fácilmente de ti, pero permítenos echarte de menos la próxima vez que nos reunamos. Será duro, pero la vida nos pone a todos cada día ante el espejo de la partida hacia lo impalpable. Abrazo fuerte, chaval.

Franki en una reunión de antiguos alumnos de La Salle.

| Texto: Juan Luis Rincón Ares.
Franki decidió ser de nuestra familia. De los Rincones y las Ares. Como los buenos. Sin matrimonios, ni noviazgos ni nada. Por amor solamente. Amor a mi padre y a mi madre, a mis hermanas, a toda la prole. Siempre estuvo tan cerca que no dudamos nunca de que debía estar presente en los mejores – y en los peores- momentos. Y estuvo en las bodas de oro, en mi jubilación, en los mil festejos de mi gente… Su querencia le honra más a él que a nosotros.

Franki siempre estuvo cerca. Era cercano. No militó en casi nada pero su presencia confortaba todas las causas que tenían que ver con la libertad y con el progreso. Amaba la educación pública y fue pilar de la Oferta Educativa Municipal mientras fue posible.

Franki amaba la vida y la disfrutó casi casi hasta el final. No fue perfecto ni falta que nos hacía. Lo amábamos con sus debilidades y con sus fortalezas. Y lo echaremos de menos. Como dice en su despedida mi hermana Sole: “A ti qué te voy a decir, que te tomes todas las cervezas que puedas y que fumes lo que te de la gana, ya no hay dolor.”

Te echaremos de menos, “breva”.

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