| Texto: Francisco Andrés Gallardo
Cuando en 1997 el empresario Rafael Izquierdo se enfrentó a la Asociación de Autores del Carnaval, apenas tres compositores respaldaron al propietario del estudio chiclanero por donde pasaron para grabar 511 grupos de aquellos años de coplas por la radio y primeros de la televisión (1981, primera final de TVE y el impulso a partir de 1990 con Canal Sur). Uno de aquellos autores que respaldaron a Izquierdo con el plante contra el sello discográfico que había divulgado el Carnaval a través de los casetes fue el portuense Diego Caraballo Blanco (su biografía aquí), fallecido ayer miércoles.
Caraballo fue uno de los autores que entendía el papel de divulgación que la firma Izquierdo promovió en beneficio del Carnaval, firma que terminaría siendo apartada por los grupos que a mediados de los 90 optaron por la ...
...autoedición. Pero a mediados de los 70 todo estaba por inventarse y con las últimas Fiestas Típicas, en 1976, Rafael Izquierdo tuvo la idea de editar los repertorios de dos grupos, de dos comparsas, Carnaval 76, de Pedro Romero, y La sal de mi tierra, de Requeté. Con el primer Carnaval, el del 77, el pelotazo del casete se disparó, aunque no sería hasta el año siguiente cuando se produjo el fenómeno que terminaría con evolucionar roles y estilos en la comparsa y fue con Raza Mora. Ay, Mahoma déjate de bromas.
El repertorio de Diego Caraballo y la dirección de Antonio Rico Segura, ‘Pedro el de los Majaras’ causó asombro en el público del Teatro Falla y el primer premio provincial (segregados los grupos locales de los provinciales) fue indiscutible. Coplas y estribillo pegadizos que convirtieron al grupo de Los Majaras en el más solicitado y contratado de aquellos años, popularidad de carácter viral sustentada por las cintas de Izquierdo. Fue la agrupación que más casetes vendió en los 24 años de dicha discográfica (1976-1999) seguida de cerca por otro pelotazo majara, Los simios, primer premio provincial en 1980.
Raza Mora fue el primer repertorio que media Andalucía se aprendió de memoria. Especialmente el del 4 de diciembre, himno andaluz gaditano en memoria de un malagueño, José Manuel Caparrós. La memoria de esta tragedia ha seguido presente hasta el día de hoy por el pasodoble de Caraballo, que se entona cada 4 de diciembre y que se saben aficionados que ya desde entonces, muchos de ellos niños, conservan en la memoria.
Y fue gracias al casete. El Carnaval de Cádiz sólo se oía (y grababa caseramente) a través de las dos emisoras locales, en la borrosa AM, Radio Cádiz (en la voz de Pepe Benítez, profundo fan de Los Majaras, y Carmen Coya), y Radio Juventud de Cádiz (Enrique Treviño). La calidad de aquellas casetes, que ahora nos podría sonar con deficiencias amateurs eran de alta fidelidad oídas en aquellos armatostes que venían muchos de ellos de Ceuta.
Las cintas de Izquierdo, con su reconocible bandera de Andalucía (de otro gran fenómeno del momento, la comparsa Nuestra Andalucía), exhibidas en tiendas de discos, pero también en gasolineras, supermercados o bares de carretera o de barrio, se convirtieron en hits musicales. Y especialmente el sentido repertorio con las reconocibles voces de Francisco Díaz Pelajigo y Manolo Albaiceta. Un conjunto de talentos que fue la comparsa más memorable y más seguida de aquellos años.
Un éxito con la composición de Diego Caraballo, con una melodía de pasodoble sencilla (que no simple) que acentuaba las estrofas. Y un popurrí que se seguía con facilidad, solo superado en popularidad por el playero de Los Cruzados Mágicos del 82.
Tras el coplero Cantares en el 79, Los Simios, con el pasodoble al taxista y al del suceso de un bebé asesinado en Puerto Real emocionaron a los ya multitudinarios seguidores de la comparsa de El Puerto y de forma postrera una injusta guasa sobre los repertorios necrófilos portuenses. Una de tantas estratagemas localistas que se fraguaron en un Cádiz ochentero refractario a forasteros, como si los grupos de la provincia vinieran de otro país. Catetismos.
La unificación de grupos locales y provinciales, algo lógico e inevitable, en 1982, trajo el enfado portuense por ver apartado sus grupos de la final y en el 83 hubo un innecesario boicot de las agrupaciones de El Puerto.
Sin Diego Caraballo, Los Majaras recuperaron aquel año con Leche y Picón al autor Ángel García (autor de grandes repertorios del grupo como Los Galanes, que llevaron en cinta también en el 78 con motivo de la repercusión de Raza Mora).
García también compondría en 1985 Gigante, sobre las dos supeportencias. En la edición anterior el grupo portuense sufrió el cajonazo con Israel, del consagrado Pedro Romero y José Luis Arniz. Con Diego Caraballo la comparsa de Los Majaras regresó a la final, en el 87, con Caballos Andaluces, tercer premio y cuarto para Martínez Ares, fenómeno en ciernes.
El fallecido autor, en 1986 había retomado la composición escribiendo para un grupo rival en un Carnaval de paréntesis para ‘Pedro’ y su gente. Salvador Torres ‘Dori’, dirigía al llamado grupo del bar Cama, que en aquella fiesta defendió el repertorio de Bastones Blancos, con Caraballo en la letra y el recuperado guitarrista Antonio Villar en la música, que regresaba al Carnaval tras más de doce años de juvenil parón.
4.623. ¿Por qué en Cádiz fueron ingratos con las comparsas de El Puerto?
‘Pedro’ y Caraballo se unieron en el 87 y tras respirar aquella final no volvieron a contar con el beneplácito del jurado gaditano con Maharajahs en el 88 o Chile Chile en el 89. El respetado autor de las agrupaciones más oídas en las cintas no volvería a contar con oportunidades carnavalescas de primera línea. Compuso para grupos de localidades como Chipiona o Ubrique.
Luciendo su merecido Antifaz de Oro del Carnaval de Cádiz 2003 (que debió contar con respaldo local en su petición) su nombre forma parte de los años carnavaleros de la transición, tiempo de cambio y de la fructífera recuperación de la fiesta gaditana en las fechas de febrero.