| Texto: Ángel Mendoza.
Las aguas de la ciudad francesa de Marsella distan 797 kilómetros de París, donde en estos días late encendida la llama olímpica. Son casi siete veces más que los que separan Puerto Sherry de Sevilla; por esa cercanía, y porque el escenario que suplantó con sus pantalanes, viviendas en primera línea de costa y mástiles desnudos a la vieja playa de La Colorá ya tenía algunas infraestructuras para la práctica de la vela, se alzó como el enclave ideal para la disputa de las medallas de ese deporte en las olimpiadas de Sevilla 2004. Por si fuera poco, era habitual en el enclave la presencia de un joven regatista, rubio y espigado, que con el tiempo habría de sostener la corona de España.
El resto de las sedes también estaban bien pensadas: el estadio de fútbol del Real Betis Balompié y el estadio del Sevilla Fútbol Club acogerían las finales de fútbol. El velódromo del municipio sevillano de Dos Hermanas, las pruebas de ciclismo; en el Palacio de Exposiciones y Congresos se celebrarían las competiciones de tenis de mesa, judo, lucha, esgrima y taekwondo. Junto a él estaría el pabellón de bádminton y, en las proximidades, las pistas de tenis. En el Palacio de Deportes del barrio de San Pablo tendrían lugar las pruebas de gimnasia rítmica, en el Pabellón Deportivo del barrio de Amate la competición de boxeo, en las instalaciones del Real Club de Pineda acogerían las pruebas de hípica y pentatlón, el Charco de la Pava el tiro olímpico. En la barriada de Los Bermejales se situaría la villa olímpica, con capacidad para 15 000 atletas. Como curiosidad: la lucha libre se disputaría en el anfiteatro romano de Itálica.
El sueño olímpico hispalense brota en los noventa del siglo pasado espoleado por los logros y la efervescencia de la Exposición Universal y de los Juegos de Barcelona. Esa circunstancia, precisamente, jugó en contra a la hora de que un mismo país se viese agraciado tan pronto por otra designación para celebrar el más importante evento deportivo mundial. Por si fuera poco, Atenas volvió a presentar su candidatura después del chasco de los Juegos del Centenario, que se cumplieron en 1996 y terminó llevándose Atlanta por las dudas que despertaron las opciones de la capital griega.
En el recorte de un periódico nacional, con fecha 16 de octubre de 1996, leemos que varios miembros de la Comisión de Evaluación del Comité Olímpico Internacional anduvieron por aquí con idea de examinar la futura sede olímpica, y que destacaron la calidad de las instalaciones y el hecho de la cercanía del pueblo marinero, que serviría de villa residencial para los regatistas. Ni medio año después, la quimera se ahogó en la ciudad suiza de Lausana, donde la propuesta de la capital andaluza no pasó el primer corte. En estos días se habrían cumplido dos decenios de una olimpiada imposible de la que apenas queda un pálido recuerdo y algún pintoresco merchandising en páginas de Internet para coleccionistas.
Con todo mi respeto por esta noticia. En el día de hoy ha fallecido mi tío, D. Rafael María Muñoz Ávila a los 69 años de edad, a causa de un cáncer de pulmón. Él era primo hermano de D. Luis Suárez Ávila, colaborador de este sitio web y también fallecido y tío segundo mío. Mi padre era Roberto Luis Muñoz Ávila, fallecido en 2014.