| Texto: Antonio F. Tristancho
María Teresa Vázquez de Pablo nació en Sevilla en 1875, siendo sus padres Juan Vázquez Rodríguez y Amparo de Pablo Llorente. Se casó con Julio Laffitte García de Velasco, de quien tuvo cinco hijos: Julio, María Teresa, Guadalupe, Felipe y María Luisa. Tras enviudar, se volvió a casar con el portuense Roberto Osborne Guezala (1873-1937), viudo de su hermana María Vázquez de Pablo, quien aportó al matrimonio siete hijos: Amparo, José María, Roberto, Felipe, Eduardo, Juan y Guadalupe. Juntos crearon una gran familia de la que hoy viven aún muchos de sus nietos y biznietos.
Esta mujer se dedicó por entero a crear una familia unida y a apoyar a su segundo marido, empresario de gran visión de futuro en sus negocios y con quien tuvo una vida feliz y plena. Roberto Osborne Guezala, proveniente de una familia dedicada al negocio del vino del Jerez, fue el introductor del consumo de la cerveza en España, fundando la fábrica La Cruz del Campo junto a su hermano Tomás en 1904.
María Teresa también procedía de una familia acomodada y su fortuna se consolidó junto a su segundo marido. Tras enviudar por segunda vez, en 1937, decidió vivir largas temporadas en la casa que había comprado en Galaroza (Huelva), en la que encontraba paz y serenidad; para ella Galaroza era un oasis y en ella vivía tranquila y feliz.
Fue entonces cuando se implicó en el pueblo de una manera decidida y generosa. Tuvo una gran relación durante toda su vida con la Orden de los Capuchinos, por lo que, en su testamento, legó su casa de Galaroza a esta congregación con el fin de que establecieran en ella un Noviciado. Este mandato se ha traducido en nuestros días en una función social gestionada por la Asociación Paz y Bien a través de colonias para personas con discapacidad que llevan más de 40 años visitando e integrados en la localidad cachonera.
Según quienes le conocieron, María Teresa fue una persona austera, muy creyente y generosa, y también muy preocupada por los demás. El estudio de Pedro J. Vázquez la presenta en su faceta más personal como una enamorada del arte que incluso tenía cierta afición a pintar, conservando aún su familia algunos de sus dibujos. También era una mujer con grandes dotes de mando y organización, reflejadas en las obras que acometía dirigiendo ella personalmente todo el proceso de las mismas. Mantuvo una gran amistad con Santa Angela de la Cruz, a quien probablemente ayudó en muchas de sus necesidades.
El mecenazgo que ejerció en Galaroza se extendió a varias esferas, desde la asistencial, ayudando a familias necesitadas o buscando medicamentos para niños enfermos, hasta la reconstrucción del patrimonio. […]
Ya en etapa democrática, en el pleno de 28 de diciembre de 1989, siendo alcalde el socialista Rafael Lobo, se rotulaba una plaza cercana a la iglesia con el nombre de ‘Señora de Osborne’. Más recientemente, en marzo de 2018, con motivo de la celebración de las Jornadas del Patrimonio de la Comarca de la Sierra, el alcalde Antonio Sosa instaló en ese lugar una placa con su nombre en la que el pueblo de Galaroza rendía su homenaje a María Teresa Vázquez de Pablo “por su intensa e impagable labor de mecenazgo y recuperación del patrimonio cachonero a lo largo de su vida”.
Ese mismo año, cincuenta y siete de sus descendientes se reunieron en Galaroza para homenajear su memoria. Sus nietos la recuerdan como una persona con un gran carácter, cariñosa, pero a la vez reservada, como eran las señoras en su época, entregada a su familia y con una inquietud grande de ayudar a los más desfavorecidos.
María Teresa Vázquez de Pablo recibió el cariño del pueblo de Galaroza y se integró plenamente entre sus vecinos, aportando una labor benefactora que significó recursos, medicinas y vida para muchos cachoneros, además del rescate de un prestigio patrimonial de la que el pueblo se siente orgulloso.
| Fuente: Diario de Huelva