En julio de 1924 se inauguró el reformado templo y en septiembre se iniciaron las clases
La primera comunidad estuvo compuesta de catorce Madres y seis hermanas, y la Madre Superiora al frente. Hogaño no existe comunidad religiosa.
| Texto: Francisco González Luque
Cuando se cumplen cien años de la presencia de las Esclavas del Sagrado Corazón de Jesús en la ciudad se acaba de publicar en el nº 72 de la Revista de Historia de El Puerto un artículo bajo el título "El establecimiento de la Congregación de las Esclavas en El Puerto de Santa María (1915-1928)" . La mayor parte se centra en los años que ahora conmemoramos, cuando en 1923 estas religiosas reciben en donación el que fuera antiguo hospital de la Santa Misericordia y de San Juan de Dios para residencia y apertura de un colegio de niñas.
El edificio que actualmente ocupa el colegio denominado Ntra. Sra. de Lourdes, situado en la confluencia de las calles Luna y Misericordia ha sido escenario de varias funciones y destinos a lo largo de sus más de 500 años de existencia (hospitalarios, conventuales, culturales y educativos) y ha pasado por varios propietarios religiosos y privados hasta el establecimiento de las Esclavas en la ciudad. Gracias a las aportaciones de benefactores fue posible la transformación de este edificio en convento y centro educativo, recuperándose piezas tan importantes como la capilla aneja, sus patios, escalera y otras dependencias.
En esta nótula recordamos el aniversario resumiendo el contenido de dicho artículo y repasando algunas noticias de aquel 1924. Tras recapitular aspectos históricos y artísticos del primitivo hospital el estudio se centra en las primeras décadas del siglo XX. Se analizan los intentos de fundación en la ciudad en 1915 y la correspondencia entre Jesuitas y Esclavas en aquellas fechas, el carisma de esta congregación, las obras previas a su llegada (1917-1923), el mecenazgo de la familia Osborne Guezala en su reconstrucción, la reforma de las fachadas, los planos conservados de 1917 y damos a conocer el nombre de su arquitecto, Luis Ponte de la Granja. Este apartado finaliza con la aprobación de la licencia para reformar las fachadas del hospital en 1919 y las obras de adaptación hasta 1923. Después de documentar la relación de esta congregación con la construcción de la nueva parroquia de San Joaquín de la ciudad, un capítulo especial se dedica a la inauguración de la iglesia reformada y los inicios del nuevo carácter docente en el edificio o lo que es lo mismo, la primera escuela de las Esclavas y la autorización para impartir enseñanzas en 1928. El artículo, ilustrado con fotografías de la época, planos y documentos de interés se completa con una cronología básica, anexo documental y referencias bibliográficas.
Las Esclavas en El Puerto de 1924
Para aproximarnos a conocer la finalización de las obras de adaptación del antiguo hospital a edificio conventual y docente y a la reinauguración de la capilla en 1924 hemos contado con documentación tan variada como la correspondencia entre las propias religiosas, oficios emitidos por y para autoridades eclesiásticas y Esclavas, la información aportada por un expediente conservado en el Archivo Diocesano de Jerez acerca de la fundación e instalación de las Esclavas en el hospital y del uso de su iglesia contigua y las crónicas aportadas por la Revista Portuense.
Los azulejos de la Capilla de las Esclavas, un siglo después (I) #5.655
En febrero de 1924 la Madre Provincial escribe entusiasmada a la Madre General acerca del resultado de las obras en la iglesia, que “ha quedado preciosa”, la sacristía, “los armarios de las roperías muy cómodos y bonitos, los aposentos completísimos; toda la casa y escuela amueblada, incluso la despensa…”. Añade que ha sido la condesa de Osborne la encargada de que todo quede completo y que únicamente faltaba “arreglar un poco la casa del capellán, el paso de este a la sacristía y nuestro jardín”. En marzo de ese año estaban casi finalizadas las obras del nuevo edificio y se buscaba fecha de inauguración.
El día 20 la Superiora Provincial de las Esclavas dirige una instancia al cardenal Ilundáin, arzobispo de Sevilla, en la que suplica la “autorización para la apertura de dicha casa y el uso de la citada iglesia”. Se les otorgó inmediatamente “con tal de que (la congregación) se comprometa a conservar en buen estado el templo una vez que haya sido bendecido cuando terminen las obras que en él se realizan”. En julio ya se dispone de capellán, D. Manuel Gálvez, y el día 22 se bendice la iglesia.
A las 10 de la mañana del 25 de julio de aquel 1924 el R.P. Antonio Osborne, S.J., inaugura el reformado templo de San Juan de Dios, ahora bajo la advocación de Ntra. Sra. del Carmen. De la importancia de la ceremonia y su repercusión en la ciudad se hizo eco la Revista Portuense.
En su crónica del día siguiente se destaca el aspecto que lucía la capilla, el exorno floral e iluminación eléctrica, la aglomeración del público, la misa cantada, concelebrada y con acompañamiento musical, el contenido de su homilía que incluyó elogios a los bienhechores de la familia Osborne por su generosidad en el patrocinio de las obras de reforma y adaptación del edificio y una relación de los asistentes a tan extraordinaria celebración. Tras la misa se expuso el Santísimo para adoración de los fieles “como permanecerá diariamente desde las primeras horas de la mañana hasta la caída de la tarde en que se ocultará”, siguiendo la otra finalidad porpuesta por el R.P. Antonio Osborne en su fundación. Se convertiría esta exposición y adoración del Santísimo en uno de los requisitos del que no se olvidaron las Esclavas desde estos orígenes en El Puerto. En su capilla, desde 1926 ya funcionaba una “Asociación de señoras de la Vela” que en los años siguientes fue incrementando su número y que tres años despùés contaba ya con ciento cuarenta socias con varios turnos a lo largo de la semana bajo la presidencia de la condesa de Osborne. Por cierto, la vigencia un siglo después de tal propósito ha sido una de las razones que ha permitido mantener abierta dicha capilla hasta la actualidad.
La primera comunidad estuvo compuesta de catorce Madres y seis hermanas, y la Madre Superiora al frente. Hogaño no existe comunidad religiosa.
La primera comunidad se compuso de catorce Madres y seis hermanas, con la superiora al frente, cargo que recayó en Madre María del Salvador, de salud delicada. Al parecer, las hermanas Esclavas se sintieron muy a gusto en la nueva casa, como se refleja en correspondencia sucesiva, elogiando el jardín, un gallinero, árboles frutales, rosales, parras, etc. Con la renta para su mantenimiento que le proporcionaban los fundadores y otros anónimos benefactores pudieron ir sosteniéndose económicamente y enriqueciendo el patrimonio incorporado a su capilla. De aquella época primitiva se ha conservado en la actualidad desde los azulejos recubriendo zócalos, pilares y frontales de altar hasta las lámparas y vidrieras, así como buena parte de los claustros y escaleras restauradas.
La primera escuela de las Esclavas.
Paralelamente a estos actos se fue organizando el otro objetivo de esta fundación, su carácter docente y benéfico: enseñar a niñas pobres en El Puerto. El colegio abrió sus puertas el 24 de septiembre de 1924, con permiso del alcalde (entonces, D. Alfonso Sancho Mateos) mientras se esperaba su legalización por las autoridades competentes.
Desde ese primer día asistieron sesenta niñas que, según transmitieron testimonios orales, acudieron con interés por aprender y desde el primer momento estuvieron contentas y se comportaron disciplinadamente. De esta labor se encargaban cinco Madres y la asistencia espiritual se encomendó al jesuita R.P. Ramírez. La encargada de poner en marcha esta escuela fue la M. Rogelia Sendra, superando dificultades con voluntad férrea y entusiasmo, como ella misma reconoce en una carta a la Madre General fechada el 2 de octubre de 1924: “no nos han puesto más que las bancas del salón de estudio, un pupitre y una mesa y los bancos pequeños para la sala de clases”. Con distintas donaciones fue adquiriendo libros, cartillas, carteles, tinteros, pizarras y otros materiales, “lo más necesario para empezar”. Pero aún faltaban cuatro años para que el Ministerio de Instrucción Pública legalizara estas enseñanzas.