| Viñeta y texto: Alberto Castrelo.
Ese turismo petardo no es turismo, es turistificación. Ese turismo de petardeo no es turismo es gentrificación. Este Puerto de Santa María ya no es un destino turístico, es una ciudad con complejo de colonización.
En esta bendita tierra siempre cohabitamos con el ruido de las ruedas de las maletas y se recibió con brazos abiertos a quienes venían a disfrutar de nuestra gastronomía, nuestro entorno y nuestros locales. Las maletas que suenan hoy, por el contrario, parece que recorren un parque temático donde cada vez hay menos Puerto y más puerta (para los ciudadanos locales, claro).
Una ciudad histórica con un legado patrimonial y cultural que tiene dos deos de polvo encima y está guardado al fondo del cajón.
Pero no es culpa de los colonizadores; vienen así porque así lo venden desde aquí. Y ni sonrojo que les dá, ya no a los políticos-empresarios bien comidos a costa del modelo, sino a los propios ciudadanos indolentes a un sistema de turismo que nos está dejando la ciudad sin alma, sin casas y sin opciones. Lo que importa es la cantidad. Una cantidad de turismo que, cada vez más, es inversamente proporcional a su calidad.
El Puerto ya no está con el turismo, está para el turista. Es del turista. La percepción no es de visita, es de invasión. Turistas con campamento base en pisos turísticos de alquiler; un filón para los supermercados, las gasolineras, los del hielo y la música. Un filón económico, un empujón para el resto del año: Dinero para El Puerto, a costa de el propio Puerto. Metamos dinero en casa, aunque sea echándola abajo.
Se acaban las escenas costumbristas de antaño. Y no lo digo yo, lo dicen los datos: Existe una relación directa entre el incremento de los apartamentos turísticos y la pérdida de residentes en los centros históricos de las ciudades; no hablemos ya del centro de El Puerto, que lleva deshabitándose desde el año que inventaron la humedad. Esta tendencia, además, conlleva el aumento de precios de viviendas y el costo de la vida.
Tantos siglos de historia y legado, tanto orgullo de siglos siendo el Gran Puerto de Santa María para acabar siendo, solo, el corral de fiestas y borracheras de una bahía que tiene que comulgar con ruedas de molino, porque dicen que es lo que le queda.
Por último, me gustaría puntualizar que, si usted forma parte de ese turismo que viene preguntando por tapas y bujíos locales, por yacimientos, por Casas Palacio, por Museos (suerte), por patrimonio, por el Festival de Comedias, por La Virgen del Carmen, por fundaciones como la de Alberti o Muñoz Seca (mi más sentido pésame) o, simplemente, ha venido atraído por nuestra identidad y hace uso de hoteles y alojamientos locales regulados: Gracias y enhorabuena, usted no es ese turismo de petardeo.