| Texto: Juan José López Amador
Aunque, de pequeño tamaño, nuestra sierra, ha tenido para la ciudad de El Puerto de Santa María, gran importancia, histórica, económica y social; las aguas de sus manantiales, eran conducidos por acueductos para dar de beber a sus ciudadanos. También, aunque ha pasado inadvertida, su naturaleza tiene unas características, algunas muy particulares y únicas.
La Sierra de San Cristóbal es una pequeña elevación geográfica situada entre las poblaciones de El Puerto de Santa María y Jerez de la Frontera, al Norte; al Este la parte más cercana al río Guadalete, divide los términos municipales de estas dos ciudades. Con una cota máxima de 124 metros en el cerro de San Cristóbal, la sensación es de mayor altura, provocado por la planicie del antiguo estuario del río Guadalete, las actuales marismas y la bahía de Cádiz.
La Sierra de San Cristóbal es una formación del Subbético, cronológicamente del Plioceno Superior, constituida por areniscas de cemento calcáreo, llamadas calcarenitas. El hallazgo de fósiles suele ser esporádico, con una conservación de gran calidad, abundantes son los hallazgos de grandes equinodermos, principalmente, erizos y moluscos bivalvos.
Las consideraciones ambientales actuales, nos muestran áreas con distintos grados de conservación, algunos dañados irreversiblemente, podemos distinguir zonas, con tipos diferenciados de vegetación y suelos, pequeños bosques de pinares naturalizados de pino piñonero, así como otros tipos de pinos repartidos por toda la sierra, grandes matorrales propios, compuestos por retamares y tomillares, y de regeneración.
Para colmo, se conserva un tipo de margarita autóctona de la sierra. Aún quedan áreas con acebuches, en las zonas más escarpadas, reminiscencia del Bosque Sagrado, y con áreas de acantilados de difícil acceso. Pero, singular importancia tiene la huella dejada por las explotaciones de las actividades mineras de la piedra, las cuevas canteras, algunas muy profundas y oscuras.
Es muy apreciable, la fauna que aún hoy, podemos ver en los distintos biotopos que están presentes en esta pequeña sierra, mención especial merecen dos de ellas, el camaleón, bien representado, y el cernícalo primilla, que casi ha desaparecido. También encontramos el cernícalo vulgar, y abundantes grajillas, perdices, lirones, erizos, culebras, lagartos y lagartijas, las liebres, pero sobre todo los conejos, son muy abundantes, los escorpiones, pero sobre todo las arañas, las hay muy distintas, e infinidad de insectos, son los animales más comunes, aunque, muchas más especies están presentes. A todas las especies, vegetales y animales, tenemos que cuidar, pues no hay mucho espacio en el término para poder disfrutar de su presencia. Las aves son muy abundantes en general, sobre todo las acuáticas y sus predadores, se debe, a la ubicación muy cercana, a la laguna que forma el manantial de la Piedad, junto a la madre vieja del Guadalete, donde parece, que han vuelto las nutrias en busca de los grandes barbos de sus aguas, y la proximidad de las marismas.
Pero, sin duda, la joya faunística de la Sierra San Cristóbal junto al camaleón, son las colonias de murciélago común y de murciélago hortelano, importantes estudios científicos, se están llevando a cabo por parte del CSIC, en el habitad de las cuevas, con importantísimas colonias de murciélagos.
Respecto a la época antigua, de la sierra que conocemos, es del área, entorno de la ciudad del Castillo de Doña Blanca, entre los años 750-500 antes de Cristo, se nos presenta como un auténtico paraíso para la obtención de recursos naturales, a los ya citados anteriormente, como propios de la Sierra San Cristóbal, tenemos que sumar el de su entorno más inmediato. Nos referimos a espacios geográficos que han ofrecido biotopos ricos en fauna y vegetación, lagunas, marismas, campiña, etc. Los restos procedentes de Doña Blanca han sido publicados por Eufrasia Roselló Izquierdo y Arturo Morales Muñiz, en Castillo de Doña Blanca. Archeo-environmental investigations in Bay of Cadiz. Spain (750-500 B.C.). BAR International Series 593, Oxford (1994).
En la fecha estudiada, 750-500 a. C., destacan especies como la musaraña común, el lirón o el ratón de campo. Se trata de especies de ecosistemas cercanos. En este sentido parecen apuntar los restos de conejo que, al encontrarse algunos quemados, acompañados de liebres, reflejan una posible domesticación, y la obtención por la caza. Así, también encontramos la caza del ciervo rojo, con la caza, se relaciona la aparición de perros de un tamaño medio, unos 40-50 cm. en las fases más antiguas. Hay muchos huesos, que presentan las marcas dentales de la actividad de los propios canes.
Sin olvidar las especies introducidas, como el burro al menos entre el 600 y el 575 a.C., o la gallina de pequeño tamaño y un consumo al principio, relacionado con aspectos religiosos.
Siguiendo con el estudio de las aves en la antigüedad, aparecidas en las excavaciones de Doña Blanca, encontramos algunas marinas, como el cormorán grande, el tarro blanco, o las gaviotas cana o picofina, o la patiamarilla o sombría, otras acuáticas como la espátula, el ánade real, el pato colorado o la polla de agua. Todas estas especies, sugiere la caza con perros, a lo largo del tiempo, hay especies que, su presencia va descendiendo. Entre las aves de tierra, encontramos, el milano, el águila imperial, el sisón, el zarapito real, la tórtola, el zorzal alirrojo, además de la perdiz común, esta especie, fue la más frecuente hasta su sustitución por la introducida gallina. Como vemos, la mayoría, por no decir todas, las encontramos en la actualidad, en distintas áreas, pero muy cercanas. Están presentes en el registro arqueológico, las cáscaras de huevo de avestruz, naturalmente traído de importación, junto a otros productos exóticos.
Como hemos podido comprobar, nuestra pequeña sierra conserva aún, una serie de recursos naturales, que estamos obligados a conservar, las distintas administraciones tienen que velar por un espacio único. Ya sabemos de la importancia de los restos arqueológicos por toda la sierra, como Doña Blanca, la Ciudad Fenicia, con sus Murallas y Barrios, sus puertos, la Necrópolis, en la parte alta la Bodega más antigua conocida en la zona, restos megalíticos, poblados del Cobre y Bronce, y Sidonia, así como un sin fin de espacios y sitios históricos. A todo esto, tenemos que sumar, los manantiales y como estamos viendo, su naturaleza vegetal y faunística, así como sus paisajes.