En 1924 vuelve a salir una sola procesión. Estreno de un arco luminoso en la portada de la Prioral
| Texto: Antonio Gutiérrez Ruiz.
Año de estrenos. Estrenaron alcalde los portuenses con la transición entre Sebastián Péndola y Soto, reputado médico y Alfonso Sancho Mateos, empresario y bodeguero portuense y también se estrenó un arco luminoso formado por centenares de bombillas eléctricas, cubriendo todo el perímetro del medio punto superior de la Puerta del Sol de la iglesia Mayor, instalado para dar mayor esplendor al tránsito de las procesiones, tanto en las salidas como en las recogidas que, generalmente, se producían por esa puerta. La iniciativa había partido de Francisco Muñoz Seca y consistía en “un arco y cruz de bombillas eléctricas en la portada principal que será utilizada en lo sucesivo para cuantas procesiones salgan del templo Prioral.” Igualmente se estrenó, o al menos así podríamos considerarlo, la banda de música municipal, reorganizada nuevamente tras los incidentes de años atrás, siendo dirigida por el Maestro Rocafull “cuya actuación mereció unánimes elogios.”
Este año volvió a desfilar en solitario la Soledad con características similares al año anterior, en cuanto a composición, recorrido y horarios, variando tan solo el conductor del paso de “La Cruz” conocido popularmente como “La Escalerita”, siendo en esta ocasión Francisco Blandino el capataz, repitiendo los dirigentes del anterior año, tanto en el paso de la urna como en el del palio. El primero de los citados lo dirigía el secretario de la cofradía, José Ruiz Ruiz, y el de la Soledad, Juan de la Torre, que ocupaba el cargo de Mayordomo 2º. La escolta de la urna la realizaron soldados del arma de Arillería y la del palio, como era habitual, fuerzas de la Guardia Civil.
Debemos subrayar la penuria económica de hermandades y cofradías, arrastrada desde principios de siglo, prácticamente, situación que, transcurrido ya casi un cuarto del siglo XX, no lograban superar. Circunstancias en cierto modo lógica, debido a la situación similar y en paralelo de la sociedad portuense, la inestabilidad política de estos años y la guerra con Marruecos.
Este año, la subvención municipal se había reducido al mínimo: 50 pesetas y la banda de música, debiendo recurrirse a las póstulas para poder salir a procesionar, en el caso de la Soledad, y renunciando a hacerlo, por los motivos económicos apuntados, la Veracruz.
Recaudación de fondos para restaurar el órgano del siglo XVIII
Por estas mismas fechas se estaba llevando a cabo una campaña de recaudación de fondos mediante suscripciones y donativos de particulares y entidades públicas y privadas para sufragar los gastos que originasen la restauración que se estaba llevando a efecto en “el órgano y las campanas” de la iglesia Mayor. No hemos localizado documentación sobre la anunciada restauración de los dos magníficos órganos del siglo XVIII de nuestra actual basílica.
Refundición de la campana mayor
Solo hemos encontrado algunos datos sobre la refundición en Villanueva de la Serena, provincia de Badajoz, de la campana, en singular, la de mayor tamaño que preside el campanario edificado en 1779, denominada “Nuestra Señora de los Milagros”. Aquel año se habían construido “unos balcones corridos de hierro de la parte de afuera en las cuatro ventanas donde se hallaban las campanas y otro para que se añadió el hueco superior para poderlas usar todas, precaviendo los inconvenientes del riesgo inminente que tenían de día y de noche los que las tocaban”.
En la víspera de la festividad del Corpus Cristi se instaló en el carrillón de la Prioral esta monumental campana, con más de una tonelada y media de peso, en la que figura la inscripción siguiente: “Nuestra Señora de los Milagros. Ora pro nobis. Me fundieron Alfredo Villanueva e Hijo en el año 1924, siendo Arcipreste el Dr. Don Francisco Núñez Galván.” Aparte esta leyenda, figuran diversos relieves: una imagen del Redentor crucificado y otras dos en la parte contraria, de la Milagrosa, advocación muy popular en esos años y San Francisco Javier, compatrono de la ciudad.
Cristo de la Agonía de Limpias
Junto a estas, a sendos lados del Crucificado antes mencionado, figuran dos reproducciones diferentes del denominado “Cristo de Limpias”, también conocido como “Cristo de la Agonía”, escultura venerada en un santuario de Cantabria en la localidad de Limpias, cuya presencia solo puede atribuirse a la apasionada devoción desatada por esos años en torno a esa imagen a partir del 30 de marzo de 1919, fecha en la que circuló por todos los lugares de la geografía patria que en Limpias sucedían eventos extraordinarios. Decían que la hermosa imagen del Santo Cristo movía sus ojos, dando la sensación de un cuerpo vivo, que palidecía, sangraba y sudaba. El nombre de la población norteña se hizo famoso y sus calles se llenaron de peregrinos que provenían de todas partes del mundo, especialmente de los países sudamericanos, superando en aquellas fechas, en números globales, los visitantes al santuario del Cristo a los que acudían a Lourdes.
Con el paso de los años el santuario y su milagrosa imagen perdieron la popularidad de que gozaron en el primer cuarto del pasado siglo, a pesar de existir numerosas evidencias en los archivos que se encuentran en la sacristía de la iglesia de Limpias que “contienen sobre 8.000 testimonios de personas que atestiguan las manifestaciones. 2.500 de estos testimonios fueron dados bajo juramento. Entre los testigos se encontraban miembros de órdenes religiosas, sacerdotes, médicos, abogados, profesores, catedráticos, oficiales, mercaderes, ganaderos, no creyentes y hasta ateos.”