| Texto: Antonio Gutiérrez Ruiz
Pedro Hernández Franco, natural de El Puerto de Santa María, había sido facultado el 16 de abril de 1617 para la ruta de Nueva España. En 1622, cuando se produjo el naufragio, era el capitán de la nave, pereciendo en el lance.
“En 1621, la corona española controlaba un vasto imperio que abarcaba cuatro continentes. Debido a los continuos ataques de las flotas francesas y holandesas a las posesiones españolas en América, y los constantes ataques a sus barcos, la corona española vio bastante mermada su riqueza, por lo que decidió proteger sus barcos con galeones bien armados, navegando en la retaguardia. Uno de estos galeones fue el “Nuestra Señora de Atocha”, que recibió ese nombre por el santuario más importante del Madrid del siglo XVII.
Construido en La Habana en 1620 como galeón de guardia, pesaba 550 toneladas, 34 metros de eslora, 10 metros de manga y 4 pies de calado, con una altura de 6 metros desde la cubierta. Tenía 4 mástiles, con velas cuadradas y un palo de mesana con vela latina. Dos castillos, uno en la proa y otro en la popa donde viajaba la nobleza. Poseía 30 cañones de bronce. En su primer viaje a España se le partió el palo mayor que tuvo que ser sustituido.
El 4 de septiembre de 1622, la flota “Tierra Firme” regresaba a España. Su primera parada fue en Cartagena donde cargaron oro y esmeraldas para continuar hacia Cuba. La costumbre era que un buque actuase como Almiranta, para la retaguardia, y otro como Capitana para dirigir la flota.
Como buque almirante de esta flota iba el “Nuestra Señora de Atocha” y el “Santa Margarita”, que fue construido en Cádiz. Al galeón “Nuestra Señora de Atocha” se le pertrechó con todo tipo de riquezas como carga: 125 barras y discos de oro colombiano, 24 toneladas en lingotes de plata peruana y mexicana, 180 pesos en monedas de plata, 1,200 libras de objetos de plata trabajada, 585 lingotes de cobre, perlas de Venezuela y esmeraldas de Colombia, 350 cofres de índigo, 525 fardos de tabaco, además de otras propiedades no declaradas de la tripulación y los pasajeros. Mientras el “Nuestra Señora de Atocha” iba repleto de riquezas y de personal, el “Santa Margarita” llevaba una carga más acomodada a su tamaño.
El día 5 de septiembre, un fuerte huracán se les puso a su paso por el estrecho de los Cayos de La Florida, y el día 6 de septiembre ocho buques de la flota se hundieron en el mar. Entre ellos “Nuestra Señora de Atocha”, con 265 personas. Sólo cinco de ellas, tres marineros y dos esclavos, sobrevivieron al aferrarse al tocón del palo de mesana, que fue la única parte del galeón naufragado que no se hundió. Los socorristas trataron de entrar en el casco sumergido, pero encontraron las escotillas firmemente aseguradas. Los 55 pies de profundidad del mar eran demasiado para permitir que trataran de abrirlas. Señalaron el lugar donde zozobró y pasaron a rescatar a la gente y el tesoro de la Santa Margarita y Nuestra Señora del Rosario, otras embarcaciones que también sucumbieron a la tormenta.“
He tomado este texto de diversos lugares de la red, y la conexión de este famoso navío con nuestra ciudad, según pude consultar en las Actas del II Congreso de Historia organizado por la Universidad de Córdoba.
| A.C. Puertoguía.