| Texto: Ángel Mendoza
Se montó en el mundo de la música cuando apenas tenía doce años y todavía no se ha bajado. Si fuera el visitante de un parque temático, no le quedarían atracciones de las que disfrutar; y si fuera el extranjero de un país, hace tiempo que se habría ganado con creces una nueva nacionalidad, porque José Antonio Lores Rodríguez, que nació el año en el que el hombre llegó a la Luna, le ha cantado ya a todas las Lunas y a casi todas las estrellas, cielos, mares, alegrías y tristezas humanas.
Da igual la temática, lo importante es que haya algo de calidad que decir con hermosa melodía para arrancar la emoción de quien lo escuche. No podía ser de otro modo siendo el hijo de un aficionado a los coros carnavalescos que se fue demasiado pronto y no pudo celebrar en vida el triunfo de su hijo mayor que, habiendo desarrollado su vocación en la comparsa, milita desde hace unos pocos años en la formación del también desaparecido Julio Pardo, Medalla de Oro de Andalucía y uno de los autores con más galardones en la modalidad de coros del concurso del Teatro Falla.
Pero el principio fue para él la comparsa y la primera llegó pronto, se llamaba “Coquineritos del Puerto” e inauguró la categoría de infantiles del recién inaugurado carnaval porteño.
Corría el año 1982, aún latía la estampa decimonónica del Teatro Principal y aquel chiquillo con mofletes daría inicio a una afición que casi se convirtió en adicción melómana y que, tras el obligado período de aprendizaje en las categorías bisoñas, lo llevó, apenas diez años después de su bautismo coplero, a la fila delantera de la comparsa de Los Majaras –¿quién dijo miedo?, el mítico grupo que lo había sido todo en Cádiz y que en los primeros noventa del siglo pasado impulsó la incorporación de savia nueva.
Si cualquiera podía conformarse con haber llegado hasta ahí, su hambre de aprender e interpretar no se vio saciada, ni mucho menos, ya que a la vez que recorría los teatros de media España con títulos inolvidables como “Periquillo el de los palotes” o “El fantasma de la ópera”, José Antonio Lores se subía a los escenarios de medio mundo con el Orfeón Portuense, coral a la que perteneció en los buenos tiempos de aquel proyecto del que recuerda actuaciones de postín, como la que le llevó a Estrasburgo gracias al trabajo y el interés del eurodiputado portuense Esteban Caamaño.
Y después más comparsas, como integrante y como creador, porque también ha firmado la autoría de obras con premio como “El brillo de febrero”. Con los Majaras conocería el que seguramente fue el último gran hito de aquel invencible batallón de voces. Estamos en 2010 y un homenaje a los cincuenta años de la comparsa como género diferenciado -con los gaditanos “Pajeros” de Paco Alba y los portuenses “Bartolos vagos” del Chusco como semilla germinal-- obtiene el segundo premio del Concurso Oficial de Agrupaciones, pese a ser “Medio siglo” la mejor apuesta, con diferencia, que pisó las tablas del Falla.
En aquellos días se asocia con dos integrantes del grupo: el gran Ramoni, y el gran Gran Visir, y crean “Coplas de mostrador”, trío que logra triunfar allá por donde iba y allá por donde iba monta el taco (sobre todo de jamón). Las redes los miman, los reproducen, los popularizan.
Inauguran el teatro del llorado Jesús Quintero y se codean con lo más granado del artisteo nacional. En el otoño de 2018 recibe Lores un homenaje en la sala gaditana Pay Pay, que no solo rubrica su consagración y pone otra brillante baldosa en su camino dorado, sino que hace preguntarse a más de uno por qué su Ciudad no le ha dado aún el sitio que merece y no ha pregonado todavía, por ejemplo, el Carnaval de El Puerto.
En 2022 ficha, con acogida del crack que es, por el coro de Julio Pardo, con el que ya suma dos finales y dos premios. Pero sus premios de verdad, y él no se cansa de repetirlo, son su mujer, sus dos hijas, su trabajo como exquisito cortador de jamón. Y por supuesto, también sus ganas de no parar nunca de cantar, y sus amigos de toda la vida, y el montón de gente que admira y espera su voz afinada, valiente y versátil.
Quien firma esta crónica lo recuerda hace un montón de décadas, en las aulas del colegio José Luis Poullet, susurrando pasodobles en el silencio de la clase, sin imaginar aquel José Antonio Lores niño que un día se subiría en marcha al mundo de la música y llegaría a ser el hombre que hoy es.
El currículum carnavalesco se completa con las siguientes agrupaciones: 2020: Los Majaras. 2022: Antología Coro Julio Pardo La Gaditana que vuelve. 2023: Los Martínez, Primer Premio. 2024: Los Luciérnagas, Segundo Premio.