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Enrique Bartolomé. Crónica sentimental del mundo de mis patios; o los patios de mi mundo #5.771

Anoche se pregonó la XXV Fiesta de los Patios

Enrique Bartolomé, durante un momento del Pregón de la Fiesta de los Patios

| Texto: J.M. Morillo-León | Fotos: Manolo Morillo.

El letrado Enrique Bartolomé, pronunció este viernes 12 el Pregón de la XXV Fiesta de los Patios (11-14 abril 2024), bajo el título ‘Crónica sentimental del mundo de mis patios; o de los patios de mi mundo’ en la Bodega del Castillo, propiedad de la sociedad vinícola Luis Caballero ante un abarrotado auditorio. El anuncio contó con diversas intervenciones corales de amigos de Bartolomé, que fueron trasladadas por el pregonero: Mario Sancho, Javier Ruibal, Jesús Andrades, Quino Moreno Marchal, María García, Pepe Mendoza y Manolo Morillo. Un completo protocolo, habitual de la asociación ‘Amigos de los Patios’ y el posterior rato de convivencia con Fino Pavón, hicieron de la de anoche una noche para recordar. Reproducimos algunos fragmentos de la intervención de Enrique Bartolomé.

Un aspecto del abarrotado auditorio de la Bodega Caballero en el Castillo

“Las palabras que ahora rebotan en estas vigas y botas con olor a vinaza, van sin duda de la mano de esos portuenses que hicieron grande nuestra Ciudad, de esos rincones que caracteriza nuestra fisonomía, de esos paisajes que nos acompañaron siempre. Ahora trato de dibujar en la mente desde este alféizar imaginario, en el pasillo de tantas confesiones, o en los geranios de tantas inspiraciones, esas imágenes que configuran mis primeros gatos en el patio de mi abuela en la cale Cruces…”

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“El que les habla, nació frente al inicio de la carretera de Sanlúcar, por donde transcurría el tren que unía nuestra ciudad con las poblaciones de Rota, Chipiona y Sanlúcar. El tren de Rota, que le decíamos.

La palabra ‘lejío’ tiene para mí significados de la infancia difíciles de describir.

Ni más ni menos que en el ‘Lejío’ de san Juan, justo donde acaba la empinada calle del mismo nombre. Sitúense… Es la calle que inmortalizó José Luis Tejada, con su poesía: Calle de San Juan arriba/ de tanto quererte tanto/ cuesta abajo se me hacía…

En ese patio de vecinos, en la casa que aún conserva el rótulo de ‘Santa Ana’, compartía mis primeros pasos con mi amigo Alfonso y, cada tarde —a eso de las cuatro—, oíamos el silbido del tren que se acercaba entre las tunas que rodeaban la vía …

La flor que regalaron a las mujeres que asistieron al acto fue una ‘Brasica Oleacea’, de la familia de la col, con la idea de que pueda ser plantada en casa.

La palabra ‘lejío’ tiene para mí significados de la infancia difíciles de describir. Eran tierras donde el campo, llegada la primavera, desperezaba todas sus galas. Margaritas campestres, amapolas y jaramagos trasladaban ese perfume que acompañaba, desde nuestros amaneceres hasta la caída del sol por entre los pinos del oasis. Y allá, majestuosa en lo más alto de El Puerto, se elevaba la Hacienda de “La Angelita” cuidando de nuestros lugares de juegos.

En cualquier caso, nuestros patios deberían traer consigo, a nuestros hogares y nuestros barrios, un acercamiento en lo humano. Debemos saludar a vecinos de puerta, A los que no vemos hace tiempo, para compartir olores y sabores. A sal, a retamas, a mar, a esteros, a palacios, a pinares, a playas…”
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“Quiero contarles, uno a uno, los pasos que hay entre La Puntilla y La Muralla. Y si es posible, describirles la pasmosa senda que transcurre entre los pinos y el mar. La mar. Vereda reconciliable entre azul y el verde, que une más que separa.

Abajo, a medida que ascendemos, la inmensa mole aplanada de arena blanca y fina, sirve de soporte a multitud de situaciones. A profusión de encuentros y desencuentros. A miles de historias sufridas y vividas por los portuenses. A espejismos en forma de casetas a rayas azules o rojas. A flotadores con forma de ruedas de tractores, con pitorros incómodos incluidos. A nombres y apellidos anónimos o conocidos. A familias enteras. A polo de limón y arropía. A intimidad.

En la cumbre de la vereda, con claroscuros, con laderas de tierra colorá, veo al fondo como el mar, se abate como una imponente ola. Y rompe en Cádiz, al fondo de frente, contra el baluarte de la Candelaria. Y pequeños barcos surcan y posan sus erizadas crestas. Los pájaros, también complacientes espectadores, navegan por ese otro mar de agujas verdes, tras de mí. Sobre las copas de los pinos de las Dunas de San Antón.”
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“Hoy, mis patios siguen siendo: los encuentros cotidianos con mis hijos, mi familia y amigos. Los pretiles en los que me cuelgan los pies mientras charlo con todos ellos. El estudio de pintura donde aprendo, el rincón de ensayo de la escuela de música de la UCA donde me espera un saxofón todas las semanas; los senderos naturales que recorro, las pistas de tenis en las que disfruto … Las vivencias vividas, disfrutadas y sufridas junto a personas, flores, sonidos y charlas desde el alba hasta el anochecer…

Y en esta locura, aderezada de lo que ustedes quieran, debo vocear a los cuatro vientos que en nuestros patios aprendimos a ser más tolerantes, mas humanos, más hermanos… Esos fueron, son y serán mis patios. Lugares inmateriales ubicados en sitios concretos… o a veces imaginados a través de la memoria, el corazón y los años.

Desde esta tribuna improvisada os insto —a pesar de todo—, a que sigáis ilusionados. A que intentéis alcanzar esos sueños imposibles. A que luchéis para que esas tertulias con los vecinos se alarguen en la noche. A que miréis el futuro con toda la fantasía e ilusión que os quepa.

Os invito a reflexionar con una frase, le de uno de nuestros pensadores: José Ortega y Gasset, cuando balbuceaba ‘La vida cobra sentido, cuando se hace de ella una aspiración a no renunciar a nada’. Me quedo con esas imágenes en la retina, bajo los peldaños de la experiencia. Y mastico en voz alta aquello de que ‘La sabiduría suprema es tener sueños bastante grandes para no perderlos de vista mientras me persiguen’

| Agradecimientos: 
A mi familia y amigos. A mis compañeros del estudio de pintura de María Lizaso, cuyos lienzos cuelgan en estos caballetes a modo de cordel donde se tienden la ropa. Sus patios son los míos… A Javier Ruibal, Pepe Mendoza, Manolo Morillo, María García, Mario Sancho, Joaquín Moreno Marchal (Quino) y Jesús Andrade, que aportaron su alma en esta crónica… y que me prohibieron cualquier tipo de agradecimiento. !!Gracias amigos!!

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