| Texto: María Jesús Vela Durán
Un detalle bonito y sorpresivo fue la noche del cinco al seis de enero de 1989. Cuando mis niños estaban ya acostados, en nuestra casa de la calle Lechería, llaman a la puerta y... ¡Oh, sorpresa! ¡Era el Rey Baltasar --Bubín Villar-- que arte más grande! Su majestad habló con mi hija Lorena pero al tener ya once años, le gustó la sorpresa, pero ”no coló”. A mi hijo José María, sí que le preguntó: “--¿Te portas bien, has sido bueno?” Él me miraba y contestaba que sí a todo. “--¿Y que le has pedido a los Reyes Magos?” Pobre mío, estaba tan nervioso que no atinaba a responder.