| Texto: Antonio Cristo Ruiz.
El cantaor Diego Gálvez Herrera nació en El Puerto Santa María, en la década de los cuarenta del siglo XX y se fue con los que no vuelven a los sesenta y tantos años. Su padre era muy conocido en el barrio de los gitanos, y la madre era paya. Estaba emparentado, según el propio Diego, con José de los Reyes ‘el Negro, Diego Gálvez ‘el Gurrino’, y los Agujetas y cuñado de Pansequito. Fue un estupendo cantaor con muy mala suerte en la vida.
En la calle Santa Clara
Recuerdo un bautizo en la calle Santa Clara, a una niña que se llamaba Antonia, que bailaba muy bien, y a Diego Gálvez, José Luis Arniz, y Fernando Gatica. En estas fechas tendría Diego unos dieciséis años. Estuvimos en esta fiesta hasta las tres de la mañana. Comí tantas papas aliñás que las aborrecí y las dejé de comer durante algún tiempo.
En la Peña ‘El Chumi’
Hace muchos años, demasiados, pasábamos una tarde por la Peña ‘El Chumi’, el que suscribe junto con Diego Galvez, Diego ‘el Mijita’ y José Luis Arniz y José ‘el Negro’. Decidimos pasar al interior. Entonces la entidad estaba presidida en aquellas fechas por José Matiola ‘el Mono’. Nos tomamos unas cervezas y unas tapitas. Y va y le dice Matiola a Jose Luis Arniz, “--Coge la guitarra, sobrino, que voy a cantar un poquito”, y detrás fueron cantando todos. Era la una de la madrugada, llegó el sereno y paró la fiesta. Había mucho talento artístico desaprovechado en aquella reunión. José Luis Arniz, se defendía muy con la guitarra flamenca.
En la Venta ‘Los Cabales’
En otra ocasión, en la Venta de los Cabales (Rota), encontramos a Diego cantado, acompañado a la guitarra por el dueño de este local que fue guitarrista, y su mujer bailaora, profesionales del flamenco. Hablando con Diego le pregunte que hacía allí. “--Me han llamado, que quieren abrir una sala de fiestas y están buscando cantaores y bailaores”, fue su respuesta. Entonces le pregunté al dueño del establecimiento como veía a Diego, a lo que me respondió “—Canta muy bien”
Cuñado de Pansequito
Fue un niño de tantos que vivíamos en el barrio gitano, que hacíamos travesuras. Pero con un gran respeto a las personas mayores. Con muy poca edad empezó trabajar en faenas que le salían, y al casarse con una hermana de José Cortés ‘Pansequito’, se enroló en un barco de pesca de marinero, para poder sacar a su familia adelante; en esta profesión estuvo varios años. Cuando venía de la mar y pisaba tierra solía reuniese en juergas con Panseco, Paco ‘el Monga’, Ramón Orillo y Fernando Gatica, entre otros.
El Corral de la Pacheca, en Madrid
Le recuerdo a Diego, en el bar de Paco Barranco, de la calle Lechería, con la ropa de la mar y las botas de agua, cantando con Diego ‘el Mijita’, que era sobrino de Antonio ‘el Chocolate’. Lo escucharon cantar y le llamaron para el tablao flamenco ‘El Corral de la Pacheca’ en Madrid, donde permaneció por espacio de ocho meses.
De gira por España y EEUU con el pianista Manolo Carrasco
Por mediación de Juan García Núñez ‘el Conejo’ hablo con el pianista Manolo Carrasco, para que escuchara a Diego. Fue escucharlo y enamorarse de su flamenco, recorriendo España, Francia, Marruecos, y en los Estados Unidos de América, actuando Miami, entre otras ciudades. ‘El Conejo’ recorrió cantado con el pianista Manolo Carrasco toda España y algunos países de Europa. Algún día hablare con el para que nos cuente su recorrido como cantaor y lo incluiremos en estas páginas de Gente del Puerto.
A Diego empezó a darle problema su garganta por lo que consultó a un otorrinolaringólogo, quien le diagnosticó que tenía las cuerdas vocales en muy mal estado y tenía que dejar de cantar. Para un cantaor profesional, esto supuso una gran losa que no se le olvidará en su vida. Muy buen gitano y lo que, a Diego, le gustaba el flamenco.
Encuentro en Madrid
Me lo encontré casualmente en Madrid, donde resido, y no le pregunté qué hacía en la capital de España. Solamente le dije “--Vamos a comer bacalao rebozado al restaurante Casa Labra”. En el piso de arriba de este establecimiento vivió el fundador del partido socialista Pablo Iglesia Poncet. Echamos una mañana y tarde estupendo paseando por Madrid.
Sacó billete para los autobuses que iban para Andalucía, y se compró dos bocadillos de calamares, y una botella de agua y me ofreció uno. “—No, Diego, fue mi respuesta, que tienes más de ocho horas de viajes y seguro que te comes los dos”.
Con Salvador Cortés ‘el Chigüi’
| Diego Gálvez Herrera, meses antes de fallecer, en el centro de la imagen, El Ratón, y a la derecha, Salvador Cortés 'el Chigüi'.
Diego era concuñado de Salvador Cortes Núñez, ‘el Chigüi’, casado también con una hermana de Pansequito. Una mañana, tomando café en el bar Vicente, con Diego, Salvador y el autor de este texto, compramos churros. Salvador era una persona de poco comer. Empezamos a tomar el café con los churros, y Salvador solo comió un par de ellos. Diego, de vez en cuando, le ponía a Salvador un par de churros en el plato, a lo que Salvador le pregunta a su concuñado, “--¿Estos churros para que me los pone a mí?, lo que le contesta Diego: “--Para que te comas los churros, que estás muy flaco”. Se querían mucho estos dos personajes, y lo que yo me he reído con estos dos grandes amigos.
La última etapa de su vida: El Hospitalito
Cuando me jubilé, las vacaciones de verano las pasaba en El Puerto de Santa María, desde los meses de junio a septiembre. En estas fechas Diego y yo nos veíamos con mucha frecuencia, me gustaba mucho su flamenco, y al compadre Luis Gatica y Panseco, entre muchos aficionados de esta zona. En estas fechas había mejorado mucho su garganta, y le propusieron cantar en el Festival del Hospitalito. Días antes de cantar estuve con Diego escuchando su cante y me preguntó: “--¿Cómo estoy de voz, Antonio? Dime la verdad”. Mi respuesta fue que estaba estupendamente.
Cantó por vez en el Festival del Hospitalito, el 6 de septiembre del 2013, en El Puerto de Santa María. Actuaron Antonio Puerto, Diego Gálvez acompañados a la guitarra por Paco León. Una noche portentosa y muy flamenca, donte estuvieron los tres porteños nada más que extraordinarios.
Me despedí de Diego, y me preguntó que cuando regresaba a El Puerto. Mi respuesta fue que posiblemente en Navidades. “—Cuando vuelvas, Antonio, a ver si echamos un ratito con tu compadre, Luis Gatica” …
Pasó un tiempo sin saber nada de él y, por la información de un familiar, me enteré que Diego estaba muy mal, tenía una enfermedad incurable. Una tarde me llamaron por teléfono, y me dieron la mala noticia: Diego había fallecido, Me cogió en Madrid, y no pude bajar. Por desgracia las buenas personas también fallecen.