| Texto: María Jesús Vela Durán
En esa calle Lechería hemos tenido de todo: dos carpinteros; un gitano muy bien plantao que era paragüero –recuerdo a su mujer e hijas--, precisamente en la casa donde vivía el fotógrafo Cuellar y del que hablaremos en otro momento; una señora que era modista; en frente mía vivía Perico Pérez Blanquer, que era un artista y al que ya nos hemos referido en una nótula anterior; en la casa donde vivía Orillo de El Puerto, que luego la compró y vivió en ella Luis Marcos, el constructor y abuelo de mi sobrino Marcos Cruz, el torero. Hasta la oficina de una funeraria, ‘El Remedio’ … es que no nos ha faltado ni un perejil en esa calle.
| Fotografía superior en la casa de los Castillo: la autora de esta nótula, María Jesús Vela, entre sus suegros: José María Cruz García y Milagros Vélez Hidalgo; el niño de detrás es el torero José Marcos Cruz | Primavera de 1978.
| Familia Aguilar Sánchez, vivían en el número 15 de la calle Lechería
Los recuerdos más bonitos vividos en esa calle Lechería, sin dudarlo, fueron el nacimiento de mi hijo José María, un niño, hermoso y tranquilo que, gracias a Dios, creció feliz y orgulloso de sus vecinos y de su calle.
| Una antigua imagen de la calle Lechería --hoy Cervantes-- donde la mayoría de los edificios que aparecen, hoy no están en pie y el pavimento era de cantos rodados. Debajo, otra fotografía vista desde la calle Diego Niño. Tampoco están los edificios que aparecen, en la actualidad.
Otra familia muy especial para mi vivían entre las calles Lechería y Rosa, la de Manolín Castillo y Carmen Vélez Hidalgo, tíos de mi marido Gregorio Cruz Vélez. Pues bien, como por aquel tiempo, recién empezábamos la relación del que sería mi esposo, en octubre de 1977, apenas conocía a sus familiares, pero he aquí que sus primos Antonio y José Manuel Castillo Vélez --tristemente fallecido-- tuvieron a bien invitarnos a una barbacoa a la que asistimos. Los dos hermanos hicieron que me sintiera como si los conociera de toda la vida, especialmente Antonio, pues tiene el don de llevarse a todo el mundo de calle por su calidez y carisma. A partir de ese primer día, fueron muchos momentos gratos los que pasé en esa casa y siempre les estaré agradecida, por la generosidad de permitirnos celebrar el bautizo de mi hija, a pesar de las molestias que pudieran surgir.
| En la imagen de la izquierda, Cándida Huelva Jiménez, Cándida 'la Negra'.
Lamentablemente, muchos de mis antiguos vecinos faltan, pero a mi manera, he querido homenajear a estas personas sencillas y buenas, de las que guardo gratos recuerdos, también heredados, porque tanto mi bisabuela materna, Antonia Troncoso Guillón, como mi abuela Josefa Valle Troncoso, vivieron en esta misma calle, de hecho, creo que vivían muy cerca de Cándida ‘la Negra’, de la que hablaban como una muy buena persona.
No he podido nombrar a todos, pero les guardo mucho cariño a Luisa y a Ramoni Villar; a sus hijos Silvia y Ramoni; a Chari y Rafael ‘el Rubio’, compañeros del supermercado Meta; a su mujer y a otro matrimonio que vivía en esa casa: él era fontanero. Charo, vecina de Milagros Pérez; de su madre, daba gloria ver lo limpia que tenía la cocina, y es que al pasar por la calle se veía. Recuerdo a muchos vecinos de José Antonio, de Barrio, de los Chatuti de los Díaz Ortega, de María, que ayudaba en la parroquia junto con Regli Barba; la familia Salmerón; Encarni Córdoba, la familia Fernández por calle Zarza. Salva Moreno de Hermanos Moreno; Alberto y Maruki, enfrente Milagros y tantas buenas personas.
Como veis, no están todos los que son, pero sí son todos los que están. Gracias a todos.