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Aquellos vecinos de la Calle Lechería (II) #5.717

| Texto: María Jesús Vela Durán

(continuación)

| En la imagen, de izquierda a derecha, los hermanos Díaz Ortega: Miguel y la Tata; Lola Rincón Llera, Lola Aguilar, quien cogió el traspaso del almacén de Paco Andrade y Tadeo Díaz Ortega.

Un suceso luctuoso sucedido en el entorno de la calle Lechería (actual Cervantes)  fue el accidente de moto, de Angelita, una joven muy guapa, vecina de los pisos de la hoy derruida barriada José Antonio frente al Cementerio --en aquellos años vivían familias trabajadoras como las de cualquier otro barrio--. Tengo entendido, que su padre era un hombre muy recto y cabal. Es innecesario señalar que, el dolor de estas familias fue inimaginable. Años más tarde, fue Pepi --madre, de Eva, Eli y José Mari Álvarez – quien, inexplicablemente, nos dejó. Era un encanto de mujer al igual que su marido e hijos. Su cuñada Antonia, era muy reservada y tímida pero todo corazón. ¿Recuerdan a su hermana Eduarda Álvarez y a su marido, ‘el Sheriff’? ¡Que arte tenían!

El incendio junto a casa

Ocurrió otro suceso que nos marcó para toda la vida. Era una mañana de niebla en la que, difícilmente, podíamos distinguir lo que teníamos a nuestro alrededor. De un momento a otro empezamos a oler a quemado, pero no veíamos de dónde venía. Afortunadamente, uno de los hijos de Chatuti, vio el humo, e inmediatamente llamo a los bomberos. Pasamos un miedo considerable, pues el fuego se originó en la casa colindante a la mía. Todo el que pudo ayudó, pero por fortuna los bomberos llegaron en seguida, y nos instaron a salir de la azotea y estar atentos, por si debíamos salir de nuestras casas, especialmente mis vecinos, porque la pared de su salón daba a la casa en llamas.

Fue terrible: según decían, un sofá impedía el paso, pero lograron salvar al padre de familia y a algunos niños. Lo devastador fue que, a dos de las niñas pequeñas no pudieron rescatarlas con vida. Las encontraron abrazadas en la misma camita. Lo que podría haber sido un desayuno alegre --creo que su madre les traía churros calentitos-- se convirtió en una pesadilla. ¡Que dolor y desolación más grande! De verdad, que fue devastador, estar tan cerca y no haber podido salvarlas. Todos estábamos descompuestos y sin ánimos y no era para menos.

Si tuviera que hablar de humanidad, la primera persona que me viene a la cabeza es Lola Rincon Llera, ‘la Gorda’. Siempre le estaré agradecida, por la ayuda que me prestó en algunas situaciones en las que mis hijos enfermaban y por circunstancias estaba sola. Es una mujer muy buena con un corazón generoso y noble. Sus hijas: Celi y Marilo Arias Rincón, como no podía ser menos, han heredado esa misma humanidad. Mil gracias.

No me olvido de Rosario González, ni de Isabel --ella me dio, un consejo culinario, que sigo al pie de la letra--, ni de Milagros --madre de Angelines y Paco; ni de Panete y de su amiga Milagros --creo-- siempre sonriente y amable. De todos porque en esa casa se respiraba camaradería, a la antigua usanza, es decir, más que vecinos, eran familia.

| En la imagen de la izquierda, Manuel Arias Peralta, 'el Gordo' mulillero que fue de la Plaza Real y Manuel Robles Romero, 'Chumi', fallecidos en accidente de tráfico cuando se dirigían a una corrida de toros en Jerez.

Anterior a mi llegada, tanto Lola como Rosario, un mal día, vieron salir a sus maridos, Manuel Arias Peralta ‘el Gordo’, mulillero de la Plaza Real y Manuel Robles Romero ‘Chumi’ contentos por el cartel que figuraba en la plaza de Toros de Jerez, pero el destino y el infortunio, se cobró dos víctimas en la carretera. Que dolor más grande, para sus familias y que raza de esas, tan guerrera, sacando a sus hijos adelante. Todo un ejemplo.

Barbacoas

Todo no ha sido penas, en esa casa hemos celebrados reuniones familiares en las que no faltó de nada. No lo digo, por lo comido y bebido, lo digo porque alguna vez de manera inesperada, se sumó a la reunión, Bubin Villar con su guitarra y el gran Guingui. Ese día fue genial, nuestras mayores, Pastora Muñoz --prima de los hermanos Manolo y Miguel del Pino-- y Antonia Vélez Hidalgo, arrancaron a cantar y bailar y el arte paró el reloj, que no las palmas. El gran Guingui, con su cante rajao acompaño en el baile a Antonia, ella estaba tan entregada, que no se dio cuenta, que su Paco, estaba molesto y por qué no decirlo, celoso. También, mi vecino José María Martínez 

Corrales, buen guitarrista se sumó a la fiesta y hasta echó algún que otro cante. ¡Que arte más grande! Que decir de su mujer e hijos, pues que siempre serán muy especiales para mí.

Mosaico de la Virgen del Dolor y Sacrificio

Muchos años atrás, la Hermandad del Dolor y Sacrificio se encontraban, a su paso por lo que en aquella fecha era una fragua (hoy es el número 27) una vigas que atravesaban la calle para evitar el peligro de derrumbe Tenían dos opciones, dar la vuelta o intentar pasar a su titular, la Virgen de los Dolores, prácticamente en cuclillas, decisión que fue la que adoptaron. Al parecer fue, muy emocionante para los hermanos costaleros y para todos los que tuvieron la suerte de verlo.

Virgen de los Dolores, a su paso por el número 27 de la calle Lechería o Cervantes

| La imagen de la Virgen de los Dolores, a su paso por los desaparecidos 'palos' de la Calle Cervantes o Lechería, actual número 27 de dicha calle | Foto: Rafa.

Durante años al darse la misma circunstancia que se vino repitiendo, ya muchos fieles se concentraban en ese sitio, para poder sentirlo, verlo y disfrutarlo.

Cierto día los hermanos del Dolor y Sacrificio fueron a hablar con mis padres, para instalar un mosaico en la fachada de la casa, alegórico a aquella estampa tan peculiar. Los azulejos reproducen, precisamente, el momento en el que la Virgen, con la habilidad de sus costaleros, tiene que solventar esos palos. El mosaico es muy bonito, pero nuestro vecino Pedro Pérez Blanquer --maestro de la carpintería y no sé de cuantas cosas más, para mí un artista-- habló con alguien de la hermandad y con mis padres para decorar el mosaico con faroles y otros adornos. Mis padres se ofrecieron a sufragar los gastos, dicho por él mismo, pero creo que los hermanos, por las razones que fuere no estaban convencidos. La cosa es, que Pedro busco los faroles, le hizo una peana, un techillo y lo pintó.

| Inauguración del mosaico de la Virgen de los Dolores.

A partir de la inauguración, notamos que se concentraba más gente a ver la procesión en este tramo de calle. Recuerdo que los costaleros a la voz del capataz del paso Juan Días Sara, agacharon a la Virgen rememorando ese momento que ya he relatado. Pero la emoción iba creciendo al oír los sones de la trompeta desde la casa de enfrente, mientras mecían a la Virgen y al sentimiento de desgarro con que entonaban la saeta: Paco Yaye y Mari --mujer de Juani Jerez-- tres saeteros extraordinarios. Para mí, eran indescriptibles los sentimientos y la emoción que se palpaba en los rostros de la mayoría de las personas que tuvimos la dicha de haberlo vivido.

Fue, mi vecina Ani Martínez quien me comentó, que había observado que un chaval muy joven, al acercarse a la casa, desde la acera de enfrente, miraba con devoción el mosaico, se persignaba y hasta llegar a la esquina seguía volviendo la cara. Era como si no quisiera dejar mirarla. Imagino que le rezaba, le pedía ayuda, o le daba gracias. A las dos nos parecía un gesto muy bonito y más de una vez le esperamos y le pedíamos a la Señora por él.

1 comentario en “Aquellos vecinos de la Calle Lechería (II) #5.717

  1. Encarni Córdoba

    Me da repelús mi amiga vivía en Cervantes 40 k joven se fue y mi vecina Pepi de calle cielo y después de Cervantes tu azotea se dividía de la mía en un petrin ese fuego fue el 2 de febrero del 1983 gracias al chatuti no llego a más vimos salir a los niños desde mi azotea hoy es la finca donde vivo k día más señalado k jamás olvidarán mis ojos María Jesús Vela Durán que relato más bonito en el fuego me kedao parada sin poder leer mas

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