| Texto: Antonio Cristo Ruiz
José Paradela ‘el Tordo’ o ‘el Cuervo’; Alonso Suarez La 0’ ‘Tío Alonso del Cepillo’; Juan Caraballo Herrera, Lorenzo y Luis Vargas Ortega. Cinco hombres que trabajaron en esta profesión de salineros y fueron modelos de buena conducta y queridos por sus vecinos en el barrio gitano. Tenían sus manías muy particulares, pero sin hacer daño a nadie. El Salinero era una de las profesiones más duras que había en aquellos años, y solían vivir en las zonas más pobres de El Puerto. Incluso había personas que hablaban que la sal traía mal augurio o mal fario. Había quienes cuando derramaban sal, tiraban de espalda varios vasos de agua, para quitar el maleficio. Yo diría que eran todo lo contrario, los salitrales, a estos señores, los dotaban con una sensibilidad que otros vecinos no tenían.
| Reunión en un patio de la calle Lechería, a la izquierda una gitana muy famosa, ‘La Tormenta’ y su hija.
Luis Vargas Ortega, nacido en 1912, en El Puerto. Salinero de profesión, hermano de Lorenzo Vargas, tenía un carácter muy alegre, era muy apreciado por sus vecinos y un trabajador incansable.
En el tiempo de los higos de tunas, los cogía y los vendía en la esquina de la calle Cielo, con Lechería (hoy Cervantes), y el pregón era ”--¿A quién le parto el jigo?”. José María Rivas, el cura de la Iglesia de San Joaquín, le llamó la atención, y quedó el pregón de la siguiente manera: “--A quien le parto los higos”, aunque la mayoría de las veces se le olvidaba, se acordaba sólo cuando veía a el cura.
En el tiempo de los piñones los solía venderlos en la puerta de los cines, su pregón era “Piñones, como cabezas de gorriones”. A Luis le gustaba mucho el cine, entraba en la última sesión de la noche y, si te sentaba junto a él, comías piñones de balde.
‘El Tordo’, apodo de José Paradela Suárez, nace en El Puerto el 19 de noviembre de 1901. Estuvo casado con Ana Martínez Gordillo, apodada ‘la Perla’ nacida en Jerez de la Frontera, en 1905. Vivían en la calle La Rosa, 21. Trabajó toda su vida en las salinas. Hombre con una personalidad fuera de lo normal. Fue un mariscador extraordinario, conocía toda la zona de Costa Este litoral.
Gran aficionado al flamenco, que cantaba sin aditivos. Vestía de negro de ahí los apodos de ‘el Tordo’ o ‘el Cuervo’. Le recuerdo sentado metiendo los pies en un barreño de zinc, con agua caliente, cuando venía de trabajar. Era una persona muy respetado y querido en el barrio.
Solía salir para trabajar a las seis de la mañana y tomaba café en un bar que había en los soportales de la Ribera del Río. Estando tomando café, escucha una conversación de dos vecinos, comentándole el uno al otro, “que se habían encontrado muerto un gitano debajo de una parra”. Al escucharlo, José, sale del bar sin terminar el café, corriendo para su casa, cuando llega se mete en la cama. Su mujer como le conocía no le dijo nada. Al llegar la noche le llama su mujer, --“¡José, estas chorreando de sudor! ¿por qué no te vas debajo de la parra que estarás más fresquito?”. “--Que no Perla, que no. Que se han encontrado muerto a un gitano debajo de una parra”. A lo que le contesta su mujer: “—Chiquillo, a ti no te va pasar lo mismo que al gitano!”. “--Que si Ana, que la parra tiene muy mal bajío”.
La Perla, decía de su marido que tenía sus defectos, pero que había pocas personas como el, “Nunca le he visto discutir con nadie, muy tranquilo y razonable. Un día se me quemó la comida y me encontró llorando, me dijo: --¡Ana, no te preocupes más, comemos pan con manteca colora y café”
| Tio Alonso ‘el del Cepillo’ ya de mayor empezó a cantar en púbico en festivales flamencos.
Alonso Suárez de la O, ‘Tío Alonso el Cepillo’, (1900-1990), casado con Jeroma Jiménez Herrera, ‘La del Planchero’, nacida en 1907.
Su primer oficio fue el de salinero, y decía que era un trabajo muy duro. En su vejez fue cuando canto en festivales flamencos, cara al público. A todo le ponía nombre, como le puso a su pollo de pelea ‘el Letra’, porque cada vez que lo peleaba ganaba dinero con el. En las calles donde vivió fue un hombre muy querido y respetado. Estuvo empadronado primero en la calle Lechería (actual Cervantes) y finalmente en Santa Clara (actual Carmen Pérez Pascual). Como buen gitano, en el patio de su casa solía hacer una fogata en una caldera, para calentar a su familia y vecinos.
Tengo un gran recuerdo de tío Alonso, gitano muy cabal. Y decía con frecuencia, “Al pan, pan y al vino, vino y no hay otra historia”.
| Juan Caraballo Herrera, capataz en las Salinas
Juan Caraballo Herrera, nació (1914-2001). Fue salinero y capataz, estuvo casado Francisca Villar García. Buen esposo y un gran padre, se quedó viudo con tres hijas y le tocó llevar su casa para adelante, persona muy querida en la calle Lechería, 13, donde vivió. Era muy amigo de los salineros de la zona.
Juan tenía a su hija Josefa (Popi), en los Estados Unidos de América, en Champaign, en el estado Illinois. Este hombre en los años setenta sacó billetes de avión para ver a su hija, nietos y yerno. Estuvo viajando a los Estados Unidos de América, durante veinte años. Lo que podía ahorrar era para sacar billetes de avión para ver a su familia americana. Llegaba a casa de su hija y veía que todo estaba bien, solía estar una temporada y para España, para ver como estaban sus otras dos hijas. Juan estuvo pendiente de su familia hasta sus últimos días.
Le recuerdo subiendo por Lechería, por la acera de la derecha. Persona muy correcta y educada, tenía saludo para todos los vecinos que se encontraba.
| Eduarda García, hija de ‘La Obispa, Juanito y Loreno Vargas.
Lorenzo Vargas Ortega, nacido en 1907 y hermano de Luis Vargas, estuvo casado con Eduarda García, hija de ‘La Obispa’, apodo de Maria García Moreno y le tenía mucho cariño a su suegra. Con su mirada se dejaba querer y hablaba muy bajito, yo creo para no molestar. Yo recuerdoque llegó a decirme que era familia de Tomas ‘el Nitri’.
| El baratillo de la calle de La Rosa.
Lorenzo, se llevó del baratillo de mi padre en la calle de La Rosa, un bidón pequeño, para calentarse en los inviernos de mucho frio, y una parrilla vieja para asar sardinas y caballas, en los veranos eran uno de los principales alimentos baratos de aquellos años de hambruna. A los dos días le pregunto a mi padre cuanto le debía, a lo que este le respondió que nada. Por la tarde se presentó con una bolsa de sardinas. Lorenzo y Eduarda eran muy buenas personas. Recogieron un niño llamado Juanito, con problemas, y lo criaron con mucho cariño en aquellas fechas de muchas necesidades.
| Agradecimientos a Francisca Caraballo Villar, Javier Villar y Juan Antonio ‘el Sopa’.