| Texto: Antonio Cristo Ruiz.
Soledad de los Reyes Flores, ‘La Mona’, nació en 1928 y se nos fue con sesenta y tantos años. Vivió en la casa número 21 de la calle de la Rosa. Esta casa estaba unida a la chatarrería de mi padre, por aquellos años. No entiendo el porqué del mote de ‘la Mona’ porque era una piconera, de raza gitana, guapísima, con un cierto parecido a la piconera del cuadro de Julio Romero de Torres, y si me aprietan, más guapa | Detalle de etiqueta de la firma vinatera portuense Alonso y Pajares | Tipografía y Litografía M. Hurtado - Jerez. | Colección Camilo González Selma.
En los inviernos, cuando le hacía falta algo para comer, porque tenía muchos hijos que alimentar, se dedicaba a hacer picón. Solía venderlos por las casas de vecinos en los meses del fío invierno para calentar las copas o braseros de aquellos años, que funcionaban con cisco y picón.
| Soledad de los Reyes Flores | Fotografía facilitada por su nieta, Verónica García Luque
Me contó una historia que le pasó estando trabajando en el campo metiendo el picón en los sacos. Llegó un hombre de campo y le comentó “--¿Me puedes cambiar tres sacos de picón, por un saco de garbanzos de 40 kilos?”, a lo que le respondió con un sí. Terminado el acuerdo con este señor, la dejó en la puerta de casa con el saco de redundís (en caló, garbanzos). Le vendió a una vecina de la calle Cielos, serían unos treinta kilos de garbanzos, quedándose ella con el resto.
| Removiendo el brasero de cisco y picón | Foto: Yo fui a la EGB.
Al invierno siguiente, fue a llevarle picón a esta señora y le preguntó que tal estaban los garbanzos que le había suministrado, a lo que esta le respondió: “—Mira Sole, me ha quitado mucha hambre, y al mismo tiempo lo he pasado muy mal. He tenido a mi marido enfermo durante dos meses y como no tenía dinero, tiraba de los garbanzos para almorzar y cenar. En estos momentos mi familia ha aborrecido los garbanzos y ninguno de mis hijos los quieren comer”.
Soledad se sintió responsable de lo que le había pasado a esta familia. Por supuesto que no lo era. Aquello ocurrió en los años cuarenta, años nada agradables para las familias más pobres.
Esta mujer me quería mucho, y me agradeció toda la vida las muchas ocasiones que me llevé a comer a casas de mis padres a dos de sus hijos, Rafael y Antonio, que eran en aquellos tiempos de los más pequeños.
Recuerdo, con una amiga del barrio, que se vino a la Feria sin permiso de sus padres y, con la mala suerte que manchó un jersey que estrenaba, quedando la pobre muy disgustada. “—Déjame, que hablo con Soledad y por la tarde te lo traigo limpio”. Y así fue, se arregló y no pasó nada.
Soledad me decía: “—Antonio, ten mucho cuidado con la niña, y si es gitana, tienen otras leyes que no tenéis los payos”.
La tengo en mis recuerdos. Sobre todo lo que luchó esa mujer para sacar a sus hijos adelante, en aquellos años tan difíciles y de tanta pobreza.
Ami abuela le decían mona por lo guapa que era dios me la tenga en gloria