| Texto: Tita Galo
Cuando la necesidad de comer está rebasada y podemos disfrutar el arte de la cocina, el súmmum de los sabores, la realidad inalcanzable, casi siempre, de comerse el arte. Cuando todos reconocemos que algo nos gusta, nos apetece, nos despierta la gula, nos aleja de lo cotidiano, nos lleva y nos trae a diferentes recuerdos de nuestra cocina familiar…
Pero aquí, en el Molino de Mareas, en este punto de Aponiente, en El Puerto de Santa María nos lanzan directamente al mar para comer de sus frutos más escondidos y desconocidos al paladar humano. Nos embellecen dichos frutos, nos llevan de la mano y nos sumergen en las profundidades de la locura del sabor intenso. Buceando con esa conciencia de estar pegando bocados al mar.