| Texto: J.M. Morillo-León.
En 1971 la coqueta y desaparecida estación de ferrocarril de El Puerto de Santa María era premiada por el Ministerio de Información y Turismo que dirigía Alfredo Sánchez Bella, a través de una convocatoria a la que se presentó nuestra Ciudad, consiguiendo el Segundo Premio dotado con 25.000 pesetas de la época | En la imagen, la coqueta estación en el centro, flanqueada por el almacén de ferroviarios, aproximadamente donde irá instalada la estación de Autobuses y el desaparecido Bar Villarreal.
Reclamaban entonces el jefe de Estación, Manuel Rodríguez Salvador, la instalación de un servicio de megafonía, que facilitara la comunicación entre la estación y los viajeros. Carecía de Oficina de Información, pero contaba con una magnífica Librería de Ferrocarriles y venta de periódicos, regentada por la familia Ramírez de Piña. Al frente de la cantina estuvo la familia Bustos.
| María Ramírez de Piña, en la Librería de Ferrocarriles de la desparecida estación.
En 1971, andaban cortos de personal (tres factores, un factor de circulación un jefe de estación y cinco subalternos, en total). La estación porteña tenía un movimiento diario de más de cuarenta trenes, incluidos los de mercancías que suponían una gran actividad: el mayor movimiento era el transporte de cementos y las expediciones de vagones con cajas de vinos de las bodegas portuenses.
El Puerto pasó de la antigua estación a la que nos referimos el 27 de abril de 1953, cuando el ministro de Obras Públicas, conde de Vallellano, inauguraba la estación premiada y desaparecida con nocturnidad, para sorpresa de tantos… Aquí no se conservó el antiguo patrimonio de RENFE.
Se calculaba que, en dicho año, circularían alrededor de 250.000 pasajeros, siendo los meses estivales los de mayor tráfico. Aquel 1971 se estaba procediendo a la renovación de vías, cambiando traviesas de madera por las nuevas de hormigón. En 2008 entraba en servicio la actual estación, más moderna y actual, con un guiño a la antigua, conservando uno de los azulejos existentes.
“Por cierto, no vendría nada mal, una mano de pintura”…
Otra joya del Puerto destruida y sin responsables... Y lo mismo hasta los condecoraron ¡¡¡ Hay Puerto, Puerto de mi corazon,
cuantos inutiles en el camino.