Reproducimos un extracto del Pregón de Semana Santa pronunciado anoche en el Teatro Miguel Mihura de Medina Sidonia, por el periodista Francisco Andrés Gallardo Alvarado y sus connotaciones portuenses, o por qué no escribirlo también, connotaciones porteñas. Fue presentado por el también periodista Roberto Sánchez Benítez, director del programa de Canal Sur 'Salud al Día'
“Hace unas noches, subiendo desde la Cuesta del Tío Papa, tal vez ninguno de vosotros se dio cuenta porque no me poníais cara, entre el viento feroz que a veces serpentea por estos cerros de tagarninas y alondras, subí huidizo, tímido, hasta tenerla a su lado. Para ponerme de perfil y suplicarle que tal día como hoy, como un asidonense más, pudiera contaros mi puñadito de recuerdos, estampas a veces borrosas, reencuentros, nostalgia y fe y que me ayudara a que el corazón se aclarara, a fuerza de ser sincero y cercano con todos vosotros.
Entre las calles, notando su presencia, al poco me sentí seguro y confiado. Sí, todas estas paredes blancas están en mi memoria. Y estoy en mi casa. En la casa de mis mayores. Yo soy vosotros.
Y en vosotros os miro y me reflejo. Lo que fui y lo que fueron mis antepasados. Lo que fui y lo que soy sin más adornos. […]
Me he venido a este rincón de la salita para saber cosas de nosotros dos. Cómo os va, cómo os ha ido en estos años tan difíciles. Cómo ha sido el empeño de sostener todo para que nada falte. Qué sentís al llegar a los días más esperados del almanaque.
Vengo para contarte cómo la primavera crepita ufana, como flor joven, y los campos revientan de esplendor. El mar, la mar, desde aquí arriba, qué suerte, se otea más brillante y la vida se hace más dichosa, afable y luminosa.
Una primavera para reencontrarnos en las calles, tras meses en los que parecía que nunca nos íbamos a ver las caras. […]
Madre de la Paz
Madre de la Concordia, Madre Inmortal.
María de los Milagros en El Puerto
Y en Santa María la Coronada, abrazo universal. […]
Benítez (el apellido de su bisabuela María Benítez 'La Antiguaria') me suena así, a Medina Sidonia. Y al caminar por alguna playa de El Puerto, Medina, mi Medina, parece empinarse para saludarme con la mano, agitándola con alegría, allí al fondo, en las mañanas radiantes. Allá, por aquella montaña aparece la torre de la Iglesia Mayor, y la parroquia de Santa María la Coronada parece extender su falda encalada que de noche se ilumina como un manto de estrellas que me guían como constelación para recordarme que allí… que aquí… están enterrados mis antepasados, a los que visita la bendita y protectora Virgen del Carmen el 1 de noviembre.
Miro al horizonte como bucanero curioso y me enfrento al océano y a la izquierda de las olas y entornando la vista hacia la Bahía, el barrio alto parece custodiarnos, recordando que acá arriba, muy cerquita del Cielo, está el Hijo de Dios a los pies de su Madre de la Paz. Así se ve la sierra desde El Puerto, El Puerto de Santa María. Y al mirar hacia Medina, recortada entre las nubes, siempre me digo “ahí arriba… están mis devociones”. […]
...Y en este teatro que nos acoge el nombre Miguel Mihura Álvarez, una persona que tenía muchísimo age, me infunde también esa pasión terrenal por la imaginación y la escena. La vocación de un actor entusiasta de las historias, el humor y los personajes y que transmite a su hijo, al gran Miguel Mihura, su mordaz melancolía. La vida tomada con absurdo, ternura e ironía, filosofía que se refleja en sus obras y que guarda mucho del espíritu burlón de aquí, de esta azotea gaditana. El académico Miguel Mihura Santos, de padre de Medina y de madre jerezana de ascendencia portuense, le llega a poner una contestataria risa negra a la posguerra al fundar la revista ‘La Codorniz’ y entre las escenas de ‘Bienvenido Mr. Mashall’ con ese pueblo de fuerzas vivas que ensueña la llegada de los Reyes Magos, de los americanos, hay un poso de vivencias asidonenses transmitidas por su padre a quien se le dedica este teatro. Valga este detalle de ‘Tres sombreros de copa’, retrato divertidamente amargo del mundo de los actores que escribió muy joven. El apocado Dionisio habla de su padre, “sí, era militar. Pero muy poco. Casi nada. Cuando se aburría solamente. Lo que más hacía era tragarse el sable. Le gustaba mucho tragarse su sable. Pero claro, eso les gusta a todos”. Hay que tener un humor muy gaditano, muy de aquí, hay que tener mucha guasa y retranca, para montar disparates inteligentes. […]
Y precisamente un periodista de El Puerto, aunque nacido en Grazalema (esto para mí es como si la historia hiciese un tirabuzón sentimental perfecto), se convirtió en principal discípulo de este asidonense. Dionisio Pérez, fundador de la longeva Revista Portuense, pluma crítica e inconformista, y que tuvo una brillante trayectoria en Madrid, primer galardonado con el prestigioso premio de Mariano de Cavia, llegó a firmar sus crónicas gastronómicas con el seudónimo Post-Thebussem. Se erigió así en heredero del ilustrado de Medina Mariano Pardo de Figueroa, que fue un sagaz y observador gastrónomo. Un escritor de Medina y un periodista de El Puerto fundan el término de “Cocina Española”: la reunión bajo un mismo concepto de todas las especialidades regionales y locales a través de parentescos, puntos en común y particulares señas de identidad. Dionisio Pérez un siglo atrás hablaba de la importancia de acuñar ese término de cocina española para ensalzar nuestros productos y valorar a quienes lo elaboran, divulgarlos y protegerlos, para reclamar la calidad e importancia de los que nos da el mar y la tierra. […]
En un lugar como Medina Sidonia se ha cuidado siempre de lo que da nuestra santa tierra, tierra santa, desde el cardillo y las cabrillas silvestres, las perdices y conejos que capturan los cazadores, a las reses que pastan por sus vastos campos y todo lo rico y menesteroso que cría la huerta. Salsa, sustancia. Aceite, vino, miel, pan. Un maná trabajado. La repostería, sencilla, de pocos ingredientes, pero muy elaborada, nos habla de tradición y de rendición entre generaciones, de honrar el pasado. Este pueblo que está en las puertas del cielo está muy arraigado a la tierra. Y eso dice mucho y bien de quienes lo habitan. Tenedlo en cuenta. […]
El pregonero apaga su cirio de penitencia y en silencio, sin quitarse el antifaz, va a tomar una escampavía y bajando por la Venta del Carbón va a salirse por la vía de Tarifa… para regresar a El Puerto.
Gracias por este ratito a solas, ha sido muy agradable esta charla. Habrá que irse que toda esta familia tiene hacer sus cosas. Perdón. Me voy, aunque nunca me fui. Sigo viendo a ese niño que un domingo por la mañana abrió la puerta de la vacía escuelita de la calle Espíritu Santo y se puso a dibujar en la pizarra. Habrá que reñirle por colarse y también decirle al oído que siga soñando con hacerse grande. Le tengo que decir que todo llega, que la paciencia no se muda, y que le dé un beso fuerte en esa nevada barba que pincha a su abuelo Juan Gallardo Benítez. Está en la cama y anda malusquillo con una pulmonía por ponerse a caminar por el paseo de la Victoria de El Puerto en la madrugada de la Nochevieja. El abuelo meinato en aquel amanecer se cruzó por la vereda con un cojitranco señor corriendo, dicen después que era El Lute en plena fuga.
Me voy, aunque todavía sé que está por ahí ese niño que le menospreciaba los amarguillos que le llevaba en una cajita su abuela Ana porque le gustaban más los phoskitos. El pobre, habrá que enseñarle algún día lo que es bueno. Habrá que hablar con el doctor Thebussem.
Si alguno de los presentes me dice qué fue de Teresa la de las Cabras y de su familia les estaré muy agradecido. Mi abuela siempre estaba hablando de ella, de su amiga. Y buscaremos el rastro de la familia de El Corcha, que se fue a El Puerto por amor, con otra asidonense, Cristobalina, con quien se casó en segundas nupcias…” […]