| Texto: Antonio Gutiérrez Ruiz.
El nombre más antiguo con el que se designaba a esta corta vía portuense –Ángel Urzáiz--, es el de Sarmiento, el vástago largo, delgado, flexible y nudoso de las cepas de las viñas. La calle nace en la ribera del río, en la zona llamada desde antiguo Pozos Dulces por la gran cantidad de pozos y manantiales que, procedentes de las torrenteras subterráneas de las zonas altas descendían hasta la desembocadura del Guadalete, y termina en la calle Cielos, donde finaliza. Escasamente habitada por ambos lados, como en estos tiempos, los arenales de la ribera estaban poblados de viñas que rodeaban la calle, de ahí su nombre y denominación. | En la imagen, la casa de la derecha fue la que habitó Ángel Urzáiz.
Una segunda denominación de la calle, la de Curtidores, corresponde a la costumbre de denominar con nombres de oficios y gremios las calles en los que abundaban los mismos, debiendo haberse instalado al comienzo de ella, cercano al río, varios talleres de este viejo oficio de preparar pieles de animales para uso industrial o doméstico.
| El entorno de la calle Ángel Urzáiz, que empieza en la calle Cielos y finaliza en Pozos Dulces.
El más sonoro y poético de los nombres que hemos localizado sería el de Puerto Chico. El Guadalete, en los últimos kilómetros de su curso, guiña con decenas de meandros la vega jerezana y, atravesando finalmente una zona de marismas y salinas, gira por última vez en un ángulo de casi noventa grados para salir a la bahía, labrando en la curva exterior de ese último meandro, una pequeña ensenada, frente a la iglesia del Espíritu Santo, que se prolongaba hasta el final de la muralla de contención del río, a la altura de la actual calle Caldevilla. Esta muralla protegía de las mareas altas, impidiendo que el agua anegase la zona urbana de la Ribera y se extendía desde el amplio muelle de carga y descarga que se encontraba situado donde actualmente se ubica el de San Ignacio, que usaba el desparecido vapor de Cádiz, ocupando el espacio existente entre la calle Luna y Plaza de la Herrería. En esta zona se anclaban los navíos, aprovechando dos de los pilares de un puente romano que cruzaba el río en la antigüedad por ese punto.
Numerosas embarcaciones de pequeño porte, faluchos, botes y barcas utilizaban como fondeadero esta parte más accesible tanto para embarcar como para desembarcar determinados productos, llamándola Puerto Chico para distinguir su emplazamiento del puerto que daba cobijo a galeras y navío de mayor porte, situado más cercano a la desembocadura. Por extensión, la calle al pie de este lugar adquirió la misma denominación.
| La calle objeto de esta nótula, el 24 de julio de 1975 | Foto: Rafa | Archivo Municipal. A la derecha, la tapia del convento de las Capuchinas, hoy Hotel Monasterio.
La cuarta denominación de la calle, sin duda la más popular, puesto que ha permanecido hasta nuestros días, es la de: De la Plata, suponiendo se deba su nombre a que, durante la época en que El Puerto de Santa María fue invernadero de las galeras de la Armada, encargadas de custodiar la flota de Indias y de garantizar el transporte de caudales y productos que de aquellas tierras se traían, muy especialmente la plata mejicana, el tránsito de la misma, después de desembarcarla se realizase por dicha callejuela o callejón por el que se accedía al Camino Real o puede que en alguno de los recintos y almacenes de su perímetro se guardase tan preciada mercancía hasta su definitivo envío a la Corte. De ser cierta esta hipótesis, habría que remontarse a mediados del siglo XVII, fecha en la que la ría del Guadalete servía de invernadero a las galeras de la Armada Real. Posteriormente, debido a la falta de calado en la desembocadura y la peligrosidad de su barra de entrada, se trasladaron a Cartagena. Es por ello que el nombre de calle de la Plata, suponiendo que correspondiese al motivo apuntado, es bastante antiguo.
Finalmente, en el pasado siglo, la corporación decidió rotular dicha vía pública con el nombre de un personaje político, llamado Ángel Urzáiz Cuesta (en la imagen de la izquierda) que había nacido y vivido durante su infancia en El Puerto de Santa María, concretamente en la casa que hace esquina con Larga, que fuera de la familia Osborne Tosar y ahora lo es del canadiense Mr. Thorpe, nombre con el que continúa figurando en el callejero de la Ciiudad.