| Texto: M. Muñoz Fossati.
Alberti como monumento y como fuente. El ‘máximo poeta castellano de la hora presente’, según dijo el premio Nobel Miguel Ángel Asturias es una entrevista en La Vanguardia publicada en 1972, recibió un homenaje literario sin precedentes en 1977, merced a un libro pensado y batallado por su amigo y paisano, el pintor Francisco Arniz Sanz. Éste tuvo a su cargo también la edición Del corazón de mi pueblo, una recopilación de poemas y prosas dedicados por los más insignes poetas españoles contemporáneos a la figura y la obra de Alberti, que recién acababa de volver de su exilio de 38 años.
La iniciativa de Arniz, que conoció y trató estrechamente al autor portuense durante su estancia en Roma, comenzó a gestarse aún con Franco vivo, aunque es verdad que en los últimos meses del dictador. Fue largamente trabajada y chocó, fundamentalmente, con el escepticismo de muchos de los autores a los que pidió su colaboración. “Aunque es verdad que la mayoría mostró su disposición a contribuir en este homenaje, no creían que se pudiera publicar en esa época un libro de homenaje a Alberti –recuerda Arniz--. El propio Jorge Guillén me dijo ‘es usted un muchacho muy optimista’. Yo tenía entonces 23 años”.
Pese a las dificultades de localizar a 140 poetas de las cuatro lenguas españolas, que son los que finalmente3 componen la nómina de colaboradores del libro, éste se pudo publicar por fin dos años después. “Contacté con todos ellos personalmente, por teléfono o por carta. A algunos me costó más que a otros convencerlos, hubo los que se negaron o más bien se escaquearon y a otros como Joan Vinyoli, al que tuve que convencer en un bar de Barcelona con unas cuantas ginebras. Por cierto, le salió un poema precioso”.
Dámaso es mi amigo
La lista es admirable. Entre los 140 que rindieron su tributo a Alberti estaban, aparte de los mencionados, Vicente Aleixandre, Gabriel Celaya, Buero Vallejo, Caballero Bonald, Salvador Espriu, José Agustín Goytisolo, Jon Juaristi, Fernando Quiñones, … y Dámaso Alonso. “A este último no pensaba invitarlo –confiesa Arniz--, porque pensaba que era de los que habían quedado aquí durante el franquismo, pero cuando le llevé la lista a Rafael, a su casa de Roma, me dijo ¿no crees que falta uno?... falta Dámaso. Yo le expliqué mis dudas, y él me insistió ‘no, no, Dámaso es mi amigo, él debe estar aquí’. Después, cuando fui a pedirle a éste la colaboración, parecía que lo sabía y me contestó ‘¿no es un poco tarde para pedírmelo?’. Pero al final, nos mandó un texto en prosa que yo utilicé como prólogo, un poco como compensación por no haberlo llamado antes”.
Arniz escribía, en la presentación de Del corazón de mi pueblo que “son obvias las dificultades que suele entrañar la realización del poema de circunstancias, si bien no es menos cierto que gracias a esascircunstancias, se consiguen grandes creaciones, que de otra forma quizá nunca se habrían realizado”
| Arniz, con María Teresa León en Vía Garibaldi 88, en Roma | 1976
Arniz conoce y relata con precisión y detalle miles de momentos vividos con Rafael Alberti y con su mujer María Teresa León en Roma. Dan ganas de meterle los dedos para que cuente, cuente, y no cabe duda de que lo hará en otras ocasiones. Él mismo fue guardián personal de algunos objetos que se intercambiaban, hizo gestiones para Rafael, María Teresa o su hija Aitana, tantos días y noches en Roma…
En su casa guarda esos recuerdos, como las numerosas dedicatorias de libros que le hizo el ilustre poeta de El Puerto. “Hay una especialmente curiosa, que me pudo provocar algún problema, como la que me envió en 1974 al Hospital Militar de Gerona, donde yo hacía la mili. Imagínate, en tiempos de Franco, recibir una carta con el remite de Rafael Alberti, poeta comunista y considerado peligroso. Pero me pudo llegar bien, y no hubo más historia”.
Entre las colaboraciones que recibió para el libro alguna de ellas eran poemas manuscritos como por ejemplo de la pluma del Nobel Vicente Aleixandre, que Arniz conserva con especial cariño en su colección particular. El libro se encuentra ahora descatalogado, pero Arniz guarda algunos cientos de ejemplares que va donando o regalando con criterio de amigo y cuidador de tesoro.
Te felicito Paco, por el Texto.