| Texto: Antonio Gutiérrez Ruiz.
Revisando los padrones de esa época y, salvando la zona cercana al Mercado de Abastos, y las esquinas ocupadas por los montañeses con sus tiendas-bar, casi todos los mesones y posadas, tascas y tabernas se concentraban en un perímetro , delimitado por las calles Larga, desde la esquina de Palacios hasta la de la Palma, toda la calle Alquiladores que ahora creo que se llama Teniente José Piury Quesada, parte de la de Misericordia y el entorno del castillo, que conecta con la marina, donde se reunían a beber y comer un nutrido personal, en consonancia con la condición de puerto de mar de la Ciudad, en la que existía una enorme tráfico de personas y una extensa población flotante no censada, clientes potenciales de mesones y posadas. | En la imagen, en la calle Ganado, el desaparecido Posada de la Fruta, óleo de Juan Lara elaborado en la década de 1950.
Si entramos en la calle Larga, por su acera par, doblando desde la calle Palacios veríamos un hermoso inmueble, propiedad de los Herederos de Domingo Fleming. En su piso bajo existía un famoso café que explotaba Lázaro Montero. Siguiendo hacia adelante, las casas que ocupaban el 7º y 8º lugar eran del ilustre marino Francisco Xavier Winthuysen, Jefe de Escuadra de la Real Armada, en esa época ya en la reserva y en una de ellas vivía una sobrina, su tía y un sirviente. La otra la tenía arrendada a Manuel Retes, casado y sin hijos, y en el entresuelo a un joven soltero llamado Agustín Partearroyo. También tenía una accesoria la casa y esta la ocupaba un maestro zapatero que tenía allí montado su taller.
| Portadilla de las escrituras del Mesón de la Fruta, que perteneció a la familia de María Jesús Vela, autora de la fotografía.
Seguía el Mesón de la Espada, después casas de la testamentaría de Bernardo de Medina y otras propias del convento de San Agustín, finalizando la calle con el Mesón del Sol y, a continuación, otro llamado Mesón de la Soledad.
El alcaide del muelle, que se llamaba José Benavides tenía sus casas antes de las del convento de la Concepción que, como conoceréis coge media manzana entre Nevería y Larga, y en la acera opuesta, en la esquina de Alquiladores estaba el Mesón de las Tres Palomas.
| Acuartelamiento militar donde estuvieron alojados efectivos bélicos italianos durante la Guerra Civil, que conserva una estructura muy particular, contemporáneo de la época que relatamos, que acaso puedan recordar a los mesones y tabernas de la época | Foto: Colección María Jesús Vela.
La calle Alquiladores nacía en la calle Larga y moría en la puerta del convento agustino. Las dos primeras casas eran de Cristóbal de Govantes y la segunda de ellas se utilizaba para llevar huéspedes del Mesón de la Espada cuando aquel se llenaba. Al final de la calle un vecino de Cádiz llamado Rafael Aramburu tenía una hospedería cuyo nombre desconozco.
| Imagen de un antiguo mesón.
Y en la calle Misericordia, entrando también por la de Palacio, a la derecha, hacia arriba había tres establecimientos casi seguidos, la Posada del Ángel, el Mesón de los Cañones y el Mesón del Castillo y, más adelante, la Casa-Mesón de Luis Cortés, a la que le sigue la Casa-Tienda Nueva de la Pescadería y un puesto de Bodegón antes de llegar a las que fueran casas principales de Luis Cortés, que hace esquina, que estaba vacía, finalizando con otra Casa-Mesón que es propiedad de Cristóbal de Govantes. Como veis, una decena de establecimientos donde beber, comer y alojarse, concentrados en un sector del casco antiguo.