| Texto: Juan Rincón.
Empecé a escribir estas notas mías sobre las jubilaciones de mis compañeros y compañeras hace mucho, mucho tiempo, allá por el año 2000. Era una pequeña columna de opinión sobre la tolerancia para el Diario de Cádiz en la que yo homenajeaba a Isabel Barreñada, una maestra leonesa de pro que “… ya se paseaba entre pupitres cuando alguno de sus colegas actuales aún no estaba ni siquiera en proyecto.” Ni imaginaba yo entonces cómo sería la mía, mi jubilación.