| Texto: Enrique Bartolomé.
Los que vivimos nuestra infancia en las inmediaciones de la Barriada de La Playa, sí conocimos y tratamos a Chicharito. Detrás de su nombre, Manuel y de su apellido, Jarque, quedará siempre, sin duda, en nuestra memoria ese ser humano, de cuerpo pequeño, pero de gran corazón que cariñosamente llamábamos Chicharito.
Era de esas personas que conformarán en el tiempo, por derecho propio, la nómina de portuenses célebres. Insignes, diría yo, si no fuera por esas estúpidas interpretaciones que suelen producirse en esta nuestra sociedad portuense, que ponen en entredicho y sopesan todas y cada una de las acepciones que utilizamos los que circunstancialmente nos dedicamos a escribir columnas de opinión.