Texto: Manolo Morillo.
No parece muy razonable que te estén avisando por activa y por pasiva del posible derrumbamiento por falta de cuidados y mantenimiento de un bien urbano patrimonial, del que tú eres responsable directo y, o bien has hecho oídos sordos, o bien te ha cogido con el paso cambiado por tus múltiples ocupaciones festeras, o simplemente viene a ser que la subsanación de estos deterioros ocasionales en nuestro patrimonio cultural e histórico no encajan bien en una agenda tan apretada.
4.057. El Arco de la Trinidad. El Ayuntamiento estuvo a punto de derribarlo hace 147 años
Y si nos empeñamos en rascar, da igual quien sea el responsable de que estos deterioros no se produzcan, porque si se viniese de casa con la asignatura de educación cívica bien aprendida y circulando por las venas, regidores, técnicos titulados, asesores, burócratas y demás perceptores de haberes consistoriales, de antes y de ahora, estoy seguro que no habría que llamar la atención a nadie por haber desatendido parte de sus obligaciones.
Y lo curioso del asunto es que la historia se repite implacable con el mismo monumento a lo largo de los años. El catedrático, licenciado en Historia del Arte y poseedor del Diploma de Patrimonio Histórico Local, Francisco González Luque, nos ilustra con la ayuda del investigador Antonio Gutiérrez Ruíz, que ya “en 1872 el Arco de la Trinidad, tras un siglo de existencia, se encontraba bastante deteriorado, lo que llevó al cabildo municipal a plantear su derribo”, aunque es evidente que alguna mano ilustrada intervendría en su momento para que un mes después fuese restaurado “con cargo al capítulo de imprevistos del presupuesto municipal vigente”.
Una vez más la historia reciente te enseña, por una parte, el desprecio hacia lo que no se entiende ni valora, y por otra, a que sin el empuje de la sociedad civil hacia quienes se ha depositado la confianza para que gestionen nuestras cosas, difícilmente tendríamos El Puerto que ahora vemos. Y aún así, fijémonos la de patrimonio cultural que hemos ido perdiendo desde mediados del siglo pasado, precisamente por la incuria, en este caso tanto de los porteños como de sus dirigentes. A ver si cantándole la copla por Marifé se anima el cabildo y mantenemos en pie nuestro Arco de la Triniá.