Texto: Luis Suárez Ávila.
Siempre nos dijeron las personas mayores que lo de la gente de orden es empezar los baños cuando la Virgen del Carmen ya había bendecido las aguas del mar. Siempre nos dijeron que evitáramos la compañía de niños que encueros vivos se tiraban desde las barandas del puente de San Alejandro o desde el muelle del vapor, en cualquier época del año. Los niños esos casi siempre se ahogaron en un remolino del río, sin que ni Martínez, ni Fortunato, ni Javier Tejada, ni Paco Ameneiro, que estaban pescando robalos, con sus cañas en el puente, pudieran hacer nada. Los remolinos del río son la cosa más traicionera que se ha visto.
Pero, lo cierto es que bañarse antes de que la Virgen del Carmen eche su santa bendición a las aguas, no se le ha ocurrido a nadie, nada más que a esos niños y a la gente de Jerez. Cuando se ahogaba alguien en la playa, antes de la comprobación de su procedencia, siempre había algún avisado que anunciaba que el ahogado era de Jerez. La gente de Jerez, como es de tierra adentro, es que no sabe que la digestión se corta con el baño y se bañan o recién comidos o recién bebidos y así pasa lo que pasa.
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