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Milagros Morales Mancera. ‘La Choco’ #5.076

MARÍA JESÚS VELA DURÁN
Milagros Morales Mancera, conocida como ‘la Choco’, procedía de una familia de marineros, a la que le tocó vivir, con 16 años, los horrores de la Guerra Civil. Fue una mujer luchadora a la que la vida le jugó duro, pero le plantó cara con entereza y raza y eso la engrandeció como madre y como persona. Si bien trabajó desde los 16 años, fue al enviudar a la edad de 42 –con cuatro hijos—cuando empezó a trabajar hasta su jubilación, en el equipo de cocina del Instituto Laboral. Tras el merecido descanso, disfrutó de sus hijos y nietos repartidos entre Mallorca y El Puerto de Santa María. Nos dejaba el 27 de mayo de 2018, a la edad de 98 años.

Los años de la Guerra Civil muy duros en los que, como todos, tuvieron que sobreponerse al miedo, al hambre, a las privaciones y a la desesperanza. Afortunadamente toda su familia, salió ilesa de aquella lucha fratricida. Y, como todos los de su generación, ayudaron con su esfuerzo y su trabajo, --no siempre bien remunerado, más bien al contrario- a que nuestra Ciudad, El Puerto de Santa María, floreciera con estética, identidad y luz propia.

1920

En el censo de 1920 –el año de su nacimiento-- El Puerto tenía 18.951 habitantes de derecho y 4.524 hogares. Era alcalde Manuel Ruiz-Calderón y Paz. El comediógrafo Pedro Muñoz Seca recibía un homenaje en su pueblo natal, siendo nombrado Hijo Predilecto, con colocación de placa en la casa de la calle Nevería, donde vivió. Nacían también ese año el pintor Juan Lara Izquierdo, Joaquín Calero Muñoz.

| El Castillo de San Marcos era declarado Monumento Nacional por Real Orden de 30 de agosto de 1920 (Gaceta de Madrid (hoy  BOE), de 5 de septiembre), en la actualidad Bien de Interés Cultural. | Foto: Delegación Municipal de Patrimonio Histórico.

| La casa donde nació y creció Milagros, en la plaza de la Herrería, edificio que sería derruido en 1981. Actual sede de Mariscos Romerijo | Foto: Monclova.

Milagros nació el 27 de marzo de 1920. Era la mayor de los hijos de mi tía abuela: Milagros Mancera Troncoso y Francisco Morales Ahumada ‘el Choco’. Vivió y creció en la antigua casa de los Rivas Ramírez de Arellano, la casa-palacio donde está el actual edificio de Romerijo, con entrada por la plaza de la Herrería.

| Lavando ropa para los oficiales italianos que estuvieron acuartelados en nuestra Ciudad durante la Guerra Civil.

Como era liberal y de ideas fijas, en 1936, con dieciséis años, supo que algunas vecinas, iban a trabajar, lavando la ropa de los oficiales de las tropas italianas, residentes en nuestra ciudad durante la Guerra Civil. No se lo pensó e imagino que no sería “plato de gusto” para alguien tan joven, pero… empezó pronto a marcar su determinación.

| Otra imagen de la lavandería en la que Milagros trabajaba para el acuartelamiento italiano.

Trabajando para el alcalde de Cádiz

Ya con dieciocho años y para disgusto de sus padres, se colocó con una familia portuense, residente en Sevilla. Milagros, tenía el alma inquieta y aspiraba conocer más allá, de los límites del término portuense. De vuelta, se colocó con dos familias muy conocidas los Carranza, marqués de Villapesadilla y alcalde de Cádiz, los cuales vivían en la plaza del Ave María frente al colegio de San Luis Gonzaga; y con Rafael Bellvís, en la calle Micaela Aramburu. En esa casa coincidió con otra buena trabajadora: Milagros Vélez Hidalgo, mi suegra.

Fallecimiento de su hermano Miguel y de Francisco, su padre

| En la imagen dela izquierda, Francisco Morales Ahumada, 'el Choco', padre de nuestra protagonista.

En 1942, dos sucesos marcaron su vida, su hermano Miguel muy aficionado al fútbol, se reunía a menudo con un grupo de amigos para jugar algún que otro partido, él ejercía de portero y uno de esos días con tan solo dieciocho años, la mala suerte se cebó en él pues recibió un balonazo en el estómago tan brutal, que le segó la vida. Tremendo mazazo para toda la familia. ¿Cómo iban siquiera a comprender una muerte tan injusta y tan inesperada? Totalmente devastador. Desgraciadamente las cosas buenas y malas no vienen solas porque a los seis meses fue su padre quien falleció debido al tifus. Indescriptible el dolor y sufrimiento de esta familia.

Noviazgo

Llevaba Milagros tiempo fijándose en un apuesto joven que pasaba a menudo por debajo de su balcón, --suspiros iban y venían--, ambos se miraban y sonreían, pero debió pensar que la cosa no avanzaba y … ¿quién dijo miedo? En cuanto tuvo la ocasión le espetó: “--¿Cuándo vas a invitarme al cine?” Imagino la cara de sorpresa de: José Travieso Moya, ante esas palabras, las chicas de entonces por aquello de los convencionalismos morales de la época, solían ser más recatadas, pero ella era una mujer avanzada, que entendía que debía luchar por lo que quería, sin más justificación, cuyos límites estaban en el respeto.

| Milagros Mancera y José Travieso Moya.

José, vivía en la plaza del Castillo, en la misma casa en cuyo bajo, su padre regentaba una Carbonería. Debió ayudar a su padre, pero también trabajó, haciendo carreteras y creo que, en los últimos años de su vida en la Tonelería de los Lores.

| José Travieso Moya trabajando en la construcción de carreteras.

Tras ocho años de noviazgo por fin llegó la boda. Fue un hermoso día de primavera en 1954, la ceremonia fue sencilla pero bonita, ¡como casi todas en esa época! y, como se solía decir, en clase de pobre, pero no faltó ni gloria. La felicidad de esta pareja fue mayúscula por la llegada un dos de mayo de 1955 de una preciosa niña a la que bautizaron como: María de los Milagros. No podían ser más felices, ambos se desvivían por el bienestar de la niña y de los tres varones con los que fueron bendecidos: José Miguel, Francisco-Chico- y Manolin. Como diría mi madre: ”--Cuatro prendas preciosas, llenas de vida y de nobleza”.

La muerte del esposo

En 1962, la felicidad, que entro con fuerza, por la puerta, saltó un mal día por la ventana, José, enfermó sin posibilidades de curación, debió ser un mal galopante porque desgraciadamente solo duró unos días, falleciendo el 1 de diciembre de 1962.

| Fotografía del carné de Familia Numerosa, tras enviudar Milagros, con sus hijos.

No podía creérselo, verse sola con 42 años y cuatro hijos tan pequeños. La mayor con siete años y el menor con solo seis meses, realmente fue una conmoción. Afortunadamente, toda su familia la amparó en esos difíciles momentos. No le quedó otra que sobreponerse y empezar a trabajar, esta vez para: Antonio Ortega Infante y Coralina García. Estupenda familia con la que siempre tuvo un trato cercano y cordial.

Instituto Laboral

Unos años después, entró a trabajar como pinche de cocina en el Instituto Laboral, hoy IES Santo Domingo, donde había alumnos internos, procedentes, mayoritariamente de la Sierra de Cádiz.

| Milagros, flanqueada por Isabel y otra compañera de las cocinas del Instituto Laboral.

Este, trabajo le encantaba, pues tenía cierta libertad, es decir salía a hacer recados y todo cuanto Isabel --la encargada de la cocina--, requería. Fueron, buenos años, donde reinó el compañerismo y las amistades sinceras. Trabajaban duro, sí, pero también tenían, sus momentos de confidencias, compartiendo penas y alegrías y muchas risas. Milagros tenía una carcajada franca. Sí, risas porque en los momentos de descanso de tantas mujeres juntas, lo que no se le ocurría a una, se le ocurría a otra. Impagables momentos.

| Paca, Isabel Sánchez Vázquez, José Tobío Rendón el conserje del Instituto Laboral, Milagros y otra compañera, en la fuente del patio del centro de enseñanza.

Está claro que su carácter abierto y alegre contribuyo a que algunos alumnos le tuvieran un cariño fraternal, que le siguieron demostrando a través de los años.

Mallorca

Años después, llegó la bien merecida jubilación y, por fin podría pasar más tiempo con sus hijos. Estos, desde hacía años residían en Mallorca, tierra que los acogió y sienten como propia, aunque claro está, es nombrarle El Puerto de Santa María y suspiros de añoranza afloran. Su hijo José Miguel, junto con Margarita su esposa abrió con éxito un restaurante en el paseo marítimo de Puerto Petro, estando ya jubilosamente jubilados. La belleza y pujanza de esa tierra la cautivó, pero, sobre todo, poder disfrutar de sus hijos y nietos, tanto que pasaba casi más tiempo allí, que en El Puerto. Aunque tenía el corazón partido, pues su hijo Francisco-Chico- no terminaba de adaptarse y prefirió quedarse en El Puerto.

| Milagros, la segunda por la izquierda, en Mallorca,  con sus hijos, su nuera Margarita, la madre y la hermana de ésta de nombre Antonia ambas dos y el cocinero, hijo de Ramírez, el practicante.

Parece que la estoy viendo, cargada con bolsas pimientos cuerno-cabra, acedías y otros productos nuestros, porque sabía que a sus hijos les gustaba y allí no encontraban. ¿Que como venía a la vuelta? Cargada, de ensaimadas típicas de Mallorca y doy fe que estaban buenísimas.  No crean que el paso de los años la arredró, todo lo contrario, a sus bien llevados noventa y cinco años emprendía camino sola para Mallorca, como si de un paseo por el parque se tratara.

| Fila superior, Juan y delante su mujer Rafaela Herrera, continúa en la fila superior, Milagros Morales Mancera, Agustín Moreno un virtuoso, tocaba el piano, la guitarra y el violín, era el marido de Matilde y  Milagros y Emilia Durán Valle, ambas a la derecha de la imagen.

Los rasgos que destacaban en la personalidad de Milagros, ‘la Choco’ eran su valentía, su alegría, sus ganas de vivir, su bien entendida libertad y el amor por toda su familia, que hacía extensiva a su madre y hermanos: Matilde, Juan y a los hijos de este último, que siempre estuvieron a su lado. Siempre he oído que los hombres y mujeres de esta generación estaban “hechos de otra pasta” y de verdad lo creo. Todos nuestros mayores lo demostraron con creces.

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