Presentamos en tiempos cuaresmales una serie de nótulas, [firmadas por el historiador Francisco González Luque], que consideramos de cierto interés tanto por su carácter histórico y artístico como por lo inédito del tema. Escasean los estudios sobre las obras de orfebrería realizadas con metales nobles o preciosos con que se aderezan las imágenes titulares de las cofradías penitenciales de El Puerto de Santa María, es decir, los atributos que en forma de preseas complementan a estas Dolorosas. Entre las que destacan por su gran significación en las distintas advocaciones de dicha iconografía sobresale una de las piezas con que rematan su cabeza: la diadema. A ellas les dedicamos estas páginas, comenzando por unas generalidades sobre conceptos, morfología, simbología, materiales, estilos, marcas y fechas. Como el asunto sería muy extenso, preferimos analizar las que se distinguen por su calidad artística, antigüedad y material, es decir, las de plata de los siglos XVII y XVIII. Por estas líneas desfilarán, por orden cronológico, las diademas de las tallas de la Soledad, Rosario de la Concepción, Mayor Dolor, Dolores del Nazareno, Dolor y Sacrificio y Desconsuelo, si bien el primer capítulo lo ilustraremos con el resto. Aprovechamos la ocasión también para avanzar el hallazgo de unos plateros barrocos que han pasado desapercibidos hasta ahora. | Foto: Una antigua imagen Ntra Sra. de la Soledad, con diadema | Foto: Archivo Gente del Puerto.
| Detalle diadema, ráfaga con rayos alternados de Ntra. Sra. de la Soledad. | Foto: F.G.L.
Aspectos básicos de las diademas en las Dolorosas de El Puerto
Para explicar el concepto de diadema debemos atender a la acepción de complemento simbólico y decorativo en las imágenes marianas, pudiendo definirse como una especie de nimbo o halo sagrado a modo de aureola con rayos y adornos varios colocada sobre las sienes de la representación de la Virgen María. Suponen una alternativa a la corona real como remate de la cabeza. Ahora nos interesa observar y analizar las que conservan las Dolorosas de El Puerto de Santa María. En su estudio conviene tener en cuenta su composición, el material con que está fabricada, cronología y autoría.
| María Stma. Del Rosario en sus Misterios Doloreos, con su diadema de metal plateado (Orfebrería Castilleja. 2020 | Foto: Alejandro F. Galván.
Morfología
Respecto a su morfología, las diademas de las imágenes de Dolorosas de El Puerto se componen básicamente de dos partes. La inferior, conocida como aro, es de perfil ultrasemicircular para apoyar en las sienes de la imagen y ajustarse a su cabeza rodeándola. Salvo en la más antigua diadema de Ntra. Sra. de los Dolores la ornamentación se desarrolla en toda su superficie, pudiendo ser, indistintamente, geométrica, con preferencia vegetal o mixta. Del aro parte la ráfaga o conjunto de resplandores, casi siempre compuesta por rayos cuyo número oscila de doce a veinticuatro alternando en diseño (lisos, ondeantes o biselados) de distinto tamaño que, a veces, se unen por la base. No faltan en la composición de estas diademas las simbólicas estrellas en número variable (oscilan entre diez y veinte) y distinta cantidad de puntas (entre las cuatro y las dieciséis). Es frecuente que una cruz se alce en el centro del conjunto, a veces sobre una bola. A diferencia de la corona, el otro remate habitual en las Dolorosas, en la diadema falta el canasto y los imperiales. Como en aquella, resulta imprescindible una especie de pincho o arandela en la parte interior central como elemento de sujeción a la cabeza.
| Cruz sobre globo terráqueo rematando diademas, como la de Ntra. Sra de la Piedad, en la imagen. (Orfebrería Andaluza, 1994), sin estrellas desde la última restauración en 2017 | Foto: Iván García de Quirós.
Simbología
En cuanto a su simbología, las diademas colocadas sobre las imágenes de Dolorosas se generalizaron a partir del siglo XVII significando, al igual que la corona, la realeza y majestad de la Virgen María, su victoria y dominio sobre el pecado. Si atendemos a su composición, la ráfaga simboliza un halo luminoso con rayos solares, atributo de santidad y poder. Las frecuentes estrellas rematando estos (todas las diademas las incluyen salvo las más antiguas de las imágenes de Dolor y Sacrificio y las primitivas de Soledad y Dolores) tienen reminiscencias apocalípticas: María personificando la aparición en el cielo de “una mujer cubierta de sol (…) y en su cabeza una corona de doce estrellas”, como la describe San Juan en el Apocalipsis.
| Una de las diademas de María Stma. del Dolor y Sacrificio remata la ráfaga con estrellas y la paloma del Espíritu Santo.
Hay quien las asocia también a la Virgen como "estrella matutina", "estrella del mar" o "lucero del alba". A veces una cruz remata la ráfaga, indicando victoria sobre el pecado y la muerte aludiendo al papel de la Virgen como corredentora. En ocasiones también se apoya sobre una bola como representación del globo terráqueo, símbolo del triunfo sobre el mundo (Mayor Dolor, Desconsuelo). O se la sustituye por la paloma del Espíritu Santo (Dolor y Sacrificio). Las flores y otras labores vegetales de inspiración naturalista inundando el aro (roleos, tallos, acantos, rosetas, etc.) se vinculan con la fertilidad, regeneración, papel vivificador de María o asociados a sus propias virtudes.
| Un puñal traspasando el corazón de María, destaca en el aro de la diadema de Ntra. Sra. del Rosario, con convento de la Concepción | Foto: F.G.L.
Algunas diademas de estas imágenes portuenses incorporan otros símbolos marianos, como el corazón traspasado por el puñal, alusión pasionista derivada de la profecía del anciano Simeón durante la presentación de Jesús en el templo de Jerusalén al asegurar a su Madre que “Este Niño será signo de contradicción y una espada atravesará tu alma…” (Lc. 2, 35). En algún caso también se decora el aro con el anagrama mariano (fusión de las letras “A” y “M” en alusión a las iniciales del saludo del ángel en la Anunciación: “Ave María”) coronado.
Uso de las diademas
Atendiendo a su uso, la diadema es más frecuente colocarla en las Dolorosas que acompañan a otras imágenes en pasos de misterio que en las que procesionan aisladas, a menos que figuren sin palio, como la de la hermandad del Dolor y Sacrificio de El Puerto. También suele reservarse su exhibición en sus altares o capillas durante algún momento del año o celebración litúrgica, como cuando por cuaresma a veces se atavían de hebrea.
Materiales
Los materiales empleados son casi siempre metales nobles, siendo los más usuales la plata (de ley o cofradiera), alpaca u otro metal plateado o sobredorado. Como el valor de la plata no siempre ha sido asequible en todos los tiempos ni para todas las cofradías, a partir del siglo XVIII los orfebres también han elaborado piezas que, imitando su apariencia, aguantaran bien el paso del tiempo y resultaran más económicas para poder atender a otro tipo de clientela que, además, agradecían un peso más ligero o un diseño más simplificado. En esta ocasión nos detendremos en las diademas de plata que coronan la cabeza de algunas Dolorosas de las hermandades portuenses, aunque también aludiremos a las más contemporáneas que se inspiran en ellas, casi todas de metal plateado.
| Tres estilos y tres épocas pueden distinguirse en las diademas de las imágenes de El Puerto: la primera es durante el Barroco, Soledad, año 1666. | Foto: F.G.L.
Estilos y cronología
Respecto a sus estilos y cronología, la morfología y composición de las analizadas apenas varía entre la más antigua (la de la Soledad, de la segunda mitad del XVII) y las más recientes de las primeras décadas del siglo XXI, ya que su forma adaptada a la cabeza de las imágenes y su función o uso han permanecido inalterables en el transcurso del tiempo. Donde sí pueden establecerse ciertas diferencias es entre las propiamente barrocas o tardobarrocas y las rococó, con ligeras variantes en las diademas labradas más recientemente en un estilo que podría calificarse de neobarroco.
| Segunda época: Rococó, Ntra. Sra. de los Dolores, siglo XVIII | Foto: F.G.L.
En todas ellas, desde luego, los motivos que van a marcar analogías o contrastes van a ser los diseños ornamentales, concentrados en la zona superior del aro, sencilla pero rica y variada. Todas se caracterizan por una profusión decorativa, predominando las labores vegetales, con alguna incursión en los temas geométricos (especie de escamas, rombos y óvalos, gallones, círculos lisos o rehundidos alternados, perlado, etc.), heráldicos o simbólicos (corazones y cruces) y escaseando los plenamente figurativos antropomorfos o zoomorfos. Los elementos más reiterados en todas las diademas estudiadas son los roleos, acantos naturalistas, tallos carnosos y entrelazados, flores, rizos, arabescos, en ocasiones sobre fondos punteados, etc.
| Tercera época: ecléctico-neobarroco, Ntra. Sra. de la Alegría (Orfebrería San Juan) en metal plateado. Año 2017. | Foto: F.G.L.
Como si de una constante se tratara, ofrecen un sentido curvilíneo y rítmico de líneas ondulantes buscando la reiteración y simetría en su trazado y el dinamismo conseguido en la interpretación de los mismos. Tampoco faltan las cartelas de reminiscencia manierista, veneras, espejos ovales o protuberancias y medallones en relieve hasta mediados del siglo XVIII. Serán sustituidos en su segunda mitad por motivos de rocalla abundantes y complicados como curvas asimétricas y roleos rococó combinados con “ces” geometrizadas y orlas junto a alusiones marianas como el corazón traspasado por un puñal, el más repetido.
Todas estas características permanecerán a lo largo del período y estilos analizados. Podemos afirmar rotundamente que lo puramente estructural de las piezas se subordina a la abundancia ornamental.
| Marcas de artífice, cronología, localidad y fiel contraste en la diadema de la Dolorosa italiana de la Concepción. | Foto: F.G.L.
Marcas de plateros
En cuanto a las marcas de plateros, escasean las piezas del siglo XVII que las presentan ya que hasta avanzado el XVIII no es frecuente encontrarlas (tampoco fue obligatorio). De hecho, no hemos hallado punzones de platero en estas diademas hasta 1767 (Rosario de la Concepción), ya que la más antigua datada (en 1666 se fecha la de la Soledad) conserva inscripción con fecha y donante pero no marcas de contraste ni artista. (continuará) | Texto: Francisco González Luque.