Irene Moreno Muradas, aunque nacida nació en Jerez se considera de El Puerto de Santa María de los pies a la cabeza pues vivió en nuestra Ciudad hasta los 15 años, cuando se marchó a residir a Sevilla. Por esto último jamás jugó en el CR Atlético Portuense, pero si es jugadora del Coterva Cocos Rugby sevillano. Es piloto de aviones de mercancías. La luz al fondo del túnel comienza a vislumbrarse. O, en términos de rugby, "nos queda el último empujón para ganar el partido", como dice la piloto | La jugadora portuense, en la cabina de un avión antes del despegue junto a la camiseta de su equipo. | Foto: M.G.
En esta situación, el césped y el oval han pasado a un segundo plano. Ahora su día a día –o noches, por aquello de los turnos–, lo pasa en una cabina, con los cuernos de mandos ocupando el espacio huérfano que no hace mucho ocupaba el balón. Desde Barcelona, donde la piloto portuense tiene la base con Swiftair Bahrain, recorre distintos puntos para transportar material sanitario, tan importante en la lucha contra el Covid-19. "Empezamos llevando mascarillas, que cuando trajeron el cargamento no había. Ahora también llevamos geles, material farmacéutico, batas..., prácticamente toda la carga del avión la llenamos con ello", explica. "Realmente llevamos de todo", profundiza.
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"Con el tema del bicho estamos haciendo más vuelos fuera de los regulares. El Estado nos contrata para traer los materiales desde distintos puntos", relata. Desde diferentes lugares europeos como Dinamarca, hasta otros tan exóticos como Túnez, toda ayuda es poca en esta batalla contra el coronavirus.
Cuando cada noche se pone a los mandos del avión, Irene Moreno sabe que cada uno de los cuatro o cinco saltos previstos por turno servirán para que el virus retroceda metros. El partido está más cerca de ganarse. "Hay que tener constancia. El otro día lo hablaba con Manuel Sobrino. Si no lo hacemos todos unidos será como un ciclo en el que tengamos que volver a empezar. Si unos cuantos meten la pata...", analiza.
| Irene Moreno, en posesión del oval en un partido con su equipo | Foto: Juan C. Ogazón.
Son cinco años los que lleva la piloto compaginando rugby y aviación. Una tarea harto complicada, sobre todo por la distancia. Pero los casi 1.000 kilómetros que separan Sevilla y Barcelona quedan en solo un número cuando hay motivación. Y en su caso, esta está fuera de toda duda. "Hay meses que logro entrenar un montón y otros que no puedo tanto. Pero quien quiere algo y se esfuerza, lo consigue como puede. Hay veces que bajo menos de 24 horas sólo para entrenar. Hay que hacer el esfuerzo", explica la portuense.
"Aplico más cosas del rugby al trabajo que viceversa, sobre todo lo relativo a los valores, me han ayudado mucho. Ahora pienso mucho más en equipo. En el campo tienes a otras 14 jugadoras que dependen de ti. En la cabina tienes que trabajar en equipo, es lo que se llama CMR en aviación. Trato de saber qué piensa la otra persona", comenta. "Al principio me costó depender tanto del de al lado, pero ahora trato de trasladar ese sentimiento de equipo a la cabina", añade.
"Te sientes gratificada", responde al ser cuestionada por saber que su esfuerzo puede ayudar a que mucha gente salve vidas. "Son muchas cosas nuevas, pero al final se convierten en rutina. Sabes que trabajas exponiéndote. De hecho, estuve trabajando con un comandante que ha pasado el virus. No le han hecho test..., pero yo la verdad es que no tengo miedo, aunque entiendo la incertidumbre de mucha gente", comenta. "Ahora sí empiezan a reconocer a los transportistas".
La relación de las Cocos ha resistido al confinamiento a pesar de todo. "Todos los viernes nos metíamos en una sesión de entrenamiento colectivo. Hay días en los que nos hemos juntado casi 40 personas. Y, evidentemente, luego hacemos nuestro tercer tiempo. Nos duchamos y volvemos a unirnos. El día pasa volando cuando lo haces", asegura. Y de eso, volar, Irene sabe mucho | Texto: Víctor Navarro.