El embajador de los EEUU en Madrid, Mr. John Davis Lodge, presidía el 27 de enero de 1956, un acto de homenaje a Washington Irving, diplomático norteamericano que ostentó ante la reina Isabel II la representación de su país en el siglo XIX. La lápida que se descubrió se encuentra en la calle Palacios, a la altura de Ultramarinos La Diana. Reproducimos el discurso del embajador que, antes que político, había sido actor.
“Aquí nos conmueve, sobre todo, el recuerdo de uno de nuestros grandes escritores del siglo pasado, Washington Irving. Aquí, en esta casa. Irving vivió alguna de las horas más felices y fructíferas de su vida. Aquí le asaltaron sueños dulces y grandiosos, nacidos de su excepcional interés en la historia de la gesta hispánica”.
Tratamos de situarnos, por el momento, en el año 1828. El joven Washington Irving, ya literato bastante conocido, acababa de pasar dos años en Madrid, dos años casi monásticos, dedicados a la investigación en bibliotecas y archivos para preparar la composición de su primer gran libro sobre temas hispánicos. Al fin, el primer tomo de esta obra --Vida de Colón—apareció en Londres, y el manuscrito del segundo tomo estaba en prensa.
| En la imagen de la izquierda, el embajador norteamericano, Mr. John Davis Lodge
En febrero de 1828 se puso en camino para recorrer Andalucía con el espíritu despreocupado y lleno de entusiasmo. A caballo, en mula, a pie y en diligencia, este norteamericano, apuesto e ilusionado, hizo si viaje devoto a Córdoba, a Granada, a Cádiz, a Sevilla –“tierra bella y fragante”—como él la llamaba--. Era la realización de un ensueño juvenil. Tenemos la impresión, leyendo su Journal, de que este joven de un país joven, llegaba a conocer de veras, a adentrarse en el alma legendaria de España.
Al fin sentó sus reales en Sevilla, donde pudo disponer del ocio para trabajar en los manuscritos que le habían acompañado en sus arduos viajes. La conquista de Granada y La Alhambra. Fue en esta época cuando llegó a conocer a una brillante novelista española, Fernán Caballero o Cecilia Böhl de Faber, y a su padre, famoso hispanista alemán. Este invitó al literato americano a El Puerto de Santa María. Y aquí, en este paraje apacible, los dos enamorados de España pudieron hablar a sus anchas de Calderón, del romancero y de otros tesoros de la literatura española.
| Placa en la calle Palacios, sobre Ultramarinos La Diana.
Y aquí, en esta misma casa, en la gloria del sol andaluz y con el olor salobre del mar, Irving, en la plenitud de su fuerza creadora, logró completar el manuscrito de su historia de Granada.
Para mi es un honor que los cultos dueños de esta casa me hayan invitado en ocasión tan propicia a inaugurar esta placa con amor y como ofrenda de honor de Washington Irving. Creo que interpreto bien los deseos de los donantes cuando digo que esta hermosa placa es un símbolo de algo mucho más amplio que la estancia de un escritor norteamericano en esta casa. Bien puede simbolizar la larga y bella historia de relaciones espirituales entre España y los Estados Unidos. Así sea”.
en 1956????